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Investigación en ciencias sociales en contextos migratorios y de vulnerabilidad: reflexiones éticas y metodológicas sobre trabajo de campo colaborativo
Sandra Milena Munevar-Meneses; Joseph L. Wiltberger; Juan Carlos Hernández Arauz;
Sandra Milena Munevar-Meneses; Joseph L. Wiltberger; Juan Carlos Hernández Arauz; Daniel Durán Macías
Investigación en ciencias sociales en contextos migratorios y de vulnerabilidad: reflexiones éticas y metodológicas sobre trabajo de campo colaborativo
Investigação em ciências sociais em contextos de migração e vulnerabilidade: reflexões éticas e metodológicas sobre o trabalho de campo em colaboração
Social science research in contexts of migration and vulnerability: ethical and methodological reflections on collaborative fieldwork
Revista Tramas y Redes, núm. 5, pp. 119-136, 2023
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
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Resumen: En el artículo discutimos y reflexionamos sobre las consideraciones y desafíos éticos y metodológicos que emergieron durante nuestra experiencia como parte de un equipo de investigación que realizó trabajo de campo con población migrante centroamericana y haitiana en Tijuana, México. En un contexto donde las movilidades son producto de la acumulación de vulnerabilidades, incluidas experiencias previas de violencia y trauma, debimos ser reflexivos colectivamente sobre cómo nos acercamos y entrevistamos a las y los migrantes. Adaptamos nuestros métodos y objetivos de estudio con estas consideraciones, a las cuales se sumaron los protocolos relacionados con la pandemia de COVID-19 y la necesidad de llegar a personas migrantes en línea y en lugares físicos, principalmente en centros de atención a migrantes. Los aprendizajes y reflexiones que compartimos tienen como objetivo ofrecer lecciones y recomendaciones para estudiantes, investigadores u otros actores que realizan trabajo colaborativo con poblaciones en movilidad o migrantes.

Palabras clave: metodología, dilemas éticos, investigación colaborativa, migración, recomendaciones.

Resumo: Neste artigo, discutimos e reflectimos sobre as considerações e os desafios éticos e metodológicos que surgiram durante a nossa experiência como parte de uma equipa de investigação que realizava trabalho de campo com populações migrantes da América Central e do Haiti em Tijuana, no México. Devido ao contexto de que essas mobilidades são consequências de vulnerabilidades acumuladas, incluindo experiências anteriores de violência e trauma, foi exigida uma reflexão coletiva sobre a abordagem nas entrevistas feitas com essas pessoas migrantes. Também adaptamos os nossos métodos e objetivos de estudo em relação aos protocolos relacionados com a COVID-19 e à necessidade de ter acesso aos migrantes tanto virtualmente quanto presencialmente nos centros de atendimento. As aprendizagens e reflexões que compartilhamos pretendem oferecer lições e recomendações para estudantes, pesquisadores ou outros autores que desenvolvam trabalho colaborativo com populações.

Palavras-chave: metodologia, dilemas éticos, investigação em colaboração, migração, recomendações.

Abstract: In this article we discuss and reflect on ethical and methodological considerations and challenges that emerged during our experience as part of a research team conducting fieldwork with Central American and Haitian migrant populations in Tijuana, Mexico. In a context where mobilities are the product of accumulated vulnerabilities, including previous experiences of violence and trauma, we were required to be collectively reflexive about how we approached and interviewed migrants. We adapted our research methodologies and objectives in relation to these considerations, as well as to COVID-19-related protocols and the need to reach out to migrants both online and in physical locations, primarily migrant care centers. The acquired knowledge and reflections we share are intended to yield lessons and recommendations for students, researchers or other actors doing collaborative work with mobile or migrant populations.

Keywords: methodology, ethical dilemmas, collaborative research, migration, recommendations.

Carátula del artículo

DOSSIER

Investigación en ciencias sociales en contextos migratorios y de vulnerabilidad: reflexiones éticas y metodológicas sobre trabajo de campo colaborativo

Investigação em ciências sociais em contextos de migração e vulnerabilidade: reflexões éticas e metodológicas sobre o trabalho de campo em colaboração

Social science research in contexts of migration and vulnerability: ethical and methodological reflections on collaborative fieldwork

Sandra Milena Munevar-Meneses
El Colegio de México, México
Joseph L. Wiltberger
University of California, Estados Unidos de América
Juan Carlos Hernández Arauz
El Colegio de la Frontera Norte, México
Daniel Durán Macías
El Colegio de la Frontera Norte, México
Revista Tramas y Redes, núm. 5, pp. 119-136, 2023
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

Recepción: 23 Septiembre 2023

Aprobación: 30 Octubre 2023

Introducción

Las movilidades poblacionales y la migración han retado a la investigación en la búsqueda de maneras novedosas de realizar trabajo de campo cualitativo. Como consecuencia, surgieron debates académicos sobre cómo llegar a las poblaciones en contextos de movilidad (Coutin, 2005, Zapata-Barrero y Yalaz, 2018; Eguiluz et al., 2022), considerando nuevas proposiciones teóricas y metodológicas que respondan a los cambios en los flujos de las migraciones contemporáneas (Gomez y Espinoza, 2020). A menudo, las y los investigadores buscan colaborar con socios comunitarios que ya están trabajando estrecha y cuidadosamente con las comunidades de migrantes en estas circunstancias. Estas colaboraciones con organizaciones de la sociedad civil y entre miembros de diversos equipos de investigación, plantean desafíos y complejidades adicionales en el proceso de investigación.

Los académicos han discutido el valor de la empatía, la reciprocidad y los enfoques participativos para la investigación colaborativa basada en la comunidad (Leake, 2019; Maiter et al., 2008; Wilson, 2019). La investigación colaborativa implicó contar con unas pautas iniciales para desarrollarla, pero considerando los requerimientos y necesidades de ajuste que surgieron durante el trabajo de campo, del diálogo con las y los funcionarios de las organizaciones de la sociedad civil y albergues, y entre el equipo de investigadores que participamos en el proyecto. La investigación colaborativa involucró reconocer la forma en que cada uno los actores (migrantes, investigadores, estudiantes, funcionarias/os públicos, empleados y voluntarios de las organizaciones de albergues y la sociedad civil) participamos en la compresión de las experiencias de inclusión y discriminación social de personas migrantes en Tijuana.

Una investigación toma el tinte colaborativo cuando se armonizan esfuerzos, estrategias y actividades con el fin de integrar acciones que intercepten objetivos distintos pero que se alineen en intereses comunes (Boavida y da Pont, 2011). A su vez, exige contar con espacios de reflexiones entre los investigadores que participamos en el trabajo de campo, reconocer nuestros intereses, limitar los alcances y aportes del proyecto que desarrollamos, sobre nuestra posicionalidad y las formas de aminorar el extractivismo académico (Díaz y Yrizar, 2021).

Las relaciones de colaboración con socios comunitarios pueden ser delicadas y los modelos totalmente participativos resultan difíciles de ejecutar. La participación comunitaria productiva debe implicar diálogo, reflexividad y trabajo conjunto para lograr resultados de interés mutuo. La participación de instituciones académicas de manera colaborativa puede apoyar a las organizaciones civiles al servicio de las personas migrantes en la realización de actividades más allá del asistencialismo básico –una problemática derivada de la falta de políticas públicas adecuadas (Rincón, 2018).

Por su parte, la pandemia de COVID-19 dejó repentinamente a los migrantes en situaciones de espera ante políticas de contención, agravando las condiciones de vulnerabilidad y precariedad que experimentan (Hernández-López y Lucero, 2021; Hernández-López y Rojas-Ramos, 2022; Slack y Heyman, 2020). A su vez, apremió a los investigadores de ciencias sociales a experimentar metodológicamente, obligándolos a repensar el trabajo de campo cualitativo (Cuenca y Schettini, 2020; Eguiluz et al., 2022; Hamui Sutton y Vives Varela, 2021) y ajustar las herramientas para continuar con las investigaciones en un contexto donde predominaban los espacios virtuales (González Zepeda y Eguiluz, 2021; Fernández-Guzmán, 2021). El giro hacia las modalidades digitales en la investigación sobre migración abre nuevas posibilidades para capturar las experiencias y trayectorias de personas cuyas vidas abarcan múltiples geografías. Las metodologías no tradicionales, como la narración digital (Irwin, 2020), van mucho más allá del extractivismo académico y permiten que las y los migrantes se apropien de sus historias y las hagan visibles, incluso teniendo efectos potencialmente terapéuticos en situaciones de trauma.

Por otro lado, desde los contextos de salida, las y los migrantes se enfrentan a situaciones riesgosas, que los/as ponen en condiciones/situaciones de vulnerabilidad, que continúan a lo largo del trayecto migratorio por México (Rojas Wiesner, 2017). Por lo cual, resultan pertinentes los debates respecto de la importancia de las prácticas informadas sobre el trauma en las áreas de trabajo social, salud y educación (Campbell et al., 2023; Isobel, 2021; Petrone y Rogers, 2021), lo que ha repercutido en que se proporcione más orientación y recursos a los profesionales de estos campos. Sin embargo, se ha prestado poca atención a comprender e informar cómo deberían ser las prácticas de investigación informadas sobre el trauma en las ciencias sociales. De hecho, los académicos que trabajan en contextos como los conflictos armados y la violencia de género han comenzado a llamar la atención sobre la necesidad de realizar más investigaciones sobre las prácticas de investigación social informadas sobre el trauma (Brigden, 2022; Dietkus, 2022).

Estos factores condicionan cómo se diseña y ejecuta un plan de investigación: desde los preparativos iniciales hasta la realización del trabajo de campo y la determinación de cómo y qué tipo de resultados se difundirán. En el proceso de investigación a menudo surgen preguntas críticas y reflexivas: ¿Cuáles son las implicaciones del proyecto para las comunidades de migrantes y personas en contextos de movilidad? ¿Cómo se puede realizar la investigación para no correr el riesgo de causar daño a las personas migrantes y dar cuenta de cuestiones como el trauma, y sus precarias situaciones legales y políticas? ¿Cuál puede ser la naturaleza de la colaboración con socios organizacionales de la sociedad civil de base comunitaria que, tal vez no vean el valor inmediato de un proyecto de investigación académica? ¿Cómo pueden las y los investigadores aproximarse a las personas migrantes?

En este artículo, discutimos y reflexionamos sobre consideraciones y desafíos éticos y metodológicos que emergieron durante nuestra experiencia como parte de un equipo de investigación, que realizó trabajo de campo con población migrante centroamericana y haitiana en Tijuana, México. El trabajo de campo, ejecutado durante las restricciones por la pandemia de COVID-19, y con posterioridad a su levantamiento, implicó entrevistar a la población migrante respecto de las experiencias de discriminación e inclusión social vividas en México, debido a las restricciones de tránsito entre este país y Estados Unidos. Este trabajo involucró la colaboración de organizaciones comunitarias.

A partir de nuestra experiencia, sostenemos que la investigación en tales contextos no sólo pide que las y los investigadores desarrollen y apliquen estrategias y enfoques metodológicos y colaborativos particulares, sino que también requiere y desafía a los investigadores a mantener una apertura a la adaptación responsiva y la flexibilidad durante todo el proceso de investigación. Sostenemos que un plan de investigación estático no se ajusta a la realidad compleja de movilidad y flujos migratorios, aún más en contextos fronterizos. Una investigación también se puede caracterizar como un asunto dinámico, en adaptación, que debe tomar en cuenta las consideraciones éticas constantes y los ajustes que pueden derivarse tanto de decisiones y procesos colectivos, como de decisiones claves en campo que superan los planos y protocolos inicialmente planteados.

Desde una perspectiva política y práctica, las lecciones y reflexiones que compartimos tienen como objetivo brindar aprendizajes y recomendaciones para estudiantes, investigadores u otros actores que realizan trabajo colaborativo entre poblaciones móviles, en situación de vulnerabilidad. En esos escenarios la flexibilidad y la adaptación seguramente serán herramientas importantes. Este artículo también pretende cuestionar las nociones convencionales en la investigación académica que supone que la investigación válida u objetiva debe estar estructurada desde un plan de investigación estático y no adaptativo, a pesar de las cambiantes realidades sociales.

El texto se compone de cuatro secciones, incluyendo la presente introducción. En la primera parte presentaremos el contexto de nuestro estudio, incluido el entorno fronterizo en Tijuana, Baja California, el contexto político y nuestro plan de investigación inicial. Posteriormente, nuestra discusión examina cómo navegamos por circunstancias cambiantes, las preocupaciones metodológicas y éticas en juego y cómo fueron nuestras adaptaciones a lo largo del proceso de trabajo de campo. Finalizamos con algunas reflexiones sobre las implicaciones teóricas, prácticas y políticas del trabajo de campo con personas en movilidad y migrantes.

Investigar las experiencias de inclusión y discriminación social: el contexto local y la propuesta metodológica inicial

Las políticas migratorias restrictivas de los Estados Unidos han limitado la búsqueda de protección internacional para las personas migrantes y en movilidad, entre ellos, migrantes provenientes de países centroamericanos y el Caribe, principalmente de Guatemala, Honduras, El Salvador y Haití. Las barreras impuestas han incrementado los tiempos de espera de estas poblaciones en la frontera México-Estados Unidos, ocasionando que las personas en movilidad permanezcan por períodos prolongados y progresivamente se establezcan en las ciudades fronterizas. Ante los flujos migratorios recientes, lugares como Tijuana se tornan ciudades de tránsito, tanto de espera prolongada y residencia temporal para migrantes internacionales, como de residencia prolongada.

Las poblaciones migrantes provienen de contexto de violencia, inseguridad y falta de oportunidades económicas (Orozco y Yansura, 2015), y llegan a contextos como Tijuana, y algunas otras ciudades fronterizas, donde se experimentan situaciones de inseguridad, hurtos y otros delitos. De hecho, Tijuana fue la ciudad con la tasa más alta de homicidios dolosos del país en el 2021 (Hernández-Hernández, 2021). A la ciudad han llegado grupos cuantiosos de población migrante, en 2016 arribaron cerca de tres mil personas extranjeras, principalmente haitianas, lo cual evidencia un cambio en el panorama migratorio (Contreras y París, 2021; Silva, 2019). Igualmente, entre 2018 y 2019, seis mil personas migrantes centroamericanas llegaron a la zona fronteriza México-Estados Unidos, en las denominadas “caravanas migrantes” (Torre, 2021).

En el marco de las restricciones fronterizas que obligaron a las y los migrantes a quedarse en Tijuana, se constituyó este proyecto con el objetivo descubrir las características y experiencias de discriminación e inclusión social que experimentaron las y los migrantes en esa ciudad. La investigación se centró en migrantes provenientes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Haití. Metodológicamente, la investigación inicial planificó encuestas en profundidad, complementadas con una entrevista cualitativa semiestructurada en profundidad, de seguimiento opcional, para permitir que el migrante encuestado desarrollara sus experiencias particulares.

Dada la pandemia de COVID-19, el plan de investigación inicial implicó la realización de encuestas y entrevistas en línea a través de video o llamadas telefónicas, con un objetivo de 600 encuestas y 60 entrevistas. Al final, se realizaron 507 encuestas y se ejecutaron 75 entrevistas, tanto de manera presencial como telefónica. El equipo de investigación planea difundir los resultados en publicaciones académicas, informes y presentaciones públicas, para interactuar con organizaciones de la sociedad civil local y tomadores de decisiones con el fin de informar sobre el desarrollo de estrategias de organización y políticas sociales que favorezcan la inclusión social de las y los migrantes.

Investigación colaborativa: convergencia de socios comunitarios y un grupo de investigación transfronterizo

Para el desarrollo del proyecto de investigación requerimos articular distintas acciones y colaboraciones, entre ellas, con actores clave en Tijuana, como albergues, casas de migrantes, organizaciones de la sociedad civil, entidades municipales y estatales y organismos internacionales, así como con migrantes. La ciudad de Tijuana cuenta con una amplia oferta de atención y servicios enfocadas en poblaciones migrantes, sin embargo, no todas las organizaciones se involucran en acompañar los procesos de investigación propuestos por la academia.

En algunos espacios, las y los directores de varios albergues y centros de servicios para personas migrantes, accedieron a invitar a equipos de investigadores a estos espacios para encuestar y entrevistar a las y los migrantes, ofrecieron contactos de personas migrantes con capital social que podrían servir como semillas, compartieron sus conocimientos sobre el estado de los flujos migratorios y sugirieron barrios, lugares de culto, servicios sociales y lugares de trabajo, espacios en los que el equipo de investigación podría invitar a participar a los y los migrantes en la encuesta y entrevista sobre inclusión y discriminación.

Antes de aceptar trabajar con las y los investigadores del proyecto, a menudo revisaban el plan de investigación, las temáticas de interés y a quiénes iba dirigido el estudio. Si bien encontramos algunas negativas y varias preocupaciones pudieron haber obstaculizado el trabajo colaborativo, con un grupo de organizaciones de la sociedad civil y albergues logramos un diálogo crítico, la resolución de dudas y, sobre todo, una escucha atenta para comprender los diferentes enfoques para atender a población migrante en situación vulnerable. Las organizaciones hicieron hincapié en la toma de precauciones adecuadas durante el trabajo de campo, ya que las y los migrantes pueden correr peligro o sufrir daños cuando no se tiene en cuenta el manejo del trauma y la protección de los datos confidenciales, e identificación de las y los participantes durante todo el proceso de la investigación, tanto en desarrollo de las entrevistas como en posterior proceso de análisis y divulgación de los resultados.

De igual forma, las y los investigadores, fueron perceptivos para recopilar información y transmitirla de manera oportuna con el fin de evitar riesgos de malas interpretaciones, o apropiación de los resultados de la investigación de maneras adversas para el trabajo de dichas organizaciones. La cuestión de la reciprocidad –lo que las y los investigadores académicos ofrecen a cambio de lo que las organizaciones activistas brindan para que la investigación sea posible– es una cuestión preeminente entre las organizaciones que trabajan con personas migrantes en la frontera México y Estados Unidos.

En nuestra experiencia, las organizaciones de asistencia humanitaria y de la sociedad civil que trabajan con poblaciones migrantes priorizan actividades enfocadas en la atención y defensa de los derechos de las personas migrantes. En estas actividades, el interés por realizar investigaciones se ha tornado relevante, pero en muchas ocasiones las propuestas de investigación de académicos pueden tener puntos disímiles. En particular, cuando las y los funcionarios consideran que pueden perjudicar a las y los migrantes, revictimizar o generar beneficios a las y los participantes. Entre otros, estas vacilaciones están impulsadas por un legado histórico de investigación extractivista. Durante el trabajo de campo, nuestro acercamiento con las organizaciones osciló entre el diálogo abierto y las posibilidades de contactar a los participantes, y las limitaciones para involucrarnos activamente en sus actividades cotidianas.

Un mecanismo de reciprocidad que empleamos fue el incentivo económico, y aunque reconocemos que el apoyo económico no pretendía generar cambios sustanciales en las situaciones vulnerables que pasaban las y los migrantes, se consideraba un reconocimiento directo por su participación. En determinadas situaciones, los incentivos monetarios que recibieron directamente las y los migrantes fue visto como una ventaja e indirectamente, coadyuvó en las actividades de las organizaciones, al cubrir los gastos de transporte, comida u otros, que las personas necesitaban para asistir a las citas médicas, actividades u otros eventos coordinados por las organizaciones. Igualmente, el personal de las organizaciones junto con el equipo de investigadores resaltó los beneficios del proyecto para las y los migrantes, y el trabajo de cada entidad a partir de la divulgación de los hallazgos sobre la inclusión y la discriminación de los migrantes.

Aunque restringida, nuestra estrategia de campo involucró una colaboración constante con las y los funcionarios: adaptar los tiempos de las entrevistas a las dinámicas de cada organización y encontrar los mejores espacios para invitar a las y los migrantes a participar de la investigación. De esta forma, las conversaciones con las y los migrantes se iniciaron en distintos escenarios, como en la espera de turno de su cita médica, haciendo fila en unas pequeñas mesas con sombra en la intemperie, en grandes salones o en pequeños espacios. El equipo de entrevistadores iniciaba una charla casual con las y los migrantes, y posteriormente les invitaban tanto a responder el cuestionario, como a realizar las entrevistas en profundidad.

La colaboración en el equipo de investigación transfronterizo: reflexividad y posicionalidad en todo el proceso de investigación

El trabajo de campo con poblaciones vulnerables, en este caso con personas migrantes o en un contexto fronterizo, fue un proceso de reflexión continua, tanto individual como colectiva, de parte del grupo de las y los entrevistadores que participamos en el proyecto. El acercamiento al tema parte desde diferentes motivaciones, perspectivas y posiciones que se pueden agrupar en tres momentos: el inicio y planeación del proyecto, el trabajo de campo, y la etapa posterior a este.

Al plantear la propuesta de investigación se tomó una serie de delimitaciones temáticas, epistemológicas y metodológicas, que guiaron su desarrollo. Las decisiones tomadas en esta etapa influenciaron el trabajo de campo, y en particular, el diseño de la guía de entrevista a profundidad enfocada en las materias de trabajo, salud, educación, vivienda y finalmente, su experiencia migratoria. La construcción de la guía de entrevista además de considerar las temáticas centrales de la investigación incluyó reflexiones sobre su estructura, preguntas claves, lenguaje, orden y la pertinencia de detallar distintos ambientes en donde las y los migrantes se insertan socialmente y/o viven experiencias de discriminación.

Las reflexiones, delimitaciones y objetivos centrales de la investigación pasaron al equipo de trabajo de campo1 a partir de reuniones constantes en las que conocimos y ahondamos en la guía de entrevista, la continuidad con la primera encuesta realizada, la relevancia de presentación de los objetivos de las entrevistas y el consentimiento para participar y realizar la grabación de voz. Realizamos estas sesiones durante dos meses de manera virtual, dado que aún nos encontrábamos en el segundo año de la pandemia. Durante las sesiones, se crearon guías para la realización de las entrevistas, el protocolo para el manejo de la información y se determinaron las herramientas tecnológicas disponibles para el contacto con las y los migrantes y para la grabación de la entrevista.

Durante esta fase, se discutieron las distintas alternativas de software y programas para llevar a cabo las entrevistas. Fue precisamente la posibilidad de varias opciones de servicios como plataformas de videoconferencia, servicios de mensajería y llamadas virtuales y, las llamadas telefónicas tradicionales, lo que permitió coordinar con la persona migrante la alternativa viable para realizar la entrevista, ya que debíamos considerar tanto sus preferencias, como el acceso a internet, manejo de programas o disposición de utilizar un medio u otro. Lo anterior nos permitió que en las entrevistas virtuales/telefónicas lográramos contactar a personas en zonas alejadas de la ciudad, o que residían en lugares sin acceso o con mala conectividad a Internet.

Durante el trabajo de campo, la reflexividad y posicionalidad de cada integrante del equipo pasó del planteamiento a la ejecución. De esta forma, se dio un nuevo espacio donde la relevancia del lente de quien investiga resulta pertinente en el trabajo de campo. Este espacio de diálogo y reflexión fue individual, pero principalmente compartido, dado que nos reunimos al menos una vez a la semana o después de cada visita de campo. En las reuniones como equipo acordábamos procesos de ajuste, compartíamos experiencias y documentábamos, en conjunto, las experiencias de trabajo de campo y el acercamiento a los contextos que estábamos observando en cada actividad.

Las reuniones permitieron un intercambio enfocado en las discusiones teórico-metodológicas sobre discriminación, exclusión social y su involucramiento en el estudio de las migraciones. Así, fue posible reconocer avances, pero principalmente, errores, traspiés y planear actividades futuras a partir de las experiencias que íbamos viviendo durante el trabajo de campo. Esto fue una herramienta relevante para los investigadores que, en distintas etapas de nuestra carrera, participamos en el proyecto. Si bien algunos elementos y situaciones pueden ser previsibles, durante la visita a los centros de atención de población migrante y albergues, y las entrevistas tomamos las decisiones que demandaba cada contexto. De ahí que resultara necesario (re)pensar y problematizar los posibles diálogos entre los diferentes actores en la investigación.

El cambio como constante: respuesta a las múltiples vulnerabilidades de las poblaciones migrantes con las que trabajamos

Las movilidades poblacionales y las migraciones implican cambios en los lugares de residencia, permanentes, transitorios, o una combinación de ambos. En estos movimientos pocos elementos son estables, las y los migrantes cruzan por México entre una diada de inmovilidad/movilidad que interactúa con sus experiencias laborales, educativas, de salud y de vivienda. Por tanto, plantear y ejecutar el proyecto de investigación en una zona fronteriza implicó considerar las distintas formas de movilidad de las y los migrantes desde su contexto de salida, durante el tránsito –incluso si este es prolongado– y en las ciudades donde residen de manera temporal, o por mayor tiempo. Tanto en albergues como organizaciones de la sociedad civil fue heterogéneo el perfil de personas participantes, propio de las distintas experiencias. Esto implicó un ajuste en los criterios iniciales del proyecto tanto temporales como geográficos.

Durante la fase inicial de la investigación, el principal grupo de interés eran las personas viviendo un año específicamente en Tijuana. En un principio, a partir de actores clave y de manera virtual, fue posible entrevistar a migrantes con estas características; sin embargo, poco a poco estos elementos resultaron insuficientes, dado que fue notoria la presencia de personas centroamericanas y haitianas con una diversidad de trayectorias de movilidad, y por ende, de inclusión social y de discriminación. Así, producto de las reflexiones que emergieron del trabajo de campo, se incluyeron en las entrevistas a aquellas personas que llegaron a México en los últimos seis meses, ya no exclusivamente a Tijuana, y así disminuyó el criterio de tiempo de llegada y se amplió el interés por experiencias a lo largo del territorio mexicano.

La institucionalidad presente en la ciudad nos brindó los primeros espacios de acercamiento para comprender los procesos de inclusión social y discriminación de personas centroamericanas y haitianas. Adicionalmente la misma institucionalidad fue un espacio para contactar semillas, acceder a población vulnerable y, en lo posible, minimizar el riesgo del contacto y de la entrevista. Nuestra presencia en los espacios no pasó desapercibida, éramos entre dos o tres encuestadoras/es o entrevistadoras/es y en ocasiones hasta siete u ocho personas. En aquellos lugares donde las visitas fueron recurrentes, o al menos en dos ocasiones, la planeación de las actividades incluía comprender las dinámicas de cada espacio, sus labores y, en la medida de lo posible, realizar procesos más o menos articulados con los funcionarios, encargados o voluntarios de cada lugar. Pues bien, lo que primó en el trabajo de campo fue la disposición en ambos equipos para generar situaciones de adaptabilidad inmediata e invitar a los encuestados a colaborar hablando un poco más a fondo sus experiencias.

Los acercamientos iniciales a las organizaciones y la transparencia frente a los alcances y limitaciones de la investigación que pretendíamos realizar supusieron un diálogo constante y ameno con las y los funcionarias/os e involucrarnos en las actividades que consideraban pertinentes pensando en los intereses de la investigación de entrevistas a personas migrantes provenientes de Centroamérica y Haití. En la mayoría de los casos, esta estrategia nos resultó pertinente dado que coordinamos los intereses de la investigación con el quehacer de las organizaciones; pero esto no fue posible en todos los espacios. Esto sin duda es el reflejo de los procesos que implica el trabajo colaborativo, en el que se destaca la realidad heterogénea que muestra las desigualdades en todas sus escalas. La preparación para para realizar trabajo de campo es un elemento primordial, y las pautas son una guía para el desarrollo, pero durante las visitas a las organizaciones y las entrevistas se hicieron necesarias ciertas adecuaciones en el trabajo de campo que no se pueden visualizar en un principio; entre ellas, la transición de trabajo virtual al trabajo presencial, el cambio en las características de las personas migrantes que acuden a estos espacios en momentos cortos de tiempo, o incluso los planes de colaboración iniciales que se desvanecen en el tiempo.

Al carecer de protección institucional y social, las y los migrantes deben buscar estrategias de protección individual y colectiva para navegar en condiciones extremas de vulnerabilidad y precariedad. Como tales, se preocupan de participar de forma selectiva en torno a sus interacciones personales, relaciones y la información que están dispuestos a revelar para mitigar el riesgo y promover sus propias protecciones e intereses. Por ejemplo, descubrimos que las y los migrantes haitianos fueron especialmente cautelosos al interactuar con nuestro equipo de investigación, y muchos mostraron una sensación inicial de desconfianza y cautela al participar para compartir sus historias, lo que afectó los esfuerzos iniciales para entrevistarlos. En comparación con las y los migrantes de los países centroamericanos que entrevistamos, las personas haitianas en Tijuana tenían evidentemente un fuerte sentido de vínculos étnicos y lingüísticos, redes sociales de migrantes muy unidas y habían viajado a través de varios países a lo largo de los años para llegar a la frontera.

Desde el inicio, el proyecto contempló las barreras lingüísticas del equipo para entrevistar a personas haitianas, dada nuestra limitada fluidez en creole, francés o portugués y el uso del español por parte de migrantes de Haití. Junto con las organizaciones y en las entrevistas nos propusimos contar con una persona proveniente de este país para la posterior traducción y transcripción. En este proceso, contamos con el apoyo de integrantes de las organizaciones y migrantes de la comunidad, pero sus propios compromisos laborales e incluso continuidad de los planes migratorios restringieron su participación y con ello aumentaron las limitaciones para aproximarnos a experiencias de migrantes haitianos que hablaran fluidamente el español y tener una mayor cantidad de respuesta en los cuestionarios y menores experiencias de entrevistas cualitativas.

Estos factores parecieron contribuir a las prácticas estratégicas de participación y no participación y, además de las barreras lingüísticas, afirmaron la necesidad de que el equipo de investigación fuera transparente sobre las intenciones del proyecto, los tipos de preguntas que haríamos y el proceso. En un albergue para migrantes federal, con un contingente sustancial de personas migrantes haitianas, dicha transparencia ganó la confianza de los migrantes en el equipo de investigación y, combinada con el reconocimiento de los migrantes de que un incentivo financiero haría que su participación valiera la pena, se contó con una amplia participación de haitianas/os.

El ajuste en el diseño de investigación exigió la verificación de los componentes del sistema social considerado. El acceso al entorno se vio limitado en el momento del trabajo de campo debido a las condiciones y lineamientos para evitar el contagio de COVID-19, lo cual promovió modificaciones en el acercamiento de la muestra, y la transición a medios tecnológicos y virtuales de comunicación. El cambio o transición para implementar la entrevista por medio de llamada telefónica o mediante aplicación supone varias cuestiones metodológicas propias: el acercamiento del contacto y el acceso a migrantes, suponiendo que se tenga el vínculo con el albergue o centro para iniciar la red de contactos.

Gracias a la posibilidad de realizar trabajo de campo presencial y las guías para entrevistas telefónicas fue posible elegir el método más adecuado con cada participante y cambiar de uno a otro cuando fuera necesario. Estas nuevas herramientas que nos provee la tecnología (en particular los formularios tipo Google Forms y reuniones en salas virtuales) están vacías y son peligrosas si no las usamos a partir de reflexiones epistemológicas, teóricas y metodológicas que esclarezcan la función del investigador, el tipo de información que recogemos y que queremos recoger (Cuenca y Schettini, 2020). Estas herramientas trazan el camino elegido para la producción de datos y el sentido que le queremos dar a toda esta práctica.

De igual forma, los migrantes de Centroamérica y Haití a menudo son sujetos de violencia, hostilidad y discriminación en los países por los que transitan y a los que llegan. En la región fronteriza al norte de México, las organizaciones criminales atacan a los migrantes internacionales que buscan asilo, con secuestro, extorsión y violencia (Slack y Martínez, 2021). El equipo tuvo en cuenta recursos accesibles en español sobre prácticas informadas respecto del trauma, incluidos artículos de investigación y kits de herramientas para profesionales que trabajan en psicología y salud pública. También reflejamos nuestras otras experiencias en las que el trauma era un motivo de preocupación entre aquellos con quienes trabajamos, y discutimos las circunstancias particulares de los migrantes. Discutimos qué es el trauma, cómo podría manifestarse y nuestra posición como estudiantes e investigadores en relación con los migrantes.

A lo largo de toda la investigación, adaptamos nuestro cuestionario de entrevista para evitar la posibilidad de una revictimización y, en cambio, nos centramos en las circunstancias actuales que podrían cambiar mediante políticas sociales y organización a favor de los derechos y protecciones de los migrantes. En nuestras discusiones como equipo planteamos posibles ajustes. como una entrevista semiestructurada cuando surgían temas potencialmente delicados que podrían desencadenar historias traumatizantes o profundizar sus vulnerabilidades. Aunque consientes de esta situación, eso no nos eximía de que, durante el trabajo de campo, las personas recordaran y relataran eventos asociados a violencia de género por parte de sus parejas, secuestros, extorsiones, y otras personales y familiares que las hacían llegar al llanto.

Comentarios finales

En este artículo reflexionamos sobre las consideraciones éticas y metodológicas involucradas en la investigación de campo colaborativa entre poblaciones vulnerables, en contextos de movilidad. Nuestro proyecto destaca la relevancia de la adaptabilidad y la capacidad de respuesta durante el desarrollo investigación. A lo largo del proceso de trabajo de campo, enfrentamos circunstancias variables y cambiantes vinculadas a las políticas de frontera y COVID-19, a los flujos migratorios de llegadas y salidas de migrantes. Nuestro diseño de investigación experimentó cambios continuos, introducimos adaptaciones metodológicas que nos desafiaron a desarrollar reflexivamente prácticas de investigación que respondieran con sensibilidad a las vulnerabilidades que experimentan los migrantes, en medio de las lógicas propias del fenómeno de la migración.

Los ajustes en las circunstancias y en el plan de investigación produjeron resultados inesperados. Descubrimos que los migrantes poseen una mayor capacidad de movilidad de la que esperábamos inicialmente, a pesar de las estrictas políticas fronterizas de contención bajo el COVID-19 y los esfuerzos para obligar a los migrantes solicitantes de asilo a permanecer en México. Como se ha mencionado, la planeación de las actividades de campo se vinculaba con espacios de participación ofrecidos por las organizaciones. Sin embargo, en repetidas ocasiones fue necesario ajustar la agenda de trabajo producto de la movilidad de las y los migrantes. Pese a la intención inicial de nuestra investigación de centrarse en la inclusión social en Tijuana de los residentes a largo plazo, ampliamos el estudio para incluir a residentes de corto plazo, así como nuestro enfoque a experiencias en todo México, incluyendo un panorama más completo de los viajes de los migrantes.

Estas movilidades son producto de la acumulación de vulnerabilidades, incluidas experiencias previas de violencia y trauma que nos exigieron ser reflexivos colectivamente sobre cómo abordamos y entrevistamos a dicha población. También adaptamos nuestros métodos y objetivos de estudio en relación con los protocolos relacionados con COVID -19 y la necesidad de llegar a los migrantes de manera virtual y en lugares físicos, principalmente centros de atención a migrantes. Como resultado, adquirimos enriquecedoras historias de transitoriedad de los migrantes.

Los hallazgos de esta investigación resultan igualmente válidos, al representar la movilidad de las personas, incluso en un momento histórico-político marcado por serios esfuerzos estatales para contener a los migrantes en una región fronteriza de México. A la par, representa –y nos enseña– importantes lecciones sobre las formas en que la investigación de la movilidad humana altera el potencial de los planes de investigación estáticos y planificados. Contrario a ello, evidencia que requieren adaptabilidad y flexibilidad al momento de ejecutar en campo. Estas lecciones aprendidas nos impulsan a cuestionar las presunciones convencionales de realizar investigaciones esquemáticas en contextos humanos, reflexionando que, si un estudio es calificado como objetivo, sistemático o válido, los investigadores nunca deben liberarse de un seguimiento estricto de diseños de estudio estáticos y predeterminados. Además, trabajar en entornos colaborativos y verse obligado a incorporar múltiples estrategias y modalidades (en línea, presencial o una hibridación de ambos) invita a la adaptación y ajustes que pueden ser productivos de maneras inesperadas.

Esta experiencia de trabajo de campo también nos llevó a cuestionar qué tan manifiesto es, en los resultados de las investigaciones, el trabajo colaborativo y la participación de distintos actores para la construcción del conocimiento. La presencia diversa de asistentes de investigación, becarios y estudiantes influye en las características de la investigación y, por tanto, resulta relevante profundizar en la función y la posición desde la cual se desarrollan los estudios cualitativos. En esta línea, apunta a ampliar el diálogo sobre la forma en la que construimos conocimientos, invita a ser transparente y reflexivos para entender los hallazgos, y a contar con espacios de reflexión sobre los dilemas éticos que surgen a partir de la puesta en marcha de una investigación colaborativa.

Material suplementario
Referencias
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Notas
Notas
1 El equipo de entrevistas se conformó por una profesora investigadora de México, un pro-fesor investigador de los Estados Unidos, dos estudiantes de licenciatura próximos a termi-nar su formación y una estudiante doctoral.
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