Servicios
Servicios
Buscar
Idiomas
P. Completa
Paisajes Ancestrales de la Isla de Cubagua (4000 A.C.- 1500 D.C.)
ANIBAL CARBALLO ÁLVAREZ
ANIBAL CARBALLO ÁLVAREZ
Paisajes Ancestrales de la Isla de Cubagua (4000 A.C.- 1500 D.C.)
ANCESTRAL LANDSCAPES OF THE ISLAND OF CUBAGUA (4000 AC-1500 DC).
Boletín Antropológico, vol. 35, núm. 93, pp. 7-31, 2017
Universidad de los Andes
resúmenes
secciones
referencias
imágenes

Resumen: La lectura del paisaje permite conocer la historia de quienes lo han habitado. El paisaje es vida, pasada y presente, por ello además de encontrarse en éste, espacio, encontramos tiempo y tecnologías. Esta investigación aporta nuevos elementos para comprender el paisaje, constituido por el habitar y las prácticas que en tiempos ancestrales ocurrieron en la isla de Cubagua. A través de la evidencia arqueológica discernimos destrezas y habilidades de los distintos grupos humanos que han poblado el medio insular, expresión a su vez de un paisaje macro regional, presente en el oriente de Sur América desde varios milenios atrás.

Palabras clave:ArqueologíaArqueología, Paisaje Paisaje, Prácticas Prácticas, Destrezas Destrezas, Cubagua Cubagua.

Abstract: The reading of the landscape allows to know the history of those who have inhabited it. The landscape is life, past and present, so in addition to being in this, space, we find time and technologies. This research brings new elements to understand the landscape, constituted by the habit and the practices that in ancestral times occurred in the island of Cubagua. Through the archaeological evidence we discerned the skills and abilities of the different human groups that have populated the island environment, which in turn represents a macro regional landscape, present in the East of South America from several millennia ago.

Keywords: Archeology, Landscape, Practices, Skills, Cubagua.

Carátula del artículo

Paisajes Ancestrales de la Isla de Cubagua (4000 A.C.- 1500 D.C.)

ANCESTRAL LANDSCAPES OF THE ISLAND OF CUBAGUA (4000 AC-1500 DC).

ANIBAL CARBALLO ÁLVAREZ
PDVSA La Estancia, Venezuela
Boletín Antropológico, vol. 35, núm. 93, pp. 7-31, 2017
Universidad de los Andes

Recepción: 23 Febrero 2016

Aprobación: 13 Mayo 2016

1.¿POR QUÉ CUBAGUA?

En el año 2.008 contratados por el Instituto del Patrimonio Cultural, formamos parte de un equipo arqueológico para restaurar la antigua ciudad de Nueva Cádiz (1.516-1.543), emplazamiento colonial localizado en el extremo oriental de la isla de Cubagua, estado Nueva Esparta. El proyecto contempló en una primera fase la recolección de desechos sólidos y desmalezamiento de las construcciones, el registró de la cultura material presente en la superficie del lugar y la realización de excavaciones arqueológicas de manera aleatoria para identificar construcciones y rasgos arquitectónicos enterrados.

La segunda fase del proyecto tuvo por objetivo desarrollar un plan para la difusión de los resultados de la primera fase, así como también de las investigaciones arqueológicas previas realizadas en la isla, acciones que serían acompañadas por la construcción de senderos de interpretación, formación de personal, diseño de señalética 1 y señalización y construcción de un centro de investigaciones. El desarrollo del proyecto requirió nuestra permanencia constante en la isla por espacio de dos años.


Plano 1.
Ubicación de la isla de Cubagua.

Existe una distancia de 2.5 km entre la Bahía de Charagato, lugar de nuestro campamento hasta Nueva Cádiz, esta distancia la recorríamos a pie diariamente en compañía del personal obrero que también pernoctaba en Cubagua. Durante estas caminatas tuvimos la oportunidad de observar la existencia de sitios arqueológicos distintos a los cuatro clásicos reseñados por la literatura arqueológica hasta los momentos, así como también infinidad de artefactos aislados que remitían a la presencia humana en esta isla durante distintas épocas de nuestra historia.

Las investigaciones arqueológicas realizadas acá, centraron sus esfuerzos por estudiar los yacimientos prehispánicos de Punta Gorda (4.150±80) y La Aduana (3.570±130); en la Bahía de Charagato, y los yacimientos coloniales de Nueva Cádiz (1.516-1.543 D.C.) y El Obispo (1.620-1.640) al oriente de la isla (Cruxent & Rouse, 1963, 1982). La nueva evidencia arqueológica identificada por quien suscribe, tan solo en una pequeña fracción de la superficie de Cubagua, indicaba en algunos casos una temporalidad distinta a la reseñada previamente y en otra contemporaneidad con los viejos sitios reseñados por Cruxent & Rouse.


Plano 2
Ubicación de los sitios arqueológicos que tradicionalmente han sido estudiados por la arqueología en la isla de Cubagua.

Esta nueva evidencia parecía indicar que posiblemente Cubagua fue eslabón de una amplia y compleja cadena de relaciones regionales y que además fue un paraje de relevancia al presentarse evidencia que posiblemente indicara su uso sostenido a lo largo del tiempo. De encontrarnos en lo cierto, entonces la evidencia arqueológica en conjunto podría ser el resultado de dinámicas humanas más complejas, que aquellas relacionadas a un simple proceso de explotación de recursos marinos presentes en este medio en el periodo prehispánico y en el colonial.

Con esta inquietud, también recorrimos de manera informal una depresión ubicada en la Bahía de Charagato, con el fin de ubicar nuevos sitios arqueológicos, en donde para sorpresa de nosotros y tierra adentro alejados de la actual costa, registramos la presencia de concheros que parecían hablar de la existencia de un paleo-ambiente que había desaparecido posiblemente a raíz de las distintas fluctuaciones en el nivel del mar en los últimos milenios. Sobre esta evidencia planteamos al IPC un proyecto paralelo al de Nueva Cádiz, que consistió en una prospección general de la isla para registrar sitios arqueológicos presentes no reseñados hasta los momentos. Culminada la fase de campo y generado el informe técnico correspondiente para cumplir nuestro compromiso laboral con el Instituto del Patrimonio Cultural, ingresamos en el Post-Grado del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, donde exploramos distintas perspectivas teóricas con la finalidad de analizar la data arqueológica obtenida en Cubagua. Este articulo versa sobre una fracción de la investigación producto de la inquietud de nuestro primer trabajo de campo en una micro-región, motivado a lo extenso de los datos recolectados, acá solo presentamos parte de la evidencia asociada con la ocupación indígena de la isla.

Las islas son unidades geográficas que poseen un ambiente circunscrito, cuyo habitar requiere del dominio de ciertos aspectos, tales como conocimiento de rutas marítimas, estrategiasde subsistencia, zonas para la pesca y recolección, miradores para la pesca y conocimiento del entorno terrestre, lugares para el resguardo, la pernocta y disponibilidad de recursos tales como agua y combustible, entre otros. El registro material de antiguas ocupaciones humanas en la isla de Cubagua en cualquiera de sus épocas, representa las prácticas humanas insulares, los sitios arqueológicos presentes en su superficie sugieren que no se puede concebir esta isla sin su mar

2. EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA ORIGINARIA DE LA ISLA DE CUBAGUA

Si recorremos a pie la franja costera de Cubagua, percibiremos en el paisaje evidencia del intenso uso que tuvo este territorio en el pasado, por los antiguos pobladores que empleaban el lugar como área de pesca y recolección de moluscos. Las investigaciones realizadas en Cubagua reseñan la presencia del hombre al menos desde hace 4.000 años; son diversas las evidencias arqueológicas que así lo atestiguan. A pesar del potencial de esta isla para explicar entre otras cosas el habitar, las prácticas y las destrezas de los antiguos pobladores, hasta 2008, para el periodo prehispánico se habían estudiado dos sitios, los concheros de Punta Gorda y La Aduana ubicados al norte de la isla (Cruxent y Rouse, 1982).

La evidencia paleo ambiental sugiere que los primeros hombres conocieron una isla muy distinta a la actual de suelos áridos, vegetación xerofítica y sin agua potable. Hace 4.000 años, el mar se encontraba 7 metros por debajo del nivel actual, las costas eran más amplias, en ellas ocurría tal como hoy, la vida. Con el paso de los milenios el proceso se invirtió, subió el nivel de los mares, las islas bajaron y se desvanecieron las huellas dejadas por los primeros hombres (van Andel 1.954; Miró Orell, 1.974; Sanoja 1.989)

Grandes manglares y lagunas costeras formaban parte de los espacios interiores de Cubagua, durante esta época; este tipo de ecosistemas posiblemente brindaban alimento en abundancia a los primeros pobladores que se asentaban en pequeños campamentos en sus alrededores. La presencia de suficientes recursos pudo incidir en la organización social de estos grupos que periódicamente se trasladaban desde sus lugares de origen hacia la isla (Ayala, 1994-1996).

La presencia humana originaria en esta isla se mantuvo a lo largo de varios milenios, así lo demuestran los fechamientos absolutos, que ubican al ser humano en entre 4150±80 y 1795±80, (Cruxent & Rouse, 1.963; 1.982). Estas ocupaciones han sido definidas a partir de tres “complejos” no cerámicos: Complejo Cubagua (4150±80 A.P.), Complejo Manicuare (3570±130 A.P.) y Complejo Punta Gorda (1795±80 A.P.) (Cruxent y Rouse, 1982). Los habitantes del Complejo Cubagua 4150±80 A.P. desarrollaron una tecnología de puntas de hueso afiladas y pulidas para la pesca, artefactos de espinas de peces y artefactos líticos tales como manos de moler y bifaces de cuarzo para realizar cortes de diversos tipos. Estas tecnologías también se han documentado en yacimientos de la isla de Margarita (Los Jagüeyes) y en la península de Macanao, en Puerto Los Negros y Los Aljibes; en la isla de Trinidad, en yacimientos arqueológicos donde se ha identificado el Complejo Ortoire (Cruxent y Rouse, 1963; 1982; Rouse, 1983).

El uso de la tecnología lítica prevaleció y se diversificó en el tiempo, lo que se evidencia en la segunda ocupación documentada para Cubagua (Complejo Manicuare 3570±130 A.P.). Las herramientas confeccionadas por los humanos durante este periodo fueron las piedras de dos puntas, manos de moler, metates, rocas martillos de cuarzo, colgantes de piedra pulida y discos líticos, entre otros. Durante este periodo se popularizó el uso de artefactos de conchas marinas que evidencian la consolidación de las artes de la pesca, tales como puntas de arpones, anzuelos y pivotes para redes, entre otros; así como también el desarrollo de una conciencia estética a partir del diseño de objetos ornamentales tales como cuentas y colgantes de Strombus gigas.

En Cuba, el Complejo Guayabo Blanco posee artefactos similares a los identificados en el Complejo Manicuare, las gubias modificadas, vasijas de concha y cuentas discoidales son parecidas a las identificadas en los sitios insulares y tierra firme de Venezuela; a su vez las evidencias presentes en los Complejos Cubagua (4150±80 A.P.) y Manicuare (3.570±130 a 3.050±80 A.P.) poseen estrecha relación con los artefactos asociados a los grupos Ortoiroides del noroeste de Venezuela en el Estado Falcón, cultura arcaica que se presume se desplazó hasta las costas de la Isla de Trinidad e islas venezolanas y Antillas Menores hace unos 7.000 años antes del presente (Fewkes J., 1914; Gramberry y Vescelius, 2004; Boomert, 2010).

El Complejo Punta Gorda (1795±80 A.P.), se caracterizó por un aumento en el número de artefactos de concha, son comunes las gubias. las hachas, las vasijas, platos, cuentas discoidales y colgantes; lo mismo ocurre con los artefactos líticos, que se presentan en mayor proporción, representados por puntas triangulares, manos de moler, metates, piedras martillos pulidas por ambas caras, de manera dispersa se evidencia la presencia de cerámica, identificada como estilo el Mayal de Carúpano de la serie Saladoide, caracterizada por poseer engobe rojo, pintura blanca sobre rojo y dibujos de rectángulos pintados de blanco bordeados por líneas finas rojas (Cruxent & Rouse, 1963; 1982).

De manera dispersa se recolectaron cercanos al conchero de La Aduana restos de cerámica estilo Playa Guacuco, cuyo estilo cabecero se ubica en la costa noreste de la isla de Margarita, restos que presentaron poca decoración, solamente líneas negras rectas sobre engobe rojo y engobe rojo sobre toda su superficie. Este tipo de alfarería se caracterizó por su desengrasante de arena y conchas, siendo la forma más común el bol de panza redondeada y bordes sencillos. En asociación a estos restos se recolectaron fragmentos de gubias y lascas de cuarzo (Cruxent y Rouse, 1963; 1982).

Este estilo cerámico, es similar al estilo Punta Arenas de Cumaná, por poseer desengrasante de conchas y ser ollas sencillas sin inflexión, de acuerdo a sus atributos el estilo Playa Guacuco es considerado miembro del horizonte Dabajuroide y se ubicó cronológicamente en el periodo IV de la cronología de Cruxent & Rouse (800-450 A.P.) (Cruxent y Rouse, 1963; 1982).

3. LA NUEVA EVIDENCIA

Nuevas investigaciones realizadas en Cubagua hacia 2008 por quien suscribe, revelaron la existencia de 19 nuevos sitios arqueológicos expresión de posibles prácticas, destrezas y habilidades desarrolladas a lo largo del tiempo por estos primeros exploradores indígenas; evidencia que guarda relación con paisajes más amplios, parte de complejas relaciones establecidas entre las islas y la tierra firme del oriente Suramericano por milenios. Para interpretar esta evidencia se construyeron clases cronológicas que sirviesen como marco temporal de las prácticas y el habitar reseñado.

Para ellos se empleó el esqueleto cronológico con fechados absolutos de Cruxent & Rouse (1963, 1982), sobre los sitios que presentaban artefactos líticos y de concha, cuyos atributos formales son similares a los artefactos de la serie Manicuaroide. Como segundo método para datación relativa se identificaron estilos cerámicos presentes en los nuevos sitios, evidencia también previamente fechada en investigaciones anteriores (Cruxent & Rouse, 1963, 1982).

Los fechados absolutos de las investigaciones previas, empleados como fechamientos relativos para los nuevos datos se procesaron estadísticamente con el fin de obtener rangos calendáricos, como resultados para la evidencia prehispánica se obtuvieron las siguientes clases:

Cuadro 1.
Aportes en términos de sitios arqueológicos y artefactos aislados a la información conocida para la isla de Cubagua

3.1. Clase Cronológica I (2280 A.C. Al 231 D.C.)

Corresponde a la Serie Manicuaroide, se extiende a los periodos I, II y primer tercio del periodo III de la Cronología de Cruxent & Rouse (Cruxent & Rouse, 1963; 1982). Los artefactos identificados correspondieron a gubias con bordes biselados, espátulas, pendientes, cuentas discoidales, punzones, raspadores, arpones y hachas de Strombus gigas y artefactos líticos tales como puntas lasqueadas triangulares de cuarzo. Los sitios cabeceros de esta Clase Cronológica son los concheros de Punta Gorda y La Aduana y se suman a estos ocho nuevos sitios.


Plano 3.
Distribución espacial de los sitios arqueológicos (círculo) y artefactos aislados (triangulo) de la Clase Cronológica I.


Figura 1.
Gubia modificada con bisel, Clase Cronológica I (2280 A.C. a l231 D.C.).


Figura 2
Martillo lítico.

El 80% del total de los sitios arqueológicos y artefactos aislados de esta clase cronológica se agruparon en el área centro-norte de la isla en las inmediaciones de la Bahía de Charagato, la mitad de estos se localizó en el borde de un antiguo cuerpo de agua que existió en la zona. Un 30% restante se ubicó en las actuales playas de la isla, mientras que el 20% restante correspondió a sitios ubicados en los cerros cercanos tanto a la formación de antiguo cuerpo de agua y playas. El 20% del total de los sitios arqueológicos y artefactos aislados de esta clase cronológica se ubicó de manera dispersa al sur de la isla y en los cerros al oeste de esta.

Asociados a esta clase cronológica encontramos tres tipos de construcciones, montículos (50%), dispersiones de artefactos (30%) y aparejos (20%). Los montículos correspondieron a concheros de 80 a 3500 m²; los aparejos son alineamientos de piedras se encuentran directamente sobre la superficie del terreno y han sido fabricadas con guijarros recolectados tanto del medio terrestre como del sustrato marino sin ningún tipo de mortero y ocupan áreas de 120 a 130 m² en asociación se observó la presencia de fogones con restos de moluscos, tanto bivalvos como gastrópodos, restos de artefactos de concha y artefactos líticos.

Las dispersiones de artefactos y moluscos son áreas despejadas donde se observó la presencia de artefactos líticos y de concha en asociación a moluscos, el área ocupada por estas fue de 6 a 200 m². A los sitios de esta clase cronológica se asociaron artefactos líticos, tales como hachas de arenisca lasqueadas con retoques secundarios y con presencia de cuello para enmangamiento, hachas de forma rectangulares con cuello central y hachas con cuello transversal para incrustar, ambas formas confeccionadas en rocas cuarcíticas; así como también manos de moler y lascas primarias triangulares que presentan tallas y retoques unifaciales confeccionadas en cuarzo y arenisca.

La evidencia malacológica identificada en los concheros ubicados en las zonas de playas se relacionó en mayor proporción a especies de moluscos de praderas de Thalassias (80,49%), las especies características fueron: Strombus gigas, Pinctada imbricata y Carditamera gracilis; en menor proporción se asociaron a moluscos de manglar (19,52%) tales como Chicoreus brevifrons y Pecten ziczac.

Los concheros ubicados en depresiones se asociaron en mayor proporción a moluscos de manglares (60%) tales como Chicoreus brevifrons, Melongena melongena, Crassostrea sp. y Tivela mactroides; y en menor proporción a moluscos de praderas de Thalassias (40%) tales como Strombus gigas. Los aparejos ubicados en cerros (NE-Cu 19 y 24) se asociaron en mayor proporción a moluscos de manglares (89%) de especies tales como Tivela mactroides y en menor proporción (11%) a moluscos de praderas de Thalassias (Strombus gigas). Por su parte las dispersiones se asociaron en mayor proporción a moluscos de manglares (72,5%) tales como Chicoreus brevifrons y Tivela mactroides, y en menor proporción a los moluscos de praderas de Thalassias (27,5%) tales como Cittarium pica y Strombus gigas.

3.2. Clase Cronológica II (1150 D.C. A 1500 D.C.)

Se define a partir de restos cerámicos de estilo Punta Arenas del área de Cumaná, asociado a la Serie Dabajuroide, así como también restos de cerámica estilo Krasky, ambos estilos cerámicos se ubican cronológicamente en el Periodo IV (1150 D.C. a 1500 D.C.) de la Cronología de Cruxent & Rouse. En total se identificaron 9 sitios arqueológicos asociados a este estilo cerámico.


Plano 4.
Distribución espacial de los sitios arqueológicos (círculo) y artefactos aislados (triángulo) de la Clase Cronológica II.


Figura 3
Fragmento de Cerámica, Estilo Krasky (1150 D.C. a 1500 D.C.).

Los sitios arqueológicos de esta clase cronológica correspondieron en su totalidad a dispersiones de artefactos y moluscos rodeadas por cardones en forma de empalizadas. El 56% de estas se ubicó en los cerros del área centro norte, un 33% en las zonas de piedecerro del sector Nor-central de la isla y 11% en las playas del sur. Los artefactos aislados de esta clase se ubicaron en un 40% en cerros al nororiente de la isla, mientras que 20% se localizó en playas, 20% en depresiones y 20% en las montañas al noroeste.

Los artefactos de esta clase cronológica correspondieron a restos de cerámicas prehispánicas del estilo Punta Arenas, poco decorados y que se constituyen como restos de ollas con bases planas, desengrasadas con arena fina, conchas de moluscos y en algunos casos restos de lajas. De manera general presentan engobe rojo sobre la superficie externa y solamente dos restos se presentaron decorados, y son bordes con líneas en bandas de color café sobre blanco y un apéndice modelado en forma de pez sobre el borde.

Por su parte se identificó un resto de borde estilo Krasky que presentó un mascarón con ojos grano de café, aplicados. Asociados a la cerámica se evidenció la presencia de fragmentos de cuarzos sin ningún tipo de modificaciones, y artefactos de concha tales como gubias, cuentas de collar y pendientes tallados y perforados de Strombus gigas.

La evidencia malacológica correspondiente a esta clase cronológica se asoció en mayor proporción a moluscos de manglares (79,26%), tales como Chicoreus brevifrons y Tivela mactroides, y en menor proporción (20,73%) a especies de praderas de Thalassias tales como Strombus gigas. Por su parte las dispersiones ubicadas en piedecerros se relacionaron en mayor proporción (85,13) a moluscos de manglares tales como Chicoreus brevifrons y Crassostrea sp. y en menor proporción (14,67%) a moluscos de praderas de Thalassias.

4. PAISAJES INSULARES DE CUBAGUA

Cubagua y sus espacios marítimos son escenario de un largo proceso de prácticas de pesca y recolección de moluscos que inicia hace 4.000 años atrás. En la isla se encuentran producto de esta actividad concheros en las líneas costeras y cercanos a fuentes de aguas ya desaparecidas, dispersiones de artefactos y moluscos y mamposterías que posiblemente sirvieron de campamentos, que por lo general se ubicaban en zonas de mayor altura, posiblemente para mejor visualización del entorno, o tal vez para establecer conexión con el universo simbólico.

La investigación ha permitido identificar rasgos distintivos que caracterizan el surgimiento de paisajes en el tiempo, cada uno expresión del habitar, las prácticas, habilidades y destrezas que a lo largo del tiempo se han constituido como parte de un paisaje más amplio. Después de todo el habitar es estar en el mundo en relación con otros seres humanos y en conjunto con otras entidades biológicas con las que se guarda estrecha relación en un balance continuo (Ingold, 2000).

4.1. Paisaje originario conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.)

Es la primera evidencia del habitar que conocemos para Cubagua, grupos humanos exploradores, conocedores de la navegación, pesca, recolección de moluscos y en general de estrategias de subsistencia se dedicaban por temporadas a explotar los recursos ofrecidos por distintos ambientes marinos, como por ejemplo las praderas de Thalassias y los manglares.

El habitar en este paisaje ocurre en un espacio delimitado por la existencia de cuerpos de agua fértiles, además es probable que, al haber estado siete metros por debajo del nivel actual, el mar permitiese una mayor actividad terrestre en áreas de la costa que permanecen hoy en día bajo las aguas. De esta forma se plantea que al norte de Cubagua existió un paisaje marcado por un ambiente complementario; una bahía rica que poseía praderas de Thalassias y una depresión con un manglar.


Figura 4
El habitar y su relación con las bahías que resguardan las praderas de Thalassias, Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.).

Ambos ambientes pudieron ser áreas propicias para su explotación por temporadas, especialmente tras los ciclos de reproducción de las especies. Durante estos periodos las distintas tecnologías desarrolladas servían como elementos mediadores con el entorno y potenciaban su aprovechamiento. De esta forma el habitar se definió por la presencia de los concheros sinónimo de trabajo, símbolo de poder, esfuerzo y recompensa; y los aparejos de piedras y dispersiones de artefactos de moluscos, sinónimo de campamentos, áreas donde comer, dormir y compartir.


Figura 5.
El habitar y su relación con los antiguos manglares, Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.)

En torno a los cuerpos de agua progresivamente surgirían concheros como resultado del trabajo, en los cerros inmediatos se ubicarían los campamentos con presencia de fogones para el procesamiento de los alimentos y construcciones ligeras posiblemente basamentos para tinglados empleados para el resguardo de la intemperie. El acondicionamiento de estas áreas ubicadas en las alturas posiblemente era realizado por recolectores encargados de tareas domésticas, quienes procuraban agua potable, (que posiblemente para este momento existía en esta isla), leña y un tinglado para el resguardo del sol y la lluvia.

En forma general la recolección de moluscos se pudo desarrollar en dos modalidades, la primera, en manglares, donde de acuerdo con la evidencia se obtenían especies tales como Chicoreus brevifrons, Pecten ziczac, y Crassostrea sp., tareas que tal vez por su relativa facilidad estaban reservadas para los aprendices, cuya colecta podía ser manual o con redecillas y rastrillos. Otra modalidad pudo haber sido la colecta de moluscos en praderas de Thalassias, tal vez reservada para los más experimentados, que conocían bien las aguas cercanas a la isla y poseían mayor capacidad física para la inmersión a grandes profundidades.

Es probable que para esta colecta se empleasen botes con varios tripulantes, unos, expertos en inmersiones y otros sobre la embarcación, posiblemente apoyando la recolección. Los moluscos recolectados de ambos tipos de ambientes, tanto de espacios marítimos abiertos como de manglares, se trasladaban a tierra a un mismo montículo, tal vez con el uso de cestas de fibra vegetal. Estos lugares documentados como concheros, es probable estuviesen cercanos a las aguas donde atracaban las embarcaciones y en aquellos puntos de los manglares donde se realizaban las colectas; tal vez para disminuir el esfuerzo de acarreo, o quizás para su limpieza, una vez que las conchas eran retiradas.

La extracción de la carne de los moluscos posiblemente se realizaba una vez finalizada la jornada, o quizás en forma paralela a esta, con el uso de herramientas líticas y de concha. A nivel regional se conoce que desde mediados del Holoceno ya existía la presencia humana. Los lugares con mayor antigüedad reseñados por la arqueología han sido identificados como pertenecientes a un Modo de Vida de recolectores especializados (6.000-3.000 A.P.), expresión de esta época son los concheros de Ño Carlos, Estado Sucre y Remigio, Estado Monagas (Sanoja y Vargas, 1.991, 1.995; Sanoja, 1.989).

La ubicación de esta evidencia tierra adentro en el estado Sucre y Monagas, podría estar sujeta a distintas variables que obedecen a un ambiente distinto al actual, entre las que podría presumirse que grandes porciones de estas zonas se encontraban bajo el agua durante esta época, lo que pudo haber favorecido la proliferación de manglares y estuarios marinos que tras las distintas fluctuaciones del nivel del mar en los últimos 6.000 años tendieron progresivamente a desaparecer, cambios que a su vez pudieron incidir en la proliferación de colonias de moluscos y peces; así como también a la conformación del Delta Orinoquense proceso fechado hacia el 9.510±400 A.C. (van Andel 1.954; Miró Orell, 1.974; Sanoja 1.989).

La evidencia arqueológica inicial reseñada en esta investigación coincide con la expansión Orotoiroide del occidente venezolano hace unos 5 mil años atrás. Es probable que quienes se establecieran en esta isla periódicamente, abandonasen sus faenas habituales para navegar hacia el oriente del norte de Suramérica. Es posible también que durante estas visitas temporales fuesen trasladadas herramientas líticas, tecnologías que servían para mediar con el entorno, y para confeccionar las herramientas de concha. Sitios similares a los encontrados en Cubagua han sido reseñados en localidades como Manicuare y El Bajo, ubicados en el Estado Sucre, al resguardo de las aguas del Golfo de Cariaco, lugar conocido a través del tiempo por sus excepcionales recursos marinos

Para iniciar estos viajes era necesario tener un amplio conocimiento de la orografía, al navegar cercano a la Cordillera de la Costa, conocer las rutas marítimas, localidades amigas para la pernocta, comercio y abastecimiento, localidades enemigas y áreas marítimas prohibidas; así como también los vientos, corrientes marítimas, astrología, movimientos migratorios de aves, entre otros factores. Tal vez Cubagua era el destino, pero también existía la posibilidad de que esta isla, solamente fuese eslabón de un sistema comercial de recolectores marinos más amplio, que operaba a lo largo de toda la costa de Venezuela y parte de las Antillas hacia el 4.000 A.P. (Gramberry y Vescelius, 2.004).

4.2. Paisaje originario cerámico montano (1150 D.C. a 1500 D.C.)

Surge en un momento complejo, la evidencia arqueológica que lo define debió estar influenciada por dos eventos de de importancia, el primero, las migraciones Kariña/Caribe entre 1450 y 1650 D.C., y el segundo la llegada de los europeos a la región (Gramberry y Vescelius, 2004). Durante este periodo se establecerían en Cubagua campamentos temporales en sus tierras altas, vinculados lo estrictamente necesario con los recursos marinos, lo que se evidencia en la baja frecuencia de especies de moluscos explotadas. Posiblemente estos sitios fueron enclaves vinculados a la ocupación Saladoide tardía de la isla, procedente desde tierra firme.


Figura 6.
Paisaje Macro-regional asociado al Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.)

Es probable que este haya sido un paisaje de observación, de cautela, de áreas estratégicas para vigilancia del mar que se hacía cada vez más transitado o quizás simplemente las alturas eran áreas reservadas para la observación de cardúmenes que surcaban las aguas, o tal vez eran áreas reservadas para actividades rituales, por lo que es probable que su ubicación en las alturas guardaba estrecha relación con el universo simbólico de estos pobladores. De cualquier forma, podemos asegurar que las montañas de Cubagua durante este periodo se constituyeron como el escenario de la vida, que reflejan una recolección incipiente de moluscos con mayor tendencia al uso del manglar que existió en la zona, para satisfacer demandas puntuales y cubrir la alimentación necesario para una corta estadía.

Esta expresión en el paisaje, como señalamos, pudo estar sujeta a circunstancias y particularidades históricas como las reseñadas al comienzo de esta etapa, que determinaron, limitaron y restringieron el uso del espacio, y con ello la construcción del paisaje en esta etapa de la historia insular. Este paisaje marcó un cambio en la estrategia de ocupación del espacio insular, los lugares se ubicaron en la parte alta de los cerros, en estos sitios se desarrollaban campamentos entre los matorrales, desde donde se podía observar la costa norte y parte de la isla de Margarita. En estos lugares se realizaban fogones quizás para el procesamiento de los alimentos y posiblemente para brindar cobijo durante la noche.


Figura 7.
El habitar y su relación con los antiguos manglares, Paisaje Prehispánico Cerámico Montano (1150 D.C. a 1500 D.C.).

El aspecto de transitoriedad de estos lugares y su disposición pareciese indicar que quienes accedían a estos lugares lo hacían de manera quizás clandestina o al resguardo para no ser percibidos, o tal vez estos lugares podían estar asociados a algún tipo de conexión con el universo simbólico, no obstante lo cierto, es que quienes habitaban en estos lugares, realizaban sus recolecciones a menor escala tanto en los espacios marítimos abiertos como en los manglares y posteriormente trasladaban estos moluscos hasta las zonas altas de Cubagua para su procesamiento.

Durante este periodo los habitantes de estas zonas de Cubagua debieron haber experimentado cambios significativos, en el descenso reportado de las aguas del Mar Caribe de 5 a 7 metros por debajo del nivel actual hacia 1000 y 1500 D.C., lo que tal vez incidió negativamente en los manglares y lagunas internas de la isla. La disminución del nivel de aguas en los manglares pudo facilitar la recolección de los moluscos y la pesca, de allí su explotación casi exclusiva.

Los campamentos poco improvisados en cuanto a los acomodos interiores, pero cuidadosamente planificados formaban parte de la estrategia para habitar la isla durante este periodo, estaban bien resguardados al encontrarse en áreas de vegetación xerofítica que servía a su vez como empalizadas y desde donde se visualizaba perfectamente la parte norte de Cubagua e isla de Margarita, posiblemente era esta una estrategia de resguardo frente a posibles situaciones bélicas con otros grupos de la región. A partir de la cerámica encontrada podemos establecer conexiones de esta isla con un entorno más amplio, al indicarnos este tipo de evidencia que estos pescadores y recolectores marinos procedían de la península de Araya, a lo que llegamos a través de la identificación de alfarería del estilo Punta Arenas, de la serie Dabajuroide del occidente de Venezuela.

El material recuperado se caracterizó por poseer engobe rojo sobre pintura blanca y estar asociado a lascas de cuarzo y partes de Strombus gigas. Este estilo cerámico es similar a los estilos Punta Arenas del Estado Sucre y Guaraguao del Estado Anzoátegui, pertenecientes al Periodo IV de la Cronología de Cruxent & Rouse, y fechados entre 450 y 800 A.P. Otra de las localidades de importancia para comprender los distintos paisajes regionales que pudieron estar asociados a Cubagua es la Laguna de Campoma, ubicada en el Estado Sucre, lugar en el que las investigaciones arqueológicas documentaron la existencia de un área que sirvió de asentamiento y también para explotación de recursos, contemporánea a las estaciones cerámicas de Playa Guacuco en Margarita, La Aduana en Cubagua, Punta Arenas en el Estado Sucre y Guaraguao del Estado Anzoátegui, todas relacionadas con la serie Dabajuroide del Estado Falcón (Wagner, 1977).


Figura 8.
Paisaje Macro-regional asociado al Paisaje originario Cerámico Montano (1150 D.C. a 1500 D.C.).

5. CONCLUSIONES

Esta investigación se inició como parte de una serie de inquietudes que surgieron en el año 2008, durante nuestra permanencia por motivos laborales en la isla de Cubagua. En este entorno insular se encuentran plasmadas las huellas de las prácticas y formas de habitar de distintos grupos humanos que a través del tiempo han explotado sus espacios marítimos. A través de las distintas formas de habitar presentes en esta isla, se identificaron dos paisajes prehispánicos. En base a las nuevas evidencias se reconocieron diversas prácticas de obtención de moluscos y sus variaciones a través del tiempo y se demostró que Cubagua ha formado parte de un paisaje insular macro, donde se ha constituido como una extensión de la tierra firme.

La nueva evidencia arqueológica es expresión de las formas de habitar del paisaje insular. Los paisajes identificados fueron: Paisaje originario Conchero de Borde (2280 A.C. a 231 D.C.), caracterizado por indicadores arqueológicos tales como objetos líticos y de concha; así como también construcciones monticulares producto de la extracción de moluscos, dispersiones de objetos y mamposterías en las zonas de cerros, asociadas a campamentos para la pernocta, y la presencia de restos de moluscos procedentes de espacios marítimos abiertos y lagunas costeras y manglares, posibles paleo-ambientes que existieron en este entorno insular.

El segundo paisaje que se identificó fue el Paisaje originario Cerámico Montano: (1150 D.C. y 1500 D.C.), paisaje caracterizado por su establecimiento en una mayor proporción en las zonas de los cerros centrales de Cubagua; y cuyos indicadores identificados tuvieron que ver con la presencia de posible cerámica del estilo Punta Arenas de la serie Dabajuroide. Estos sitios expresan una tendencia al abandono de concheros y objetos líticos; y un descenso en la recolección de moluscos, por lo que los restos alfareros y campamentos no se asocian a concheros, sino más bien son dispersiones ubicadas entre los matorrales que se encuentran en la parte alta de las montañas, quizás como medida de protección frente a otros grupos.

De acuerdo con esto, el estudio arqueológico de los paisajes insulares plantea ciertas complejidades, motivado a que las islas como Cubagua, son eslabones de una cadena de relaciones más amplia, que deben ser entendidas en su contexto histórico. Por lo tanto los paisajes han sido moldeados una y otra vez por las circunstancias y particularidades históricas; y a su vez son entornos mixtos, ya que en ellos confluye lo marítimo y lo terrestre, así como también la experiencia, sistemas de creencias y estrategias de subsistencia de quienes los construyen, modifican e interpretan; por tal razón en esta investigación hemos planteado que los paisajes son expresiones de la vida, son dinámicos, son complejos, son reciclables, varían con cada ocupación.

Material suplementario
BIBLIOGRAFÍA
ANDEL, Tj. van and H. Postma. 1954. Recent sediments of the Gulf of Paria: reports of the Orinoco Shelf Expedition. Vol I. Amsterdam: Vherbandelingen der Koninklijke Nederlandse Akademie van Wetenschappen, afd. Natuurkunde, eerste reeks, 20, No 5 Amsterdam.
AYALA, C. 1994-1996. “La etnohistoria prehispánica guaiquerí”. En: Revista Antropológica, N° 82, Fundación La Salle, Caracas. pp. 5-127.
BOOMERT, A. 2010. “Crossing The Galleons’ Passage: Amerindian Interaction and Cultural (Dis) Unity Between Trinidad And Tobago”. En: Journal of Caribbean Archaeology, Special publication # 3. Faculty of Archaeology. The Netherlands. pp 106-121.
CRUXENT, José María e Irving Rouse. 1963. Arqueología Cronológica de Venezuela. Vol. 1 y 2. Ernesto Armitano Editores, Caracas.
CRUXENT, José María e Irving Rouse. 1982. Arqueología Cronológica de Venezuela. Ernesto Armitano Editores, Caracas.
FEWKES J. 1914. “Prehistoric objects from a shell-Heap at Erin Bay, Trinidad”. En: American Anthropologist. Vol. 16. pp. 200-220.
GRAMBERRY J. & G. Vescelius .2004. Languages of the precolumbian Antilles. The University of Alabama Press.
INGOLD, T. 2000. The Perception of Enviroment. Routledge Ed. London.
MIRÓ Orell, M. 1974. Morfología submarina y sedimentos marinos recientes del margen continental del Nororiente de Venezuela. Publicaciones de la ONU, Cuadernos Azules. pp. 230.
ROUSE, Irving. 1983. La Frontera Taina, su prehistoria y sus precursores. Seminario sobre la situación de la investigación de la cultura Taina. Comisión Nacional para la celebración del V Centenario del descubrimiento de América. Madrid. pp. 25-36.
SANOJA, Mario. 1979. Las Culturas Formativas del Oriente Venezolano. Academia Nacional de la Historia. Caracas.
ROUSE, Irving. 1989. “Origins of Cultivation around the Gulf of Paria, Northeastern Venezuela”. En: National Geographic, Vol. 5, pp. 446-458.
ROUSE, Irving. 1995. Gente de la Canoa: Economía Política de la Antigua Sociedad Apropiadora del Noreste de Venezuela. Fondo Editorial Tropykos, Caracas
SANOJA Mario e Iraida Vargas. 1991. Antiguas Formaciones y Modos de Producción venezolanos. Monte Ávila Latinoamericana. Caracas.
WAGNER, Erika. (s/f). “Nueva Cádiz”. En: The Christopher Columbus Encyclopedia New York: Simon & Schuster Ed.
Notas
Notas
1 La señalética corresponde a la generación de dispositivos de información visual que contengan aspectos descriptivos de los elementos susceptibles a ser musealizados, mientras que la señalización corresponde a la indicación de la ubicación de dichos elementos, vías de acceso, servicios, lugares de interés, entre otros.

Plano 1.
Ubicación de la isla de Cubagua.

Plano 2
Ubicación de los sitios arqueológicos que tradicionalmente han sido estudiados por la arqueología en la isla de Cubagua.
Cuadro 1.
Aportes en términos de sitios arqueológicos y artefactos aislados a la información conocida para la isla de Cubagua


Plano 3.
Distribución espacial de los sitios arqueológicos (círculo) y artefactos aislados (triangulo) de la Clase Cronológica I.

Figura 1.
Gubia modificada con bisel, Clase Cronológica I (2280 A.C. a l231 D.C.).

Figura 2
Martillo lítico.

Plano 4.
Distribución espacial de los sitios arqueológicos (círculo) y artefactos aislados (triángulo) de la Clase Cronológica II.

Figura 3
Fragmento de Cerámica, Estilo Krasky (1150 D.C. a 1500 D.C.).

Figura 4
El habitar y su relación con las bahías que resguardan las praderas de Thalassias, Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.).

Figura 5.
El habitar y su relación con los antiguos manglares, Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.)

Figura 6.
Paisaje Macro-regional asociado al Paisaje prehispánico conchero de borde (2280 A.C. a 231 D.C.)

Figura 7.
El habitar y su relación con los antiguos manglares, Paisaje Prehispánico Cerámico Montano (1150 D.C. a 1500 D.C.).

Figura 8.
Paisaje Macro-regional asociado al Paisaje originario Cerámico Montano (1150 D.C. a 1500 D.C.).
Buscar:
Contexto
Descargar
Todas
Imágenes
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por Redalyc