Resumen: El otrora acto político de hombres gay de “salir del armario” ha dado paso a un proceso de despolitización de la enunciación de la orientación sexual cuando es realizada por hombres blancos, masculinos, burgueses y ubicados en el abanico de la derecha política. Este texto tiene como objetivo analizar las narrativas de entrevistas en que las figuras políticas de Johnny Wright Sol de El Salvador y Eduardo Leite de Rio Grande do Sul, Brasil, constataron públicamente su orientación sexual. Por medio de la utilización de la categoría analítica de sujetos tácitos se discute el proceso de despolitización del acto de constatación de la orientación sexual a nivel público de las figuras anteriores. En el caso de estudio, la constatación de la orientación sexual fue por motivos diferentes, pánico moral en el caso salvadoreño y estrategia política en el caso gaúcho. Los tratamientos diferentes a un mismo fenómeno es un reflejo de los contextos culturales y sociopolíticos de El Salvador y Brasil.
Palabras clave: El Salvador, Rio Grande do Sul, orientación sexual, masculinidad, derecha política.
Resumo: O outrora ato político dos gays de “sair do armário” deu lugar a um processo de despolitização da enunciação da orientação sexual quando esta é realizada por homens brancos, masculinizados, burgueses e situados no âmbito da direita política. Este texto tem como objetivo analisar as narrativas de entrevistas nas quais os políticos Johnny Wright Sol, de El Salvador, e Eduardo Leite, do Rio Grande do Sul, Brasil, confirmaram publicamente sua orientação sexual. Através da utilização da categoria analítica de sujeitos tácitos, discute-se o processo de despolitização do ato de declaracão da orientação sexual no nível público dos políticos anteriores. A declaração da orientação sexual se deu por diferentes motivos, pânico moral no caso salvadorenho e estratégia política no caso gaúcho. Os tratamentos diferentes de um mesmo fenômeno são reflexo dos contextos culturais e sociopolíticos de El Salvador e do Brasil.
Palavras-chave: El Salvador, Rio Grande do Sul, orientação sexual, masculinidade, direita política.
Abstract: The once political act of “coming out” by gay men has given way to a depoliticization of the enunciation of sexual orientation when white, masculine, bourgeois men in the range of the political right carry it out. This text aims to analyze the narratives of interviews in which the political figures Johnny Wright Sol from El Salvador and Eduardo Leite from Rio Grande do Sul, Brazil, publicly confirmed their sexual orientation. Through the analytical category of tacit subjects, this article discusses the depoliticization of publicly verifying the sexual orientation of the figures mentioned above. In the case study, the verification of sexual orientation was for different reasons, moral panic in the Salvadoran case and political strategy in the case of the gaúcho. The different treatments of the same phenomenon reflect El Salvador and Brazil’s cultural and sociopolitical contexts.
Keywords: El Salvador, Rio Grande do Sul, sexual orientation, masculinity, right-wing politics.
DOSSIER
El hacendado y el gaúcho: sexualidad y figuras políticas en El Salvador y Rio Grande do Sul
O fazendeiro e o gaúcho: sexualidade e figuras políticas em El Salvador e no Rio Grande do Sul
The landowner and the gaucho: sexuality and political figures in El Salvador and Rio Grande do Sul

Recepción: 04 Febrero 2023
Aprobación: 17 Mayo 2023
Más de 6.000 km de distancia separan los territorios de El Salvador y Rio Grande do Sul. El primero se constituye como república independiente en Centroamérica y el segundo es una unidad federada de Brasil en el Cono Sur. El Salvador es heredero de las culturas mesoamericanas y Rio Grande do Sul, de los grupos culturales guaraníes. Sus paisajes culturales son heterogéneos, incluso se puede decir que opuestos. Pastizales ilimitados, silencio y horizonte abierto son predominantes en el paisaje cultural de la Pampa de Rio Grande do Sul (Leal, 2021, p. 95). Por su parte, en El Salvador, su paisaje cultural más representativo es la línea de conos volcánicos (22 en actividad) que atraviesa el eje central este-oeste que en varios casos sobrepasan los 2.000 m. de altura (Browning, [1975] 1998).
Al igual que las diferencias en sus paisajes culturales, sus indicadores sociales presentan contrastes. El Salvador cuenta con 6.325.827 personas; siendo esta cifra casi duplicada en Rio Grande do Sul con 11.466.630. El indicador del Índice de Desarrollo Humano (IDH) coloca en la posición de 0,675 a El Salvador y a Rio Grande do Sul en 0,746. Los 21.040,79 km² de El Salvador son divididos en 262 municipios. En contra posición los 281.707,15 km² de Rio Grande do Sul se dividen en 497 municipios. San Salvador fue fundada en 1525 siendo la capital del estado salvadoreño, en cuanto la capital gaucha es Porto Alegre, fundada en 1772. Ambas ciudades son los mayores núcleos urbanos y poblacionales de cada uno de los Estados.
A pesar de sus diferencias, que parecen infranqueables, existen procesos sociales contemporáneos que pueden catalogarse como análogos. En esta oportunidad, me trazo como meta la realización de un análisis de las narrativas de entrevistas en las que el diputado John (Johnny) Wright Sol (Duque, 2022) de El Salvador y el gobernador Eduardo Leite (Bial, 2021) de Rio Grande do Sul declararon públicamente su orientación sexual. Tomaré en consideración como indicadores analíticos la clase social, raza/etnia, generación, el contexto sociocultural y político de cada territorio para entender los significados y significantes de esas enunciaciones y sus repercusiones individuales y políticas.
En el primer apartado, esbozaré un panorama de imaginarios de la masculinidad, sexualidad y orientación sexual a través de las identidades del Gaúcho1 (Leal, 2021) y el Hacendado (Lara-Martínez, 2019) que se integrarán a la discusión de la categoría del “régimen político heterosexual” (Wittig, 2010). En el segundo apartado se abordará una breve discusión de la categoría analítica del “armario” (Sedgwick, 1999), su otrora importancia al interior de las políticas de la identidad (Castells, 1999), hasta llegar a un proceso de normalización y despolitización del acto de constatación de la orientación sexual a nivel público (Decena, 2014).
En el tercer apartado, como preámbulo del análisis de las narrativas de entrevistas, se presentará un resumen biográfico de las vidas políticas de Wright Sol y Leite. El cuarto apartado se centrará en el análisis general de las narrativas, teniendo como eje principal la categoría de “sujetos tácitos” (Decena, 2014). Para situaciones específicas de análisis, se recurrirá a otras como “pánico moral” (Rubin, 1989; Weeks, 1998), “marketing yuxtapuesto” (Lesko, 2005), “masculinidades discretas” (Rocha, 2022); “prejuicio sexual” (Orellana y Orellana, 2020); y consideraciones sobre la homosexualidad desde la “dominación masculina” (Bourdieu, 1999).
En las reflexiones finales, se mostrará que las figuras políticas analizadas poseen marcadores del privilegio equivalentes en condición de género, raza/etnia, generación, clase social e incluso en su visión política. La declaración de su orientación sexual a nivel público tuvo motivos diferentes. En el caso de Wright Sol se vio forzado a realizar una declaración pública, después de la viralización de un video donde se mostraron fotografías con su pareja. En el caso de Leite, la declaración de su orientación sexual se observa que fue una acción estratégica de marketing político yuxtapuesto para proporcionarle réditos en visibilidad política a nivel nacional y permitirle unificar su identidad sexual con la figura política. Las motivaciones diferentes que experimentaron Wright Sol y Leite son un reflejo de los contextos culturales y sociopolíticos de El Salvador y Brasil. En el primero se asiste a una refundación violenta del pacto heterosexual a nivel institucional y en el segundo, las conquistas políticas a costo de muerte y sufrimiento de muchas personas LGBTI+ que lograron resistir a los procesos de destrucción de la administración Bolsonaro, hizo que Leite –como figura política– pudiera notificar su orientación sexual sin ser un suicidio político.
Los dos territorios que se interpelan en este texto, a pesar de sus diferencias geográficas, históricas, políticas, culturales, medioambientales, y de indicadores de desarrollo humano comparten la pertenencia al régimen político heterosexual. Este régimen, grosso modo, está cimentado en la categoría de sexo como “[…] una categoría política que fundamenta la sociedad en cuanto heterosexual” (Wittig, 2010, p. 26), que sobre la base de correspondencia sexual entre hombres y mujeres se estructura un sistema de dominación apoyado en doctrinas de la diferencia que justifican la opresión por lo masculino, reproduciendo y defendiendo la lógica binaria de los géneros, consecuentemente proyectando la matriz heterosexual como una norma ahistórica, naturalizada y de interpretación totalizadora “[…] de la historia, de la realidad social, de la cultura, del lenguaje y de todos los fenómenos subjetivos” (Wittig, 2010, p. 51).
El régimen heterosexual, bajo la forma de un contrato social tácito que “cada firmante […] tiene que reafirmar en nuevos términos para que siga existiendo” (Wittig, 2010, p. 64) aprisiona a todos los seres humanos en un círculo vicioso que no tiene fin. Aunque esta sección no pretenda realizar un análisis profundo sobre las formas de operar del régimen heterosexual en cada uno de los Estados, se presentará un panorama de imaginarios sociales por medio del análisis de categorías clave como masculinidades, sexualidad y orientación sexual. Para ello haré uso de las identidades del Gaúcho (Leal, 2021) y el Hacendado (Lara-Martínez, 2019) representativas de cada contexto cultural.
En Rio Grande do Sul la identidad subalterna del Gaúcho es una identidad local propia que al mismo tiempo se comparte con los países vecinos de Uruguay, Argentina, y Paraguay. Gaúcho hace referencia directa a jornaleros campesinos contemporáneos que trabajan en el área rural la ganadería extensiva en la Pampa del Cono Sur. Su origen se remonta a un proceso de mestizaje colonial entre ibéricos y mujeres indígenas, su forma de subsistencia fue lidiar con el ganado cimarrón, eran trashumantes, ajenos a la religión y a las convenciones sociales de las oligarquías coloniales. Fuertes y aguerridos, disputas de diversa índole eran parte de su cotidiano y no se identificaban con los límites territoriales geopolíticos, en constante disputa por las Coronas portuguesa y española en los siglos XVII y XVIII. Por estas características eran designados “parias sociales errantes de la Pampa” (Leal, 2021, p. 67).
Los gaúchos construyeron una cultura autocentrada en la celebración de la masculinidad heterosexual (Leal, 2021, p. 93). Es muy específica, masculina y ecuestre, y glorifica valores como el coraje, la honra y la libertad (Leal, 2021, p. 37). En este caso, ser gaúcho significa ser hombre. La construcción de esa identidad de género masculina se fundamenta en las diferencias biológicas como marcadores culturales que enuncian desigualdades, jerarquías sociales y de género (Leal, 2021, p. 192). Hombres y mujeres en las Pampas conviven de forma separada.
La construcción de la masculinidad se realiza por medio de la dicotomía básica de organización de la vida social y cultural: macho/hembra; salvaje/domado; campo/ciudad; fuerza/debilidad; naturaleza/cultura (Leal, 2021, p. 333); en otras palabras, un hombre se diferencia de lo femenino por ser macho/salvaje/campo/fuerza/naturaleza; con un marcador distintivo, que sería la voz: “[…] en medio del mujerío, agarra modos de mujer, no aprende ni a hablar hecho un hombre” (Leal, 2021, p. 206). A pesar de que los gaúchos son una comunidad de hombres heterosexuales, en sus fronteras circulaban afeminados al ocuparse de acciones domésticas relacionadas con lo femenino e imprimían una desvalorización a estos sujetos como los “de habla fina” (Leal, 2021, p. 138). La cultura gaúcha es identificada como machista en Brasil.
En el caso salvadoreño, la identidad masculina principal no se obtiene de los márgenes o de la subalternidad; sino que el hacendado/patriarca/terrateniente se vuelve por antonomasia la identidad masculina salvadoreña de referencia (Lara-Martínez, 2017). Esta identidad está concebida:
[…] desde y para reproducir las estructuras de poder, para mantener el status quo y por tal razón necesitan reiterar el modelo ideal de masculinidad hegemónica-machista representada por el patriarca, el hacendado y el terrateniente; figuras masculinas que contienen per se una asignación cuasi divina para ejercer el poder en sus más diversas formas sobre otros cuerpos-territorios de hombres y mujeres, relegados a un papel de subordinación y dominio (Arévalo, 2017, p. 34).
Al igual que el proceso de construcción de la masculinidad en el sistema cultural gaúcho se realiza por medio de la oposición de categorías; en el contexto salvadoreño se repite esta segregación: “masculino, externo y público; femenino, interno y privado” (Lara-Martínez, 2017, p. 215). De igual forma “los oficios rentables y de prestigio –agricultura, ganadería, política, letras, etc.– son esferas masculinas” (Lara-Martínez, 2017, p. 217), lo que relega el trabajo doméstico y todo el sistema de reproducción de la vida al campo de lo femenino poco valorado y escasamente reconocido, y en el cual homosexuales empobrecidos han tenido históricamente una inserción laboral precaria en labores domésticas, trabajo informal y el trabajo sexual (Arévalo, 2022).
El ideal femenino del modernismo salvadoreño se fundamenta en categorías raciales caucásicas de ser “rubia”, “ojos azules”, “alta, pálida y tranquila” (Lara-Martínez, 2017, pp. 87-88), y en representaciones del “[…] deseo, el placer, la traición, el desdén, la perfidia, la vanidad y el ideal de la virginidad” (Lara-Martínez, 2017, p. 75). Esto se contrapone a la identidad racial mestiza generalizada de cuerpos de piel de bronce, cabellos obscuros, baja estatura, ojos marrones, que denotan una aproximación a las identidades indígenas que estuvieron presentes en este territorio antes de la invasión española.
Referente a la temática de la violencia sexual, en cuanto el gaúcho y su sistema simbólico, conforme a la pretérita usanza de caballeros errantes, colocaban una sobreestima de la honra masculina y el respeto físico y sexual de las mujeres; al interior de El Salvador, el poder político de la masculinidad se fundamenta en el dominio de lo femenino realizado de forma violenta: “El hombre domestica la naturaleza agreste para crear una cultura. A golpes, el hombre domestica a la mujer por la misma razón cultural” (Lara-Martínez, 2017, p. 224). En este sentido, en la autoridad masculina del hacendado desde un ideal patriarcal, “los porrazos remplazan el diálogo” (Lara-Martínez, 2017, p. 317); por ello, los procesos de feminización del subalterno, aquel que cuestiona el poder heterosexual cuasi divino del hacendado, se transforman en una violencia ritual para mantener el statu quo, el cual demanda la inmolación constante de chivos expiatorios como ofrendas (Lara-Martínez, 2017, p. 214).
La figura retórica, política y epistemológica del “armario” coloca en tensión a las categorías antagónicas de lo público y privado; lo oculto y la visibilidad. El “armario” no es un objeto ni un espacio físico determinado, sino que es una dimensión social en constante organización, desplazamientos y resignificación. Para Eve Sedgwick “el armario” fue la estructura política que definía la opresión gay del siglo pasado (1998, p. 96). Esta opresión se fundamentaba en la tiesura política de revelar o mantener oculta la orientación sexual en espacios familiares, educativos, comunitarios, laborales y políticos, como estrategia de autoprotección contra procesos de discriminación, prejuicios y violencias de todo tipo.
En el contexto norteamericano, el “salir del clóset” en la década de 1970 era un acto fundamental de liberación gay, que unía identidad y sexualidad (Castells, 2002, p. 249) para iniciar procesos políticos de reivindicación de derechos. Al principio de los años ochenta, previo a la circulación del VIH, el “salir del clóset” se podría definir como un romance de la liberación sexual (Decena, 2014, p. 237). Ese acto marcaba un proceso de liberación personal, el cual permitía vivir una vida diferente. A partir de la década de 1990 se pasó para un proceso de integración. En lo contemporáneo se experimenta un proceso de normalización en países del Norte Global como Estados Unidos (Decena, 2014, p. 218).
En el Sur Global ese proceso de normalización está circunscrito a dinámicas de privilegios. La represión de la homosexualidad es un proceso político selectivo (Castells, 2002, p. 239). Hombres no heterosexuales con marcadores sociales de privilegios en cuanto expresión de género masculina, clase social, raza, geografía, estatus laboral, entre otros, permiten que su integración a la vida social y política sea un proceso de normalización, y por lo cual, no tengan la obligación política de hacer una manifestación pública de su orientación sexual. En este punto, Carlos Decena manifiesta que “el clóset es una formación social colaborativa y que las personas lo negocian de acuerdo con sus circunstancias sociales” (2014, p. 237), por tal motivo para algunos hombres y tomando en consideración su ecología social, no les es necesario manifestar su orientación sexual.
Esta forma particular de gestionar el espacio político del clóset, Decena lo nombra como “sujetos tácitos”. El acto político de enunciar la orientación sexual, por parte de estos individuos, no se vuelve un acto central en su vida, ni tampoco consideran que dicha enunciación sea un acto político al interior del régimen heterosexual. Para estos sujetos, su orientación sexual es una condición de la que no se hace mención “[…] algo sobreentendido y no declarado; algo intuido, pero incierto; algo conocido, pero no puesto sobre el tapete por ninguna de las partes en un intercambio dado” (Decena, 2014, p. 218). En este punto se puede entender la respuesta del cantautor mexicano Juan Gabriel al ser cuestionado sobre su orientación sexual por Fernando del Rincón: “Lo que se ve, no se pregunta”, o en las palabras de Decena: “Lo que es tácito no es secreto ni silente” (2014, p. 221). Un sujeto tácito no “sale del armario”, sino que constata su orientación sexual; porque desde su interpretación, nunca estuvo oculta en el espacio político de opresión de un armario.
Johnny Wright Sol y Eduardo Leite son dos figuras políticas que posiblemente no sepan la existencia uno del otro. Sin embargo, poseen marcadores sociales del privilegio semejantes en cuanto son hombres con una expresión de género masculina, blancos, una estética bajo los patrones occidentales de belleza masculina, edad similar lo que los coloca en una dimensión compartida de generación, ambos poseen carreras políticas, Leite es gobernador del Estado de Rio Grande do Sul y Wright Sol diputado de la Asamblea Legislativa salvadoreña. Ambos declararon su orientación sexual recientemente, Leite en 2021 y Wright Sol en 2022.
En cuanto a sus biografías políticas tenemos que Leite nació en el seno de una familia de profesionales liberales, su madre profesora de ciencias políticas y su padre profesor de derecho, habitantes de la Ciudad de Pelotas en Rio Grande do Sul. La participación política de Leite inició en su vida escolar cuando integró gobiernos estudiantiles. Como joven de 19 años concurrió a ser concejal municipal de su ciudad en 2004, y obtuvo una suplencia que, posteriormente, le posibilitaría asumir el cargo tras la destitución de un concejal debido a la realización de un acto de exorcismo en la Cámara Municipal. En 2008 fue electo concejal. Para 2010 concurrió a una curul de la Asamblea Estatal de Rio Grande do Sul, y obtuvo una suplencia. Previo a ganar la alcaldía de Pelotas en 2012, se viralizó una imagen de Leite sin camisa y tomando chimarrão2 (Jornal do Almoço, 2012), como parte de una posible estrategia mediática para ser reconocido en la campaña electoral. En 2018 concurrió a la elección de gobernador, ganó en segundo turno y apoyó a Jair Bolsonaro en la elección presidencial. En 2021, perdió la nominación a precandidato presidencial por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSBD). En medio de la disputa para esa candidatura, en una entrevista a nivel nacional, confirmó su orientación sexual. En 2022 consiguió su reelección como Gobernador de Estado, al sobrepasar –en el segundo turno y con el apoyo crítico de la izquierda– al candidato del bolsonarismo,3 quien utilizó como estrategia discursiva expresiones homofóbicas contra Leite en la campaña electoral.
Por su parte Johnny Wright Sol, nació al interior de una familia perteneciente a la alta burguesía salvadoreña. En la década de 1930, el apellido Sol era parte de las 14 familias que controlaban el destino político, económico, agrícola y financiero del país (Waxenecker, 2017, p. 15). Para la década de 1970, debido a procesos de alianzas matrimoniales, las 14 familias de 40 años atrás pasaron a ser 120 grupos familiares que controlaban la economía del país, uno de esos grupos familiares se identificaba bajo el apellido Wright (Waxenecker, 2017, p. 15). Juan Tennant Wright Alcaine, abuelo, fue uno de los fundadores del partido de extrema derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) al inicio de la década de 1980. Juan Tennant Wright Castro, padre, fue parte de la junta directiva de ARENA. Wright Sol nació en medio de la guerra interna de la década de 1980. En el año de 1999 se mudó a Estados Unidos.
Según información obtenida en el perfil público de la Asamblea Legislativa salvadoreña, Wright Sol en 2006 obtuvo una licenciatura en Ciencias Políticas por The George Washington University, en 2011 finalizó una Maestría en Administración de Empresas en España. Aunque existe un traslape de fechas, en la época que estudió la Maestría (2006-2011), se informa que laboraba como bombero y técnico en emergencias médicas en el Condado de Fairfax, Virginia (2007-2010). En el año 2014, con la base familiar de relaciones con el partido ARENA, Wright Sol concurrió a la elección de diputados por este instituto político, y desempeñó esa función entre 2015 y 2018.
Su paso en esta primera experiencia legislativa presentó diversas polémicas, al abordar temáticas de Derechos Sexuales y Reproductivos: promovió una reforma para la despenalización del aborto y manifestó públicamente que estaba de acuerdo con el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, aunque en las entrevistas no hiciera alusión a su condición de hombre gay (Guzmán, 2015; Hernández y Fernández, 2017). Estos actos políticos generaron malestar al interior de ARENA y en 2018 cortó relaciones institucionales, y se dedicó a crear su propio partido político, Nuestro Tiempo, por el cual ganó una curul en la Asamblea Legislativa para el periodo 2021-2024. En medio de su gestión como diputado, se hizo viral un video que mostraba su relación de pareja con el diseñador mexicano Kris Goyri.
En el caso de Wright Sol, el contexto de confirmación de su orientación sexual se realizó en medio de un “pánico moral”. Jock Young (2011), desarrolló la teoría del “pánico moral” y fue ampliamente difundida por el trabajo de Stanley Cohen (2011 [1972]) al estudiar la reacción social a la delincuencia en la década de 1970 en Inglaterra. En cuestiones de sexualidad, Jeffrey Weeks (1998), apunta que el pánico moral se produce cuando se presenta a ciertos grupos o prácticas sexuales como una amenaza a la sociedad tradicional heterosexual; esto produce fricciones entre los grupos que buscan mantener el status quo y aquellos que luchan por la igualdad y una ciudadanía sexual plena. Para Gayle Rubin (1989), el pánico moral se produce cuando los medios de comunicación y los líderes políticos o religiosos generan al unísono una histeria colectiva acerca de ciertos temas relacionados con la sexualidad, como la homosexualidad en este caso. La ejecución de pánicos morales sobre orientación sexual y clase social en El Salvador, históricamente han sido activados “[…] para resguardar las fronteras de la moral sexual hegemónica” (Arévalo, 2022, p. 197).
En la entrevista radial realizada en horario vespertino el lunes 16 de mayo de 2022 reflexionó sobre ese “resguardo de las fronteras sexuales” que había ocurrido tres días antes por medio del pánico moral vehiculizado por redes sociales: “Esta situación que surgió el viernes, sobre todo, sobre la viralización de unas imágenes y un video en donde se abordaba el tema de mi orientación sexual y de mi pareja” (Duque, 2022). El video,4grosso modo, consiste en un recorte de la entrevista realizada a Kris Goyri en un programa argentino, en la cual se mostraron fotografías de él y Wright Sol en acciones románticas como una pareja gay. Este video llegó a ser trending topic el día que circuló. La confirmación de la orientación sexual de Wright Sol no fue un acto de enunciación planificado, sino que se debió a un pánico moral viralizados en las redes sociales. La viralización de este video e imágenes que fueron recortadas de él, encarnan la persistencia de procesos de opresión del régimen político heterosexual al interior del país, como lo denuncia Lara-Martínez: “Bajo un régimen de opresión nadie se atrevería a salir del guardarropa. Todos se hallan recluidos en el closet” (2017, p. 481). Wright Sol adicionó:
El caso de esa entrevista que se hizo viral pues fue una emboscada que le hicieron a él [Kris Goyri] con imágenes que se extrajeron ya sea de mi teléfono o el suyo, yo he recibido correos de Apple, que me alertaron que mi teléfono había sido intervenido por Pegasus (Duque, 2022).
En 2022, se reveló que varios periodistas en El Salvador fueron víctimas de infiltraciones del sistema Pegasus, un software desarrollado por la empresa israelí NSO Group, que permite el acceso no autorizado a los dispositivos móviles de las personas y la recopilación de información confidencial (Abi-Habib, 2022). Entre los periodistas afectados se encontraban miembros de medios de comunicación independientes y críticos a la administración Bukele, lo que generó preocupación por la posible vulneración de la libertad de prensa, la protección de las fuentes periodísticas en el país y la integridad física de periodistas. Aunque se hicieron diferentes denuncias, los procesos de investigación han dado escasos resultados hasta la fecha.
La viralización de un video producido sobre la base de imágenes que posiblemente fueran extraídas de forma no autorizada ya sea del celular de Wright Sol o de su pareja, levantaron serios cuestionamientos sobre la vulneración de la privacidad, la seguridad de los ciudadanos y las instituciones del Estado. En el caso de análisis, Wright Sol resaltó la violación a su privacidad y los acuerdos realizados con su pareja sobre su relación:
[…] yo jamás desde que soy diputado, desde mayo 2021 he tenido ningún inconveniente en reconocer o admitir que soy un hombre homosexual; pero sí los temas de mí vida privada y mi relación, sí hemos decidido tanto Kris como yo mantenerlo en privado (Duque, 2022).
En el contexto restrictivo a la discusión de temáticas de orientación sexual, identidad y expresión de género, el desatar un pánico moral sobre una de estas categorías, contraviene el ideal político de Wright Sol: “En 2022 esto no debería ser un asunto público, debería de verse como un atributo más de la persona, como el color de ojos” (Duque, 2022). Sin embargo, las acciones desarrolladas en este pánico moral, refuerzan las conclusiones sobre prejuicio sexual y cultura política en El Salvador encontradas por Carlos y Ligia Orellana (2020, p. 56) sobre un rechazo generalizado a las personas LGBTI+, a su acceso a la esfera pública y el reconocimiento de derechos civiles, procedentes de creencias fundamentalistas religiosas, el conservadurismo, posturas antidemocráticas y prejuicios sexuales que se encuentran extendidos en todos los niveles y estratos socioeconómicos del país. Wright Sol, a pesar de sus privilegios de clase social, se transformó en un chivo expiatorio ofrendado para mantener incólume el status quo heterosexual en la sociedad salvadoreña.
En el caso de Eduardo Leite en la madrugada del día 2 de julio de 2021 al interior del programa Conversa com Bial,5 de Red Globo, confirmó su orientación sexual. Esta confirmación se realizó en el contexto de selección de precandidato presidencial al interior del PSDB. Después de hablar sobre sus orígenes, su familia y sus procesos de participación política desde su adolescencia y juventud; para hacer su declaración colocó como preámbulo la categoría de “integridad” y la definió como “ser por entero”:
Nunca hablé de un tema que quiero traer al programa, que tiene que ver con mi vida privada y que no era un tema hasta ahora, ya que considero que se debe discutir más lo que podemos hacer en política, y no exactamente lo que uno es o deja de ser. Pero en este Brasil con poca integridad, necesitamos debatir lo que uno es. Para que quede claro, y no haya nada que ocultar. Soy gay. Soy gay (Bial, 2021).6
La cultura gaúcha, como se mencionó anteriormente, se caracteriza por mimetizar la identidad del gaúcho como sinónimo de masculinidad, virilidad y hombría, lo que conlleva a una estigmatización y exclusión social de aquellos hombres que se identifican como “homosexuales”, el alter ego tabú al interior del sistema simbólico gaúcho. Leite desobedeció ese sistema simbólico al constatar públicamente su orientación sexual, mostrando que se puede ser gaúcho y gay al mismo tiempo.
En el contexto de sujetos tácitos, vemos que la homosexualidad se encuentra en la esfera del mundo privado (Decena, 2014, p. 224). Tanto en el caso de Wright Sol y Leite, la […] sexualidad descansa sobre el ejercicio del derecho a no decir nada” (Decena, 2014, p. 223), pero también a no crear un pacto público con la heterosexualidad como afirmó Leite: “No mencioné este tema antes, pero nunca negué ser quién soy. Nunca creé un personaje, no traté de hacer creer a la gente algo diferente. Y estoy orgulloso de esa integridad” (Bial, 2021) o como Wright Sol mencionó más arriba, de que no tenía inconvenientes en reconocer o admitir públicamente que era un hombre homosexual.
En este caso considero pertinente reflexionar sobre la categoría de “masculinidades discretas” (Rocha, 2022), para comprender el “orgullo de esa integridad” que menciona Leite, como hombre atravesado por marcadores de orientación sexual y clase social, pero en el contexto gaúcho. Rocha describe cómo algunos hombres de la burguesía nicaragüense mantenían en un armario sus prácticas sexuales con otros hombres. Sin embargo, cuando se sospechaba que uno de sus miembros dejaba de pactar con la heterosexualidad de forma pública, se crearon procesos de fachada para mantener la virilidad y masculinidad de la burguesía. Por ejemplo, casamientos arreglados y abandono del país eran frecuentes. Este modelo operaba en las décadas de 1960 y 1970. A pesar de que los contextos geográficos y la temporalidad son distantes entre Managua y Porto Alegre, Leite hizo referencias a un modelo similar en su territorio, el cual se negó a reproducir. No obstante, creó la representación de asexualidad que fue justificada por los compromisos de una “vida pública”:
Mi foco en verdad está en el gobierno ahora, la cuestión de la vida personal uno sabe que cada elección es una renuncia; al momento que uno escogió una vida pública, la vida personal acaba siendo desplazada, uno lo sabe bien. Pero continúo siendo una persona normal que tiene una vida, una intimidad que debe ser respetada también (Jornal do Almoço, 2012).
La representación de sujetos tácitos tiene como elemento básico la emisión de ciertas señales cifradas de su orientación sexual (Decena, 2014, p. 233), como la expresión de Leite de que su intimidad debía ser respetada o la posición favorable sobre la posibilidad de matrimonio civil entre personas del mismo sexo dada por Wright Sol en entrevistas realizadas desde su primer mandato legislativo; comentando que la interrogación directa sobre su orientación sexual “[…] nunca había surgido en el contexto mediático ni de prensa, para mí, no era algo que fuera un secreto o algo que ocultara” (Duque, 2022). Pero él no hizo uso de dichos espacios de comunicación para manifestar su condición de hombre homosexual (Guzmán, 2015; Hernández y Fernández, 2017); esperó hasta que la exposición pública fuera realizada por terceros con una intencionalidad de inmolación de un chivo expiatorio: “[…] obviamente utilizarlo para descalificar y todo eso, yo creo que es de esperarse en el contexto social que se vive actualmente” (Duque, 2022), argumentó Wright Sol.
Por su parte, Leite manifestó: “Nunca lo oculté, nunca condicioné mi vida. Salgo con mi novio a cenar, no lo escondí de nadie” (Bial, 2021). Sin embargo, en su vida pública existía un rumor, un secreto a voces de su homosexualidad y permanecíam en latencia procesos de exposición pública de su orientación sexual: “Pero siempre había algún rumor, o algún tipo, como dije, de inferencia” (Bial, 2021).7 Ante esta situación, los sujetos tácitos, “[…] [es] siempre posible que alguien pudiera percibir su homosexualidad a pesar de poner todo el esfuerzo en tratar de esconderlo” (Decena, 2014, p. 222). El silencio de no confirmar la orientación sexual de ambos dejaba aristas abiertas para la interpretación de su sexualidad y obtener elementos para realizar ataques en el contexto político, como se mostró con el pánico moral desatado por el video que circuló de Wright Sol y amenazas que el propio Leite recibía en las campañas electorales que participó.
Decena explica que:
Mantener la sexualidad en el dominio de lo que es tácito es también una estrategia para el manejo y la circulación de la información que, al ser expresada de manera explícita en el contexto erróneo podría perjudicar las posibilidades reales (o percibidas) de legitimidad […] (2014, p. 218).
En este caso, Leite supo capitalizar mejor la confirmación de su orientación sexual que Wright Sol:
[…] mi orientación sexual no es algo equivocado que se deba ocultar. Ahora que mi participación está en la política nacional, en este debate nacional, empieza a despertar, quizás, mayores ataques por parte de los opositores, algunos vienen con bromas e inferencias como si tuviera algo que esconder. Bueno, que quede claro que no tengo nada que ocultar, y estoy orgulloso de la integridad de poder hablar aquí sobre mi orientación sexual, aunque deberíamos tratar de que esto no fuera un tema de discusión (Bial, 2021).
Desde el contexto de concurrir a una precandidatura presidencial hasta la selección de un programa transmitido en la cadena televisiva que capta hasta un 40% de la población brasileña (Newman et al., 2022, p. 116) para hablar de su orientación sexual, muestra el manejo estratégico de este enunciado para generar un impacto en la sociedad brasileña y por consiguiente réditos políticos. Estamos ante un marketing yuxtapuesto que rindió visibilidad mediática, aunque este no era el objetivo principal según las palabras de Leite: “[…] me preocupaba cómo hablar de esto, y no fuera visto como propaganda” (Bial, 2021). Sin embargo, en el contexto de preselección de candidatura presidencial: “pensé que en este momento era importante que esto quedara claro, resuelto” (Bial, 2021).
En el caso de Leite, la confirmación de la orientación sexual permitió la unificación de la identidad política con el sujeto individual, desterrando la vergüenza de esa experiencia sexual en contextos sociales de represión, en los cuales se navega entre el miedo de ser visto, desenmascarado, y el deseo social y erótico de tener contacto con otros pares identitarios (Bourdieu, 1999, p. 144). Leite expresó:
Soy un ser humano como cualquier otro. Como ser humano también tuve mis inseguridades, mis dudas, pero fue un proceso, para mí, de aceptación, de comprensión, al fin y al cabo, yo también me crie dentro de una cultura que trató de decirme a mí y a todos que eso era equivocado (Bial, 2021).
A nivel individual y en el microespacio de cada una de sus familias, la confirmación de la orientación sexual no fue una temática que impactara en la vida cotidiana de esos núcleos sociales:
[…] yo me considero privilegiado de tener una familia que me quiere muchísimo como soy y de tener unos amigos y amigas súper cachimbones,8 a mí me tiene sin cuidado esta plática de redes (Duque, 2022).
Tengo el privilegio de tener una familia que se preocupa mucho los unos por los otros. Somos muy cercanos. Les dije que iba a hablar públicamente sobre esto y sabía que afectaría a la familia de alguna manera. Nunca me detuve a tener una conversación con ellos, una plática seria: “Sentémonos, necesito decirles algo”. Sucedió naturalmente, les presenté a un novio que tuve en el pasado y estuvo absolutamente tranquilo (Bial, 2021).
Confirmar su orientación sexual en sus núcleos familiares se podría comprender como una redundante revelación (Decena, 2014, p. 227). A nivel familiar esta acción puede ser aceptable, pero a nivel de figuras políticas es cuestionable, en el sentido de que hombres gay de clase media, blancos, profesionales, con expresión de género masculina están realizando dicha constatación sin ningún tipo de cuestionamiento político del régimen heterosexual en ambas sociedades. La política de afirmación y liberación gay fue desplazada por una normalización homonormativa de una “liberación despolitizada” (Decena, 2014, p. 220), que se somete a “la norma dominante” masculina heterosexual (Bourdieu, 1999, p. 146). Lo que genera nuevas exclusiones para quienes no comparten los marcadores sociales del privilegio de estas dos figuras políticas.
En el caso específico de Eduardo Leite se pueden observar algunas de las características sobre las que Nancy Lesko reflexionó respecto de la identidad de la nueva derecha que vincula una superioridad epistemológica y un derecho moral, basado en derechos y obligaciones y no en la atribución de características (Lesko, 2005, p. 174): “Y yo soy un gobernador gay, no soy un gay gobernador, así como Obama en Estados Unidos no fue un negro presidente, fue un presidente negro” (Bial, 2021). En esta frase se denota una superposición del cargo a la identidad sexual. En otras palabras, el ser gobernador debería de trascender a cualquier discusión identitaria. Esta situación se puede deber a la concepción de lo tácito de la homosexualidad, que se considera como uno más de los atributos personales, y no meceré más destaque que la altura, color de piel, forma del pelo, etc.
No obstante, se hace un reconocimiento de la diferencia. En el caso de Leite se puede observar un refinamiento discursivo al interaccionar categorías de la diferencia, en donde se nombra la precariedad de otros por medio de la constatación de sus privilegios que no coloca en discusión:
Por otro lado, hay una militancia que trabaja para abrir brecha para homosexuales, transexuales, y yo siempre he apoyado esa causa, aunque no había hablado públicamente de mi orientación sexual; y no quiero comparar de lejos el sufrimiento de otras personas que son gay, transexuales, pobres, negros de la periferia, que no pueden entrar al mercado laboral, esa gente tiene un nivel de sufrimiento, por además a su orientación sexual, que merece nuestro amparo, el amparo de toda la sociedad (Bial, 2021).
En el caso de Wright Sol, su posicionamiento político responde más al contexto social de desgaste de la institucionalidad pública salvadoreña en la administración Bukele, que a una política de representación identitaria.
Lo que me preocupa en el fondo, es que realmente es un recordatorio de lo mal que estamos como sociedad y en lugar de verlo como negativo, quiero verlo de forma positiva que tenemos por construir, por defender, y nada, yo seguiré defendiendo los principios republicanos, democráticos, y la libertad de las personas y, sobre todo, los derechos humanos (Duque, 2022).
En ambos casos, a pesar del conocimiento sobre la existencia de marcadores sociales de la diferencia y el reconocimiento de la teoría de derechos humanos; en cuanto a sus visiones políticas y la forma de administrar la cosa pública, puedo inferir, por la práctica política de la reforma del servicio público en Rio Grande do Sul en el caso de Leite en 2020 y la aprobación de una ley general del agua en el caso de Wright Sol en 2021, cuando exista una colisión entre la perspectiva económica y la defensa de derechos, no será extraño que opten por defender una perspectiva económica que beneficie a la seguridad financiera de las élites locales y que vaya en detrimento de los sectores marginalizados y empobrecidos de cada territorio. Al final, su práctica política está atravesada por sus privilegios de clase.
El dejar de ser un sujeto tácito revela que el acto de habla posee un poder unificador para estas figuras públicas, como expresó Leite: “Estoy feliz, estoy aliviado, Todavía no sabemos cuáles serán las repercusiones, las reacciones que vendrán; pero sean cuales sean, estaré muy tranquilo con mi conciencia de presentarme íntegro a la población brasileña” (Bial, 2021). La constatación de la orientación sexual tuvo consecuencias directas a nivel individual: Leite desde el inicio de 2022 comenzó a compartir imágenes junto con su novio Thalis Bolzán en actos comunes de una pareja gay de clase media, masculinos, blancos y profesionales. En la ceremonia de toma de poder de Eduardo Leite en 2022, Bolzán ocupó un espacio junto a la familia Leite, siendo halagado con una declaración pública de reconocimiento y admiración hacia él por parte Leite, como Gobernador reelecto de Rio Grande do Sul. Aunque esta declaración puede ser vista como un parteaguas en la historia política y sexual de Brasil; me repliego de esa idea y afirmo que, en el caso de sujetos tácitos marcados por la homonormatividad y los privilegios de clase, raza e identidad de género: “[…] no se sale del clóset para cambiar el mundo, sino para ser un sujeto gay ‘normal’” (Decena, 2014, p. 220).
Las figuras retóricas evocadas en este texto del hacendado y el gaúcho son representativas de las concepciones hegemónicas de masculinidades, sexualidad y orientación sexual, quien contravenga esas concepciones es albo de procesos de discriminación, que se llegan a justificar por patrones culturales y prejuicios sexuales altamente arraigados en El Salvador y Rio Grande do Sul. En ambos Estados, la homosexualidad ha sido tradicionalmente vista como un tabú, una desviación y una amenaza a la masculinidad y a la moralidad de la sociedad. En este contexto, la presencia de dos figuras políticas que constataron su orientación sexual proporciona elementos para discutir representatividad e identidad sexual al interior de la política de cada territorio. Las figuras políticas analizadas poseen marcadores sociales del privilegio equivalentes en condición de género, raza/etnia, estética, generación, clase social e incluso en su visión política de administrar la cosa pública.
El feminismo ha expresado desde la década de 1970 que “lo personal es político”, pero en el caso de esta generación de sujetos tácitos marcados por privilegios: lo personal niega ser político. Su orientación sexual era asumida como una condición tácita, la cual no necesitaban exponer o negar en los medios de comunicación por considerarla un aspecto de su vida privada que no interfería en su desempeño político. Este mantra se vio roto por situaciones diferentes. En el caso de Wright Sol se viralizó un recorte de una entrevista donde interpelaban a Kris Goyri –su pareja– sobre unas fotografías en conjunto, lo cual generó un pánico moral que alcanzó la categoría de trending topic en redes sociales en el mes de mayo de 2022 en El Salvador. El pánico moral se caracteriza por la persecución de grupos o prácticas sexuales que se perciben como desviadas o peligrosas para la sociedad, en nuestro caso de discusión, Wright Sol fue sujeto y objeto de dicho pánico por transgredir la representación del hacendado como modelo de dominación masculina en el país, modelo que se encuentra en un proceso amplio de renovación, a medida que las instituciones del Estado pierden su autonomía y legitimidad en la administración Bukele.
En el caso de Leite, en el contexto de selección de precandidato a las elecciones presidenciales de 2022 en Brasil, en un programa de entrevista en Globo –cadena televisiva de mayor audiencia–, confirmo su orientación sexual, lo cual promovió réditos en visibilidad mediática los días subsiguientes, aunque en diferentes espacios de comunicación negara que su intencionalidad fuera obtener alguna ventaja política con esa constatación. Al constatar su orientación sexual de forma pública, Leite desafió estereotipos y prejuicios sexuales que existen en la sociedad gaúcha. Como se presentó en diferentes partes de este texto, la identidad cultural del gaúcho se mimetiza con la masculinidad heterosexual, por lo cual, una figura política como Leite, que se presenta como un hombre gay, extiende las fronteras identitarias del gaúcho, incluyendo la posibilidad de ser gaúcho y al mismo tiempo gay.
Ambos se sitúan en el campo de la derecha política –Wright Sol militó en un partido de ultraderecha y Leite dio su apoyo político a Bolsonaro en 2018–, su continuidad o ruptura con dichas estructuras y personajes se debió a sus intereses políticos en cada contexto. En el caso brasileño, el no confirmar su orientación sexual en años anteriores pudo ser para Leite el factor necesario para continuar y crecer en la vida política partidaria, hasta ser preseleccionado para concurrir a una selección de precandidato presidencial en el partido, cuando era necesario presentar rostros que se distanciaran y diferenciaran de las acciones de la ultraderecha del bolsonarismo en 2021. En el caso de Wright Sol, sus posicionamientos sobre temáticas de derechos sexuales y reproductivos, al unísono de voces que delataban de forma velada su orientación sexual, como quedó evidenciado en el registro de comentarios en entrevistas realizadas en la época que era diputado por ARENA, conllevó su ruptura por no pactar con la agenda de antiderechos que promueve ese instituto político.
El tratamiento diferente que experimentaron Wright Sol y Leite que desembocaron en la constatación pública de su orientación sexual son un reflejo de los contextos culturales y sociopolíticos de El Salvador y Brasil. En el caso salvadoreño, los procesos de exterminio de políticas públicas de inclusión y la refundación violenta del régimen político heterosexual en la administración Bukele, conllevó a la divulgación de su orientación sexual como un ritual de sacrificio de un chivo expiatorio para mantener el status quo heterosexual, sin importar el privilegio de clase de Wright Sol. El espacio limitado, alrededor de cinco minutos, que dedicó para comentar su orientación sexual en la entrevista analizada, considero que es un reflejo de los prejuicios sexuales tan arraigados en ese territorio que ni tan siquiera permitieron manifestarse por extenso de lo que ocurrió y de esa condición personal. El pánico moral desatado puede ser una estrategia para impedir una reelección de Wright Sol en 2024.
En cambio, Leite consiguió gestionar y autodeterminar el momento político adecuado para constatar su orientación sexual. En la entrevista analizada ocupó más de veinte minutos para hablar sobre esta temática. Posteriormente en otras entrevistas más laxas en formato de podcast amplió los elementos centrales. Constatar su orientación sexual no representó un suicidio político como podría haber sucedido en años anteriores y en otros contextos como en el caso salvadoreño narrado.
Las figuras políticas de Leite y Wright Sol posiblemente tengan caminos políticos diferentes. En el caso salvadoreño y la deriva dictatorial en consolidación, promoverá el exterminio político de cualquier voz disidente existente, entre las cuales Wright Sol se encuadra hasta este momento. En el caso brasileño, a pesar de que cada 20 horas una persona LGBTI+ es asesinada (Carvalho y Menezes, 2021, p. 76), si Leite consigue el beneplácito de las oligarquías brasileñas, se mantiene obediente ante los intereses financieros del gran capital, los extractivismos globales, y si no existe una reacción política homofóbica inesperada, posiblemente en los próximos años se tenga un candidato presidenciable gay homonormativo. Él encaja perfectamente en las categorías simbólicas de dominación blanca, masculina y burguesa (Bourdieu, 1999, p. 147), pero que a nivel nacional y global podría dar la impresión de una “inclusión de la diversidad”.