Reseña

Sobre Antonio Rubial García. Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global

About Antonio Rubial García. Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global

Iván Escamilla González
Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico

Sobre Antonio Rubial García. Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global

NIERIKA. Revista de Arte Ibero, núm. 23, pp. 353-360, 2023

Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana

En la mentalidad dominante en México (producto, en buena medida, de la historia oficial enseñada en la escuela), la Nueva España se imagina como una suerte de cápsula herméticamente sellada por la Corona española durante tres siglos, a fin de que nada ni nadie que no fuese el “oro” saqueado pudiera salir, ni entrase cualquier cosa o persona capaz de amenazar la férrea ortodoxia católica. Sin embargo, y según se desprende del más reciente libro del historiador Antonio Rubial, nada podría ser más inexacto que la anterior suposición. Nueva España como entidad histórica surgió, y participó incluso centralmente, de uno de los cambios más vertiginosos y profundos de la historia de la humanidad, caracterizado por la permeabilidad de las fronteras y la movilidad de las personas, las cosas y las culturas a través de todo el planeta: la globalización. Como explica el autor en Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global, lo que se ha venido en llamar la “primera globalización” se inició desde Europa por tres motivos principales: en primer lugar, la expansión del comercio a partir del siglo XII posibilitada por el desarrollo técnico de la navegación y el crecimiento de la demanda de metales preciosos, especias y esclavos; en segundo, la formación a partir del siglo XV de un “conglomerado imperial expansionista” de estados centrado en la Península Ibérica; y finalmente, la asunción como ideología imperial por parte de esa potencia de un cristianismo mesiánico empeñado en convertir a todas las naciones de la Tierra. De las exploraciones, conquistas e intercambios producidos por lo anterior resultó que Asia, Europa, África y América quedaron por primera vez comunicadas por rutas permanentes de navegación y comercio.

Con un enfoque y un lenguaje pensados específicamente para la divulgación histórica, Antonio Rubial explora en este libro, por medio de ejemplos, la forma en que millones de personas experimentaron en sus vidas el impacto de este proceso en la forma de la movilidad voluntaria o forzada entre continentes. A partir de investigaciones propias y de otros historiadores, el autor hila con conocimiento profundo, y al mismo tiempo con gran amenidad, en 14 capítulos independientes, las vidas de 14 individuos, hombres y mujeres reales y de diversa condición, transcurridas durante la llamada Edad Moderna. Todos ellos tuvieron en común haber vivido las consecuencias de la primera globalización, y el haber hecho de la Nueva España su punto de partida, tránsito o meta cuando ésta se volvió el nodo de convergencia de muchas de las nuevas rutas globales. La presentación de estas historias de vida se hace de forma esencialmente cronológica, en un recorrido que va desde el primer y cruento contacto entre mesoamericanos y europeos a principios del siglo XVI, hasta los grandes cambios del siglo XVIII y el inicio del XIX, en que tras el final de la hegemonía española se anunciaba el nacimiento de nuevos imperios y el inicio de otra etapa en la historia del mundo globalizado.

Si exceptuamos a Tecuichpo-Isabel Moctezuma, nacida dentro de la clase dirigente mexica, los protagonistas de esta historia no son los príncipes, jerarcas religiosos o potentados de alta cuna cuyos nombres recogieron las crónicas oficiales de su tiempo; la representatividad de los personajes escogidos por el autor radica más bien en la variedad de su origen y en la de sus mismas experiencias, posibilitada por su lejanía a las esferas de privilegio. Varios de ellos pertenecieron a los grupos más oprimidos, y su presencia en el libro nos recuerda que la esclavitud como tráfico y como sistema de relaciones sociales fue una de las más poderosas y al mismo tiempo terribles fuerzas en la construcción del mundo moderno. Desarraigados y arrebatados a un mundo distante y extraño, esclavos como Esteban de Dorantes, el curandero caminante de las llanuras de Norteamérica; Luis Barreto, el prodigioso cantor de la catedral de México; o Mirrah-Catalina de San Juan, la mística visionaria de Puebla de los Ángeles, hubieron de aceptar su condición servil y la nueva identidad que junto con ello se les impuso. Pero al mismo tiempo, y como también lo apunta Rubial, supieron hacer de sus talentos baza de negociación para atraerse la protección e incluso la admiración de sus amos, e incluso para eventualmente negociar peculiares espacios de libertad y dignidad. Por su parte y como tantos otros mayas insumisos antes que él, Jacinto Uc Kanek traspasó las fronteras físicas del imperio huyendo de la explotación más vil, pero sólo él sabría hallar en otro país distante ―el pasado― los símbolos que habrían de sublevar a su pueblo en contra de la dominación colonial.

Otros de los protagonistas de Caminos sin fronteras fueron gente común que cruzó mares y cordilleras en busca de un nuevo inicio, lejos de un Viejo Mundo en donde la intolerancia, la desigualdad y las jerarquías eran otras tantas fronteras inamovibles. Cada uno de ellos supo traspasarlas a su manera: el inmigrante español Diego del Castillo amasó una enorme riqueza y una respetabilidad casi heroica como mercader y como financiero de la minería de plata en los reales del norte de México, con las que no habría podido ni siquiera soñar en su natal Granada, hundida en la depresión económica y social. La modista francesa Louise de Dufressi encontró, entre la permeabilidad social característica de los espacios coloniales del Caribe y las ínfulas cosmopolitas con las que literalmente querían revestirse las élites de la capital novohispana, la posibilidad de vivir como una empresaria independiente, libre de las restricciones impuestas por el matrimonio a las mujeres de su tiempo. Más osada fue la apuesta de la joven vizcaína Catalina de Herauzo, quien disfrazada de varón, soldado y aventurero emprendió para asombro de sus contemporáneos un largo periplo a través de Europa y América, rompiendo a cada paso las normas de los roles de género. La familia criptojudía de Francisca de Carvajal trató de construir en Nueva España, sobre los lazos de solidaridad de la comunidad de conversos, un refugio para su tradición religiosa y cultural, sólo para caer finalmente en las mismas redes represoras de la heterodoxia de las que inicialmente había huido. Finalmente, algunos de estos actores lograron fortuna dedicando sus vidas al servicio de la Corona, únicamente para ser olvidados después por haber seguido sus propias convicciones: el capitán mestizo Miguel Caldera, al preferir una estrategia pacífica a la de aniquilación practicada contra los grupos indígenas nómadas en la conquista de la Gran Chichimeca en la segunda mitad del siglo XVI; o Diego García Panés, quien tras una larga y meritoria carrera militar en Nueva España preparó una obra sobre las civilizaciones prehispánicas que sólo mereció un injusto desdén por parte de los anticuarios ilustrados españoles.

Todas estas historias merecen por supuesto ser contadas, lo que constituye un reto de enorme dificultad para el historiador, pues de entrada los testimonios acerca de las vidas de estas personas son sumamente fragmentarios y se hallan casi siempre dispersos. Por si fuera poco, y como claramente lo explica Rubial, ninguno de estos testimonios fue producido con intención biográfica: sólo nos cuentan jirones de sus vidas, casi siempre desde la perspectiva indirecta y parcial de personas que las trataron como amos, amigos, socios, protectores, correligionarios, o incluso enemigos y denunciantes. No pocos de estos documentos han de leerse con un anteojo crítico consciente de la intervención en ellos de los perseguidores (como la Inquisición) ante los que varios de estos personajes fueron cuestionados, o de la de los amanuenses y letrados que los estructuraron según modelos notariales (como ocurre con los testamentos) o retóricos, como en la narración de las aventuras de Catalina-Antonio de Herauzo, publicada en vida suya. Muy raramente se escucha la voz propia de estos protagonistas, y aún en estas ocasiones sólo podemos conocer lo que les pareció conveniente decir de sí mismos, en su afán por labrarse una nueva identidad lejos de un pasado que preferían olvidar, o por convertir en hazañas andanzas no siempre honestas. Debido a lo anterior, Rubial debe recurrir con cierta frecuencia a la documentación contextual para presentar al lector, en forma indicial, las posibles elecciones vitales que cada individuo pudo enfrentar y que pueden articularse con lo que sabemos de más cierto acerca de él.

Portada del libro Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global. Ciudad de México: Editorial Raíces / Academia Mexicana de la Historia / Universidad Iberoamericana, 2022.
Figura 1
Portada del libro Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global. Ciudad de México: Editorial Raíces / Academia Mexicana de la Historia / Universidad Iberoamericana, 2022.

Un correlato interesante de la narración en Caminos sin fronteras es su parte cartográfica. A excepción de una, cada historia de vida presentada en el libro va acompañada de un mapa que sigue el recorrido de su protagonista tan detalladamente como las fuentes lo permiten. Al pensar en un mundo donde tormentas, piratas y otros percances amenazaban el lento curso transoceánico de los barcos a vela, es imposible no asombrarse al mirar dibujada la prolongada y azarosa circunnavegación del globo por el marinero puertorriqueño Alonso Ramírez. Por tierra no había mejor forma de recorrer los caminos que a pie y a lomo de mula, por lo que no es menos sorprendente el viaje picaresco del dominico inglés apóstata Thomas Gage por el sur de la Nueva España y toda Centroamérica; o, en el extremo geográfico y espiritual contrario, el ir y venir constantes entre el mar y los desiertos del misionero jesuita checo Francisco Xavier Bischoff, empeñado en construir una utopía cristiana entre los indígenas de la península de Baja California. El a la vez necesario y atinado complemento del libro son dos apéndices: el primero lo forman las notas bibliográficas en las que se mencionan las fuentes históricas sobre los diferentes personajes y se acreditan debidamente las investigaciones publicadas o inéditas en las que el autor se basó; el segundo es una tabla cronológica en la cual lado a lado se colocan los acontecimientos respectivos y simultáneos en México, el mundo y en las vidas contadas en la obra.

Como dice Antonio Rubial al cerrar este libro, conocer estas fascinantes historias personales nos ayuda a algo más que entender mejor las raíces de nuestra era globalizada. Las distintas formas en que los protagonistas de Caminos sin fronteras ejercieron su libertad y su determinación para gozar de una vida mejor contribuyeron a la construcción de un mundo en el que, a pesar de todo, las diferencias de etnia, cultura y lengua se hicieron cada vez más difusas a través de la coexistencia y la aceptación mutuas. Sus historias deberían motivarnos, por lo tanto, a pensar soluciones para los problemas de nuestro presente, distintas de los muros y alambradas con los que se quiere, otra vez, dividir el mundo en nombre de purezas y exclusiones nacionalistas, racistas y religiosas. No cabe duda de que un mensaje como éste, presentado con el conocimiento, la claridad y el lenguaje que caracterizan a su autor, tendrá muchas oportunidades de llegar a un público más amplio.

Bibliografía

Rubial García, Antonio. Caminos sin fronteras. Gente en Nueva España al inicio de la era global. Ciudad de México: Editorial Raíces / Academia Mexicana de la Historia / Universidad Iberoamericana, 2022.

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