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Gino Germani fue precursor y referente de la sociología argentina y latinoamericana. Nacido en Roma en 1911, se exilió en Buenos Aires en 1934. Había sido arrestado cuatro años antes por participar de una acción de propaganda. Sabemos, además, que tenía simpatías por el grupo antifascista Giustizia e Libertà fundado por los hermanos Rosselli (Germani, 2004; Rawicz, 2012; Grondona, 2019). Su militancia siguió en Buenos Aires, sobre todo, en los periódicos antifascistas (a veces bajo el pseudónimo Giovanni Frati). En 1940 ingresó al Instituto de Sociología dirigido por el historiador Ricardo Levene.
Durante el primer gobierno peronista quedó fuera del instituto, pero encontró refugio en los círculos de sociabilidad intelectual donde iba a forjarse la universidad luego del golpe de 1955 (el Colegio Libre de Estudios Superiores, la Editorial Abril, etc.). Su liderazgo, sin embargo, fue fugaz y luego de los primeros años de gran relevancia cultural de la carrera de sociología de la Universidad de Buenos Aires (que fundó en 1957) el diálogo con las generaciones más jóvenes se enturbió. A partir de 1963 centró su actividad alrededor del Instituto Torcuato Di Tella y en 1966, poco antes del golpe de Onganía, la beca Monroe Gutman Professor of Latin American Affairs and Sociology se lo llevó a Harvard. A partir de 1975 comenzó su tránsito hacia Italia, donde finalmente logró insertarse como profesor en Nápoles. Murió en Roma en 1979.
Germani era un forastero. Incluso, como el personaje de El malentendido de Albert Camus, tampoco fue reconocido al volver a casa. Esa extranjería fue un rasgo fundamental no solo para la producción de su sociología (junto con otros, también identificados por su hija-biógrafa: antifascismo y exilio), sino para su recepción. Pensó y fue leído fuera de lugar1.
A lo largo de los últimos años, la organización de coloquios y ciclos alrededor de la figura de Germani y su ambivalente herencia me permitió coleccionar variadas modulaciones y alusiones a ese desencuentro.2 Podríamos listar causas, condiciones y responsabilidades, pero correríamos el riesgo de dejarnos atrapar por la novela familiar de la sociología argentina del período. Y no se trata de eso. No solamente, al menos. Si exhumamos los papeles teñidos de olvido que conforman el Fondo Documental del padre de la patria sociológica argentina es para lanzarlos nuevamente al ruedo. Para hacerlos conversar, incómodamente, con el presente.
Las condiciones que hacen posible esa conservación no van de suyo. Requirieron de arduas intervenciones, de operaciones intelectuales. La de la ya mencionada Ana Alejandra, su hija-biógrafa (2003), sin dudas. También la de Alejandro Blanco (2006), que abrió Germani a ser nuevamente objeto de lecturas y no sólo del desdén de desgastados clichés, la de Samuel Amaral (2002),3 que se permitió leer la interpretación de Germani sobre el peronismo sin literalidad ingenua, prestando atención a la estructura del argumento y a las conclusiones a las que conducía, incluso más allá de las interjecciones, adjetivaciones y apreciaciones e incluso, “intenciones” del autor. Asimismo, la lectura de José Antonio Brasil (2013), que al ponerlo en serie con otra figura del panteón sociológico latinoamericano, Florestan Fernandes –quizás menos corroído por críticas, muchas veces injustas o tribuneras– le convidó un poco de su aura, al tiempo que permitió desvestir a ambos de sus trajes de cronistas de exotismos para inscribirlos en la tradición vasta de la sociología a secas y sus problemas perennes sobre la transformación, la historia y el lugar de la agencia. Y, para cerrar un listado que no pretende ser exhaustivo, la perspectiva propuesta por Pasquale Serra (2012), otro forastero, también italiano.
Es sobre todo para esta última operación de lectura que El marxismo y la idea de “proceso histórico” adquiere relieve. Un escrito que, esta es la hipótesis de Serra, funcionaría como parteaguas para la comprensión germaniana sobre el fenómeno nacional popular, la condición misma de reconocer y nombrarlo de modo sui generis, independizándolo del gelatinoso campo semántico del fascismo. Rescatar este escrito de su condición de “cuasiédito” (circuló con fines eminentemente pedagógicos para el dictado de clases desde 1961) nos invita a revisar el modo en que leemos (o que no leemos) la sociología de Germani y sus preguntas.
Precisamente, la contribución de Diego Giller en este número será la de poner en el centro una interrogación por la lectura. Germani como lector atento y sutil de Marx, de uno, entre los muchos posibles. También una pregunta acerca de las lecturas distraídas del texto germaniano que no le han hecho justicia. Pero con una advertencia sobre una posible transparencia final. Se trata siempre de conversaciones plagadas de silencios y olvidos. La añoranza de reponer una obra completa, un archivo definitivo, perfecto (que parece más bien una obsesión neurótica) intenta escabullirse del hecho de que la omisión (querida, no querida, mostrada, no mostrada, de poco vale detenerse en esa cuestión) funda la posibilidad de toda lectura. La abre al porvenir (para retomar la frase derrideana sobre los archivos), al tiempo que la corroe por dentro.
La Ficha 39 también interesa en su anacronismo. Su temporalidad, que es otra, abre un tajo en la monotonía de nuestro presente, que creemos tan excepcional y nos recuerda interrogantes fundamentales: la cuestión de las in/determinaciones o condicionamientos de la consciencia, de los modos en que nos representamos el mundo que creemos habitar (y, con ello, sobre la libertad), de una parte; y, por la otra, las marcas de la historia en el presente, y, de manera más larvada, una pregunta sobre las disposiciones a heredar, a inscribirse o no en la estela de una tradición.4
Cuestiones universales que obligan a abrir las miras mucho más allá de los contornos de la sociología parsoniana, incluso de la sociología estadounidense, con la que nos enseñaron a ligar el nombre de Germani. Reformulo. El modo en que Germani presenta sus preguntas en este texto nos obliga a revisar, también, lo que creíamos saber acerca de esas sociologías, sus enlaces con tradiciones teóricas más amplias. Y nos recuerda que la sociología, si no es en su relación con esas preguntas troncales, si no trabaja en el seno de una problemática que comparte –aunque de un modo específico– con la antropología social, con el psicoanálisis y, sobre todo, con la filosofía, sucumbe a ser mera crónica superficial de dudoso valor literario.
La Ficha 39 es, según indica la colaboración de Pasquale Serra para este dossier, un ejercicio de
re-inscripción de la tópica germaniana en un terreno del que, sin embargo, permanece extranjera: el del materialismo histórico. No se trata de una conversión ni de una confesión. Es más bien, una invitación a trabajar sus propias preguntas (las de Germani) en ese territorio. Conviene mantenernos a raya de las metáforas sobre la intención. Más bien tomar el texto (los textos) como una cosa (para jugar con el argot durkheimiano), cosa heterogénea, estriada, abigarrada, densa. Seguir la pista de sus huellas, tirar de sus hilos, recorrer sus tensiones. Una escucha atenta a la vez que flotante para agrietar certezas, muchas veces de modo paradójico (para citar una figura de la que Germani era bastante devoto): al estilo de la carta robada.
En esa veta, por ejemplo, la circularidad del trabajo con su archivo y su biblioteca personal5 decanta una obviedad primera, una verdad de Perogrullo: Germani no venía de un afuera indeterminado, era italiano y es esa la lengua de buena parte de sus libros de estudio (incluso luego de años de vivir en Buenos Aires). Una obviedad segunda: su formación fue la de un filósofo (pues esa fue su carrera de grado). Una obviedad tercera: su vida intelectual transcurrió signada por el singular entrecruzamiento de las discusiones alrededor del historicismo, sus derivas románticas, las reacciones neoposivistas, el papel de la ciencia moderna y el horror del nazismo, la amenaza de crisis recurrentes que ponían en entredicho los pilares ideológicos de la modernidad. Sería insuficiente reducir esta dispersión-articulada a las coordenadas de su medio cultural (híbrido, pero marcadamente italiano), a campo disciplinario (en conformación, mas no aun conformado) o de generación (de posguerra). O mejor, antes que asumirlas como puntos de partida, más vale interrogarnos sobre sus espesores y laberintos. Pistas para seguir y desleer lo que habíamos entendido, por ejemplo, con su llamado a la unidad de la ciencia6 para ir más allá de las controversias acerca de si se trata o no de una posición “neopositivista” (vieja estratagema para dejar de indagar).
Este dossier quizás pueda leerse como una invitación a pescar hilos (rojos, como propone José Antonio Brasil Jr.) y para dejar de parcializar lo que viene-todo-junto: una pregunta por las determinaciones de lo social y su estructura, por las formas de la consciencia, sus desviaciones y prejuicios, por las razones de la(s) ciencia(s), por los contornos de la libertad, sus opiniones y hasta sus comportamientos electorales ¿Será que nos hemos desacostumbrado a la urgencia y al placer de intentar abarcar esa totalidad, no importa cuán heterogénea? ¿La especialización de la división tecnocrática de la ciencia nos habrá anestesiado, finalmente?
Pues bien, en la Ficha 39, de tono abiertamente pedagógico, uno de los fundadores de la sociología científica del continente nos recuerda que no era eso lo que se perseguía con el mantra de la profesionalización. Un Germani plenamente moderno que se coloca en el centro de las reflexiones sobre la libertad (y sobre la determinación y la transformación social). Sin dudas, un asunto nodal de su sociología desde donde podríamos intentar leer su estudio sobre la estructura social, los comportamientos electorales, su inquietud por el racismo que muta en una indagación sobre el prejuicio, sobre los procesos de modernización, sobre la marginalidad y, obviamente, sobre el autoritarismo. ¿Será, entonces, “la libertad” el interrogante privilegiado de la sociología de Germani?7 Una exageración, es probable. Pero en tiempos “libertarios” y encrucijadas como las que atravesamos, indagar sobre sus condiciones y sus tensiones vuelve a ser una tarea urgente.
Referencias
Amaral, Samuel (2003). La experiencia de la libertad: Gino Germani y el significado del peronismo. Anuario del Centro de Estudios Históricos “Carlos S. A. Segreti”, 2-3, 263-283.
Blanco, Alejandro (2006). Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.
Brasil, Antonio Jr. (2013). Passagens para a teoría sociológica: Florestan Fernandes e Gino Germani. San Pablo: Hucitec.
Coloquio Gino Germani (Agosto 2019). Panel Germani: su sociología y su tiempo. Política, revolución y crisis 3 [video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=_wuupKnKDdA&t=10s
De Ímaz, José Luis (1977). Promediados los cuarenta: no pesa la mochila. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Grondona, Ana (2017) Germani y la cuestión racial. Entramados y perspectivas. Revista de la Carrera de Sociología 7 (7), 34-77.
Grondona, Ana (2019). “Prima di tutto, antifascista”: Juventud y anti/fascismo en Gino Germani. Leviathan, 15, 22-68.
Germani, Ana Alejandra (2004). Gino Germani. Del antifascismo a la sociología. Buenos Aires: Taurus.
Germani, Gino (1947). La psicología social y el problema de las relaciones entre biología y sociedad. Documento del Fondo Germani.
Rawicz, Daniela (2012). Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica. Andamios. Revista de Investigación Social, 9 (19), 235-257.
Serra, Pasquale (2012). Sulla crisi contemporanea. Uno schema di ricerca su Gino Germani. Democrazia E Diritto, 48, 379-412.
Serra, Pasquale (2019). El populismo argentino. Buenos Aires: Prometeo.
Trovero, Juan Ignacio (2021). Acerca de las interpretaciones de la vida, obra y legado de Gino Germani. Una propuesta de sistematización. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Libros y documentos. http://repositorio.sociales.uba.ar/items/show/2287
Notas
Información adicional
Ana Grondona: es sociologa y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, donde también trabaja como profesora. Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. En 2017 publicó con la editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento el libro Gino Germani. Transición, paradojas, sustituciones y heterogeneidades. En 2021 organizó la repatriación del Fondo Documental Gino Germani a Buenos Aires. Asimismo, coordina el proceso de ordenamiento, descripción y digitalización del acervo en relación con el Istituto Luigi Sturzo de Roma, que custodia la biblioteca personal de Germani.