Entrevista
Entrevista a Román Robles Mendoza
An interview with Román Robles Mendoza
Entrevista a Román Robles Mendoza
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 2, núm. 4, pp. 199-211, 2016
Universidad Autónoma de Yucatán
Recepción: 04 Agosto 2016
Aprobación: 12 Octubre 2016
Resumen: Esta entrevista fue realizada en el año 2014 al profesor Román Robles Mendoza, uno de los profesores principales de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La entrevis- ta, que tiene una duración de 1 hora y 15 minutos aproximadamente, forma parte del proyecto Sobre la historia de la antropología en el Perú. Esta investiga la dinámica que tomó (entre 1940 y la primera década del presente siglo) la antropología en el país.
Abstract: This interview was made in 2014 to Professor Román Robles Mendoza, one of the main professors of the School of Anthropology of the National University of San Marcos. The interview, which lasts about 1 hour and 15 minutes, is part of the project On the history of anthropology in Peru. This one investigates the dynamics that took (between 1940 and the first decade of the present century) the anthropology in the country.
Introducción
Raquel Flores Yon: - Cuénteme algunas cosas sobre usted. ¿Cómo se llama?, ¿qué edad tiene?, ¿a qué se dedica?, ¿dónde trabaja?, ¿dónde vive?, ¿cuál es su código? Si recuerda todavía, ¿En que currícula ha desarrollado? Y, ¿Con qué frecuencia se comunica con sus compañeros de estudio?
Román Robles Mendoza: - Muy buenos días, en primer lugar felicitándolos por este proyecto de intento de hacer una historia de la Antropología que los profesores hemos descuidado en tomar en detalles más de 70 años de vida de nuestra especialidad. Mi nombre es Román Robles Mendoza, soy profesor principal de dedicación exclusiva a la Antropología, tengo (42 años en la docencia universi- taria y) ya 50 años de servicios al Estado; conozco la vida universitaria sanmarquina desde los años 60 para adelante. Ingresé como estudiante en 1960 y como docente en 1971. Bueno, desde entonces nos hemos desenvuelto en la vida académica en sus distintos aspectos de acuerdo a las distintas eta- pas en las que hemos pasado. Mi código es 059595.
RFY: - ¿Cuál fue la currícula que desarrolló?
RRM: - En San Marcos he desarrollado distintos cursos. En cada época, en cada 5 o 6 años, es- tamos cambiando el plan de estudios, entonces de acuerdo a esos cambios hemos ido variando en distintos cursos todos los profesores. En mi caso particular, he dictado distintos cursos tanto introductorios como: Introducción a la Antropología, Antropología General; tanto para la especia- lidad como para distintas especialidades como Sociología, Arqueología, Trabajo Social, también la escuela de Arte en la Facultad de Letras, Psicología, y en algunos cursos en la Facultad de Me- dicina. En la especialidad también hemos desarrollado otros cursos teóricos como Geopolítica, también Estructura Agraria. Pero a lo largo de mi vida académica desde los años 70 para adelante, yo he estado vinculado casi siempre a los seminarios de investigación. A través de los seminarios de investigación he tenido oportunidad de salir con los alumnos a distintas partes del país, ese ha sido mi hobby universitario, el salir fuera de las aulas y compartir con los alumnos distintas expe- riencias en diferentes partes del país.
RFY: - ¿Con qué frecuencia se comunica con sus compañeros de estudio?
RRM: - Con muy poca frecuencia, yo he tenido muchos compañeros por una razón: porque yo no ingresé para estudiar Antropología en San Marcos, yo ingresé a otra especialidad. Por una circuns- tancia muy particular me hizo variar hacia la Antropología, situación que alguna vez lo contaré con detalle. Pero, entonces, desde 1962 me matriculé por cursos en Antropología, entonces cada año llevaba 1 o 2 cursos. Nunca he sido alumno regular y terminé toda la currícula o plan de estudios de Antropología en el año 69, casi toda la década. Por esa razón, he tenido muchos compañeros de distintas promociones y eso me ha servido bastante cuando ya he asumido cargos aquí en Antropo- logía. Por ejemplo, en el año 1995 que asumí la coordinación del Departamento, nos encontramos con déficit de docentes y lo único que se me ocurrió es recurrir a mis compañeros de estudio. El primero fue Jürgen Golte que ya era un antropólogo de prestigio, lo busqué y lo convoqué a que nos acompañe aquí y él vino con mucho cariño porque ha sido su alma máter. Hemos compartido una vida estudiantil y nos ha acompañado, creo que hasta el año pasado. Eso mismo ocurrió tam- bién con Fernando Fuenzalida, él también ha sido mi compañero de estudios, vino a la universidad con mucho cariño. Ha sido conocido por ser desordenado, informal, pero aun así lo hemos sopor- tado por su alta calidad académica. Con otros compañeros me comunico muy poco porque están distribuidos en diferentes partes del país, ¿No? Algunos trabajan en la Universidad de Trujillo, otros en la universidad Lambayeque (Universidad Nacional de Arequipa), es decir, están distribui- dos por distintos sitios y muy pocas veces nos encontramos y nos comunicamos; especialmente, en los congresos nos vemos con los colegas de los viejos tiempos. Por ejemplo, cuando hicimos el Congreso de Investigaciones Antropológicas también convocamos algunas amistades, como yo era el responsable por San Marcos, convoqué a Alberto Chirif. Sabía que vivía en la selva, lo ubicamos finalmente y él no tuvo reparos: vino, nos acompañó, dio la clase magistral tal como le pedimos y nos hizo quedar bien, ¿No? Ahora también está aquí, hoy día precisamente dando una clase inaugural a los alumnos, ha venido con cariño porque aquí se ha formado. Esa es la situa- ción, no tenemos mucha vinculación, además yo he sido un personaje un poco silencioso, callado, como se dice, no muy comunicativo y eso ha contribuido a que no tenga muchas relaciones con mis compañeros.
RFY: - Y, ¿cuántas personas habían en su base?
RRM: - Como te digo, yo no he tenido una base precisa, pero en los años que yo he estudiado An- tropología siempre han habido pocos alumnos, creo que nunca hemos pasado de 20 alumnos que yo recuerde. En los años 66, 67, creo que ha sido la época de oro de la Antropología, de esa etapa creo que éramos 18 no más. La mayoría de los alumnos trabajaron en el valle de Chancay-Huaral, cuyas publicaciones ya las debes conocer, otros fueron a la selva quizás; han sido pocos los alumnos. Recién a partir de los 90 han ido creciendo y entre los 2000 estamos en promedio de 60 alumnos por promo- ción, 60 o 70 alumnos por promoción, pero en mi tiempo no, en mi tiempo ha sido siempre limitado. La especialidad no era muy conocida. Antropología, extraña para la gente, ¿no? Probablemente una razón, a pesar que en los años 70 hubo todo un boom para la Sociología y las Ciencias Sociales en general, pero no hubo una avalancha de ingresos a la Antropología. En algunos años sí lo hubo, en especial en los años 80, ingresaban 60, 70 estudiantes. Pero en esos años ingresaban a Antropología y a otras especialidades de Ciencias Sociales, con la finalidad de pasarse a otras especialidades, a Medi- cina a Derecho, y los que se quedaban eran promedio de 25, 30 no más, todos los demás se pasaban a otras especialidades. Razón por la cual el sistema de ingreso se restringió en los años posteriores. Entonces, se ingresaba a una especialidad y no se podía pasar, creo que eso se mantiene hasta ahora, no se puede pasar a otra carrera. Si quieres pasarte a otra especialidad tienes que postular de nuevo.
RFY: - No, ahora sí ya se puede nuevamente.
RRM: - Así es.
RFY: - ¿Podría comentarnos como llegó a estudiar antropología, en qué condiciones y con qué aspi- raciones?
RRM: - Este es un tema muy peculiar en mi caso, porque yo ni sabía qué cosa es la Antropología, no sabía que existía esa opción. Yo ingresé a estudiar Periodismo en el año 1960; estudié 4 años, en el 64 terminé y en el 65 me titulé como periodista. Pero en el año 62 hubo un caso inesperado: un día no vino un profesor a la clase. Las clases lo teníamos en los ambientes del patio de los Naranjos en la Casona; unos en el primer piso, otros en el segundo piso. Un profesor, creo que fue el profesor de Psicología General, no vino a clase a pesar que era muy puntual. Por alguna razón no vino a clase y los alumnos estuvimos esperando más de media hora y el profesor no vino, razón por la cual, pues todos salimos, y yo también. Se me ocurrió subir al segundo piso del patio de los Naranjos, encontré un aula abierta. Un profesor hablaba, yo, para utilizar ese tiempo, me metí a esa aula y escuché una clase tan interesante, tan tentadora, tan próxima a mi propia vida, a mis conocimientos, que me quedé totalmente impactado. El profesor era un profesor ya de edad, que dictaba su clase mirando siempre al techo, pero lo hacía con tanto conocimiento, con tanta precisión que parecía que estuviera leyendo. Desde ese entonces alternaba mi clase de Psicología, una semana Psicología, la otra semana a escu- char las clases de Antropología, por el interés, y cada vez eran más interesantes las clases. Ya semanas después preguntando quién era el profesor, me enteré que se llamaba Luis E. Valcárcel. Bueno, no sabía quién era Luis E. Valcárcel, no tenía ninguna información, simplemente conocí su nombre, pero junto conmigo también asistía todos los días de clases, llegaba un señor ya bastante anciano encima de 70 años, también se sentaba en el aula más o menos a los 10 minutos de clase. Él se quedaba dormido
y se despertaba exactamente a la hora que terminaba su clase el Dr. Valcárcel, eso era todos los días de clase del Dr. Valcárcel. Más tarde me enteré también quién era ese personaje, era el Dr. Aguilar, cuyo nombre no recuerdo; el Dr. Aguilar, ex rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, que había sido compañero de estudios del Dr. Valcárcel, íntimo amigo que no se perdía sus clases aunque sea por 10 minutos a sus años de edad. Esa fue la razón que me indujo a estudiar Antropología, y ahí estamos hasta ahora.
RFY: - ¿Qué cambios significativos en su vida tuvo que afrontar ser estudiante de Antropología San Marcos?, cambios de la vivienda hasta cambios de afiliación política por decirlo así, fuera sierra acá, cambios de lugar, por ejemplo.
RRM: - ¿Cambios? Cambios sustanciales no he tenido, yo en todo caso los cambios fundamentales han sido tipos académicos, la Universidad me ha enseñado cosas que nunca soñé en mi vida juvenil. Yo he sido campesino hasta los 20 años, he trabajado la tierra, ingresé a la universidad a los 26 años: ya era un hombre maduro. Evidentemente, el llegar a San Marcos fue un cambio, un gran cambio para un campesino.
RFY: - ¿De dónde exactamente? Hasta los 20 años, ¿en dónde vivía?
RRM: - Hemos (He) vivido en diferentes sitios hasta los 20 años en mi tierra, en mi pueblo Santiago de Chilcas, de la antigua provincia Bolognesi, Áncash, ahora provincia de Ocros (…) La universidad me abrió un nuevo campo, un nuevo campo que no lo había soñado ni había aspirado. Yo me presenté al examen de admisión de San Marcos solo para probar porque no estaba preparado. Es verdad que me preparé 3 meses (enero hasta marzo), 3 meses intensamente, pero por mi cuenta. Estudié en los parques miraflorinos, donde había tranquilidad, estudié todos los libros de secundaria allí, y proba- blemente eso hizo que ingresara sin problemas en el año 60. Bueno, eso me hizo cambiar totalmente
¿No? Yo era obrero en una empresa, empresa Oeschle, de una familia suizo-alemana, trabajaba en la Plaza de Armas y tanto fue la emoción del ingreso a la universidad que me retiré del trabajo y después tuve tantos problemas que no pude superar por muchos años. Vivía prácticamente a base de trabajos eventuales y no tenía trabajos permanentes; fue el cambio porque también, finalmente, con mucha lentitud encontré mi camino. En primer lugar, encontré la profesión que me convenía, que me gustaba, era la Antropología. Me titulé como periodista, pero no lo he ejercido, simplemente tengo diploma de periodista. En cambio, la Antropología me da otra oportunidad de vida y desde el año 70 comencé a trabajar en el campo antropológico, y ya con el gobierno de Velasco que me llamó también a colaborar con él, y luego en el 71 la vida universitaria. Después del ingreso todo ha sido continuidad, continui- dad, muy lenta continuidad. La enseñanza tiene otros campos, otros aspectos, hay que prepararse, hay que leer, hay que aprender didácticas, esa cuestión. Bueno, eso ya lo he aprendido muy lentamente con dificultades, con una serie de problemas, evidentemente, pero hay que seguir para adelante ¿No? Por otro lado, he vivido en varios sitios de Lima, pero mucho tiempo he vivido en lugares como en el dis- trito de Surquillo. Era un barrio muy difícil, vivía en el lugar más peligroso llamado “Chicago Chico”, pero nunca tuve problemas con los malhechores, nunca; al contrario, me protegían. Yo estudiaba de noche en el colegio Melitón Carbajal, salíamos a las 11 de la noche, tomábamos el tranvía a Miraflores, teníamos que caminar 10 cuadras y nunca nos pasó nada, y recién en el año 68, ya casi al terminar mis estudios, me trasladé hacia Independencia, donde vivo hasta ahora. Vivo en un barrio pobre, un barrio
popular, nunca he podido salir a pesar que muchos me han dicho: -¿Por qué estás ahí?, ¿por qué no te vas a un barrio mejor?, entonces yo digo: - estoy en el barrio correcto y es así que estoy ahí. Mi vida familiar, muy sencilla; mis modernidades son limitadas, y cambios sustanciales en la vida hogareña no mucho, muy normal.
RFY: - Profesor, ¿por qué decidió estudiar periodismo?
RRM: - ¿Ah?, ¿Por qué?
RFY: - ¿Qué le atraía de la carrera? ¿Cuáles eran sus aspiraciones en ese rubro?
RRM: - (…)Yo ingresé a periodismo también por circunstancias poco explícitas. ¿Cómo te digo?, por desorientado. Yo, cuando decidí postular a la universidad no sabía a qué postular, no sabía, no tenía en mi entorno a nadie que me orientara, no tenía gente ilustrada profesional a mi alrededor, ¿no? Yo vivía en esos tiempos en el mundo del obrerismo con gente que trabajaba, que no tenían ninguna preparación intelectual; por lo tanto, no sabía qué estudiar, quería estudiar, pero no sabía qué estudiar. Una circunstancia muy simple me hizo tomar la decisión de estudiar periodismo, leí en algún libro, un artículo de Ricardo Palma en el que decía que según él, entre el conjunto de profesiones que existen en el mundo moderno: el periodismo es la profesión más noble. Así decía Ricardo Palma, en algún libro que no recuerdo en qué artículo, entonces yo dije: -pero si Ricardo Palma dice eso, yo tengo que estudiar una profesión noble, entonces me metí a estudiar periodismo y luego, no lo ejercí.
Configuración social y relaciones interpersonales
RFY: - ¿Cómo calificaría? O ¿Cómo definiría sus años como estudiante? y, ¿por qué?
RRM: - Como estudiante creo que he sido un estudiante medio para abajo, no para arriba, medio para abajo. Por varias razones: porque no tenía contacto con nadie y porque la vida cotidiana no me permi- tía dedicarme al estudio 100%, tenía que buscar recursos para subsistir, siempre he estado peleando después de retirarme del trabajo. Hice muy mal al retirarme del trabajo, yo era obrero, tenía mi salario permanente, pero la emoción me hizo salir de ese trabajo, y luego tuve muchos problemas, entonces siempre he estado peleando por subsistir. Nosotros vivíamos en Surquillo, 5 colegas paisanos, 2 han sido mis hermanos y 2 muchachos más, todos varones; los 5 vivíamos en una vivienda y los 5, pues, nos organizábamos en la limpieza los sábados y domingos, a cocinar, a lavar, de manera que no tenía- mos más apoyo. En esa medida, la única forma de autopreparación que he tenido yo es a través de la lectura. La lectura siempre me ha gustado, si ya desde secundaria por influencia especialmente de un profesor, me dediqué a leer, a leer especialmente libros de literatura, y después de mi trabajo me iba a la Biblioteca Nacional de 7 de la noche hasta las 11 de la noche todos los días, de tal manera que los empleados que me entregaban libros ya me conocían, ya sabían qué libro estoy leyendo, cuando yo llegaba ya tenían mi libro, eso en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca del Congreso, leía novelas, leía poesía. Todo eso fue una forma de autopreparación. Ya cuando estuve en la universidad, cuando estuve haciendo eso, y también ahí coincidí con otro estudiante sanmarquino que estudiaba derecho. Me acuerdo que se llama Mario y llegó a ser dirigente, y Mario iba igual que yo: de 7 a 11 de la noche a la Biblioteca Nacional, así que siempre nos veíamos ahí. En ese tiempo el FER había nacido en esos
años, estaba enfrentado por el Apra y naturalmente el Apra quería eliminarlo a él por distintos medios, y lo eliminaron finalmente. Terminó su período de presidente, el año siguiente, el rector de entonces: [el rector] Luis Alberto Sánchez le consiguió una beca pagada, todo pagada en Alemania. Le consiguió el grado y el título de abogado en solo 15 días, le dio su pasaje y lo mandó a Alemania… nunca más regresó.
RFY: - Pero, ¿por qué?
RRM: - ¿Por qué no regresó? Porque fue comprado por el Apra. Actualmente, los estudiantes lo consideraron como una traición al movimiento estudiante revolucionario, nunca he sabido que haya regresado. Probablemente ha regresado, pero él finalmente vivió en Alemania, se casó en Alemania, estudió en Alemania, debe haber hecho su vida en Alemania, bueno esa es la situación. Yo no he te- nido la orientación, he sido un estudiante promedio, pero un poco bajo también, razón por la cual he incumplido muchas responsabilidades académicas, incluso las prácticas. Nunca pude ir a una práctica de antropología, hice práctica de arqueología porque antes hacía las dos prácticas. Hice la práctica de arqueología en Chavín con el Dr. Lumbreras, pero la hice solo la mitad. Teníamos que estar allá dos meses, yo solo estuve un mes. Al siguiente mes me estaba llamando el Rector para venir acá, tenía que regresar a Lima. Igual, teníamos que hacer una práctica en Huancavelica bajo la conducción del Dr. Henry Favre del IFEA, un profesor francés que dictaba un curso también. Nos preparamos un grupo de estudiantes, yo me preparé para ir a una comunidad campesina a un trabajo en específico. La víspera de la partida, el Rector me llama urgente para editar la Gaceta Sanmarquina. Tenía esas limitaciones,
¿Por qué me llamaba el Rector?, ¿por qué me llamaban las autoridades? Porque yo me involucré en un movimiento en la escuela de periodismo en el año 64, hicimos un movimiento muy fuerte que conmo- vió la escuela: protestamos que era una farsa la enseñanza efectivamente del periodismo real. Había, incluso, un curso de práctica periodística [donde] nunca hacíamos prácticas, entonces protestamos eso, todo un conjunto de estudiantes, yo era su líder. El movimiento fue tan fuerte que el Rector nos llamó a su despacho en la casona, en ese entonces era el Dr. Mauricio San Martín, un veterinario, un hombre muy serio, muy práctico… llamó al director y a un grupo de estudiantes: los dirigentes. Hemos ido y el Rector nos dice: -¿Por qué están haciendo ustedes tanto escándalo?, bueno, el profesor explicó la situación. Era lo mejor que teníamos en la escuela, el director de la escuela, se llamaba su pseudóni- mo Corpus Varga, pero su nombre verdadero era Andrés García Gómez de la Serra. Él nos decía: - yo tengo un nombre kilométrico, era un español republicano que se refugió en Buenos Aires después de la Guerra Civil en España, y de Buenos Aires fue llamado aquí para dirigir la Escuela de Periodismo en los años 46, 47, y él ha sido el mejor director, evidentemente, de la escuela. Conocía mucho de periodismo, pero ya era muy anciano, ya casi 80 años. Él explicó muy bien, y lejos de condenarnos a los estudiantes, nos apoyó ante el Rector; dijo: - los estudiantes tienen toda la razón, en la universidad no tenemos infraestructura, no tenemos renovación docente, no podemos hacer practicar porque no hay maneras como hacerla. Pero nosotros habíamos planteado dos posibilidades a la universidad: que implementen una emisora de radio y que organice un periódico universitario para que la universidad también tenga voceros y los alumnos también puedan practicar ahí. En esos tiempos también llegaba la televisión, ya había televisión, también dijimos la otra posibilidad: televisión. ¿Por qué San Marcos no puede tener eso?, ¿por qué los estudiantes no pueden ser parte de eso? Bueno, pues el Rector dijo:
- bueno comprensible, vamos a pensarlo, vuelvan la próxima semana. Nos citó a la próxima semana. La próxima semana nos dijo: - Señores, hagan un periódico, y le dijo al director: - usted organicé el periódico como crea conveniente, la universidad tiene su imprenta; por tanto, ahí vamos a hacer el periódico, ustedes tienen la palabra, tienen la autorización y todos vamos a financiarlo. Habíamos triunfado, fue con Corpus Vargas que organizamos la edición de la Gaceta Sanmarquina en 1965, y por decisión del Dr. Corpus Vargas yo asumí la secretaria de redacción, pero en la práctica el Dr. Cor- pus Vargas me daba toda la libertad para dirigir el periódico… ese periódico ha salido desde el año 65 hasta fines del año 69, se han publicado 52 números. No pude ir al trabajo de campo en Huancavelica con el Dr. Favre y también, de la práctica de arqueología de Chavín, tuve que regresar a la mitad del trabajo porque el rector me llamaba para hacer el periódico, porque nadie más podía hacerlo sino yo, ayudar a mis compañeros, pero eso era todo, y el que manejaba era yo. Ni tenía interés que me paguen, me daban para mi pasaje, es verdad, yo he trabajado 5 años gratis para la universidad por gratitud, por cariño y, bueno, me siento feliz por eso. Ahí están las gaceta cuando quieras revisarlo vayan a la Biblioteca Central, piden Gaceta Sanmarquina - Primera Época, ahí pueden encontrar ustedes todo lo que se hizo en ese periódico; se distribuyó en todo Lima, todos los quioscos de Lima hasta el 69, ahí terminó la primera época. Lo demás, es otra historia.
RFY: - ¿Cómo le ha ido al salir de la escuela de antropología, su camino profesional, su récord insti- tucional?
RRM: - Para mí ha sido fácil, ha sido muy fácil involucrarme en la antropología después de terminar mis estudios, podría decir que he tenido suerte. A pesar que he sido una persona callada, de perfil bajo, la vida me ha sonreído, no me puedo quejar. El año 70, ya con el gobierno del general Velasco, me lla- ma un antropólogo (fui llamado como) del Ministerio de Agricultura, el Dr. Mario Vásquez Varela que había trabajo en Vicos como contrapartida con Allan Holmberg. Mario Vásquez es mi paisano porque es de mi provincia, él es natural del pueblo Aquia y ya nos conocíamos porque fue también nuestro profesor aquí. Un año enseñó o dos años me parece enseñó, me dice en su oficina: - Román, mira yo no conozco a nadie en San Marcos, yo confió en ti, quiero que me traigas 20 antropólogos y amigos tuyos, gente de confianza, gente de trabajo, le vamos a dar trabajo a todos ellos. Empecé a buscar a mis compañeros acá, tuve que reunir incluso con algunos alumnos que no los conocía y con otros de otras especialidades a quienes no les tenía confianza, pero tenía que cumplir con juntar veinte.
RFY: - ¿Se acuerda los compañeros que llamó?
RRM: - Claro, la mayoría eran mis compañeros, pero otros solo los conocía porque eran de otras pro- mociones para completar 20, que no era fácil.
RFY: - Pero, los nombres, ¿se acuerda?
RRM: - De algunos sí, ahí están por ejemplo Llanos, otro se apellidaba Morales. Eran los que todavía no trabajaban y estaban estudiando, eran estudiantes todavía, la mayoría de quinto año, algunos cuarto año, y Mario Vásquez le dio trabajo a todos ellos; algunos trabajaron en oficina, pero la mayoría era para salir fuera. A mí me dijo: - Escoge: tengo 3 trabajos para ti, 2 posibilidades a la frontera Perú, Colombia, Brasil, para ganar 18 mil soles. En ese tiempo era un dineral, en otro sitio me parece que era Ucayali: - 14 mil soles; pero si quieres también hay uno para tu departamento, pero el sueldo es
bajísimo 9 mil soles. Le dije sin titubeos: - me voy por los 9 mil. Bueno, pues con ese motivo me in- volucré al trabajo antropológico, seleccionando a gente ancashina para llevar a la selva Tingo María.
RFY: - Y, ¿en qué año era ahí?
RRM: - Eso era después del sismo del 70, el sismo ocurrió el 31 de mayo. Él me llamó más o menos en junio, ya en julio estábamos llevando gente a la selva, a la gente damnificada del sismo. Muchos quedaron sin nada, no tenía casa, los canales de riego han (fueron) sido todo enterrados. Hemos lleva- do más de 300 familias de distintos pueblos, distintos sitios (del) callejón de Huaylas. Ese programa duró 70 y el 71; he estado dos años.
RFY: - ¿Se acuerda el nombre del programa?
RRM: - El programa se llamaba “Plan de traslado de población damnificada de Ancash hacia la colo- nización de Tingo María”. Bueno, hemos trabajado con un ingeniero y los dos dirigíamos ese progra- ma yendo pueblo por pueblo, buscando a la gente, seleccionándolos y luego trayendo esa gente acá a Lima, y luego llevándolos allá a la selva. Bueno, esa es una larga historia, es el trabajo más hermoso que he realizado yo ya como un profesional, ya había terminado mis estudios, pero no tenía ni bachi- llerato ni nada, pero Mario Vásquez no pedía cartones, lo que pedían es gente, y gente de especialidad de sociales.
RFY: - ¿Gente confiable?
RRM: - Gente confiable. De manera que, por ese lado, ha sido fácil y a fines del 71, cuando vine a Lima, porque yo venía a Lima por distintas razones desde Tingo María, porque era la esposa del pre- sidente la que patrocinaba todo este programa, entonces la señora me llamaba frecuentemente para coordinar, llevar víveres, venía frecuentemente y así. Visité aquí San Marcos en uno de mis viajes y me dicen que necesitan gente, el año que se había ampliado la Antropología para todas las especialidades, incluyendo Medicina. Entonces llamaron a distintos profesores, especialmente a la gente que había ido a estudiar a Estados Unidos, Francia, Inglaterra, a todos los llamaron. Lo que necesitaban eran jefes de práctica, “¿no quiere trabajar de jefe de práctica?”, me dijeron. Claro que sí quiero, ahí me posicioné, es decir, no lo busque, me buscaron. Por eso digo que mi iniciación ya en el campo antropológico como profesión ha sido una suerte, una suerte a pesar de mis pocas aptitudes para formar redes, me ha sonreído la vida, de lo que le agradezco.
Relaciones de carácter institucional
RFY: - ¿Desde cuándo ha sido docente, profesor?
RRM: - Desde el 71, mi ingreso fue en octubre del 71.
RFY: - Como jefe de práctica, ¿verdad?
RRM: - Como jefe de práctica.
RFY: - Y, ¿ya como profesor de un curso?
RRM: - Del (comencé) 72, como contratado. Un año después como profesor.Yo entré a trabajar para ser jefe de práctica del profesor Francisco Boluarte y del profesor Núñez, hijo del Dr. Eduardo Núñez,
creo que se llamaba Fernando Núñez. En esos tiempos ellos eran profesores recién llegados del ex- tranjero. Después, en ese tiempo, también estaba el profesor Luis Millones, Rodrigo Montoya, que ya trabajaban (desde) en el año 68, que nosotros lo llamamos como estudiantes.
RFY: - Montoya en el 68, ¿como profesor?
RRM: - El 68 lo llamamos como profesor invitado porque él había regresado de Francia, porque en el 68 hubo un movimiento también aquí en San Marcos, pero en antropología es otra cosa. Entonces, como nos quedamos sin profesor tuvimos que llamar a varios antropólogos que habían ido al extran- jero, y uno de ellos era Rodrigo Montoya. ¿Quiénes más recuerdo de esos años? Bueno, ya habían venido de Huancayo los que eran profesores: José Vegas Pozo y el profesor Oliveros Llanos.
RFY: - ¿Ellos son del 70?
RRM: - Ese es el año 71.
RFY: - Década 70 y de los 80, ¿recuerda?
RRM: - De los 80, bueno habría que recordar porque ha habido profesores que se han ido y profesores que han permanecido.
Comunidad académica
RFY: - Y la escuela de Antropología de San Marcos y la Católica, por ejemplo, ¿había algún tipo de unión, conferencias, o algo?
RRM: - Bueno, somos vecinos, estamos a pocas cuadras de distancia pero como dice la canción: “estás tan cerca de mis ojos, pero lejos de mi corazón”, no hemos tenido mucha vinculación y no la tenemos hasta ahora. Por falta de interés, en eso pensábamos algunas vez con Carlos Iván y cuando fuimos al Congreso de Investigaciones en Arequipa se materializó eso que habíamos conversado aquí en San Marcos, cuando fuimos a Arequipa. De la Católica fueron profesores y estudiantes, de San Marcos también y preparamos equipos, 2 equipos de estudiantes para que presenten ponencias, y lo hicieron muy bien. La Católica no llevó ponencias, pero fueron como grupo de estudiantes, fue una experiencia muy simpática. El último día del debate, el cierre del Congreso se discute a dónde va el próximo congreso, se barajaron varios nombres y también se barajó el nombre de Lima y no había nadie que lo pedía. Bueno, nos pusimos de acuerdo con los de la Católica, era idea más en Carlos Iván, yo le decía que nunca nos hemos entendido, capaz nos peleamos, nos pusimos de acuerdo, lo llevamos a Lima, San Marcos y la Católica, y así fue, y organizamos aquí en Lima ese tercer Congreso de In- vestigaciones en Antropología. Lo hicimos bien, nos repartimos tareas, hicimos una comisión mixta, y nos repartimos incluso los días del Congreso. Tantos días en San Marcos, tantos días en la Católica, y salió bien, cuyas publicaciones están a la vista. Alejandro Diez publicó las principales ponencias, eso fue un encuentro muy simpático, pero las dos universidades después de eso nos hemos reunido una vez más, me parece tres años atrás, en 2010, por iniciativa de la católicanos. Invitaron a todos los docentes de San Marcos a un almuerzo en la Católica, todos fuimos. En efecto, encontramos a todos los profesores en un ambiente; fue una recepción bien simpática y organizada por ellos, y terminó en almuerzo. Un encuentro por primera vez todos los docentes de ambas universidades, hemos discutido
de nuestra distancia con franqueza. Iniciativa de ellos y nosotros fue hacer un segundo encuentro que no hemos hecho hasta ahora, estamos en deuda. Pero, el resultado es casi nada, no coordinamos, no tenemos encuentros cer- canos; sin embargo, buena parte de nuestros egresados van a hacer su posgrado en la Católica porque están mejor organizados que nosotros, tienen docentes de buen nivel a tiempo completo. Tienen infraestructuras mejores que nosotros, y muy pocos de la Católica hacen su postgrado aquí por nuestras deficiencias y problemas que tenemos. En esta medida se puede decir que nuestras relaciones son cordiales, pero no hay coordinaciones de trabajo. Solo ese Congreso nos unió para hacer un trabajo en conjunto.
RFY: - Y, ¿con universidades de provincia?
RRM: - Con las universidades de provincia nuestras relaciones se limitan a los congresos que se realizan en las distintas universidades, en los congresos nos vemos con ellos. En lo personal, estoy más vinculado con la Univer- sidad de Trujillo porque ahí hay compañeros míos que enseñan, y otras amistades que he conocido después que son egresados de la misma Universidad de Trujillo, y siempre me han invitado, no solo a sus congresos nacionales sino a sus congresos regionales que ellos hacían todos los años. He asistido como a seis congresos regionales en Trujillo, a dos congresos de curanderos organizados por la Escuela de Antropología de Trujillo. Y los estudiantes no sé por qué me encariñé con ellos y ellos conmigo; tres veces me han invitado a su congreso estudiantil para dar charlas. Con otras universidades solo nos vemos en los congresos. Congreso en Huancayo, Ayacucho, Cajamarca, no hay antropología, pero también se hacen esos congresos a Puno, Arequipa, Huacho, ahí nos vemos con los distintos colegas. Bueno, esa es nuestra situación, hay una situación interesante, a mí también me interesó en lo personal esta distancia enorme que existe en nuestro país donde se enseñan antropología, por eso cuando hicimos nuestras bodas de oro presentamos el proyecto de llamar a todos los directores de la escuela de antropología de las universidades del país y Blas, que era el director de entonces, se encargó de organizar la parte central del ani- versario con exposiciones magistrales y con presentación también de estudiantes y todo. Entonces en la mañana se hacía con la presencia de Mauricie Godelier que vino de Francia, y en la tarde nos reunimos con todos los di- rectores; el propósito era discutir nuestros problemas internos, qué problema tenemos, qué clase de antropólogos estamos fomentando en cada uno de las universidades, cuáles son nuestros planes de estudio. Y la pregunta, ¿por qué no tratamos de unificar los planes de estudios? Para más o menos, de acuerdo a las características de cada época, podamos formar antropólogos vinculado a la vida nacional, ese era el propósito. Hicimos documentos que deben estar en la escuela, pero ahí terminó también, nunca nos pusimos de acuerdo. En ese tiempo no había internet, ahora hay internet, ahora sería mucho más fácil.
RFY: - Finalmente, ¿puede realizar un balance sobre los intentos para construir una historia de la antropología peruana?
RRM: - El intento por hacer una historia de la antropología en San Marcos se ha desarrollado de acuerdo a las circunstancias políticas, mucha dificultad y con pocos momentos de buen desarrollo equilibrado. Si ese es el re- sultado del balance hasta la actualidad, lo que pienso es pensar en el futuro, qué futuro quisiéramos. Yo aspiraría a que la escuela de antropología se construya como bases sólidas. En primer lugar, confirmar un equipo de docentes, preferentemente jóvenes, que puedan garantizar una trayectoria más o menos larga de permanencia y direcciona- lidad teórico–metodológico de la enseñanza de la antropología, eso estaría complementado con la organización de plan de estudio igualmente duradero. Los planes siempre son cambiantes, como los docentes también, pero los planes son más cambiantes porque la vida social política cambia, cambia muy rápidamente, razón por la cual un plan de estudio no dura mucho, pero si uno revisa los planes de estudio desde la fundación hasta nuestros días,
hay ejes que son casi inmóviles, lo que cambia son las periferias, los elementos complementarios, las modas, las exigencias del momento, eso cambia, pero hay bases sólidas que no se pueden cambiar. Por ejemplo, la enseñanza de introducciones, antropología generales pueden cambiar de nombre, pero no cambian porque es el comienzo de la enseñanza de la profesión, las teorías, las corrientes teóricas, informados, por las cuales hemos practicado, ¿Qué nuevas corrientes se van agregando, las metodolo- gías en qué cambian, de estudio e investigación? Otros de los ejes que no cambian es la metodología, es como tal, no cambia, hay que hacer metodología, teoría y metodología; tienen que ir paralelos y los que no deben cambiar, desde mi punto de vista, es la práctica, que es la ejecución de la metodología y en cierto modo, también enfrentar las teorías, aplicar a las teorías que aprendemos. Eso no puede cambiar, pueden cambiar las modalidades de las prácticas. Yo dejé en el 2010 seminarios, para mí no era concebible que los alumnos salgan de la universidad sin haber hecho prácticas de campo. Para mí es el mundo rural andino por mi especialidad, por mi sesgo; para otros, la Amazonía. Para otros, lo ur- bano, y en los últimas décadas nos ha ganado lo urbano y yo recuerdo que en el último seminario tenía solo dos alumnos. Era desmoralizante, de los dos alumnos solo uno tenía proyecto en el área rural, el otro tenía en Villa María del Triunfo, es decir, fracaso total. Por eso dejé seminario, ¿Eso era porque era ineficientemente en el trabajo de campo? Probablemente, también no siempre tenemos éxito en la enseñanza, pero la tendencia urbana nos envolvió, nos ganó. La tendencia urbana por el lado de Golte, Jurgen Golte, está mejor especializado en urbana. Le pusimos como ayudante a Pedro Jacinto porque él se iba a la Universidad de Berlín, y con él se entendieron muy bien y Pedro Jacinto ha aprendido muy bien la forma de direccionar la antropología urbana, razón por la cual la mayoría era para semina- rio urbana, esto ha ocurrido en el siglo XXI. Bueno, pero cualquiera que sea esa circunstancia, corres- ponde al pasado, el futuro debe ser rediseñado. Yo no concibo antropólogos que no conozcan al país. El antropólogo debe conocer el país, debe conocer costa, sierra y selva, las pulsaciones de nuestro país. La antropología es para mí una ciencia social que estudia la realidad viva, no solamente los libros, no solamente por la encuesta, sino por nuestros ojos, oídos y tactos, debemos ser testigos de la vida del país, esa es mi aspiración y es más o menos he hecho hasta ahora.Yo aspiro eso, ojalá que se logre, pero como los docentes nos vamos retirando, hay la necesidad de incrementar; en la retroalimentación de la docencia no siempre tenemos éxito. Hay profesores que entran con entusiasmo, para otros fue un mal. Necesitamos gente que se involucre en la vida de la escuela, que esté no solo en las clases, sino que esté en conversación entre profesores y alumnos; por eso estamos animando al profesor Teo- domiro para que habilite una mesa para los profesores de tiempo completo. Tenemos la obligación de estar, al menos, un par de horas donde los alumnos puedan consultar; es decir, necesitamos construir una escuela sólida con sus docentes, con sus estamentos administrativos, de tal manera que se pueda formar buenos profesionales en un desempeño eficiente, pero es una utopía, aunque realizable.
RFY: - Bueno, profesor, llegamos al final de la entrevista. Le agradezco mucho su sinceridad para
responder estas preguntas. Gracias.
RRM: - Gracias a ustedes.
Conclusiones / comentario crítico
El proyecto sobre la historia de la antropología en el Perú representa el esfuerzo del estudiante de antropología por comprender, según los marcos lógicos de su disciplina, cómo su escuela ha venido desenvolviéndose en estas tres últimas décadas. Debido a que son pocas las producciones académicas en torno a la institucionalización de la antropología y sus particulares en cada una de las universida- des de nuestro país, esta entrevista, sumada a otras, brindan distintos escenarios del desarrollo de la antropología, la participación de actores como los profesores y estudiantes de la misma especialidad y su quehacer en esta disciplina. De esta manera, la presencia de Román Robles y de otros personajes de la escuela de antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos permite abrir nuevos panoramas dentro del desenvolvimiento del proyecto, la cual se espera que resulte una investigación sólida y fructífera que será plasmada en una publicación escrita.