Artículos de investigación
Notas sobre el sistema de numeración de las lenguas Timote-Cuicas
Observations on the numeral system in the Timote-Cuicas languages
Notas sobre el sistema de numeración de las lenguas Timote-Cuicas
Boletin Atropologico, vol. 33, núm. 90, pp. 53-69, 2016
Universidad de Los Andes
Recepción: 28 Abril 2015
Aprobación: 22 Junio 2015
Resumen : Las lenguas conocidas como timote-cuicas en la literatura lingüística se hablaban en los Andes venezolanos. Conocemos estas lenguas que hoy en día con gran probabilidad ya no se hablan, por listas de palabras y algunas frases que fueron recopiladas en fines del siglo pasado. En el presente artículo propongo una nueva mirada al sistema de numeración del timote-cuicas, uno de los campos lexicales que fue documentado relativamente bien. Como se notó anteriormente, el sistema opera con base decimal, pero también hay evidencia clara de un subsistema quinario. El análisis de las palabras timote-cuicas para '5' y una comparación con los numerales de lenguas arahuacas que se hablan en la vecindad indican la posibilidad de que las numerales '4' y '5' del timote-cuicas tengan un origen arahuaco. Discutiendo la calidad de la evidencia para esta hipótesis, también se considera el sistema fonológico del timote-cuicas, especialmente de la acentuación.
Palabras claves: Lenguas timote-cuicas, sistema de numeración, préstamos lingüísticos..
Abstract : The languages commonly known as Timote-Cuicas in the linguistic literature, were spoken in the Venezuelan Andes. Now probably extinct, they are known to us only from wordlists and a few phrases collected around the turn of the last century. Here, the numeral system, one of the lexical domains which has been documented comparably well, is reconsidered. As has been noted before, the system operates on a decimal basis. However, there is more to be learned: there is clear evidence of a pentad oriented subsystem, and analysis of the Timote-Cuicas words for '5' and a comparison with the numerals of neighbouring Arawak languages indicates the possibility that the Timote-Cuicas numerals for '4' and '5' have an Arawak source. In the discussion of the quality of the evidence for this hypothesis, observations on the phonological system of Timote-Cuicas, particularly regarding stress, will be made as well
Keywords: timote-Cuicas languages, numeral system, loanwords..
Introducción
Los Andes venezolanos fueron y siguen estando tierra originaria de numerosos grupos indígenas. Los datos lingüísticos escasos que tenemos de esta región sin embargo muestran que algunas lenguas documentadas en fines del siglo pasado entre otros por José Ignacio Lares, Tulio Febres Cordero, Rafael María Urrecheaga, Alfredo Jahn y Amílcar Fonseca fueron emparentadas bastante estrechamente; Jahn (1927) creía que fueron variantes de una misma lengua. Otros investigadores preferían hablar de dos o más lenguas distintas. En el artículo presente, me referiré a estas lenguas con el término más general de timote-cuicas, en acuerdo con la tradición de la literatura lingüística, sin encasillarme en una de estas opciones1.
Tampoco podemos estar seguros si los grupos étnicos que hablaban variedades timote-cuicas se considerarían como etnias independientes o si hubiera un sentido de comunidad reflejando el parentesco lingüístico. Las informaciones ofrecidas por los primeros cronistas españoles son muy escasas y por consecuencia de poca utilidad para resolver esa pregunta (además no se las podría aceptar sin evaluación crítica). Los ensayos tempranos de clasificación de los grupos aborígenes fueron muy criticados (Clarac de Briceño, 1999: 41-43; Bastidas Vallecilos, 2003: 287-288). Por lo tanto, es importante señalar explícitamente que una unidad o un parentesco lingüístico no implica necesariamente una unidad o un parentesco sociocultural y que utilizaré el término timote-cuicas como designación exclusivamente lingüística acá, para referirme a las variedades emparentadas de las lenguas de los Andes venezolanos tratadas en el párrafo siguiente.
2. Los datos disponibles sobre las lenguas timote-cuicas
Los datos de las variedades timote-cuicas habladas en el estado Mérida fueron colectados por Lares y Febres Cordero en varios lugares de Mérida, cuyos nombres también sirvieron para Lares como designaciones de las variedades mismas. Los datos de Lares fueron publicados en Ernst (1885, 1886), Calcaño (1886) y otros en Lares (1883, 1907, 1918) y otros lugares. Un análisis de las diferencias entre las versiones diferentes de los vocabularios de Lares demuestra que los datos tal como fueron publicados por Ernst y Calcaño son más fiables que los que fueron publicados en Lares (1907, 1918), compárese también Rivet (1927)2. Por lo tanto, me fío principalmente de los datos publicados en Ernst (1885, 1886) y Calcaño (1886) para la elaboración siguiente del sistema de numeración.
Los datos de Febres Cordero fueron publicados juntos con los de Lares en Ernst (1885) y Calcaño (1886), y mezclados con otros datos de origen desconocido, en Febres Cordero (1921).
Destacablemente, no solo hay variación entre las formas timote-cuicas que se dan en las diferentes publicaciones, sino también variación en las denominaciones de las variedades mismas. Utilizaré denominaciones estandarizadas para facilitar la referencia en la discusión siguiente. La tabla debajo proporciona las denominaciones originales y estandarizadas.
Los datos de las variedades del estado Trujillo, comunalmente llamados cuicas, se encuentran principalmente en Jahn (1927) y Fonseca (2005), aunque fueron subsumidos bajo la designación "timote" por Jahn. Ambos autores recurrían a un manuscrito inédito de Rafael María Urrecheaga, titulado "Observaciones sobre la lengua de los Timotes, con algunas reglas gramaticales y un vocabulario" según Chamberlain (1910: 199). Jahn y Fonseca repasaron y ampliaron, cada uno de manera independiente, los datos de Urrecheaga.
En conjunto, el corpus disponible consiste de alrededor de 900 palabras y 300 frases. Se caracterizan esos materiales por el empleo de una ortografía asistemática pre-fonémica y, debido a eso, alternaciones frecuentes entre las formas transcritas de una misma palabra. Además, en particular en el caso de Lares, hay errores debidos o en confusiones en la colección de los datos o en su preparación para publicación.
3. El carácter decimal del sistema de numeración timote-cuicas
La tabla siguiente propone una visión conjunta de los numerales desde el '1' hasta el '10', tal como fueron publicados por los diferentes autores, en grafía original, indicado continuamente por paréntesis angulares gráficas. Lamentablemente, hay una serie de errores e inversiones en las fuentes originales. Una comparación de las formas que las fuentes ofrecen pudo rectificarlos. Notas al pie de la tabla deparan información sobre las modificaciones de los datos que se hicieron antes de su recopilación, así como formas alternativas que aparecen en otras ediciones de los mismos vocabularios.
Dejé las formas notables <manifini> ~ <manifati> y <kabó> ~ <cabó> para '1' y '2' respectivamente dadas por Lares en su vocabulario del Torondoy Mucuchíes, igual como <pití> para '1' en el vocabulario Timotes en su lugar original aunque posiblemente sean otros errores. <manifini> ~ <manifati> Parecen mucho a las formas dadas por otros para el '9', ~ a la dada por otros para '5' y <pití> a la dada por otros para '4'. Hay una relación obvia entre los términos para el '9' y el '4', porque son el resultado se restar uno de 10. Una explicación posible es que Lares haya elicitado los numerales moviendo de 5 y 10 hacia abajo. Ese procedimiento explicaría el origen de los errores.
Los numerales '1' y '2' tienen usos ampliados. <kari> y sus variantes gráficas, el numeral para '1', también es la base de derivación o posiblemente hasta idéntico con <chkari> 'sola', forma que se encuentra en los datos de Jahn (1927) y Fonseca (2005). <gem> '2', por otro lado, también ocurre como palabra distinta con la aceptación 'poco' en las mismas fuentes. Además, Jahn (1927) contiene la forma <ti-sem-na> con variantes posibles <ti sem> y <sem ná> 'mucho'. Fonseca, en cambio, solo da <ti gem>. Algunas frases en los materiales de Jahn sugieren que una de las funciones del elemento <n> ~ <ná> a solas es cuantificación también. Un ejemplo especialmente claro de ese uso es <an arás ná> 'hablo mucho'. La forma <sem ná> ocurre en <kombók sem ná, an e shak pe tratéuk> 'el río está crecido, no puedo pasarlo', donde <sem ná> corresponde a 'está crecido' en la traducción. Por otro lado, la combinación <ti gem> también parece funcionar como cuantificador. En los datos de Fonseca, se da en la frase <ti gem tishep> mucha leña' y en < amos heup ti sem kaná > '<amos heup ti sem kaná> 'Ustedes tienen muchas gallinas'. Se puede identificar <ti> como prefijo de pluralidad con bastante certitud.
Febres Cordero (1920: 211-212; 1921: 101-111) ya discutió el sistema de numeración de timote-cuicas, concluyendo que operaba con una base decimal para contar más allá del 10. Este análisis se ve apoyado por las palabras para '20' que se dan en las diferentes fuentes: según Febres Cordero, el '20' fue expresado por o sea literalmente '10 10'. Jahn (1927) también menciona <gem-tabis>, literalmente '2-10.' Por lo demás, los numerales desde el '11' hasta el '20' son compuestos por el elemento <tabis> más los numerales respectivos desde el '1' hasta el '10', propiedad típica de los sistemas decimales. Compárese los numerales recogidos por sistemas decimales son frecuentes tanto en las lenguas del mundo generalmente como en las de América del Sur, aunque aquí también hay una cantidad bastante grande de lenguas que tienen sistemas restringidos, especialmente en la región Amazónica (Comrie, 2011).
Febres Cordero de El Morro Mirripú (publicadas en Calcaño, 1886) y los de Jahn (1927) en la tabla siguiente.
Sistemas decimales son frecuentes tanto en las lenguas del mundo generalmente como en las de América del Sur, aunque aquí también hay una cantidad bastante grande de lenguas que tienen sistemas restringidos, especialmente en la región Amazónica (Comrie, 2011).
No sabemos con exactitud cómo funcionó ese sistema numeral del timote-cuicas más allá del número veinte, y las informaciones que se dan en la literatura son en parte contradictorias. Lares además menciona una forma probablemente monomorfémica para '100', <manu>, en Mirripú2. Briceño Valero (1939: 72) aun señala que los Cuicas contaban hasta un millón, mientras, según Jáuregui Moreño (1999), los habitantes originarios de los Andes Venezolanos contaban solo hasta 7. Podría existir una conexión de algún modo de este enunciado con el hecho que Lares da '7' como el significado de <tabiss> ~ <tabíss> en Migurí, que con mucha probabilidad en realidad significa '10'.
4. El subsistema quinario en los números desde '1' hace '10'
Los numerales desde el '7' hasta el '9' indican que hay un orden quinario en este ámbito: estos numerales se componen claramente de aquellos desde el '2' hasta el '4' y un elemento adicional cuyo forma varía entre, <ma>, <mai>, <mabi> y <mavi>. El orden quinario ya fue insinuado por Febres Cordero (1920: 103, 105-106), quien opinó que el elemento adicional "parece significar repetición o adición" (Febres Cordero, 1921: 106), y por Adelaar con Muysken (2004: 128).
Para resolver la pregunta de la acepción de este elemento, se pone de gran importancia la comparación de todas las fuentes disponibles en conjunto. Cuando se hace, se realiza que casi todos vocabularios solo tienen variantes gráficas de lo que debe ser una misma palabra para el numeral '5': <kamó>, <kamo>, kabó, <kabok>, <cabó >~ <kabó>, y <caboc>. En contraste con eso, el vocabulario Timotes de Lares tiene una forma completamente distinta: <mubis>. Semánticamente, '5' como la acepción del morfo <ma> ~ <mai> ~ <mabi> ~ <mavi> sería más esperable que un concepto indistinto de "repetición o adición" como fue propuesto por Febres Cordero, porque una adición de cinco a los numerales más bajos resulta en la acepción correcta de los numerales desde '7' hasta '9'. Pues, las formas <ma> ~ <mai> ~ <mabi> ~ <mavi> se explican más fácilmente como relacionadas o hasta diacrónicamente idénticas a timotes <mubis>. La coincidencia formal es razonable bien con las formas largas <mabi> y <mavi>. Las formas más cortas <ma> y <mai> se pueden explicar de dos maneras: a primera vista la variación gráfica entre <mabi> y <mavi> ya indica claramente que el consonante intervocálico oído por los transcriptores no era un oclusivo, sino con probabilidad alta un fricativo, quizás [β] o [w]. Si en efecto es así, <mai> se puede explicar cómo una malinterpretación comprensible. Con respecto a la variante <ma> y la falta de la <s> final en todas las formas contrapuestas con <mubis>, también hay una explicación, pero en ese caso no están obvia.
De hecho, ese problema hace constar una complicación más general la que se acontece cuando se trata de interpretar materiales lingüísticos precientíficos tratando lenguas no documentadas en otra parte: muchas veces inducen al investigador a recurrir a explicaciones del tipo ad hoc, argumentando sin base sistemática por el desconocimiento de muchos aspectos de la estructura de la lengua. Mientras eso probablemente sea en algunos casos insoslayable, no obstante esas explicaciones deben ser consideradas con cierto cuidado. Si, por otro lado, se puede demostrar que aspectos de los materiales están en acuerdo con principios más generales que se pueden atribuir con algún grado de certeza a la estructura de la lengua documentada, las explicaciones ganan en credibilidad.
Volviendo al caso concreto, creo que es posible que los numerales originalmente complejos para siete, ocho, y nueve fueron expuestos en cierto grado a los procesos de la lexicalización y la univerbación, reduciendo su sustancia fonológica con el paso de tiempo. Pero es una explicación del tipo ad hoc, no arraigado en ningún aspecto de los datos mismos. En la discusión siguiente, intentaré conciliar mis proposiciones con aspectos generales de la estructura del timote-cuicas en la medida de lo posible, y cuando esto no parece posible, avisaré al lector que lo dicho tiene algún porcentaje de especulación.
Resumiendo, se puede postular la presencia de una forma analógica a timotes en las otras variedades timote-cuicas como el numeral original para '5'. Esa idea es apuntalada por una comparación interna de <mubis> '5' con <tabís> ~ <tabís> ~ <tabis> ~ <tabíss> ~ '10': se puede ver que ambas palabras tienen <-bis> (o variantes) como elemento común. No se puede clarificar la función precisa de este morfo presunto a base de los datos disponibles. Sin embargo, '5' y '10' son formas de importancia obvia en un sistema de numeración decimal con elementos quinarios, y el hecho de que muestren semejanzas paradigmáticas permite echar un vistazo a un estrato más antiguo del sistema de numeración que el que existía al tiempo cuando los datos escasos fueron colectados. Pero ¿cómo se explica entonces la presencia prolífera de la forma <kamó> ~ <kamo> ~ <kabó> ~ <kabok> ~ <cabó> ~ <kabó> ~ <caboc> '5'?
5. La evidencia para una influencia arahuaca en el sistema de numeración timote-cuicas
Supongo que esta forma representa un préstamo de una lengua arahuaca, en virtud de consideraciones geográficas, más probablemente del caquetío. Esa lengua se hablaba antiguamente en muchas partes del occidente de Venezuela. Había hablantes del caquetío en las franjas andinas al sur del territorio timote-cuicas tanto como en la costa caribeña y en la isla de Aruba. Ahora el caquetío está extinto, y el conocimiento que tenemos de su estructura y de su vocabulario es aún más fragmentario que lo que sabemos del timote-cuicas. Esto crea una complicación especial porque carecemos de formas para comparaciones directas.
El caquetío es clasificado como miembro de la rama ta-arahuaca, que en cambio pertenece a la subfamilia caribeña de las lenguas arahuacas. Otras lenguas ta-arahuacas son el guajiro, el paraujano, el lokono, el shebayo, y el taíno (Aikhenvald, 1999). Las dos últimas lenguas desaparecieron también. Desde un punto de vista fonológico, el guajiro es lengua innovadora (compárese Captain, 2005). Puesto que el paraujano tiene relación estrecha con el guajiro, el lokono es la lengua probablemente más estrechamente emparentada con el caquetío de la que tenemos datos recientes y de buena calidad. Pues, como los numerales del caquetío a mi conocimiento no fueron documentados, se puede usar datos del lokono como suplente al caquetío, siempre teniendo en cuenta que podría haber diferencias importantes entre las dos lenguas.
'5' se expresa en lokono por abadakhabo ~ badakhabo, expresión que se puede traducir literalmente como "una-mi-mano" (Pet 1987). El morfema correspondiente a 'mano' en esta expresión es khabo (-ho), que, bajo la hipótesis del préstamo a timote-cuicas, será el origen del numeral timotecuicas. Lokono khabo (-ho) es claramente de origen arahuaco, compárese proto-lokono-guajiro *khabu (Captain, 2005) y proto-arahuaco *khapɨ (Payne, 1991). Entonces se puede excluir la posibilidad de préstamo en la otra dirección, o sea del timote-cuicas a lenguas arawakas3.
Pero la comparación con la forma arahuaca tiene al menos dos problemas: primeramente, las formas timote-cuicas sugieren una forma similar a khabo (-ho), o sea la raíz lexical 'mano' en lugar de la frase compleja abadakhabo ~ badakhabo como la fuente del préstamo. Se podría contestar aceptando que khabo (-ho) podía funcionar como numeral en sí mismo, al menos en la situación del contacto al origen del préstamo. Pero eso no ofrece una solución satisfactoria, porque en lokono, como en lenguas arahuacas generalmente, palabras como 'mano' se marcan gramaticalmente como obligatoriamente poseídas. Eso significa que deben llevar un prefijo indicando el poseedor, como da- para un poseedor de la primera persona en abadakhabo ~ badakhabo. Por otro lado, eso no significa que el numeral derivado necesariamente debe llevar el prefijo en otras lenguas arahuacas: por ejemplo, en el achagua, lengua arahuaca de Colombia, la palabra original para '5' fue *a:bai-ka:hi 'una-mano', sin prefijo posesivo (Meléndez 1998: 85); además, por repetir, no se asume que la fuente arahuaca del numeral timote-cuicas sea exactamente idéntica al lokono.
Otra pregunta es el origen del sonido final simbolizado por <k> en los datos de El Morro Mirripú de Febres Cordero y por <c> en Febres Cordero (1921). También hay una alternación entre <k> final con cero o <h> final en otras formas: <ki-mumbúh> (Jahn) - <numbuc> ~ <numbus> ~ <numbuh> (Fonseca) 'sal', <kiu-kundok> (Jahn) - <cunduc> ~ <cundoh> (Fonseca) 'la vieja', <ku-kabók> ~ <chkabók> - <macabó> ~ <makabó> 4 (Mocochies) 'boca' <tchok-tchabón>, 'mediodia' (Jahn) - <who tchu tshabu> 'ser mediodía' (Fonseca). En estos casos, no es claro a priori si se trata de un proceso fonológico (debuccalicación del oclusivo velar en posición final) o morfológico (sufijación de un morfo hipotético <-(o) k> a una raíz con vocal final). Si la hipótesis del préstamo arahuaco es correcta, el caso de <kabok> y sus variantes sería evidencia para una interpretación morfológica, porque un sonido correspondiente no está presente en las lenguas Arahuaco (compárese el elemento <ok>, del que Jahn y Fonseca dicen que significa 'él', o sea un pronombre de la tercera persona singular y nótese que hay una cantidad alta de otras palabras con <-ok> final, p. ej. <kombok> 'río', <ki-tsok> 'lluvia' y otras más). En cualquier caso, la presencia de una <k> final pega bien con las alternaciones de este tipo que ocurre también en vocabulario nativo.
Sin embargo, la hipótesis de influencia arahuaca en el sistema de numeración timote-cuicas es reforzado por la similitud estrecha entre las formas del numeral '4' en timote-cuicas, <pí> ~ <piti> ~ <pit> ~ <pik>, y lokono bithi (Pet, 1987). Esto sugiere que se trata en realidad de dos préstamos procedentes de lenguas arahuacas, más probablemente geográficamente del caquetío, para dos numerales afines en el sistema de numeración timotecuicas. La intrusión de numerales de otras lenguas en sistemas nativos desarrollados no es insólita, compárese el caso bien conocido de numerales de origen semítico en el sistema del proto-indoeuropeo (Winter, 1992, Luján Martínez, 1999), y, para mencionar un caso recientemente descubierto en América del Sur, la presencia de numerales quechuas en la lengua de Magdalena de Cao, que poseía un sistema decimal nativo (Quilter et al. 2010).
En el caso del préstamo presunto del numeral '4', hay explanaciones sistemáticas para la falta de la vocal final en algunas formas timote-cuicas como también para la ausencia de la sílaba final entera en otras. En primer lugar, una elisión de vocales finales también es frecuente en préstamos tomados del español, aun cuando eso no ocurre en todos préstamos españoles. Algunos ejemplos de este fenómeno, tomados de diferentes variedades, son < (ti) jab> < haba (El Morro Maripuyes), <hor> <ahora (Mirripú2), y <pratan> < plátano (Fonseca). Nótese que la acentuación es un factor importante: la sílaba final en las palabras españolas no lleva el acento. En otros préstamos, la vocal final se conserva, pero la sílaba final en las palabras timote-cuicas lleva tilde, indicando dislocación de la acentuación española en la adopción de las palabras al sistema fonológico timote-cuicas. Ejemplos son <skobá> escoba (Cuicas), <mancú> banco (El Morro Maripuyes), y <tirú> ~ <tirá> < tierra (Mocochies). Entonces, vocales finales en palabras tomadas del español pueden recibir dos tratamientos distintos: u ocurre apócope o dislocación de la acentuación. Ambos parecen servir el mismo fi n, o sea la evitación de vocales finales inacentuadas5. Muchas palabras nativas timote-cuicas en el corpus son agudas, hecho que quizás indique un patrón general de la acentuación timote-cuicas. En todo caso, la falta de la vocal final en el numeral '4' no requiere presunciones especiales, sino sigue principios más generales.
Otra posibilidad, en lo que atañe a la forma más corta en particular, sería una reinterpretación de la silaba final como el prefijo del plural timote-cuicas, al menos en algunas de las variedades atestadas. Como en español, pero al contrario de muchas otras lenguas, parece que el prefijo de plural haya sido capaz de coincidir con los numerales. Ejemplos como el siguiente, de Jahn (1927), podrían haber sido los contextos que favorecieron esta reinterpretación:
<an wo shamá pití mihú>
1SG ya traer cuatro-PL huevo
'Traigo cuatro huevos.'
Finalmente, es importante indicar que también hay otra explicación posible de los hechos que no requiere la adopción de préstamos de una lengua arahuaca: la forma <piti> puede consistir en una raíz nativa hipotética <pi> y el prefijo del plural <ti->, equivocadamente transcrito en las fuentes como parte del numeral en vez del sustantivo siguiente.
Resumiendo, la hipótesis de préstamos de una lengua ta-arahuaca en el sistema de numeración de las lenguas timote-cuicas no es sin problemas, aunque para algunas de las deviaciones formales hay explicaciones plausibles desde el punto de vista de regularidades de la fonología timote-cuicas. Al menos, espero haber demostrado que el análisis de los materiales lingüísticos disponibles, escasos e imperfectos como son, sin embargo puede dar lugar a nuevas comprensiones y generar nuevas hipótesis sobre el pasado lingüístico de los Andes venezolanos.
Notas
1
1
Se notará que utilizo el término cuicas en lugar del término cuica que hoy en día es más frecuente. La razón es que cuicas es la designación que aparece en las fuentes coloniales y todavía, por ejemplo en Fonseca (2005). La s final habría formado parte integral del nombre y solo recientemente y equivocadamente fue reinterpretada como marcador del plural castellano o inglés. Es posible que tenga etimología timote-cuicas: la raíz 'indio, hombre' varía entre <kiai>, <kak> (Jahn, 1927), (Mirripú, Lares en Calcaño, 1886) y otras formas. Fonseca (2005) también ofrece una variante <kas>, la cual puede ser idéntica a la segunda sílaba en Cuicas. Cui podría tener su origen en el artículo antepuesto <kiu> ~ <ki>, atestado ampliamente en los datos de Jahn y Fonseca. Aun cuando esta etimología bastante especulativa fuera incorrecta, me parece razonable usar la forma atestada más antigua, porque es la forma más cercana a la realidad lingüística cuando el uso de las lenguas ya estaba vigoroso.2
2
Desafortunadamente, no tengo acceso a Lares (1883).3
3
Nótese que también en la familia lingüística tucana existen formas semejantes para 'mano' que muchas veces forman parte del numeral '5' y que se pueden reconstruir para el proto-tucano, p.ej. guanano wãbṍ-ka (Waltz y Wheeler, 1972: 142). En algunas lenguas tucanas, como el guanano, la palabra lleva un sufijo -ka, que encajaría con el consonante final de las formas timote-cuicas. Por otro lado, el segmento inicial no es semejante y, en la ausencia de otra evidencia de contacto, la distancia geográfica mera entre las lenguas tucanas y las lenguas de los Andes Venezolanos, por lo tanto recomiendan considerar lenguas más cercanas como lenguas ta-arahuacas antes de contemplar relaciones más estrechas. Después de todo, la hipótesis de contactos lingüísticos para los que préstamos serían evidencia no solo requiere una demostración lingüística, sino también un escenario plausible del contacto llevando a la influencia (Mailhammer, 2013).4
4
<ku-kabok>~ <chkabók>- <macabó> ~ <makabó> 'boca', con alta probabilidad, es un préstamo del español boca, con un artículo y marcador de posesión inalienable antepuesto. Nótese que, concordante con lo dicho sobre los préstamos del español, la vocal final fue perdida.5
5
También es interesante observar que mientras la fuente arahuaca tiene una oclusiva sonora en posición inicial en la palabra para '4', el sonido correspondiente en timote-cuicas fue trascrito con <p>, o sea una grafema representando un oclusivo sordo en la ortografía española. Además, en algunos préstamos del español, /b/ inicial fue sustituto por otro sonido, aunque en este caso un nasal en vez de un oclusivo. Por ejemplo, banco se vuelve <mancú> en El Morro Mirripú, y burro resulta en <timurrú> (<ti> con toda probabilidad es el prefijotimote-cuicas indicando el plural que ya hemos encontrado) y en <ciu muri>~ <kiu muri> ~ <cíu muri> en los datos de Fonseca (<kiu> ~ <cíu> se interpretó como especie de artículo). Aunque no puedo explicar la diferencia en el tratamiento de las oclusivas sonoras, eso sugiere que hay una restricción fonotáctica en timote-cuicas que priva a oclusivas sonora de ocurrir en esta posición al nivel fonético (Arrieta, 1998, cree que tampoco hay oclusivas sonoras fonémicas).Referencias bibliográficas
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