Comunidad
Visiones ininteligibles. El poder de la ‘no clasificación’ en las artes
Unintelligible Visions. The Power of ‘The Unclassified’ in Art
Visiones ininteligibles. El poder de la ‘no clasificación’ en las artes
NIERIKA. Revista de Arte Ibero, núm. 23, pp. 224-237, 2023
Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana
Recepción: 09 Julio 2022
Aprobación: 12 Julio 2022
Lo ininteligible
Este concepto fue trabajado por Judith Butler (ella/elle)1 en su libro El género en disputa. En el texto, la autora deja clara su falta de interés por la universalidad del sujeto de los feminismos, mencionando que es complicado definir siquiera qué es ser mujer. Considera que el género y el sexo no están separados entre lo natural y lo cultural, ya que hay un sustrato material impuro. Así, todo parte de la categoría de género o del cuerpo sexuado; no existe una predisposición natural, todo es cultural.
La pensadora menciona que las relaciones de poder nos atraviesan de muchas maneras, y no sólo se es mujer. Asimismo, acota que tampoco se puede escapar de estas relaciones o rastrear de dónde vienen. En vez de ver una sola dominación, podemos percatarnos de diferentes dominaciones y cuestionarnos la necesidad y pertinencia de la unidad para desafiarlas. Consecuentemente, Butler teoriza que las identidades inteligibles no existen, ya que nada puede ser totalizable, completamente coherente o continuo; por ende, la identidad nunca será descriptiva, sino prescriptiva.
La identidad de género muestra la relación que hay entre sexo, género, deseo y prácticas sexuales como construcción y efecto de las estructuras de poder. Para resistir y fragmentar estas estructuras, Butler propone hacernos conscientemente ininteligibles: agrietar la hegemonía existente sin crear una nueva hegemonía. De esta manera, jugamos constantemente entre el cumplimiento y la resistencia, ignorando completamente la posibilidad de una ontología del ser.
Mientras más nos alejamos de la normativa binaria, masculina, blanca, cis, heterosexual, capacitista y colonial, nuestro nivel de ininteligibilidad incrementa, convirtiéndonos en sujetos ideales para jaquear las hegemonías. Sin embargo, este alejamiento de la normativa viene acompañado de un alto riesgo, el cual se ve reflejado en las violencias sistémicas que sufren los grupos disidentes. Por esto, la unión, la presentación y la representación son herramientas necesarias para la supervivencia.
Lo ininteligible, lo raro y lo disfuncional se une en una esfera zurda que no busca incluirse en la sociedad ‘funcional’. En el mundo zurdo, el hecho colectivo de unidad es la opresión que se sufre por ser una amenaza a la integridad de la hegemonía; en ese universo las diferencias no se oponen, sino se apoyan entre sí para sobrevivir a un enemigo en común, llevando la interseccionalidad a la práctica y la lealtad a todas las identidades que nos representan y que debemos nombrar.
Desclasificando el arte
El juego entre cumplimiento y resistencia siempre ha estado presente en las artes. Sin embargo, la historia del arte occidental ha sido capaz de absorber y clasificar las resistencias, convirtiéndolas en nuevas normas a incumplir por un naciente grupo de creadores, historiadores y críticos rebeldes. La inclusión en el sistema de quienes solían criticarlo es algo aparentemente inevitable, y como estudiosos de las artes siempre tenemos el instinto de elegir un discurso y extraer, acomodar y agrupar a las obras y a los artistas para que puedan funcionar dentro de él.
El problema de esto es que, queramos o no, terminamos reduciendo y cayendo en los esencialismos, dejando fuera narrativas, historias y visiones que, desde su ininteligibilidad, tienen la capacidad de transformar y cuestionar estructuras no sólo del gremio artístico, sino de las hegemonías y sus estragos en las vidas y existencias de quienes son rechazades por ellas y a la vez las rechazan.
Por ende, considero que es importante partir desde el conocimiento situado y la ininteligibilidad consciente para comprender íntegramente las creaciones que nos rodean, dejando atrás el positivismo y la necedad por clasificarlas en una sola caja. Observar, analizar y reflexionar sobre las obras de artistas que han desafiado los cánones no tiene por qué ser un ejercicio de acomodo cuando puede ser uno de transformación.
Escuchar lo que les artistas y las piezas dicen fuera de lo normativo es una herramienta que puede convertir a los estudios visuales en un campo emocionante y múltiple, en el que caben y se entrelazan varias visiones. Asimismo, hacer del análisis un ejercicio multilateral enriquece nuestras experiencias estéticas y genera espacios seguros, donde podemos utilizar las manifestaciones artísticas como vehículos para entendernos entre sí.
Ejemplos a seguir (y a estudiar)
Para concretar estas ideas y cumplir con lo que propongo, pienso que la mejor opción es presentar y reflexionar sobre creadores que, en mi opinión, producen desde y para la ininteligibilidad. Artistas con identidades disidentes, que cuestionan y retan la normativa del arte y sus estudios desde la visualidad y la performatividad.
Memo Hojas (él/elle) es un autodenominado ‘jotógrafo’ mexicano, quien retrata a personas y sus corporalidades no-hegemónicas. Este creador construye, desde la historia estética LGBTQ+ y la cultura pop mexicana y occidental, imágenes que permiten a las comunidades disidentes identificarse con sus rasgos ininteligibles y abrazar aquello que no cabe en la normativa corporal, sexual o identitaria. Su proyecto fotográfico Morrxs encapsula y une aquellas diferencias que pueden, desde la sexualidad y la poesía, generar un rompimiento en el consenso dominante.
Las fotografías de Hojas muestran sujetos que fragmentan el consenso normativo. Corporalidades racializadas, sexodiversas, neurodivergentes y no binarias se representan desde la sexualidad autónoma y la resignificación de las referencias culturales y visuales, abrazando la identidad y dándole un espacio de pertenencia y comunidad a cuerpos ininteligibles (Fig. 1).

Una de las series más reconocidas de este creador se centra en la figura de San Sebastián (Fig. 2). El mártir se convirtió en un ícono para la comunidad LGBTQ+ (específicamente para los hombres homosexuales) debido a la dicotomía erotismo-sufrimiento que su iconografía demuestra consistentemente. El rostro y el lenguaje corporal de San Sebastián casi nunca muestran sufrimiento o dolor, aunque es evidente que su cuerpo está pasando por una experiencia enormemente dolorosa.

El fotógrafo toma esta figura y utiliza la reconocible postura con la que históricamente se ha representado al mártir, pero retira, en casi todas las imágenes de la serie, un importante elemento dentro del sufrimiento ejemplar del personaje: las flechas. Desaparecer las flechas no es una decisión superficial, ya que éstas fueron utilizadas para torturar, estigmatizar y humillar al santo. Al quitarlas, Hojas remueve los estigmas y deja la imagen de San Sebastián con sólo la parte erótica, sin sufrimiento ni castigo.
De esta manera, otorga esperanza a aquellas personas que se pueden identificar con la representación del santo y hace que el cuerpo y la expresión del mártir por fin tengan coherencia. Muestra la posibilidad de vivir la sexualidad sin estigmas y, literalmente, dota de una nueva luz al personaje; deja claro que la falta de normatividad que colocó a la figura de San Sebastián como un personaje crucial para la estética LGBTQ+ es compartida y su escarmiento será resistido.
Este compartir de las diferencias para resistir lo inteligible también se puede ver en la serie Sentirmentales, especialmente en una fotografía que retrata un abrazo (Fig. 3). En esta imagen, desde la escala de grises y la aparente simplicidad, Hojas muestra un abrazo íntimo entre dos hombres desnudos. Es un gesto que, más allá de la sexualidad, muestra la tranquilidad que yace en la ternura.

Para las identidades disidentes, la ternura también es un espacio de resistencia y jaqueo de las hegemonías; el cariño, el amor y la compañía son elementos necesarios para la vida humana, y la opresión de estos sentires puede causar soledad y desesperación. Esta fotografía reitera la importancia de la comunidad y de la construcción de espacios de apoyo que ponen en práctica la interseccionalidad. Nos muestra, visualmente, esa unión que resiste a la regularidad y rompe con el consenso dominante sin imponer una nueva dinámica de poder.
Hojas también fotografía cuerpos femeninos no normativos. El artista acompañó el retrato de Daniela Espino (ella) (Fig. 4) con la descripción sisters not just cisters. Esta imagen apela a la necesidad de incluir y visibilizar a las mujeres y personas trans dentro de los movimientos contrahegemónicos. Recientemente ha existido un considerable desarrollo transfóbico dentro de los feminismos mexicanos. Esta corriente discriminatoria considera que el dato biológico es completamente innegable y que existe una ontología de los cuerpos sexuados; piensan que el género asignado al nacer es inamovible, invisibilizando, excluyendo y violentando a las comunidades trans. Como se mencionó anteriormente, la ininteligibilidad busca alejarnos de una noción que defina y restrinja las identidades de género. Históricamente las personas trans han sido jáquers de las hegemonías, ya que no tienen otro camino más que la ininteligibilidad. Al existir, resisten y quebrantan las estrictas normas binarias que sostienen al consenso dominante.

Hojas nos presenta a una mujer desde la frontalidad, sin rodeos ni distracciones. Muestra su existencia, humanidad y fortaleza, características que la normatividad intencionalmente no asocia con las personas trans. Ella está aquí, comprobando que ningún discurso transfóbico va a borrar su imagen, su esencia ni su figura. No hay espacio para la necedad inteligible, ni para clasificar o cuestionar su presencia en el mundo.
En julio de 2022 tuve la oportunidad de hablar con Hojas acerca de su producción y visión como creador. Aparte de demostrar gran apertura y disposición para discutir su trabajo, el artista presentó una serie de ideas y experiencias clave para explorar y analizar sus fotografías, las cuales demuestran la multiplicidad de narrativas que confluyen en estas imágenes. El creador considera que los afectos y sentires son la base de su afinidad por la fotografía y lo que lo impulsa a seguir creando. Explorar y sentir, junto con los sujetos que fotografía, convierte a sus obras no sólo en reflejos de su saber estético y personal, sino también del conocimiento comunitario y social. Hojas menciona en cuanto a su trabajo: “para mí siempre ha sido muy importante que dentro de mi obra se sienta, se pueda expresar de alguna u otra forma mi sentir con el de otras personas, que juntes hacemos […] la obra. También es muy lindo porque compartimos experiencias y emociones”.
Su trabajo busca compartir, acompañar y dar un sentido de pertenencia, sobre todo a corporalidades alternativas y personas neurodivergentes. El fotógrafo comenta sobre su objetivo como artista: “El arte es una forma de expresión que puede ayudar a sanar y a conectar con otras personas, y me gustaría mucho que en el futuro mi obra se viera por ese lado”. Sus ejes rectores, por ende, son la salud mental y la forma en la que habitamos el cuerpo.
Hojas considera que el trabajo en equipo requerido para crear las imágenes, así como conectar con personas que solían ser desconocidas antes de la sesión fotográfica, lo ha ayudado a crecer como ser humano y artista. En cuanto a los espectadores, el creador piensa que lo más enriquecedor es cuando su obra provoca algo a nivel emocional, ya que para él “compartir sentires es lo más importante”.
Escuchar estas reflexiones de parte del artista hizo que mis visiones, análisis y pensamientos sobre sus piezas se enriquecieran enormemente pero, sobre todo, me abrió los ojos hacia nuevas lecturas y posibilidades en cuanto a la creación artística y su estudio. La forma en la que el autor abraza la subjetividad y los sentires es inspiradora; como estudiosa de las artes, quiero continuar con esa línea que abraza lo humano, lo impreciso, lo que agita y desafía.
El poder de lo inclasificable
Creaciones como las de Hojas ponen sobre la mesa visiones, vivencias, sentires y protestas importantes que merecen ser resaltadas y escuchadas. Si ignoramos esos afectos y efectos, estaríamos insertándonos en las dinámicas que la obra denuncia.
La transformación dentro de la rebeldía artística no se detiene en el momento en el que les creadores producen sus obras. El vaivén entre espectador, imagen y artista es un fenómeno mágico, que merece ser indagado y reflexionado. Si quien analiza las imágenes se limita a la clasificación y a la exploración pura de lo inteligible, tendremos un estudio claro pero unilateral que, en vez de ser coherente con la resistencia presentada en las piezas, las insertará en una normativa en la que no cumplirán funciones transformativas.
Es necesario reconocer el poder de lo inclasificable porque no sólo nos abre puertas para acercarnos al arte, sino que nos ofrece nuevas maneras de conocernos y entendernos. Acotar es importante para estudiar con rigor y responsabilidad, pero distinguir la existencia de otras narrativas, discursos y posibilidades demuestra un verdadero entendimiento e interés por las visiones de quienes conforman y construyen los universos en los que las obras existen, resisten y transforman.
Bibliografía
Butler, Judith. El género en disputa. Barcelona: Paidós, 2007.
Haraway, Donna. Ciencia, cyborgs y mujeres. La invención de la naturaleza. Madrid: Cátedra, 1995.
Campos Petit de Murat, Angela Isabel. Entrevista con el fotógrafo Memo Hojas. 3 de julio de 2022. Vía Instagram.
Notas