Reseña
¿Bellas Artes dejando atrás el concepto de “artes mayores”?
The Beaux Arts Leaving Behind the Concept of “Major Arts”?
¿Bellas Artes dejando atrás el concepto de “artes mayores”?
NIERIKA. Revista de Arte Ibero, núm. 23, pp. 335-344, 2023
Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana
El Museo del Palacio de Bellas Artes (MPB) históricamente se ha caracterizado por exponer piezas que a su consideración eran “artes mayores” de acuerdo con los cánones occidentales. Esto ha causado que las llamadas “artes populares” sean vistas como inferiores, con menos valor artístico y estético, además de permitir que los artistas sean folclorizados dentro de narrativas nacionalistas y clasistas. Con la pasada exposición Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas presentada en el recinto, el MPB buscó brindar nuevos entendimientos, cuestionamientos, así como visualizar la narrativa en la que se ha formado el imaginario alrededor de los pueblos originarios y las “artes populares”.
Es así que en una de las paredes de la mencionada exposición se encontraba la siguiente cita: “Decía un profesor en la universidad que una artesanía nunca estaría en Bellas Artes porque era un recinto sagrado para ‘artes mayores’”. Jan Christhian Ferrer, bordador jñatjo.
La exposición Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas se presentó del 27 de enero al 17 de abril de 2022. Ustedes se preguntarán por qué menciono una exposición que ya terminó; para ello hay dos razones primordiales: la primera es que ésta fue una exposición que marcó por completo el tipo de arte que se exhibe dentro de esta institución1; la segunda es que, aunque ya no se puede visitar físicamente, en la página web del museo se ha creado un espacio de exposición virtual que funciona como memoria de la misma. Por otro lado, quiero aclarar que hacer una reseña/ crítica profunda y completa de esta exposición podría llegar a ser tema de una tesis, sin embargo intentaré dar un panorama de lo que fue y es esta muestra, así como de su relevancia en el medio.
Datos básicos y necesarios
La muestra fue curada por el historiador del arte Juan Rafael Coronel Rivera, Octavio Murillo, especialista en artes de los pueblos originarios y Lucía Sanromán, directora del Laboratorio Arte Alameda. Igualmente se priorizó la escucha a intelectuales y artistas de diferentes culturas indígenas y distintas especialidades.2 Contó con más de 500 piezas de 45 pueblos de México, provenientes de más de 50 acervos, entre ellos la colección Roberto Montenegro del INBAL, el del Museo Nacional de Antropología, Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Museo Franz Mayer, Museo Nacional de Culturas Populares, Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, Fomento Cultural Citibanamex, Museo Textil de Oaxaca, Museo Comcáac y de la Universidad Autónoma de Baja California, entre otras fuentes, principalmente particulares.3
La exposición estuvo dividida en seis núcleos temáticos: La utopía estética revolucionaria, enfocado en la folclorización de los pueblos originarios en la posrevolución; El rostro de una nación, centrado en el imaginario estético de los pueblos como auténticos o puros, en torno a las llamadas artes populares; Irrupciones y confluencias, orientado a las artes plásticas de los pueblos en su contexto histórico de continuidad; Independencia estética, donde se analizó la diversidad de cánones estéticos autónomos de cada cultura; Arte para la vida, que examinó el estrecho vínculo entre la creación artística y la vida comunitaria; y Resistencias y resonancias, que mostró la producción artística contemporánea.4
Además, alrededor de la exhibición se llevaron a cabo conversatorios, actividades, cápsulas, conferencias y próximamente se publicará un libro con la participación de diferentes autores. Toda esta información está disponible en la página web de la exposición, así como música, un mapa de los diferentes pueblos originarios que hay en el territorio mexicano y los textos curatoriales --cédulas introductorias y de ejes temáticos para cada sala--. Cuenta con obras fotográficas, textiles, audio, audio video, escultura, obra gráfica, dibujo, instalación, murales, objetos rituales, máscaras, obra pictórica y cerámica.5
La exposición se postuló como una retrospectiva de los distintos enfoques en torno a la producción de pueblos de México, iniciando en el siglo XX y pasando por los diferentes procesos que le dieron origen hasta su reflexión en la actualidad, tomando en cuenta la diversidad de cada pueblo. Cabe resaltar el hecho de que no es arbitrario que la muestra estuviera enmarcada en las conmemoraciones del centenario de la primera exposición sobre artes populares y comenzara en el siglo XX, la narrativa curatorial va dando cuenta de ello: un ejemplo es la selección del libro de Gerardo Murillo Las artes populares en México, siendo él uno de los precursores más importantes de la difusión del tan llamado arte popular durante la década de los veinte. Estas artes populares se insertaron en una modernidad impulsada por el Estado para folclorizar y comercializar el arte de pueblos originarios. Mostrar es un modo diferente de dar cuenta del discurso que se creó a partir de ese momento y para que el público entendiera por qué hay un fetichismo alrededor de estas artes.
La exhibición buscó concientizar al espectador respecto a la enorme diversidad que hay dentro de los pueblos en México. Por una parte, se destaca que históricamente han sido catalogados como indígenas, de ese modo el Estado los segmenta y señala para poder ejercer un poder colonizador sobre ellos. Por ello, más allá de volverlos a generalizar, en un intento por mejorar la visión que se tiene de éstos los llama por el nombre con el que se reconocen a sí mismos dentro de colectividades con su propia identidad. Por otro lado, habla de cómo se ha relegado el arte de estos pueblos originarios en una posición subordinada dentro de una jerarquía racista y clasista, basada en una estética eurocentrista.
Dentro de las seis salas existió una crítica completa a los modos en los que se ha visualizado y visualiza el arte e imagen de los pueblos. Desde la colocación de uno de los objetos más característicos de la cultura prehispánica, que es un molcajete, dentro de una institución que se ha posicionado como el recinto de las Artes --sí, con A mayúscula-- y ha ignorado cualquier otra representación estética que no sea bajo cánones europeos. También se ve en la crítica el imaginario construido de los pueblos originarios por parte de los artistas de la ruptura. Un ejemplo son los cuadros Verdadero retrato Cuauhtémoc joven y Verdadero retrato Cuauhtémoc viejo de Diego Rivera. Otro aspecto que resaltó en la exposición fue en la sala de arte contemporáneo (Fig. 1), ya que muestra obra realizada por artistas que quieren que su obra sea expuesta en museos, además de mostrar las nuevas estéticas que devienen en las nuevas generaciones, así como la forma en la que quieren autorepresentarse. Por otro lado, una pieza que llamó mi atención fue Huipil de tapar principios siglo XX de la cultura slijuala xanuck en Oaxaca (Fig. 2). La razón de ello fue porque en ella se ve el paso del tiempo: el huipil no se nos presenta como algo en desuso, se ve con las marcas del tiempo --con remendados, hoyos y la tela percudida-- lo que, desde mi perspectiva, hace que el huipil se vea como realmente es, una prenda de vestir que es usada por mujeres. El grato impacto fue descubrir que había más piezas con esta intención, como Rebozo en proceso de la cultura bats’i vinik-antsetik, donde se aprecia el proceso como parte fundamental de la creación textil. De ese modo también se ofrece al espectador la posibilidad de entender el desarrollo y materiales de las piezas.


Terminando con las nuevas propuestas que aplaudo, en las que hay una mejor presentación de los objetos y arte de pueblos originarios, quiero hablar de si realmente hay un cambio de paradigma en la apreciación de este arte. Por un lado, sigue siendo la presentación de objetos que no se construyeron para ser vistos a través de una vitrina, ya que son objetivos completamente rituales y/o personales --con la excepción del arte contemporáneo que se creó para ser mostrado en instituciones artísticas--, dentro de un recinto fundado con valores eurocentristas. Aunque exista una profunda crítica a los modos tradicionales de presentar objetos etnográficos, se siguen colocando bajo el reflector elementos de otras culturas para ser observadas.
Esto no significa que la exposición fracase en su propósito; definitivamente es un paso enorme hacia nuevas formas de entender el arte de pueblos originarios, pero creo que falla en nuestra propia manera de entender el modo en que esos objetos deben ser presentados. Hay que resaltar que algunas personas de estos pueblos no tienen la necesidad de que estas piezas sean comprendidas por el otro o se vuelvan reivindicativas, porque ellos ya las valoran y las entienden; su creación fue para su uso, no su exhibición.6 Además, en algunos casos, las piezas no fueron adquiridas de la mejor manera dentro de ciertos acervos.
Lamentablemente, en este momento no tengo una solución a estos problemas y tal vez vivirlos es necesario, porque en cierta forma es forzoso conocer el pasado para poder cambiar nuestra percepción del presente y el futuro. No podemos esperar que el público en general entienda sin ningún contexto por qué son necesarias este tipo de muestras, sin mostrar los elementos que marcaron la forma de acercamiento a este tipo de arte en la actualidad. Por otra parte, es imposible hacer una crítica a la institución fuera de la misma porque de otra manera no influiría en la forma en la que los agentes activos actúan en ella.7
Otro ejemplo de estas problemáticas es que en el título usaron la palabra “indígena” y en su cédula introductoria explicaron que este término era una categoría política que define su relación con el Estado y demás sectores de la sociedad.8 La razón de esto tal vez sea que nos faltan nuevas palabras para hacerles referencia y las pocas que hay, como “pueblos de México” y “pueblos originarios” no son usadas entre la sociedad. Una de esas palabras ya estaba en el título, por lo que queda usar otras con las que no estaremos de acuerdo, pero en muchos casos no tenemos la posibilidad de usar una distinta. Por eso, en contraparte, se explica esto y además se muestra un mapa con los diferentes nombres de los pueblos, en donde se habla un poco de ellos.9
Aunque Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas no es una exposición perfecta, es un paso en la dirección adecuada, sobre todo porque busca formas de contrarrestar problemáticas, brindando al público más información y herramientas para generar nuevos cuestionamientos. Para todos aquellos que no tuvieron la oportunidad de presenciarla, recomiendo ampliamente visitar la página de la exposición para que desarrollen sus propias críticas.
Bibliografía
Fraser, Andrea. “From The Critique Of Institutions To An Institution Of Critique”. En Institutional Critique And After. Génova: JRP, 2006.
Murillo, Gerardo. Las artes populares en México. Ciudad de México: Museo Nacional de Culturas Populares, 1922.
Xharicata, Salvador. Entrevista sobre la exposición Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas, 2022.
Aristegui Noticias, BDL. Llega A Bellas Artes ‘Disrupciones Indígenas’, un homenaje a los pueblos de México. Aristegui Noticias, 2022. Disponible en Disponible en https://aristeguinoticias.com/2701/kiosko/llega-a-bellas-artes-disrupciones-indigenas-un-homenaje-a-los-pueblos-de-mexico/ (consultado el 28 de abril de 2022).
Museo del Palacio de Bellas Artes. Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas - Introducción, 2022. Disponible en: Disponible en: http://museopalaciodebellasartes.gob.mx/artedelospueblos-expo/ (consultado el 28 de abril de 2022).
Notas