Resumen: Introducción: Este trabajo presenta los resultados obtenidos en el contexto de un proyecto, el Programa de Capacitación Avanzada en Competencia Emocional (ATPEC), para la mejora de las habilidades emocionales en estudiantes de Educación Superior. Desde la introducción del proceso de Bolonia, el objetivo de una educación completa no es solo enseñar habilidades técnicas, sino también otras competencias, como el trabajo en equipo, habilidades de comunicación eficaces, gestión de proyectos y tiempo y la capacidad de coordinar nuestras emociones en pos de ese fin. La inteligencia emocional (IE) ha sido vinculada con frecuencia a mejoras en el desempeño profesional. De hecho, las competencias genéricas relacionadas con la IE han sido incluidas en el currículum universitario. Metodología: En el presente trabajo se diseñó e implementó un Curso de Capacitación Avanzada de 30 horas sobre inteligencia emocional. La muestra estuvo formada por 651 estudiantes de Educación Superior, de 3 países, España (n = 193), Moldavia (n = 302) y Argentina (n = 156). Resultados: Los resultados muestran una mejora significativa en todas las habilidades emocionales evaluadas, demostrando así la eficacia del programa de intervención propuesto independientemente de la cultura/país en el que se desarrolle y de la carrera que cursen los estudiantes. Conclusiones: De esta manera, la posibilidad de trabajar en grupos para resolver casos aplicados, la capacidad de aprender de forma autónoma o el uso de la plataforma e-learning, convierten este programa en algo novedoso y eficaz para la mejora de la competencia emocional. Se discuten las implicaciones de estos resultados para la incorporación de programas de mejora de la IE en la Educación Superior.
Palabras clave:InteligenciaInteligencia,Enseñanza SuperiorEnseñanza Superior,Desarrollo AfectivoDesarrollo Afectivo,UniversidadUniversidad,Método EducativoMétodo Educativo.
Abstract: Introduction: This study presents the results obtained from the Advanced Training Program in Emotional Intelligence (ATPEC) on the planning and managing of emotions, and the emotional intelligence experience in Higher Education. Since the beginning of the Bologna process, the objective of a complete education does not only address the teaching of technical abilities, but also of another competences such as team work, effective communication skills, project management, and time and capability to coordinate our emotions. Emotional Intelligence (EI) has been frequently related to the improvement of professional development. In fact, the general competences related to EI have been included in university curricula. Method: The present work aims to design and implement an advanced EI training course for 30 hours. The sample was obtained by 651 higher education students from 3 countries, Spain (n = 193), Moldova (n = 302) and Argentina (n = 156). Results: The results showed a significant improvement in all of the emotional abilities assessed, confirming the efficacy of the intervention program, regardless of the culture/country in which it is developed, and of the undergraduate degrees. Conclusions: the possibility to work in groups to solve study cases, the capability to learn independently or to use an e-learning platform make this program a unique and efficient tool for the improvement of emotional competences. Implications of these results for the application of EI programs in Higher Education are discussed.
Keywords: Intelligence, Higher Education, Affective Development, University, Educational Method.
Estudios
DESARROLLANDO LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR: EVALUACIÓN DE LA EFECTIVIDAD DE UN PROGRAMA EN TRES PAÍSES
IMPROVING EMOTIONAL INTELLIGENCE IN HIGHER EDUCATION STUDENTS: TESTING PROGRAM EFFECTIVENESS IN TREE COUNTRIES

Recepción: 13 Octubre 2017
Aprobación: 22 Mayo 2018
En las últimas décadas estamos viviendo un proceso de transformación y cambio en varias esferas sociales. El ritmo y la expansión de los mercados, la globalización, el impacto de las nuevas tecnologías y los escenarios de competencia de alto rendimiento son claves en la sociedad actual (Casano, 2015; Kalfa y Taksa, 2015; Minten y Forsyth, 2014; Moss y Richter, 2011).
Las nuevas demandas y requerimientos que son exigidos a los universitarios cuando egresan de las aulas ya no se refieren en exclusiva a competencias técnicas adscritas a sus titulaciones universitarias (Mazalin y Kovacic, 2015; Pop y Mihaila, 2008; Tomlinson, 2008; Turner, 2014). Este tipo de conocimiento teórico es necesario, pero ha dejado de ser suficiente. Se requieren también habilidades de tipo práctico, es decir, esa capacidad para llevar a la práctica en escenarios reales aquello que se ha estudiado de una manera teórica. Además, se necesitan igualmente actitudes muy definidas por la motivación, la autodeterminación, la superación, el entusiasmo y la capacidad de entrega. En la misma línea, se distinguen aquellas competencias que posibilitan el trabajo en equipo, la cooperación y la asunción de los roles de liderazgo y subordinación, en función de los momentos y necesidades y, en ocasiones, de una manera incluso simultánea dada la tendencia actual a las estructuras jerárquicas de varios niveles en las entidades.
Por todo lo expuesto anteriormente, las universidades tienen un importante papel en la toma de decisiones relativas a la formación y capacitación de sus estudiantes con el objetivo de ofrecer una formación que cubra los posibles requerimientos que habrán de afrontar, especialmente en el inicio de su carrera profesional, pero también a lo largo de toda su trayectoria (Maher, 2011; Mok, Wen y Dale, 2016; Pavlin y Svetlik, 2014; Silva, Lourtie y Aires, 2013).
Dados estos objetivos, las universidades muestran un compromiso por la revisión constante de los planes de estudio y, en general, una apuesta por la inclusión de la búsqueda de la excelencia, la capacitación para una vida plena y la formación en competencias que definan la preparación de los universitarios para diferentes contextos de relevancia (Llinares, Zacares y Cordoba, 2013; Pavlin y Svetlicic, 2012; Schaeper y Wolter, 2008; Smith, McKnight y Naylor, 2000).
La Declaración Conjunta del Espacio Europeo de Educación Superior (Declaration Bologna, 1999) describió los enfoques para crear un espacio europeo compartido para la Educación Superior, haciendo hincapié en la importancia de la adquisición de habilidades y valores. Posteriormente, en 2003, el Proyecto Tuning de Estructuras Educativas en Europa (González y Wagenaar, 2003) esbozó los perfiles profesionales que deberían resultar del aprendizaje y adquisición de competencias deseables relacionadas con cada área de estudio. Ambos informes examinaron las competencias relacionadas con la inteligencia emocional (IE), tales como las habilidades interpersonales y la capacidad de trabajar en equipo.
En el currículum universitario europeo se incluyen una serie de competencias específicas (particulares de cada grado) y genéricas, que buscan formar a los estudiantes para que ejerzan la profesión específica de acuerdo con las necesidades de las empresas. Los estudios que se han realizado con estudiantes universitarios muestran que estos no poseen las competencias requeridas por las empresas para una integración exitosa en el mercado de trabajo. Los empleadores exigen más competencias que las evidenciadas por los egresados (ANECA, 2007; Pertegal-Felices, Jimeno-Morenilla y Sanchez-Romero, 2011). Pertegal-Felices, Castejón-Costa, y Jimeno-Morenilla (2014) señalaron que los estudiantes universitarios carecen de suficiente habilidad para controlar sus emociones, trabajando en equipo, gestionando a otras personas y adaptándose a cambios continuos.
Dado que el ámbito universitario representa la etapa que precede a la inserción en el mundo del trabajo, varios estudios han analizado las posibles relaciones entre habilidades emocionales y su influencia en el contexto universitario. Entre los numerosos estudios que analizan el perfil emocional de los estudiantes universitarios, destacan los que relacionan este perfil con el rendimiento académico (Adell, 2002; Edel Navarro, 2003; Parker, Summerfeldt, Hogan y Majeski, 2004), con el género (Fernández-Berrocal y Ruiz, 2008; Petrides y Furnham, 2000) , con el desarrollo de las habilidades emocionales requeridas por las empresas (Molero López-Barajas y Reina-Estévez, 2012; Pertegal-Felices, et al. 2014), o con el burnout (Extremera y Durán, 2007; Sewell, 2011; Weinstein, 2011). Además, los profesionales de la Educación Superior se han preguntado si es posible desarrollar en los estudiantes universitarios este tipo de habilidades, ya que uno de los principales objetivos de las universidades es promover el empleo y capacitar a profesionales para atender las necesidades de la sociedad (González y Wagenaar, 2003).
Los beneficios de la IE han sido documentados en muchas áreas de la vida, pero más frecuentemente en los campos profesionales (Boyatzis, 2006, 2008; Dreyfus, 2008; Koman y Wolff, 2008). Por lo tanto, parece necesario integrar el desarrollo de estas competencias en los currículos educativos para lograr un desarrollo profesional efectivo (Palomera, Fernández-Berrocal y Brackett, 2008).
El término inteligencia emocional (IE) fue introducido por Peter Salovey y John Mayer, en 1990. Estos investigadores describen la IE como un conjunto de habilidades que implican la capacidad de identificar y monitorear sus propios pensamientos, así como los de otros, usándolos para dirigir el pensamiento y la actuación.
Sin embargo, después de esta primera definición, estudios posteriores en este campo (Nelis et al. 2011; Schutte, Malouff y Thorsteinsson, 2013) han mostrado mucha controversia en la forma en que se define la IE. En la literatura científica hay identificados más de 20 modelos de IE distintos, si bien se pueden agrupar en similitudes que dan como resultado tres grandes categorías: los modelos de capacidad, los modelos mixtos y los de rasgo. Los modelos mixtos combinan dimensiones de personalidad como la asertividad y el optimismo con habilidades emocionales, este modelo está representado principalmente por Goleman y Bar-On. El modelo de capacidad representado por Mayer y Salovey entiende la IE como una destreza clave para el procesamiento de la información emocional. Y por último, el modelo de rasgo (Petrides y Furnham, 2001), en cuyo marco la IE se conceptualiza como un rasgo de personalidad.
Por este motivo, en este trabajo hemos seleccionado dos maneras diferentes de definir y evaluar la IE: el EQ-i:S (Bar-On, 2002) basado en los modelos mixtos para proporcionar un índice autopercibido. Las medidas de auto-informe basan su fiabilidad en la sinceridad del sujeto y en cómo el sujeto percibe su comportamiento en diferentes situaciones presentadas por la prueba. Estos instrumentos proporcionan una percepción subjetiva de las habilidades emocionales; y el STEM / STEU (MacCan y Roberts, 2008) basado en el modelo de capacidad. Las pruebas basadas en capacidades evalúan la IE utilizando una serie de preguntas objetivas (basadas en escenarios cotidianos y mide cuán bien las personas realizan sus tareas y resuelven problemas emocionales) para valorar emociones aplicadas a situaciones de la vida real. Además, la razón para incluir el STEM / STEU es porque las herramientas de evaluación de las competencias socioemocionales basadas en el autoinforme, como EQ-i:S, solo nos informan sobre las creencias que los encuestados tienen sobre sus propias competencias y no sobre sus competencias reales. Para superar este tipo de limitación, se incluye la evaluación de competencias, como la medida STEM / STEU.
Short, Kinman y Bake (2010) crearon un curso en el que los expertos en coaching asesoraron a los estudiantes de psicología para promover su bienestar, especialmente en las etapas más estresantes de la universidad, empleando conferencias y seminarios. Los resultados de este estudio mostraron que los grupos de intervención tenían niveles más bajos de estrés. Yilmaz (2009) realizó un estudio en el que se proporcionó capacitación específica a los estudiantes universitarios para mejorar sus habilidades de manejo de la ira. Este curso de IE demostró ser eficaz para reducir significativamente los niveles de ira de los estudiantes que recibieron la intervención. En ambos estudios, los programas de intervención de la IE tenían como objetivo mejorar rasgos específicos en los estudiantes universitarios.
Según Nelis et al. (2011) y Nelis, Quoidbach, Micolajczak y Hansenne (2009) la IE podría mejorarse a través de la formación. Así encontraron que tras 18 horas de entrenamiento los participantes mejoraron significativamente la regulación emocional, la comprensión emocional y las competencias emocionales en general.
Oberst, Gallifa, Farriols y Vilaregut (2009) propusieron una intervención para los estudiantes de psicología que tomó la forma de seminarios dirigidos a la resolución de problemas; estos seminarios se centraron en promover las competencias emocionales de los estudiantes. Llegaron a la conclusión de que se necesitan cambios importantes en la estructura universitaria para incluir este tipo de enseñanza y que, además, es necesario dedicarle una cantidad significativa de tiempo.
El conocimiento de estos programas previos (así como de los resultados positivos obtenidos) nos ha impulsado a la creación del nuestro propio con el objetivo de lograr que los estudiantes universitarios puedan comprender la complejidad de los procesos emocionales que experimentan y utilizar esta información en su beneficio.
El Programa de Capacitación Avanzada en Competencia Emocional (ATPEC, por sus siglas en inglés), desarrollado expresamente para esta investigación, es un método que desafía a los participantes a aprender sobre el conocimiento emocional y a aplicar su nueva comprensión trabajando en grupos para buscar soluciones a problemas del mundo real. Estos problemas se utilizan para captar la curiosidad de los participantes y para iniciar el aprendizaje. ATPEC prepara a los participantes para pensar de manera crítica y analítica y para seleccionar y utilizar los recursos emocionales apropiados.
Varias investigaciones enfatizan la importancia de basar la formación en casos reales y aplicados y muestran que esta metodología mejora la calidad del aprendizaje y conduce al desarrollo cognitivo de nivel superior a través del compromiso de los estudiantes con problemas complejos recién generados (De Rijdt, Stes, Van der Vleuten y Dochy, 2013; Garcia, 2009; Goggin, Cassidy, Sheridan y O’Leary, 2015; McGrath y Lombard, 2014).
La metodología seguida en el programa se basa en una combinación de sesiones grupales, tutorías individuales y trabajo e-learning. Se trabaja mediante las tareas y aportaciones compartidas en las sesiones presenciales y en el espacio virtual, a través de una construcción conjunta y proactiva de los contenidos trabajados.
El presente estudio examinó si un programa para desarrollar la IE es efectivo para conseguir una mejora en los niveles de habilidad emocional de los estudiantes universitarios. Nuestra hipótesis inicial es que la participación en el programa de desarrollo de la IE puede mejorar las habilidades emocionales. Nuestros objetivos de investigación incluyeron mejorar las habilidades emocionales de los estudiantes, medidas por la prueba de auto-informe EQ-i:S de Bar-On (2002) (basada en un modelo mixto de IE) y las medidas de capacidad de STEM / STEU de MacCann y Roberts (2008). Además, también se propuso evaluar si el programa diseñado es efectivo en diferentes países y contextos culturales, demostrando así su utilidad generalizada en la Educación Superior, más allá de un único contexto o de un país determinado.
De esta manera, la hipótesis de investigación es: La participación en el programa ATPEC mejorará la IE entre los participantes de tres maneras:
Hipótesis 1: Una mejora significativa de la IE total medida desde el modelo mixto (EQ-i:S).
Hipótesis 2: una mejora significativa de la comprensión emocional medida desde el modelo de capacidad (STEM).
Hipótesis 3: una mejora significativa del manejo de emociones medido desde el modelo de capacidad (STEU).
La población de este estudio está compuesta por estudiantes de Educación Superior de los campos de Ciencias Sociales y Humanidades. En la muestra total participaron 651 estudiantes universitarios de tres países diferentes: España, Moldavia y Argentina.
La muestra de España estuvo compuesta por 193 estudiantes con una media de edad de 19.53 años (dt = 4.282), 99 formaron parte del grupo control y 94 del grupo experimental. Además un 65.8% fueron mujeres y un 34.2% varones.
La muestra de Moldavia estuvo compuesta por 302 estudiantes, con una media de edad de 20.62 años (dt = 3.034), 155 formaron parte del grupo control y 147 del grupo experimental. Además un 70.2% fueron mujeres y un 29.8% varones.
En la muestra de Argentina participaron 156 estudiantes con una media de edad de 24.15 años (dt = 4.675), 77 formaron parte del grupo control y 79 del grupo experimental. Además un 60.9% fueron mujeres y un 39.1% varones.
Para finalizar, los estudiantes de la muestra están cursando el primer curso de sus respectivos grados universitarios. Con respecto a España, el 100% de los estudiantes participantes estudian el Grado de Magisterio en Educación Primaria (Facultad de Educación). En cuanto a Moldavia, hay una diversidad de las especialidades cursadas por dichos estudiantes: el 5.0% cursa el Grado de Administración y Dirección de Empresas (Facultad de Administración y Dirección de Empresas), el 6.0% Ciencias Políticas (Facultad de Ciencias Sociales), el 3.3% Derecho (Facultad de Ciencias Sociales), el 11.6% Filología (Facultad de Filología), el 21.2% Pedagogía (Facultad de Educación), el 2.3% Relaciones Internacionales (Facultad de Ciencias Sociales) y el restante 50.7% de la muestra Traducción e Interpretación (Facultad de Filología). Por último, en la muestra de Argentina, el 2.7% estudia Biomedicina (Facultad de Ciencias Sociales), el 4.5% Psicología (Facultad de Ciencias Sociales), el 8.0% Relaciones Internacionales (Facultad de Ciencias Sociales), el mayoritario 82.1% Traducción e Interpretación (Facultad de Filología) y el 2.7% restante Derecho, Pedagogía o Periodismo (un 0.9% cada especialidad, todas pertenecientes a la Facultad de Ciencias Sociales y Educación).
Con el objetivo de medir la inteligencia emocional de los estudiantes universitarios participantes en la muestra, en este estudio se utilizan los siguientes instrumentos:
Emotional Quotient Inventory Short: EQ-i:S (Bar-On, 2002). Es una versión reducida del Emotional Quotient Inventory y adaptada al castellano por MHS, Toronto, Canadá. Consta de 51 ítems valorados en una escala tipo Likert de 5 puntos y evalúa cinco factores generales de la IE: Inteligencia Intrapersonal, Inteligencia Interpersonal, Adaptabilidad, Gestión del Estrés y Humor General. La prueba muestra evidencia adecuada de la consistencia interna de las subescalas, con valores que oscilan entre .86 y .97, e índices de validez predictiva que van de .39 a .76 (Bharwaney, Bar-On y Mckinlay, 2011).
Prueba Situacional del Entendimiento Emocional (STEU) y Prueba Situacional del Manejo Emocional (STEM) (MacCann y Roberts, 2008). Se trata de dos pruebas de capacidad. La primera mide la comprensión de emociones propias y ajenas y la segunda el manejo de las mismas. En ambos casos se plantean situaciones clave, es decir, supuestos prácticos muy bien contextualizados para que el sujeto indique, entre las alternativas propuestas, cuál es la que mejor responde a la situación (en el primer caso, mediante la discriminación de la emoción clave y, en el segundo, a través de la selección de un curso de acción por el que es más eficaz optar para gestionar la cuestión planteada de una manera emocionalmente eficaz e inteligente). En su versión original, el STEU contiene 42 ítems y el STEM 44. No obstante, en este estudio se ha utilizado la versión reducida de 25 y 20 ítems, respectivamente. La consistencia interna de la prueba STEM fue de .68 y el coeficiente de fiabilidad fue .71, y para la prueba STEU la consistencia interna .92 y el coeficiente de fiabilidad .68 (MacCann y Roberts, 2008).
En primer lugar, se solicitó la autorización de todas las autoridades competentes en cada uno de los países del estudio. Posteriormente se obtuvo el consentimiento informado de todos los estudiantes que participaron en el estudio. Además, el estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la institución competente.
La asignación de los grupos de participantes a cada condición, experimental o control, fue totalmente aleatoria utilizando un programa de números aleatorios. Además, a los participantes no se les dijo si estaban asignados al grupo experimental o de control; únicamente se solicitó su consentimiento para participar en una investigación sobre el desarrollo de la IE. Por esta razón, los resultados en la mejora de la IE no pueden ser atribuidos al efecto Hawthorne (McCarney et al. 2007), es decir, no es una forma de reactividad psicológica por la cual los sujetos del grupo experimental muestran un cambio en su comportamiento como resultado del hecho de saber que están siendo estudiados puesto que la información que ambos grupos recibieron sobre la participación y el contenido de la investigación fue la misma, sin hacer diferencias entre el grupo experimental y el de control.
Posteriormente, las escalas se administraron en la fase de pre-test mediante una plataforma on-line para los grupos experimental y control. Se emplearon aproximadamente 90 minutos para completar las pruebas.
Después de que los datos fueron recogidos en la fase de pre-test, solo el grupo experimental participó en la formación de la IE durante siete semanas, y al final de la formación recibieron un diploma. Finalmente, se volvieron a administrar las escalas a los dos grupos en la fase pos-test.
Por último, toda la información exhaustiva y detallada de la formación se puede encontrar en el siguiente enlace: https://goo.gl/RytNr8
La duración del programa fue de siete semanas con una sesión presencial de 95 minutos cada semana, impartida por uno de los investigadores específicamente capacitados para este propósito, y en cada uno de los países participantes. Los contenidos incluidos en cada sesión fueron los siguientes:
1.ª Sesión: Introducción. En esta sesión, se plantearon los objetivos y la metodología del programa.
2.ª Sesión: IE Intrapersonal y autopercepción. En esta sesión se trabajó la identificación de las propias emociones.
3.ª Sesión: IE Interpersonal. En esta sesión se trabajó la identificación de las emociones en los demás.
4.ª sesión: Adaptabilidad y toma de decisiones. En esta sesión el objetivo fue trabajar sobre la capacidad de identificar y comprender el impacto de los propios sentimientos sobre los pensamientos, las decisiones, el comportamiento y el desempeño en el trabajo para tomar decisiones y adaptarse a las demandas la situación.
5.ª Sesión: Humor General y Autoexpresión. En esta sesión se trabajó la expresión de las propias emociones y la habilidad de controlar eficazmente el estado de ánimo.
6.ª Sesión: Gestión del Estrés. En esta sesión se trabajó la habilidad de controlar eficazmente el estrés experimentado.
7.ª Sesión: Comprensión Emocional y Gestión de Emociones. En esta última sesión se trabajó la habilidad de manejar eficazmente las propias emociones e influir en los estados de ánimo y las emociones de los demás.
Además, en el programa de entrenamiento se requirió el acceso a un entorno virtual (plataforma moodle) después de cada sesión presencial. El tiempo de dedicación de cada sujeto fue registrado en la plataforma, con un mínimo de 5 horas semanales. El entorno virtual permitió revisar todos los contenidos trabajados en cada sesión presencial. Además, se realizaron actividades para consolidar los conocimientos. Las actividades fueron las siguientes:
1.ª Sesión: Se trató de aprender a percibir y comprender las emociones de uno mismo y de los demás. Se discutió en los foros de discusión de este entorno virtual.
2.ª Sesión: Análisis de habilidades y cualidades. Se trató de aprender a utilizar la información emocional en la toma de decisiones y resumirla en este entorno virtual en los foros de discusión.
3.ª Sesión: Ideas innovadoras y habilidades de pensamiento crítico. Se trató de aprender a expresar las propias emociones y controlar efectivamente el estado de ánimo en este entorno virtual para la resolución de casos prácticos que requieren ideas innovadoras.
4.ª Sesión: Se trató de aprender a controlar eficazmente el estrés experimentado en este entorno virtual a través de una discusión sobre situaciones estresantes típicas en el trabajo.
5.ª Sesión: Se trató de aprender a manejar eficazmente las propias emociones e influir en los estados de ánimo y las emociones de los demás en este entorno virtual a través de una exposición y discusión sobre cómo aplicar estas habilidades en el entorno real de trabajo diario.
6.ª Sesión: Se presentaron las conclusiones del trabajo realizado.
Se adoptó un diseño experimental pre-post test, con grupo de control (Campbell y Stanley, 2015). En cada país se compararon entre sí grupos que han recibido intervenciones distintas (grupo experimental recibe intervención y grupo control no), por lo que el factor o variable independiente ha sido la pertenencia a uno u otro grupo y las variables criterio o dependientes han sido las puntuaciones de los sujetos en cada una de las pruebas de evaluación de la IE (Berenblut y Webb, 1974; Box, 1971; Williams, 1952). Para ello se ha empleado el MLG (Modelo Lineal General) de Medidas Repetidas, el cual analiza grupos de variables dependientes relacionadas que representan diferentes medidas del mismo atributo (Bryant y Paulson, 1976; Defeo y Myers, 1992; Freeman, 1973; Vuchkov y Solakov, 1980; Wood, Wood y Middleton 1978). Para llevar a cabo todos estos análisis estadísticos, se utilizó el Paquete Estadístico SPSS, versión 21.0.
En primer lugar, para analizar si había diferencias en los niveles de IE en los dos grupos (experimental y control) de cada país antes de la intervención, se realizó un análisis de comparación de medias obtenidas en la fase pretest para las puntuaciones del factor EQi Total (en representación de todas sus subescalas); así como las puntuaciones en el STEU (comprensión de emociones) y en el STEM (manejo de emociones). Por favor, ver la Tabla 1.

Cabe enfatizar que, en el caso del instrumento EQi, siempre vamos a utilizar la escala EQi Total en representación de todas las subescalas (Intrapersonal, Interpersonal, Adpatabilidad, Manejo del Estrés y Humor General) puesto que todos los resultados obtenidos en dichas subescalas van en la misma dirección que el factor EQiTotal.
En las tres muestras (España, Moldavia y Argentina), el análisis de la normalidad muestral demostró que las poblaciones de muestreo se distribuían normalmente.
Se aplicó la prueba M de Box, obteniendo en todos los casos la no homogeneidad de las matrices de varianza-covarianza. Para la muestra española: STEU (F = 146.964; gl = 7427934.064 y p = .000); STEM (F = 266.765; gl = 7427934.064; p = .000); EQ-i:S Total (F = 28.311; gl = 7427934.064; p = .000). Para la muestra moldava: STEU (F = 340.655; gl = 17787179.60 y p = .000); STEM (F = 579.846; gl = 17787179.60 y p = .000); EQ-i:S Total (F = 128.142; gl = 17787179.60 y p = .000). Para la muestra argentina: STEU (F = 79.628; gl = 4361095.263 y p = .000); STEM (F = 166.905; gl = 4361095.263 y p = .000); EQ-i:S Total (F = 15.433; gl = 4361095.263 y p = .000). En cualquier caso, cabe recordar que la violación de este supuesto tiene un mínimo impacto si los grupos son aproximadamente de igual tamaño (Hair, Anderson, Tatham y Black, 1999).
La prueba de Mauchly indicó que no se cumple el supuesto de esfericidad de las VDs (variables dependientes). Por tanto, el test intra-sujetos para los efectos de planitud y paralelismo (efecto de interacción tipo de agrupamiento*grupo) se ha interpretado con los grados de libertad corregidos con los valores de ajuste de Epsilon.
Se utilizó un modelo lineal general de medidas repetidas para evaluar la efectividad del tratamiento en la muestra. Las variables dependientes fueron los factores evaluados por el test STEM/STEU y el test EQ-i:S. Los resultados solo se muestran para las puntuaciones totales (Tablas 3, 4 y 5), pero fue significativo para todos los subfactores.
Del mismo modo, en la Tabla 2 se recogen las medias y desviaciones típicas de las variables del estudio en el momento postest, para los grupos experimental y control.
Los factores intra-sujetos están representados en los tiempos de evaluación (pre y post-test) para cada una de las variables dependientes. Los factores inter-sujetos dependían de la presencia o ausencia de tratamiento (es decir, el grupo experimental o el grupo control).
Los valores de la prueba inter-sujetos (Tablas 3, 4 y 5) indican que las medias de todas las observaciones difieren de 0 porque las pruebas han demostrado ser importantes para la interacción y para el grupo de pertenencia (p ≤.05).


Como se puede comprobar en las Tablas 3, 4 y 5, los efectos de la prueba intra-sujetos muestran que el efecto de la interacción entre el momento de la evaluación (pretest y postest) y la implementación del programa de actividades es significativa (p ≤.05). Por lo tanto, los resultados en la comparación de las puntuaciones, en los tres países en los que se ha implementado el programa, indican que el nivel de competencia de los participantes en los grupos experimentales muestran mejoras significativas en todos los casos. Además, la potencia observada (rechazo correcto de la hipótesis nula de igualdad de medias) es óptima, rechazando por tanto la hipótesis nula de igualdad de medias.
El tamaño del efecto (η2), es decir, la proporción de la variabilidad total atribuible a un factor (o la magnitud de la diferencia entre una vez y otra, como resultado de la interacción entre el momento de la evaluación y de la aplicación del programa) es también apropiado.


Las Figuras 1, 2 y 3 presentan los gráficos de interacción que ilustran las direcciones de las diferencias. El puntaje total del grupo experimental en las escalas EQ-i:S, STEM y STEU fue significativamente mayor una vez que el programa de intervención fue completado.



Numerosos estudios ponen de relieve la importancia de la IE en el desarrollo personal y profesional (Boyatzis, 2006, 2008; Dreyfus, 2008; Koman y Wolff, 2008). Teniendo todo esto en cuenta, este estudio presenta un programa que ha demostrado su efectividad para mejorar los niveles de IE en los estudiantes de Educación Superior, de forma que puedan desarrollar mejor sus estudios y su futura carrera profesional. Y que ese programa de entrenamiento es eficaz en distintas culturas y países.
El mundo empresarial ha estado interesado en las características o habilidades profesionales que hacen que las personas mejoren el rendimiento de las empresas. Varios autores (Boyatzis, Goleman y Rhee, 2000; Goleman, 1995, 1998, 2001; Mayer, 1997; Salovey y Mayer, 1990) han llegado a la conclusión de que la IE y los factores de personalidad son parte de la compleja red de aspectos necesarios para realizar con éxito actividades profesionales. La IE puede contribuir a la calidad de las relaciones humanas en el lugar de trabajo porque las emociones tienen funciones sociales: transmiten información sobre pensamientos e intenciones y ayudan a facilitar los intercambios sociales (Keltner y Haidt, 2001). La IE no solo ayuda a mejorar el entorno de trabajo sino también a aumentar la eficacia en el trabajo. La IE contribuye al rendimiento en el lugar de trabajo, permitiendo a los individuos establecer relaciones positivas, trabajar eficazmente como parte de un equipo y construir capital social (Caruso y Salovey, 2004; Goleman, 1998, 2001; Mayer, 1997).
El ATPEC integra el trabajo de identificación de las emociones de los demás y la capacidad de identificar y comprender el impacto de los propios sentimientos sobre pensamientos, decisiones, comportamientos y desempeño en el trabajo para tomar decisiones y adaptarse a las demandas de la vida. Varios estudios demuestran, de igual manera, que los sujetos con alta IE son capaces de fomentar interacciones más positivas entre los compañeros, lo que fomenta la cooperación, la coordinación y los comportamientos organizacionales de la ciudadanía, contribuyendo tanto a la mejora del desempeño como a la satisfacción en el trabajo (García, 2009; Goleman y Boyatzis, 2008; Mayer, Salovey y Caruso, 2004; Woods y Snyder, 2009).
El ATPEC es un programa para capacitar a estudiantes de Educación Superior en IE con el fin de llevar a cabo sus estudios y su futuro trabajo con mayor eficacia y facilitar una mejor adaptación al mundo laboral cambiante. La posibilidad de trabajar en grupos para resolver casos aplicados, la capacidad de aprender de forma autónoma y el uso de una plataforma de e-learning hicieron esta experiencia novedosa (Ahn, Pearce y Kwon, 2012; Castro, Gomes y de Sousa, 2012; Korkmaz y Singh, 2012; Lindebaum y Cassell, 2012), y además se ha demostrado su eficacia de forma generalizada en diferentes culturas y países, aspecto relevante a destacar ya que no existen apenas programas de intervención para la mejora de la inteligencia emocional que se hayan contrastado a este nivel. Es decir, los resultados muestran claramente que el puntaje total del grupo experimental en las escalas EQ-i:S, STEM y STEU fue significativamente mayor una vez que el programa de intervención fue completado. En esta línea, el presente estudio también ofrece implicaciones prácticas; nuestros resultados sugieren la necesidad de incluir programas como ATPEC como un método importante para aumentar la IE en la Educación Superior. En general, los resultados son prometedores, ya que sugieren que, con una metodología adecuada basada en los últimos conocimientos científicos sobre la emoción y el procesamiento emocional, la IE puede ser mejorada en los siguientes puntos: autopercepción (a través del entrenamiento en autoestima, autoactualización, y autoconciencia emocional); ie interpersonal (a través de la capacitación en relaciones interpersonales, empatía y responsabilidad social); toma de decisiones (mediante capacitación en resolución de problemas, pruebas de la realidad y control de impulsos); autoexpresión (a través del entrenamiento en expresión emocional, asertividad e independencia); manejo del estrés (flexibilidad, tolerancia al estrés y optimismo); y comprensión emocional y gestión de la emoción.
En el presente estudio no hemos comprobado si el éxito del programa se mantiene a largo plazo. Por esta razón, creemos que sería conveniente llevar a cabo una versión longitudinal de este estudio.
Este trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, dentro del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e Innovación Orientada a los Retos de la Sociedad , Con el Proyecto I+D+I Ref. EDU2015-64562-R.
Cómo referenciar este artículo: Gilar-Corbi, R.; Pozo-Rico, T. y Castejón-Costa, L. (2019). Desarrollando la inteligencia emocional en educación superior: evaluación de la efectividad de un programa en tres países. Educación XX1, 22(1), 161-187, doi: 10.5944/educXX1.19880
How to reference this article: Gilar-Corbi, R.; Pozo-Rico, T. & Castejón-Costa, L. (2019). Desarrollando la inteligencia emocional en educación superior: evaluación de la efectividad de un programa en tres países. [Improving emotional intelligence in higher education students: testing program effectiveness in tree countries]. Educación XX1, 22(1), 161-187, doi: 10.5944/educXX1.19880







