Revitalización de la lengua y la cultura a través de la música
Revitalization of language and culture through music
Revitalización de la lengua y la cultura a través de la música
Boletín Antropológico, vol. 35, núm. 94, pp. 274-294, 2017
Universidad de los Andes
Recepción: 06/07/17
Aprobación: 22/11/16
Resumen: El presente trabajo aborda la problemática de la construcción identitaria de grupos musicales integrados por jóvenes indígenas quienes se encuentran revitalizando su cultura, y por ende su lengua, a través de la música desde el momento de preservar y fusionar los elementos de la cultura con la modernidad. El trabajo de revitalización manifiesta la preocupación de los agentes quienes con sus propuestas de música como es el rock, el ska, el punk metal entre otros dejan entrever la realidad social en la que se encuentran sumergidos los pueblos originarios.
Palabras clave: coexistencia lingüística, revitalización de la lengua y la cultura, música.
Abstract: The present work addresses the problematic of the identity construction of musical groups composed of indigenous youth who are revitalizing their culture, and therefore their language, through music from the moment of preserving and merging the elements of culture with modernity. The work of revitalization manifests the concern of the agents who, with their music proposals such as rock, ska, punk metal, among others, allow glimpsing the social reality in which the original peoples are submerged.
Keywords: linguistic coexistence, revitalization of language and culture, music.
1. ANTECEDENTES
La coexistencia de la diversidad lingüística no es nueva, debemos recordar que desde antes de la conquista ya habían grupos sociales que convivían entre sí, otras culturas, las cuales contaban con su propia lengua como la teotihuacana, la zapoteca, la maya, la mixteca, la mexica, el tolteca (Garza Cuarón, 1990), entre otras, y que estaban sometidas por la lengua del imperio, es decir por la lengua náhuatl, considerada como una lengua franca1.
Así encontramos que la cultura mexica “empezó a imponer como lengua oficial [el nahúatl] en todo el imperio y fue adquiriendo prestigio como lengua de poder y de cultura” (Garza Cuarón, 1990: 36). Con esto se garantizaba la obediencia de los pueblos dominados porque introducían un sistema de organización político, social y económico, en todas aquellas civilizaciones que tenían bajo su dominio.
León-Portilla (2014) comenta que los pueblos que impusieron su lengua sobre aquellas civilizaciones conquistadas asignaron, en los pueblos dominados, un sistema de organización económica y política; ahora bien la imposición de la lengua no significaba que también implique la imposición de una cultura y una lengua en todo el imperio. No es hasta la llegada de los españoles que empieza a cambiar la situación de las civilizaciones debido a la imposición de la cultura, la religión e inclusive de la lengua.
El nuevo orden social y cultural trae consigo la imposición de una creencia ideológica que tenía la consigna de la homogenización de la lengua y de las prácticas sociales y culturales, en 1770 se da la orden de la prohibición del uso de las lenguas vernáculas (Valadés, 2014), sin embargo, los misioneros desobedecen las ordenes, porque su misión no era castellanizar sino convertir a los indígenas al cristianismo. Lo que da como resultado que las lenguas maternas, aun convivan con la lengua dominante. Con la prohibición de las lenguas maternas también se impedía el intercambio del sistema de expresión de ideas, con el cual los seres humanos nombran su realidad.
Nante Cruz (2011) menciona que es a partir de las palabras que podemos nombrar el mundo, a través de categorías simbólicas que simplifican la realidad y le dan sentido a la cotidianidad. Los seres humanos utilizan el lenguaje para clasificar, tipificar objetos y cosas en la medida en que construye su realidad. Con la conquista se legitima la importancia del español sobre las lenguas originarias y comienza la extinción del sistema de creencias y las muchas maneras de nombrar, concebir el mundo y sus realidades.
Finalmente no es hasta 1887, con la aprobación política de Porfirio Díaz, que Justo Sierra (citado en Valadés, 2014: 516) plantea la destrucción de las lenguas vernáculas en México, con la enseñanza primaria, para así continuar con la construcción ideológica colonial de la lengua de poder y de prestigio, imponiendo en la memoria colectiva de todos los individuos la creencia y los estereotipos del ser indio. Con esto se institucionaliza en todos los órdenes gubernamentales el uso de la lengua de poder, lo que trae consigo la persecución de todos aquellos hablantes de una lengua distinta al castellano.
2. LA SITUACIÓN DE LAS LENGUAS ACTUALMENTE
El español comparte su existencia con 11 familias lingüísticas, 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes lingüísticas (Valiñas, 2014) y la mayorías de las agrupaciones indígenas se encuentran en riesgo de dejar de hablar su lengua porque constantemente son bombardeadas por la discriminación que aún persiste en la actualidad.
Si bien existen políticas lingüísticas que garantizan la supervivencia de las lenguas de los pueblos originarios, la cuales tratan de proteger y otorgar a la gente de los pueblos minoritarios el reconocimiento de sus derechos culturales ante el gobierno del Estado, también es cierto que en México se reconoce su “composición pluricultural sustentada por sus pueblos indígenas2” (Instituo Nacional de Lenguas Indígenas, 2009) y sin embargo siguen siendo invisibles ante el gobierno del estado por su estado de marginación de esta forma:
Estos fenómenos encuentran su explicación en las realizaciones concretas del sistema; es decir, en la historia externa de la lengua, en la palabra situada y contextuada culturalmente, en la conciencia lingüística de los hablantes y en las consecuencias sociales de sus actos de habla que, en sus manifestaciones cotidianas, llenan a menudo una función comunicativa desigual (Pellicer, 1997: 274).
La marginación que sufren actualmente los hablantes de las lenguas originarias tiene un legado histórico, ya que se remonta a la desigualdad social y cultural que se originó en la época colonial. La desigualdad social y cultural no es otra cosa que patrones de conductas aprendidas en la legitimidad de los actos de habla. En los discursos se legitima la diferencia del otro, donde es constantemente invisibilizado, humillado, denigrado y marginado.
Es a través de la lengua que se denota la situación social, étnica, política, ideológica, religiosa y cultural de los sujetos hablantes. El lenguaje encierra la relación que existe en las clases sociales y las valoraciones culturales (Lomas, 1999) que se producen en las interacciones entre los sujetos. En otras palabras, los seres humanos utilizan el lenguaje para legitimar o deslegitimar a los otros. Se legitima aquellos quienes forman parte de nuestra cultura, clase social, creencia política, etcétera y se deslegitimiza a quienes no la comparten.
La marginación que sufren los hablantes de las lenguas originarias se deriva de la desigualdad social y cultural originada desde la época colonial. Dicha desigualdad se debe a los patrones de conductas aprendidas y repetidas en la legitimidad de los actos de habla. El discurso es una actividad humana que tiene una intencionalidad, su propósito es el de efectuar el acto comunicativo (Van Dijk, 2001) en donde los sujetos interpretan y otorgan una intencionalidad al acto comunicativo. Ahora bien, son esas interpretaciones las que provocan el desprecio de las indígenas porque:
Cualquier proceso comunicativo presupone simultáneamente, la existencia y la producción de un código compartido y de una diferencia. Para que cualquier elemento que pueda ser imaginado pueda devenir efectivamente un significante es imprescindible que haga sentido en el interior de una determinada estructura de significación (Grimson, 2000).
El proceso comunicativo reconoce el uso de códigos que son socialmente compartidos en las comunidades de habla, ya que los sujetos a través de ella transmiten ideas, creencias y representaciones del mundo los cuales se legitiman por los mismos miembros en las prácticas sociales pero sobre todo por las instituciones que norman la vida en sociedad.
Jojannson (2014) menciona que existe un debate entre las lenguas indígenas y el español ya que tiene resonancias culturales debido a que muchas de los hablantes de lenguas originarias disminuyen su uso llevándolas a la extinción. De tal forma que, la marginación y el desprecio son factores sociales y culturales por las que las mayorías de las poblaciones nativas dejan de hablar su lengua para hablar la lengua hegemónica.
Ahora bien, Valiñas (2014) afirma que las lenguas en desaparición se pueden calcular en términos generacionales, es decir, que dentro de cincuenta años no habrá ningún hablante nativo. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) escribió cinco escalas en relación a la extinción de la lengua y de la cual Valiñas (2014: 106) rescata cuatro:
Vulnerable: la mayoría de los niños habla la lengua pero su uso se limita a ciertos dominios o espacios (por ejemplo, al hogar). Con esta clasificación hay 52 lenguas mexicanas. 2. Definitely endangered: Los niños ya no aprenden la lengua como materna en casa. Con esta clasificación hay 38 lenguas mexicanas. 3. Severely endangered: La lengua es usada sólo por los abuelos o por las generaciones mayores, mientras que las generaciones jóvenes la pueden entender pero no la hablan ni entre ellos ni con los niños. Con este nivel hay 32 lenguas mexicanas. Y 4. Critally endangered: Los hablantes más jóvenes son los abuelos o bisabuelos. Su uso es poco frecuente y de manera parcial. Con esta clasificación hay 21 lenguas mexicanas.
Actualmente son los hablantes más jóvenes son los que se encuentran en estado más vulnerable. Los jóvenes han dejado de usar su lengua porque sus padres ya no se las enseñan, otros sólo utilizan su lengua en espacios de lo familiar donde nadie los puede escuchar, y otros más la entienden pero no la hablan. Estos procesos de vulnerabilidad son los que paulatinamente acaban por extinguir el uso de las lenguas indígenas. Y cada día se suman más factores que están permeando en la reducción de los espacios para el intercambio comunicativo de los hablantes de los pueblos originarios.
Para finalizar, León-Portilla (2014: 41) menciona que hay “personas, sociedades y Estados que tratan de imponer su propia lengua prohibiendo las de sus minorías y acosando a quienes pretenden mantenerlas viva a la suya”. La realidad es, para muchos hablantes de lenguas, que aún persiste una guerra de lenguas (León-Portilla, 2014), es decir, aún existen intentos por imponer una lengua por otra, porque como se ha comentado líneas arriba todavía continua la creencia de que las lenguas indígenas no son lenguas sino dialectos y que hablarla es denigrante.
Es por ello que el trabajo que hacen las políticas lingüísticas no es suficiente, porque la realidad supera todas las acciones que dicen estar combatiendo, en otras palabras los pueblos indígenas siguen teniendo los más altos índices de marginación, según el censo del INEGI del 2010.
Hay que tomar en cuenta que en los grupos indígenas la población más vulnerable son los jóvenes, quienes al tener contacto con otras culturas y al estar a la merced de la discriminación, dejan de hablar su lengua por diversas razones: la primera es que los adultos, padres, han decidido no enseñarles la lengua materna a sus hijos por miedo de que ellos sufran alguna discriminación y para que tengan mejores condiciones de vida; la segunda es porque los más jóvenes se avergüenzan hablar su lengua por lo que niegan pertenecer a una etnia donde se hable alguna lengua materna distinta al español; la tercera es porque los jóvenes, al estar en contacto con las nuevas tecnologías de comunicación comienzan a simpatizar con las nuevas culturas e intentan imitarlas, lo que produce un cambio en la configuración cultural.
Sin embargo las nuevas tecnologías si bien han ocupado un lugar dentro de la perdida de la lengua, también es cierto que ha producido un efecto bueno en algunos grupos de jóvenes indígenas que ven en los procesos de aculturación una oportunidad para revitalizar su cultura y por ende su lengua.
3. LA MÚSICA COMO MEDIO PARA LA REVITALIZACIÓN DE LA CULTURA Y LA LENGUA
A México la modernidad llegó a la velocidad de los cambios tecnológicos, que sugieren la construcción de nuevas realidades de individuos quienes no están acostumbrados a las trasformaciones repentinas que con lleva el estado de los objetos o cosas. Los grupos étnicos comienzan a tener, cada día más, contacto con las nuevas tecnologías de la información, cabe aclarar que son los jóvenes quienes están familiarizados con dichas tecnologías pues son los que interactúan constantemente con ellos.
Las creencias, costumbres y usos que hasta ahora se transmitía a través de la oralidad empiezan a tomar nuevas significaciones porque los jóvenes comienzan a interactuar en los espacios de la globalización. Son en los espacios de la globalización que los jóvenes pueden entrar y salir fácilmente (Zebaúa Carbonel, 2011). Los jóvenes indígenas son capaces de interactuar en ambos mundos sin que esto signifique que pierdan la esencia de su ser pero los jóvenes empiezan a remplazar algunos usos por otros debido a la aculturación que significa la práctica de la globalización.
En el mundo de los pueblos originarios, los consumos culturales y la globalización han llegado a transformar los espacios que habitan los jóvenes indígenas lo que posibilita la emancipación, les da la libertad de “deshacerse de las ataduras que impiden o constriñen el movimiento para comenzar a sentirse libres de actuar y moverse” (Bauman, 2003: 21), en otras palabras, los jóvenes ven la oportunidad de revitalizar su cultura pero también la posibilidad de re-significar el ser indígena.
La interacción con los otros conlleva una aculturación (Aguirre Beltrán, 1957), es decir la posibilidad de perder algunos elementos de su cultura para la adaptación de la otra, lo que acarrea que la cultura se confronte con las nuevas actitudes y gustos de los jóvenes que descubren en la modernidad. No se puede negar que con la llegada de la globalización y las nuevas tecnologías de la información han posibilitado en gran medida el aceleramiento de la aculturación de los jóvenes tsotsiles, tseltales, mams, tojolabales, ch’oles, zoques, entre otros, quien se encuentran en constante interacción con aquellas herramientas que acercan más y más rápido a las fronteras globales.
Así la música tradicional, que hasta hace poco, se mantenía viva en la memoria colectiva (Giménez, 2009) de los pobladores, como es el caso de muchos de los pueblos de originarios, actualmente se encuentra perdiendo terreno por música que tiende a transformar los gustos de la población. La pérdida de la música tradicional es un factor de perdida de la identidad entre los individuos de una región, ya que lo anterior les da un sentido de “pertenencia social [lo cual] implica compartir, aunque parcialmente, los modelos culturales (de tipo simbólico-expresivo…comparten en mayor o menor grado dogmas, credos y prácticas culturales” (Giménez, 2007: 63). No obstante, la música tradicional –el pito, la flauta y la tambora– pierden fuerza entre los grupos de jóvenes de los pueblos originarios, quienes se interesan por nuevos géneros musicales debido a la globalización.
La música tradicional se ha ido sustituyendo por los consumos culturales que marcan los espacios de los pueblos originarios. Las nuevas realidades tienen gran impacto entre los jóvenes, quienes son finalmente los consumidores de dichos procesos exógenos dando como resultado la conformación de grupos musicales de jóvenes indígenas quienes tienen la inquietud de tocar ska, rock, hip hop, heavy mental, punk mental entre otros, géneros musicales, en su propia lengua, es decir, en zoque, tsotsil, tseltal, tojolobal y mam.
El rock ha permeado en todos los estratos socioculturales lo que produce un cambio significativo en las identidades sociales de aquellos quienes las consumen. Los procesos simbólicos y culturales que emergen en la fusión de géneros musicales, como el rock y la música étnica dan como resultado al rock, el ska, el heavy metal, pop rock en lengua materna. El proceso de hibridación posibilita observar cómo los espacios vividos son transformados para la configuración de nuevas identidades, consumos culturales y preservación o revitalización de la cultura y de la lengua materna.
Ahora bien, debemos entender que la revitalización de la lengua y la cultura está pensada en términos de revertir la sustitución de las lenguas minoritarias –y su cultura– ante el uso inminente de las lenguas mayoritarias, logrando rescatar los elementos culturales que ellas poseen. Es por ello que hablar de revitalización de la lengua y la cultura no debe ser pensada únicamente en trabajar con aquellas culturas que tengan pocos hablantes, sino trabajar con aquellas culturas quienes las poblaciones más jóvenes ya no quieren o están interesadas en hablar o aprender su lengua so pretexto de no formar parte de una lengua y cultura de prestigio, son estas poblaciones son las que se encuentran en peligro de extinción debido a que los jóvenes son los que se dedican a preservar y reproducir la cultura, y por ende, su lengua.
Describir las eventualidades de la vida cotidiana, por la necesidad de protestar ante una injusticia, de redimir una cultura, de crear conciencia a través de la música, con este sentimiento de rebeldía los jóvenes indígenas empiezan a formar bandas de rock, ska, punk mental, heavy metal, pop rock porque sienten la necesidad de evidenciar la realidad de la vida cotidiana de las poblaciones indígenas, de esas poblaciones que ahora se hacen visibles porque tienen una voz, joven, que los representa.
Las bandas indígenas de los diversos géneros musicales ahora reclaman, nuevamente, sus derechos:
Constituye la aparición en la escena pública de sujetos colectivos cuyas demandas estaban con anterioridad subsumidas en proyectos globales. Estos grupos (mujeres, jóvenes, gays, minorías étnicas, etc.) reclaman el reconocimiento de la especificidad de sus demandas y de su modo de operar (Cousinet, Padilla, Etepa, y de Luca, 2009: 17).
Los grupos de los diversos géneros musicales reclaman su lugar en el mundo y la necesidad de manifestar sus creencias, de revitalizar su lengua, su cultura, reivindicar su origen étnico pero sobre todo protestar ante los acontecimientos de la vida cotidiana, donde la discriminación aún perdura en la memoria colectiva de los otros. Y fue gracias a la música, pero en específico al rock, que se ha logrado la creación de nuevas formas de revitalizar la cultura y la lengua de los grupos minoritarios que se encuentran bajo la incesante mirada de aquellos quienes desaprueban sus acciones y los discriminan.
Es así que la revitalización (Costa, 2010) aparece como un paradigma emergente por la necesidad de conservar la memoria histórica, que únicamente se reproduce por la tradición oral, en grupos de hablantes que comprenden y nombran el mundo de acuerdo a su relación con ella. Es por ello que pensar en la revitalización, sobre todo de la lengua, es pensar en una metáfora biológica (Vargas García, 2014) que hace referencia a dar vida a algo que se creía extinto.
Sin embargo, como se había comentado, la revitalización no trabaja únicamente con lengua que tengan pocos hablantes, sino se encarga de la preservación de esa memoria colectiva que se encuentra amenazada por la coexistencia de una lengua hegemónica que la presiona para estandarizar y homogenizar a un conjunto de conocimientos. Por ello los grupos de rock y ska de jóvenes tsotsiles, tsentales, zoques, mams y tojolabales tienen la difícil tarea de revitalizar su lengua y su cultura, de hacer que éstas permanezcan ante los cambios de los constantes cambios globales, ante la constante lucha entre el prestigio lingüístico y de la cultura hegemónica.
Para Vila (2000: 34) “la música refleja o representa a actores sociales particulares” que dejan visualizar la posición social económica, social y cultural. Tanto el rock en tsoltsil, tsental, mam hasta hace unos pocos años este género empieza a tomar gran auge entre los grupos juveniles de la región de San Juan Chamula, Zinacantán, Ocotepec, entre otros, transforman así un territorio que hasta hace poco no había sido impacto por la globalización. Este movimiento social aparece en la escena social con la necesidad de revindicar una cultura y una lengua que es dominada por la cultura hegemónica por ello los grupos de rock tienen “demandas específicas y en algunos casos únicas, y no pretenden la toma del poder sino el ejercicio de presión sobre el Estado para lograr satisfacerlas” (Cousinet, Padilla, Etepa y De Luca, 2009: 25).
El rock es producto de los consumos culturales que los jóvenes tsotsiles, tseltales, zoques, etcétera que se han apropiado para la reconfiguración de su identidad. Sin embargo, se observa que los procesos endógenos están afectando a la industria cultural, esto es, la representación cosmogónica, los credos y las prácticas culturales se están transformando gracias al rock. Este género musical ha posibilitado que un grupo de jóvenes revindiquen la identidad y preserven su lengua materna (Tapia, 2014), entre quienes ya no la querían hablar.
Las manifestaciones que se dan a través del rock obedecen a que lo político se encuentra mediatizado por lo cultural y el potencial de los movimientos sociales radica en su capacidad de renovación de los patrones socio-culturales, a través de una práctica oculta o marginal que cuestiona y resiste la cultura central o dominante. La construcción de la identidad y la conformación de nuevos sujetos es la clave que explica la atracción de estos nuevos espacios de participación general en las minorías (Cousinet, Padilla, Etepa y De Luca, 2009: 25).
Es la música el medio idóneo para la revitalización de la cultura, pues preserva las formas de comprender el mundo, de nombrarlo entre los jóvenes quienes ahora se preocupan por mantenerla entre los más vulnerables.
La música forma lazos poderosos para la reconstrucción de identidades juveniles, que se encuentran transitando entre lo local y lo global. En el momento en que escuchamos música nos afiliamos a comunidades de práctica donde manejamos códigos específicos, símbolos y lenguajes que son propios para el rol que se interpreta en el espacio habitado. Vila (2000: 340) menciona que:
“los múltiples códigos que operan en una presentación musical (alguno de ellos no estrictamente musicales: códigos teatrales, de danza, lingüísticos, etcétera) explicaría la importancia y complejidad de la música como interpelado de identidades, y esto es algo que la distinguiría de otras manifestaciones de cultura popular de carácter menos polisémicos.”
Por consiguiente, el rock se encuentra reconfigurando y reconstruyendo sentidos indentitarios de grupos sociales que se identifican a través de la música; pero también se encuentran recuperando espacios que les han sido arrebatados por los grupos hegemónicos. Espacios donde les era permitido hablar en su lengua, es por ello que los grupos comparten creencias, ideologías, es decir, revitalizan una lengua materna y los elementos culturales que en algún momento se creyeron se estaban perdiendo por el desuso de las prácticas sociales.
Todo parece indicar que los nuevos discursos descolonizados son generados por los jóvenes quienes se empoderan y emancipan de las cadenas que subyugan el ser indígena. Para Cousinet, Padilla, Etepa y de Luca (2009) el rock constituye una forma de resistencia móvil y transitoria porque la música es capaz de trascender las fronteras de la lengua y de los estratos sociales lo que permite que el movimiento social brinde una reestructuración de comprender al otro desde su propia mirada. Zebadúa Carbonel (2011: 39) comenta que:
“[las] juventudes están agregando a sus referentes una considerable cantidad de elementos que provienen de afuera de sus culturas originarias pero, al mismo tiempo, ello hace que renueven su esencia y las hace identificarse como parte de un proceso que a veces va más allá de su comunidad, incluso en espacios transnacionales. Elementos como la moda, música (especialmente el pop, el reguetón y el rock, en las regiones rurales e indígenas) y la mencionada influencia de los medios de comunicación masiva hace de los jóvenes indígenas una interesante composición cultural que necesariamente repercute en la manera de ver el mundo y sus construcciones identitarias.”
Lo anterior pone en evidencia que las identidades se encuentran reconfigurándose, debido a la industria cultural, como lo es la música, y por lo tanto, también existe una evolución y transformación (Giménez, 2007) del territorio donde emergen dichas identidades. La música genera la transmisión hacia las nuevas generaciones legando el conocimiento ancestral que poco a poco se ha ido perdiendo porque ya son muy pocos los que desean preservarla.
El espacio geográfico de San Juan Chamula, Zinacantán y de Ocotepec se ha visto determinando por el incipiente desarrollo exógeno de la región, es decir, el desarrollo económico del territorio impacta en las prácticas socioculturales de una comunidad, modificando de tal forma el espacio localizado (Rosales Ortega, 2006), lo que se traduce como las desigualdades en los espacios territoriales o regionales provocando una inestabilidad económica que, hasta cierto punto, impacta en las identidades de los jóvenes tsotsiles, haciéndolos conscientes de la creciente necesidad por concienciar a los más jóvenes de recuperar la lengua y la cultura que cada día pierde terreno por la lengua hegemónica.
La música, como construcción simbólica, ha transcendido los espacios sociales. Ha permitido una reconstrucción de los espacios vividos (Bataillon, 1993), y una re-significación del territorio donde los jóvenes tsotsiles han modificado sus prácticas culturales, han renovado y puesto en la mira su cosmovisión, su lengua, su corporalidad, en otras palabras han reivindicado su cultura.
Tapia (2014) resalta el hecho de que son tres los espacios donde los amantes de la música se afilian, para compartir el intercambio simbólico; el primero es un espacio generalizado y caracterizado por aquellos espacios sociales donde el individuo se mueve, por ejemplo la escuela, el transporte, etcétera. El segundo es el espacio de los grupos cercanos, por ejemplo la familia y es aquí donde los gustos musicales empiezan a tomar forma y sentido, éste es el primer acercamiento con lo que se conoce musicalmente hablando. Y el tercero es un espacio íntimo o subjetivo, en este se independiza el gusto musical de las personas y se convierte en vínculo que transitorio para la nueva conformación de una identidad.
Los espacios se ven transformados gracias a que la música visibiliza a la juventud indígena. Son los espacios de discriminación cuando se empieza a gestar la pertenencia y la necesidad de transformar espacios vividos, aquellos donde el otro no tiene que ser el otro sino un nosotros. Es ahí cuando empieza a hacerse conciencia del lugar de pertenencia.
Damián Martínez, vocalista de Sak Tzevul3 menciona que la discriminación no sólo es por parte de los caxlanes, sino es por parte de ambos, del indígena y del caxlan. Por una parte era discriminado porque no hablaba la lengua tsotsil en un espacio donde se hablaba y por ende era considerado un caxlan, pero también era discriminado por los otros porque vivía en Zinacantán y por ende era indígena. La no pertenencia del espacio vivido llega a causar estragos para un niño que empieza a comprender la importancia de conocer sus raíces, su cultura, sus tradiciones, su cosmovisión y su lengua por lo que decide aprenderla.
La discriminación que sufrieron de niños por pertenecer y no pertenecer a ambas culturas, son estigmas (Goffman, 2006) que se encuentran tatuadas en la piel. Y estos estigmas son los responsables para que Damián, junto con su hermano Enrique, pensaran en la conformación de una banda de rock en su lengua materna para revitalizar la cultura y su lengua.
Y es con el movimiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional –de aquí en adelante EZLN–, que se empieza a visibilizar a los grupos más marginados de la población mexicana, quienes resultan ser los pueblos indígenas por todo el antecedente histórico desde la conquista de los españoles.
Ambos movimientos son importantes para los Altos de Chiapas, porque ambos ponen en la mira del mundo un estado que cuenta con la mayor diversidad de lenguas maternas, que demanda ser escuchados y que exigen sus derechos ante un gobierno que los margina, los reprime, los discrimina por el simple hecho de ser indígenas. El proyecto de hacer música rock en lengua tsotsil se consolida cuando empieza a extenderse entre los jóvenes de la misma población quienes también se encuentran interesados de expresar sus emociones, su acontecer de la vida cotidiana, de enunciar los problemas que viven actualmente, pero sobre todo, de la preocupación de hacer algo en su lengua en pro de la cultura y de todos elementos que de ella deviene. La discriminación no es únicamente de un solo lado, es bidireccional y se necesita la re-significación de los espacios para motivar un cambio en las formas de mirar al otro.
Los grupos de rock, ska, punk metal como Sak Tzevul, Lumaltok Vayigel, Yibel Jme’Tik Banamil, Lekilal, Kojama, La sexta vocal entre otros son grupos conformados por jóvenes que hablan una lengua materna distinta a la dominante y por aquellas personas que tienen únicamente por lengua materna el español. La convergencia cultural también abre el paso a pensar en la modernización de un cambio cultural hecho por los mismos integrantes de la comunidad quienes son los que reconocen cuáles son los elementos que deben ser revitalizados para la preservación y reproducción del mismo.
Y los elementos que se ven en la necesidad de revitalizar son aquellos que están relacionados con las tradiciones por ejemplo el rescate de una danza zoque que se está perdiendo porque ha entrado en desuso por los pobladores y ha sido sustituida por otras danzas más occidentalizadas.
El grupo de ska La sexta vocal escribe una canción llamada Coadam –tambores– y en ella hablan la danza de la calavera que se realizaba en una época determinada del año, y también hace referencia a la fiesta del tigre ambas se llevaban a cabo en Ocotepec pero que ahora se han ido perdiendo porque ya no hay gente interesada, sin embargo el grupo logra revitalizar su cultura debido a la incorporación de algunos movimientos para realiza un performance en el escenario y que algunos se llegan a plasmar como imágenes en primer álbum de la banda.
Otro ejemplo de la revitalización es la fusión de la música tradicional con elementos musicales más modernos. El Bolonchón música tradicional que se comparte tanto entre los tsotsiles y los tseltales empieza a obtener sonidos más modernos donde las guitarras eléctricas, el bajo, la batería y los sintetizadores le otorgan un carácter más moderno. El Bolonchón es ahora una pieza de rock entre los grupos de rock en tsotsil y tsental que no puede faltar pues les otorga también un carácter identitario a los jóvenes quienes poco a poco se empiezan a interesar nuevamente por su propia cultura y su lengua.
La revitalización también alcanza algunos elementos míticos de la tradición oral y esto se puede observar con la creación de una canción llamada Ipster4 y donde se habla del inframundo zoque y el cual se encuentra constituido por veinte casas. La recuperación de este mito se llevó a cabo entre los miembros más grandes de la comunidad porque son los únicos que aún poseen la memoria colectiva de sus ancestros.
La recuperación de los mitos deja en claro que el trabajo de la tradición oral es elemental porque como dice Damián, integrante de Sak Tzevul, desde el momento en que se decide a cantar en lengua materna cualquier tipo de género musical, desde ese momento se incorpora la tradición de cualquier cultura, ya que cada palabra trae consigo su propia cosmovisión.
Los mitos, la leyendas, ritos, danzas son incorporadas a la música para revitalizar y modernizar los elementos que fueron olvidados por el grupo social pero que se están recuperando gracias al trabajo que se encuentran haciendo los grupos de musicales en lenguas maternas.
4. CONCLUSIONES
La revitalización de la lengua y la cultura, a través de la música en lengua materna, es un proyecto importante porque permite ver la urgencia de promover y preservar la cultura de muchos de los pueblos originarios, donde su población más joven ya no desea aprender la lengua porque piensan que su lengua y su cultura es menos ante las demás.
Los bandas de rock, de ska o punk metal visibilizan la discriminación que aún persiste entre las poblaciones y que tienen la necesidad de cambiar la perspectiva del ser indígena, es decir, estos grupos se encuentran comprometidos con la ruptura del ser indígena colocándolos al mismo nivel que los otros. Ellos se convierten en las voces de las poblaciones que se ven como un mismo pueblo, porque han sufrido y han sido tratados de igual forma.
La revitalización se ayuda de la globalización para llegar a más personas y que estas comprendan la emergencia de utilizar bien las tecnologías para su recuperación. Pero también concienciar que con la globalización los grupos más vulnerables son la población indígena más joven, quienes son al final de cuentas quienes salen y entran de lo glocal.
Finalmente, sin duda alguna los grupos música en lenguas maternas –distintas al español– nacen de la necesidad de expresar libremente y de denunciar todo los problemas del quehacer del día a día. Su realidad cotidiana es plasmada en la letra de sus canciones, la revitalización de su cultura aparece en el momento en que los grupos fusionan la música tradicional con los sonidos del rock, del ska, de punk metal son sonidos que modernizan la música tradicional volviéndola más atractiva para la población juvenil. Y que perfomatizan en el escenario con movimientos de algunas danzas tradicionales que han dejado de bailarse, que se enorgullecen de las raíces a las cuales pertenecen transformando su identidad.
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Notas