DOSSIER

Interpelaciones, pliegues y desbordes: desafíos de la investigación sobre migraciones

Fernanda Stang
Universidad Católica Silva Henríquez, Chile
Iréri Ceja
Museo Nacional/ Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil

Interpelaciones, pliegues y desbordes: desafíos de la investigación sobre migraciones

Revista Tramas y Redes, núm. 5, pp. 17-28, 2023

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

Recepción: 21 Noviembre 2023

Aprobación: 23 Noviembre 2023

El panorama de las migraciones y movilidades en América Latina ha adquirido una densa complejidad en las últimas décadas: trayectorias por tierra extensas, tanto espacial como temporalmente, atravesando varias fronteras geopolíticas y configuraciones sociales, y tomando algunas veces la forma de caravanas, para afrontar colectivamente los peligros del recorrido. Travesías que se materializan en flujos, pero también en tapones, muros, barreras temporales de largas esperas; avances, detenciones y retrocesos. En esos largos trayectos se anudan redes comunitarias y sociales que ofrecen diversas formas de apoyo, pero también se multiplican y entretejen dispositivos de control a su alrededor, con perfiles coercitivos diversos, en el marco de un giro punitivo (Domenech, 2020) de los desplazamientos en espacios subregionales que se habían caracterizado por adoptar normativas y medidas menos restrictivas que las del Norte global. Son trayectorias migratorias atravesadas por marcadores de desigualdad que empujan los desplazamientos por razones múltiples e igualmente apremiantes: precarización de la vida, racismo, homo y transodio, violencia de género, política, criminal, estatal, extractivismos, desastres ambientales; una multiplicación de motivos que desdibujan categorías como las de desplazamiento forzado o migración voluntaria. Luchas migrantes de alcances y objetivos diferentes y prácticas cotidianas que procuran lidiar con la incertidumbre, y que interpelan críticamente el rol de la academia.

Como una cantera en la que se superponen capas de diversa composición y densidad, y de la que emergen vetas poco exploradas, este panorama desafía las herramientas convencionales de exploración con las que habitualmente contamos quienes investigamos estos procesos sociales, nuestras estrategias metodológicas, nuestra posición ética como investigadores y actores sociales, y nuestras premisas epistemológicas. Ello nos invita a plantear preguntas de orden reflexivo, de forma crítica y creativa, no sólo sobre las migraciones y movilidades en América Latina, sino también sobre el tipo de conocimiento que producimos y la forma en que lo hacemos, los desafíos éticos y políticos que se nos presentan y la forma en que la gobernanza migratoria contorna nuestras pesquisas. Este número de Tramas y Redes reúne artículos que se adentran desde diversas preguntas e inquietudes en estos debates y reflexiones.1

No ha sido el interés en este dossier debatir técnicas de investigación en específico. Si discutimos aquí sobre el método, lo hacemos desde el entendimiento de que método y teoría están íntimamente ligados. Y así como toda teoría es situada (Gupta, 2015), apostamos por investigaciones situadas en América Latina que produzcan contribuciones teóricas, y no sólo que repliquen teorías importadas de otros contextos.

“El campo” desbordado, “el dato” interpelado

El aislamiento provocado por la pandemia del COVID-19 hizo que repensáramos las formas de investigar las migraciones.2 Esto ha resultado muy productivo, en la medida en que se ha cuestionado un cierto entendimiento de la noción de “trabajo de campo” como un determinado proceso, acotado en el tiempo y en el espacio, en el que se entrevista a funcionarios para contrastar o complementar el trabajo analítico realizado con leyes, datos y otras fuentes bibliográficas, o aquel en el que se exploran las experiencias de les migrantes y sus subjetividades. En este sentido, un elemento que nos parece importante resaltar es que las fronteras entre el “campo” y el resto del proceso investigativo nunca son claras; en la medida en que la producción de conocimiento es un proceso que se da en medio de relaciones, les investigadores estamos insertos en el campo antes, durante y después del proceso de escritura de múltiples formas. Como ha alertado Fabian (2013), producir la ilusión del campo como un lugar alejado temporal y espacialmente niega la contemporaneidad de las personas con quienes producimos conocimiento. El “campo”, entendido de una forma restringida, está en conexión con “campos” previos en las trayectorias académicas individuales, con “campos” de otres investigadores, con espacios de activismo y discusión académica que no son formalmente reconocidos como “campo”, y con diálogos permanentes online y offline con interlocutores muy diversos.

En este dossier, se abordan por ejemplo los desafíos metodológicos que surgen del entrecruzamiento de estas dos dimensiones –en línea / fuera de línea– en el estudio de las luchas migrantes en Argentina en el trabajo de María Gabriela Rho, quien reflexiona sobre la necesidad de “disolver esa dicotomía” y abordar ambas de forma multisituada e integrada, entendiendo que los dos son espacios constitutivos de las prácticas sociales y los procesos de subjetivación.

Trabajar con una noción restringida del campo, al que sólo se va para recolectar datos, y del que se vuelve para analizar, funciona muchas veces como un mecanismo de legitimación de les investigadores que “estuvieron ahí”, y no permite reconocer muchos de los desafíos éticos y políticos en la producción de conocimiento sobre las migraciones.

Por otro lado, cuestionar una visión tradicionalista del campo también permite repensar el estatuto epistemológico que se le da a diversos registros con los que se trabaja, y cuestionar el carácter de “verdad” que se da a unos, frente al valor “testimonial” que se otorga a otros. Sea que se trate de entrevistas, conversaciones, interacciones online u offline, noticias, leyes y normativas, fotografías, dibujos, historietas, cartografías, archivos documentales, bases de datos, entre otros, en las investigaciones tendemos a construir un mapa de fuentes y registros en el que unos funcionan por su supuesto valor objetivo, mientras que otros por su carácter subjetivo. Frente a esta falsa dicotomía, nos parece que el ejercicio analítico no está en la búsqueda de una “verdad mayor”, o una “realidad ulterior” detrás de ciertos registros y documentos –y que es confirmada por las leyes o bases de datos–, sino en el trabajo de entender en qué contextos circula determinado registro, cómo es producido, qué reivindicaciones y omisiones produce, cuáles encuadres y qué efectos de verdad genera (Vianna, 2007).

Esto nos parece sumamente relevante para tomar una postura crítica frente al uso que le damos en nuestras investigaciones a las bases de datos de la gobernanza migratoria. En América Latina, el llamado éxodo venezolano ha sido un caso paradigmático en la construcción de diversos mecanismos de vigilancia y medición de la movilidad por medio de la datificación y el control biométrico; un proceso liderado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Autores como Domenech, Basualdo y Pereira (2022) alertan sobre el carácter performativo de la difusión de estadísticas, informes, mapas, gráficos, infografías, por ejemplo, por medio de la Plataforma R4V, que dan cuenta de la regionalización del control humanitario de las migraciones. El poder de seducción de R4V por la cantidad de información que ofrece y las distintas plataformas interactivas que contiene es aún mayor cuando consideramos que durante décadas una de las mayores dificultades de les investigadores de las migraciones ha sido la de acceder a información producida por las instituciones estatales. Nos parece que adoptar una perspectiva crítica con relación a estas bases de datos no se traduce en desestimar estas fuentes, sino en plantear preguntas que nos permitan entender en qué contexto son producidas, qué narrativas legitiman, a partir de qué categorías, qué tipo de totalidades construyen, y cómo intervienen o contribuyen en nuestras posibilidades investigativas.

En esta línea de pensamiento, uno de los desafíos actuales para quienes investigamos las migraciones se relaciona con mapear y entender los diversos y complejos mecanismos en los que se produce la gobernanza migratoria y, entre estos, la forma en que deja sus marcas en el tipo de pesquisas que desarrollamos, sea porque se trata de consultorías, o proyectos financiados por agencias de las Naciones Unidas o instituciones estatales, o sea porque importamos categorías y un lenguaje que imprime las angustias político-morales y coloniales de organismos internacionales y de los Estados de una migración segura, ordenada y regular en nuestras investigaciones. De tal forma, nos parece importante desnaturalizar categorías, producidas y promovidas por el Estado y los organismos internacionales, pues estas no son sólo mecanismos de descripción de una realidad, sino modos de gobierno mediante los cuales se disputan sentidos sobre las formas de vida reconocidas como legítimas y aquellas consideradas ilegítimas para existir y circular en el mundo (Facundo Navia, Hamid y Munem, 2019). Los Estados, organismos multilaterales y organismos del sistema de Naciones Unidas son grandes productores de un léxico que construye los “problemas sociales” que pretende administrar, vocabulario que muchas veces acaba sedimentándose en nuestras investigaciones como categorías analíticas.

Considerar las propias categorías de la gobernanza como un dato a analizar, y mapear la forma en que circulan y producen realidades concretas, resulta sumamente fructífero para desnaturalizar un supuesto orden nacional (Sayad, 2010; Malkki, 1995). En los artículos de Martha Cecilia Ruiz y de Gislene Santos en este dossier se alerta sobre esto, y se apunta que categorías como “migrantes vulnerables”, “crisis”, “riesgos”, “emergencia”, así como la producción y circulación de datos, construyen una narrativa sobre la migración internacional que limita el debate público y disciplina las investigaciones. También sobre los datos, el trabajo de Artemisa López León cuestiona los impactos de invisibilización de migrantes desaparecidos por parte de la OIM, devenida una autoridad epistémica en nuestro campo de estudios, una invisibilización que, entre otros varios efectos, niega el reconocimiento a las luchas por la búsqueda de estas personas y revictimiza a los familiares y los propios colectivos de búsqueda.

Pliegues subjetivos en el encuentro investigativo

Uno de los grandes ejes que articula varios de los trabajos congregados aquí, desde una posición interpeladora, es la problematización del lugar de les investigadores en el proceso de indagación y construcción de conocimiento, desde diversos frentes. Aparece, por una parte, un llamado a asumir los pliegues del lugar de enunciación investigativa, cuestionar su univocidad, su coherencia subjetiva, y también la posición que ocupa en la relación con el objeto/sujeto, ese sujeto objetualizado, u objeto sujetado, que estas inquietudes epistemológicas llaman a tensionar, difuminar y, en un esfuerzo en cierta medida utópico, liberar.

El dossier evidencia el cuestionamiento desde el desafío de etnografiar “las formas y lugares del yo” de la investigadora, interrogándose por “las dinámicas y las inversiones emocionales y materiales de los compromisos implicados en el trabajo de campo” en el artículo de Mélanie V. L. Montinard; hasta las disquisiciones sobre les investigadores como interlocutores, en un cuestionamiento relativo a la medida en que se quita autonomía a personas subjetivadas como niñas, con las que se propone co-construir conocimiento en el texto de Ana Marcela Bueno, Clara Ines Carreño Manosalva, Maribel Florian Buitrago y Andrea Mireya Jimenez Pinzón. Por otro lado, en el escrito de Federico Williams, se propone un trabajo con narraciones visuales en talleres de historietas con niñes y adolescentes en tránsito como un camino para comprender mejor sus experiencias, aunque asumiendo con realismo que esas técnicas participativas no necesariamente logran trascender los juegos del poder; mientras que en el de Catalina Revollo Pardo se teoriza en torno al trabajo de investigación como traducción, a partir de la construcción de un tercer espacio concebido como “momento intersticial que recusa el binarismo de la representación”, en el que los agentes encuentran sus voces de manera dialéctica. Estos son algunos de los tópicos con los que varios de los trabajos que conforman este dossier nos invitan, desde sus ejercicios de autorreflexividad situada, a erosionar la figura monolítica del investigador-autor, y a sincerar las formas de un oficio que no por implicado deja de ser riguroso.

Esa implicación, muestran algunos de los trabajos, es en buena parte física y emocional, por lo que asumir y dar cuenta de las posiciones que se ocupan en las economías afectivas (Ahmed, 2015) que se encuentran, tensionan, potencian, intersecan y traslapan en la investigación, y de las formas en que el cuerpo es puesto, des-com-puesto e impuesto en el terreno, es otra preocupación de la que dan cuenta algunos de los artículos reunidos aquí, por ejemplo, relevando el hecho que las emociones y experiencias físicas son fundamentales en la construcción de las percepciones y conclusiones de quien investiga, a propósito de una etnografía en el tapón del Darién en el artículo de Alberto Hernández Hernández y Carlos S. Ibarra, un escenario de intensa afectación corporal y emotiva que condensa muchas de las violencias que atraviesan a las migraciones regionales hoy por hoy.

Otro de los hilos que atraviesan a varias de las propuestas que son parte de este número responde a una creciente interpelación hacia el trabajo investigativo y académico en las últimas décadas, proveniente fundamentalmente de la sociedad civil organizada –aunque no solamente–, respecto del vínculo, y más allá de eso, el compromiso de les investigadores con la problemática que investigan, una interpelación que ha tomado diferentes nominaciones: extractivismo epistémico (Grosfoguel, 2016), investigación colaborativa, investigación militante (Bringel y Maldonado, 2016), producción horizontal de conocimiento (Corona Berkin, 2019), entre otras. Son cuestionamientos que tienen tradición en las humanidades y ciencias sociales latinoamericanas, con referentes como Orlando Fals Borda y Paulo Freire, por ejemplo, y que se han revitalizado en años recientes, al menos en el campo de los estudios migratorios (véase, por ejemplo, Jaramillo, 2019; Varela Huerta, 2023, entre otros). No es casual que esto ocurra en nuestro campo, si pensamos en las formas que ha tomado la migración contemporánea como una materialización palmaria de la crisis civilizatoria que experimentamos, entendida como “las formas de acumulación por despojo” que adopta hoy el neoliberalismo, “caracterizadas por modos de violencia estatal que subsumen a este despojo (la vida humana, la naturaleza y el conocimiento) en formas inéditas” (Varela Huerta y McLean, 2019, p. 164). El continuum de violencias que atraviesa muchas trayectorias migratorias en el escenario actual nos confronta humanamente en formas ineludibles, por lo que los debates epistemológicos, éticos y políticos que emergen de esa confrontación constituyen una demanda punzante para quienes estudiamos las migraciones actuales. En ese mismo sentido, varies de les autores se interrogan sobre los cuidados y la responsabilidad que implica investigar con personas vulnerabilizadas, precarizadas y afectadas por traumas que irrigan sus biografías.

Así, a partir de la participación en estudios colaborativos sobre migrantes en actividades sexuales comerciales, por ejemplo, Martha Cecilia Ruiz Muriel reflexiona sobre la despolitización y naturalización que han supuesto algunas investigaciones sobre estos temas, “disciplinando las movilidades”, y apuesta por “investigaciones colaborativas y comprometidas políticamente” para contrarrestar esos discursos y prácticas. La investigación con niñas migrantes venezolanas en Colombia ya aludida, por su parte, apuesta por un enfoque etnográfico colaborativo, en el que las investigadoras Bueno et al. procuran visualizarse como co-investigadoras, y concebir su trabajo como un acompañamiento, diálogo y negociación de comprensiones en la co-producción de conocimiento. El artículo de Munevar-Meneses, Wiltbergerv, Hernandez Arauz y Durán Macías también apela a la investigación colaborativa, articulando a múltiples actores (migrantes, colaboradores de albergues y casas de migrantes, organizaciones de la sociedad civil, entidades municipales y estatales, organismos internacionales), en un trabajo de reflexión sobre un estudio con migrantes hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y haitianos en Tijuana, México. Se trata, dicen les autores, de una población que experimenta una “acumulación de vulnerabilidades”, aspecto sobre el cual se cuestionan, apuntando a la necesidad de “prácticas de investigación social informadas sobre el trauma”, sobre la urgencia de considerar los daños que se puede causar en estos procesos, y de proteger además los datos de identificación de las personas con las que se trabaja, para no ponerlas en peligro.

Esta última es una preocupación que se plantea también en el trabajo de Hernández Hernández e Ibarra, por ejemplo, que se preguntan por las implicaciones del uso del consentimiento informado en un contexto de vulneración de las personas migrantes como el tapón del Darién, donde resulta difícil “asegurar un consentimiento genuino y libre de coacción”, tanto por la percepción de les migrantes respecto del poder que podrían tener les investigadores, como por las amenazas criminales a las que se ven enfrentades. A propósito del trabajo con niñes y adolescentes migrantes provenientes de Centroamérica en un albergue en México, Federico Williams alude en su artículo a la necesidad de reflexionar sobre los usos del consentimiento, proponiendo pensarlo como un proceso continuo más que como un evento único. Son interrogantes que tienen creciente eco en nuestro campo, en el que han surgido en los últimos años inquietudes sobre el empleo del consentimiento en la investigación en movimiento, con encuentros más o menos fugaces, y con personas cuyas vidas enfrentan peligros inminentes (Blanco, 2023).

Otra de las preocupaciones que se aborda en el dossier, relacionada con este eje vertebrador, tiene que ver con la (re)producción de relaciones desiguales en investigaciones con poblaciones migrantes precarizadas y el extractivismo académico. Junto con esto, nos interesa explorar las potencialidades de “mirar hacia arriba” (Nader, 1972) y etnografiar al poder. ¿Quiénes son esos “otros” que no son los migrantes en nuestras investigaciones? ¿Qué tipo de conocimiento producimos sobre diversos actores en lo que consideramos “el campo”? ¿Cómo construimos investigaciones que no reproduzcan miradas esquemáticas entre actores que circulan? ¿Cuáles son sus subjetividades? ¿Cómo se capilariza y territorializa el poder? ¿Qué lugar ocupamos frente a esos otros? Trabajos como el de Gislene Santos, sobre el rol que está desempeñando la OIM en la “gestión” de la población migrante en el territorio brasileño, y el de Alberto Hernandez y Carlos Ibarra, que entre otros aspectos hurgan en las dinámicas de poder que atraviesan su trabajo etnográfico en El Darién (incluidas las relativas a su propia posición como investigadores), traen a este número de la revista algunas de las espinosas aristas implicadas en la (urgente) demanda por hacerse cargo de estas disquisiciones éticas y políticas.

Las rugosidades espacio-temporales del “objeto” y el campo

Una línea de tensión con la que las migraciones desafían la caja de herramientas metodológicas de las ciencias sociales es el trastocamiento de las dimensiones de espacio y tiempo (Benza, 2000; Gutiérrez Vidrio, 2015) que el propio fenómeno supone, en la medida que llama a romper con la imagen lineal y sucesiva de un desplazamiento. Algunos artículos de este dossier dan cuenta de esta dificultad metodológica, refiriéndose a las complejidades de investigar en contextos de movilidad y en locaciones multisituadas. Desde un alcance epistemológico, además, el trabajo de campo es siempre, en alguna medida, multisituado, puesto que, en la construcción del objeto de estudio, el campo no es una unidad-totalidad previamente delimitada, sino que por el contrario se trata de un proceso de abstracción investigativa que se da en tránsitos permanentes entre lugares y escalas diversas.

Aunque con un alcance fundamentalmente biográfico, la idea de la ondulación vital de la migración que proponen Velasco y Gianturco (2015) es iluminadora de ciertos aspectos de estos otros pliegues en las rugosidades del campo de los estudios migratorios, los espacio-temporales. Las autoras hablan de desplazamientos geográficos como experiencias que integran “múltiples lugares unidos por movimientos multidireccionales” (Velasco y Gianturco, 2015, p. 117). Estos lugares múltiples son también tiempos múltiples, en varias formas: por el antes y el después del cruce de las fronteras que se encarnan en las vivencias presentes del sujeto migrante –la simultaneidad encarnada–, por las cronologías de las sociedades de origen y destino que se intersecan en su experiencia (Stang, 2020), por el carácter provisorio con que se vive y hace vivir la presencia migrante (Sayad, 1998), y por el interjuego de movimientos y esperas que caracteriza a muchas de las migraciones de nuestro tiempo (por la pandemia del COVID-19, por la solidificación de fronteras, normativas, físicas y burocráticas) (Ceja y Miranda, 2022; Miranda y Silva Hernández, 2022).

A estas multiplicidades hay que agregar los contextos muchas veces críticos en los que se producen estos movimientos que les investigadores procuran acompañar, en los que la ubicuidad es también una forma de eludir el peligro en el que está puesta la integridad de la persona migrante. Pero esta multiplicidad es a la vez desafío y potencialidad, como señala Mélanie V. L. Montinard en este dossier: “la investigación multisituada me permite ver en profundidad las subjetividades y prácticas de las personas en movimiento”.

Munevar-Meneses et al dicen que investigar estas poblaciones en movimiento exige, además, romper con los diseños metodológicos “estáticos”, apelar a la flexibilidad y la adaptación como herramientas, cuestionando criterios rígidos de validez que no logran hacerse cargo de las realidades cambiantes que se experimentan en estos desplazamientos múltiples. Implica también recurrir a la “plasticidad metodológica” para la construcción de corpus en los que la simultaneidad se da, por ejemplo, entre una dimensión virtual y otra analógica de los procesos, como muestra el trabajo de Rho. O supone echar mano de la interdisciplinariedad, como se plantea en el mismo trabajo, con las dificultades que eso trae aparejadas, dificultades que, también en este caso, pueden ser potencialidades, o simples posibilidades, si es que sucede que los cerrojos disciplinarios, usualmente custodiados por les guardianes de las tradiciones del conocimiento, ponen cortapisas que impiden dar cuenta de aquello con lo que la investigación nos confronta.

Este dossier es, entonces, una invitación a cambiar el punto de vista desde donde miramos y a quiénes estudiamos, lo que abre otras posibilidades de análisis y quizás permita dilucidar algunos puntos ciegos en nuestras investigaciones, ya no –o no sólo– sobre las experiencias migrantes, sino también sobre las formas en que el control migratorio se produce y re-produce cotidianamente, reproduciendo desigualdades y precarizando diversas vidas migrantes, en pro de un supuesto orden nacional.

Los trabajos reunidos aquí3 constituyen también un llamado a resquebrajar cristalizaciones epistemológicas y rigideces metodológicas, a abrirnos a la incertidumbre, a cuestionar nuestras lentes teóricas, a sacudir nuestras herramientas, a reconocer que afectamos y dejarnos afectar, a reconciliar la carne palpitante con la razón aguda, para poder dar cuenta de estos procesos sociales que, como lupas incómodas, amplifican las miserias del capitalismo contemporáneo.

Referencias

Ahmed, Sara (2015). La política cultural de las emociones. México: UNAM.

Benza, Silvia (2000). Migración de ciudadanos peruanos hacia Argentina: cruces fronterizos, períodos intermedios, liminalidad y communitas. Revista de Investigaciones Folclóricas, (15), 42-48.

Blanco, Pablo (2023). Fronteras. Necropolítica y migraciones en el Mediterráneo Central. Buenos Aires: Imago Mundi.

Bringel, Breno y Maldonado, E. Emiliano (2016). Pensamento Crítico Latino-Americano e Pesquisa Militante em Orlando Fals Borda: práxis, subversão e libertação. Revista Direito e Práxis, 7(13), 389-413.

Ceja, Iréri y Miranda, Bruno (2022). La espera como técnica de gobierno de las migraciones en las Américas. Revista Común. https://revistacomun.com/blog/la-espera-como-tecnica-de-gobierno-de-las-migraciones-en-las-americas/

Corona Berkin, Sarah (2019). Producción horizontal del conocimiento. Guadalajara: Calas.

Domenech, Eduardo (2020). La “política de la hostilidad” en Argentina: detención, expulsión y rechazo en frontera. Estudios Fronterizos, (21), e057.

Domenech, Eduardo; Basualdo, Lourdes; y Pereira, Andrés (2022). Migraciones, fronteras y políticas de datos: nuevos medios de control del movimiento en el espacio sudamericano. En Rivera Sánchez, Liliana; Herrera, Gioconda; y Domenech, Eduardo. Movilidades, control fronterizo y luchas migrantes (pp. 317-355). Buenos Aires: CLACSO, Siglo XXI.

Fabian, Johannes (2013). O tempo e o outro. Rio de Janeiro: Vozes.

Facundo Navia, Angela; Hamid, Sonia Cristina y Munem, Bahia Micheline (2019). Categorizando e gerindo pessoas em trânsito. En Facundo Navia, Angela; Hamid, Sonia Cristina y Munem, Bahia Micheline y Gomes, Charles. Pessoas em movimento. Práticas de gestão, categorias de direito e agências (pp. 9-28). Rio de Janeiro: Casa Rui Barbosa, 7 Letras.

Grosfoguel, Ramón (2016). Del “extractivismo económico” al “extractivismo epistémico” y al “extractivismo ontológico”: una forma destructiva de conocer, ser y estar en el mundo. Tabula Rasa, (24), 123-143.

Gupta, Akhil (2015). Fronteras borrosas: el discurso de la corrupción, la cultura de la política y el estado imaginado. En Abrams, Philip; Gupta, Akhil; y Mitchell, Timothy. Antropología del Estado (pp. 71-144). México: Fondo de Cultura Económica.

Gutiérrez Vidrio, Silvia (2015). El análisis del discurso: aportes teórico-metodológicos para el estudio de la migración. En Ariza, Marina y Velasco, Laura. Métodos cualitativos y su aplicación empírica: por los caminos de la investigación sobre migración internacional (pp. 353-384). México: UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales y El Colegio de la Frontera Norte.

Jaramillo, Verónica (2019). La investigación militante y la sujeción de las técnicas de investigación a la realidad. Ensambles, 5(10), 134-148.

Malkki, Lisa (1995). Refugees and Exile: From “Refugee Studies” to the National Order of Things. Annual Review of Anthropology, 24, 495-523. http://www.jstor.org/stable/2155947

Miranda, Bruno; y Silva Hernández, Aída (2022). Gestión desbordada: solicitudes de asilo en Estados Unidos y los mecanismos de espera allende sus fronteras. Migraciones Internacionales, 13, 1-17.

Nader, Laura (1972). “Los de arriba”. Nuevos horizontes de la antropología. New York: Pantheon Books.

Sayad, Abdelmalek (1998). A Imigração ou os Paradoxos da Alteridades. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo.

Sayad, Abdelmalek (2010). La doble ausencia. De las ilusiones del emigrado a los padecimientos del inmigrado. Barcelona: Anthropos Editorial.

Stang, María Fernanda (2020). La frontera como intersticio. Reflexiones en torno a la violencia epistémica de las fronterizaciones. REMHU, Revista Interdisciplinar da Mobilidade Humana, 28(59), 13-28.

Varela Huerta, Amarela (2023). Luchas migrantes. Una apuesta de activismo epistemológico para nuestra América. En Liliana Rivera Sánchez, Gioconda Herrera y Eduardo Domenech (Coords.), Movilidades, control fronterizo y luchas migrantes (pp. 470-502). Buenos Aires/México: CLACSO/Siglo XXI.

Varela Huerta, Amarela y McLean, Lisa (2019). Caravanas de migrantes en México: nueva forma de autodefensa y transmigración. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, (122), 163-185.

Velasco, Laura y Gianturco, Giovanna (2015). Migración internacional y biografías multiespaciales: una reflexión metodológica. En Ariza, Marina y Velasco, Laura. Métodos cualitativos y su aplicación empírica. Por los caminos de la investigación sobre migración internacional (pp. 115-150). México, DF: Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM y El Colegio de la Frontera Norte.

Vianna, Adriana (2007). El mal que se adivina. Buenos Aires: Ad Hoc.

Notas

1 En los últimos meses se han suscitado diversos eventos y paneles con la intención de pro-blematizar estas temáticas, como los promovidos por les investigadores reunidos en el Gru-po de Trabajo de CLACSO Migraciones y Fronteras Sur-Sur, que contempla estos temas entre sus líneas de trabajo. https://www.clacso.org/grupos-de-trabajo/grupos-de-trabajo-2023-2025/?pag=detalle&refe=0&ficha=2310
2 En proyectos colaborativos como (In)movilidad en las Américas y Covid-19 –coordinado por Soledad Álvarez Velasco– que mapeó la tensión entre la (in)movilidad y el control en el contexto de la pandemia, sistematizando notas de prensa, informes institucionales y testi-monios sonoros por Whatsapp: https://www.inmovilidadamericas.org/
3 La convocatoria recibió un gran número de propuestas alineadas con estas preocupacio-nes; desafortunadamente muchos de ellos no pudieron ser incluidos en el dossier, debido a los límites de artículos dispuestos por la revista.

Información adicional

Iréri Ceja: es doctoranda en Antropología Social en el Museo Nacional, Universidad Federal de Río de Janeiro (MN/UFRJ, Brasil); docente de la especialización en Migración, desarrollo y derechos humanos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Ecuador); y hace parte del Grupo de Trabajo de CLACSO Migraciones y Fronteras Sur-Sur. Investiga sobre migraciones, política y Estado, violencia, humanitarismo y Antropoceno.

Fernanda Stang: se desempeña como investigadora y directora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud (CISJU) de la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), de Chile. Es Doctora en Estudios Sociales de América Latina por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; hace parte del Grupo de Trabajo de CLACSO Migraciones y Fronteras Sur-Sur. Sus líneas de investigación y docencia son migraciones, Estado, política(s), activismos y luchas migrantes; migraciones, géneros, diversidades y disidencias sexo-genéricas; y migraciones, educación e interculturalidad.

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