Editorial
Saber leer en la era digital. Una reflexión pedagógica
En los tiempos actuales, la capacidad para comprender y construir una visión particular de mundo, desde la multiplicidad de acciones y discursos que nos asedian, está mediada por la lectura. El acto de leer se convierte en una condición fundamental para transitar la vida y desarrollarse como sujeto transformador de su propio entorno. La lectura a través de la historia de la humanidad se nos ha propuesto como una acción que catapulta el pensamiento, instigadora del ser y la consciencia humana, poseedora de una imperceptible potencia que propulsa la creatividad y la imaginación.
La lectura, como lo afirman muchos, es un acto en solitario, que desencadena y necesita de la interacción con otros y con la cultura; gracias a ello tejemos aprendizajes, y experiencias que contribuyen al modelamiento progresivo de nuestra esencia como humanidad. Paulo Freire (1991) al referirse a la comprensión crítica del acto de leer nos enseña que “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquél. Lenguaje y realidad se vinculan dinámicamente.” (p.94). De esta manera, la lectura no se constriñe a la traducción del lenguaje escrito, por el contrario; se hace expansiva en la construcción de significados que permanentemente relievamos o desechamos desde nuestra experiencia con el ser interior y las afectaciones del mundo que habitamos.
Sin embargo, las prácticas lectoras se han transformado, precisamente porque los lectores de hoy se movilizan bajo nuevas búsquedas y experiencias con la cultura. Lo anterior guarda una estrecha relación con los nuevos conceptos de alfabetización; esta categoría ha transitado del dominio de la lectura y escritura como conceptos convencionales a ser entendida como “medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado”,UNESCO, (2021). Entonces, en los tiempos actuales, saber leer significa enfrentarse con éxito a una gran variedad de textos y formatos, mediante los cuales desde temprana edad se accede a la cultura letrada.
Desde una perspectiva sociocultural, que propende por la formación de ciudadanía y el crecimiento personal, la lectura se constituye en una categoría importante para la política pública, a nivel nacional e internacional, pues de modo general, se le valora como un dispositivo pedagógico de gran impacto en el desarrollo integral de niños y jóvenes, cada vez más protagonistas y co-constructores de realidades diversas en el mundo que habitan. Un mundo, de acuerdo con Jenkins (2015), que se rige por una cultura cada vez más participativa, e influenciada por la era digital, y con nuevos requerimientos en alfabetización. No obstante, estos esfuerzos y apuestas, aún seguimos en deuda frente a la formación de lectores, cuya interacción con el conocimiento y el consumo de contenidos está mediado mayoritariamente por la lectura.
En el escenario educativo, la presencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, (TIC), está cada vez más cerca a los lectores y a sus modos de leer, y esta circunstancia en sí misma, resulta favorable si se tiene en cuenta que “la escuela puede ser el espacio donde se ofrece a los niños la posibilidad de interactuar con la tecnología, la lectura, la escritura y otros objetos de conocimiento que se requieren para participar en este mundo globalizado”(p.20), afirma la investigadora mexicana Kriscautzky-Laxague, (2019). Ciertamente, trabajar en la formación de lectores autónomos y competentes resulta un proceso complejo en el que intervienen múltiples aspectos de orden cognitivo, social-afectivo y cultural, que hacen imposible obviar la influencia de las TIC, en por lo menos dos sentidos: el acceso a la amplia gama de artefactos y dispositivos digitales; y, el tipo de interacciones que se tejen entre los sujetos, el uso de estos dispositivos digitales y la lectura.
El acceso a Internet es una condición decisiva para la gestión del conocimiento y las comunicaciones en la era digital. Castells (2014) define la Internet como una red global de redes informáticas que proporciona la ubicuidad de una comunicación multimodal e interactiva en cualquier momento y libre de límites espaciales. (p .127). A pesar de esto, persiste una brecha digital que ocasiona, entre los usuarios de tecnología, marcadas desigualdades en el acceso, bien por condiciones socioeconómicas o por desconocimiento frente al uso de estas. En el escenario educativo, esta realidad hace que muchos niños y jóvenes en edad escolar, pierdan oportunidades para interactuar con las TIC, desde su rol de lectores.
Por otra parte, el desempeño del lector y los modos de interactuar y relacionarse con las tecnologías de manera asertiva, requiere de competencias y habilidades digitales para acceder y procesar los contenidos en línea, particularmente en situaciones laborales o académicas. La alfabetización digital no es un atributo de los nativos digitales, concepto planteado por Prensky (2001). Si bien es cierto que los nativos digitales han nacido y crecido en una época con fuerte presencia de la internet y las tecnologías, y esto les permite un notorio grado de familiaridad en su uso, particularmente, con fines sociales o lúdicos; esto en sí mismo, no significa, que cuente con competencias cognitivas y digitales que los aventajen sobre otros, en situaciones de aprendizaje escolar o en el uso de la lectura con fines académicos y bajo posturas de comprensión crítica.
Así, la existencia de este concepto de nativo digital ampliamente debatido en los últimos años, (Kirschner y De Bruyckere, 2017), como de otras denominaciones surgidas posteriormente para diferenciar grupos generacionales nacidos en la era digital, aportan criterios de valor para la reflexión y construcción de una pedagogía de la lectura en la era digital. Estos criterios se plantean en dos direcciones que resultan interdependientes; de un lado, fundamentar críticamente desde una perspectiva pedagógica, comprometida con la formación de lectores, los beneficios, riesgos e implicaciones que tiene la lectura digital y la necesidad de su coexistencia con la lectura en papel, sus retos y oportunidades. De otro, no podemos ignorar las ventajas que tienen las TIC en la formación de niños y jóvenes lectores, particularmente para su vida en el mundo externo a la escuela, pero la calidad de esta experiencia depende sustancialmente, del nivel de alfabetización digital que sean capaces de construir y aprehender desde la escuela.
En suma, reconocer que la lectura en la era digital está cambiando, convoca a maestros y pedagogos a consolidar sinergias entre la multimodalidad que ofrecen los medios digitales y la reconfiguración de un lector que pueda ser consumidor y prosumidor de contenidos con mayor expansión hacia el sentido crítico, el disenso y el respeto por la diversidad y la diferencia.