Reseñas
Reseña del libro: Educar la inteligencia sensible
Book review: Educating sensitive intelligence
![]() | Martínez Domínguez Luis Manuel. 2021. Pamplona, España. EUNSA. 201pp.. 978-84-313-3599-1 |
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Recepción: 07 Julio 2021
Revisado: 25 Agosto 2021
Aprobación: 26 Agosto 2021
Publicación: 01 Diciembre 2021
La obra reseñada constituye una respuesta exhaustiva a la queja habitual de que “los hijos vienen sin manual de instrucciones”. Luis Manuel Martínez, en su amplia trayectoria como educador, pedagogo e investigador revela en este libro una aproximación a la sensibilidad bajo el término que ha acuñado como “inteligencia sensible”. Con esta obra pretende ofrecer una guía para la identificación y gestión de la alta sensibilidad en niños y jóvenes, e indirectamente, en adultos. Es, por tanto, un libro dirigido a educadores, padres, tutores y profesores.
La estructura del libro posee un enfoque eminentemente práctico, por eso se divide en dos partes: por un lado, la evaluación de la Inteligencia Sensible y, en segundo lugar, la parte de la educación sensible, que contiene herramientas y recursos para educar dicha inteligencia. El texto tiene algunas frases y palabras en negrita, cuenta con citas, referencias y cuadros resumen con frases inspiradoras seleccionadas del texto, de manera que es patente el didactismo de su autor, resaltando las ideas clave: “se busca la independencia hasta que se acepta la interdependencia” (p. 17). Se acompaña también de algunas ilustraciones que representan los conceptos explicados. Otro elemento significativo son las tablas que resumen los contenidos, como la de la página 43 referida a las aproximaciones al fenómeno de la Inteligencia Sensible en general y la Alta Inteligencia Sensible en particular.
Tras una introducción sobre la inteligencia concebida como fenómeno científico, pasa a abordar y definir su concepto de “inteligencia sensible” y explicar cómo se puede evaluar. Su aportación principal a los estudios sobre educación es su visión acerca del tratamiento de las potencias o dones el individuo, atendiendo a las necesidades del sistema educativo actual en cuanto a la personalización de la enseñanza. Aunque no los menciona explícitamente, podemos deducir que el nacimiento de este término se produce como efecto de la confluencia de las teorías acerca de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, la inteligencia emocional de Daniel Goleman y la teoría de la desintegración positiva de Dabrowsky. Se construye, asimismo, con base en tres factores: la Capacidad Intelectual, la Sensibilidad Ambiental y el Temperamento. La escala va siendo desglosada e interpretada en cada uno de sus ítems, y su sola lectura sirve como reflexión, autopercepción y autoconciencia. Expone cuáles son los indicios que permiten identificar la inteligencia sensible, con herramientas y escalas de profundo diseño para estimar la propia, y que permite, asimismo, valorar el potencial de desarrollo de los hijos/alumnos. Después se extiende sobre el análisis de daños.
En la segunda parte del libro, el Capítulo 6 “Cicatrizar para hacerse fuerte” nos recuerda el arte del kintsugi, que repara las grietas con oro. La educación sensible no es evitar el daño, dice, sino sobrepasarlo, generando un hogar interior en el que se cultivan las virtudes (Isaacs, 2003). Sus ideas finales instan a una búsqueda del vínculo del individuo con el origen, mediante el hábito de conciencia y virtudes. En definitiva, la inteligencia sin sabiduría, de nada vale.
Entre los puntos positivos de esta lectura, hay que valorar la actualización del término “inteligencia sensible” y su adaptación a la sociedad española. Antecedentes de este término encontramos ya en Plotino, quien afirma que la inteligencia sensible (psyché) o materia organizada, es engendrada por las múltiples inteligencias emanadas del Nous. Desde la ética, Zubiri la define como la “concepción en la que se piensa que lo aprehendido por el sentir está dado a la inteligencia para que ésta lo intelija” en su obra “Inteligencia y realidad” (Zubiri, 1980, p. 82). En su escrito “Sobre la esencia” añade: “lo que constituye la apertura de esta esencia intelectiva que es el hombre, no es primariamente comprensión, sino el hallarse venida desde sí misma, en tanto que inteligencia al sentir” (Zubiri, 1985, p. 506). Mantiene su interpretación de la unidad entre inteligir y sentir en «Notas sobre la inteligencia humana”: “la inteligencia humana no accede a la realidad sino estando vertida desde sí misma a la realidad sensible en forma de impresión” (Zubiri, 1967-1968, p. 350). Más tarde: “No se trata de que la inteligencia esté vertida a lo sentido; esto constituiría una intelección sensible. Se trata de una unidad estructural: la inteligencia misma siente la realidad. Es intelección sentiente” (Zubiri, 1988, p. 35). Si bien Zubiri no consta en la bibliografía de la obra que nos ocupa, podemos trazar una línea de relación, adaptando los conceptos de la filosofía a la enseñanza, y salvando la distancia temporal. Tampoco consta H. Gardner, pero sabemos que en su obra sobre las inteligencias múltiples (1983) aparece la inteligencia sensible-afectiva o emocional, la cual consiste en comprender y gestionar las emociones propias (inteligencia intrapersonal) y las ajenas (interpersonal). Daniel Goleman emplea “Inteligencia Sensible” (IE) en 1995.
El análisis de las ideas es concienzudo y muestra sus polaridades, las contrapartidas, con sentido crítico constructivo. Profundiza en la dimensión psicológica y espiritual, con bases filosóficas, antropológicas y fenomenológicas como Montessori, Sellés, Sarráis, Buber, Kaufman, Seligman, etc. Las referencias están actualizadas: de hecho, por ejemplo, alude a la neuroeducación. El tono del discurso, humilde pero auténtico, destaca por su realismo jalonado de experiencias vivenciadas. Estamos ante una obra que, si se trabaja entre los educadores, puede dar un giro radical a cómo comprendemos la educación y la inteligencia.