Artigo Original
RELIGIÓN CONTRA DEMOCRACIA: EL NEOCONSERVADURISMO EVANGÉLICO EN EL PERÚ DEL SIGLO XXI
RELIGIÃO CONTRA DEMOCRACIA: O NEOCONSERVADORISMO EVANGÉLICO NO PERU DO SÉCULO XXI
RELIGION AGAINST DEMOCRACY: EVANGELICAL NEOCONSERVATISM IN 21ST CENTURY PERU
RELIGIÓN CONTRA DEMOCRACIA: EL NEOCONSERVADURISMO EVANGÉLICO EN EL PERÚ DEL SIGLO XXI
Ciencias Sociales y Religión/Ciências Sociais e Religião, Campinas, vol. 23, pp. 1-36, 2021
Universidade Estadual de Campinas, Brazil
Recepción: 23 Marzo 2021
Aprobación: 18 Agosto 2021
RESUMEN: La participación de evangélicos en política es un fenómeno que se ha hecho común en América Latina en el período posterior a las dictaduras. El presente artículo analiza el fenómeno, más reciente, del apoyo de evangélicos/as a candidaturas y proyectos políticos de la extrema derecha que configuran un “neoconservadorismo religioso”. Concentramos nuestra atención en la práctica política de evangélicos en el Perú, en el período contemporáneo al gobierno de Donald Trump que acogió a la transnacional política religiosa “Capitol Ministries”. Analizamos la comprensión del poder político en la tradición evangélica y los argumentos teológicos de su militancia en la extrema derecha. Nos apoyamos en levantamiento etnográfico remoto de material de campaña electoral del partido Renovación Popular y de sus candidatos pastores a las elecciones del 2021 en Perú. Trabajamos con la hipótesis de que la comprensión de los evangélicos del poder político reduce el espacio democrático al transformar adversarios en enemigos que deben ser “exterminados”, semejante al fenómeno Bolsonaro en Brasil.
PALABRAS CLAVE: Neoconservadorismo, Perú, evangélicos, partido Renovación Popular, política.
RESUMO: A participação de evangélicos na política é um fenómeno que se tornou comum na América Latina no período posterior às ditaduras. O presente artigo analisa o fenômeno, mais recente, de apoio de evangélicos/as a candidaturas e projetos políticos da extrema direita que configuram um “neoconservadorismo religioso”. Focamos nossa atenção na prática política de evangélicos no Peru, no período contemporâneo ao governo de Donald Trump quem acolheu à transnacional política religiosa “Capitol Ministries”. Analisamos a compreensão do poder político na tradição evangélica e os argumentos teológicos de sua militância na extrema direita. Apoiamo-nos em levantamento etnográfico remoto de material de campanha eleitoral do partido “Renovação Popular” e de seus candidatos pastores nas eleições de 2021 no Peru. Trabalhamos com a hipótese de que a compreensão que os evangélicos têm do poder político reduz o espaço democrático quando transforma adversários em inimigos que devem ser “exterminados”, semelhante ao fenômeno Bolsonaro no Brasil.
Palavras-clave:: Neoconservadorismo, Peru, evangélicos, partido Renovação Popular, política.
ABSTRACT: Participation of evangelicals in politics is a phenomenon that has become common in Latin America in the post-dictatorship period. This article analyzes the more recent phenomenon of the support of evangelicals for candidacies and political projects of the extreme right that make up a “religious neo-conservatism.” We focus our attention on the political practice of evangelicals in Peru, in the contemporary period to the government of Donald Trump that welcomed the transnational religious policy “Capitol Ministries.” We analyze the understanding of political power in the evangelical tradition and its theological arguments for its militancy on the extreme right. We rely on a remote ethnographic survey of electoral campaign material from the Popular Renovation party and its pastoral candidates for the 2021 elections in Peru. We work with the hypothesis that evangelicals’ understanding of political power reduces democratic space by transforming adversaries into enemies that must be “exterminated,” similar to the Bolsonaro phenomenon in Brazil.
Keywords: Neoconservatism, Peru, evangelicals, popular Renovation Party, politics.
Introducción
La práctica política hegemónica de los evangélicos en el Perú del siglo XXI constituye un núcleo antidemocrático, demostrarlo es el principal objetivo de este estudio. Alrededor de esa hipótesis central es necesario analizar el empoderamiento conservador como un proceso complejo que no se explica por razones propiamente endógenas, internas al campo evangélico. Eso significa que las razones internas deben ser tomadas en cuenta. Es lo que discutimos en la primera parte confrontando la soberanía política, que los modelos democráticos implican necesariamente que la fuente del poder es el pueblo (“laos”), con la soberanía divina que en la tradición evangélica sirve, con sus respectivas justificaciones teológicas, para afirmar que el origen y la explicación del poder político está en Dios; independiente de cualquier lugar, tiempo o circunstancia. El protagonismo evangélico neoconservador constituye parte de un proyecto ambicioso de captura y/o control de los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), que utiliza mecanismos electorales y de intensa persuasión religiosa. Ese fenómeno se verifica en diversos países y sus protagonistas, individuales y colectivos, están articulados en redes internacionales y se han mostrado revigorados, osados y movilizados durante el gobierno de Donald Trump. Es la cuestión que será analizada en la segunda parte de este texto, con énfasis en las articulaciones de actores evangélicos peruanos/as. La tercera parte del artículo se dedica a revisar la ultraderechización de la práctica política de los evangélicos en el contexto de campaña de las elecciones nacionales 2021. Esta parte se apoya en pesquisa etnográfica remota durante los meses de diciembre 2020 a inicios de marzo 2021. Prestamos atención en esta parte a las semejanzas del discurso de campaña de candidatos por el partido “Renovación Popular”, llamado Rafael López Aliaga (RLA), con la campaña de Bolsonaro en el 2018. Esta última ya bastante conocida por diversos estudios que aquí nos sirven de referencia y que nos llevan a la sospecha de que en el Perú las vicisitudes de la Democracia pasan por el impacto de nuevas formas de intervencionismo del gobierno de los Estados Unidos. Esta hipótesis ha sido sustentada para otros países, como el caso de Brasil de Bolsonaro.
Los procedimientos metodológicos para la recolección de datos en este estudio tomaron en cuenta los factores que se enuncian enseguida. Como se trataba de una “observación de campo” remota, nuestra principal fuente de datos fueron las publicaciones en las redes sociales, especialmente de “Facebook”. Escogimos a activistas políticos y religiosos para realizar observación específica, y posterior análisis, a lo largo de varios meses de manera que se pudiera garantizar que el contenido de los “posts” representaran una tendencia sostenida y no apenas una opinión circunstancial. Esto último tan común por la facilidad, gracias al internet, para emitir una opinión sobre cualquier tema. Los “posts” citados en este artículo representan, así, una práctica y un discurso orientado de forma permanente. Observamos activistas que por lo menos publicaban tres a cuatro veces por semana sobre el tema en cuestión. También usamos el criterio de observar activistas cuyas publicaciones tuvieran un impacto importante a juzgar por el número de “seguidores”, de reacciones y comentarios a sus publicaciones. En todos los casos se trataba de alguno de los siguientes casos: líderes políticos, líderes religiosos de iglesias o de ONGs, candidatos/as a cargos en el Ejecutivo y/o el Legislativo. Para evitar las dificultades de la retirada de publicaciones en las redes hicimos la captura de imágenes de los “posts” y su archivamiento sistemático. Fueron objeto de observación pormenorizada los candidatos/as evangélicos/as. Usamos como estrategia hacernos “seguidores” de sus páginas desde el mes de junio de 2020.
Los períodos de observación corresponden al segundo semestre de 2020 y a los primeros tres meses de 2021. En abril de 2021 fueron las elecciones generales en el Perú que llevaron a la realización de una segunda vuelta entre el candidato de izquierda Pedro Castillo y la candidata de derecha Keiko Fujimori, y también a la derrota del candidato de extrema derecha Rafael López. Éste último y sus candidatos de partido, “Renovación Popular” fueron centro de nuestra atención porque se trataba del candidato político que más movilizaba la opinión de los evangélicos activos en las redes. El segundo semestre de 2020 también fue objeto de nuestra observación por corresponder al período electoral de los Estados Unidos que llevaron a la derrota de Donald Trump. Como se verá en el desarrollo del artículo un rasgo común del liderazgo neoconservador evangélico en el Perú es admirador, apoyador y defensor de Trump, hasta las últimas consecuencias a juzgar por el contenido de sus mensajes en las redes. También se trataba de una opción metodológica estratégica que resulta de la constatación, en la literatura sobre el tema, de que el neoconservadorismo religioso en América Latina se articula en redes internacionales.
Soberanía política versus “soberanía divina”
No es difícil verificar en el campo evangélico en general la importancia que tiene el principio de la “soberanía divina”. Para un creyente todas las decisiones delicadas deben tomarse, en última instancia, siguiendo las normas bíblicas, la Biblia y la palabra de Dios. En la tradición protestante, evangélica, la Biblia debe tener siempre la última palabra. Se trata de una herencia de uno de los principios de La Reforma, la “sola Scriptura”. Evidentemente, los usos de la “soberanía divina” pasan siempre por el sentido que puede adquirir la palabra de Dios. El texto sagrado es materia hermenéutica y la interpretación puede variar. Cuando se trata de la política y del poder político el consenso sobre la soberanía divina es más evidente. Dos textos bíblicos son usados a menudo por los evangélicos para legitimar los resultados electorales o para justificar una apatía política frente al poder político1. El primero es: “Por mí reinan los reyes y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes y todos los gobernadores juzgan la tierra” (Proverbios 8, 15-16). El segundo: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten acarrean condenación para sí mismos” (Romanos 13, 1-2). Destacamos a continuación tres aspectos de la comprensión evangélica del poder político que se apoyan en esos textos.
Para los objetivos del tema que nos ocupa no es necesario proponer una interpretación alternativa ni menos ensayar una exégesis de esos textos. Es suficiente presentar el sentido común, “lato sensu”, otorgado a esos textos en el lenguaje evangélico, por regla general retirados de su propio contexto literario, hecho que tiene importantes implicaciones en la forma evangélica de ver el poder político. Primer aspecto, ambos textos son usados para fundamentar la idea de que la fuente última del poder político es Dios. Sería por él que reyes y príncipes reinan. Esa idea vale para cualquier contexto, para “la tierra” en general. No importa lugar, forma o circunstancia, toda autoridad procede de Dios y por él “ha sido establecida”. Segundo aspecto, consecuencia inevitable de esa primera idea, legitimadora irrestricta, del poder político es que se le debe obediencia. Toda persona debe “someterse a las autoridades” consideradas “superiores” precisamente porque su fuente de origen es divina. Tercer aspecto, no es legítimo oponerse a la autoridad o resistir a ella. Se estaría incurriendo en falta grave por resistir “a lo establecido por Dios”. Como toda norma, quebrarla trae consecuencias. La norma carecería de eficacia si no explicitase el castigo correspondiente.
La observación de los comentarios en el Facebook de líderes evangélicos corrobora esa visión de la política. Véase las siguientes imágenes.2

Son dos mensajes de los pastores Luis y César. Mientras el primero expresa satisfacción por la libertad de elegir que ofrece la democracia el segundo destaca la necesidad de “primero orar”, es decir, consultar con Dios “porque él pone reyes y quita reyes”. El diálogo es de la primera semana de marzo y fue generado por un “post” de Luis de las encuestas sobre preferencias de votos para elecciones de abril de 2021.
Esa perspectiva evangélica del devenir político contrasta con el principio republicano y democrático de la soberanía del poder político y su autonomía en relación al poder religioso. Una de las bases más importantes de la política en el mundo moderno es la autonomía de lo político en relación a lo religioso. En su sentido fundamental la política adquiere su sentido como gobierno de los seres humanos por ellos mismos, sin tutelas religiosas (Gauchet, 1998). Esa idea básica pauta el sentido de laicidad de lo político y de la política (también del Estado) que utilizamos en este texto. Se trata de la superación de la tutela religiosa o eclesial de la política que se consagra en el principio de laicidad del Estado, el mismo que repercute necesariamente en el principio de igualdad ciudadana. El Estado, en el ejercicio de sus funciones, tiene la obligación de garantizar derechos iguales para todos los ciudadanos/as. No puede discriminar por cuestiones religiosas ni privilegiar alguna religión. A lo largo del siglo XX los evangélicos han simpatizado con el principio de laicidad, porque les ha permitido defender derechos que no estaban garantizados, pues el Estado consideraba a la Iglesia Católica como religión oficial. Pero por otro lado, los evangélicos han cultivado una comprensión religiosa de lo político. El principio de la “soberanía divina” no les permite comprender ni aceptar la soberanía de lo político, inherente a la Democracia en la que el nuevo soberano es el pueblo del cual emana el nuevo poder soberano. La soberanía del poder político tiene que ser de carácter político o no es soberanía. Cualquier restricción le quita soberanía. Los evangélicos llegan al siglo XXI con un déficit político que resulta de un principio religioso no negociable. Al final de cuentas, según ese principio, es Dios el que determina quién debe gobernar. En la segunda parte de este texto analizamos otros usos de la “soberanía divina” en el discurso de un movimiento “neoconservador” en el Perú.3
El sentido de los textos bíblicos que sustentan tal comprensión religiosa de lo político puede ser válido al interior del espacio religioso, de las iglesias, de la comunidad religiosa en busca de sentidos últimos a la existencia. No lo es, no puede serlo, en la esfera pública en donde acontece la política. Es una contradicción fundamental pues la soberanía de lo político implica tomar conciencia de que son los/as ciudadanos/as quienes eligen, legitiman, retiran su reconocimiento o interrumpen el poder político, el mismo que emana del poder soberano del pueblo. Se trata pues de una contradicción que no puede ser superada sin una mínima aceptación de que los destinos de la cosa pública deben ser tratados de forma autónoma a cualquier interferencia religiosa.
En la figura 2 se puede apreciar el principio de la soberanía divina en la propaganda política de dos candidatos en campaña electoral.

Son dos candidatos evangélicos que afirman “Somos dos hombres que tememos a Dios. No daremos ningún paso si antes no tenemos la confrmación del señor”. Serían congresistas cuya práctica política estaría sometida a las orientaciones religiosas. Destáquese que ahora se trata no sólo de afirmación de principios sino también de acción política. Es posible imaginar que para concretizarlo habría que organizar algún tipo de consulta religiosa previo a las decisiones políticas en el Congreso.
Las características del protagonismo religioso en la derecha política conservadora hunden sus raíces teológicas en el surgimiento de la “Nueva Derecha” en los años setenta en los Estados Unidos. Importantes líderes cristianos, especialmente evangélicos, fueron parte de la constitución de ese movimiento político con un inédito componente religioso que fuera tan importante en las victorias electorales de Ronald Reagan en los años setenta. El apelativo “reconstruccionismo cristiano” expresa la idea de volver a retomar valores espirituales perdidos en la sociedad norteamericana que se habría distanciado de las “leyes de Dios”, sin embargo, no se trataban más de cuestiones sólo religiosas sino relativas a la totalidad de la existencia humana, inclusive la política. Principio fundamental y no negociable en la teología del “Reconstruccionismo” es que los seres humanos no son autónomos en ningún campo de la vida y todo debe ser sometido a los designios de Dios. Las evidencias de ese distanciamiento serían, en el frente interno, el avance del homosexualismo y la aceptación legal del aborto, considerados por la “Nueva Derecha” como verdaderas razones del entonces ya evidente fracaso estadounidense en la guerra contra Vietnam. En el frente externo sería el avance del comunismo que los Estados Unidos debían combatir. El reconstruccionismo cristiano expresaba al mismo tiempo una retomada de la lectura mesiánica de los orígenes de ese país. Predestinado para gobernar la tierra como afirmado por los “padres fundadores” esa grande “nación cristiana” estaría yendo al fracaso por haberse apartado de Dios (Diamond, 1995; Maldonado, 2013; Silva, 2016).
Con necesarios matices las marcas teológicas del “reconstruccionismo cristiano” de aquella época reaparecen en el neoconservadorismo del siglo XXI, lo que muestra la influencia de ese movimiento, surgido alrededor de hace cincuenta años, en la historia política reciente de América Latina. De hecho, como veremos más adelante, el neoconservadurismo en los Estado Unidos continuaría su trabajo de formación teológica de cuadros para actuar en la arena política. Si los fundadores del movimiento apostaban en formar a la niñez en los moldes de la jerarquía Dios – Jesucristo – Iglesia – Marido – mujer (Lugg, 2021) en el siglo XXI movimientos como “Capitol Ministries” invierten en el siglo XXI recursos para formar líderes políticos ajustados a semejante teología.
Empoderamiento religioso neoconservador y ultraderecha trumpista
En el Perú el protagonismo evangélico en la política se hace notorio sólo en los años 90 con un inédito número de candidatos en las filas del partido de centro “Cambio 90” del naciente fujimorismo. El hecho generó enorme entusiasmo en el campo evangélico latinoamericano. Sobre el Perú Padilla se refiere al “protagonismo decidido de los evangélicos en la constitución de Cambio 90 y en la elección de Alberto Fujimori a la primera magistratura” (Padilla, 1991: 6). Ese entusiasmo está vinculado también al crecimiento numérico de los evangélicos4, considerado incuestionable por los propios evangélicos que estudian el nuevo fenómeno de la entrada a la política: “La explosión demográfica del protestantismo en América Latina es un hecho que no necesita comprobación” afirmaba Padilla (1991: 12) quien era de tradición bautista.
Como se sabe, el autogolpe del elegido Presidente Alberto Fujimori (1991) rompió esa alianza y la reconstituyó (el propio Fujimori) selectivamente con los candidatos evangélicos que permanecieron irrestrictamente al servicio del gobierno, ahora abiertamente autoritario en lo político y neoliberal en lo económico que caracterizó el fujimorato5 a lo largo de la última década del siglo XX e inicio del XXI. Una crítica temprana, aún antes de la segunda vuelta de las elecciones que llevaron al poder a Fujimori muestra que la perspectiva política de los evangélicos era diversa y destinada a una corta duración (Arroyo & Paredes, 1991). No han faltado diversas iniciativas de partidos confesionales, como “FE” (Frente Evangélico”), pero hoy comprobadamente fracasados según el balance de los propios evangélicos.6 La bibliografía evangélica posterior al “fujimorato” muestra que evangélicos en el Perú elaboraron una crítica y autocrítica importante y necesaria de ese período (López, 2004).
El movimiento evangélico neoconservador en el Perú es reciente y su protagonismo político (que es lo que aquí interesa) corresponde a la segunda década del siglo XXI. Nos interesa destacar sus características más importantes vinculadas a la hipótesis de este texto, es decir, analizar en su práctica política la existencia de un núcleo antidemocrático expresado en la acción y el discurso. Apelamos a la definición de “neoconservadurismo religioso” y sus cinco dimensiones, tal como la proponen Biroli, Campos Machado y Vaggione (2020) que enseguida resumimos: mantiene alianzas y afinidades con diferentes sectores religiosos, en este caso católicos y evangélicos dejando atrás diferencias históricas arraigadas; acentuada judicialización de la moralidad de manera que no les sea imputado la reducción de la cosa pública a cuestiones de moral; opera en contexto democrático aprovechando elementos básicos de la Democracia en su favor, como el de expresar libremente sus creencias religiosas en la plaza pública y los medios de comunicación aunque contravengan principios básicos de ese régimen, pero actúan también a través de ONGs religiosas con fachada de institución laica de beneficencia7; está presente a nivel internacional constituyendo redes transnacionales de acción política y religiosa; finalmente, expresan una relación importante con el neoliberalismo cuyo proyecto político defenden al tiempo que se oponen a cualquier pauta anticapitalista, anticolonialista y en el caso que estudiamos (como veremos) no sólo se oponen a cualquier crítica al gobierno de Donald Trump sino que lo defenden con entusiasmo.
La idea de que un conservadurismo religioso gana nuevas fuerzas durante el período del gobierno de Donald Trump, está presente en los “análisis coyunturales” del libro Conservadorismos, fascismos e fundamentalismos (Almeida & Toniol, 2018). El título de esa obra expresa bien prácticas en el escenario brasileño reciente pero que no son exclusivas de ese país. Si el conservadurismo religioso en política no es nuevo ni el fundamentalismo sirve como categoría generalizadora para el estudio del campo evangélico, las aproximaciones de ambos con prácticas fascistas sí ofrece nuevos matices tanto al conservadurismo como al fundamentalismo. Novedades que se hacen visibles precisamente en el período reciente del gobierno Trump. Evidentemente, no se inaugura con Trump. El neoconservadurismo tiene su historia que no es apenas religiosa. Como bien lo recuerda Lacerda (2019: 29) “el movimiento neoconservador en sus orígenes es una coalición de actores y de valores políticos” cuyos orígenes remiten a los años setenta y que consolidó un ideario de valores centrados en un nacionalismo cultural, rectitud moral, cristianismo, defensa de la vida y la familia, choque contra el feminismo, los derechos de homosexuales y ambientalismo.
Es importante destacar, sin embargo, que el neoconservadurismo de la era Reagan (años 70) tenía un componente articulador que ya no existe y, en consecuencia, ya no tendría el mismo peso argumentativo: el anticomunismo en un mundo bipolar. La onda neoconservadora del siglo XXI aunque mantiene elementos fundantes adquiere matices nuevos y retoma argumentos antiguos en función de las características de cada país, de la coyuntura específica y de la correlación de fuerzas políticas y sociales que dan sentido a la idea de “nuevas derechas”.8 Es por eso que consideramos importante añadir una dimensión más del “neoconservadurismo religioso” a las cinco propuestas por Biroli, Campos Machado y Vaggione (2020). Se trata de la estigmatización de la izquierda debidamente resignificado de acuerdo al contexto. En las elecciones del 2018 de Brasil el “antipetismo” fue muy importante; a pesar de que el PT ya no estaba en el poder desde el 2016 fue fuertemente utilizado en la campaña de Bolsonaro con la idea de impedir que vuelva el PT al poder. En el caso del Perú, donde nunca había habido un gobierno de izquierda elegido democráticamente, ese estigma adquiere características específicas. Se reconfigura con el paso del “terruqueo” al “caviarismo” como veremos en la tercera parte de este artículo. En todos los casos, vale destacar, siempre alineados cada vez más con movimientos políticos de la extrema derecha racista, sexista, armamentista e intolerante, al punto que hoy adquiere sentido la pregunta sobre cuál sería el espacio que les cabe en una democracia. De modo que será importante ver nuevos matices que el neoconservadurismo adquiere en la segunda década del siglo XXI.
Ese conjunto de valores, antes mencionado, constituye una plataforma apropiada para una amplia coalición. En el caso de Perú esos elementos están presentes, en el movimiento religioso neoconservador: “Con mis hijos no te metas” (CMHNTM) y sus vínculos internacionales. Enseguida veremos aspectos de las dimensiones, resumidas anteriormente, del neoconservadurismo. Nos aproximamos a su discurso a través del análisis de sus publicaciones en las páginas de Facebook. Los datos utilizados corresponden al levantamiento hecho entre los meses de noviembre de 2020 a febrero de 2021. Al mismo tiempo nos interesa mostrar que ha sido en el gobierno de Donald Trump que la intención de utilizar la religión como elemento de intervención en América Latina se reconfigura y llega hasta la Casa Blanca. Abordaremos esa cuestión a partir del trabajo de la organización “Capitol Ministries” (en adelante “CM”) hacia América Latina. Para este último tomamos la información de su página web9.
Durante el gobierno de Trump se establece un vínculo inédito entre CM y el departamento de Estado. Los patrocinadores de CP en la Casa Blanca son nada menos que el Vicepresidente Mike Pence, el Secretario de Estado Mike Pompeo y el Exsecretario de Trabajo Alexander Acosta. Este último, abogado e hijo de emigrantes cubanos, fue Secretario de Trabajo hasta julio de 2019. Tuvo que renunciar por haber participado, cuando era Fiscal, de ilegal reducción de pena a un millonario acusado de tráfico sexual de menores.10 Desde que el nuevo presidente Biden asumió el cargo en enero de 2021, en la página web de CM no aparece más el link (“White House Cabinet Sponsors”) que llevaba a los tres mencionados, cuando captamos la imagen de la figura 3 en noviembre.

CM fue fundada en 1996 con el objetivo de “hacer discípulos de Jesucristo en la arena política alrededor del mundo”. Sus objetivos, que se extienden a todo el mundo, son presentados en una imagen cuyo fondo es una Biblia abierta. Aunque CM no es nuevo, sí es notable que ha sido durante el gobierno de Trumpo que alcanza el vínculo directo con la Casa blanca. En 1996 CM actuaba sólo en el estado de California, en el 2000 se extiende a otros Estados, en el 2010 establece estudios bíblicos semanales para los congresistas, en 2015 realiza un “ministerio separado” para los senadores y en el 2017 crea un ministerio para los miembros del gabinete de la Casa Blanca del Presidente Donald Trump, “el primero de este tipo en 100 años” como lo dice su página web. Ese mismo año asume el cargo de Director para América Latina Oscar Zamora. Al asumir el cargo, Zamora afirma que “los líderes de las naciones de América Latina estaban listos para recibir la Palabra de Dios y esperando que CM les mostrase el camino”. Zamora está casado con Elisabet Lay, hija del Pastor Humberto Lay Sun que ha sido candidato a Presidente y Alcalde. Elisabeth Lay también ha sido candidata a Regidora en más de una oportunidad.11 En el 2017 Zamora fue el Director Nacional del evento llamado “Cumbre Global de Liderazgo Perú” que se extendió hasta 2018 y cuyo objetivo, según la página facebook del evento, era “elevar el nivel de liderazgo en sus diferentes facetas. Es por eso que está conformada por conferencias orientadas al liderazgo empresarial, académico, de gobierno, iglesia, educación y arte.”.
El campo en el que CM quiere influir es el político, como lo define en su página web. Sin embargo, para eso abre un abanico de campos de acción: empresas, academia, gobierno, iglesia y arte. No tiene objetivos propiamente eclesiásticos y quiere formar “discípulos de Cristo” en la arena política. Se trata de una transnacional con sede en el gobierno americano (es de suponer, cuenta con su financiamiento)12 que hace un trabajo estratégico pues se propone formar líderes que llegarán a la arena política. La dirección de CM para la región, liderada por Zamora, divide a los países de América Latina en tres niveles de influencia como lo muestra la siguiente imagen (figura 4) elaborada a partir de información de la página web de CM.

En su “Ministry Map” la región es divida por CM en los siguientes niveles de penetración: “iniciado y operado por CM” (Brasil, Ecuador, Costa Rica, Honduras y México), “en capacitación y preparado para lanzar” (Argentina y Nicaragua), y “trabajando para plantar un ministerio” (Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela). El Perú está en el tercer nivel, diferente a Brasil en dónde CM ha sido recibido por el propio Congreso. En el Perú del siglo XXI, los evangélicos se han aliado generalmente con partidos políticos que han perdido en las elecciones. Otro factor es que el peso político de los evangélicos es mucho menor. Esos factores junto con la enorme inestabilidad política de la última década, ayudan a entender esa situación. En ese escenario cabe la idea de que la arena política peruana no ofrece las mejores condiciones para las acciones de CM. Al mismo tiempo el neoconservadurismo peruano se articula alrededor de valores comunes como: estigma a la izquierda, patriarcado, familia cristiana y admiración al gobierno de Trump. Veámoslo en las publicaciones que hacen dirigentes del movimiento CMHNTM en facebook, los mismos que han recibido formación en universidades conservadoras de los Estados Unidos (Tello, 2019)
El movimiento expresa gran admiración al gobierno de Donald Trump, la misma que se intensificó durante la campaña reciente del 2020 en la que fue derrotado.
El mensaje de la figura 6 asocia el relanzamiento de la campaña de Trump, para un segundo período, a la lucha contra Satanás que estaría presente en la ciudad de Oklahoma en el pedido del “Templo Satánico” de remover los 10 mandamientos del Capitolio. La figura 6 es un llamado a votar por Trump acompañado de una crítica mordaz al candidato Joe Biden a quien llama “Bozal demócrata”, por haber supuestamente amenazado con el “uso obligatorio de mascarillas”. El mensaje contiene explícita referencia a “la libertad otorgada por Dios” y el costo extremo de renunciar a ella: “siempre será mejor morir libre que sobrevivir como esclavo”. Este mensaje está en plena sintonía con el principio de “soberanía divina”, discutido en la primera parte de este artículo, cuya síntesis se expresa en la creencia de que Dios está por encima de todo poder político. Además de restarle valor a la soberanía de lo político, tenemos aquí el uso de ese principio como recurso de campaña electoral reforzado con la referencia al “materialismo”. Muy interesante, pues la autonomía de lo político y la soberanía del poder del pueblo son negadas. La libertad propia de la democracia se transforma en un don divino contra el cual sólo “los materialistas” serían capaces de oponerse.


Las figuras 7 y 8 son del mes de junio de 2020. George Floyd, ciudadano afiroamericano había sido cruelmente asfixiado por la policía, lo que generó una fuerte protesta de la población especialmente afiroamericana. El moviento “Blanck lives matter” surge de ese hecho y toma las calles en plena pandemia. El mensaje de la figura 8 se refiere a las marchas de protesta y divulga la necesidad de “armar a la población” contra esas marchas en nombre de la defensa de la “propiedad privada”. La defensa a cualquier costo de la propiedad privada es colocada como ejemplo para el Perú. La receta es explícita y grotesca: “un pie en el jardín de la propiedad privada otorga el derecho a fusilar”.

La figura 7 incorpora elementos religiosos a una crítica al movimiento “Black lives matter”. Apoyado en el sermón de un pastor, llama al movimiento “marxista, pro aborto y pro LGBTI”. La iglesia cristiana no puede ser tolerante con esos movimientos “diametralmente opuestos a los valores del Reino”. Aquí queda clara la tipificación de un enemigo político y no a un adversario. Son valores religiosos que llevan a una visión polarizada de la política y contrario a la democracia, anulándose todo diferente como enemigo.
Durante la pandemia CMHNTM (figuras 9 y 10) ha venido realizando campaña contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), contra la cuarentena, contra las vacunas, y contra el uso de los servicios privados de salud para atender a la población. El mensaje de la figura 8 incluye esos elementos con el objetivo de descalificar a la OMS a la que llama “organización dirigida por burócratas que pretendía facilitar el asesinato de bebes inocentes en plena cuarentena”. Como lo proponen Biroli, Campos Machado y Vaggione (2020: 33), un elemento de la reconfiguración de las democracias en América Latina, es el protagonismo en la sociedad civil y política de actores conservadores religiosos que maximizan la activación de los canales democráticos a su favor, con el objetivo de conservar su influencia. Cabe agregar que se trata de una tensión con los valores democráticos, pues al mismo tiempo se reivindica el derecho a expresar ideas y valores pero que no son autónomas en relación a valores religiosos, ni presuponen autonomía de la política.


La figura 9 contiene una crítica que conjuga posiciones simultáneas contra la vacuna, el aborto y la investigación con células tronco. Apoyado en la declaración de un arzobispo se afirma que la vacuna es “obra del diablo” porque habría sido hecha con células de fetos. El mensaje de CMHNTM es un llamado a no aceptar la vacuna porque “inyectarse legitimaria el asesinato de otro ser vivo”. En el contexto de la pandemia, el discurso moralista del movimiento se ha hecho más enfático, especialmente porque la cuarentena prohibía las manifestaciones públicas y obligaba a cerrar los templos (Barrera, 2020). Durante el año 2019, el movimiento se mantuvo activo movilizándose en las calles con manifestaciones contra el aborto. A partir de marzo, con el inicio de la cuarentena, el discurso religioso incorpora el argumento de la “libertad de culto” a su agenda pro vida y relacionándolos de las formas más diversas como lo muestra la figura 10.
Del “terruqueo” al “caviarismo” en la campaña del “Bolsonaro peruano”
En la actual campaña electoral, cuya primera vuelta fue en abril de 2021, se detecta una clara tensión entre el discurso político religioso neoconservador y principios básicos de las libertades democráticas. A partir de datos levantados entre los meses de noviembre 2020 a febrero 2021, analizamos la hipótesis que articula este estudio, es decir, que la radicalización del discurso religioso neoconservador lleva a una reducción del espacio democrático. Existiría, entonces, una incompatibilidad entre extrema derecha y democracia, una relación entre avance de la ultraderecha y un proceso de “desdemocratización”; según esa apropiada expresión utilizada para el Brasil de Bolsonaro (Pinheiro-Machado & Freixo, 2019). Dicho en otras palabras, es posible generar la pregunta ¿cuál es el impacto del neoconservadurismo religioso en el juego político democrático?
El triunfo de Bolsonaro en las elecciones de 2018 en Brasil, ha sido un paso importante para el empoderamiento de la ultraderecha en ese país (Almeida, 2019; Lacerda, 2019; Doria, 2020; Dip, 2018) y está sirviendo de incentivo en otros países, como Perú. En el 2018, ya durante su campaña electoral y en razón de su discurso racista, sexista y pro vida, Bolsonaro fue llamado el “Trump latinoamericano”. Veremos en las próximas páginas de este estudio que se va configurando en el Perú un “bolsonarismo peruano”, con efectiva participación de sectores evangélicos. En Brasil, la derecha se quedó sin candidato ganador, ya que su mejor opción para evitar el retorno del Partido de los Trabajadores (PT) al poder, mostraba bajísimo rendimiento en las encuestas. Henrique Meirelles obtuvo sólo el 1.2% de votos en la primera vuelta y el candidato de centro, Geraldo Alckmin, llegó a 4.76%. La decisión de los partidos de derecha y de centro en apoyar al ultraderechista Jair Mesias Bolsonaro, fue tomada sin escrúpulos democráticos y en medio del creciente sentimiento anti PT y de fuerte estigmatización de la izquierda en general. La postura armamentista, racista, patriarcal y sexista de Bolsonaro, antes de ser un problema, resultó seductora para el robusto voto evangélico que lo apoyó en la primera y segunda vuelta. Estudios posteriores han mostrado la tendencia mayoritaria de los evangélicos a votar por un candidato conservador en materia de usos del cuerpo, cuando el adversario es progresista en ese tema (Nicolau 2018). Estuvieron en carrera otros dos candidatos evangélicos (que obtuvieron los siguientes porcentajes de votos: el Cabo Daciolo 1.26% y Marina Silva 1%), de manera que los evangélicos tenían otras opciones de voto. El slogan de campaña de Bolsonaro “Brasil sobre todos y Dios sobre todo” sintetizaba el impacto del discurso neoconservador que arrastró cerca del 60% del voto evangélico en la segunda vuelta. Como bien lo señala Almeida, se trataba de un atipetismo en clave moralista: “el segundo turno quedó enredado en el campo de las moralidades” (Almeida, 2019: 20).
La llegada de la ultraderecha al poder, en Brasil, con apoyo decisivo del voto religioso evangélico, representa un fenómeno nuevo en América Latina, pasible de repetirse en el Perú. En efecto, la variable “religión”, aunque no la única, fue fundamental para abrir una amplia ventaja de Bolsonaro en el segundo turno. Cerca de 11 millones más de evangélicos prefrieron darle su voto al candidato ultraderechista en lugar de a Fernando Hadad candidato del PT.13
A continuación, analizamos algunos aspectos de la campaña electoral del partido Renovación Popular y de candidatos evangélicos que cuentan con apoyo del movimiento CMHNTM. El fenómeno se va presentado como una copia de la campaña de Bolsonaro. El objetivo de esta parte no es solo determinar las semejanzas si no, también desvelar las tensiones de ese discurso “neoconservador” con los principios del juego democrático, especialmente en lo referente a la tendencia de la ultraderecha a substituir adversarios políticos por enemigos a eliminar. Tres aspectos fundamentales del suceso de Bolsonaro entre los evangélicos se repiten con asombrosa semejanza En la campaña de Rafael López Aliaga (RLA): alianza estratégica con las FF AA y policiales, el imaginario mesiánico del candidato cristiano, y la virulencia contra la izquierda resignificada con el uso del término “caviar”. Hay otras semejanzas (que aquí no analizamos) como: la renuencia a participar en debates públicos, la maciza inversión privada de campaña en las redes, entrevistas solo en canales de TV de propiedad de la derecha y el discurso directo y superficial, la familia real de ambos está lejos de representar el modelo ideal de familia cristiana (Bolsonaro se ha casado tres veces y RLA es célibe y numerario del Opus Dei), etc.
Recuperar la honra de las fuerzas armadas (FF AA) y policiales
En Brasil las FF AA han ido acumulando un creciente resentimiento hacia la sociedad cuya conciencia de las atrocidades de la dictadura (de los años 60, 70 y parte de los 80) fue creciendo, inevitablemente, en la historia enseñada en la escuela, la universidad, la producción científica y la refexión generalizada sobre la democracia pos-dictadura. La democracia fue suficientemente robusta para imponerse al punto de dar la apariencia de que el factor militar era cosa del pasado. Bolsonaro despertó y atizó el resentimiento de una clase militar que había estado cultivando otra historia en los cuarteles, sobre el lugar de las FF AA en el devenir del país: sería una injusticia identificarlos como dictadura, culparlos de tortura y asesinato. El aspecto más importante de esa “injusta lectura”, estaría en no reconocerle su papel fundamental en la salvación del país de las garras funestas del comunismo. No hace falta recordar aquí que está suficientemente demostrado que no había, en los años 60, posibilidad alguna de que la izquierda tomase el poder. Sí interesa destacar la alianza estratégica que Bolsonaro construyó con la clase militar apoyada en un discurso de recuperación de la honra manchada de la dictadura. Esa alianza cuenta con el beneplácito de los sectores evangélicos que lo apoyan.
Es conocido que Bolsonaro ha sido militar, Capitán del Ejército del cual fue expulsado. Rafael López también es un “militar” del Opus Dei que ha renunciado al placer sexual al que lo reprime, según su propio testimonio, con el uso cotidiano del silicio.14 Le debe obediencia irrestricta a órdenes superiores. El papel de militares en el gobierno de Bolsonaro ha ido creciendo al punto de ser hoy la mayoría en el Consejo de Ministros e inclusive con militares activos y sin ninguna formación para el cargo. El Ministro de Salud del gobierno Bolsonaro era, hasta inicios de marzo del 2021, el General Pazuelo que no tiene estudios en el área de salud. Otros dos ministros que eran médicos fueron obligados a renunciar porque no estaban de acuerdo con la postura anti-ciencia y negacionista de Bolsonaro respecto a la Pandemia. RLA tenía en su lista de candidatos, por lo menos, a dos destacados militares. El almirante Jorge Carlos Montoya Manrique era el número 1 en la lista por Lima al Congreso y también era candidato a la segunda Vice-presidencia. En eso RLA imita a Bolsonaro cuyo vicepresidente es el General en retiro Hamilton Mourão. De la actual campaña de Montoya, hay que destacar tres elementos perfectamente alineados con el proyecto político e ideológico del partido Renovación Popular (RP). Considera que las FF AA están sobre el presidente de la República, quw es un luchador contra el comunismo resignificado en el término “caviarismo” (de amplio uso en la campaña) y se declara pro-vida y pro-familia. La visión de Montoya sobre el lugar de las FF AA en la sociedad peruana es contraria a la democracia. En entrevista al programa semanal “Edición Especial” (dirigido por Diego Acuña en el canal Wyllax)15 afirmó que el Presidente “Sagasti le debe respeto a las FF AA y no las FF AA a Sagasti”. Esa declaración es una excelente síntesis de cómo entiende su papel como político fuertemente matizado por una mentalidad militar. Las FF AA tendrían la solución para diversos problemas del país, inmediatos y mediatos: para una gestión vertical de la vacunación que el Estado no sería capaz de hacerlo; para devolverle el orden perdido al país, o para eliminar definitivamente la inseguridad social reabriendo cárceles para cadena perpetua por diversos delitos; reabrir las iglesias durante la pandemia, etc. En el fondo el poder político se sustenta, para Montoya, en las FF AA. Es una negación de la Democracia porque el poder (político) del pueblo deja de ser soberano. Hay, en su perspectiva, otra entidad superior que garantizaría el orden social.
“Vamos a poner a cristo en el poder”
Esa inusitada declaración, al mismo tiempo política y religiosa, constituye una excelente síntesis de una campaña bastante seductora para el campo evangélico peruano. En las elecciones de 2018 Bolsonaro construyó una alianza estratégica con los sectores evangélicos más conservadores. La ultraderecha brasileña que se constituye y llega al poder es al mismo tiempo política y religiosa. Actúa al mismo tiempo en la política como en la religión, lo que hace su estudio más complejo. De hecho, la compresión de la “nueva derecha” brasileña es difícil en razón de su compleja cosmovisión, como lo señala Messenberg (2019) y los estudios sobre el fenómeno del neoconservadurismo religioso. Exigen perspectivas simultáneas del campo del Derecho, la Ciencia Política y de los Estudios de Religión (Biroli, Machado & Vaggione 2020). En el gobierno Bolsonaro, los evangélicos ocupan cargos importantes inclusive en los Ministerios. El caso más emblemático es el de la Pastora Damares Alves que ocupa el cargo de Ministra de la Mujer, estratégico en el terreno de los intereses moralistas de su base evangélica. La alianza con Bolsonaro les ha rendido, a los evangélicos, importantes beneficios en exoneraciones fiscales, entre otras. Bolsonaro ha abandonado cualquier postura laica como representante del poder político y, más precisamente, se considera un cristiano que ha llegado al poder gracias a Dios. A pesar de sus límites la laicidad del Estado es un aspecto muy importante en las democracias latinoamericanas. Ese principio es violado constantemente por Bolsonaro que pauta su acción en la siguiente afirmación: “El Estado puede ser laico, pero yo soy cristiano”.
Esa relación estrecha se reproduce en el Perú con la candidatura de RLA. El 25 de febrero el “Bolsonaro peruano” tuvo una reunión en la ciudad de Trujillo, con la “Fraternidad de Pastores”. El video que circula en diversas páginas de Facebook de pastores, nos sirve de fuente para las siguientes refexiones.16 La reunión realizada en un lujoso hotel deja clara su estrategia política religiosa y la receptividad de sus ideas y propuestas de parte de los pastores evangélicos presentes. Los presentes vestían camisetas celestes del partido RP. El acto de ponerse la camiseta no fue algo apenas simbólico. Expresa una identificación con un valor claro al movimiento CMHNTM. “El color celeste es porque el mundo pro-vida tiene una ideología pro-vida y pro-familia que respeta la concepción” afirma RLA.
En la misma reunión RLA comunicó a la audiencia que “Julio Rosas y Christian Rosas”, líderes de CMHNTM, “son mis amigos y me han buscado para apoyarme”. El candidato, sin embargo, no cierra filas con el sector evangélico. Afrma, por ejemplo, “no me interesa si es católico o evangélico, la condición para ser de RP es ser pro-vida, pro-familia y creer en Dios”. Es ante ese auditorio que RLA hizo la declaración que da título a esta sección: “Vamos a poner a Cristo en el poder y los comunistas tiemblan”, que arrancó eufóricos aplausos de los pastores. Su discurso es virulento contra lo que llama “aborteros asesinos, ONGs aborteras como Flora Tristán y Manuela Ramos. Las vamos a investigar por delitos contra la vida”. Afrma que “ONGs aborteras anti familia están en el gobierno protegidas por una ley que vamos a derogarla”. De manera semejante a Brasil, el maligno proyecto de la “ideología de género” se habría infiltrado en el propio Estado peruano y sus instituciones. En esa perspectiva se posiciona su recurrente afirmación de que durante su gobierno hará una “limpieza”. Como es de esperar, en aquella reunión hubo un pedido de apoyo (“Les pido su apoyo señores pastores, dirigentes evangélicos”) que no podía ser gratuito.
Como contrapartida al apoyo RLA ofreció dos cosas a la “Fraternidad de Pastores”. La primera: “vamos a incorporar una secretaría de asuntos cristianos. Ustedes nominan a alguien aquí. Es importante que ustedes se involucren. Luego tendremos otras elecciones”. En esa declaración no queda claro si se trata es una secretaría del partido o del posible gobierno. En todo caso es evidente que en los planes de gobierno del candidato RLA hay reservado un lugar importante para “asuntos cristianos” y el cargo estaría reservado para un/a evangélico/a. En todo caso está claro que hay convergencia de intereses entre el partido político y los evangélicos allí representados. La otra oferta es una explícita promesa de exoneración de impuestos: “Vamos a sanear física y legalmente a las iglesias”. El argumento para fundamentar tal propuesta se expresa en sus siguientes palabras: “Todo centro para conectarse con Dios tiene que tener el apoyo del Estado. Tú no puedes desconocer lo que es la llegada a Dios, que es lo que quiere el gobierno marxista”.
Debemos destacar que al tratar de asuntos religiosos, RLA se cuida de no referirse solo a los evangélicos, porque él mismo no es evangélico y sí católico militante. También es notorio que la laicidad del Estado la asocia con el “marxismo”. El Estado, diferente del “marxismo” tendría que apoyar “todo lo que es la llegada a Dios”. El candidato concluyó su presentación con la afirmación de que su gobierno es “una entrega a Dios, a la patria y a las familias peruanas”. Está explícito en esa declaración, como en muchas otras, la idea de sacrificio, de entrega a Dios como destino que se reproduce en la campaña de sus pastores/as candidatos/ as al Congreso.
La información de campaña de dos pastores candidatos en la lista de RP, permiten analizar cuál es la perspectiva que tienen de la democracia y también las expectativas de los evangélicos hacia un eventual gobierno de RLA. El Pastor Pablo Lazo es candidato número dos por Ucayali y la Pastora Milagros Aguayo es candidata número dos por Lima. Escogemos algunos mensajes de sus páginas de Facebook para nuestro análisis.
Lazo divulga los siguientes mensajes: “Quiero un gobierno que no sea enemigo de Dios. Rafael López Aliaga es la voz”; “Cuando un pueblo es gobernado por líderes que tienen temor de Dios, Dios traerá salud y bienestar a su pueblo”. Los dos mensajes tienen un tinte mesiánico (subrayamos las palabras en negrito) respecto a la candidatura de RLA. Sutil el primero y explícito el segundo. Dos mensajes en la página de la pastora Aguayo remiten a la idea de candidato predestinado y a la de “Dios sobre todo”. Aguayo dice reproduciendo a RLA: “He asumido esta responsabilidad que me saca de mi zona de confort por amor al prójimo y sobre todo porque Dios así lo ha ido marcando” y “Rafael ha sabido poner a Dios en el centro de su vida y trabajo”.
La campaña de Lazo manifesta una violencia “divina”, del bien contra el mal, necesaria por el supuesto mal que debe ser combatido: “Rafael López Aliaga: la ideología de género va a ser exterminada”; “Somos el único partido integralmente pro-vida”. Lazo está en plena sintonía con RLA cuando afirma: “un caviar odia a las iglesias, a las fuerzas armadas y a la empresa privada”. Es imposible no tomar en cuenta que el exterminio del enemigo (socialismo, “petrallada”, “izquierdopata” en Brasil), que fue idea central del gobierno de Bolsonaro, se repite en la campaña del que estamos llamando “Bolsonaro peruano”. Interesa subrayar que de igual forma no hay espacio para adversarios políticos, éstos no son adversarios y sí enemigos. Se trata de una postura antidemocrática y muy cerca a la mentalidad fascista.
La “caviarada” ha destruido al país
El virulento discurso antipetista de Bolsonaro tuvo éxito y arrastró el voto del centro y derecha, como lo hemos mencionado. Al transformarse en la única carta viable de las élites políticas y económicas del país, ese candidato, sustentado en fuerte campaña en las redes, amplificó la idea de que el PT había destruido moralmente el país y que era necesario evitar su retorno al poder. El único candidato capaz de vencer al PT sería Bolsonaro (Nicolau, 2020). La “izquierda” en Brasil gobernó el país por 14 años, pero en el Perú no ha habido gobierno de izquierda. En las últimas campañas candidatos y candidatas de izquierda han sido derrotados en elecciones u obligados a cambiar radicalmente su orientación en plena campaña electoral, como fue el caso de Ollanta Humana. Surge entonces la pregunta de cómo se sustentaría una estrategia de campaña antiizquierdista en el Perú.
Diversos candidatos de la derecha han utilizado y utilizan en Perú semejante estrategia; por ejemplo, Keiko Fujimori se refiere a la “izquierda radical” o la “extrema izquierda”. Desde el primer gobierno de Alberto Fujimori el escenario político peruano estaba marcado por un fuerte estigma hacia la izquierda política que resultó de la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA (“Movimiento Revolucionario Tupac Amaru”) que fueron derrotados política y militarmente. En ese período surgió el imaginario del “terruco”, militante de esos dos grupos terroristas que infiltrados en las más diversas organizaciones sociales y populares deberían ser vistos como enemigos y eliminados. Ese estigma se proyectó poderosamente a todo el campo de la izquierda y fue usado con eficacia por candidatos de centro y de derecha en las campañas electorales posteriores a la derrota del terrorismo. Sin embargo, a 30 años de la derrota del terrorismo el “terruqueo” ya no tiene el mismo efecto e inclusive resulta poco elegante y hasta desleal utilizarlo en campaña. Recientemente, la candidata de izquierda Verónika Mendoza reclamó al candidato Jhony Lescano que había afirmado, irresponsablemente ante la prensa, que en Juntos por el Perú (partido de Mendoza) “el poder nace del fusil” y Lescano no ha vuelto a hacerlo.
Sin embargo, la derecha no se ha contentado con la crisis semántica del “terruqueo” y la ha resignificado y ampliado con la expresión “caviar”. La izquierda “caviar” sería una izquierda de clase media, intelectual cuya condición privilegiada no lo lleva a una práctica política objetiva. Pero el sentido de “caviar” se ha ampliado. RLA es el candidato que más lo usa y él mismo lo define de la siguiente manera: “un caviar es un comunista que se infiltra en las instituciones del estado, vive del salario del Estado, destruye la iglesia y odia a las FF AA”. RLA y sus candidatos usan estratégicamente la expresión “el caviarismo” como explicación simplificadora de todos los males del país, pero especial atención le dan a un supuesto daño moral a la sociedad. Es la lucha contra la “caviarada”, que se habría instalado en todas las instituciones sociales, políticas y educativas, lo que moviliza sectores de las fuerzas armadas, policiales y religiosas. El pánico moral tiene un peso diferenciado en la mentalidad evangélica, especialmente cuando vinculado a la sexualidad. Un recurso usado con enorme eficacia en la campaña de Bolsonaro fue el supuesto “kit gay” para “homosexualizar a los niños”. Curiosamente, en la reunión con la “Fraternidad de Pastores” RLA acusó al Ministerio de Educación de usar “El Caperucito Rojo” (supuesto material escolar) para “homosexualizar a niños de 4 años”. Responsable por tal depravación sería el “caviarismo”, instalado en toda la sociedad peruana y en las instituciones del Estado.
El número 9 en la lista de candidatos al Congreso de RP es el Almirante en retiro José Ernesto Cueto Aservi. Después del propio RLA Cueto es el candidato más virulento en la campaña. De manera semejante a Montoya éste también reivindica la necesidad de devolverle su lugar a las FF AA, pero para Cueto ese problema está estrechamente vinculado al efecto nocivo que la “caviarada” habría causado al país. Considera que las “FF AA han sido maltratadas, mancilladas y humilladas” desde el año 2001. Recuérdese que es el año que se cae el fujimorato con la huida de Alberto Fujimori a Japón. La comprensión que Cueto tiene de la situación actual de la sociedad peruana, se refeja en las siguientes ideas vertidas en entrevistas diversas de su campaña: la ideología caviar ha destruido los valores, se ha infiltrado en diversos espacios hasta controlar la educación y la “ideología de género” debe ser totalmente eliminada.17
Cueto no reconoce el trabajo de la Comisión de la Verdad18 porque mancha la honra de las FF AA y policiales. Extiende su reivindicación a la policía cuyas acciones deberían recibir un resguardo político y jurídico. “Hay que devolverle la autoridad a la policía”, la misma que “no puede ser acusada después de actuar para poner orden”. En las acciones policiales no se puede usar el “principio de proporcionalidad” porque es la causa del desorden y falta de autoridad. Propone al mismo tiempo la pena de muerte para corruptos y violadores, la instrucción pre-militar en los colegios y armar mejor al país. Esta última propuesta la defende con el argumento de que “de los 10 conflictos armados que ha tenido el Perú no ha iniciado ninguno. Siempre ha sido reactivo”. Finalmente, Cueto incluye en su discurso de campaña su rechazo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque considera que “ha sido nefasta para el país”.
Es muy curiosa la semejanza con el discurso de Bolsonaro. Es posible afirmar que, por lo menos, Bolsonaro es una inspiración para RLA. Aquel tenía como uno de sus ejes de campaña (y después de gobierno) la necesidad de “eliminar” a la izquierda por el bien del futuro de la nación. Al mismo tiempo proponía el “excludente de licitude”, es decir, restringir las leyes para los civiles quedando la policía exonerada de rendir cuentas por sus actos. Los actos de la policía deberían, en esa perspectiva, estar exoneradas de cualquier acusación o juicio. Bolsonaro se refiere a ese proyecto como una “retaguardia jurídica” para los verdaderos héroes de la patria. Montoya y Cueto están en perfecta sintonía con el discurso de campaña de RLA que propone que la policía debe ser juzgada sólo en el fuero militar y no más en el fuero civil. En otra edición del programa “Edición Especial” RLA afirmó “mi propuesta es pena de muerte para corrupción y violadores, pero hasta cadena perpetua llego porque tengo gente evangélica muy fuerte. La mitad de mis números 1 de candidatos al Congreso es evangélica”.
En las siguientes imágenes podemos detectar el alineamiento del movimiento CMHNTM con la campaña de RLA.
Las figuras 11 y 12 muestran un aspecto recurrente del neoconservadurismo de CMHNTM. Se trata de campaña contra el uso de máscaras y contra la vacuna. En nombre de la libertad no se podría obligar a nadie a usar máscara porque el cuerpo es de Dios y no del Estado. La manifestación contra la vacuna es de diciembre de 2020, es decir, cuando las vacunas ya estaban en uso en varios países del mundo. Los argumentos utilizados corresponden a un discurso negacionista de la pandemia y de divulgación de un enemigo global que amenazaría hasta al propio Donald Trump (fig 13 y 14).


Al mismo tiempo que se manifesta apoyo a RLA, al que considera ganador en primera vuelta, afirma que se trata de un proyecto “contra el globalismo abortista pro género y anti libertad religiosa”. La expectativa de expandir el alcance de la “defensa de la verdad” en caso RLA llegue al poder es manifesta.
Tres aspectos de la figura 15 llaman la atención sobre la virulencia del discurso de CMHNTM. El diario El Comercio, uno de los más populares en el Perú divulgó declaraciones de RLA sobre género y familia. De hecho, son temas recurrentes en su campaña. La idea de “exterminio” de la doctrina de género aparece en el texto y en la imagen del candidato con la mano en señal de “alto”. EL propio RLA reproduce la información en sus redes ahora con el enunciado “Sobre mi cadáver el Estado violará el derecho de las familias a educar a sus hijos”. Es evidente el mensaje de colocar al Estado como gestor del “exterminio” del enemigo. Al mismo tiempo se destaca la disposición a dar la vida (“sobre mi cadáver”) por esa causa. El líder de CMHNTM en su post a la noticia destaca el compromiso cada vez más claro del candidato con la vida y la familia. Al mismo tiempo afirma ver en RLA el avance del proyecto de “erradicar” al enemigo del Perú, el continente y el mundo. En la siguiente imagen (fig 16) la identificación de RLA, repercutida por CMHNTM, con las FF AA es recurrente y el mensaje adquiere sentido en el horizonte amplio del discurso de campaña de sus candidatos exmilitares como analizado anteriormente.

Consideraciones finales
Si no es novedad que el comportamiento político de los evangélicos en América Latina tiende a ser conservador, el estudio del comportamiento político de los evangélicos en el Perú del siglo XXI muestra una inédita tendencia hacia la extrema derecha. A lo largo de este artículo hemos demostrado que no se trata de un viraje repentino. Al contrario, entre las razones que lo explican se encuentran elementos teológicos presentes en la tradicional interpretación bíblica del poder político. En particular, una visión religiosa que entiende el poder político y el campo de la política sobredeterminados por lo que hemos llamado “soberanía divina”. Ese principio que está presente en la teología evangélica, desde antes de la entrada de los evangélicos a la política a principios de los años noventa y permanece al inicio de la tercera década del siglo XXI, actúa como importante limitación de la práctica política de los ciudadanos evangélicos. Una consecuencia importante es su visión reducida de la política y de lo político que, al final de cuentas, carecen de autonomía política plena, lo que reduce el horizonte democrático. De manera semejante a la visión teológica que el “reconstruccionismo cristiano” de los años setenta en los Estados Unidos tenía de la política, los partidarios evangélicos de Rafael López, defenden un sometimiento de la política a normas morales religiosas.
El “neoconservadurismo religioso”, cuyos componentes complejos hemos abordado en la segunda y tercera parte de este texto, experimenta un auge que coincide en el tiempo con el gobierno ultraderechista de Donald Trump. Lo hemos detectado al analizar los alcances de la transnacional política religiosa “Capitol Ministries” y sus proyectos hacia América Latina. El análisis del movimiento CMHNTM y de la campaña del partido Renovación Popular ha mostrado que hay una sintonía fina y al mismo tiempo grotesca entre los ideales político – religiosos del neoconservadurismo peruano en constitución y la lectura que los mismos hacen, de un lado de la posición de gobierno de Trump sobre cuestiones morales y sobre la izquierda en general; y de otro lado, sobre lo que aspiran como futuro inmediato para el país de cara a las elecciones nacionales de abril del 2021.
El estigma contra la izquierda aparece resignificado por el neoconservadurismo peruano. A tres décadas de la caída del muro de Berlín y a una generación de la derrota del terrorismo en el Perú, el “terruqueo”, como herramienta para “eliminar” adversarios políticos convirtiéndolos en enemigos, no se muestra más eficaz. Ha sido necesario resignificarlo y ampliarlo con el llamado “caviarismo”, enemigo en el que se sitúa a defensores de derechos de todo tipo, sociales o políticos, que tengan alguna implicación real o inventada (poco importa) con cuestiones morales extremamente sensibles a las buenas costumbres cristianas. La cuestión más delicada y que constituye centro de este texto es la reducción del espacio democrático, en la mirada del evangélico peruano neoconservador, para cualquier discurso o propuesta “caviar”: debe ser eliminado en nombre de Dios.
Es necesario una palabra final sobre la derrota del candidato de la extrema derecha y sus aliados religiosos en la primera vuelta y las perspectivas que se abren o cierran ante ese resultado. Hay que destacar en principio que, en imitación a Donald Trump, el derrotado López se negó a aceptar su derrota alegando haber sido víctima de un fraude que habría favorecido a Keiko Fujimori impidiéndolo pasar a la segunda vuelta. Entre abril y junio (cuando se realizó la segunda vuelta electoral) López hizo una intensa campaña contra la transparencia y la legalidad del resultado electoral. Y aún después de finalizadas las elecciones, de la proclamación de Pedro Castillo como ganador y legítimo Presidente y de instalado el nuevo Congreso de la República, ha continuado insistiendo en la denuncia, esta vez a través de los congresistas de Renovación Popular que han propuesto nombrar una comisión para investigar el supuesto fraude.
Si López fue derrotado en la primera vuelta, los logros electorales de Renovación Popular y del neoconservadurismo religioso que lo rodea no son insignificantes en el Legislativo. Consiguieron elegir a trece candidatos/as (de un total de130) consolidando una inédita bancada de ultraderecha. De ellos, dos son líderes evangélicos, de éstos una es Pastora de Lima y el otro de Arequipa al sur del país. Siete son de Lima y dos son exmilitares, Almirantes de la Marina de Guerra. Otros candidatos evangélicos, a pesar de la intensa campaña, no fueron elegidos. Recuérdese que durante la campaña el propio López se ufanaba en decir que 50% de sus candidatos número uno eran evangélicos. Al mismo tiempo es sintomático constatar que en las regiones donde el porcentaje de población evangélica es más alto los candidatos neoconservadores han sido derrotados. Las regiones más evangélicas según el Censo del 2017 son: Ucayali 27,7%; Huánuco 26,4%; Huancavelica 25,2%; Loreto 24.2% y Pasco 23,8% (porcentaje de evangélicos a nivel nacional es de 15,7%). En ninguna de esas regiones Renovación Popular logró elegir candidatos. Su fuerte está en Lima en donde la Pastora Aguayo obtuvo 68 mil votos, pero de un total de 750 mil votantes evangélicos. Aproximadamente 9% de evangélicos de Lima votó por ella. Esos datos cuestionan, evidentemente, la eficacia del discurso ultraconservador en el campo evangélico. El tema está a la espera de nuevas investigaciones en nuevo contexto, con el Ejecutivo en manos de la izquierda.
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Notas