Hacer camino: Deseo y creatividad en los campus universitarios para una docencia e investigación pedestres
Making the road: Desire and creativity on university campuses for pedestrian teaching and research
Hacer camino: Deseo y creatividad en los campus universitarios para una docencia e investigación pedestres
AusArt, vol. 13, núm. 1, pp. 189-205, 2025
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Recepción: 22 Septiembre 2024
Aprobación: 12 Noviembre 2024
Resumen: Se propone el acto de caminar y hacer camino como herramienta artística y pedagógica, una metodología particular que fomenta la creatividad, la percepción espacial y la observación del entorno en el caso concreto de los ‘caminos del deseo’. Para aproximarnos a dicho fenómeno se parte del trabajo de algunos artistas como Richard Long, Olafur Eliasson o Esther Ferrer que han utilizado el caminar como un medio para cuestionar el productivismo y explorar la relación entre el cuerpo y el espacio. El texto subraya la importancia de investigar estos caminos en contextos como campus universitarios, donde se reflejan patrones de movimiento reiterados. En el ámbito docente, caminar se convierte en una experiencia creativa que une la investigación y la creación, dejando improntas tanto físicas como conceptuales en la noción estética de paisaje y en la sociedad.
Palabras clave: CAMINAR, CAMINOS DEL DESEO, METODOLOGÍA CREATIVA, PEDESTRE, CAMPUS UNIVERSITARIO.
Abstract: The act of walking and path-making is proposed as both an artistic and pedagogical tool, offering a unique methodology that promotes creativity, spatial awareness, and environmental observation, particularly in the case of 'desire paths’. To explore this phenomenon, we draw on the works of artists like Richard Long, Olafur Eliasson and Esther Ferrer, who have used walking as a means to question productivism and investigate the relationship between the body and space. The text emphasizes the importance of studying these paths in settings such as university campuses, where they reflect patterns of movement. In an educational context, walking becomes a creative experience that bridges research and creation, leaving both physical and conceptual imprints on the aesthetic notion of landscape and on society at large.
Keywords: WALKING, DESIRE PATHS, CREATIVE METHODOLOGY, PEDESTRIAN, UNIVERSITY CAMPUS.
1. Introducción
El acto de caminar ha sido históricamente una herramienta de reflexión y exploración artística (Careri 2002), que posee aplicaciones prácticas también en el ámbito educativo superior. El uso del caminar como recurso en la docencia puede mejorar el nivel de creatividad y la percepción espacial, además de la observación del entorno próximo, cuyas características latentes pueden enriquecer dicha experiencia. A partir de esta metodología mixta se propone un enfoque interdisciplinario que promueve la idea del caminar consciente (Martins & Riquelme 2021) y refuerza la capacidad de futuros y futuras artistas para adaptarse a los desafíos contemporáneos, integrando prácticas tradicionales e innovadoras. En el presente artículo analizaremos algunos aspectos relativos al desplazamiento pedestre como herramienta para la investigación y la docencia, prestando especial atención a la interacción entre entorno emocional e individuo que permite la vivencia, una noción que queremos resaltar en relación a nuestra investigación, frente a la mera representación visual de senderos, dado que el acto caminar, volviendo a Francesco Careri, también puede poseer el estatuto de acto estético.
Ismael Teira (2009-2011)
Archivo documental del proyecto2. El caminar como una rudimentaria investigación
Enfocado desde este punto de vista, el andar puede ser en sí mismo una metodología que aúna la más elemental fisicidad y los rudimentos sensibles. Sus consecuencias afectan a la salud, al bienestar y el rendimiento en general, puesto que el caminar «reduce la actividad del córtex prefrontal donde se encuentran las funciones cognitivas y ejecutivas y aumenta la actividad de otras zonas del cerebro relacionadas con la emoción, el placer, la empatía» (Apolonio 2021, 124).
Caminar se constituye, así, como un gesto que, a pesar de su carácter trivial o vulgar, se erige como el más humano (Barthes 1957). Sin embargo, la palabra que describe a la persona que anda a pie —pedestre— evoca todavía en la actualidad sinónimos como ‘vulgar’ o ‘inculto’1, en oposición al desplazamiento en vehículos con ruedas, primitivamente en carro. John Brinckerhoff Jackson (2011) describe cómo en Europa, a comienzos del siglo XVII, el que transitaba a pie era considerado como una persona de estatus inferior, ejemplificándolo el autor, entre otras, en palabras inglesas como footman, traducido como ‘hombre de a pie’ pero, también, como lacayo o sirviente (Jackson 2011, 42).
A propósito del caminar, y en torno a esta cuestión pedestre, configuramos nuestra metodología en el contexto docente del grado en Bellas Artes, específicamente para la asignatura «Prácticas artísticas vinculadas al territorio». El hecho de hacer camino cobra especial relevancia polisémica si se aborda desde la docencia, la investigación y la creación. El caminar y el camino son una acción y un efecto relevante en el arte contemporáneo, con tradición manifiesta desde la segunda mitad del siglo XX. Aunque resulte curioso en este momento marcado por el arte conceptual, son muchos los artistas que optan por generar artefactos en torno a una actividad esencialmente improductiva y no materialista, como es el caminar.
Un ejemplo notable es la obra central de Richard Long (Bristol, 1945), «A line made by walking» (1967), que representa un ejercicio contra el productivismo mediante una intervención leve y de exagerada simpleza formal en el paisaje. La misma suscitó debates acerca de su morfología, intentando aclarar el lugar donde ubicar la obra, si en lo performativo, en la escultura en el espacio público, tal vez en la fotografía, en el dibujo o, incluso, en ninguna de las anteriores. Estas cuestiones fueron bastante comunes en torno a los años 70, donde los registros fotográficos de obras efímeras o ubicadas en entornos remotos, comenzaron a ser considerados, por el mercado, como una obra de arte autónoma. Por lo tanto, el caminar es una metodología creativa, pero como producto o resultado artístico, todavía persisten las dudas acerca de su autonomía.
3. El camino como creación artística y transferencia a la sociedad
El contexto en el que llevamos a cabo nuestra actividad docente es el de una facultad de bellas artes. Por esta razón es oportuno mostrar en cada curso una panorámica específica de obras y artistas que hacen camino, esto es, que el propio sendero constituye el objeto de creación artística. De manera precursora, los integrantes del grupo Gutai, como Shozo Shimamoto, innovaron invitando al público a caminar sobre sus obras, como sucede en «Please walk on here» (1956), una obra constituida por caminos difícilmente transitables rompiendo así con las normas imperantes en los entornos museísticos de no pisar, de no tocar o de no correr.
De interés para este artículo, destacamos a Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) quien ha explorado de manera significativa los senderos como medio artístico, utilizando la experiencia del caminar como un componente esencial en varias de sus instalaciones y proyectos. Desde sus primeras series fotográficas, como «The path series» (1999), Eliasson se ha centrado en la relación entre el individuo, el espacio natural y el recorrido físico. Estas obras, inspiradas en caminatas realizadas en Islandia, representan una evolución desde la experiencia personal del artista hacia una participación más colectiva, como acontece en la instalación «Tu camino sentido» (2011). En este proyecto, el artista utiliza neblina y luz para crear un entorno donde los visitantes ajustan sus movimientos según la visibilidad cambiante, profundizando en la relación entre el cuerpo y el entorno.
Por su parte, Nancy Holt (Worcester, MA, 1938 – Nueva York 2014), artista vinculada al land art norteamericano realizó una obra pionera, titulada «Trail markers» (1969), donde se aproxima al caminar creando marcas en el paisaje que guían el recorrido del espectador. Las fotografías fueron tomadas en Inglaterra, un contexto que dialoga con trabajos posteriores de creadores como Richard Long realizando caminatas que transforman el paisaje y dejan un rastro perceptible como es la constitución del propio camino. Holt y Eliasson comparten un enfoque hacia el archivo, utilizando la fotografía no solo como documento, sino como una forma de arte en sí misma. Según la catedrática Anna Maria Guasch (2011), muchos artistas conceptuales de la época recurrieron al archivo para transformar material histórico y fragmentario en una experiencia física y espacial.
En el campo de la performance, Esther Ferrer (Donostia, 1937) ha abordado el caminar como una acción simbólica y política. En su obra «Se hace camino al andar» (2015), utiliza el acto de caminar para visibilizar la lucha social en los barrios de Cabanyal y Canyamelar en Valencia, creando un itinerario que refleja la resistencia de los habitantes frente a la amenaza urbanística. Siguiendo esta estela de las artes del cuerpo, en el arte contemporáneo, el caminar, también ha sido explorado como una experiencia física compleja. Mowry Baden (Los Ángeles, 1936), por ejemplo, ha creado instalaciones que desafían al espectador a participar activamente, como en «Seat belt with block» (1969) donde invita al público a caminar las traslado mediante una correa a un bloque de hormigón, explorando el movimiento corporal y la cinestesia o percepción del equilibrio. La nómina de artistas mencionada hasta ahora ha cuestionado, de alguna manera, la relación entre lo geológico y lo político, centrando sus prácticas e investigaciones artísticas en la resistencia y la adaptación al entorno, destacando las tensiones entre el progreso humano y las fuerzas naturales, también entre el paisaje y una cierta motivación por generar conciencia medioambiental.
Esther Ferrer (2015)
https://territorioscompartibles.weebly.com/esther-ferrer.html4. La experiencia pedestre de los ‘caminos del deseo’
El término ‘camino del deseo’ es empleado habitualmente para describir las rutas originadas de manera natural y espontánea como consecuencia del desgaste causado por el paso frecuente de personas o animales en áreas verdes, como parques y jardines urbanos. Aunque no figura de manera explícita y, por lo tanto, puede que se trate de una fuente circular, se atribuye (Pascual Ortigosa 2018, 211) el origen del término a Gaston Bachelard y su obra La poétique de l'espace (1957). Estas rutas surgen cuando los usuarios ignoran los caminos establecidos y eligen seguir sus propias preferencias o impulsos, optando por un recorrido que consideran más conveniente o atractivo. Generalmente, permiten tomar un atajo entre dos puntos, aunque en algunos casos simplemente representan el placer de caminar sobre el césped y explorar el paisaje. Teniendo en cuenta esto último, podría estar motivados por una ‘circunstancia paisajera’ o ‘protopaisajística’ (Berque 1994) o lo que Federico López Silvestre viene a considerar «actitud paisajera» (2008), esto es, la circunstancia de que el paisaje pudiera existir antes como experiencia del recorrido que como una instantánea, una cosa o una idea. Antes, incluso, que la propia palabra paisaje o la pintura de paisaje.
Por lo que respecta al ‘camino del deseo’ como herramienta útil tanto para la docencia como al discencia, es objeto de interés por los siguientes motivos. El primero, es que se trata de manifestaciones polisémicas, pudiendo ser interpretadas tanto desde un punto de vista poético como político. La investigadora de la Universitat de Barcelona, Marisa Gómez —a propósito del proyecto «Rede de atallos na cidade de Santiago de Compostela», presentado en «Baleiro, canle de producción» con el soporte del Vicerrectorado de Cultura de la Universidade de Santiago de Compostela— considera que:
Como indicios de un espacio vivo, constantemente creado y destruido por quienes lo habitan, pueden entenderse como el resultado de un acto poético, performativo. Incluso, interpretados como metáforas existenciales de la voluntad del hombre de elegir su propia ruta y perseverar recorriéndola hasta que se convierte en sendero, pueden convertirse también en rastro visible de un acto político (Gómez 2011).
Confluyen, por tanto, muchos enfoques posibles sobre el acto creativo de los ‘caminos del deseo’ favoreciendo, según nuestro punto de vista, el poder llevar a cabo trabajos por proyectos o metodologías 'ABP' (aprendizaje basado en proyectos) con el estudiantado con los objetivos principales de fomentar habilidades de pensamiento crítico y promover el compromiso con las circunstancias sociales y el acercamiento al entorno.
El segundo de los factores que justifican la pertinencia de abordar el fenómeno son, aparte de las consideraciones vinculadas al paisaje vistas anteriormente, la interpretación de los mismos como artefactos o producciones artísticas que, aunque no ejecutadas con ese fin, sí pueden acabar teniendo esta lectura en forma de archivo de fotografías, mapa o performance. Esto tiene que ver con los artífices de dichas marcas o huellas de trayectoria, bien concebidos como una autoría colectiva, ciudadana, o como suma de actos individuales por parte de personas creadoras. En este sentido, realizamos una investigación sobre la presencia de ‘caminos del deseo’ o ‘desire paths’ como temática principal en el arte contemporáneo, destacando ejemplos como «The crooked path» de Jeff Wall (1991), «Shortcuts» de Mircea Cantor (2004), «Desire lines» de Tatiana Trouvé (2015), «Desire paths» de Kapwani Kiwanga (2018) o «Andamentos» de Diego Bresani (2013).
El tercero de los motivos está relacionado con el relato de los diferentes agentes involucrados —urbanitas, urbanistas, docentes y estudiantes— y el debate que surge para una mejor comprensión en conjunto, tanto desde la óptica artística, como la social o científica. Así, el fenómeno ayuda a plantear preguntas e interrogantes, situándose el docente como un mediador que contextualiza, amplia el campo de interés, localiza y acompaña a la hora de generar hipótesis por parte del estudiantado. En nuestra metodología docente buscamos superponer los pasos no visibles del grupo del aula sobre las improntas previas marcadas en forma de camino. Lo interesante de este segundo recorrido —atento, consciente y reflexivo— es su lectura, en clave plástica, vinculada a las artes visuales, prestando especial atención tanto a la emoción como a la percepción y teniendo como finalidad el desarrollo de un proyecto ad hoc.
4.1. Campo a través en el campus universitario compostelano
Los ‘caminos del deseo’ fueron objeto de estudio en una primera investigación contextualizada en la ciudad de Santiago de Compostela. El 29 de agosto de 2011 se llevó a cabo una acción in situ, denominada «Recorrido artístico por los atajos de Compostela»2. La naturaleza de estos como atajos adquiere una relevancia especial puesto que Compostela es el punto de llegada de todas las rutas del Camino de Santiago. Resulta evidente la enorme distancia entre el acto de atajar y el de peregrinar, esto es, el de recorrer en el menor tiempo posible un trayecto o alargarlo por motivos espirituales o penitentes. Esta circunstancia que dota a la iniciativa de un interés particular.
El proyecto «Compostela, caminos del deseo» (2009-2011) se concretó en un libro de artista que cumple la misión de archivo documental, mostrando fotografías de los ‘caminos del deseo’ junto con las coordenadas de su localización en Google maps3. Este trabajo explora la intersección entre lo urbano y lo poético, invitando a reflexionar sobre los usos no convencionales del espacio. La mayoría de los senderos del deseo identificados poseen una funcionalidad clara como atajos. Tras completar y analizar el archivo del proyecto, se identificaron dos áreas con una alta concentración de ‘caminos del deseo’: los campus universitarios y los entornos hospitalarios, lugares condicionados por la presteza y la eficiencia.
Localizaciones en Google maps, en especial la zona con mayor concentración correspondiente al campus universitario Sur
Google maps del proyectoEs especialmente relevante la concentración de un gran número de ‘caminos del deseo’ en el campus universitario Sur, una pauta que se repite en otras urbes. En Santiago, convergen varias características específicas: en primer lugar, el contexto gallego, con la prevalencia de amplias áreas verdes, esencialmente vegetación; en segundo lugar, la presencia de un campus universitario integrado en el propio diseño urbano; y en tercer lugar, el tamaño reducido de la ciudad, lo que favorece que una gran parte de la población utilice el caminar como medio de transporte, buscando rutas más rápidas y cortas. La combinación de estos elementos conlleva que los resultados puedan ser leídos como representativos del fenómeno sobre el que también publicaron estudios otros autores como Michael Shuey (2021) o Wiktoria Jarosz (2019).
Shuey (2021) llevó a cabo una investigación similar en University of North Texas compilando y analizando los cincuenta y dos ‘caminos del deseo’ que existen el campus, con una longitud total de, aproximadamente, 1.500 metros. El autor examina lo que identifica como desaciertos en el diseño urbano que, desde otra perspectiva, pueden ser aprovechados con una grieta o intersticio en el sistema. El proceso seguido por Shuey se basa en un enfoque metodológico múltiple, orientado a generar una perspectiva amplia sobre los ‘caminos del deseo’, llevando a cabo sondeos entre los y las estudiantes para conocer sus preferencias a la hora del desplazamiento bípedo. Establece, así, una categorización (Shuey 2021, 102-107) en base a modelos fundamentados en la experiencia, como los atajos, en el descubrimiento —más vinculados a la cuestión del deleite y el paisaje— y los que resultan de una necesidad, sencillamente proponiendo una senda donde ya debería haber una prevista.
Por su parte, Jarosz (2019) investigó el fenómeno en el campus de Whiteknights de la University of Reading en Reino Unido. Mediante la recogida de datos perseguía el objetivo de que estos se integrasen una tabla de registro en la que se reflejaba la elección entre un ‘camino del deseo’ o un camino ya pavimentado, además de detalles sobre el género del transeúnte, el tipo circulación o grado de celeridad. De igual manera, la investigadora también visualizó estas rutas preferentes en un mapa. Cabe destacar que este estudio permitió obtener una perspectiva más amplia sobre los patrones de movimiento urbano que son similares a los resultados que obtuvimos en las ciudades antes mencionadas. En consecuencia, Jarosz categoriza como ineficaz en los campus universitarios la planimetría de cuadrícula propia de Le Corbusier (2019, 21) quedando reflejadas las trayectorias preferentes en forma de ‘caminos del deseo’, de existir zonas ajardinadas.
Un ‘camino del deseo’ en 2010
Google street view
Evolución del ‘camino del deseo’ anterior en 2019.
Google street viewVolviendo a Santiago de Compostela, un ejemplo particular se encuentra ubicado en el campus universitario Norte de la ciudad, donde se soluciona la ausencia de un camino transitable en la glorieta donde convergen dos pasos de peatones. Ante la necesidad de un sendero, el colectivo universitario generó un ‘camino del deseo’, que años más tarde fue empedrado y ‘oficializado’. Es posible que esta situación ya hubiera sido contemplada en plan urbano inicial, esperando solo a observar el recorrido más apropiado, como sucede en otros contextos universitarios con los trayectos marcados en la nieve. En definitiva, «Compostela, caminos del deseo» sirvió de base para generar un contexto, explorar e investigar la finalidad de los senderos del deseo en la ciudad de Valencia.
4.2. Deseo y creatividad en los senderos de Valencia
Partiendo de este sustrato contextual, generamos una serie de experiencias pedestres en la ciudad de Valencia con especial interés por la evolución y modificación del trazado de ‘caminos del deseo’. Dichas experiencias consistieron fundamentalmente en caminatas, estableciendo los matices oportunos entre recorrer, explorar, andar o pasear. En este sentido realizamos aproximaciones textuales y visuales a la sensibilidad propia de la flânerie, así como a experiencias posteriores como la psicogeografía situacionista, las aportaciones de Fluxus y las prácticas camineras del land art, sobre todo europeo.
La actividad principal consistía en indagar en lo cambios acontecidos en el espacio público, resultado de la acción ciudadana, y cómo fueron interpretados en ese diálogo por la autoridad competente. De este modo, la propuesta de investigar el deseo y la creatividad en y desde los campus universitarios se aproxima a disciplinas como el urbanismo o el paisajismo. Según García Perera, «entre espacios abarrotados por arquitectos y urbanistas, los performers, al trazar caminos alternativos, elaboran, por encima de todo, una temporalidad propia, un lapso por completo ajeno en cuanto a ritmo e intenciones a los intereses impuestos» (2021, 60), y es precisamente aquí donde queremos indagar de manera colectiva.
Variaciones del trazado de un ‘camino del deseo’ en enero de 2012 a julio de 2022.
Si en Santiago concluimos que los ‘caminos del deseo’ respondían a una necesidad funcional al entenderse como atajos, estando concentrados mayormente en los campus universitarios y en hospitales, en Valencia extrajimos —resultado de diversas exploraciones llevadas a cabo sobre el terreno— que la naturaleza de dichos caminos está relacionada con una cuestión emocional vinculada al paisaje, puesto que los senderos localizados no acortan la trayectoria marcada sino que discurren paralelos a la misma, pero sobre el césped. En esta ocasión se concentran en el jardín del Túria emplazado en el antiguo cauce del río del mismo nombre cuyo curso natural fue desviado tras la gran riada de 1957. En ese contexto documentamos ejemplos significativos como las variaciones del trazado de un tramo de dicho ‘camino del deseo’ longitudinal, en especial el transcurso desde enero de 2016 cuando se toma la decisión de intentar eliminar el sendero y restituir el césped, surgiendo meses más tarde, de nuevo, el sendero por el mismo trazado. En 2022 se decidió inhabilitar, al menos, una bifurcación al disponer el tronco de un árbol caído. Aun siendo menos frecuentes, también se pueden encontrar en este contexto algunos atajos que recortan esquinas transitados, incluso, por bicicletas.
Ejemplo de ‘camino del deseo’ que funciona como atajo en el Jardín del Túria. Foto tomada durante el desarrollo de la caminata colectiva.
5. Conclusión del camino
El deseo y la creatividad urbanita parecen verse retratadas en los ‘caminos del deseo’. Un símil que, quizás, podría extrapolarse a la discusión sobre la obra de arte y el artefacto, sobre la funcionalidad y la emoción subjetiva. Michel de Certeau (1980) abordó con mayor claridad el fenómeno caminante subrayando su naturaleza como fruto de una creación compartida. El autor se refiere a las «'trayectorias indeterminadas', que parecen absurdas porque no siguen el orden establecido del espacio construido, planificado y predeterminado en el que se mueven» (Certeau [1980] 1996, 40-41), y nos explica el andar como una apropiación del sistema topográfico de las metrópolis y una «realización espacial del lugar», del mismo modo en que habla es una «realización sonora de la lengua» (ibíd., 110).
La meta es el fin al que se dirigen las acciones y los deseos. Tal vez, por este motivo, sea más adecuado hablar de ello que de conclusiones. En el camino, la investigación y creación van de la mano, entendiendo la docencia como el mostrar y hacer comprender este proyecto. En nuestro caso, el proceso creativo —y también el docente— radican en el acto de caminar. Paralelamente, medios como el mapeado o la fotografía no son más que resultados tangibles del paseo y la mirada atenta, de cuyo resultado surge la obra. Más concretamente, la criatura —el ‘camino del deseo’— digamos, ya está ahí, solo se trata de investigar el motivo de su creación y percibirlo en conjunto a la manera de una cartografía que aglutine estas «manifestaciones de un pragmatismo individual que deviene colectivo a través, una vez más, de la acumulación asíncrona de acciones» (Pis Marcos 2022, 192).
De este modo, la panorámica establecida desde la investigación y la docencia en dos ciudades diferentes contribuye a un aprendizaje contextualizado y significativo que mejora habilidades transversales –como el pensamiento crítico, la resolución de problemas o el trabajo en equipo– así como la adquisición de competencias investigadoras, fundamentada en una técnica metodología de observación directa, pasiva, mediante el trabajo de campo, que ayuda a sistematizar la recogida de datos, su interpretación y la formulación de hipótesis. Cuestiones como el impacto en la comunidad, la conciencia ambiental y con el territorio, así como la propia reconexión con el espacio físico son otras de las conclusiones positivas resultado de las acciones pedestres llevadas a cabo, entroncadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los nos 3, 4 y 11. Una experiencia similar, basada en el propio caminar, reveló resultados de interés para nuestra metodología, sobre todo por lo particular de «una forma de pensamiento e investigación, que ayudan al alumno a conocer y reconocer un espacio físico y socio-cultural» (Roca, Aquilué & Gomes 2016, 386).
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Notas