Recepción: 12 Febrero 2018
Aprobación: 21 Mayo 2018
DOI: https://doi.org/10.1387/ausart.19272.
Resumen: Con el presente estudio se pretende aportar desde la creación artística una nueva perspectiva adherida a los estudios de género y los principios queer. Ambiciona cooperar en ese cometido que defiende la diferencia, sin desigualdades, para ampliar los horizontes y no responder a lo que social y culturalmente se establece como correcto.Continuando con la investigación artística iniciada en trabajos anteriores (la cual aborda el estudio de la experiencia transexual), se propone definir a partir de lecturas y de experiencias derivadas del estudio de la actividad artística contemporánea, el cuerpo como un no lugar. Para ello, se transitará por las pautas de Marc Augé, así como de otras investigaciones autores y artistas que han reflexionado sobre la cuestión. El texto se organiza según tres partes: en primer lugar, desde la perspectiva de género se analiza cómo los no lugares y el cuerpo comparten una serie de rasgos que permiten establecer conexiones. En el siguiente apartado se desarrollan cuestiones como: lenguaje —entendido como código—, temporalidad, viaje o etnología de sí mismo para entender el cuerpo como no lugar desde la experiencia transexual. Finalmente, planteo un debate en torno a las cuestiones abordadas en los apartados anteriores a través de una propuesta de investigación artística, «Trans*itando el cuerpo»1, que proyecta dichas reflexiones.
Palabras clave: CUERPO, NO LUGARES, TRANSEXUALIDAD, PRÁCTICA ARTÍSTICA.
Abstract: With the present study we aim to provide, from the artistic creation, a new perspective bound to the theory of non-places and linked to the gender and queer studies at the same time. It aspires to cooperate with the defence of the difference lacking in inequality, with the purpose of widen its horizons and avoid answering with what socially and culturally is understood as correct. Continuing with the artistic research initiated in previous studies, which present the study of the transsexual experience, it is proposed, based on lessons and experiences derived from the study of the several artists’ activity, the body as non-place. To do this, we will be guided by Marc Augé’s guidelines, as those of other researchers and artists who have reflected on the subject.The text is divided into three parts: the study is opened by the analysis of the way in which non-places and the body share a series of characteristics that allow them to establish connections. In the second section issues related to language —understood as a linguistic code— temporality, journey, ethnology of itself, among others, to understand the body as no-place from the transsexual and gender experience are developed. Finally, a debate around the issues addressed in the previous sections it is held in order to project these reflections into a new proposal of artistic research «Trans*ition of the body».
Keywords: BODY, NON-PLACES, TRANSSEXUALITY, ARTISTIC PRACTICE.
1. Introducción: Los no lugares
El estudio de la experiencia transexual, abordado en proyectos de investigación anteriores y que tienen como objetivo de desaprender el género a través de la creación artística, abrió nuevos cuestionantes en los que profundizar para lograr proyectar esta idea. Las propuestas artísticas realizadas a tenor de estos proyectos dejaron la puerta abierta a una posible definición del cuerpo, desde la perspectiva transexual, como un no lugar. Este trabajo intentará abordar la cuestión para, posteriormente, proyectarse mediante diversas intervenciones y propuestas artísticas. Es por eso que, para empezar, se toma como referencia a Marc Augé y su producción sobre los 'no lugares', de la que se hará una revisión teórica para extraer una serie de rasgos que permitan justificar esta idea y establecer conexiones entre ambos conceptos: cuerpo y no lugar.
La principal tesis sobre los no lugares se encuentra en el libro Los no lugares: Espacios del anonimato (1992) donde se asientan las bases en las que se sustentan las teorías antropológicas de los no lugares que convierten lo urbano en algo recurrente.
En las prácticas artísticas contemporáneas podemos encontrar una extensa producción que aborda el tema, pero ¿qué son los no lugares? En resumen, se tratan de espacios efímeros para el individuo en los que su identidad se distorsiona o, como señala Korstanje, «un espacio de temporalidad presente» (2006, 211). También podríamos aproximarnos al concepto a través de Augé: «si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni como relacional, ni como histórico definirá un no lugar» ([1992] 2000, 83).
Nuestro particular estilo de vida cargado de estrés, tecnologías y medios de comunicación, debido al deseo de estar conectados con el mundo de cualquier forma posible, ha conllevado que la determinación de la persona para sentirse parte de un espacio se haya modificado bruscamente. El conjunto de estas causas conlleva nuevas maneras de convivir con el entorno y establecerse en él conduciendo a la definición y aparición de los no lugares.
En relación a todos estos cambios, Augé acuña el término 'lugar antropológico'2 para definir aquel espacio o lugar en el que uno se encuentra en relación consigo mismo y con el entorno. El lugar es el espacio representativo en el que se puede contemplar la identidad. Es el espacio donde uno es consciente de sí mismo. En el lugar «habitan las identidades individuales y colectivas, en él se establecen las relaciones con sus habitantes» (Vadillo 2009, 1386) y además arroja información personal e identificativa para la construcción de la identidad propia y así establecer relación con el entorno. En contraposición, aquellos espacios vacíos y deshabitados en los que no existe trascendencia para el que los habita y transita supondría el no lugar.
1985
2000
Estas ideas permiten redefinir el espacio cotidiano con una nueva perspectiva, con otra mirada. Los no lugares se construyen en la cotidianidad de nuestro entorno. Una estación de tren, un aeropuerto, pasillos, etc.; estos ejemplos son lugares de tránsito, no lugares, vínculos o nexos para llegar al lugar antropológico, pues todos nos movemos y estamos conectados por medio de enlaces con los lugares que nos definen.
Esta compleja amalgama de cuestiones ha tenido un importante éxito en los últimos años. La extraña pareja, lugares y no lugares, ha sido objeto de reflexión en numerosos estudios e investigaciones.
El arte del s. XX ha trabajado también esta cuestión. Los artistas se han dejado seducir por lo inexplorado del no lugar y han experimentado nuevos métodos de habitar los espacios. Según Vadillo (2009), el principal exponente es el land art, pero no el único; de hecho, los estudios de género, de forma deliberada o no, han comenzado a reflexionar también sobre el no lugar a través de la creación artística y sus autores.
Uno de los referentes en la proyección de una imagen distinta de corporalidad para cuestionar la naturaleza humana es Cindy Sherman (figs. 1 y 2). Sus series fotográficas más conocidas como «Disaster» o «Sex pictures» son referentes que exponen la metamorfosis humana. Reduce la realidad a ficciones. En su producción, Sherman visualiza el cuerpo femenino como un espacio aparente y vacío que sirve de vehículo para deshacer los imaginarios interiorizados sobre cuerpo y género ya que «el cuerpo biológico sólo proporciona una superficie básica de inscripción social [...] una superficie salpicada de discursos [...] que hay que desmontar y transformar» (Adrián 2002).
Del LaGrace Volcano (fig. 3) es otro artista referente para esta investigación. Podría definirse como un exterminador del género. Este activista de los derechos lgtbg rechaza conformarse con las restricciones derivadas de la representación del género y cuerpo. En su larga trayectoria se proyecta, a través de obra fotográfica y performativa, su propia experiencia consiguiendo dar forma artística a la realidad de todos aquellos que desean no ser definidos ni etiquetados. Lo más importante de su legado: Lograr combatir y modificar esas realidades.
Dentro de su producción, destaca uno de los pocos libros dedicados al mundo 'drag' pero a la inversa. En «The drag king book» (fig. 4) Del Lagrace trabaja la idea de cuerpo y las cuestiones relativas a la mutilación en el proceso de transición personal, emocional y social. Explora la idea de que el órgano sexual no es un elemento que defina al hombre / mujer.
1999
Otras cuestiones que se abordan y que son importantes para este trabajo son la idea de transgénero y la huida de la división de géneros, destacando que las ideas de deseo, impulso sexual o la atracción no pueden ceñirse a 'categorías' pues la identidad fluye en el devenir de la propia existencia.
Un tercer referente en la construcción de este imaginario queer sería Genesis P. Orridge. Genesis —seudónimo de Neil Andrew Megson— es cantante y escritor británico pero con un fuerte potencial como extravagante y psicodélico performer. La génesis de Genesis viene del deseo de que el arte debe modificar lo que la gente percibe como realidad. Para esto, se propuso retar a la naturaleza y encontró en su esposa a una cómplice ideal. Lady Jaye, pseudonimo de Jacqueline Breyer, era la mujer a la que amaba profundamente y con la que quería convertirse en una sola persona. Los artistas se sometieron a una importante lista de operaciones para ser una sola entidad «que trasciende el género y la individualidad» (Lapidario 2011). Ella alteró su nariz y barbilla para que se parecieran más a las de él; él se alteró pómulos y mejillas para acercarse al contorno facial de su amada. Luego vinieron los implantes en los pechos, maquillaje, peinado, vestidos, hormonas y más operaciones. Crearon lo que llamaron la 'pandroginia'.
Effy Beth, 2010
Effy Beth, 2010
Por último, es destacable la producción de la performer transexual Effy Beth. Su obra ha creado un imaginario queer en Argentina que desmonta el cuerpo según los cánones tradicionales e incorpora los no lugares como espacios metafóricos que representan el estado del cuerpo en la experiencia transexual. Su obra «Extensión del autorretrato» (figs. 5 y 6) dentro de la serie «Pasado-presente», desarrollada en los pasillos como espacio de tránsito y prolongación metafórica del autorretrato trans, hace una clarísima alusión a términos como transición y temporalidad, conceptos clave en los estudios de Augé sobre los no lugares.
Esta última aportación supone la conexión más directa entre cuerpo como no lugar y espacio no lugar. Una auténtica experiencia artística en la cual se podría concentrar toda la información y todas las cuestiones abordadas en este trabajo. En palabras de la propia artista la obra se define así:
Quise fotografiar algún lugar de la facultad que me guste mucho, e instintivamente fotografié uno de los pasillos que atravieso para cursar dicha materia. Luego me pregunté, «¿por qué me gusta más este lugar que la cafetería donde suelo instalarme entre materias?» Tal vez sea porque un pasillo no es un lugar para sentarse, ni mucho menos para quedarse, es un lugar de paso, y así me siento yo hoy: en estado de transición, hombre para muchos, mujer para algunos, experimentando cambios en mi cuerpo. Por eso considero este trabajo una extensión del autorretrato, porque representa mi estado actual, y lo monto sobre mi persona, porque —más allá de mi proceso como artista y como mujer— también sé que todos atravesamos infinitos pasillos que prometen conducirnos a aquellos lugares donde podemos ser y estar ( en Máximo 2016, 274).
Con esta aproximación al término no lugar, se intentará vincular al colectivo transexual y justificarlo. Para ello, se establecerá como base que los transexuales rechazan su cuerpo biológico. Esta razón se plantea la posibilidad de definir su cuerpo y experiencia como un no lugar durante el proceso, el viaje o el tránsito hasta conseguir proyectar su propia identidad a través del cuerpo.
2. El cuerpo como no lugar desde la perspectiva de género y la experiencia transexual
Como ya hemos analizado en el apartado anterior, y siguiendo las directrices de Augé, podríamos definir en pocas palabras el no lugar como «un espacio que no puede definirse como espacio de identidad, ni relacional, ni histórico» (Augé [1992] 2000, 86), puesto que no existe un vínculo experiencial que así lo pueda determinar. También se puede deducir que el no lugar no es algo estático ya que la propia teoría de Augé apunta cierta flexibilidad pues, «en la realidad concreta del mundo de hoy, los lugares y los espacios, los lugares y los no lugares se entrelazan, se interpretan» (ibid., 110). En la búsqueda de una realidad objetiva para el no lugar nos topamos con la teoría de la interpretación personal y la catalogación de lugar o no lugar según la experiencia propia. Esto amplía los límites y los espacios en los que la persona puede construir su lugar antropológico, algo a lo que llamar hogar.
En relación a esta versatilidad han surgido otras hipótesis que defienden una distensión del no lugar como verdad absoluta. Destaca la elaborada por Maxi Korstanje de la Pontificia Universidad Católica Argentina en la que mediante análisis de experiencias concretas «cuestionan directamente el núcleo teórico de la tesis que sostiene Augé […] de los no lugares como centros productores del anonimato» (2006, 220). Tomando como referencia su artículo «El viaje: Una crítica al concepto de ‘no lugares’», se puede elaborar un buen manual para comprender el significado de los no lugares desde esta perspectiva discutible. Es una interesante reflexión que alude al viaje y conceptos como el tiempo, centrándose en ellos como promotores del no lugar versus al lugar antropológico y emocional. Esta crítica resulta muy útil para evidenciar que lo único que queda claro en cuestiones vinculadas al no lugar es la subjetividad como elemento determinante en la existencia del mismo según una experiencia.
Ligado a esta cuestión, de la experiencia individual como clave para determinar un espacio como lugar o no lugar, Korstanje expone casos empíricos y reales de personas concretas que han encontrado en los no lugares de Augé (aeropuertos, estaciones de tren) un lugar antropológico y afectivo. Estas experiencias se centran en los aeropuertos como lugares de tránsito y espacios de anonimato que también pueden llegar a ser lugares sensitivos. Todo este asunto tiene su relación con los conceptos de viaje, temporalidad o lenguaje dentro de la experiencia de cada individuo. Estos términos para Augé son centrales a la hora de defender su tesis pero aquí son cuestionados, invitando así a situarse frente a la idea del no lugar desde otra perspectiva. En definitiva, se inician una serie de derivaciones que justifican la existencia de mil modos de encontrarle sentido al no lugar.
Las prácticas artísticas contemporáneas han situado el cuerpo como uno de los temas por antonomasia de los últimos años, utilizándolo como medio o resultado de sus creaciones, convitiéndolo en el eje transversal. Desde el origen de la performance se ha producido un cambio de paradigma en la concepción del cuerpo como espacio de creación artística (Cimaono 2007). Este discurso ha abierto un interesante debate sobre los límites del arte, del cuerpo y la relación de ambos conceptos o de cómo el no lugar se puede posicionar como nexo.
Algunas investigaciones han comenzado a tratar el tema como algo que se inicia incluso antes de que Marc Augé acuñara el término. Marisa Vadillo sugiere que el no lugar ha estado vinculado durante siglos con un territorio simbólico muy poderoso de la producción artística clásica que, hasta ahora, no ha sido reconocido como tal. Una idea que se amplía en su estudio «La deconstrucción del cuerpo femenino: El 'no lugar' en el arte» (2009) desglosando cómo la imagen del cuerpo femenino ha sido proyectada como un no lugar en diferentes manifestaciones artísticas: «un espacio vacío, sin historia, efímero, mutable y relativo» (Vadillo 2009, 1385). En concreto, se considera que el no lugar es una idea que ha sido determinante en la representación plástica y simbólica del cuerpo. «Los creadores explotaban la agradable ventaja de servirse a su antojo de la imagen ajena para convertirla infinitamente en cualquier símbolo que les interesase» (ibíd.,1387).
La autora establece su teoría analizando el papel que ha desempeñado la figura femenina en la Historia del Arte. Analiza la finalidad que los autores perseguían al utilizar el cuerpo en estas representaciones artísticas con presencia de mujeres. Estos artistas utilizaban casi en su totalidad el cuerpo femenino como instrumento o como símbolo anónimo para representar ideas, iconografías o alegorías que distaban mucho de otorgar identidad al cuerpo como cuerpo propio. Eran musas sin identidad. Siempre se representaban desde una mirada ajena, en la mayoría de los casos masculina, que le robaba identidad y autonomía al cuerpo representado pues conseguían que la imagen de la mujer retratada fuera concebida como algo ajeno, alterado, sin identidad. De este modo, no se puede desoír que la representación del cuerpo de la mujer en el arte ha sido, en líneas generales, la de una figura deshabitada, condenada a responder pretensiones de un artista que las retrataba con un cometido vacío. Así de tajante se define en palabras de la investigadora: «convierte a la imagen de la mujer en un ente impreciso en un auténtico no lugar, un sujeto vacío y pasivo, un arquetipo múltiple sin identidad ni historia» (Vadillo 2009, 1387).
Por otro lado, diversas ramas del conocimiento, como la psicología, también se han planteado y han hablado de la idea del cuerpo como 'no lugar' en situaciones concretas (se utiliza el término 'lugar' para hablar del cuerpo y su opuesto para decretar esos estados). «El lugar que ocupa no es su lugar, ni tiene sentimiento de permanencia, ni de estabilidad ahí, pero tendrá que sobrevivir al hecho que va ganando fuerza que es: el no ir a ninguna parte. El lugar donde está —su cuerpo— es un no lugar» (Cavalcanti 2016, 7).
Desde la perspectiva clínica y del psicoanálisis también se ha contemplado recientemente la concepción del cuerpo como no lugar, como una imagen que se limita a ser una representación impersonal y vacía que tiene una importante carga de angustia: «los que sufren a través de un cuerpo que no conoce ni entiende; al contrario, su cuerpo le hace sentir descolocado y vencido, el cuerpo que no simboliza y no se comunica, que esencialmente se degrada en una dirección trágica» (Cavalcanti 2016, 6).
Esta cita resulta clave para vincular la cuestión con la experiencia transexual, pues la relación que las personas transexuales mantienen con su cuerpo comparte la tortura emocional que el anterior autor manifiesta en su intervención.
2.1. «Trans*itando el cuerpo»
«Trans*itando el cuerpo» es el inicio de una nueva mirada, la aproximación del no lugar como propuesta de investigación artística.
Mi intervención en este estudio se articula sobre una aproximación a los estudios de género y los estudios queer basados en las teorías anteriormente revisadas. Dentro de los estudios queer me fundamento en aquella que apunta desde hace algunas décadas un desplazamiento de los géneros en relación a cómo los hemos concebido histórica y socialmente. Al igual que sucede con los no lugares, han surgido nuevas formas de habitar el cuerpo y nuevas ideas de entender el género.
Relacionado con ese desplazamiento de los géneros, en favor de nuevas miradas, se inicia un cuestionamiento profundo sobre la idea de normalidad, pues «vemos emerger pluralidades de posiciones de género y los bloques monolíticos de 'hombre / mujer' ceden lugar para una multiplicidad de posibilidades de construir nuevos significados para la experiencia de género», tal y como expone Berenice Alves De Melo Bento en su artículo «Cuerpo, performance y género en la experiencia transexual» (2002, 73).
La investigación en mi práctica artística se entiende así como una especie de didáctica que que va más allá de estas relaciones de poder e incorpora la perspectiva transexual desde ese conflicto que se experimenta con el cuerpo. Este conflicto o rechazo de poseer un sexo biológico opuesto a la identidad de género o la insatisfacción mantenida y manifestada con sus atributos sexuales se ven con esta propuesta de investigación como medio de visibilización de todo lo asociado al cuerpo como no lugar a través de la práctica artística.
La definición del cuerpo como no lugar, argumentada con las revisiones teóricas anteriores, se puede explotar utilizando la investigación artística como vehículo de creación, como fuente de conocimiento que a la par que indaga, puede arrojar luz para entender la complejidad de la experiencia transexual y de cómo el cuerpo puede llegar a suponer un lastre pero a la vez una oportunidad de expresión mediante la investigación / creación artística. El objetivo de la propuesta es un repensar, desde el conflicto del cuerpo, en el que se puede tomar el conflicto, o tema de discusión, como una oportunidad.
Trabajaré todo ello teniendo en cuenta la complejidad de hablar de la identidad de género como «la convicción personal y privada que tiene un individuo sobre la pertenencia al sexo masculino o femenino» (Master, Johnson & Kolodny 1987 en Castro 2007). Esta apreciación inicia una aproximación también al concepto de subjetividad. Dicha idea también es interesante en este proyecto de investigación artística como punto de inicio que nos permite entender que la experiencia personal es determinante en el rol de género que cada uno escoge, como punto de partida para proyectar con el cuerpo la totalidad de su identidad. No se puede olvidar que cuerpo e identidad son dos cuestiones totalmente enlazadas: «La identidad y rol de género son los dos lados de una moneda y por tanto inseparables. La identidad de género es la experiencia privada del rol de género, y el rol de género es la manifestación pública de la identidad de género» (Louis J.G. Gooren 2003, en Castro 2007). Esta cuestión permite centrarse en favorecer el desarrollo subjetivo de las personas al margen del papel de género que cada uno escoja o manifieste. El cuerpo como no lugar puede vincularse a identidades que duelen, es por eso que me propongo trabajar esta posibilidad mediante mi propuesta de investigación artística.
Ante la constante demanda para definir qué somos o quiénes somos, cuestiones que se ponen y pondrán en práctica durante el desarrollo de la investigación artística, se ha producido, durante las últimas décadas, una metamorfosis fascinante. Los estudios de género han propiciado una ampliación de horizontes descomunal sobre la idea de ser. Al mismo tiempo los estudios queer han establecido que lo normal no es categórico, pues se dan otras realidades que aún están sin explorar en nuestro entorno.
Mediante el cuerpo como no lugar en la experiencia transexual, mi investigación artística indaga por la prejuiciosa cuestión de la normalidad. Esta idea es, para mí, un motor, un incentivo a trabajar en mi desarrollo como artista. En ese debate interior que la persona transexual mantiene con su cuerpo es de donde surgen las posibilidades de creación. Es un recurso que muestra cómo construimos esa idea tan perversa de normalidad desde la perspectiva de aquellas personas que son víctimas de la diferencia. Aportaré una serie de experiencias pro-positivas provenientes de esa experiencia de tránsito del cuerpo como no lugar en la experiencia transexual, nuevas posibilidades de abordar el cuerpo.
Algo similar sucedía con la aparición de los no lugares. Con ellos surgen nuevas formas de habitar y sentirse ante un espacio, fruto del cambio de vida, de mentalidad y de ritmos. La percepción del cuerpo también se ha ampliado y como se ha analizado según los estudios anteriores, comparte muchos rasgos y caracteres identificativos del no lugar.
Como parte del proceso, quisiera destacar de ese núcleo crítico, una postura focalizada en las aportaciones anteriores sobre género y cuerpo y propongo una investigación artística que, vinculada además a las ideas de lugar que define Augé, transite por las cuestiones y las conecte, llegando a la conclusión de que en el lugar «habitan las identidades individuales y colectivas, en él se establecen las relaciones con sus habitantes y permanecen vínculos» (en Vadillo 2009, 1386) y el cuerpo por ende es el lugar en el que reside la identidad propia y la parte tangible o sensitiva de nuestra identidad.
El cuerpo de mi investigación evoca ese vínculo íntimo entre cuerpo e identidad, relación que no se da si se aplica a la experiencia transexual, algo similar a lo que apuntaba Marisa Vadillo en sus aportaciones sobre el cuerpo femenino en las creaciones artísticas; el cuerpo en la persona transexual es, por lo general, un cuerpo deshabitado, sin identidad ni proyección pues no se adecúa a la propia del individuo.
Al no responder a las expectativas sociales se inicia, en algunos casos, un debate interno que le conduce a la persona transexual a padecer desórdenes emocionales por no proyectar una imagen a través del cuerpo que ni personal ni socialmente esté aceptada. Aquí reside la oportunidad de creación, el objetivo pretencioso de mi investigación.
El tránsito y el proceso de transitar el cuerpo como exploración artística en esta investigación, que sugiere plantear el cuerpo de la persona transexual como espacio de temporalidad, habla a su vez del lugar antropológico de Augé. Desde ese transitar existen posibilidades subjetivas de ubicaciones geográficas, históricas y de simbolización, es decir, culturales, que influyen y determinan los límites a la hora del proceso de definir un espacio como lugar o no lugar: «Para los integrantes de una misma cultura, los límites de su lenguaje son los límites de su mundo. Pueden dilatar el horizonte de su mundo, de la vida tanto como quieran, pero no pueden salirse de él» (Habemas 1988 en Korstanje 2006, 214).
Vinculandolo a lo anterior, lo masculino y lo femenino, como posiciones del lenguaje, son también una construcción social y cultural: «El género es la construcción cultural variable del sexo: las múltiples vías abiertas de significado cultural originadas por un cuerpo sexuado. (...) Si el género no está relacionado con el sexo, ni causal ni expresivamente, entonces es una acción que puede reproducirse más allá de los límites binarios que impone el aparente binarismo del sexo. En realidad, el género sería una suerte de acción cultural corporal que exige un nuevo vocabulario que instaure y multiplique participios presentes de diversos tipos, categorías resignificables y expansivas que soporten las limitaciones gramaticales binarias, así como las limitaciones sustancializadoras sobre el género» (Butler [1990] 2007, 225-226).
Esta apreciación ofrecida por Judith Butler, referente en la deconstrucción de las categorías hombre-mujer como código binario, me ofrece la clave principal para entender ese concepto del cuerpo en la persona transexual y vincularlo a la rama social y cultural. Es a su vez otro rasgo que comparten cuerpo—experiencia transexual—no lugares.
Las culturas, la sociedad y unido a ambas el lenguaje son cuestiones vivas que van adaptándose, creando nuevos términos, etc. Los estudios de género o estudios queer son aportaciones actuales que intentan responder los vacíos que existen sobre cuestiones hasta el momento inexploradas. La investigación artística del cuerpo como no lugar, desde la perspectiva experiencial transexual, pretende ser una aportación, justificada en autores y teorías artísticas, para responder a la cuestión sobre qué sucede con el cuerpo en la persona transexual durante su proceso de cambio, camino y transitar, siendo una oportunidad positiva para plantear que pese a las limitaciones o codificaciones existen cuestiones que permiten defender la diferencia pero sin desigualdades, hacernos libres.
A partir de estas claves y reflexiones he diseñado la propuesta de investigación, estas reflexiones serán motor para trabajar a través de la práctica artística ya que a diferencia de la lengua, como codificación creada por el hombre y diseñada para responder aquello a lo que necesita darle respuesta en el proceso natural de comunicación, la creación instrumentaliza de manera directa, sin codificaciones, mediante la incorporación del arte como lenguaje universal será motivo y creación de nuevas perspectivas.
Explorando la cuestión del tránsito abordo un camino que me conduce también a la idea de viaje entendido igual que Augé, un viaje despojado de toda pertenencia, pues «el turista no tiene un vínculo cierto con el lugar que visita» (en Korstanje 2006, 216). Se le asigna al movimiento o el viaje mismo la capacidad para generar un no lugar, por la ausencia de ese vínculo y esa conexión antropológica y/o emocional.
El proceso de cambio en el cuerpo de la persona transexual también supone un viaje en la búsqueda de su lugar. Se despoja de aquello con lo que no encuentra vínculo, con aquello con lo que no se identifica, es un pasajero del no lugar: «el pasajero de los no lugares sólo encuentra su identidad en el control aduanero, en el peaje o en la caja registradora. Mientras espera, obedece al mismo código que los demás… el espacio del no lugar no crea ni identidad singular ni relación, sino soledad y similitud» (Augé 1997 en Korstanje 2006).
Al pasajero transexual, por el contexto social, se le impone responder al código que imponen los demás, como sucedía con el lenguaje verbal, debe responder mediante el cuerpo a aquellos cánones estéticos impuestos para el sexo biológico que son opuestos a los que quiere manifestar por su identidad de género. Cuando eso sucede, durante ese viaje, el cuerpo se manifiesta en su totalidad como 'no lugar'.
2.2. Descripción y metodología de la acción artística
La propuesta es la unión del espacio no lugar con la experiencia artística que se sitúa dentro del movimiento social actual de acción para la supresión de sexo en los baños, como rebelión en nuestro contexto actual, pues el baño como espacio es motivo de desbarajuste para la persona transexual al encontrarse con la dicotomía de elegir (incluso, a veces, bajo imposición) el uso del baño según el sexo que se posee o el género con el que se identifica.
La propuesta se lleva a cabo en uno de los baños de la Universidad de Jaén a través de una performance, en la cual se engloban todos los conceptos anteriores. Se proyecta una acción artística con carácter de happening en la que se plantea, resumidamente, la experiencia transexual de forma onírica en un baño como espacio metafórico de la experiencia transexual.
La metodología de la misma sigue la estela de la investigación artística, de forma clara e inequívoca, puesto que la premisa de investigación conduce a un resultado que es la producción artística que transcurre en este proceso de investigación / acción.
Por lo tanto, los métodos, herramientas y todos los aspectos relacionados con el proceso de creación forman parte del propio proceso. Uno de los aspectos fundamentales de la investigación artística, que se percibe en esta práctica, es su carácter heurístico, lo que supone que la determinación y definición de los métodos y herramientas se van generando en el propio proceso por lo que en un comienzo solo pueden hacerse unos apuntes del camino con el que pretende comenzar y no es posible hacer una descripción pormenorizada del proceso y herramientas. Todo esto viene avalado por toda la literatura que en estos momentos se está generando y que parte de otros fundamentos ya de primer orden como son las teorías de Fernando Hernández, Eisner, Ricardo Marín o Borgdorff.
En definitiva, el producto artístico actúa como proceso y resultado, así, la forma de la investigación seguirá un camino intermedia marcado por la experimentación y lo experiencial, aspectos que conforman la creación artística contemporánea.
La actual urgencia del asunto se debe a una importante y evidente carencia de conocimiento con respecto al colectivo transgénero y su asimilación en el ámbito educativo, no solo de la escuela, sino en multitud de contextos en los cuales la cuestión debe ser aprehendida y aceptada. Es por eso que el proceso de investigación artística supone, a la vez, un proceso de reflexión crítica sobre el ser 'trans' partiendo de la propia experiencia de entender el cuerpo como un no lugar a través del espacio no lugar como recurso.
¿Qué es lo masculino y lo femenino sino posiciones culturales y sociales limitadas por la lingüística como código? El código se utiliza como vehículo de comunicación, como filtro entre el sujeto artista y la participación activa de las experiencias trans, que convierten el espacio vacío, el baño, en un lugar identitario, compuesto por las experiencias que pasan por el filtro sensorial del artista, asimilándolas, tomándolas como suyas.
Por otro lado, el baño como espacio, explora los conceptos de intimidad y 'extimidad'. Explora el carácter íntimo y personal de su uso, en contraposición a ese carácter público del espacio en sí. Evoca también cómo ese momento de 'enclaustramiento' durante la estancia puede convertirse en un momento de total liberación para la persona. Un encuentro verdadero consigo mismo pues se omite la valoración externa del entorno y el carácter social que tanto condiciona dentro del proceso de la experiencia transexual. Un debate que surge dentro del espacio público / privado.
Acción artística. Universidad de Jaén
En la figura 8 se puede ver las imágenes de la práctica artística. La cabina del baño empapelada, en la que se comienzan a reproducir en audio, de forma encadenada, las historias de vida recogidas durante el trabajo de campo. Las mismas, son reproducidas gráficamente por los artistas 'visitantes' de ese espacio. De esta forma, y tomando como referencia la parte lingüística del lenguaje como código, la acción de escribir se convierte en acción artística y el gesto gráfico se convierte en filtro, es decir, los sentidos recogen la información, el cuerpo es el nexo y el creador de esa codificación a través de la escritura, como manifestación de que las cuestiones han pasado por la parte interna o racional.
Es una manifestación tangible de asimilación por parte de la mano ejecutora que elabora esos 'retratos' pasando de esta manera a conectar directamente con las experiencias transexuales e iniciándose así el ejercicio de empatía que experimenta el artista en primera persona.
Tras la descripción vuelve a destacarse la parte artística de la investigación colaborativa y de 'participación–acción' pues el resultado no es exclusivo del artista sino que depende también de la participación del espectador como parte activa.
3. Reflexiones
A raíz de todo lo anterior y tras este proceso de reflexión sobre el cuerpo como no lugar, he llegado a la conclusión de que frente a la diversidad de imaginarios que existen sobre el cuerpo, la aportación del cuerpo como no lugar en la experiencia transexual puede contribuir a una nueva visibilización que promueva la diferencia pero sin desigualdades.
Esta concepción traza también estrategias significativas para llevarlas a cabo en el proceso de investigación y práctica artística. Con este nuevo planteamiento sobre el cuerpo como espacio de tránsito experiencial trans, necesitamos mostrar lo que no se ve, visibilizar lo que tradicionalmente hemos considerado como no-normal, añadiendo, a partir de aquí, esa pincelada queer.
El cuerpo como no lugar en la experiencia trans se define como un espacio en tránsito, pero también abre nuevos cuestionantes sobre los espacios físicos o urbanos, considerados no lugares. Relacionados a estas experiencias, estos espacios son objeto metafórico del discurso creativo de la investigación, a través de la intervención artística conectan el espacio vacío con el cuerpo y cómo éste puede convertirse en lugar de identidad por la subjetividad, como norma en la experiencia. Como lugar antropológico en un espacio no lugar.
Mi camino como artista durante este proceso de investigación me ha llevado a pensar que existe un fuerte vínculo entre cuerpo e identidad, pero también, y más importante, que la identidad no está categorizada. La sociedad y la cultura imponen, en numerosas ocasiones, el camino a seguir y nos indica cómo debemos ser. La performer Effy Beth es un buen ejemplo para exponer que la identidad no va supeditada al cuerpo, en su producción se manifiesta cómo el cuerpo puede tener multitud de finalidades e incluso el hecho de ser concebido como no lugar puede abrir miles de alternativas para proyectar esa identidad, ese lugar antropológico, comunicar a través del arte y a través del cuerpo cuando el mismo cuerpo por su propia naturaleza no es capaz de proyectar aquello que deseamos. Para mí, esto es el arte y para esto lo concibo, para aportar desde la investigación artística una nueva mirada que defina y defienda la diferencia pero sin desigualdad. En el momento que reconocemos y trabajamos esa diferencia, todos somos parte de un contexto horizontal, en equidad.
En definitiva, desde la perspectiva del arte, no solo como profesión sino como clave para la educación del libre pensamiento se establece como vía de investigación artística la propuesta «Trans*itando el cuerpo»,que se articula como incentivo para la acción artística, además, se construye con el ambicioso objetivo de desaprender las concepciones e imposiciones sociales sobre género y cuerpo en la experiencia transexual, basada en las teorías y revisiones expuestas en el presente estudio sobre el no lugar. Así, desde «Trans*itando el cuerpo» se abre una línea de investigación desde mi experiencia como artista en la que exploro el cuerpo entendido como espacio y en la que yo como artista interacciono con el espacio físico temporal como vehículo de creación experiencial, como fuente de conocimiento que a la par en la que indaga puede suponer un ejercicio que convierte la experiencia transexual en experiencia artística.
Referencias bibliográficas
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Notas