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El potencial de la antropolingüística en Venezuela
ANTHROPOLINGUISTIC POTENTIAL IN VENEZUELA
Boletín Antropológico, vol. 38, núm. 100, pp. 314-354, 2020
Universidad de los Andes


Recepción: 24 Octubre 2020

Aprobación: 30 Octubre 2020

Resumen: Presentamos una contribución en torno al quehacer antropolingüístico en Venezuela. Es nuestro interés reavivar el debate con relación a los focos de la disciplina, su rumbo, las posibilidades y dificultades que definen su devenir como sub-disciplina antropológica, sus límites y su permeabilidad como campo de producción de conocimiento, terreno formativo y escenario para la acción social en el contexto venezolano. Comenzamos remontándonos a la institucionalización de la antropología en el país en el siglo XX, hurgando en ella para rememorar su nacimiento y el de la antropolingüística en su seno. Posteriormente, aludimos a algunas experiencias, tanto en el plano de la investigación, como en el académico y en el de la interacción con otros actores, principalmente las comunidades locales y el Estado.

Palabras clave: Antropolingüística, Venezuela, quehacer antropologico.

Abstract: We present a contribution on anthropolinguistic work in Venezuela. It is our interest to rekindle the debate in relation to the focuses of the discipline, its course, the possibilities and difficulties that define its becoming as an anthropological sub-discipline, its limits and its permeability as a field of knowledge production, training ground and setting for social action in the Venezuelan context. We begin by going back to the institutionalization of anthropology in the country in the 20th century, delving into it to recall its birth and that of anthropology within it. Subsequently, we allude to some experiences, both at the research level, as well as at the academic level and in the interaction with other actors, mainly local communities and the State.

Keywords: anthropolinguistic, Venezuela, anthropological work.

Sin embargo, el trabajo verdadero comienza ahora, es decir: ha llegado la hora de involucrar a toda la comunidad antropológica, sobre todo a los más jóvenes, a reflexionar sobre las mamás y los papás de la antropología venezolana”

(Amodio, 1998: 16).

1 INTRODUCCIÓN

El presente artículo no pretende ser exhaustivo. Lo más probable es que se quede corto ante la cantidad de cuestiones que merecen atención con relación a los estudios antropolingüístico1 en Venezuela. No obstante, constituye una reflexión en torno al desarrollo de esta sub-disciplina antropológica2 en el contexto local, intentando hacer una modesta aproximación, que busca dar cuenta de la praxis en ese campo de conocimientos, de cómo se ha ido configurando en los últimos años en el país el estudio de las lenguas como hechos culturales y sociales.

Es algo menos que una sistematización cronológica absoluta de las investigaciones y acontecimientos desarrollados en su seno.3 Lo que realmente define el centro de este trabajo, es un profundo interés por dar lugar a una discusión que viene siendo necesaria desde hace algún tiempo. Se trata de los focos de la disciplina, su rumbo, las posibilidades y las dificultades que definen su devenir como rama de la antropología, sus límites y su permeabilidad como campo de producción de conocimiento, como terreno formativo y como escenario para la acción social en Venezuela.

Con esa intención, primero viajamos en el tiempo a través de indagaciones documentales y apelando a la memoria,4 para rememorar algunas referencias claves sobre su configuración en el siglo XX, hemos elegido, de forma un tanto arbitraria y sin ánimos de restarle importancia a otras experiencias en el terreno de la antropolingüística venezolana, que nos permitirán ilustrar el rumbo que ha ido tomando esta hasta el presente.

Conscientes de que nuestra selección y énfasis que haremos en algunos casos concretos, puede no coincidir con el criterio que bien pudieran utilizar otros interesados en la materia, queremos subrayar que, en nuestro interés reina una intención de ejemplificación, que permita poner en evidencia el quehacer en este campo.

Para tales fines, intentamos perfilar ciertas líneas temáticas, sin pretender con ello ser categóricos. Lo que procuramos, es ofrecer una mirada cualitativa (Arvelo-Jiménez y Biord Castillo, 1990:223), sobre el panorama antropolingüístico actual en Venezuela, que sirva de guía para un acercamiento a este campo observando todas sus aristas y asumiendo que es un terreno con gran potencial que espera por ser desarrollado, tanto en el plano de la investigación como en el académico, considerando además la importancia de su impacto social (González y Carrera 2013).

2 INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA ANTROPOLINGÜÍSTICA EN EL PAÍS

Pudiéramos remontarnos hasta el siglo XVI, para resaltar los aportes al conocimiento de las lenguas y las culturas a lo largo y ancho del territorio que hoy es Venezuela y hallaremos las huellas de los misioneros, viajeros y exploradores que se encargaron de recopilar vocabularios, clasificarlos, compararlos con fines muy precisos, principalmente relacionados con el proceso de colonización (Biord, 2020).

También existieron importantes experiencias de investigación etnológicas y lingüísticas desarrolladas durante el siglo XIX que aportan al estudio gramatical, lexicográfico, sociolingüístico, filológico-comparativo y clasificatorio, antes de la institucionalización de la antropología en el plano científico y académico,5 bajo un fuerte espíritu positivista y evolucionista de vena europea, que hoy son reconocidos como antecedentes, bases y fuentes de información de innumerables trabajos antropológicos como de la disciplina en sí misma (Caula, 2010: 71; Biord, 2020:15).

Por cuestiones de espacio no podemos detenernos en estos detalles, pero por fortuna, esta labor ya la han realizado otros investigadores y las han dejado plasmadas en sus contribuciones a la memoria histórica de la antropología, la antropolingüística y campos afines. Entre otros, destacan los trabajos de: Rosenblat (1969); De Armellada (1997); Mosonyi (1989); Freites Barros y Pérez (2004); Amodio (2002); Delgado et al (2011); Biord (2004 y 2020).

El germen institucional de la antropología venezolana data de los años cincuenta del siglo XX. Claras evidencias existen de que se le debe a Miguel Acosta Saignes la primera iniciativa de institucionalizar la disciplina para dar lugar a la investigación y a la formación en este campo (Caula, 2010; Clarac de Briceño, 2010).

Será gracias a la decisión de Mariano Picón Salas, quien abrió las puertas a la antropología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1947 (Mosonyi, 1989: 203; Arvelo-Jiménez y Biord Castillo, 1990: 229), que Saignes podrá darle vida a nuestro campo desde el Departamento de Antropología y Geografía de la Escuela de Historia. En ese espacio el insigne antropólogo formado en México, pondrá esas semillas que tanto él como otros cultivarán, juntos o por separado, contribuyendo al nacimiento de los diferentes recintos de estudio y producción de conocimiento antropológico en el país.

No obstante, será el Departamento de Sociología y Antropología, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la misma UCV, fundado en 1952 (Guardia de Sanz, 1988: 207), el lugar en el que se materializará la profesionalización en antropología bajo las gestiones de otros académicos. El norteamericano George Hill, tendrá en sus manos esta tarea, para la cual también convocó a venezolanos como a estadounidenses, esfera de la que Acosta Saignes6 no formó parte (Caula, 2010; Clarac de Briceño, 2010; Lizarralde, 2014).

En ese escenario, comienzan a tomar forma las cuatro grandes sub-disciplinas de la antropología,7 entre las que los estudios etnológicos y lingüísticos ocupan uno de los puestos, manteniéndose de la mano durante largo tiempo.8

La conformación de la antropología en el seno de la UCV, se produjo sobre el molde de la antropología norteamericana (Arvelo-Jiménez y Biord Castillo 1990: 229; Caula, 2010: 71; Mejías, 2018; Biord 2020), y la antropolingüística no escapó de ello.9 Comenta Guardia de Sanz (1988: 216), que:

“La creación del departamento fue encomendada a personas norteamericanas...fue una de las tantas oportunidades que dio el gobierno de Marcos Pérez Jiménez a la penetración del pensamiento y de la cultura norteamericana...el departamento de Sociología y Antropología fue el resultado del convenio celebrado entre las Universidades Central de Venezuela y la de Wisconsin, de Estados Unidos, en donde esta última ofrecía un programa de cooperación y ayuda a los catedráticos venezolanos a los fines de que mejoraran las técnicas y los métodos de enseñanza y de investigación”.

La formación de los futuros antropólogos, estaba tejida para el momento con la de los sociólogos, con un plan de estudios en común que contemplaba materias de especialización en cada área (Antropología y Sociología). Sólo después de distintas reformas administrativas y académicas, fueron realmente ganando cada una su propio lugar (Guardia Sanz, 1988: 213).

Para 1955, cuando ya el departamento de Sociología y Antropología arribaba al cuarto año de actividades, fue contratada Martha Hildebrandt, lingüista peruana, quien impartiría la materia “Lingüística”,10 como parte del programa del cuarto año de formación (Guardia de Sanz, 1988: 213-217; Wagner y Moreno, comunicación personal).

Es en octubre de 1956, cuando, el departamento se convierte en Escuela de Antropología y Sociología. El plan de estudios volvió a experimentar cambios, extendiéndose de 4 a 5 años para obtener la licenciatura en una u otra mención. Para optar por el título de Doctor en Sociología y Antropología, era necesario “elaborar, presentar y aprobar una tesis de grado” (Guardia de Sanz, 1988: 217; Arvelo-Jiménez y Biord Castillo, 1990: 229).

Bajo este nuevo plan de formación, los estudiantes cursaban Lingüística Descriptiva en el cuarto año y Lingüística Avanzada en el quinto. Pero para este tiempo, los estudios eran fundamentalmente teóricos, pues aunque se contemplaban aspectos metodológicos de investigación, no existía formalmente el desarrollo de actividades de campo.

Fue en 1962 cuando el Consejo de Facultad aprobó el “Reglamento de Trabajo Prácticos de la Escuela de Sociología y Antropología” (respondiendo a la Ley de Universidades), con lo cual tendrían que ofrecerse oportunidades para el trabajo de campo. Esto será crucial, pues significaba la posibilidad real de que los estudiantes se aproximaran al panorama social y cultural del país (Guardia de Sanz, 1988: 219).

Por último, las transformaciones dieron lugar a la creación del Instituto de Investigaciones Sociológicas y Antropológicas dentro de la misma facultad, donde más adelante, la antropolingüística comenzará a tomar más cuerpo gracias a la importante labor de algunos antropólogos, tema sobre el cual volveremos en breve.

3 PROFESIONALIZACIÓN E INVESTIGACIÓN ANTROPOLINGÜÍSTICA LOCAL

Entre los años 1965 y 1975, “se da una primera fase de acercamiento casi informal” a la investigación sobre las lenguas indígenas venezolanas (González Ñáñez et al 1996:74-75. Superado ese tiempo, la Escuela de Sociología y Antropología, como el Instituto de Investigaciones Sociológicas y Antropológicas, comienzan a formalizar las actividades en torno a las lenguas indígenas.

Jorge Mosonyi, Esteban Emilio Mosonyi, Omar González Ñáñez y Rafael López Sanz, serán los protagonistas en el terreno institucional llevando adelante el “Proyecto de Lingüística Indígena de Venezuela” y desempeñándose en el plano docente, construyendo los pilares de la disciplina y un importante precedente en relación a los estudios de la lenguas indígenas, dentro del marco general de la cultura y de las reivindicaciones históricas, sociales y económicas (González Ñáñez et al 1996:74-75; Rago, Comunicación personal).

Sus contribuciones van incluso mucho más allá, protagonizando las luchas contra el etnocidio que se gestaban nacional e internacionalmente. Sin abandonar la academia y la investigación, estrecharon lazos con organizaciones indígenas y con instancias políticas, e impulsaron posturas críticas y acciones contundentes ante el desconocimiento de los pueblos indígenas y la diversidad cultural, promoviendo nuevas políticas indigenistas, como la Educación Intercultural Bilingüe (Mosonyi y Jackson 1993; González Ñáñez et. al. 1996).11

Entre los años 80 y 90, tiempo en el que se produce la separación de las escuelas de sociología y antropología (en 1986, concretamente), se consolida el Departamento de Lingüística y Antropolingüística (DLA), de la Escuela de Antropología (EA) de la UCV.

Junto a los hermanos Mosonyi, González Ñáñez y López Sanz, otros académicosinvestigadores se empeñaron en fortalecer la formación como los estudios lingüísticos y antropolingüísticos en el país.

Desde mediados de los años 60 y en las décadas de los 70 y 80, el grupo de investigación puso en marcha actividades en los estados Bolívar, Amazonas, Delta Amacuro, Apure, Zulia y Anzoátegui, contando además con los colaboradores indígenas que se encontraban adscritos al Instituto de investigaciones. Los estudios en torno a lenguas indígenas se enfocaron en el las lenguas warao, yaruro, kari’ña wayuu, baniva, warekena, yavitero, si bien eran apenas aproximaciones a estos idiomas, fundaron las bases para el desarrollo de nuevas investigaciones en los años venideros (González Ñáñez, et. al. 1996: 74).

Aunque sobre esta etapa, apenas nos encontramos indagando para precisar cómo sucedieron ciertos eventos, además de hacer justicia reconociendo el papel de cada uno de los que estuvieron involucrados en la creación del Departamento de Lingüística y Antropolingüística (DLA en adelante) de la Escuela de Antropología de la UCV, principal espacio de formación en este campo, No cabe duda de que los hermanos Mosonyi fueron pilares de ese proceso inicial (Rago y Ruiz, Comunicación personal).

Posteriormente, otros antropólogos formados en lingüística y antropolingüística, se unieron al equipo del DLA Víctor Rago, Nydia Ruiz, Zaida Pérez y María Eugenia Villalón,12 -quienes se incorporaron a la planta docente en distintos momentos-, comenzaron a darle fuerza a diferentes líneas de investigación.

Otros docentes, como Michel Ascencio, fueron parte de la planta profesoral del DLA. También por un tiempo formaron parte de este equipo Marie-Claude Mattei Müller y Ronny Velázquez. Algunos eventualmente colaboraban estando adscritos a otras dependencias del UCV, como fue el caso de Adolfo Salazar Quijada.13

Surgieron importantes iniciativas, como la creación en los ochenta del Boletín de Lingüística, promovida primordialmente por Rago para dotar al DLA de una publicación como medio para la divulgación de los productos de investigación en este campo, lo que constituía una motivación para los docentes-investigadores, para dar a conocer sus aportes a los estudios del lenguaje y hacer notorio el desarrollo de la disciplina en el seno de la antropología. Fue una experiencia que dio lugar a la búsqueda de “espacios de convergencia” de “cooperación interistitucional” entre el DLA y el Instituto de Filología “Andrés Bello”, vínculo que se formalizó mediante un acuerdo entre las facultades de Ciencias Económicas y Sociales (FaCES) y Humanidades y Educación (FHE), y que ha perdurado en el tiempo (Rago, Comunicación personal). Pero, haremos un alto en la conformación institucional para referir otros tópicos.

4 UNA IMPORTANTE MIRADA CRÍTICA QUE GOZA DE VIGENCIA

Entre los años 80 y noventa, la labor de los antropólogos lingüistas comprometidos con la causa indígena, seguirá dejando su huella. Entre otras importantes actividades, una de las primeras iniciativas en las que se comienza a hacer patente el rol de Esteban Mosonyi en la lucha por el reconocimiento y salvaguarda de los idiomas indígenas, es su participación en el Comité para la defensa de las Lenguas Indígenas de América Latina y el Caribe creado en 1987, el cual coordinó para principios de los noventa. Ya para aquellos tiempos, reconocían la importancia de que la investigación y la acción fueran de la mano, siendo una de sus misiones históricas hacer los llamados de atención necesarios ante las instancias gubernamentales como ante organismos internacionales para que se desarrollen marcos legales y políticas públicas acordes a las necesidades de los pueblos indígenas y demás minorías lingüísticas y culturales.

Paralelo al desarrollo de estudios de tipo lingüístico descriptivo y a su labor docente en la universidad, fue creciendo el compromiso de estos antropólogos. Así como Esteban Mosonyi, Omar González Ñáñez se dedicó de lleno al trabajo por las lenguas indígenas, especialmente arawaka, propiciando reflexiones de gran valor en el plano antropológico, pero también en el terreno de la acción social, siendo la creación de nichos lingüísticos una de las iniciativas en las que trabajó sostenidamente desde los años setenta hasta su reciente fallecimiento.14

Pero aquí nos detendremos para ahondar en la mirada crítica hacia la propia disciplina. A inicios de los noventa, Mosonyi y Jackson (1993) analizaban el panorama de la “Lingüística Antropológica15 del norte suramericano”, especialmente en relación al estudio de las lenguas indígenas.

Desde su perspectiva, este campo se fue transformando en la década de los 70, en el marco de las discusiones y las iniciativas que se gestaron en torno a las políticas indigenistas en Latinoamérica. Previo a esto, entre los años 50 y finales de los 60, catalogan la antropología lingüística como dependiente teóricamente de las grandes teorías, como el estructuralismo y el generativismo; desarrollada bajo “parámetros metodológicos de gran sencillez y... linealidad casi absoluta”, con “elección de tópicos poco complejos y en ocasiones fragmentarios y algo irrelevantes”, “condicionados a continuar con el descriptivismo”, que “no va más allá del presente etnográfico” (OP. Cit.: 281,282 y 286).

También comentan que los profesionales estaban más interesados en describir y publicar que en prestar real atención a la situación de las lenguas. Según los autores, los intereses estaban puestos en constatar la existencia de las lenguas pero no su estado (vitalidad, peligro, desplazamiento, etc.). Incluso afirman que muchos lingüistas, o eran indiferentes ante el estado de las lenguas indígenas, o contribuían a la “castellanización” en ciertas comunidades indígenas, estando al servicio de organismos gubernamentales interesadas en la estandarización lingüística bajo el idioma dominante, sin ningún tipo de consideraciones éticas (Op. Cit.: 283-284).16

Desde su punto de vista, existían un gran aislamiento intelectual y alto grado de especialización lingüística, lo que hacía de la real existencia de una lingüística antropológica. Además apuntan el bajo compromiso que en general existía con las lenguas y los hablantes (Op Cit.: 284):

“La lingüística de mediados de siglo presenta un visión estrecha y unilineal en su quehacer académico; esto dificulta no sólo la colaboración efectiva con disciplinas ajenas, sino con las mismas ramas de la antropología. Ya expresamos nuestras dudas acerca del carácter antropológico de la propia descripción de las lenguas aborígenes, tal como se estilaba en la época. A esto hay que agregar que , la mayoría de los investigadores inscritos de algún modo en el campo de la lingüística, ni se consideraban antropólogo ni les parecía convincente que la opinión académica los asociara con los cultores de la antropología...El lingüista-antropólogo continua siendo, aun hoy, una minoría, y su principal rasgo distintivo es el hecho de trabajar con lenguas aborígenes. En efecto, muy poco se ha investigado entre nosotros sobre las variantes dialectales y populares del español, con criterio antropológico y antropolingüístico” (Op. Cit. 285-286).

Por último, otro factor que estos autores comentan y que años más tarde se sigue haciendo patente es el aislamiento entre investigadores, la desconfianza mutua, factor al que le atribuyen la responsabilidad “...en mayor grado, del lento avance y del limitado desarrollo que aún hoy caracteriza a la lingüística y a la antropolingüística...” latinoamericana (Op. Cit. 287).

Tal caracterización de la antropolingüística, resulta crucial para comprender el estado de la disciplina para aquel entonces en nuestro país como en otros del continente americano. Condición con la que tratarán de romper diversos docentes e investigadores dedicados al campo antropolingüístico en los años subsiguientes, aunque viejas y nuevas dificultades se interpondrán.

5 LA CONSOLIDACIÓN DE LA ANTROPOLINGÜÍSTICA COMO ÁMBITO DE INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN, UNA ARDUA TAREA.

Para el año 1996, los miembros del DLA, describen la actividad en este espacio agrupándola “en dos áreas de trabajo: lenguas indígenas y estudios del español”, definidas de acuerdo a “los intereses particulares” de cada uno de ellos (González Náñez et al, 1996:73).

Los hermanos Mosonyi, Omar González Ñañez y María Eugenia Villalón, serán los que seguirán impulsando los estudios en torno a las lenguas indígenas, mientras que Víctor Rago, Nydia Ruiz y Zaida Pérez se dedicarán a los estudios de español. Cada uno fue perfilando su terreno de investigación (detallados en González Ñañez et al, 1996).

Pese a su comprometido trabajo, estos investigadores advierten en ese período, un conjunto de dificultades que impedían lograr la “proliferación cuantitativa y profundización cualitativa” de su campo:17

“...escasez de investigadores dedicados a la materia, aislamiento de los centros de investigación, así como las discrepancias a veces muy profundas entre las tradiciones intelectuales de los pocos estudiosos, ya que su formación obedece a diferentes antecedentes según los países y las universidades que más han influido en su trayectoria, sobre todo las de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos” (González et al, 1996: 74).

Tales dificultades eran notables. Y se pueden ilustrar no sólo indagando en el DLA, sino en los demás espacios en los que las investigaciones antropológicas se institucionalizaron y fueron cobrando más o menos fuerza en el siglo XX.

Muchos otros factores siguieron jugando en contra de ello y ha persistido. Entre otros cuentan las limitadas posibilidades para darle continuidad a su formación profesional en el contexto local,18 los escasos recursos para desarrollar investigación en campo y la necesidad de que, en el plano docente cubrieran las cátedras de lingüística descriptiva (fonética y fonología, morfología y sintaxis, etc.), lo cual les imposibilitaba para brindar a los estudiantes en formación una aproximación más clara al quehacer de un antropólogo en cuanto al estudio de las lenguas y otros fenómenos del lenguaje.

Ya hemos esbozado en páginas anteriores el perfil de trabajo de los iniciadores de los estudios de lenguas indígenas en este contexto y volveremos sobre tal punto más adelante. Nos detendremos brevemente en el desempeño profesional de los demás miembros del DLA para los años noventa y el rumbo que tomaron en los años siguientes, ya que esto será determinante para comprender el devenir de la antropolingüística en el ámbito universitario.

En cuanto a Villalón, sus investigaciones iniciales se centraron en Guayana, “enfocándose principalmente en tres áreas estrechamente relacionadas...: la lingüística descriptiva básica, los problemas de lectoescritura y el análisis del discurso” (OP. Cit.: 77).

Podremos ver cómo el trabajo de Villalón se mantuvo dirigido a las lenguas de la familia lingüística Caribe, aportando significativamente al estudio clasificatorio de estas lenguas desde novedosas metodologías, como contribuyendo al estudio y fortalecimiento de las lenguas ka’riña, panare y mapoyo, no sólo a través de la descripción lingüística, sino mediante la producción de herramientas para la preservación y la enseñanza del idioma.19 La etnopoética también fue terreno de investigación de Villalón, pero lo que se convertirá en su centro principal será la vitalidad de las lenguas y la puesta en marcha de acciones concretas, tales como proyectos de registro, documentación y revitalización de lenguas en peligro. Incluso llegó a formar parte del equipo de Expertos sobre el programa de la UNESCO “Salvaguardia de las Lenguas en Peligro”, contribuyendo a la Evaluación de la Vitalidad de las Lenguas en Venezuela (UNESCO, 2003).20

Por su parte, la Prof. Zaida Pérez, quien también llegó a estar vinculada al Instituto de Filología “Andrés Bello” (FHE--UCV), se dedicó a la dialectología y la lexicología, estudiando desde estas perspectivas el habla en Venezuela, para generar contribuciones a la construcción de un atlas lingüístico del país. Asimismo, sus intereses apuntaron al estudio léxico que permitiera evidenciar la influencia indígena en el español y construir una base de datos con la información recopilada (Op. Cit.:79).

El Prof. Víctor Rago, se dedicó “al análisis de distintas manifestaciones etnolingüísticas del español en los llanos” interesado en estudiar la relaciones entre lengua y visiones del mundo desde la semántica, abordando “los dominios de la experiencia que estructuran en las formas de la lengua las distinciones que los llaneros realizan en los distintos ámbitos de su cultura, pasando por la poesía popular llanera...” y la música, observando aspectos sobre el prestigio y la estimación social (Op. Cit.:80).

Cabe destacar que, en años recientes, luego de un largo período consagrado a la gestión institucional,21 Rago retoma sus investigaciones en este campo, además emprender nuevos estudios, por ejemplo, sobre la obra de Lisandro Alvarado y en torno a la significación histórica y cultural del arpa llanera. Continuó en su labor docente como miembro del DLA, como en el Doctorado de Ciencias Sociales (en este último ha dictado la asignatura Lengua y Poder) y asumió la responsabilidad como editor del Boletín de Lingüística. Por otra parte, en años recientes se ha desempeñado un importante papel como representante de Venezuela ante el Órgano de Evaluación del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (2012).

La Prof. Nydia Ruiz se dedicó al análisis del discurso. Su interés inicial estuvo enfocado en los discursos que circularon en Venezuela y América Latina desde finales del siglo XVIII y durante el XIX, marcando la ruptura entre las formas políticas y el imaginario absolutista por un lado, y por el otro, la correspondientes al fenómeno político cultural conocido como “modernidad” (Op. Cit.: 81).

Ruíz, permanece en el DLA hasta principios de este siglo y luego se adscribirá al CENDES.22 También se ha dedicado a la gestión universitaria, ocupando importantes cargos y aportando a la reflexión sobre la gestión del conocimiento en la universidad, sin abandonar sus estudios sobre discurso, centrándose en los manuales y catecismos políticos.

No ha sido antropolingüística la rama de la antropología más concurrida o aclamada por los estudiantes, quienes de forma general asumían las asignaturas de este departamento como “filtros” de la carrera.

Quienes optaron por formarse y realizar sus investigaciones en este campo, por lo menos hasta donde hemos podido indagar, manifiestan en líneas generales haber recibido una sólida formación cursando las asignaturas ofrecidas por el DLA y participando en proyectos de investigación desarrollados por los docentes e investigadores de aquel tiempo. Si destacan ciertas limitaciones, por ejemplo de acceso a la producción científica mundial más actualizada, en un período donde todavía el uso de Internet no estaba extendido.

Ya en los últimos años del siglo XX y a principios del XXI, la antropolingüística siguió tomando forma en el plano académico dentro de la Escuela de Antropología. Los profesores del DLA, hacían sus mayores esfuerzos para brindar a los estudiantes de la escuela bases sólidas sobre aspectos teóricos y metodológicos de la lingüística y la antropolingüística.

Nydia Ruíz, Víctor Rago y María Eugenia Villalón junto a otros profesores que eventualmente se vinculaban al DLA, dictaban las asignaturas que, desde el cuarto semestre, debían cursar los estudiantes como parte de las obligatorias de la carrera. Se fueron sumando nuevas generaciones de profesoras formadas en este departamento: Silvana Caula, Tania Granadillo, Francia Medina y la autora de este trabajo, Jeyni González,23 en la primera década del siglo XXI.

Algunos profesores han trabajado en el departamento por menor tiempo, como contratados o colaboradores eventuales. La Prof. Luisana Bisbe, por ejemplo, egresada de la EA, ha colaborado con el DLA de manera eventual, siendo actualmente miembro del Instituto de Filología “Andrés Bello” (FHE-UCV). Tania Granadillo, egresada también de este recinto. Dictó clases durante cuatro semestres en el DLA (entre 1997 y 1999), pero luego se fue al exterior a cursar estudios especializados en el área.24

Granadillo, siguió desarrollando investigaciones en Venezuela, entre los mapoyo (lengua caribe) y los kurripaco (lengua arawaka), desde perspectivas antropolingüísticas contemporáneas, interesada en temas como la documentación, la descripción y la revitalización lingüística, el cambio y el mantenimiento lingüístico y las ideologías lingüísticas. Sus vínculos con algunos investigadores han propiciado la formulación de proyectos de investigación para contribuir a la documentación y revitalización de lenguas indígenas y reflexiones en torno a las políticas lingüísticas en relación a estos idiomas.25

Lenguaje y Sociedad, Fonética y Fonología, y Morfología y Sintaxis, serán las materias obligatorias del DLA que los estudiantes de la carrera lastimosamente asumirán como “filtros”. Quienes optaran por inscribir su investigación de grado en el DLA, debían cursar también Introducción a la Semántica, Introducción a la Antropolingüística como obligatorias del área.

El plan de estudios del DLA pese a varios intentos de transformación, ajustes y actualización, ha perdurado hasta el presente sin sufrir el tipo de cambios sustanciales que permitirían acercar más a los estudiantes desde los primeros semestres a los estudios del lenguaje desde perspectivas antropolingüísticas, así como a comprender de qué forma puede contribuir ésta sub-disciplina a la sociedad, no sólo al mundo científico-académico.26

No obstante, la libertad de cátedra de alguna forma ha dado lugar a que cada profesor incorpore, actualice, seleccione, enfatice e incluso obvie, contenidos temáticos de orden teórico y metodológico, además de realizar actualizaciones bibliográficas según sus posibilidades.

En años más recientes, se han incorporado nuevas asignaturas y seminarios, que han ido respondiendo, tanto a los propios intereses de los profesores, al desarrollo de la disciplina en otros contextos mundiales y, eventualmente, a los intereses manifestados por los estudiantes. Destacan: Introducción al Análisis del Discurso, Introducción Semiótica, Diversidad Lingüística en Venezuela, Dilemas Éticos de la Antropología,27 Gramática Sistémica Funcional, Geografía Lingüística, entre otras.

Algunos de estos cursos comenzaron a dictarse de manera frecuente, pero en general su apertura obedece a las circunstancias, especialmente a que los profesores de planta puedan asumirlas, lo que suele depender de su carga docente respecto a las asignaturas obligatorias y a sus demás compromisos (de investigación, administrativos, o de otra índole).

Durante la primera década y parte de la segunda de este segundo milenio, la Escuela de Antropología vio incrementarse el número de estudiantes interesados en cursar asignaturas y seminarios de lingüística y antropolingüística, tanto con miras a realizar sus trabajos finales de grado inscritos en este departamento, como para complementar su formación en las otras áreas departamentales (antropología social, arqueología y antropología histórica y antropología física).28

Esto en parte se debe a la labor docente de los profesores del DLA,29 pero también al tipo de intereses que en general se han ido despertando en el seno de la antropología venezolana y que responden también a los contextos sociales y culturales en los que nos encontramos inmersos, local y globalmente, como a las líneas temáticas que se han desarrollado en el campo de la antropolingüística en los últimos años, tanto en Norteamérica, en Europa y América Latina.

Esta, no es una situación exclusiva de nuestro país, y mucho menos un asunto que incide y concierne únicamente a la antropología, sino a otras disciplinas sociales y humanísticas. Pero este es un tema que no desarrollaremos en este trabajo.30

La diversificación de intereses en el estudio de ciertas relaciones entre el lenguaje y otros fenómenos sociales y culturales se hicieron presentes en esta etapa en la EA y el DLA: lenguaje, experiencia y cognición; prácticas comunicativas y etnografía de la comunicación; lenguaje y el poder; discurso ideología, lenguas e identidades (especialmente de género, étnicas, etc.) diversidad lingüística y conocimiento ecológico; lenguas y políticas lingüísticas, análisis fonéticos acústicos e identificación por voz en el ámbito forense; paisajes semióticos y espacio urbano, lenguas y procesos migratorios, contacto y desplazamiento lingüístico, cultura material, significación y representación.31

Francas limitaciones formativas han afectado a las generaciones más recientes, especialmente a quienes apostaron por seguir en el país. Si bien existen algunas ofertas en el área lingüística a nivel de postgrado (Bentivoglio 1993), la antropolingüística apenas si está contemplada en algún programa formativo32 El área de postgrado en Lingüística de la FHE, en donde se encuentran la maestría de Lingüística, así como la maestría y doctorado en Estudios del Discurso; son los espacios de formación en postgrado a los que han recurrido algunos antropólogos para recibir formación en el campo. También constituyen opciones importantes los postgrados dedicados a la lingüística en la Universidad del Zulia y en la Universidad de Los Andes, como en el Instituto Pedagógico de Caracas.33

Lamentablemente, la iniciativa que podría haberse convertido en la garantía, o por lo menos la posibilidad de especializarse en el área, se vio truncada a poco tiempo de haber iniciado. Nos referimos a la Maestría en Antropolingüística que con gran esmero formularon e intentaron sacar adelante en el seno del DLA a finales de los años noventa.

Fueron las profesoras María Eugenia Villalón y Nydia Ruiz quienes se avocaron a llevarla a su concreción (Ruiz y Granadillo, Comunicación Personal), logrando contar con docentes invitados para brindar a los cursantes el perfil educativo más actualizado.34 En ese mismo contexto, Villalón y Ruíz, con el aporte económico del CDCH y del CONICITFONACIT, lograron consolidar en 1999 la UILA: Unidad de Investigación de Lingüística y Antropolingüística, adscrita al DLA.35 Esta instancia, sería la que albergaría los trabajos de investigación, dándoles la posibilidad a estudiantes de participar en actividades de campo y ampliar su formación, llevando a la praxis los conocimientos teóricos y metodológicos adquiridos en los salones de clase.

Otro importante logro fue la dotación del DLA de equipos especializados para el análisis fonético acústico y el acondicionamiento físico de los espacios para el Laboratorio de Fonética y Fonología,36 lo que vino acompañado de una capacitación para su uso, en la cual participaron algunos miembros del departamento de aquel tiempo (Ruiz y Granadillo, Comunicación personal).

Estas iniciativas, como la voluntad individual de algunos profesores, han sido claves desde finales del siglo XX hasta el presente. Mantener el DLA dotado de espacios, de equipos, de una planta docente fija, de actualizaciones en los contenidos programáticos de las asignaturas, así como la realización de actividades de extensión (talleres, charlas, conferencias)37 para fortalecer la formación en el ámbito lingüístico y antropológico dentro y fuera de los espacios universitarios, el estrechamiento de lazos interdepartamentales, el establecimiento de convenios interinstitucionales,38 entre otros importantes logros que se han materializado en distintos momentos, contra todo pronóstico, especialmente frente a la carencia de respaldo dentro de la propia institución, en la que ciertas autoridades se han dado la tarea de obstaculizar todo plan de crecimiento del DLA durante largos años.39

Lamentablemente, la carencia de fondos financieros, los obstáculos internos, más el debilitamiento de la misma institución universitaria que ha ido en incremento sostenido, fueron mermando las posibilidades de que algunas de estas iniciativas como otras que se estaban gestando, siguieran adelante en los términos que fueron trazados originalmente.

6 LA ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA EN OTRAS INSTITUCIONES VENEZOLANAS

Volviendo atrás en este recorrido, más allá del ámbito académico universitario, serán el Museo de Ciencias Naturales, el Instituto Caribe de Antropología y Sociología (ICAS) y el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), las principales instituciones que le darán cabida a los estudios antropológicos y, en mayor o menor medida a los antropolingüísticos en sus orígenes.

En algunos de esos espacios, aun cuando no existía “un lugar propio” para el desarrollo de investigaciones en este campo se desarrollaron ciertas iniciativas en torno a los estudios lingüísticos y antropolingüísticos. Comentaremos un poco al respecto refiriéndonos al ICAS y al IVIC.40

Desde el año 1954, el núcleo lasallista en Venezuela acogerá a la antropología.41 Johannes Wilbert, realizará investigaciones en el nororiente del país, entre los warao y los guaiqueríes tratando de dilucidar su parentesco lingüístico, entre otros aspectos de su cultura.42 Como director del Instituto Caribe de Antropología y Sociología (ICAS), contribuyó a afianzar el desarrollo de “investigaciones sistemáticas en el área de ciencias sociales en Venezuela”, llevando a cabo también investigaciones en el Edo. Amazonas, entre otros pueblos indígenas.

Cuando renunció a la institución para irse a California, asumió su cargo de director Walter Coopens, quien igualmente dio curso a importantes trabajos entre pueblos indígenas en el sur y en otras regiones del país y, junto a su equipo,43 se preocupó por desarrollar iniciativas en torno a la Educación Intercultural Bilingüe como el Proyecto editorial “Manual de Cultura Indígena”, actividades que llevó a cabo junto a otros investigadores externos a la institución (Ayala, 2012; Lizarralde 2014; Mansutti, 2010).

Cabe destacar que a esta institución se le debe la creación, en el año 1956, de una de las publicaciones más importantes de antropología en nuestro país: la revista Antropológica, donde han quedado publicados diversos aportes de investigadores nacionales e internacionales, a la antropolingüística venezolana, especialmente en materia de lenguas indígenas. En la actualidad es Pedro Rivas el director del ICAS, quien se ha preocupado por desarrollar iniciativas en materia de lenguas indígenas. No obstante, esta institución también se ha visto seriamente afectada por las limitaciones financieras que van en aumento en el país y que han llevado a dejar en el papel muchos proyectos, pese al gran entusiasmo de los investigadores.

En el IVIC, Cruxent fundará el Departamento de Antropología, propiciando la formación en universidades extranjeras (de Estados Unidos y Europa) de profesionales egresadas de la Escuela de Sociología y Antropología de la UCV (Lizarralde 2017:143), especialmente en arqueología y etnología, convirtiéndose en “el principal centro de investigación antropológica del país” (Arvelo-Jímenez y Biord Castillo, 1990:232). Cabe decir que esta institución, contaba para el momento con mayores facilidades que otras para el desarrollo de investigaciones en campo (Lizarralde 2017:143).

Haydeé Seijas, una de las antropólogas de esa oleada, se formará en la Universidad de Tulane en EEUU. Será quien se avoque al desarrollo de investigaciones etnológicas y lingüísticas. Lo hará especialmente en la sierra de Perijá, entre los yukpa, junto a Marshall Durbin (Durbin y Seijas 1973)44 quien, entre 1971 y 1972 estuvo en el IVIC (Hall, 1985), proponiéndose llevar a cabo una investigación exhaustiva para proponer una clasificación de las lenguas indígenas habladas en Venezuela.45

Seijas también hará contribuciones sobre la sociolingüística yukpa y, más adelante, en los años noventa, como parte de la Asociación Civil de Apoyo al Indígena UNUMA, llevará adelante el Proyecto UNUMA, una iniciativa enfocada en la capacitación de maestros indígenas para la promoción de la lengua Pemón de la que María Eugenia Villalón también formó parte e hizo importantes aportes.

En años más recientes, otros investigadores del IVIC, han realizado significativos aportes en torno a los estudios de la diversidad lingüística en el país. Stanford Zent, entre otras investigaciones, ha llevado a delante el Estudio Piloto del VITEK: Índice de la Vitalidad de los Conocimientos Ambientales Tradicionales, siendo su objetivo desarrollar y aplicar indicadores para medir el estatus y las tendencias del conocimiento ecológico tradicional (TEK, por sus siglas en inglés: Tradicional Ecological Knowledge) a través del tiempo. El protocolo VITEK, se ha aplicado en cuatro grupos bio-culturales distintos: a) Chuao, Cepe y Tuja, Edo. Aragua, b) Páramo de los Conejos y Pueblos del Sur, Edo. Mérida, c) pueblo Piaroa, Edo. Amazonas y d) pueblo Jotï, Edo. Bolívar, con el propósito de incluir una gama amplia de variación en términos de: tipo de ambiente bio-ecológico, orientación económica, relación con mercados externos, afiliación étnica, grado de aculturación, situación lingüística y servicios públicos disponibles.

Estas investigaciones, como sus aportes a la antropología ecológica, han motivado importantes reflexiones locales, especialmente sobre las relaciones entre el conocimiento ecológico tradicional y la diversidad lingüística, habiendo contribuido además a la formación de otros investigadores y al desarrollo de otras investigaciones enmarcadas en este campo.46

En cuanto a Horacio Biord Castillo, no sólo hay que reconocer su actual labor desde el Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad, en el Centro de Antropología del IVIC, en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB)47 y en la Academia Venezolana de la Lengua, sino sus aportes a la Educación Intercultural Bilingüe desde finales del siglo XX hasta el presente. Bajo su mirada crítica sobre este tema, como desde su pasada gestión en el Departamento de Asuntos Indígenas (DAI) del Ministerio de Educación, ha mostrado su compromiso y su preocupación por la diversidad lingüística venezolana y otros temas afines.

Sus trabajos en torno a las lenguas caribes de las regiones central y oriental de Venezuela, como sobre las políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas, son del tipo de aportes que ha realizado a los estudios del lenguaje, enmarcándolos en sus contextos sociales y culturales, especialmente desde perspectivas antropológicas y sociolingüísticas. Asimismo, sus recientes capacitaciones de docentes y voceros de los pueblos indígenas cumanagoto y chaima para dotarlos de conocimientos sobre lingüística y etnohistoria son ejemplo del tipo de aportes que Biord ha realizado en materia de lenguas indígenas.

Continuando adelante en este recorrido, debemos insistir en que, si bien la formación de recursos humanos en el campo de la antropología se ha visto fortalecida a través de programas de postgrado como el Doctorado de Ciencias Sociales de la UCV y los estudios de maestría y doctorado en el área de antropología del IVIC, estos no han contemplado la formación en la disciplina antropolingüística, más allá de la aproximación a este campo de conocimiento que puedan brindarle a los estudiantes algunos docentes o investigadores, como los antes mencionados.

Viajando al interior del país, en el Zulia como en los Andes, la antropología llegó a tener su espacio de expresión en el plano de la investigación, como en el académico. En Mérida, el Museo Arqueológico Gonzalo Rincón Gutiérrez y específicamente el Centro de Investigaciones Etnológicas (CIET) fundado por Jacqueline Clarac en 1995, será el escenario donde inicialmente tomaron curso tales empresas.

Dentro de sus cuatro áreas de investigación-docencia se encuentra la de Etnolingüística-Antropolingüística. Su Boletín Antropológico, constituye otra publicación de gran importancia para nuestro campo, siendo medio de difusión de trabajos de todas las sub-disciplinas antropológicas.

Serán los estudios de postgrado en el marco de la Maestría en Etnología de la Universidad de Los Andes, creada en 1996 y en la Maestría en Antropología de la Universidad del Zulia, fundada en 1992, donde la praxis académica y la investigación en la disciplina se concretarán de manera más vigorosa. Más tarde, nacerá el Doctorado en Antropología de la ULA 2005 y al tiempo la Licenciatura en Antropología en LUZ, en 2009, donde la Antropología Sociocultural y la Lingüística coexisten en un mismo departamento.48

Importante resaltar, que en el contexto merideño, Omar González Ñáñez jugará un importante papel como docente e investigador y contribuirá a impulsar de los estudios de postgrado, guiando algunos trabajos de grado en el área.

Como en el centro del país, los estudios del lenguaje han ganado mayor cuerpo en otros espacios (Bentivoglio 1993). Por ejemplo, en el departamento de Lingüística de la Escuela de Letras de Facultad de Humanidades y Educación de la ULA, donde se encuentran docente-investigadores como Enrique Obediente, Alexandra Álvarez y Thania Villamizar, quienes han realizado importantes aportes, especialmente de corte lingüístico, discursivo y sociolingüístico.

También a la Universidad del Zulia se encuentran José (Pipo) Álvarez, Luis Oquendo, Marlene Socorro, José Beria Valenzuela, quienes han realizado importantes contribuciones al estudio de lenguas indígenas (Mosonyi 2007). En el mismo contexto zuliano, la semiótica y los estudios del discurso han ganado terreno. Investigadores como Lourdes Molero Cabeza y José Enrique Finol, han desarrollado importantes contribuciones a estos campos desde distintas perspectivas contemporáneas en las que se hace evidente la permeabilidad entre estas disciplinas, la antropología y particularmente la antropolingüística.

7 REFLEXIONES FINALES

El trayecto hasta aquí recorrido en este trabajo, permite apenas una aproximación al quehacer antropolingüístico en Venezuela, a los focos de la disciplina, su rumbo, las posibilidades y dificultades que definen su devenir como sub-disciplina antropológica, sus límites y su permeabilidad como campo de producción de conocimiento.

Consideramos muy prematuro continuar el ejercicio de “historización” de ciertas contribuciones al campo de la antropolingüística en Venezuela que apenas se encuentran en curso. No obstante, procuramos ofrecer una mirada panorámica hasta el presente, que acerque al lector al tema en cuestión y lo motive a indagar a mayor profundidadsi está en sus interesessobre cada uno de los aspectos aquí tratados.

El espacio para esta reflexión escrita juega en contra de la profundidad a la cual podríamos llegar en cada uno de los tópicos abordados, pero aspiramos ahondar en ellos en otras contribuciones. No obstante, queremos precisar algunas ideas antes de cerrar esta exposición.

En cuanto a la percepción de la lenguas por parte de los profesionales, Mosonyi y Jackson (1993), afirmaban que, partir de los años 70, gradualmente se produce una transformación en las mentalidades de algunos lingüistas, dando lugar a un mayor compromiso con el acervo lingüístico indígena y con los portadores de éste, así como su reconocimiento como “auténticos valores culturales”. Pese a que ciertos lingüistas no irán más allá del reconocimiento del peligro en el que se encuentran dicha lenguas, tan sólo observando de lejos su progresivo proceso de extinción, la investigación y la acción serán indisociables para mucho otros (Op. Cit. 28).

Hacía finales de los años noventa y principios del siglo XXI, se seguirán diversificando los intereses en torno a los estudios antropolingüísticos, tanto en el plano de la investigación como en el académico.

Algunos se enfocaron en problemas del lenguaje que demandan estudios de carácter más descriptivo y más especializados en materia de análisis fonético, fonológico, morfológico, sintáctico y semántico. Otros se aproximarán más a campos de estudio de la lingüística bien emparentados con la antropolingüística: sociolingüística, estudios del discurso, semiótica, entre otros. Mientras que también se encontrarán los que se separaron de la lingüística para dedicarse al estudio de otros fenómenos antropológicos.

También hemos visto que cobraron cada vez más vigor los intereses de quienes se dedicaron de lleno a la búsqueda y desarrollo de estrategias para revertir el efecto de tantas amenazas que rondan sobre la vitalidad de las lenguas minoritarias y los que se inclinaron hacia los estudios del español y sus variantes dialectales.

Hicimos hincapié en los desarrollos en torno a las lenguas indígenas por ser los que tomaron mayor fuerza. No obstante, otras como el Alemán Coloniero y el Patuá de Paria, serán tomadas en cuenta en algunos estudios, de la misma forma que la situación de las comunidades de hablantes portuguesas y griegas en Venezuela, temas sobre los cuales se han desarrollado investigaciones en años recientes, entre las que cuentan trabajos de grado realizados en el DLA, a la que también se suman los intereses en estudios de género y diversidad sexual.49

Si bien los estudios descriptivos seguirán proliferando, las reivindicaciones de los derechos indígenas entre los que cuentan los derechos lingüísticos y educativos, como la documentación lingüística con miras a producir materiales útiles para la enseñanza y preservación de los idiomas (además de vocabularios básicos y diccionarios), ocuparán el interés de algunos investigadores, como también el desarrollo de iniciativas en favor de la vitalidad de lenguas indígenas.

No detallamos aquí tales investigaciones. Pero sugerimos revisar otros trabajos en los que han quedado reseñadas el grueso de las contribuciones en este campo, además de otros aspectos sobre el estatus institucional de la disciplina, la situación de las lenguas minoritarias y las políticas lingüística en Venezuela desde sus orígenes hasta entrado el siglo XXI.50

Más allá del espacio universitario y del científico, iniciativas como el Diplomado de Antropolingüística, dictado en 2017 por Omar González Ñáñez y Esteban Emilio Mosonyi en el Instituto Nacional de Idiomas Indígenas,51 (Ministerio del Poder Popular para la Educación), constituyen importantes ejemplos de los esfuerzos locales por consolidar este campo, incluso acercando a otros que han permanecido ajenos a este o sólo se han aproximado tímidamente: indígenas, funcionarios del Estado, profesionales de otras disciplinas, activistas sociales, etc.

Si realmente existe un interés en fortalecer la antropolingüística en Venezuela, será necesario seguir “tomándole el pulso”. Y en nuestra opinión, esto solo es posible si se lograrán superar muchas de las dificultades que desde sus orígenes se vienen arrastrando.

Los aislamientos y rencillas entre profesionales, la subestimación (y hasta obstaculización) de iniciativas en el plano académico, de la investigación y de la acción social, han tratado de contribuir a esta importante labor, las carencias de apoyo financiero y de espacios para la profesionalización, entre otras dificultades, no se pueden tapar con un dedo. Es urgente asumir con mayor responsabilidad y seriedad nuestro compromiso ético con el campo. De igual forma, es preciso dar mayor espacio a la reflexión sobre las bases teóricas y metodológicas que soportan el desarrollo de la antropolingüística en el país. Cabe abandonar los egos, mirar hacia el desarrollo de la disciplina en otras latitudes, prestar atención a los intereses de las nuevas generaciones y especialmente sumergirnos en nuestra propia realidad para encontrarnos con la diversidad lingüística y con tantos fenómenos del lenguaje que ameritan nuestra atención (Mansutti, 1999).

Asimismo toca seguirse preguntando, sobre el carácter antropolingüístico de muchas investigaciones que se inscriben en este campo, sin ánimos de parcelar o marcar límites, sino de considerar en qué sentido se hace lingüística en el marco de la antropología.

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Notas

1 Si bien en Venezuela la disciplina se ha definido primordialmente como “Lingüística y Antropolingüística”, nos referiremos a la “antropolingüística” para enfatizar el desarrollo de los estudios lingüísticos en el seno de la antropología, sin referir, más allá de algunos datos puntuales, los alcances de otras formas de aproximarse al lenguaje y las lenguas desde otros terrenos donde también se llevan a cabo estudios a partir de las teorías y métodos de la lingüística. No obstante, nuestra intención no es afianzar límites donde lo que mejor cabe es suavizarlos, pues la antropolingüística, como campo de producción del conocimiento, es tan permeable como otros.
2 Siguiendo a Arvelo-Jiménez y Biord Castillo (1990:224), “Entendemos por antropología venezolana la producción académica, las actividades docentes, la generación de tópicos para debates y los programas aplicados realizados por antropólogos venezolanos o extranjeros residenciados en el país, cuyos aportes han contribuido y contribuyen de manera marcada y directa a una tradición antropológica venezolana. Aunque estamos plenamente conscientes de que los investigadores extranjeros y las líneas de investigación en las que enmarcan su trabajo de campo en Venezuela no deja de tener cierta influencia local, no incluimos ni a viajeros ni a estudiosos que hicieron trabajo de campo sin haber llegado a establecer nexos duraderos con los circuitos intelectuales venezolanos como tampoco a formar recursos humanos locales. Igualmente, excluimos del análisis reflexiones antropológicas aisladas que tienen una larga historia pero que no han formado parte de un pensamiento sistemático ni han contribuido a forjar una tradición”.
3. Existen importantes contribuciones en las que han quedado reseñadas el grueso de las investigaciones y ciertos aspectos sobre su estatus institucional de la disciplina, además de la situación de las lenguas minoritarias y las políticas lingüística en Venezuela hasta entrado el siglo XXI. En el último apartado del artículo listamos buena parte de ellas.
4. Agradezco infinitamente a quienes de alguna forma me ayudaron a trazar mi ruta para ese viaje, especialmente apelando a su memoria: Víctor Rago, Horacio Biord, Tania Granadillo, Hyram Moreno, Nydia Ruíz, Pedro Rivas, Erika Wagner, Silvia Gómez, Lino Meneses Pacheco, Manuel Larreal y Omaira González Ñáñez.
5 Arvelo-Jiménez y Biord Castillo (1990:225) subrayan que un “factor concomitante que desvía y retarda el surgimiento de la tradición académica antropológica inspirada en la problemática indígena es la instalación de misioneros católicos en la Gran Sabana (Edo. Bolívar), el Delta del Orinoco (Territorio Federal Amacuro) y el Territorio Federal Amazonas durante el mismo período, lo que supone un acto de delegación a las ordenes capuchina y salesiana de las atribuciones del estado en materia indigenista en vez de propiciar y financiar este directamente la investigación antropológica de alto nivel”.
6 Hay que reconocer los aportes de Saignes al campo de la lingüística. Como lo hicieran otros estudiosos de su tiempo (Mosonyi 1989), daba espacio en sus trabajos etnográficos a aspectos lingüísticos. Sus vínculos con Ángel Rosenblat sin duda fueron de gran influencia. En opinión de Pedro Rivas, quien refiere la valoración de los géneros literarios y las expresiones del español local por Acosta Saignes, es “...un interés que anticipa consideraciones propias de los estudios etnometodológicos más recientes. Ese interés es ampliamente cultivado por Acosta Saignes, quien explora también en algunos trabajos las posibilidades del léxico como marcador de ascendencias étnicas...o la trascendencia sociolingüística que podría tener un mayor o menor dominio de esos vocabularios...” (Rivas, 2010: 172).
7 Para conocer detalles sobre este proceso de fundación y estructuración académico-administrativa de la antropología dentro de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, véanse más detalles en Guardia de Sanz (1988) y en la compilación de trabajos realizada por Amodio (1998).
8 Las otras tres son: antropología sociocultural, antropología física y arqueología, las cuales a través del tiempo fueron modelándose, ampliando o constriñendo su alcance.
9 Si obviar pos supuesto la influencia que ha tenido el desarrollo local de la disciplina el estructuralismo lingüístico y antropológico, así como el paradigma marxista (ver Arvelo-Jiménez y Biord Castillo, 1990).
10 Hildebrandt, con formación universitaria en Perú y en Estados Unidos, también formó parte de la Comisión Indigenista Nacional (Guardia de Sanz, 1988: 216)
11 Para ahondar en estas experiencias se recomienda consultar los trabajos de Esteban Mosonyi y Omar González Ñáñez, entre otros que, de primera fuente, relatan los acontecimientos, explican sus posturas y detallan las acciones y logros en esta materia, además de referir sus nexos con otras instituciones y sus productos de investigación.
12 Aprovecho para agradecer a estos profesores, como a Silvana Caula, por sus importantes contribuciones a mi formación en el área, tanto como estudiante de pregrado en antropología (1998-2003), como en mi experiencia como preparadora del DLA y finalmente compartiendo con algunos de ellos el espacio docente en el mismo departamento (desde el año 2006).
13 Matei-Müller ha realizado significativas contribuciones al estudio de las lenguas caribe y a describir la situación de las lenguas indígenas en Venezuela (Matei-Müller, 2003).
14 En agosto de 1993, fue aprobada la Resolución n° 954 de”Implantación de los Nichos Lingüísticos en el sector sociocultural indígena”. También la resolución n° 952, en la que se aprobaba la creación del Centro Piloto de Capacitación a Docentes Indígenas en el Régimen de Educación Intercultural Bilingüe (CPC-REIB).
15 Los trabajos de Cardona 1994; Duranti 2000 y 2003; Palmer 2000, se encuentran importante aportes en cuanto a las distintas denominaciones que en el tiempo y en diversos contextos, especialmente norteamericano y europeo, han sido utilizadas para definir el campo respondiendo a distintos criterios: lingüística antropológica, antropología lingüística, etnolingüística, antropolingüística. En el contexto latinoamericano, Mosonyi y Jackson 1993 y Launey 2003, son algunos de los autores que se esmeran por dar una idea más clara de la disciplina.
16 Importante señalar el papel del Instituto Lingüístico de Verano, como de las misiones católicas y evangélicas en los países latinoamericanos. Este es un asunto que no profundizaremos aquí pero que no puede perderse de vista al referir el tipo de estudios que se emprendieron, las agendas de lingüistas y interesados en el estudio de las lenguas con fines ideológicos bien delineados. Investigadores como E. Mosonyi, Omar González Ñáñez y María E. Villalón, han sido en Venezuela de los principales críticos ante tal situación. No sólo realizaron reflexiones que han quedado en sus publicaciones, sino que se avocaron, cada uno desde su óptica y forma de proceder, a la demanda de tal situación, a alertar sobre sus efectos a corto y largo plazo sobre las lenguas indígenas y a hacer llamados de atención, además de contribuir a de desarrollar políticas de Estado que se independizaran de los contingentes religiosos y que reconocieran los derechos lingüísticos, culturales y educativos de los pueblos indígenas.
17 Realidad compartida con los centros de formación e investigación en Centro y Suramérica (González et al, 1996: 73). Arvelo y Biord (1990) se refieren a la pocas publicaciones de investigaciones en el área de lingüística, pero indican que hubo un copioso número de estudiantes formados en esta área para aquel tiempo.
18 Razón por la cual algunos profesionales suelen optar por irse del país a cursar estudios en universidades norteamericanas, europeas y en años más recientes en países latinoamericanos, donde consiguen planes de formación en el área o en campos afines que les permiten consolidar sus conocimientos, especializarse en ámbitos concretos y hasta desarrollar sus propias líneas de investigación en antropolingüística. En el mejor de los casos algunos han retornado al país a trabajar en centros de investigación y universidades y aportar al crecimiento de la disciplina, pero otros lastimosamente optan por abrirse horizontes en otras latitudes, unos exploran posibilidades de investigación en otros contextos y otros retornan al país para realizar trabajo de campo, contando con recursos financieros que les permiten emprender sus investigaciones. Si bien hay que reconocer sus aportes, aquí nos interesa enfatizar las repercusiones que puede tener en el desarrollo de la disciplina localmente.
19 Relevante, por ejemplo, la experiencia de trabajo con el Instituto de Patrimonio Cultural para el desarrollo de materiales didácticos para la enseñanza del idioma Mapoyo, del cual el resultado fue publicado en 2003 bajo el titulo “Mopue Waimuru. Idioma Mapoyo”. (Instituto del Patrimonio Cultural-IPC. Caracas.). Vale acotar que en esta experiencia la antropóloga Silvia Gómez participó como parte del IPC. Importante acotar que Tania Granadillo y Francia Medina desarrollaron sus investigaciones de pregrado en el marco del proyecto de investigación de Villalón entre los mapoyo.
20 Además propició en desarrollo de nuevas iniciativas, por ejemplo, la autora de este trabajo formuló, bajo la asesoría de la Prof. Villalón un proyecto de documentación y revitalización lingüística del idioma yabarana emprendiendo, bajo su acompañamiento, un primer diagnóstico sociolingüístico de este idioma en 2012, contando con el respaldo del CDCH y de la Oficina de Enlace con Comunidades Indígenas del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Cabe resaltar que en años recientes Natalia Cáceres y Marie-Claude Matei-Müller llevan a cabo un proyecto de descripción, documentación y producción de un diccionario del idioma yabarana y con quien la autora comienza a establecer lazos para el trabajo colaborativo en favor de este idioma en peligro.
21 El Prof. Rago ha asumido cargos a distintos niveles de la gestión universitaria: Director de la EA, Jefe del DLA, Coordinador Académico y Decano de la FaCES. Algunas de estas funciones las ha desempeñado en más de un período.
22 Centro de estudios del Desarrollo (UCV).
23 Aunque su trabajo final para optar al título de Antropóloga se inscribió en el Departamento de Arqueología, Etnohistoria y Ecología Cultural (actualmente de Arqueología y Antropología Histórica), recibió la formación que para ese momento fue posible en el DLA, y luego se desempeñó como preparadora, trabajando especialmente con la Prof. María Eugenia Villalón.
24 Cursó estudios de Doctorales en la Universidad de Arizona (EEUU) y actualmente es Profesora del departamento de Antropología de la Universidad de Western Ontario, Canadá.
25 Ejemplo de ello es el trabajo publicado con Jeyni González en la revista UniverSOS (2016, 13:193-215) sobre las políticas lingüísticas e idiomas indígenas en Venezuela, abordando el caso mapoyo y yabarana.
26 En la EA se han llevado a cabo diversas discusiones a fin de realizar una nueva reforma del pensum de la carrera, no obstante, el cambio general no se ha logrado. Cada departamento ha realizado actualizaciones dentro de las posibilidades que ha tenido para hacerlo.
27 Esta asignatura merece tratamiento aparte, en tanto que constituyó una iniciativa de la Prof. Villalón quien contribuyó en la redacción del Código de Bioética y Bioseguridad de Venezuela y además perteneció a la Comisión de Ética para la Vida del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología. En la EA, la adscripción departamental de esta asignatura como la importancia de que sea impartida a todos los estudiantes de la carrera, han sido algunos de los temas planteados al discutirse la reforma del pensum.
28 Para ese tiempo, la planta profesoral experimentó una disminución de personal debido a varios eventos: Silvana Caula se cambió al Departamento de Teoría y Métodos; Nydia Ruiz se fue al CENDES y M.E. Villalón se jubiló. Víctor Rago, Francia Medina y Jeyni González serán los profesores que continuarán en el DLA, contando con el apoyo de Luisana Bisbe para algunas asignaturas electivas y seminarios. Tiempo después, se unió al DLA el Prof. Oleno León quien solicitó su traslado desde Idiomas Modernos. También cuenta la muy breve estancia de profesores contratados como Beatriz Juárez y Daniel Claveli (egresados de la EA).
29 Es uno de los aspectos que nos encontramos desarrollando actualmente.
30 Algunos de estos tópicos son coincidentes con los intereses y líneas de investigación abordadas por profesores del DLA.
31 En general como referencia para contextualizar los aportes de estudiosos como Boas y Hymes o aspectos históricos de la lingüística y la relación entre sub-disciplinas.
32 La autora de este trabajo, por ejemplo, cursos estudios de Maestría en el IVIC, en el área de antropología, desarrollando su investigación bajo la tutoría de Stanford Zent en antropología Ecológica. Y Actualmente se encuentra elaborando su trabajo doctoral (en torno a las ideologías y actitudes lingüísticas yabarana), en el Doctorado de Estudios del Discurso del área de postgrado de la FHE-UCV.
33 Las Prof. Silvana Caula y Francia Medina formaban parte del grupo de estudiantes cursantes de esta maestría.
34 La cual no sólo contará con el espacio físico dotado para la investigación sino con un vehículo destinado exclusivamente para las actividades de campo.
35 Desde el 2015 denominado Laboratorio de Fonética Instrumental (LabFi), por iniciativa de la Prof. Francia Medina, responsable del mismo.
36 Merece especial mención el taller sobre lenguas indígenas amazónicas, dictado por el lingüista Jorge Rosés Labrada en 2017 quien se vinculó al DLA a través del convenio con la universidad de West Ontario. La Prof. Francia Medina se encargó de los aspectos organizativos de esta actividad junto a Rosés.
37 Por ejemplo, el acuerdo de cooperación entre el Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la University of Western Ontario (A-UWO) y el DLA), este último promovido por Tania Granadillo y Jeyni González en 2011, para apoyar la investigación de las lenguas indígenas venezolanas. También los lazos establecido con el Centro de Diversidad Cultural en 2013 para aportar a la construcción del Plan de Salvaguardia Mapoyo que acompañaría a la postulación de La Memoria Cultural de los Mapoyo, sus prácticas y espacios simbólicos tradicionales a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial en necesidad de Salvaguardia Urgente (UNESCO), nexo que primordialmente se mantuvo bajo la responsabilidad del Prof. Víctor Rago. Asimismo, surgió en 2015 surgió la iniciativa de establecer lazos entre DLA y el área de Antropología Física, particularmente para actividades relacionadas con análisis acústico en el Laboratorio de Fonética Instrumental, lo cual estuvo a cargo de las Prof. Francia Medina y Mayorit Pacheco.
38 La Prof. María Eugenia Villalón durante años se dedicó a fortalecer el DLA y la UILA. Entre otras tareas de gran importancia, se esmeró en buscar recursos financieros externos para el acondicionamiento del Laboratorio de Fonética y Fonología y se ocupó de garantizar la apertura de los concursos de oposición en 2009 a través de los cuales las Prof. Francia Medina y Jeyni González pasaron a ser profesoras fijas de la planta profesoral del DLA. Asimismo, se preocupó luego por fomentar el ascenso profesoral.
39 El actual Museo de Ciencias Naturales, que en sus orígenes, fue primero Museo Nacional y luego Museo de Arqueología y Ciencias Naturales, desde 1875, fecha en la que fue fundado, albergaba, entre otras, colecciones etnográficas y arqueológicas. Las mismas se fueron nutriendo gracias al empeño de diversos investigadores interesados en primera instancia en la labor de investigación, rescate y conservación del patrimonio arqueológico y etnográfico venezolano y seguidamente la divulgación del conocimiento científico, destacándose el trabajo de sus tres primeros directores: Adolfo Ernst, Walter Dupouy y J.M. Cruxent (Arvelo y Biord 1990; Lizarralde 2017).
40 En primera instancia, lo hizo dentro de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle, luego, al pasar a ser Fundación La Salle de Ciencias Naturales en el año de 1958, crean el Departamento de Antropología hasta que en el año 1961, fundan el Instituto Caribe de Antropología y Sociología (ICAS), adscrito a la misma fundación.
41 “A mediados de 1954 llegó a Venezuela Johannes Wilbert, un estudiante graduado de la Universidad de Colonia, Alemania. Después de haber estado el año anterior como becario de la Comisión Fulbright en el Departamento de Antropología de la Universidad de Yale, Estados Unidos, había recibido una beca de la Wenner-Gren Foundation, de nueva York, para llevar a cabo un trabajo de campo entre los indígenas warao del delta del Orinoco donde realizaría investigaciones lingüísticas y etnológicas” (Ayala, 2012:19).
42 Equipo dentro del que ya se encontraba Bernarda Escalante, quien hoy en día sigue en la institución.
43 También fue editor asociado del Boletín Indigenista Venezolano.
44 Su trabajo dio lugar a la “Clasificación de lenguas caribe que publicaría en 1977 la revista Antropológica, y que constituyen una de las contribuciones más relevantes para el estudio de esta familia lingüística (Durbin 1977).
45 Por ejemplo, bajo esa influencia, Francia Medina ha emprendido investigaciones sobre etnoclasificación de aves entre los indígenas Shirian y la autora de este trabajo ha realizado investigaciones enfocándose en las relaciones entre lengua, identidad y territorio, particularmente estudiando el caso del pueblo indígena yabarana.
46 En la Universidad Católica Andrés Bello, tanto en pregrado como en postgrado han tenido lugar cátedras de antropología (en Letras e Historia). También crearon el Instituto de Lenguas Indígenas donde diversas investigaciones y publicaciones fueron desarrolladas. La Revista Montalbán, también ha albergado significativas contribuciones a la antropología desde 1971. Desde esta misma universidad, Horacio Biord ha desarrollado diversas investigaciones sobre las lenguas indígenas, interculturalidad y temas afines.
47 En esos contextos, han tenido lugar tres Congresos de Antropología y actualmente toma fuerza la Red de Antropologías del Sur conformada también por antropólogos de México, Cuba, Argentina y Colombia. espacios de gran importancia para el diálogo y la reflexión antropológica venezolana.
48 Por ejemplo, se pueden consultar los trabajos de grado de: Damelis Vera, Lesdy Vásquez, Semiramis Vieira, Sherezade Vieira, Marialejandra Barrientos, Daniel Claveli, Daniel Marín, Ángel Ramírez y Daniel Tong para conocer las tendencias en investigación en pregrado en el contexto ucevista.
50 Como la Ley de Idiomas Indígenas (2008), el INII, también constituye un logro importante, alcanzado en el marco de la reivindicaciones de los derechos indígenas, en la que estos investigadores como otros mencionados en este trabajo tuvieron gran incidencia.


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