Artículos científicos

SOSTENIBILIDAD EN LA BANCA: UN ESTUDIO DE CASO EN ECUADOR

SUSTAINABLE BANKING: A CASE STUDY IN ECUADOR

Diego Raza Carrillo
Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador
Wilson Enrique Araque Jaramillo
Universidad Andina Simón Bolívar – Ecuado, Ecuador
David Alexander Grey Castillo
Banco Pichincha, Ecuador

SOSTENIBILIDAD EN LA BANCA: UN ESTUDIO DE CASO EN ECUADOR

KAIRÓS, Revista de Ciencias Económicas, Jurídicas y Administrativas, vol. 6, núm. 11, pp. 105-125, 2023

Universidad Nacional de Chimborazo

Copyright Universidad Nacional de Chimborazo

Resumen: A partir de entrevistas realizadas en el banco analizado y la revisión de su documentación de desempeño ambiental, se identificaron sus principales iniciativas para reducir su impacto ambiental y el de sus clientes. En particular se reseña la estrategia de “biocrédito” y se presentan sus resultados en tres indicadores: reducción de emisiones de CO2, reducción de consumo de agua y reducción de consumo de energía. Los resultados se tomaron de los reportes de las certificadoras ambientales que revisan la gestión del banco, de la verificación realizada por parte de auditores y de su memoria de sostenibilidad. Se hallaron importantes niveles de reducción en los tres indicadores, lo que confirma la necesidad de implementar estas iniciativas en la banca de manera más generalizada y sostenida.

Palabras clave: bancos, gestión ambiental, desarrollo sostenible.

Abstract: Based on interviews with representatives of the analyzed bank and the review of its environmental performance documentation, its main initiatives to reduce its environmental impact and that of its clients were identified. In particular, the "biocredit" strategy is reviewed and its results are presented in three indicators: reduction of CO2 emissions, reduction of water consumption and reduction of energy consumption. The results were taken from the reports of the environmental certifiers that review the bank's management, from the verification carried out by auditors and from its sustainability report. Significant levels of reduction were found in the three indicators, which confirms the need to implement these initiatives in banking in a more widespread and sustained manner.

Keywords: banking, environmental management, sustainable development.

Introducción

Una consulta realizada a académicos, profesionales, agentes públicos de regulación y economistas respecto de sus opiniones acerca del cambio climático, sus riesgos y posibilidad de mitigación (Stroebel & Wurgler, 2021), muestra que, a juicio de estos expertos, el riesgo climático en general parece estar subestimado considerando que el mayor riesgo para las actividades económicas -derivado del cambio climático- es de naturaleza física en tanto se puede temer eventos climáticos de gran impacto, con catastróficas consecuencias en todo nivel: social, económico, sanitario y otros.

En este contexto, la banca tiene una responsabilidad importante no solo hacia sus clientes sino también en la prevención de daños que sus operaciones puedan ocasionar a la sociedad en su conjunto (Herzog, 2019), y si bien algunos autores afirman que resultaría complejo apelar únicamente a un sentido ético en las operaciones bancarias debido al marcado interés de lucro en estas actividades (Boatright, 2013), es evidente que se hace indispensable recuperar la confianza en que los servicios financieros se lleven de manera responsable con la sociedad y el ambiente (Jaffer et al., 2014).

Para cumplir con su responsabilidad con la sociedad la banca enfrenta varios desafíos de tipo epistémico, motivacional y de coordinación que pueden superarse de mejor manera buscando alinear responsabilidades, reconocimiento e incentivos en sus operaciones (Herzog, 2019), y promoviendo como primer paso que la banca empiece a prepararse a llevar a cabo de manera más regular y estandarizada posibles procesos de “debida diligencia climática” que permitan conocer mejor el impacto que podrían tener sus operaciones con determinados clientes (Macchi, 2021).

En el reporte sobre cómo la banca puede apoyar la mitigación del cambio climático, impulsado por la London School of Economics (Robins et al., 2020), si bien se reconoce por una parte la importancia de un trabajo conjunto entre actores del sector financiero y no financiero, sindicatos, sociedad civil, academia y proponentes de política, se concluye dando relevancia prioritaria a la responsabilidad de los bancos en la construcción de acciones efectivas en contra del cambio climático.

De hecho, se ha encontrado que el denominado “financiamiento verde” tiene efectivamente impacto en la mitigación del cambio climático: en el estudio realizado para los países N-11, se confirmó que es necesario que estos países formulen políticas que impacten directamente en los riesgos sistémicos que son generados por el cambio climático, a través del aseguramiento de líneas de financiamiento que den soporte a dichas políticas (Nawaz et al., 2021).

De otro lado, un estudio realizado en Francia (Mésonnier, 2022) muestra que el nivel de financiamiento que dan los bancos a grandes industrias con alto impacto en el clima parece reducirse cuando el banco se compromete a enfocar esfuerzos en la mitigación del cambio climático a través de sus operaciones, pero que no se aprecia el mismo nivel de reducción cuando las industrias son pequeñas o medianas, debido posiblemente a las menores exigencias estatales que existen de reportería ambiental para empresas de menor tamaño. El estudio concluye observando la necesidad de que existan mayores exigencias estatales respecto de la información ambiental que reportan las medianas y pequeñas empresas ya que, aparentemente, la mejor focalización de créditos en industrias grandes que cumplen con requisitos ambientales no se da solo por una política del banco, sino también por un mejor control estatal que se mantiene para este tipo de empresas.

Se ha determinado que mucha de la evidencia que se presenta como demostración de que las organizaciones actúan responsablemente frente al cambio climático no es necesariamente representativa del real alcance de las acciones empresariales ni de su real impacto en el ambiente (Bingler et al., 2022), por lo cual es importante presentar casos de real impacto en la mitigación del cambio climático, como es el que se presenta en este estudio. En cuanto al desempeño de la banca en sus iniciativas de contribución al control del cambio climático, se ha determinado que dependen de su tamaño, reputación, antigüedad, y niveles de rentabilidad, (Choubey & Sharma, 2021).

En este marco, el caso de estudio seleccionado, correspondiente al banco más antiguo y grande de Ecuador, será de singular importancia. La investigación sistematizará la iniciativa denominada “Biocrédito” del Banco Pichincha que es un banco paradigmático en el combate en contra del cambio climático. Por otra parte, el estudio realizado tiene importancia debido a la gran afectación climática que las actividades humanas están provocando en el planeta (Stroebel & Wurgler, 2021) y el importante rol que la banca puede cumplir en su prevención (Mésonnier, 2022; Nawaz et al., 2021; Robins et al., 2020).

La pregunta que se pretende responder con esta investigación es: ¿cuál es el impacto que puede generar un banco en el desempeño ambiental de sus clientes medido a través de la reducción de sus emisiones de CO2, reducción de consumo de agua y reducción de consumo de energía? La respuesta a esta pregunta tendrá implicaciones teóricas, pues ayudará a abonar en el cuerpo de conocimiento previo y existente relativo al posible impacto de la banca en la gestión sostenible de sus clientes, y también implicaciones prácticas pues puede servir de referencia para la implementación de estas prácticas en otros bancos del país y la región.

El objetivo de esta investigación, por tanto, es mostrar el impacto positivo que ha tenido particularmente la iniciativa “biocrédito” de Banco Pichincha, medido a través de los indicadores indicados en el párrafo anterior.

Comprendiendo a la sostenibilidad aplicada a sectores específicos de actividad económica.

Antes de presentar los resultados del estudio de caso, es importante reflexionar sobre algunos elementos teóricos contextualizadores que contribuyan a comprender el enfoque y alcance que tiene la sostenibilidad cuando es aplicada a un sector específico de actividad económica.

En primer lugar, cuando se habla de sostenibilidad, inmediatamente se está entrando al campo del desarrollo sostenible que, de acuerdo a la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas (1987), es esa forma de desarrollo “que permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias” (Sostenibilidad | Naciones Unidas, 2023). Con esta definición también coincide y complementa Theodore Panayotou, en su libro Ecología, medio ambiente y desarrollo, cuando plantea que la gestión de las empresas deben preocuparse -para consolidar el desarrollo sostenible- en la acción equilibrada e integrada de los ámbitos económico, social y medioambiental (Panayotou, 1994).

El momento que se incorpora esa triada de ámbitos, inmediatamente se está resaltando que, para que se lleve al desarrollo sostenible a la acción, es fundamental que las acciones que se impulsen, pensando de forma sistémica, estén nutridas de prácticas que incidan, al unísono, en el potenciamiento económico, la responsabilidad social y, por supuesto, en la preocupación por el cuidado del medio ambiente natural. Siendo para ello necesario el diseño y puesta en ejecución de políticas y acciones que logren crecimiento económico y, a la vez, respeten el medio ambiente e incidan en la mejora de la equidad social (Artaraz, 2002)

Y, precisamente, en ese marco de desafíos para un planeta mejor, las Naciones Unidas, a partir de 2015, proponen al mundo como desafío para lograr un desarrollo equilibrado la denominada Agenda 2030, cuyo eje central de referencia es el conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, de forma integrada, sí cumplen el direccionamiento hacia los componentes económico, social y medioambiental mencionados. Y, de esa forma, incidir en formas de competitividad global que consideren, como prioridades mundiales, la escasez de recursos naturales y, también, las brechas sociales entre personas y países (Fernández & Gutiérrez, 2013).

Toda la propuesta del desarrollo sostenible, al final, lo que busca es reencauzar a la economía y sus diversas formas de actividades productivas a su origen que es la ética y, con ello, lograr un mundo que brinde mejores condiciones de bienestar a los seres humanos que lo habitan (Sen, 2020).

Algo que también se debe resaltar, dentro de la reflexión del desarrollo sostenible, es que, lo que se ha venido proponiendo como filosofía y acción de la responsabilidad social empresarial, tienen puntos de encuentro directo con la sostenibilidad en sus tres dimensiones -económica, social y medioambiental- que, en última instancia, pueden contribuir al impulso de formas de desarrollo productivo que fomenten el crecimiento económico dentro del marco integrado del desarrollo sostenible (Núñez Reyes, 2003).

En definitiva, es necesario el surgimiento de propuestas alternativas para un cambio de rumbo del planeta Tierra. Las evidencias están a la vista con todo lo que ha venido sucediendo en el mundo, alrededor del cada vez más complejo problema del cambio climático global -con todos sus sendos coletazos de veranos más intensos e inviernos más rigurosos-; las brechas sociales que llevan a que las mayorías tengan dificultades de acceso a servicios básicos y, sobre todo, a oportunidades multidimensionales; más la irresponsabilidad de sectores productivos interesados, de forma egoísta, solo en sus resultados económicos de ganar y ganar dinero -sin importar los medios usados- a pesar de que “la acción empresarial, independientemente del bien o servicio que produzca, se da gracias a la interrelación que se establece entre los siguientes factores: los inversionistas, los trabajadores, los recursos naturales y ambientales y los espacios sociales sobre los cuales se asienta para producir” (Caravedo et al., 2011, p. 31).

De ahí, la sostenibilidad aplicada a sectores específicos -como es el caso del sector financiero- ha ido tomando fuerza; la academia también se ha ido posicionando a favor de la propuesta y, claro, los gestores de la política pública, por su rol direccionador de los destinos de sus países -desde el gobierno central y los gobiernos locales- ven al desarrollo sostenible como una salida para conciliar responsable y estratégicamente el progreso económico con la equidad social y el cuidado preventivo de la naturaleza (Strange & Bayley, 2013).

Por último, cuando se va a analizar un caso para conocer la filosofía llevada a la acción de la propuesta global de desarrollo sostenible, es importante que ese análisis se enfoque, primero, hacia lo que sucede al interior de la organización o sector escogido como caso objeto de investigación que, de acuerdo a lo que se ha avanzado desde lo teórico y metodológico de las sostenibilidad, significa evidenciar la preocupación por el lado de la eficiencia organizacional y de la responsabilidad social casa adentro.

Y, segundo, pensando en organizaciones ya de un sector específico como el sector financiero, determinar el trabajo que se realiza con la oferta de productos que contribuyan al cambio de actitud y de acción real al momento de buscar una práctica positiva que, de manera integrada, considera la interacción de lo económico, social y medioambiental. En casos de países como Colombia, los bancos comerciales, mediante el denominado Protocolo Verde de Asobancaria, buscan que lo que se coloca en la economía en calidad de crédito, por ejemplo, se lo haga midiendo los riesgos ambientales y sociales y, así, contribuir al cumplimiento de lo que dice la filosofía de la sostenibilidad al momento de mitigar los impactos negativos que puede generar algún tipo de actividad desarrollada por el ser humano (Turriago-Campuzano & Cardona-Acevedo, 2020).

En definitiva, como se puede ver, la puesta en acción de la sostenibilidad en sectores específicos de actividad económica involucra el cumplimiento de una serie de requisitos que, pensando sistémicamente -ya que la propuesta de desarrollo sostenible es sistémica por excelencia desde su origen-, deben ser cumplidos con el esfuerzo y canalización de recursos hacia ámbitos multidimensionales bajo el paraguas de la triada: economía, sociedad y medioambiente. El cumplimiento de estas acciones van sumando y van consolidando, lo que también se ha venido posicionando alrededor del sector financiero como Banca Ética que, alineada con la responsabilidad social corporativa y la sostenibilidad, también apunta a llevar desde la filosofía a la acción principios que giran alrededor de la transparencia y democracia enfocada a la aplicación de criterios sociales y medioambientales, a la hora de canalizar recursos al sistema económico de los países (Ochoa Berganza, 2013).

Métodos

La investigación realizada es de corte descriptivo y a través de un estudio de caso. En primer lugar, se realizó entrevistas a personeros del banco elegido para el estudio para acopiar las características de su estrategia denominada “biocrédito”, comprender la estrategia ambiental del banco y la evolución histórica de su preocupación ambiental. En estas entrevistas, además, se recabó información respecto de las principales dificultades y desafíos en la implementación de esta estrategia. Luego de las entrevistas se revisó la documentación e información de desempeño ambiental del banco, en particular los informes gerenciales y la memoria de sostenibilidad, así como los informes de las certificadoras ambientales que realizaron la medición de los tres indicadores importantes que interesan para este estudio: reducción de emisiones de CO2, reducción de consumo de agua, y reducción de consumo de energía. Esta información, la de las entrevistas y la documental, sirvieron de base para la sistematización de la experiencia del banco que se presenta en este estudio.

Resultados y discusión

El banco seleccionado y su estrategia climática

Banco Pichincha es el banco más grande y antiguo de Ecuador, con operaciones en todo el territorio nacional y en varios países de América y Europa. Como banco emblemático del país, está convencido de que las instituciones financieras son facilitadores y multiplicadores de la sostenibilidad, y que su condición le permite impulsar iniciativas que generen impactos positivos en la sociedad y en el ambiente.

Banco Pichincha ha marcado una ruta hacia la sostenibilidad en más de 10 años de trabajo, integrando en las operaciones las nuevas y mejores tendencias de sostenibilidad, evolucionando y aprendiendo en el camino, para lo cual se ha utilizado como marco de referencia los compromisos, estándares y lineamientos internacionales y de organismos multilaterales, como los Objetivos de desarrollo sostenible, los Principios de banca responsable, los Climate y Green bond principles, normas ISO, el Dow Jones Sustainability Index el cual es el sistema de mejora continua, desde su primera medición en 2013.

Este carácter de banco líder en el sistema financiero ecuatoriano, a juicio de las personas entrevistadas, ha sido un elemento potenciador de las iniciativas ambientales como generadoras de valor, no solo para sus clientes y accionistas sino para la sociedad.

Desde 2018 el banco cuenta con un paraguas ambiental denominado “BIO: Somos un Banco que da vida”, y desde 2019 la sostenibilidad forma parte de uno de los 4 pilares estratégicos del banco, lo que ha impulsado a que la sostenibilidad sea transversal e impacte positivamente en la gestión con clientes, colaboradores, proveedores, la sociedad y el ambiente.

A juicio de los entrevistados esta formalización de su compromiso con el ambiente y la vida, ha permitido en los años subsiguientes ir fortaleciendo las estrategias e iniciativas que se han desarrollado en distintos frentes a partir de entonces.

El modelo de gestión sostenible del banco, que se actualizó en el 2020, cuenta con tres enfoques:

1. Desarrollo Social e Inclusivo,

2. Responsabilidad Ambiental y

3. Finanzas Sostenibles.

A través de estos ejes se busca continuamente el desarrollo de la sociedad, promoviendo la equidad de oportunidades, impulsando la inclusión financiera y el aporte positivo al cambio climático y reducción de la contaminación ambiental, todo lo cual forma parte de las declaraciones que son parte de la política de sostenibilidad del banco.

El propósito del eje de “Desarrollo social e inclusivo” es generar valor para accionistas, la sociedad y demás grupos de interés, a través de un accionar interno y externo que impulsa la seguridad y la salud, la diversidad e inclusión, y la promoción de la igualdad de oportunidades en todas las operaciones. En este eje se impulsan iniciativas con enfoque social.

En el eje de “Responsabilidad ambiental” sus principales iniciativas se concentran en procesos denominados de Bio eficiencia: casa adentro, el banco tenía que primero dar el ejemplo, con un verdadero compromiso de reducir la huella ecológica mediante prácticas de ecoeficiencia y de lucha contra el cambio climático. Este compromiso está sustentado en la Política y Sistema de gestión de seguridad, salud y ambiente, basado en las normas ISO 14001 y 45001, que identifica y establece medidas de acción a los riesgos ambientales de la operación de Banco, cumpliendo la normativa y evitando que se generen altos impactos al ambiente. Desde el 2013 se mide la huella de carbono interna, se establece metas anuales de reducción de recursos y se han implementado mecanismos de ahorro de energía, de papel y de reciclaje en todas las agencias, así como prácticas ambientales con la participación de colaboradores, por ejemplo, jornadas de “al trabajo en bici”, reforestación, eventos de limpieza de playas, entre otros. Se han colocado Bio estaciones de reciclaje en edificios principales, con una disposición final a través de gestores ambientales calificados para procesar los residuos y reaprovecharlos.

Las emisiones de carbono se derivan del consumo eléctrico, por lo que se ha implementado el 100% de iluminación LED en edificios principales, se han ido reemplazando sistemas de climatización por eficientes y que cuentan con gases ecológicos, así como los equipos de computación que tienen certificación Energy Star y Epeat que logran un ahorro de energía de hasta 60%. Desde 2018 inició un proceso de transformación, creándose un Centro digital, en el cual se incuban y desarrollan los nuevos productos y servicios diferenciadores del Banco de la estrategia digital. Esta estrategia ha minimizado de manera importante el uso de recursos como el papel, la energía, las emisiones de carbono, entre otros. Con respecto a la gestión con proveedores, el banco se ha acogido a la norma internacional ISO 20400 de Compras Sostenibles, que tiene el objetivo de integrar temas: financieros, legales, éticos, operacionales, de calidad, de seguridad, salud y ambiente, entre otros. Además, existen convenios muy interesantes con proveedores, logrando que el papel provenga de una fuente renovable, elaborado a partir de la caña de azúcar y el reciclaje de tóneres.

Estas iniciativas, a decir de los entrevistados, lograron que en general los funcionarios de Banco Pichincha se sensibilicen a la necesidad de implementar acciones en distintos frentes (comercial, de riesgos, administrativo), con el fin de reducir la afectación ambiental de las operaciones de la institución.

En los últimos tres años se han logrado importantes resultados: 77 mil kilogramos de papel reciclado, más de 5 mil tóneres reciclados y con correcta disposición final, más de 6 mil colaboradores sensibilizados en el tema ambiental, más de 10 mil equipos de computación con sellos de eficiencia energética, más del 70% de las transacciones y 35% de las transacciones monetarias, se realizan en canales digitales. Todo ello condujo a que en 2020 el banco obtenga el Reconocimiento ambiental “Punto verde” del Ministerio del Ambiente y Agua en Ecuador. La distinción premia el haber logrado una mayor eficiencia energética y, por tanto, un menor impacto medioambiental en las tres sedes principales en Quito, Guayaquil y Cuenca.

Finalmente, en el eje de “Finanzas Sostenibles” el banco trabaja junto a los clientes para reducir el impacto socio ambiental de las operaciones y así construir relaciones sólidas y responsables con ellos. A continuación, se enlista las principales iniciativas desarrolladas en este eje de acción:

· Biocrédito

· Bonos temáticos

· Sistema de administración de riesgos sociales y ambientales para crédito

· Calificación de sostenibilidad para clientes

· Implementación de principios de banca responsable

· Alianza estratégica con el banco Rabobank

Desde 2021 Banco Pichincha ha asumido una clara postura frente al cambio climático al comprometerse a minimizar el impacto de las operaciones propias y de los clientes. Por lo cual, está en proceso de construcción una Estrategia Climática transversal (alineada a las recomendaciones de la TCFD[1]) que busca la adaptación a los cambios en el clima y la mitigación de los efectos potenciales del calentamiento global. Además, en ese mismo año se realiza por primera vez la medición de la gestión climática con ayuda del Climate Disclosure Project –CDP, resultado que permitirá seguir incorporando las mejores prácticas para lograr una gestión eficaz de los riesgos del carbono y el cambio climático.

Basados en la norma ISO 14064:2018, el banco inició una nueva medición y reporte de las emisiones directas e indirectas de gases de efecto invernadero (GEI) concluyendo que el principal GEI emitido por las operaciones del banco corresponde a dióxido de carbono (CO2) y que será necesaria en el futuro próximo la elaboración de planes de reducción y compensación, para así cumplir con la meta de llegar a ser una organización carbono neutro en todas las operaciones y así cumplir con sus compromisos derivados de su adhesión en el 2021 al Programa Ecuador carbono cero del Ministerio de Ambiente, Agua y transición ecológica.

Sin embargo de ello, el banco reconoce que el principal impacto climático del sector bancario está en el financiamiento a sus clientes y, por esta razón, desde 2020 mantiene la Adhesión a los Principios de Banca Responsable de las Naciones Unidas y al Partnership for Carbon Accounting Financials (PCAF), quienes proporcionan herramientas analíticas para el sector financiero que permiten evaluar los impactos económicos, sociales y ambientales del portafolio, así como cuantificar las emisiones de CO2 presentes en el financiamiento. Al momento se ha calculado las emisiones de los activos hipotecarios y vehiculares, y para el año 2022 se tiene previsto incluir los créditos comerciales y productivos.

A inicios del 2022 se firmó el compromiso internacional para lograr que la cartera de préstamos tenga cero emisiones netas en el 2050, formando parte de la Alianza Bancaria Net-Zero (NZBA) convocada por la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y acreditada por la campaña global Race to Zero. Parte importante de la estrategia climática del banco contempla el análisis de los riesgos físicos y de transición de la cartera crediticia, principalmente de los sectores económicos más expuestos y de mayores emisiones de gases de efecto invernadero como: agricultura, manufactura, construcción y transporte.

Así, respecto a los riesgos físicos, se considera las amenazas climáticas, la exposición de la cartera y la vulnerabilidad del territorio, y en los riesgos de transición, la exposición, la sensibilidad y la capacidad de adaptación, obteniendo en ambos casos, un mapa que muestra el nivel de riesgo climático al que se encuentra expuesto el banco.

Algo que resaltar, dentro de la acción sostenible del Banco Pichincha, es la alianza, desde octubre de 2019, con el banco holandés Rabobank; la cual, le permitirá nutrirse de una serie de conocimientos que, por convicción, Rabobank busca diseminar en el mundo para que, así, sectores como el agroproductivo se vean beneficiados. Con esta acción sectorial específica, Banco Pichincha pondrá en acción su filosofía pro inclusión financiera -parte del componente social y económico de la sostenibilidad- al llegar con productos especializados al sector rural que, para mejorar su productividad y también su preocupación por disminuir el impacto medioambiental, requiere de apoyo de entidades financieras que, gracias a sus alianzas internacionales, sea capaz de ofrecer opciones alternativas que, sobre la filosofía y acción de las microfinanzas, contribuyan a la consolidación del desarrollo sostenible en los multiámbitos que integran el funcionamiento de sociedades como la ecuatoriana.

Como se puede ver, al generarse esta alianza, queda evidenciado que la sostenibilidad promovida desde el sector financiero es una preocupación global. En el caso de Rabobank, por ejemplo, es reconocido como un oferente de servicios financieros sobre todo para promover actividades agrícolas en Países Bajos y, de ahí, transferir su experiencia hacia otros países del mundo.

La iniciativa Biocrédito en Banco Pichincha

Para llegar a la implementación de la iniciativa “biocrédito”, Banco Pichincha puso antes en ejecución algunas actividades y estrategias que se describen a continuación.

El sistema de administración de riesgos sociales y ambientales: En 2015 el banco fue la primera institución en Ecuador en implementar un sistema de administración de riesgos sociales y ambientales para crédito (SARAS), el cual contempla la evaluación de riesgos sociales y ambientales de la actividad o proyecto del cliente a financiar, surge a partir del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente con la misión de identificar y promover la adopción de mejores prácticas ambientales y sociales en las instituciones financieras.

La primera versión del SARAS se basó en el cumplimiento de la normativa ambiental vigente y un cuestionario de 6 a 10 preguntas sobre la gestión ambiental y social que la empresa o proyecto a financiar, con esta información el área de Sostenibilidad identifica, evalúa y administra los riesgos ambientales y sociales de tal manera que se minimicen las posibilidades que la institución financiera asuma los costos transferidos por estos riesgos, la corresponsabilidad civil/penal y la pérdida de capital.

Los funcionarios del banco que fueron entrevistados reconocieron el gran desafío que implicó, en ese entonces, esta primera aplicación que de todas formas sirvió para reforzar la sensibilización de sus personeros, lo cual facilitó posteriores aplicaciones.

En el 2019 y gracias al apoyo técnico de varios fondeadores multilaterales, Banco Pichincha inició un proceso de actualización de su sistema SARAS con la finalidad de alinearlo a los requisitos de los fondeadores, las mejores prácticas del sector financiero, inclusión de normativas internacionales como los “Estándares de desempeño del IFC” [2] y la obtención de una calificación de clientes en sostenibilidad.

La política de gestión de riesgos ambientales y sociales para crédito contiene los compromisos frente a la evaluación de riesgos sociales y ambientales, los roles y responsabilidades de cada una de las áreas que forman parte del sistema SARAS desde las gerencias hasta los ejecutores y la lista de actividades que el banco no financiará. Los principales compromisos que se encuentran publicados en la política son:

1. No otorgar créditos aquellos clientes cuyas actividades comerciales se encuentren dentro de la lista de actividades no financiadas.

2. Incluir los resultados y las recomendaciones de la evaluación de riesgos sociales y ambientales en la toma de decisiones en el otorgamiento de créditos.

3. Fomentar en sus clientes el cumplimiento de la legislación nacional en materia de seguridad ocupacional, salud, ambiente y asuntos sociales; así, como las mejores prácticas en su sector de producción.

Estos compromisos, a decir de los funcionarios entrevistados, requirieron una cuidadosa socialización entre las áreas del negocio del banco con el fin de mostrar sus bondades y necesidad para la sostenibilidad en el largo plazo. Los compromisos de la Política de gestión de riesgos sociales y ambientales para créditos se encuentran en la página web de Banco para el conocimiento de los grupos de interés.

El SARAS comprende una serie de procedimientos, herramientas y guías, que permiten la identificación de los riesgos sociales y ambientales de los clientes o proyectos a financiar, con el fin de evitarlos, mitigarlos o compensarlos, de manera que el banco tenga la seguridad de que la operación financiada tiene una gestión de sus impactos y no podría verse afectada por denuncias o multas relacionadas a delitos ambientales o sociales. A través de este análisis el banco busca evitar eventos no deseados en la cartera de crédito, que afecten la reputación, garantías y flujo de caja de la organización.

El SARAS categoriza el nivel de riesgo en bajo medio y alto, de acuerdo con la actividad económica del cliente, a mayor nivel de riesgo mayor profundidad de evaluación. La evaluación de estos riesgos es un componente que forma parte del análisis y aprobación de un crédito, aplica a todas las operaciones de crédito productivo a partir de 1 millón de dólares. Las áreas de Negocio, Riesgo, Legal y Sostenibilidad son actores claves de este proceso.

En el 2021 se desarrolló una herramienta tecnológica denominada SARAS BIZAGI, con la cual se sistematiza y se agilita el análisis socio ambiental. Otro aspecto importante es la capacitación y entrenamiento para los usuarios del sistema. Entre las capacitaciones y entrenamientos realizados durante el 2021 se encuentran:

· Estándares de desempeño del IFC, participaron 24 colaboradores de las áreas de Riesgo, Comercial, Legal y Desarrollo Sostenible.

· Entrenamiento y capacitación especializada sobre guías sectoriales.

· Nuevo sistema SARAS 2.0 y herramienta, participaron alrededor de 248 colaboradores de las áreas de Riesgo, Comercial, Legal y Desarrollo Sostenible. Desde el mes de noviembre del 2021 culminó en su totalidad el diseño del sistema SARAS 2.0, iniciando su implementación y se prevé poder ejecutar en el mes de junio del año 2022 una primera auditoría de revisión del sistema.

La calificación de desempeño de sostenibilidad del cliente: comprende un proceso integrado al Saras 2.0 donde se evaluará la gobernanza, gestión ambiental, social y laboral con el objetivo de impulsar a los clientes a mejorar progresivamente sus prácticas y liderazgo en temas sostenibles.

Esta calificación se obtiene de un cuestionario que contempla los temas de Transparencia y gobernanza, Medio Ambiente, Inversiones en sostenibilidad, Exposición, Cadena de suministro, Temas sociales y laborales. Se asigna una calificación al desempeño del cliente en las temáticas mencionadas y los clasifica en Pioneros, Básico, Rezagado y Compromiso necesario. Esta calificación permitirá al Banco trabajar en incentivos para los clientes pioneros con la finalidad de conocer su esfuerzo.

Al igual que el Saras 2.0 desde el mes de noviembre del 2021 inició la implementación y se espera en el 2022 tener resultados del desempeño de sostenibilidad del portafolio.

Implementación de los Principios de Banca Responsable (PBR): Los Principios de Banca Responsable representan uno de los principales marcos de referencia para la gestión en finanzas sostenibles. Esta iniciativa de las Naciones Unidas consta de 6 principios que buscan alinear al sector bancario con los objetivos de desarrollo y lograr un impacto positivo en la sociedad.

En 2019, Banco Pichincha se comprometió con el cumplimiento de los principios y, desde ese momento, se ha trabajado en alcanzar varios hitos que permitieron incorporar aspectos ASG[3] en la gestión. A continuación, se describe la gestión realizada para cada principio:

1. Alineamiento: El modelo de Gestión Sostenible marca los pilares para que la estrategia comercial sea coherente, y contribuya a las necesidades de las personas y los objetivos de la sociedad de manera sostenible.

2. Impacto y establecimiento de metas: Mediante el uso de la herramienta Portfolio Impact Analysis Tool V2 de la UNEP FI, se analizó los impactos del 100% de la cartera del Banco 2020 desagregada por segmento, considerando cuatro variables: alcance, escala de exposición, contexto y relevancia (aspectos económicos, sociales y ambientales) y nivel de intensidad de los impactos. Al tomar en cuenta los aspectos que tienen mayor oportunidad de mejora en el país y aquellos que constituyen un impacto positivo y negativo de la organización, priorizamos el trabajo en dos áreas donde el impacto es relevante: la inclusión financiera y el cambio climático.

3. Clientes: El compromiso por generar valor compartido le ha llevado a la Organización a trabajar en el fortalecimiento de la oferta de productos y servicios con enfoque ambiental y social.

4. Partes interesadas: Se actualizó el Mapa de Grupos de Interés, utilizando las variables de dependencia e influencia, además de un análisis sobre el tipo de relacionamiento, respuesta al cambio e involucramiento de estos con relación a la gestión del Banco.

5. Gobierno y cultura: Se ha fortalecido la estructura de gobernanza de sostenibilidad, mediante la formación del Frente de Sostenibilidad e Inclusión, en el cual participan vicepresidencias como la de Transformación y Negocios, y diversas áreas involucradas en la ejecución de la estrategia de sostenibilidad a nivel organizacional. Asimismo, el desempeño del DJSI es un indicador de desempeño clave de la Gerencia General.

6. Transparencia y responsabilidad: Como un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas para los grupos de interés anualmente se publica el progreso del banco en la implementación de los Principio de Banca Responsable.

Bonos temáticos: Los bonos temáticos son instrumentos esenciales de desarrollo, con cuyos fondos se pueden financiar proyectos verdes, sociales o sostenibles. Estos instrumentos permiten el impulso de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y con ella los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Los bonos verdes son un tipo de deuda a través títulos de renta fija, emitidos por organizaciones privadas y públicas que invierten en las bolsas de valores de cada país. Estos fondos, a diferencia de otros títulos, tienen que ser utilizados con fines medioambientales. Los bonos verdes permiten a las entidades financieras otorgar créditos para financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos y emprendimientos sostenibles, nuevos y/o existentes.

En 2019, con el objetivo de apoyar a proyectos sostenibles y en el marco de la iniciativa “Bio, somos un banco que da vida”, Banco Pichincha fue el pionero en emitir bonos verdes en el Ecuador, cumpliendo con los criterios de los Green Bond Principles. En diciembre 2020, al cumplirse un año de la emisión, se otorgaron 30.000 créditos por 150 millones de dólares. Los inversionistas internacionales que participaron en la compra de estos títulos fueron BID Invest, del Banco Interamericano de Desarrollo; la Corporación Financiera Internacional (IFC), del Banco Mundial; y, Proparco, de la Agencia Francesa de Desarrollo.

La primera emisión del bono verde en el país fue un paso muy importante para atraer más inversión ambiental, abrir el panorama internacional y mostrar a Ecuador como un país verdaderamente comprometido con el desarrollo sostenible. Gracias a la emisión el banco logró saltar de una colocación de $35 millones a $153 millones beneficiando a más de 30 mil clientes. Este tipo de iniciativas que impulsan a los clientes al desarrollo de proyectos verdes fortalecen la cultura medioambiental y ratifican el compromiso de Banco Pichincha con el futuro del planeta. Los funcionarios del banco que fueron entrevistados resaltaron la importancia de estos resultados como una manera efectiva con la que se pudo fortalecer el compromiso de las áreas comerciales y de riesgos del banco en estas iniciativas.

De la experiencia se detectó sectores clave para el financiamiento sostenible, por ejemplo, el sector inmobiliario acogió favorablemente la inclusión de medidas de eficiencia en agua, energía y materiales en sus proyectos de construcción, resultando en la certificación sostenible EDGE de más de 3000 unidades de vivienda. El IFC reconoció a 8 empresas latinoamericanas pioneras por fomentar esta certificación en sus países, por lo tanto, este sector tiene un potencial hacia la inversión sostenible. Y otro sector es el de agricultura, en Latinoamérica principalmente uno de los productos primarios son los cultivos, por esa razón el banco está adquiriendo, como se resaltó, capacidades técnicas y comerciales para este sector con Rabobank, institución financiera experta en agricultura y alimentos.

La emisión del bono verde en Ecuador generó un impacto mediático muy positivo y, por esa razón, en diciembre 2020 el Banco Pichincha fue reconocido en el ranking de sostenibilidad como la empresa más sostenible del Ecuador. Además, se han logrado varios reconocimientos locales e internacionales fortaleciendo el liderazgo de sostenibilidad.

Características del “biocrédito” en Banco Pichincha

Desde 2019 se fortaleció los créditos verdes en el banco, sin embargo, desde el 2016 ya se comenzaron a registrar productos especializados de crédito ecológico en su cartera. A través de los Biocréditos se impulsa a los clientes a considerar en su giro de negocio un crecimiento más limpio, desarrollar nuevas iniciativas verdes y sostenibles, con el fin de crear una garantía para las futuras generaciones y ofertar un financiamiento en: energías renovables, eficiencia energética, construcción y vivienda sostenible, producción más limpia, transportación y agricultura sostenible.

Banco Pichincha es la única institución financiera en Ecuador en tener una oferta universal de Biocréditos para todo tipo de clientes en los segmentos comerciales de personas, corporativo, empresarial, PYME y Microfinanzas. Las condiciones comerciales se evalúan para cada caso, donde puede existir reducción en tasas o mejores plazos. Adicionalmente, se ofrece a los clientes como parte de la oferta Bio, capacitación, asistencia técnica ambiental y pago de certificaciones sostenibles.

Los principales criterios utilizados para calificar a un Biocrédito son: Construcción y vivienda sostenible (construcciones con certificación EDGE, LEED o Breeam), Eficiencia energética (equipos con certificaciones de eficiencia, sistemas con ahorro de energía, energías renovables como la solar, eólica, hidroeléctrica y de biomasa, vehículos híbridos, eléctricos y menos contaminantes), e Inversiones ambientales (clientes con Certificaciones sostenibles tales como Global Gap, Bonsucro y mejores prácticas ambientales en el sector agropecuario, sistemas de ahorro de agua y emisiones, gestión de residuos no peligrosos y reciclaje).

Estos criterios se basan en los mejores estándares internacionales como las normas de desempeño del IFC, Green Bond Principles, Climate Bonds, y otros. Se reconoce anualmente a clientes con casos de éxito, que han demostrado una correcta gestión con el ambiente y han comprobado los múltiples beneficios que conlleva el proteger los recursos naturales y cuidar la naturaleza.

Los indicadores resultantes de la iniciativa “Biocrédito”

La revisión de los reportes de las certificadoras confirma los siguientes resultados en los tres últimos años:

· USD 400 millones colocados en los destinos de eficiencia energética, agricultura, transportación, construcción y vivienda sostenible.

· Más de 20 mil clientes beneficiarios.

· 40 proyectos de construcción certificados Edge por auspicio del banco.

Los principales impactos positivos de los biocréditos de 2021 fueron:

· $ 191.47 millones desembolsados en destinos de energía renovable, transportación, agricultura, construcción y vivienda sostenible.

· 9,755 clientes beneficiarios.

· 40 clientes beneficiarios de asistencias técnicas y de certificaciones sostenibles.

· Más de 196,000 metros cuadrados certificados en construcción sostenible.

· Más de 1,900 toneladas de CO2 reducidos por año.

· Más de 165,000 m3 de ahorro de agua.

· Más de 4,000 Mwh de ahorro de energía.

Los datos de impacto ambiental como los metros cuadrados certificados, el ahorro de emisiones de CO2, agua y energía son extraídos, como ya se ha dicho, directamente de la información proporcionada en los certificados (Imagen 1) y documentos de auditoría (imagen 2) de construcción sostenible Edge. Dichos datos se ha verificado además que hayan sido validados por el certificador GBCI (Green Business Certification Inc.)[4], y que correspondan a aquellos reportados en la memoria de sostenibilidad del banco. Los datos son presentados de forma agregada, tomando en cuenta todos los proyectos certificados en el año.

Certificado EDGE (ejemplo).
Figura 1.
Certificado EDGE (ejemplo).

Datos del documento de auditoría extraídos del software EDGE (ejemplo).
Figura 2
Datos del documento de auditoría extraídos del software EDGE (ejemplo).

Anualmente en la memoria de sostenibilidad[5] se publican los indicadores financieros y de impacto de los Biocréditos, incluyendo el número de beneficiarios, el desembolso por categoría de elegibilidad verde e indicadores ambientales por categoría elegible.

Se ha evidenciado de forma paralela un incremento en la cartera Bio, existiendo el compromiso de la fuerza de ventas para motivar a sus clientes a la inversión sostenible, que fideliza relaciones, apoya que las empresas sean más eficientes, rentables y competitivas.

Conclusiones

El caso analizado permite responder a la pregunta de investigación afirmando que la estrategia de Banco Pichincha ha contribuido a mejorar el desempeño ambiental de sus clientes, en lo relacionado a reducción de sus emisiones de CO2, reducción de consumo de agua y reducción de consumo de energía. Además, el caso muestra el importante impacto en la mitigación del cambio climático que puede tener la banca cuando toma esta responsabilidad de manera técnica, responsable y sostenida en el tiempo. Los bancos tienen una herramienta poderosa para promover el cambio ya que a través de la financiación (o la no financiación) de ciertas actividades, pueden o no impulsar el crecimiento de sectores altamente contaminantes o de aquellos responsables con su impacto ambiental. Es un deber incentivar y promover que las empresas minimicen sus riesgos ambientales y sociales.

El contar con un futuro sostenible al 2050 es un reto enorme. Sin embargo, el trabajo colaborativo y la conciencia que crece cada día más en los líderes empresariales es un factor que podría llevar a que el mundo sea más sostenible en un futuro cercano.

Referencias

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Notas

[1] Task Force on Climate related Financial Disclosures (TCFD) es una organización que se estableció en diciembre de 2015 con el objetivo de desarrollar un conjunto de divulgaciones voluntarias de riesgos financieros relacionados con el clima.
[2] Normas que establecen parámetros de gestión en los temas ambientales, laborales, de seguridad y salud, aplicables a proyectos de inversión, generadas por el multilateral IFC (International Finance Corporation)
[3] Ambientales, sociales y de gobernanza
[4] Institución que otorga la certificación EDGE en América del Sur, después de haber recibido la Recomendación del Auditor.
[5] https://www.pichincha.com/portal/transparencia/informes-anuales-y-memorias-de-sostenibilidad

Notas de autor

diego.raza@uasb.edu.ec

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