ARCHIVOS
El EZLN, retoño de la esperanza : presentación del Archivo

Recepción: 18 Abril 2024
Aprobación: 17 Mayo 2024
Hace treinta años un hito histórico conmovió al mundo desde el corazón del “México profundo” (Bonfil, 1990): el levantamiento zapatista. Cuando el neoliberalismo clausuraba el horizonte y la decepción campeaba, los pueblos indígenas de Chiapas tomaron las armas y alzaron sus voces pública y notoriamente para salir del olvido, el silencio, la negación y la humillación histórica, denunciar su dolorosa realidad, exigir sus derechos y disputar los sentidos de la vida. La esperanza retoñó desde las selvas, montañas y cañadas del sureste, desde abajo y desde otra izquierda sin interés en la toma del poder político para conducir la sociedad desde las instituciones del Estado. Floreció con esa infinitud ungida por el coraje de denunciar las injusticias históricas y las desigualdades sociales, así como de reivindicar la posibilidad de otro mundo nuevo y mejor, un mundo donde cupieran y se abrazaran mundos en resistencia.
La palabra de los zapatistas ha sido un arma encarnada en la lucha liberadora, en sus prácticas emancipatorias y sus vindicaciones de democracia, libertad y justicia. El liderazgo del movimiento ha expresado sus pensamientos, ideología y propuestas de cambio a través de declaraciones, comunicados y mensajes, al tiempo que ha denunciado la siniestra guerra de contrainsurgencia de los “malos gobiernos” que simulan la paz, pero estrechan los espacios de maniobra de modos de existencia alternativos. Se trata de un legado extraordinario, revelador e inspirador para otros movimientos sociales y diversas personas, que destacan las emblemáticas seis Declaraciones de la Selva Lacandona, entre 1994 y 2005. Desde la icónica frase “¡YA BASTA!”, de la declaración de guerra de enero de 1994, hasta “la palabra sencilla” de junio de 2005 hay un ciclo abierto de resignificación de la lucha social en defensa de la vida, la dignidad, la alegría, la esperanza y la humanidad. La rebeldía ha continuado con la potente Declaración… por la vida, por su defensa (enero, 2021). La dimensión espaciotemporal abierta como alternativa de aceleración del cambio social, frente al silenciamiento, la invisibilidad y los arbitrios de poder, reconfiguró la zona del ser, estar, sentir, pensar y hacer en la pródiga historia con rostro, palabra y corazón de “los hijos de la larga noche”. Los calendarios fueron sacudidos al evocarse la reconfiguración de la sociedad y estriarse nuestra época como la tierra con las huellas de las hormigas.
Las palabras compartidas en las Declaraciones tienen un carácter fundacional al indicar las demandas políticas del movimiento, la actualización de sus tácticas, la reafirmación de los objetivos estratégicos, la humanidad de sus contradicciones, las dinámicas de la institucionalización, los retos intergeneracionales, los recursos de interpelación de la opinión pública y los mecanismos de movilización de la sociedad civil (inter)nacional en una especie de “guerra de posiciones” que permitiera su reconstrucción. De ahí el tejido audaz de conexiones y redes de lucha y solidaridad a través de convocatorias para, por ejemplo: la Convención Nacional Democrática, el Movimiento para la Liberación Nacional, el Foro Nacional Indígena, el Frente Zapatista de Liberación Nacional, la Consulta Nacional sobre la Iniciativa de Ley Indígena, las Marchas a la Ciudad de México (1997) y por la dignidad indígena (2001) y la Campaña Nacional para la construcción de otra forma de hacer política. Al testimoniar su caminar, comparten un proceso histórico abierto, vivo e intenso bajo el compromiso de luchar por la memoria y la vida sin dejar morir “la flor de la palabra”, porque “Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos” (EZLN, 1996).
El programa de lucha zapatista articuló al inicio once puntos: vivienda, tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, justicia, independencia, libertad, democracia y paz. Estos se ampliaron a la lucha por la información y la cultura, la autonomía y la territorialidad, la dignidad y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas. La larga pelea anticolonialista devino en anticapitalista y antipatriarcal, contra la “no-casa” de dolor, miseria, muerte y angustia que representa la globalización neoliberal; una lucha por la preservación de la vida y por la humanidad convocada desde un lugar de enunciación mitificado –“la selva Lacandona” y “las montañas del sureste” –, otra forma de ejercicio del poder con autoridad moral –bajo las máximas de “mandar obedeciendo” y “caminar preguntando”–, figuras emblemáticas con legitimidades propias –personas con pasamontañas, milicias, subcomandancias, capitanías, juntas–, y claros principios políticos de la acción colectiva –“servir y no servirse”, “construir y no destruir”, “representar y no suplantar”, “convencer y no vencer”, “obedecer y no mandar”, “bajar y no subir”, “proponer y no imponer”– para el bien común: “Para todos todo, nada para nosotros” (EZLN, 1996).
La experiencia cotidiana de construcción de condiciones dignas de vida desde las autonomías zapatistas inauguró otro horizonte de existencia con un nuevo lenguaje, una poética sincera, profundos sentimientos y reflexiones sobre temas de interés común. Asimismo, con la estética terrena de una praxis política sensible a la creación artística como se mostró en los Festivales CompArte por la humanidad, por la vida y la libertad (2016, 2017 y 2018) y otros muchos eventos, encuentros y celebraciones para compartir el arte con alegría. Incluso, para participar de otra ética política de los vínculos entre las personas, la vida comunitaria y las relaciones con los territorios, mientras se ensayan formas complementarias de organización social, de producción, creación y circulación de conocimientos y buenas prácticas. En sus formas socio-artísticas hay claves profundas de una ontología y una epistemología con comprensiones de la vida más allá de los dolores de la tierra, y de los fundamentos geontológicos del poder que intoxica la vida (Povinelli, 2016). Como “cultores de la esperanza” y “guardianes de las semillas” comparten el decir de su corazón, apostando por proyectos de vida para reconstruir su propia historia.
Tramas y Redes presenta en su sección Archivos las dos primeras Declaraciones de la Selva de 1994 para dialogar sobre la significación histórica del zapatismo y, tras la fase de confrontación de doce días, su transformación en una organización estratégica en las luchas altermundistas. Reconocidos colegas que miran crítica, empática y respetuosamente el quehacer sociopolítico del zapatismo discuten esa hondura. Sus contribuciones aportan al archivo lecturas sobre el arte de la política y de la vida zapatistas yendo más allá del material acumulado.
El primer texto está pergeñado por Xochitl Leyva Solano, Jorge Alonso Sánchez Leyva y Carlos Alonso Reynoso, que dan hondura al contexto sociohistórico y la actualidad de las Declaraciones a partir de un diálogo intergeneracional que cruza miradas con lecturas sobre aquel 1994 tras 30 años de vida pública del EZLN.
En el segundo trabajo, Lia Pinheiro Barbosa y Peter Rosset analizan la emergencia de la teoría sociopolítica crítica, “de la Selva”, encarnada en la praxis y la reflexión zapatistas. Proponen a luchadores y teóricos inspirarse y aprender de esa teoría social y política que destaca la capacidad creativa, pedagógica y de resistencia del zapatismo para, a partir de una ontología y epistemología propias, elaborar una teoría del Estado capitalista y del poder al tiempo que afirmar al indígena como un sujeto histórico-político protagónico de otro paradigma alternativo y revolucionario.
Mientras que, en el tercer artículo, Lola Cubells Aguilar y Azael Rangel López muestran la manera de narrar la lucha zapatista desde los ejes anticolonial, antipatriarcal y anticapitalista. Para enfatizar en la poética zapatista de sus cuentos, nos presentan los diferentes personajes utilizados por el Subcomandante Marcos dando pistas sobre la construcción de epistemologías otras y, también, el estilo de liderazgo del movimiento.
Con estas tres donaciones se podrá advertir cómo el zapatismo es, ante todo, una experiencia humana conmovedora por la disimetría de las fuerzas a las que se opone, por la creatividad de su apuesta revolucionaria desde abajo y a la izquierda, y por la comprensión aguda de las fisuras de la sociedad nacional mexicana y los dilemas civilizatorios del capitalismo contemporáneo, de sus urgencias y miserias, sin resignación ni conformismo. Sin duda, abrir este espacio para compartir cómo han florecido en palabras y hechos sus luchas por la vida, el territorio y el reconocimiento de sus derechos, y poner en el centro de atención la significación histórica de su sentipensar y actuar, es reconocer la luz de la estrella de la resistencia de “los más primeros en estas tierras”, es aprender de la pedagogía de los zapatistas y es un acto de reconocimiento y justicia epistémica que muestra cómo la realidad no puede ser agotada por las lógicas dominantes del capitalismo.
Alain Basail Rodríguez: es sociólogo, doctor por la Universidad de La Habana y la Universidad del País Vasco. Miembro del Cuerpo Académico Estudios Críticos en Comunicación, Política y Cultura que desarrolla la línea de investigación Geoculturas, Mediaciones y Agencias en el CESMECA-UNICACH. También es integrante del Grupo de Trabajo de CLACSO “Cuerpos, territorios, resistencias” (CUTER).