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Estrategias de resistencia de mujeres : conflicto armado colombiano, violencias de género y organizaciones de víctimas
Estratégias de resistência de mulheres: conflito armado colombiano, violências de gênero e organizações de vítimas
Women strategies of resistance: Colombian armed conflict, gender violence and victims’ organizations
Revista Tramas y Redes, núm. 7, pp. 59-76, 2024
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

DOSSIER


Recepción: 21 Junio 2024

Aprobación: 25 Noviembre 2024

DOI: https://doi.org/10.54871/cl4c70af

Resumen: El conflicto armado colombiano produjo diversas formas de violencia contra las mujeres. Sin embargo, es importante observar la emergencia de múltiples expresiones en las acciones desarrolladas por ella, como formas y estrategias de resistencia. El objetivo de este artículo es presentar los resultados de una investigación realizada con cinco organizaciones de mujeres víctimas del conflicto armado. Se aborda el protagonismo de sus integrantes en el desarrollo de estrategias de resistencia frente a su condición de víctimas, en un contexto de desplazamiento forzado y numerosas dificultades para reorganizar sus vidas.

Palabras clave: conflicto armado, violencia de género, resistencia, mujeres.

Resumo: O conflito armado colombiano produziu diversas formas de violência contra as mulheres. Entretanto, é importante observar a emergência de múltiplas expressões nas ações desenvolvidas por elas, como formas e estratégias de resistência. O objetivo do artigo é apresentar os resultados de uma pesquisa realizada com cinco organizações de mulheres de vítimas do conflito armado. Aborda-se o protagonismo de suas integrantes no desenvolvimento de estratégias de resistência ante sua condição de vítima, em um contexto de deslocamento forcado e numerosas dificuldades para reorganizar suas vidas.

Palavras-chave: conflito armado, violência de gênero, resistência, mulheres.

Abstract: The Colombian armed conflict produced various forms of violence against women. However, it is important to observe the emergence of multiple expressions in the actions carried out by them, such as forms and strategies of resistance. The objective of this article is to present the results of a research carried out with five organizations of women victims of the armed conflict. The role of its members in the development of resistance strategies against their condition as victims is addressed, in a context of forced displacement and numerous difficulties in reorganizing their lives.

Keywords: armed conflict, gender violence, resistance, women.

Introducción

El conflicto armado interno colombiano ha durado más de cinco décadas revelando las disputas por proyectos societarios completamente opuestos y la complejidad que un escenario de guerra puede generar, donde no hay límites para los hechos violentos y para la barbarie. Es amplía la bibliografía respecto a los hechos victimizantes que han asolado a la población, especialmente en el campo. Colombia ocupa uno de los primeros lugares en el ranking de población desplazada a causa del conflicto (CNMH, 2013; Comisión de la Verdad, 2022).

En el país, se ha reconocido la desproporcionalidad de los hechos de violencia contra las mujeres en el contexto del conflicto: desplazamiento forzado, violación sexual, tortura, amenazas, hostigamientos, prostitución forzada, embarazo y aborto forzados, servidumbre forzada para labores domésticas, reclutamiento forzado de familiares, pérdida de familiares por asesinato y/o desaparición forzada y feminicidio (Meertens, 2019; Comisión de la Verdad, 2022).

Estas formas de violencia experimentadas por las víctimas del conflicto armado en Colombia deben dar lugar para hablar sobre la resistencia. Hay numerosas organizaciones de mujeres provenientes de diferentes sectores sociales, que se unieron para construir proyectos en un contexto adverso de violencia y barbarie, de pobreza y exclusión. Estas acciones colectivas se consideran resistencia por múltiples factores: tratase de proyectos que se construyeron haciendo resistencia a las dificultades emergentes de los traumas de haber vivido la guerra, las dificultades cotidianas del contexto del desplazamiento forzado, en cotidianidades que para nada facilitan o promueven el movilizarse y el accionar colectivo (Codacop et al., 2005; Ruta Pacífica de las mujeres, 2005; Villareal y Río, 2006; Villareal, 2007; Grupo de Memoria Histórica, 2009; 2011; Magallón, 2012; Granados, 2012; González, 2012; ONU Mujeres, 2013; Ramírez, 2015; Lancheros, 2016).

Las mujeres, ellas bien lo saben, en medio a una coyuntura adversa, lo que hicieron cotidianamente fue resistir. Esta comprensión se torna posible a partir de algunos estudios que transcienden el análisis de la resistencia como una búsqueda de transformación a las estructuras de poder tratando lo demás, lo cotidiano como puro activismo, resiliencia o afrontamiento. Esta otra perspectiva sobre la resistencia reconoce la potencia organizadora y estratégica de las organizaciones de mujeres (Pérez, 2008; Martínez, 2008; Bartra, 2010; Enríquez, 2010).

A la luz de la relación entre violencia y resistencia, este artículo presenta las experiencias de resistencia de cinco grupos de mujeres en Colombia, conformados por víctimas del conflicto armado que se organizaron en el marco del desplazamiento forzado.

Los grupos partícipes de la investigación fueron: Liga de Mujeres Afro (Soacha, Cundinamarca); Narrar para Vivir (San Juan Nepomuceno, Bolívar); Renacer Mujeres emprendedoras (Tuluá, Valle del Cauca), Tejedores de Memoria del Sucre (Sincelejo, Sucre) y Madres por la vida/Red de Mariposas (Buenaventura, Valle del Cauca). No obstante, que cada una de estas colectividades pertenece a una región diferente del país y que se reconocen las diversas experiencias generadas por las diferencias socio territoriales, fue posible encontrar elementos comunes frente a la trayectoria de conformación y en las acciones construidas para resistir y reconstruir a sus vidas.

La importancia del tema reside en que “en el país existen más publicaciones e investigaciones sobre violencia que sobre estrategias y experiencias que busquen alternativas a esta forma relacional. Mucha de la literatura existente sobre la resistencia en los últimos años se ha construido desde perspectivas urbanas y ‘neutras’ en cuanto a relaciones de género” (Villareal y Ríos, 2006). Se ha ampliado el debate en la última década, al crecer la apuesta por hablar de resistencia y experiencias que aportan a la construcción de la paz y la no violencia. Asimismo, se considera ponderar los límites de la resistencia ante lo que es el papel del Estado y puede recaer en la vida de estas mujeres cuyos derechos fueron profundamente violados. Es así, con pequeñas nuevas pistas, que se espera contribuir al inmenso trabajo construido década tras década sobre el tema en el país.

La experiencia de las mujeres: su trasegar define la resistencia

Se acogen los aprendizajes de la historiadora Joan Scott sobre la categoría experiencia como necesaria para indagar sobre las acciones colectivas: “La experiencia es al mismo tiempo siempre una interpretación y esta necesita de interpretación. El que cuenta como experiencia no es ni autoevidente ni directo: es siempre conflictivo, siempre, por lo tanto, político” (Scott, 1999, s./p.).

Para comprender y dar lugar a las acciones realizadas por las organizaciones de mujeres, se tomó la experiencia como sustento del saber, como punto de partida y análisis para el punto de llegada. Cómo plantea Dumais (1990), la categoría “experiencia de las mujeres” es inquietante al recoger numerosas y hasta abstractas dimensiones, sin duda, define una forma de enraizamiento para posicionarlas como sujetos históricos cuyas prácticas sociales importan y construyen la realidad social. Se realiza un ejercicio que “articula la importancia de la experiencia de un grupo, de un tipo distintivo de conciencia colectiva, que puede ser alcanzada a través de las luchas del grupo por obtener el tipo de conocimiento que necesitan para sus proyectos” (Harding, 2010, p. 59).

En esta investigación, la experiencia de las mujeres se definió como aquella que revela una “fuerza de creación, de poderío, su esperanza vital de romper y levantar los obstáculos” (Dumais, 1990, s./p.). Es justamente al observar esta experiencia colectiva, situada y a la vez recurrente entre algunas organizaciones de mujeres, que se juntaron para enfrentar las numerosas consecuencias que el conflicto armado trajo a sus vidas, que reside la proposición de estrategias de resistencia a partir de una noción proactiva, constituidas por las acciones colectivas cotidianas, no necesariamente de oposición al sistema sino al contexto.

Plantear que las mujeres víctimas del conflicto armado colombiano diseñan y desarrollan estrategias de resistencia supone reconocer su protagonismo y su autonomía afrontando el silencio y la invisibilidad histórica que tales prácticas tienden a sufrir. Es cierto que, la resistencia, en general, es asociada a procesos colectivos que buscan la transformación social (Vega, 2022).

De otro lado, la epistemología feminista justamente lo que permite es analizar los fenómenos desde otras miradas que no sean dicotómicas, por ejemplo, entre lo público y lo privado, lo personal y lo colectivo. Las Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo, han construido estrategia de resistencia al rondar, al llorar no en la casa sino en la calle, que han “sustituido el espacio privado de socialización del dolor por el espacio público de ejercicio de la beligerancia y exigencia de justicia más allá del derecho” (Martínez, 2008, p.88).

Así, las estrategias de resistencia de las mujeres constituyen un accionar que tiene en cuenta y aprovecha las oportunidades favorables (Enríquez, 2010). Son ejercicios que quieren “dar lugar a una experiencia otra” (Martínez, 2008, p. 88), mediante múltiples y distintas formas de accionar. Esto permite comprender otras “formas de hacer política por parte de las mujeres, formas sui generis de organización y de lucha, como las acciones de barrio y que, desde la vida cotidiana, sean consideradas” (Bartra, 2010, p. 75).

Es así, a partir del reconocimiento de nuevas formas de resistir, que se definieron como “estrategias de resistencia” las acciones en torno a: i. el reconocimiento de vivencias y problemáticas comunes; ii. la construcción y el desarrollo de acciones colectivas internas; iii. la construcción y el desarrollo de acciones colectivas externas; y, iv. las actividades colectivas para generar recursos económicos.

Metodología de la investigación: la ruta y los caminos recorridos

El presente artículo toma como referencia la epistemología feminista para abordar las categorías de experiencia de las mujeres y estrategias de resistencia desde la realidad del conflicto armado colombiano. Aquí la producción de conocimiento en el campo del saber científico (reconociendo que hay múltiples otros saberes) se realiza desde las experiencias de las mujeres como elemento fundamental en la determinación de los asuntos a investigar y de la forma en la que estos procesos se llevan a cabo (Gargallo, 2008) donde se debe considerar al menos la desconstrucción de las jerarquías patriarcales donde lo vivido por las mujeres históricamente es silenciado y no tiene valor (Bartra, 2010).

La investigación desarrolló una metodología cualitativa de enfoque exploratorio donde el contacto con los grupos se dio por medio de lo que se ha llamado bola de nieve, cuando un sujeto te conduce a otro, conformando el universo de participantes. De este modo, se establecieron conversaciones con las mujeres, por medio de entrevistas individuales y grupales. Estos nombres son revelados porque las mujeres compartieron el deseo de que sus organizaciones fueran conocidas.

La información fue sistematizada reuniendo las distintas voces de las fundadoras e integrantes de los cinco grupos partícipes, totalizando treinta y dos mujeres. Los ejes centrales de análisis fueron: (i) el análisis documental sobre el conflicto armado colombiano, la violencia contra las mujeres en el contexto de este conflicto y las estrategias de resistencia desarrolladas por las mujeres; y, (ii) el análisis de la información de campo: historia de conformación del grupo, principales acciones y dificultades de cada grupo.

Analizar historias de protagonismo de las mujeres colombianas frente a la violencia de las múltiples guerras, tiene la intencionalidad de reconocer las connotaciones políticas de sus prácticas colectivas y proporcionar el conocimiento de un fenómeno a quienes “no fueron testigos de la injusticia pero que tienen el derecho de horrorizarse, de escandalizarse, de encolerizarse y de integrarse al reclamo de justicia” (Martínez, 2008, p. 83).

Resultados: estrategias de resistencia, encuentros y acciones cotidianas

Estrategias de resistencia y sus dimensiones de acción

Los resultados de las entrevistas demostraron que las experiencias de las cinco organizaciones de mujeres víctimas del conflicto armado expresan diferentes dimensiones de la resistencia y van desde la creación misma del espacio, hasta su funcionamiento cotidiano y las diversas formas de participación de las integrantes. En tal sentido, fueron cuatro los campos de acción considerados como estrategias de resistencia, a la luz de esta investigación: (i) el reconocimiento de vivencias y problemáticas comunes; (ii) la construcción y desarrollo de acciones colectivas internas; (iii) la construcción y desarrollo de acciones colectivas externas y (iv) las actividades colectivas para generar recursos económicos.

Cuadro 1
Estrategias de resistencia construidas por cinco organizaciones de mujeres víctimas del conflicto armado colombiano

Fuente: Elaboración propia (2022).

(i) El reconocimiento de vivencias y problemáticas comunes: la constitución de los cinco grupos se dio a partir de la sensibilidad producida por el reconocimiento de vivencias y problemáticas de vida en común, encontrando en la condición de desplazamiento forzado el primer elemento de identificación. Así mismo, los encuentros y el diálogo establecidos van dando lugar a la identificación de otras experiencias compartidas como los hechos victimizantes sufridos en el marco del conflicto.

El dolor nos hizo juntar. A raíz del caso que nos pasó nos juntamos. El dolor es el mismo, es igual. Tenemos la misma causa (Grupo Tejedoras de Memoria Sucre).

De Madres por la Vida sale Red de Mariposas. El nombre surge al escuchar una historia de una de las mujeres víctimas: como todos y cada uno de esos dolores eran tan fuertes y tan tristes, que uno se escapaba en el momento que describían las lágrimas […] le dije: ¿y cómo quieres que yo le llame a tu historia? “mariposa de alas rotas”, cuando ella me dijo así, yo sentí que se me clavaba un puñal y me ahogaba. […]. pero hubo críticas a través de las mismas mujeres que cómo iba a ser de alas rotas, que no sé qué… […]. Pero cómo ella se vuelve a reponer de nuevo […] Dijimos: “Mariposas de alas renovadas construyendo futuro” (Grupo Madres por la Vida).

Llama la atención que el tiempo compartido y las acciones del grupo van a posibilitar el reconocimiento de otras formas de violencias sufridas en el cotidiano: las violencias de género especialmente en el marco de las relaciones de pareja.

Participan jovencitas como ella y ellas, pero lo que nos toca con ellas es buscar la forma de que se motiven, que ellas sean unas personas que no se queden viviendo debajo de nadie, que sientan motivación por aprender y aprender a defenderse (Grupo Liga de Mujeres Afro).

Como ahorita estamos viendo mucha violencia contra las mujeres, que las están maltratando y las están matando. Nos reunimos para ver todo eso (Grupo Renacer Mujeres Emprendedoras).

(ii) La construcción de acciones colectivas internas: cada grupo construyó unas dinámicas de funcionamiento y eligió unas estrategias de trabajo frente a las necesidades e intereses de sus integrantes. La pauta común en estas colectividades fue el desarrollo de herramientas que faciliten atravesar el duelo y permitan alcanzar la sanación, al tiempo en que las lideresas van participando de espacios más amplios de formación, en contacto con una serie de actores institucionales. Esta dinámica se replica en el grupo, al conformarse subcomités de aprendizaje, especialmente, en temas de derechos y asuntos de género.

El Grupo Narrar para Vivir es una referencia nacional e internacional frente a la estrategia psicosocial desarrollada por las propias fundadoras, sin embargo, todos los otros grupos, a su modo, aportan al tema de la elaboración del duelo y la sanación. Es posible afirmar que las estrategias de resistencia de los grupos en el campo de las acciones colectivas internas se presentan en: a) acciones para la elaboración del duelo y para la sanación; y b) acciones de autoformación.

a) Elaboración del duelo y la sanación: para afrontar los dolores y traumas de lo vivido en la guerra, los grupos suelen construir espacios de diálogo entre las integrantes. Estos se caracterizan por la escucha receptiva y, a su modo, desde la propia intuición y experiencia creativa, el desarrollo de ejercicios sanadores y de dignificación.

Las tejedoras empezamos, no tanto porque tejamos, sino porque estamos tejiendo memoria de nuestros hijos. Estamos luchando, tejiendo, haciendo de las redes, buscando la verdad de nuestros familiares y que eso no se pase por alto (…) Ahí nos congregamos y unas a las otras nos agarramos, nos soltamos, antes llorábamos, nos poníamos tristes y de un momento a otro ya las capacitaciones, la charla, la confianza (Grupo Tejedoras de Memoria del Sucre).

Hay que narrar para poder seguir viviendo. Algunas mujeres no saben leer ni escribir entonces ellas ahí dibujan el burrito o dibujan una flor y a través de dibujos narran también. No necesariamente tiene que ser escrito. También es importante que dibujemos nuestros cuerpos y nos dibujemos en los cuerpos los dolores y las cicatrices […] Porque de pronto no lo expresan, pero hay patrones de conductas que nos indican eso (Grupo Narrar para Vivir).

b) Autoformación: con el objeto de superar los hechos dolorosos que marcaron sus vidas, evitar que se repitan y poner en práctica lo aprendido, estas colectividades replican los conocimientos que adquieren a través de la experiencia misma o del intercambio con las diferentes organizaciones e instituciones.

Nos reunimos para dar las explicaciones, por ejemplo, de que hay personas en estos momentos de la ley 1448 (sic), acerca de nuestros derechos como víctimas. Por ejemplo, ella como víctima no sabe que nosotros tenemos derecho a cinco prioridades (Grupo Liga de Mujeres Afro).

También nos formamos, miramos qué actividades tenemos para hacer, lo que planeamos y planteamos ahí las incidencias que vamos a hacer (Grupo Tejedoras de Memoria del Sucre).

(iii) La construcción de acciones colectivas externas: las experiencias de los cinco grupos revelaron que los encuentros entre las mujeres no se reducen a su cotidianidad o a intercambios sobre sus vidas privadas, sino que todos tienen incidencia en la discusión pública de cada uno de sus territorios.

Al respecto, se observaron dos dimensiones de las acciones públicas: a) la participación política para la incidencia desde las organizaciones comunitarias o en las mesas de políticas públicas. De hecho, muchas de las lideresas son coordinadoras en el Programa Familias en Acción; y, b) las acciones colectivas para la construcción de memoria, sensibilización y visibilización sobre los hechos victimizantes. Aquí también se ha encontrado que estas lideresas abordan el problema de la violencia de género contra las mujeres desde su identidad como víctimas del conflicto armado.

  • La participación política para la incidencia desde las organizaciones comunitarias o en las mesas de políticas públicas.

    Yo hago parte de la Mesa de Víctimas del municipio, departamental y mantengo orientando a muchas víctimas que llegan aquí y no saben a dónde dirigirse, en especial, a la población afro (Grupo Liga de Mujeres Afro).

    Nos encontramos y de ahí, nos permite avanzar también en el Consejo Comunitario (Grupo Madres por la vida/Red de Mariposas).

  • Las acciones colectivas para la construcción de memoria, sensibilización y visibilización sobre los hechos victimizantes.

    Nosotras causamos un impacto en la gente porque en esos plantones tenemos un mapa de la memoria histórica. Ese mapa lo ponemos en el centro […] En esos plantones hacemos un acto simbólico en conmemoración de todas las víctimas y ese mapa tiene una estructura donde las mujeres conservamos las fotos de nuestros seres queridos, desaparecidos y de todos los hechos importantes ocurridos en medio del conflicto armado. Usamos las velas, usamos las flores, hacemos un acto simbólico (Grupo Narrar para Vivir).

    En los cinco primeros días del mes, hacemos un plantón en la iglesia. Siempre. Ponemos toda la galería, todas las fotos de nuestros familiares desaparecidos (…) En el parque central de aquí enfrente a la iglesia […] hacemos ahí y a la gente le llama la atención. Llevamos camisetas y las fotos las ponemos todas en la galería ahí y un pendón donde tenemos todo plasmado como tejido, las formas como se desaparecieron los hijos, dónde, las fechas, de casi todos (Grupo Tejedoras de Memoria del Sucre).

iv) Las actividades colectivas para generar recursos económicos: si bien el conflicto armado ha asolado a los grupos históricamente más vulnerables de la población colombiana, es fundamental reconocer que la situación de miseria o más pobreza se da en el marco del desplazamiento forzado. Las mujeres en condición de desplazamiento terminan viviendo en situaciones mucho más precarias de las que vivían en sus territorios de origen.

Así, la falta de recursos económicos y la lucha diaria por subsistir pasan de ser problemas individuales, a ser elementos que configuran la identidad y existencia de los grupos. En este sentido, se consideran estrategias de resistencia las actividades para generar recursos económicos porque se han identificado acciones colectivas que priorizan a todas las integrantes del grupo. Desde a) participación en obras de teatros con fines de sensibilización y generación de recursos; b) la formación y capacitación; y, c) el desarrollo de proyectos productivos.

El grupo Renacer Mujeres Emprendedoras es un grupo cuyo principal objetivo es generar autonomía económica para las mujeres en condición de desplazamiento forzado. Aunque este no es el objetivo central de las demás agrupaciones, todas construyeron acciones colectivas para la generación de recursos económicos, para el mantenimiento del grupo y para el apoyo a sus integrantes.

Es un proyecto con la gobernación de ganado, de ganadería. Estamos ya casi dando punticos en la cocada, como digo yo. Esperar a ver que nos salga todo bien y empezar a emprender y empezar a mirar todo el esfuerzo que hemos hecho aquí en Narrar (Grupo Narrar para Vivir).

Estamos tejiendo memoria de nuestros hijos (…) algunas venden las mochilas (Grupo Tejedoras de Memoria del Sucre).

Es importante reconocer que estas organizaciones no necesariamente tienen la centralidad de su discurso público el tema de la resistencia. En su diario vivir, su agenda está concentrada en los puntos plasmados anteriormente, identificados en el marco de la investigación a partir de los cuatro elementos organizadores. Sin embargo, al ser indagadas sobre la noción de resistencia, tenían claridad sobre la potencia de su organización, sus acciones y su horizonte.

Las nociones conferidas a la resistencia

Las entrevistas realizadas en cada encuentro con las organizaciones de mujeres terminaron siempre con el cuestionamiento sobre qué era para ellas la resistencia. La propuesta consistía en garantizar un significado propio conferido por los sujetos de la investigación sobre el objeto en cuestión. Las respuestas a esta indagación no fueron extensas, tampoco muy elaboradas, sin embargo, llamó la atención el hecho de que las mujeres partícipes suspiraban y cambiaban el tono de voz y el ánimo, con un aire de esperanza al responder a la pregunta. Así lo contestaron:

La resistencia es lo que estamos haciendo nosotras ahora (Grupo Madres por la Vida).

La resistencia es como lo que estamos haciendo aquí […] Pues a raíz de nuestra resistencia es que estamos aquí en estos momentos y seguiremos dando […]caer y levantarse otra vez. Caer y levantarse (Grupo Liga de Mujeres Afro).

Aquí hemos estado, aquí nos vamos a quedar, de aquí no nos vamos a ir y vamos a luchar para que eso que nos pasa, no pase a nosotras ni a otras compañeras (Grupo Red de Mariposas).

Para mí la resistencia es estar unidas. Ha sido una marcha de resistencia que hemos tenido nosotras en este ámbito. La resistencia es esto que nosotras tenemos. Resistir son las ganas de seguir viviendo (…) la resistencia significa seguir viviendo (…) significa la estabilidad de vida de uno, porque si uno no tiene estabilidad a uno no le dan ganas de seguir resistiendo (Grupo Narrar para Vivir)

Aunque el contenido es sintético para ser analizado, vale la pena presentar de cada grupo el reconocimiento de lo que hacen como resistencia, el valor del encuentro y el compromiso con la transformación de la realidad. Estos puntos toman sentido al desear que lo sufrido no sea experimentado por nadie más, dado que las organizaciones se conforman por la vivencia común de los hechos victimizantes.

Discusión: resistir como mujeres organizadas en medio a la adversidad

Es válido afirmar que los cinco grupos de mujeres partícipes de la investigación han construido resistencia cotidiana frente al dolor de lo vivido y a las dificultades simbólicas y materiales derivadas de su situación como mujeres desplazadas. Eso afirmado por la perspectiva que reconoce en la resistencia una pluralidad entre el cotidiano y las estructuras sociohistóricas más amplías. La resistencia es “la fuerza del acontecer cotidiano para hacer frente a las situaciones límite; construye de modo persistente las alternativas para denunciar los abusos sistemáticos del ejercicio del poder; genera, así mismo, estrategias para sortear las arbitrariedades de una organización social desigual” (Villarreal, Ríos, 2006, p. 65).

La experiencia de las organizaciones de mujeres podría ser considerada afrontamiento o incluso resiliencia, sin embargo, cuando se realiza en medio de condiciones tan adversas y colectivamente, solo puede ser comprendida desde las prácticas de resistencia.

Desde la formulación misma de la investigación se ha propuesto hablar de resistencia. Los resultados del trabajo de campo han demostrado que sí, hay estrategias (en tanto son planeadas y proyectadas) de resistencia, porque:

  • en una sociedad individualista, donde se disputan no solo los hombres sino también las mujeres, propio de lo patriarcal y capitalista, encontrase y construir colectivamente es en sí mismo un acto de resistencia.

  • en un contexto en el que la paz política del país no se ha consolidado, desarrollar acciones para alcanzar una vida libre de violencia y trabajar en la construcción de “paz” es un acto de resistencia.

  • en una coyuntura adversa, de profundas y extremas desigualdades sociales, desarrollar esfuerzos para obtener medios de sobrevivencia para sí, la familia y la comunidad es hacer frente a la necro política estatal que encuentra en la raza y en el género fuertes elementos para exponer determinadas poblaciones a condiciones de extrema vulnerabilidad.

Todas esas estrategias, creadas de manera cotidiana y creativa por las mujeres tensionan y dan lugar a otras experiencias y alternativas a la violencia sufrida. Reconocer y valorar esas trayectorias singulares construidas a la luz de la invisibilidad pública, es uno de los pasos posibles y quizá necesarios en el largo proceso de construcción de paz.

Estos argumentos concuerdan con una investigación realizada en Antioquia que analizó las tensiones entre el control territorial y la violencia establecida, revelando como en un contexto adverso las mujeres no perdían su capacidad de construir resistencia. “Quienes en medio de la guerra han dado paso a formas más orgánicas y autonómicas de resistencia en la perspectiva de configurar un espacio desde el cual fuera posible garantizar su autodeterminación” (González, 2012, p. 119). Asimismo, de acuerdo con Zuluaga (2013), las mujeres víctimas del conflicto armado construyen resistencia cotidiana –en el campo, construyen prácticas ecológicas positivas y garantizan el derecho a la alimentación, no obstante, sean reconocidas apenas por el ejercicio de sus roles tradicionales de género. El énfasis en la comprensión se da justamente en la potencia de sus procesos organizativos que inciden sobre la cotidianidad a la vez que trastocan las desigualdades sociales y de género.

Otro aspecto llama la atención ante la potencia de la resistencia construida por estas mujeres: la articulación entre sus necesidades y la integralidad de las acciones. Todas las organizaciones abordan diversos aspectos de la vida de las mujeres. Si bien el tema central es la victimización en el marco del conflicto armado y la necesidad de tramar garantías de atención y reparación, es notorio cómo emerge el problema de la violencia de género cotidiana, es admirable cómo utilizan la necesidad económica para sensibilizar sobre las violencias.

Estas mujeres incorporaron tanto componentes simbólicos como materiales a su lucha cuando trabajan estrategias de elaboración del duelo y acciones para la generación de recursos económicos. El ejemplo más emblemático de eso, quizás, sean las obras de teatro, donde se presentan y transforman su rol de víctimas del conflicto armado, abordan la violencia de género cotidiana contra las mujeres y, al final, buscan que la obra genere algún tipo de recurso económico.

De otro lado, cabe destacar dos puntos clave al plantear las estrategias de resistencia desarrolladas:

  • La importancia de reconocer la ausencia del Estado, denunciarla, reivindicarla más allá de la presencia de la fuerza pública y no romantizar la fuerza y el protagonismo de estas mujeres (expresiones como “mujeres berracas”, “mujeres que sí rebuscan” o “mujeres echadas pal ante” pueden tener una connotación revictimizadora y poco contestataria ante el silencio y la omisión estatal. El dicho “hasta que la dignidad se haga costumbre” requiere urgentemente ser vivido en la cotidianidad de cada mujer, de cada organización. La resistencia no puede ser el instrumento que exige con tanta frecuencia esfuerzo para dar respuesta a los derechos vitales para la existencia digna.

  • En la misma dirección, el refuerzo de los roles de género puede ser sumamente desgastante y agotador, dado que las mujeres siguen siendo las responsables por la reproducción social de la vida, en otras palabras, por el trabajo doméstico no remunerado. Son las que asumen las tareas objetivas y subjetivas para tornar posible sus vidas, la de sus familias y la de sus compañeras. La Organización Madres por la Vida lleva en su nombre este sentido. Pero de igual forma, en todos los grupos emergieron voces sobre la responsabilidad familiar. Hablar de la resistencia de las mujeres no puede implicar aumentar sus cargas. Se ha observado que las mujeres llevan la responsabilidad sobre la vida de sus familias ahora en el nuevo territorio y, al encontrarse con otras, de alguna manera se responsabilizan por el grupo.

Consideraciones finales

En el escenario paradójico luego de 8 años de las firmas en el acuerdo de paz y, la permanencia del conflicto armado en el país se hace fundamental identificar y analizar las estrategias de resistencia desarrolladas por las organizaciones de mujeres víctimas, por ser precisamente ellas quienes sufrieron de manera desproporcional la violencia y sobrevivieron al conflicto armado con enormes dificultades y responsabilidades en construir su proceso de re-territorialización después del desplazamiento forzado.

Hablar de violencia implica hablar de resistencia. No se puede atribuir a las víctimas una pasividad o una identidad congelada, sino que hay que reivindicar la potencia de los sujetos en medio de contextos adversos. La investigación realizada ha dado cuenta de las experiencias de cinco grupos de mujeres víctimas del conflicto armado que construyeron acciones para resistir a la situación de desplazamiento forzado, especialmente frente al dolor de lo sufrido, a la necesidad de revindicar memoria y reparación y a las dificultades económicas diarias de la vida en el nuevo territorio.

Si bien cada experiencia es singular, fue posible encontrar unos hilos conductores que posibilitan el diálogo entre esas vivencias. Se ha encontrado manifestaciones de resistencia en la experiencia de Narrar para Vivir, Liga de Mujeres Afro, Tejedoras de Memoria del Sucre, Renacer Mujeres Emprendedoras y Madres por la vida/Red de mariposas porque hacen frente a una sociedad patriarcal y capitalista que privilegia la supervivencia individual y condena a las mujeres, sobre todo en el marco de un conflicto armado, a la soledad y al abandono estatal. Estas mujeres en cambio defienden a través de acciones cotidianas su derecho a vivir una vida libre de violencias y su anhelo de alcanzar y construir la paz; y se oponen a la necro política estatal que ha sumido en la extrema pobreza y desigualdad social a buena parte de la población por su género o racialización.

Estas consideraciones, implícita o explícitamente han hecho que estos grupos trabajen por: (i) el reconocimiento de vivencias y problemáticas comunes; (ii) la construcción y desarrollo de acciones colectivas internas; (iii) la construcción y desarrollo de acciones colectivas externas y (iv) la realización de actividades colectivas para generar recursos económicos.

Todo eso revela una fuerte capacidad de las mujeres de desarrollar estrategias en la adversidad, con una calidad integral que impresiona, porque las acciones no se fragmentan. Se observa que los grupos no se restringen a abordar la problemática del conflicto armado, sino que reconocen los temas inherentes a la vida cotidiana de ser mujer, marcada por una rígida socialización de género.

Es por esto que se afirma que las estrategias de resistencia de las mujeres organizadas a causa de la victimización del conflicto armado son las acciones colectivas realizadas en contextos adversos con finalidades comunes para vivir y dar lugar a nuevas realidades cotidianas. Se construyeron formas alternativas a la violencia y a la guerra para construir paz, y acciones disidentes del orden económico hegemónico, que tiende a la individualidad. Resistencia a los estereotipos tradicionales de género. Resistencia al derecho y al revés. Las mujeres fueron víctimas de múltiples hechos de violencia y constructoras de múltiples estrategias de resistencia.

Ante este amplio conjunto de estrategias analizadas emergen algunas preguntas: ¿son duraderas y sostenibles en el tiempo? ¿Podrían ser replicables para orientar la agenda de política pública en la construcción de paz? El alcance de la investigación ha mostrado diversas dificultades para el mantenimiento de las organizaciones, de un lado, asoladas por la precariedad económica y, de otro, por el contexto de violencia aún vivido en sus territorios. Esto conlleva a otra inquietud: ¿todo eso es responsabilidad de las mujeres? ¿Es tarea de las víctimas del conflicto solventar las necesidades económicas que, en buena parte, son producto de la guerra? ¿Cómo disminuir el peso de las múltiples responsabilidades asignadas por defecto a ellas?

Las políticas públicas para las mujeres y para las víctimas deben tener en cuenta esas particularidades, deben buscar enfoques interseccionales, intersectoriales e integrales. Reconocer que la violencia siempre encuentra resistencia, no puede redundar en una justificación para la negligencia estatal en el cumplimiento de las garantías legales de cada ciudadana. Hablar de resistencia debe ser la clave para alcanzar la realización de los derechos humanos y una vida libre de violencia, no una excusa para seguir haciendo caso omiso a la necesaria efectividad de estos derechos.

Referencias

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