RESEÑAS
Rocha, David (2022). Cartografía de espacios en fuga. Managua 1968-1975. Managua: Anamá Ediciones. 144 páginas
Rocha, David (2022). Cartografía de espacios en fuga. Managua 1968-1975. Managua: Anamá Ediciones. 144 páginas
Revista Tramas y Redes, núm. 4, pp. 409-412, 2023
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

![]() | Rocha David. Cartografía de espacios en fuga. Managua 1968-1975. 2022. Managua. Anamá Ediciones. 144pp. |
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Recepción: 04 Febrero 2023
Aprobación: 31 Mayo 2023
Centroamérica es un territorio caracterizado por la marginalidad en los estudios académicos LGBTIQ+, aunque en años recientes ha contravenido la precariedad en todos los sentidos para realizar investigaciones, a pesar también de la instauración de nuevas tiranías y dictaduras. Es en este contexto que una serie de investigadores centroamericanos y centroamericanistas se han dado a la tarea quijotesca de transformar este espacio en un territorio de búsqueda y reconstrucción de la memoria de las alteridades sexuales y de género. El libro de Cartografía de espacios en fuga de David Rocha es representativo de este proceso.
Rocha arroja una mirada cochona a la Ciudad de Managua, con la meta de “historizar nuestros relatos y relacionar pasado y presente para vernos como un todo” (p. 12). Por medio de un deambular cartográfico deseante y erótico encuentra cuerpos, subjetividades, voces y memorias para clasificar y reconstruir los espacios de homosocialización de la ciudad de Managua entre 1968 a 1975 y analizar a los sujetos/usuarios de estos espacios y su relación con el contexto sociopolítico.
“El lugar que tienen las memorias de los homosexuales en las ciudades” (p. 12-13), es al mismo tiempo pregunta metodológica que guía y cuestionamiento epistémico que confronta esa red física policéntrica, móvil, segregada, desordenada, amurallada de Managua, que ha colocado a los cochones atrás, en el margen de la ciudad, y, por consiguiente, en el olvido del imaginario social y de las memorias urbanas de la ciudad.
El rescate de las memorias cochonas del discurso oficial y dominante de la ciudad se inscribe en el tiempo comprendido entre 1968 a 1975. Este momento histórico es representativo para Managua por las transformaciones físicas a consecuencia del terremoto de 1972. En este contexto, Rocha muestra que la representación de los espacios de homosocialización y los sujetos/usuarios de estos era diferente antes y después del terremoto.
Respecto del contexto sociopolítico, la investigación se inscribe al interior de la Dictadura somocista. En este punto, Rocha expone una separación de identidades: el cochón y las masculinidades discretas, que, como demostrará en los diferentes capítulos, tienen puntos de conexión, pero tratamientos diferentes por el poder. Los cochones –sujetos homosexuales marcadamente femeninos y la mayoría de las veces en condición de precariedad económica– serán los sujetos más visibles, constantemente reprimidos y parte de sus memorias quedarán inscritas en el imaginario sociourbano de la ciudad, como el caso de La Sebastiana.
En cuanto, a las masculinidades discretas, homosexuales con una performance masculina, gracias a su pacto público con la heteronormativa, podrán mantener sus privilegios de clase, ejecutar sus prácticas sexuales con otros hombres de forma clandestina; pero en la memoria oficial, sus prácticas sexuales disidentes entrarán al campo del silencio, el olvido y la invisibilidad.
En la cartografía cochona, Rocha consigue construir un primer mapa de la cultura urbana homosexual entre 1968 a 1972. Visibiliza espacios catalogados como abyectos en el discurso urbano de Managua. Esta acción es una “forma simbólica de construir reparación y justicia” (p. 39) a las alteridades sexuales. Esta cartografía coloca tres categorías de espacios urbanos de homosocialidad.
La primera categoría: Espacios breves. Estos estarían ubicados en zonas marginales y en varios casos, conectados con el trabajo sexual. Estos espacios se pueden caracterizar como una periferia, constituía por puntos geográficos de encuentro (parque Darío), y lugares de entretenimiento (El Sapo Triste), y marginales como cantinas (Bar Angelita; El Hippie). En estos se permitía una visibilidad restringida a los sujetos homosexuales, mesclado con otros comensales.
La frontera, sería un espacio de encuentro, límite y al mismo tiempo punto de unión. En este caso la frontera hace alusión a la discoteca La Tortuga Morada. Este espacio fue compartido por homosexuales y sujetos heterosexuales. Su punto de unión radicaba en su clase social de pertenencia. La discoteca fue una idea de Roberto Rapaccioli, joven abiertamente homosexual. Su cierre devino en 1970 por presiones policiales.
El punto central de la cartografía, pero que al mismo tiempo era un punto marginal de la ciudad, es el Lago de los Cisnes, injuriado como El Charco de los Patos, para denotar su marginalización y la circulación de homosexuales en él. Este fue un espacio dual, de día funcionaba como un comedor de venta de sopas y de noche funcionaba como cantina, que poseía un espacio para relaciones sexoafectivas entre hombres. El Charco fue el espacio de homosocialización más importante de Managua pre-terremoto. Fue la única cantina visible y abiertamente homosexual; en la cual existió una circulación de diferentes clases sociales.
Esta cartografía deseante muestra la existencia de diferentes espacios de homosocialización y encuentro entre pares identitarios. Esta existencia pudo generar una falsa impresión de inclusividad al interior de Managua. Este frágil equilibrio de visibilidad restringida se verá roto al momento que se desata un pánico moral al hacer una denuncia pública de la circulación de Bernabé Somoza en el Charco de los Patos. La dictadura Somoza respondió enérgicamente para mantener intactas las ciudadanías puras y la masculinidad hegemónica que se puede caracterizar como heterosexual, blanco, viril, y que se asumen como el modelo a seguir por toda la sociedad.
Para mantener la pureza de ese modelo se debe de criminalizar y exterminar la mácula que lo mancha. Los cochones sufrieron un proceso de criminalización que consistió en la captura y exhibición de sujetos homosexuales travestidos en los órganos de comunicación de la dictadura, ya que “La inmoralidad sexual estará dada por la feminización del cuerpo masculino” (p. 74). En este proceso de higienización de la “ciudad desviada” (p. 72), el Charco de los Patos fue cerrado. Al unisonó, el terremoto de 1972 vendrá a reconfigurar los espacios de homosocilización y segmentar a los sujetos homosexuales.
Después del terremoto, los escombros del centro de Managua serán resignificados como espacios geográficos precarios de encuentros sexuales (cruising) y el trabajo sexual. Los escombros del Cine Margot, el parque Nacional, la catedral, la iglesia de San José, entre otros, serán espacios ocupados por las alteridades sexuales. Representaron mayores riesgos de violencias para los sujetos que deambulaban por estos espacios abandonados. En ese proceso de reconfiguración, existió una segmentación de los sujetos homosexuales. Personas mayores continuaron usando los escombros, como una especie de melancolía por los otrora espacios de homosocialización que ahí existieron; en contrapartida, los más jóvenes dejaron el centro y comenzaron a hacer uso de los espacios que se abrían en la carretera a Masaya. A esta división por generación se deben de incluir las características de clase social y de identidad y expresión de género.
Uno de los principales hallazgos de la cartografía cochona ejecutada por Rocha, radica en visibilizar que al interior de las memorias oficiales dominantes existe un olvido de la persecución a homosexuales entre 1968 y 1975. Para transgredir esa memoria unilateral, se propone la categoría de “Memorias subterráneas” para presentar una polifonía de voces y formas de recordar las memorias silenciadas de sujetos homosexuales de Managua por medio del recobro de los espacios de homosocialización, o como Rocha los nombra: Espacios en fuga.
El texto de David Rocha nos muestra cómo las memorias de las alteridades sexuales, al igual que sus cuerpos e identidades, están a merced del exterminio, la censura y el olvido; como el caso de La Sebastiana, que, a pesar de tener un espacio en el imaginario social de Managua, sus memorias hubieran quedado en el olvido, sino fuera por la investigación de Rocha, ya que falleció meses después de entrevistarla. Recuperar las memorias cochonas nicaragüenses y centroamericanas del pasado reciente es una carrera contra el tiempo, que no debemos postergar.