Artículos Académicos

“Hablillas son”: el discursivo autoritativo en La Celestina

“Rumours are” the authoritative speech in La Celestina

Guillermo Jesús Fajardo Sotelo
Universidad de Minnesota Twin Citie, Estados Unidos de América

“Hablillas son”: el discursivo autoritativo en La Celestina

Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 6, núm. 12, pp. 175-193, 2020

Universidad Autónoma de Yucatán

Recepción: 26 Agosto 2019

Aprobación: 13 Mayo 2020

Resumen: El objetivo principal de esta investigación es demostrar que las estrategias de poder en La Celestina pasan por la palabra, la elocuencia y la retórica para imponer un modelo vertical de autoridad entre los personajes. La alcahueta es la principal fuente de mani- pulación en la obra gracias a lo que Mikhail Bakhtin llama “discurso autoritativo”. Los personajes se mueven en un mundo caótico y multidireccional auspiciado por diversas instancias de manipulación que permean el discurso de Celestina. El enfoque utilizado es el del análisis textual y comparativo. Como resultado, esta investigación arroja que la muerte de Celestina viene dada por el despertar ideológico de Pármeno y Sempronio a partir de lo que Bakhtin llama “discurso persuasivo interno”.

Palabras clave: literatura medieval, poder, retórica, autoridad, La Celestina, Mikhail Bakhtin, discurso autoritativo.

Abstract: The main objective of this research is to demonstrate that the strategies of power in La Celestina pass through language, eloquence and rhetoric to impose a vertical model of authority among the characters. Celestina is the main source of manipulation in this tra- gicomedy thanks to what Mikhail Bakhtin calls “authoritative discourse”. The characters move in a chaotic and multidirectional world sponsored by various instances of manipu- lation that permeate the discourse of Celestina. The approach used is that of textual and comparative analysis. As a result, this investigation shows that the death of Celestina is directly related to the ideological awakening of Pármeno and Sempronio or what Bakh- tin calls “internalpersuasivediscourse.”

Keywords: medieval literature, power, rhetoric, authority, La Celestina, Mikhail Bakhtin, authoritative speech. Introducción Una de las múltiples formas en las que los seres humanos influimos sobre los demás es a través del discurso, es decir, “el acto de la enunciación” (Marchese y Forradelas, 1994: 104). La expresión y el poder de la palabra han confirmado a lo largo de la historia humana que su utilización como instrumento disuasorio para dirigir, manipular o sostener ideas diversas requiere, en primer lugar, de un dominio lingüístico por parte del sujeto que controla el discurso y, en segundo lugar, de una intuición particular sobre sus efectos en contextos disímiles, bus- cando entrelazar subjetividades distintas. Su importancia no puede ser minimi- zada, pues el discurso “no es simplemente aquello que traduce luchas o sistemas de dominación, sino que es la cosa por la cual y para la cual existe una lucha, el discurso es el poder que ha de ser tomado” (Foucault, 1981: 52-53). La palabra apabulla en su capacidad dúctil, su elocuencia expandida y la presencia de la autoridad que la utiliza.

Introducción

Una de las múltiples formas en las que los seres humanos influimos sobre los demás es a través del discurso, es decir, “el acto de la enunciación” (Marchese y Forradelas, 1994: 104). La expresión y el poder de la palabra han confirmado a lo largo de la historia humana que su utilización como instrumento disuasorio para dirigir, manipular o sostener ideas diversas requiere, en primer lugar, de un dominio lingüístico por parte del sujeto que controla el discurso y, en segundo lugar, de una intuición particular sobre sus efectos en contextos disímiles, bus- cando entrelazar subjetividades distintas. Su importancia no puede ser minimi- zada, pues el discurso “no es simplemente aquello que traduce luchas o sistemas de dominación, sino que es la cosa por la cual y para la cual existe una lucha, el discurso es el poder que ha de ser tomado” (Foucault, 1981: 52-53). La palabra apabulla en su capacidad dúctil, su elocuencia expandida y la presencia de la autoridad que la utiliza.Además, quien enuncia, quien dice algo no solamente lo hace a través de la palabra, ya que la enunciación activa un “procedimiento que actualiza elemen- tos no verbales (el emisor, el destinatario, el contexto)” (Marchese y Forradelas, 1994: 104). No solo importa lo que se enuncia: el púlpito, el oyente y el lugar forman los sedimentos básicos del laberinto de la retórica. Quien manipula a tra- vés del discurso lo hace a sabiendas de todo un contexto semántico, de símbolos y autoridades pasajeras que en un contexto específico cobran significado. A esto hay que añadir un contexto más general porque en cada sociedad “la producción del discurso es a su vez controlada, seleccionada, organizada y redistribuida por un cierto número de procedimientos cuyo rol es prevenir sus poderes y peligros” (Foucault, 1981: 52). Así, la expresión humana –hablada o escrita– es un proce- dimiento complejo y dinámico cuya ejecución y definición no es unívoca, sino cambiante y flexible.La Celestina, sedienta en sus caprichos verbales, bebe de estas condicio- nes del discurso humano y las convierte en su propio Babel. Si el contenido de esta obra viene dado, como analizaremos más adelante, por estrategias retóricas varias entre sus personajes, el contexto de su publicación le confiere el prestigio de los misterios: esa fuente rebosante de curiosidades.La publicación de la Celestina carga con el germen de la casualidad –la otra cara de la fortuna literaria– que llevó a su autor Fernando de Rojas a la crea- ción de un mundo donde el interés confluye con un amplio abanico de subjetivi- dades y campos de acción articulados a partir de un mundo éticamente dudoso. El contexto de su publicación ha llevado a interminables debates en torno a su autoría y su génesis.Importar_Imgen5265c64616El trabajo al que ahora nos referimos como La Celestina fue impreso, en primera instancia, en Burgos en 1499 con dieciséis actos y con el título de Comedia de Calisto y Melibea. A partir de 1500, las subsecuentes ediciones contenían cinco actos extra, y cierta información que un tal Fernando de Rojas había encontrado el primer acto y después completado el resto del trabajo en un período de dos semanas (Burke, 2000: Introducción).Para Germán Orduna (1988):en este caso solo debe rescatarse el hecho que FR nos presenta la Comedia como prolongación de un auto que él recibe anónimo y fragmentario. Aunque sea una ficción creada por FR, lo que importa para toda consideración de la Comedia es que su autor quiere que ella sea vista dentro de un proceso de creación que implica los pasos “Auto Anónimo + continuación” (p. 4).Fernando de Rojas aparece de pronto con una intencionalidad difícil de descifrar, añadiéndole a la obra una serie de problemas que, en su escarpado camino hasta nosotros, aviva el debate y mantiene viva su memoria. La Celestina, como dice José Luis Canet (2017), “presenta uno de los casos más complejos de transmisión de un trabajo literario en formato manuscrito e impreso” (p. 21). Es decir, esta obra polifónica en su contenido también se abreva de un coro de voces discursi- vas que alimentaron su propia creación y de paso su propio mito, pues “Celestina no fue el producto de un único proceso de escritura sino de sucesivas intervencio- nes” (Canet, 2017: 24). Encontrar el cáliz primerizo, la editio príncepses la piedra angular de las tres ediciones sobrevivientes de la versión de la Co- media y también de las casi cien ediciones de la versión de la Tragicomedia publicadas entre 1499 (o 1500–1502) y 1633. Estos descendientes también con- tienen sus propias variantes, atribuibles al autor (es), los copistas y los tipógrafos en forma de adiciones y supresiones (Canet, 2017: 25).La complejidad de la transmisión de esta obra es tal, que “muchos críticos cues- tionan, hoy en día, la primacía de la versión de la Comedia, impresa por Fadrique de Basilea en Burgos en 1499, que era considerada la editio prínceps hasta hace poco” (Canet, 2017: 25). Lo cierto es que los fantasmas que pesan sobre la obra únicamente extienden el interés que lectores y críticos posan sobre la misma. A menos que se descubran más datos específicos respecto a la creación de la Ce- lestina es poco probable que nuestras dudas se resuelvan. El problema atiende a causas primigenias, pues, “por lo que se desprende de los dos testimonios más antiguos —el manuscrito y el incunable—, la obra circuló al principio totalmente anónima, como versión exenta, y sin prólogos o epílogos que expresaran velada- mente quien la escribió” (Botta, 2016: 3).Para efectos de este ensayo, consideraremos que de Rojas es nuestro autor y, por lo mismo, lo catalogamos dentro de esa rara estirpe de escritores que han logrado representar —en toda su dimensión humana— las maneras en las que una persona por su elocuencia discursiva manipula a los otros. Este es el caso deImportar_Imgen5265c64616su personaje Celestina. La alcahueta es uno de los mejores ejemplos de lo que Mikhail Bakhtin (2008) llama “discurso autoritativo” (p. 342) y que…no permite jugar con el contexto que lo enmarca, tampoco con sus fronteras, no hay transiciones graduales y flexibles […]. Entra en nuestra conciencia ver- bal como una masa compacta e indivisible —uno debe aceptarlo completamente o rechazarlo. Está indisolublemente fusionado con una determinada autoridad—un poder político, una institución o una persona—y se erige y cae con esa autoridad (p. 343).El mismo autor, párrafos más adelante, dirá que este tipo de discurso no puede ser representado, sino apenas “transmitido” (p. 344), pues al entrar en contacto con este espejo (su propia representación) termina transformado en una “reliquia” (p. 344). Esto no impide su análisis literario y Bakhtin lo admite. Debido a que la au- toridad de este tipo de discurso deviene del prestigio de quien lo emite, su repre- sentación debilita su prestigio. Contrario a este tipo de práctica, según Bakhtin (2008), surge otro tipo de discurso, más individual, acaso más libre: el discursivo persuasivo interno, el cual es dialéctico porque entra en contacto con el discurso de otros y cuya estructura semántica “no es finita, sino abierta” (p. 346).El concepto del discurso autoritativo ha sido utilizado en varias disci- plinas, como el análisis del sistema político soviético (Yurchak, 2006). Dice el autor:El período del socialismo tardío estuvo marcado por condiciones muy es- peciales de producción y circulación de este discurso autoritativo en sus varieda- des lingüísticas y no lingüísticas. La ubicuidad de la reproducción de las formas del discurso autoritativo en los varios contextos en que circularon se volvió más significativo y constitutivo de la realidad cotidiana que los significados constitui- dos (referenciales) que estas formas pudieron haber tenido (Yurchak, 2006: 284).La realidad le importa poco a esta estrategia de poder, pues se alimenta de la autoridad de un pasado inalcanzable e intraducible que se utiliza para justificar el presente. El discurso autoritativo y su repetición son capaces de anular o crear significados, algo que logra el personaje de Celestina.La relación entre ambos tipos de discurso (el autoritativo y el persuasivo interno) es clara, ya que de esta interacción surgirá la conciencia humana (Bakhtin, 2008). De esta forma tenemos que en La Celestina estos dos tipos de discurso conviven y se apoyan en los que los enuncian. Por un lado, Celestina representa esa fuerza autoritativa que “corrompe los designios de la juventud” (Del Río, 2003: 66) por medio de su poder simbólico y material. Por el otro, algunos personajes a su al- rededor, sobre todo Pármeno y Sempronio, no son tan fácilmente manipulables, en términos de Bakhtin, debido a que su discurso persuasivo interno se encuentra mucho más desarrollado que el de Calisto y Melibea, por ejemplo.Importar_Imgen5265c64616De manera que:Pármeno y Sempronio son conscientes de las limitaciones del discurso de Ce- lestina y la perciben como una vieja alcahueta de quien sacar beneficios econó- micos, mientras que Calisto y Melibea la consideran un ser supremo, una mujer sabia y divina (Del Río, 2003: 68).Solamente así se entiende el fracaso último de Celestina frente a los criados y su ascendencia sobre Calisto y Melibea. Poco a poco, las palabras de Celestina van perdiendo su fuerza disuasoria hasta alcanzar su propia muerte. De esta forma, mi tesis en este artículo es que el discurso autoritativo es el quele da prestigio a Celestina y es el discurso persuasivo interno de Pármeno y Sempronio el que los conduce a la muerte. Lo que sucede en esta obra es ese proceso de conciencia del que habla Bakhtin (2008): “Cuando el pensamiento comienza a funcionar de manera independiente, experimentando y discriminando, lo primero que ocurre es una separación entre el discurso persuasivo interno y el discurso forzado auto- ritativo” (p. 345). El final trágico de la alcahueta y de los criados debe entenderse como un choque fatal entre estas dos formas del discurso.

Celestina: fuerza y tabú

Para George Steiner (2001), “leer es sostener una relación a la vez recreativa y competitiva con el texto del escritor” (p.18). En nuestro caso particular, este enunciado cobra una relevancia especial. Y es que en esta obrael lector tiene que hacer un esfuerzo superior por recrear el contenido porque La Celestina “también requiere de los lectores participar en la creación del texto, ya sea como lectores silenciosos o vocales, que ̒imaginan̕ lo que el texto deja sin decir” (Corfis, 2011: 113). No solamente son los lectores los que necesitan completar esta serie de invisibilidades que, aunadas a las que Alan Deyermond ha identificado (1997) en un artículo, aparecen en la obra. Según Ivy Corfis (2011) también son los personajes los que “se imaginan los unos a los otros” (p.119). Este argumento es crucial para entender de dónde viene la autoridad de Celestina.Es una verdad de Perogrullo decir que la habilidad retórica de la alcahue- ta es real, pues sus palabras acarrean peso y consecuencias. Lo que falta explicar es el rol que la imaginación de los personajes tiene a la hora de dejarse persuadir por la simple figura de Celestina, aunque no tanto por la importancia de la magia –si admitimos esta posibilidad– o sus palabras. Argumento que Celestina carga en sí misma un discurso simbólico puesto por los demás, un discurso no de su propia hechura, sino superpuesto sobre su figura. Este es el valor autoritativo deCelestina: el marco formal, rígido y sagrado que otros le imponen a ella, trans- formándola en “tabú” (Bakhtin, 2008). Si el discurso autoritativo “se cohesiona alrededor de una idea o dogma estricto y externo” (Yurchak, 2006: 14), entonces Celestina es ese centro de gravedad narrativo y relacional sobre el que orbitan losImportar_Imgen5265c64616demás. De hecho, Dorothy Sherman (2001) advirtió en un artículo “la telaraña circular en las relaciones de Celestina con los otros personajes” (p. 105). En este sentido, la figura de Celestina funciona en su mundo como un panóptico, puesto que, se relaciona y conoce a todos. Esto aumenta la autoridad y mito de su figura a través de la imaginación, los rumores de los demás y, por supuesto, su propio pasado.Pármeno y Sempronio, sin embargo, se encuentran en una etapa superior de liberación del discurso autoritativo de Celestina, pues, han comenzado a “lu- char” (Bakhtin, 2008) contra la palabra y la imagen de la medianera, es decir, han comenzado a “estilizar sobre y experimentar con” (Bakhtin, 2008:347) el discurso de Celestina. Los criados se convierten en las principales figuras de sub- versión en contra de la vieja, ya que “el discurso de uno y la voz de uno aunque nacidos de otra […] tarde o temprano comenzarán a liberarse de la autoridad del discurso […]” (Bakhtin, 2008: 348). Este proceso de lucha ideológica se da en La Celestina, entre otras cosas,gracias al mundo “caótico” (Del Río, 2003) en el que perviven los personajes, llevándolos a un final trágico en el que su toma de conciencia los aniquila. Así, las representaciones del discurso autoritativo en La Celestina vienen dadas por la expresividad de la palabra y el discurso que los per- sonajes, en un esfuerzo íntimo,expanden para influir sobre los demás. La figura central de esta estrategia discursiva es Celestina, cuya simple personaes suficien- te para actualizar desde la ficción a una representante del “discurso autoritativo” de Bakhtin, pues:[…] Celestina es una institución más central y vital que la Iglesia (depositaria de esa otra autoridad arcaica), más adorada por sus milagros y mediación que sus santos, y más buscada, incluso dentro de la Iglesia y en ocasiones sagradas, que sus clérigos (Shipley, 1985:98).El poder de Celestina le viene de su experiencia vital. La serie de epítetos que la caracterizan (madre, maestra, etcétera) solamente confirman la autoridad de Ce- lestina sobre los demás. No solo eso: la alcahueta, como hábil manipuladora que es, utiliza estrategias específicas para controlar a sus pares, dependiendo frente a quién esté. Nos advierte Erica Morgan (1979): “La frecuente invocación de Dios ayuda a Celestina a proyectarse a sí misma como una persona completamente moral a los ojos de Melibea” (p. 10). Así, es posible hablar de la cualidad cama- leónica de Celestina a partir de su retórica: ella sabe lo que representa y la escala social en la que está inmersa. No puede cambiar su apariencia desde lo económi- co o lo social, sino desde lo retórico. Celestina se convierte en una red múltiple de conexiones no tanto porque conozca los secretos de los demás, sino porque sabe explotarlos desde la elocuencia de un discurso adaptado para cada situación. El uso de la retórica se transforma en un instinto vital de manipulación. Empero,¿De dónde viene este poder, esta autoridad de Celestina? Bakhtin (2008) nos lo dice:Importar_Imgen5265c64616La palabra autoritativa se encuentra en una zona distante, orgánicamente conec- tada con un pasado que se siente jerárquicamente superior. Es, de alguna forma, la palabra de los patriarcas. Su autoridad ya había sido reconocida en el pasado. Es un discurso previo (p. 342).Celestina “adopta rasgos típicamente masculinos, y a su vez se representa como madre en ese mundo marginal” (Del Río, 2003: 68). Subvierte su propia subje- tividad a través de sus palabras, navega en esa porosa frontera en que “se crea la realidad del género a través de actuaciones sociales repetidas” (Butler, 2002: 180). Además, recuerde el lector, algunos personajes se refieren a la anciana como barbuda, lo cual “viene a representar el ideal contrario femenino” (Sanz, 1994: 19). Estas formas de actuación personal le proporcionan a la alcahueta el prestigio de los patriarcas y, al mismo tiempo, la cercanía de una madre amorosa.Vayamos más allá para explicar este discurso autoritativo de la alcahueta. En un artículo, Joaquín Gimeno Casalduero (1992) nos recuerda que “el mundo de La Celestina es un mundo en el que Dios no aparece, y sobre el que Dios no actúa” (p. 104). Apenas hay mención en esta obra de figuras sacerdotales o perso- najes relacionados con la iglesia, tan comunes en aquella época, excepto para de- jar en claro que tienen relación con Celestina (Auto 1, Escena 6; Auto 4, Escena 4), una figura a todas luces inmoral. Como nos recuerda Asenjo (2008)respecto a la influencia de la Iglesia en las ciudades en aquella época:Las ciudades se localizaban en las sedes episcopales y el obispo, junto con los miembros del cabildo catedralicio, era un referente social y político de primer orden. Además de ese clero regular urbano, que se relaciona con la renovación apostólica y evangélica que surgiría con la Reforma gregoriana, las ciudades y villas contaron con fundaciones de conventos y monasterios (p.20).La ausencia de Dios y sus representantes terrenales en este mundo no es un olvi- do accidental por parte de Fernando de Rojas. Al contrario, la figura autoritativa de Celestina cobra una especial relevancia, pues es la vieja la que intercede por los demás: no hay, por supuesto, ningún rezo de por medio, acaso un premio monetario. Además, si en este mundo, “los sucesos, faltos de significado tras- cendente […] producen, como consecuencia, un mundo absurdo y sin sentido” (Casalduero, 1992: 105), es solamente el discurso autoritativo de Celestina en donde “otros tipos de discursos se organizan en torno a él” (Yurchak, 2006: 14), el que le imprime a los acontecimientos un sentido de dirección, aunque ella sea “la misma personificación del caos” (Sears, 1992: 103), en el que “como un resultado lógico de la contaminación de las clases sociales, el nivel de discurso también se vuelve inestable” (Sears, 1992: 101).¿Por qué Celestina se convierte en una figura de deseo para los demás? Porque lo que mueve a ese mundo marginal es el “gozar los bienes temporales” (Casalduero, 1992: 109), bienes que la vieja puede proporcionar. Se entiende asíImportar_Imgen5265c64616la desdicha de Melibea cuando dice: “¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! ¡Jamás conocéis vuestros bienes, sino cuando de ellos carecéis!” (Auto XIX, Escena V).El discurso autoritativo de Celestina le viene de su transversalidad social y económica: es el único personaje que atraviesa clases sociales, que puede entrar en la casa de Melibea, que le puede prometer a Calisto el amor de su amada, que conoce los barrios bajos y las formas para negociar con criados o prostitutas.Celestina, sabedora de su oficio se recrea en sus conocimientos y se siente nece- saria, odiada y temida por sus conciudadanos. En cierto modo, se sabe integrada en la ciudad y, aunque se la desprecie por sus malas artes, se la busca y solicita para los asuntos más turbios y complejos. Su larga vida y sus experiencias en el lado oculto de la apariencia social la llevaban a saber más de la vida privada de sus vecinos de la ciudad de lo que muchos imaginan (Asenjo, 2008: 28).Esa transversalidad también le otorga una cualidad líquida, es decir, la habilidad para inmiscuirse en los asuntos de los demás con facilidad. Por tal motivo, el po- der de Celestina se asienta sobre bases más bien intangibles: discurso, influencia, transversalidad, chantaje, negociación, todos los componentes de un lenguaje que busca dominar mediante la palabra. La propia figura de Celestinaes central en este proceso debido a que invade el discurso público por la manera en que se ha elaborado su prestigio desde el pasado y la experiencia.La palabra y el control del discurso son la clave de su influencia y en Celestina se define un arquetipo de la mujer-hechicera a partir de una caracterización basada en la astucia, el conocimiento, la malicia, las intenciones torcidas y la inteligen- cia; todo ello puesto de manifiesto a través del control de las técnicas de per- suasión. En efecto, estas cualidades se traducen en una capacidad extraordinaria para crear estrategias mediante el arma de la palabra (Alcalá Galán, 1996: 41).Su figura tabú y el marco del discurso autoritativo que sostiene a Celestina per- miten explicar algunas acciones contradictorias de los personajes en sus interac- ciones con o hacia la alcahueta. Las veremos a continuación.

La seducción de Calisto

Recuerde el lector, por ejemplo, que Calisto acepta la ayuda de Celestina a pesar de las advertencias de Pármeno que la llama “puta vieja” y “hechicera” (Escena VIII). Las críticas que el criado vierte sobre la alcahueta chocan contra la figura de Celestina que, aupada en su discurso, “inmutable y, por lo tanto, incuestiona- ble” (Yurchak, 2006: 15), no permite duda alguna respecto a su autoridad. No excluyo otras interpretaciones —la poca pericia de Calisto como amante, por ejemplo— que pudieron haber influido en esta elección. Añado que es también la imagen mental que Pármeno le ha formado a Calisto la que desarrolla un papel importante en este proceso, pues Calisto lee a la inversa lo que su criado le dice. El discurso autoritativo, que posee en sí un “lenguaje especial” (Bakhtin, 2008: 342), no permite que nada lo penetre, por eso Calisto, a pesar de las advertenciasImportar_Imgen5265c64616de Pármeno, elige a Celestina para hacer su negocio. “Implícita en la descripción que Pármeno hace del laboratorio de Celestina, hay un argumento contra los suministros farmacéuticos de Celestina como curas útiles para la enfermedad de Calisto…” (Solomon, 1989: 56). Mi argumento es que el joven, en lugar de ejercer prudencia, se ve supeditado al mito de Celestina gracias al aura autori- tativa que la envuelve. Al final, si nuestro pobre héroe le paga a la medianera es por la combinación letal entre discurso autoritativo e imagen mental que logran conjurar cualquier atisbo de duda. Fernando de Rojas quiso exponerle al lector la omnipresencia de la alcahueta en este mundo marginal y de pecado en la exterio- ridad física de su figura y en la interioridad mental de los demás. Gómez (2017), por ejemplo, habla de “la carga semántica que trae consigo Celestina en su ca- racterización de hacedora de imposibles” (p. 676). Bakhtin (2008) nos recuerda que es inadmisible “incorporar cambios semánticos [en el discurso autoritativo porque] tiene un solo significado” (p. 343). Celestina carga una voz y una potes- tad retórica que incorpora en los demás a través de campos de acción específicos, ya sea su prestigio, los rumores, o su fama, que “a las duras peñas promoverá y provocará a lujuria si quiere” (De Rojas, 2015: Auto I, Escena IV).

El olvido de Alisa

Algunos creen que Alisa, madre de Melibea, es una “madre negligente y des- preocupada” (Iglesias, 2010: 62), pero otros piensan que el comportamiento de este personaje no es ninguna coincidencia debido a que Alisa es apartada de su casa“por la hechicería” (Sherman, 1993: 23), otros más confían en explicar esto por medio del adínaton como figura retórica y su función en el texto (Gómez, 2017), algunos más explican a Alisa a partir de una “crueldad implacable por parte de Rojas” (MacPherson, 1992: 180) en su caracterización del personaje. Adelantamos, en esta instancia, una explicación similar al caso de Calisto, en donde no es la hechicería, la retórica o una amnesia inexplicable las que llevan a que Alisa deje a Melibea sola con Celestina. Recuerde el lector el famoso diálogo entre Lucrecia y Alisa respecto a la identidad de la alcahueta. Alisa, a pesar de las señas que su criada le da, dice que “todo eso dicho no me la da a conocer” (De Rojas, 2015: Auto IV, Escena III) y fuerza a Lucrecia a decir el nombre de la medianera, el cual no quería pronunciar porque “he vergüenza” (De Rojas, 2015: Auto IV, Escena III). Lucrecia reconoce el aura especial alrededor de la figura de Celestina y al hecho de que su discurso autoritativo “pueda ser profanado” (Bakhtin, 2008: 342), es decir, se encuentra ante “un nombre que no debe ser to- mado en vano” (Bakhtin, 2008: 342). El mismo procedimiento sucede con Alisa, pues la madre de Melibea no quiere profanar el nombre de Celestina al impedirle entrar en su hogar. Al contrario, tiene que fingir demencia y amnesia para dejar pasar a la alcahueta. Una vez que Lucrecia nombra a la medianera, entonces Ali- sa no tiene más que reírse, burlándose de su criada. La madre de Melibea supoImportar_Imgen5265c64616desde el primer momento quién era Celestina. Sus cambios de humor, rápidos y sucesivos, solamente pueden explicarse por el miedo y el respeto que le tiene a la medianera, ya que el discurso autoritativo “demanda nuestra lealtad incondicio- nal” (Bakhtin, 2008: 323). No importa qué forma adopte esta fidelidad, sino que se ejecute con cualquier medio a su alcance. Alisa, un poco torpemente, actualiza la función del discurso autoritativo y su alcance normativo, disciplinando, de diversas formas, tanto a su criada como a ella misma.

Melibea hipnotizada

Otro gran tema de controversia en esta obra ha sido la metamorfosis de Melibea. Se ha creído que Melibea cae enamorada de Calisto con “palabras e ideas, lógica y persuasión” por parte de Celestina (Handy,1983), otros piensan que la res- ponsables es la “persuasión eiditica” (Folger,2005), otros más argumentan que en realidad la protagonista ya estaba coqueteando con Calisto desde su primer encuentro (Lacarra,1989) o que la presencia del diablo tiene un papel fundamen- talen la obra (Deyermond, 1977). Este caso es el más complejo de los hasta ahora analizados porque Melibea “es otorgada una profundidad psíquica, interioridad e individualidad esencialmente modernas” (Folger, 2005: 5). No les quito ninguna importancia a estas posibles interpretaciones en el enamoramiento de Melibea. Quizá la explicación que más se acerca a la nuestra respecto al discurso autorita- tivo provenga de James F. Burke (2000), el cual dice que “los/el autor(es) de la Celestina, produciendo un trabajo escrito, han construido un ejemplo del proceso de fascinación a través del sonido, fascinación a través del lenguaje. Celestina, esta serpiente venenosa, envenena la atmósfera por su presencia” (Capítulo 4). He aquí la culminación del proceso de sublimación de la presencia de Celestina como representante y actualizadora del discurso autoritativo de Bakhtin, en el que su sola presencia contiene y expande el ambiente, seduce a sus contempo- ráneos y los esclaviza con sus palabras y su mito. Melibea no puede escapar a esta seducción, pues su discurso persuasivo interno no puede competir contra esa exterioridad que es Celestina. Como personificación del discurso autoritativo, Celestina es “la intermediaria que hace posible este juego de reflejos, particular- mente en que ella simboliza ese espíritu ‘celestial’ vital, permitiendo la comu- nicación entre los sentidos internos y externos del individuo y los del mundo” (Burke, 2000: Capítulo 2).Este juego de reflejos se actualiza, por ejemplo, cuando Celestina se vale de un discurso hiperbólico y amplificado en la descripción que hace de Calisto.Por Dios, si bien lo conocieses, no le juzgases por el que has dicho y mostrado con tu ira. En Dios y en mi alma, no tiene hiel; gracias, dos mil; en franqueza, Alejandre; en esfuerzo, Héctor; gesto, de un rey; gracioso, alegre; jamás reina en él tristeza. De noble sangre, como sabes; gran justador, pues verlo armado, un San Jorge. Fuerza y esfuerzo no tuvo Hércules tanta (De Rojas, 2015: Auto 1, Escena 4).Importar_Imgen5265c64616La alcahueta bosqueja un discurso entallado que entra a la perfección en la joven. Como nos recuerda Snow (2017): “Así pues, Celestina es la verdadera cataliza- dora de los amores de Calisto y Melibea, pero con algo que había inventado sobre la marcha (el dolor de muelas de Calisto) y no con el conjuro al diablo” (p. 163). Este autor, en el citado artículo, le otorga a Melibea una independencia casi total respecto a Celestina (un argumento similar al que maneja Yolanda Iglesias) en razón de que es la propia joven la que, según Snow (2017), le da a la alcahueta de propia voluntad el famoso cordón. Esto no le quita fuerza a nuestro argumen- to, sino que lo refuerza, porque incluso si vemos en Melibea a un personaje que “cuenta con libre albedrío para actuar” (Iglesias, 2010: 66), es la propia Melibea la que ve en Celestina a la única mediadora válida para consumar su amor, es decir, percibe la figura tabú de la medianera como interlocutora central en ese mundo marginal. En términos de Bakhtin (2008), Melibea reconoce el discurso autoritativo de Celestina y su ascendencia en ese espacio.Es verdad que son las palabras de la anciana las que seducen a Melibea, pero también la simple visión de la medianera es un aliciente significativo para ella. Tanto para James F. Burke (2000) como para Sanz Hermida (1994), la figura de Celestina es suficiente para nublar los sentidos o fascinarse. Para el primero, “en el acto cinco es Sempronio quien va a experimentar el poderoso efecto visual producido por la mujer solo por su presencia” (Burke, 2000: Capítulo 4). Para el segundo, en cambio, la mujer barbuda durante la Edad Media, como lo es Celes- tina, “además de ser considerada como una señal de mal agüero, ha de ser tenida como una fascinadora en potencia; es decir, como una mujer capaz de contagiar el mal de ojo…” (Sanz, 1994: 26). Esto es lo que le sucede a Melibea cuando, en presencia de Celestina, le permite hablar y la azuza para que “sin más dilatar me digas quién es ese doliente” (De Rojas, 2015: Auto IV, Escena V). Nuestra heroí- na, en este punto, poco a poco va siendo cautivada por la figura y las palabras de la vieja, pero no es sino hasta que la propia Melibea le pregunta a Celestina por su identidad (“Dime, madre, ¿eres tú Celestina, la que solía morar a las tenerías, cabe el río?” (De Rojas, 2015: Auto 4 Escena 5) cuando el discurso autoritativo “orgánicamente conectado con un pasado que se siente jerárquicamente superior” (Bakhtin, 2008: 342), ahora plenamente reconocido por Melibea, entra de lleno en su psique. Hay que insistir en este punto, pues no es sino hasta después de que la propia Melibea reconozca la senectud de Celestina (“Vieja te has parado”) (De Rojas, 2015: Auto IV, Escena V) y que la medianera se defienda (“Pero también yo encanecí temprano…”) (De Rojas, 2015: Auto IV, Escena V) cuando el dis- curso de la alcahueta, cuya “autoridad ya fue reconocida en el pasado” (Bakhtin, 2008: 342) penetre en la psique de Melibea, al grado de que esta, reblandecida, le dé dinero a Celestina y le permita seguir hablando. No me parece casual que la mediadora se defienda de las palabras de Melibea: esta obra está llena de ironías y ambigüedades plegadas bajo las palabras (Pattison, 2009; Folger, 2005). EstaImportar_Imgen5265c64616escena no es la excepción: Celestina no dice su edad exacta, sino que se vale de una falsa defensa para confirmar lo que dice Melibea. Es decir, al esquivar la respuesta, responde la afirmación de la joven. Es más, en algún punto, la propia Celestina dice que “es más cierto médico el experimentado que el letrado” (De Rojas, 2015: Auto V, Escena I), reconociendo que la experiencia vale más que el saber, algo que Melibea entiende y que el discurso autoritativo reconoce.Vale hacer una observación más en torno a esta situación, esta de carác- ter histórico. Si es posible avistar los nexos de poder y de chantaje en la obra es debido a que su ámbito espacial no florece en una sociedad donde conviven miles de personas, sino como lo ha apuntado Alan Deyermond (1984) en una micro sociedad: “Esta micro sociedad queda, desde luego, engastada en la macro sociedad de la ciudad entera, pero sólo (sic) la micro sociedad parece tener una existencia real; los otros edificios de la ciudad se mencionan pocas veces, y los otros habitantes, poquísimas” (p. 3). Es decir: la concentración narrativa en esta microsociedad como la que Rojas describe permite analizar con más facilidad la serie de relaciones e influencias entre los personajes. Y es que si, como dice De- yermond (1984), estamos ante una sociedad “introspectiva”, una en donde “todos se conocen y tienen una conciencia aguda unos de otros (p. 4)”, entonces es fácil entender la reproducción de las ambigüedades discursivas y lingüísticas entre los personajes: hayun doble fondo oculto para el lector.Concluyamos esta sección con lo dicho por Asenjo González (2008): “Se considera que a fines de la Edad Media la vida de la mayor parte de las gentes se desenvolvía en un radio que no superaba los cincuenta kilómetros alrededor de su lugar de nacimiento” (2008: 16). No solo eso, pues segúnAsenjo (2008), se miraba con “recelo” a los “hombres y mujeres solos” (p. 18). Continúe conmigo el lector: algunos críticos han visto la soltería de Melibea como fruto de la irres- ponsabilidad de sus padres, los cuales se encuentran “conscientes del peligro que supone que Melibea siga todavía soltera” (Iglesias, 2010: 63). Creo que nuestra heroína también lo sabía. ¿Podría esto explicar, desde el lado de Melibea y de Alisa, la intrusión en el espacio familiar por parte de Celestina como medianera? Si a esto le sumamos la fascinación por su figura y el prestigio que el discurso autoritativo le concede, tenemos a una Melibea psicológica, social y autoritativa- mente condicionada para escuchar a Celestina y sus ejes de seducción.Con estos ejemplos en mente ahora podemos pasar a ver cómo es que el discurso autoritativo de Celestina se rompe frente a Pármeno y Sempronio, los cuales logran quebrar las cadenas de la manipulación celestinesca.

Pármeno y Sempronio: los peligros de la conciencia

Escribió Bakhtin (2008) que “el devenir ideológico de un ser humano […] es el proceso de asimilación selectiva de las palabras de los demás” (p. 341). La muerte de Celestina se da porque confía demasiado en su propia autoridad, en su propio discurso y en su propio tabú. No se da cuenta que tanto Pármeno como Sempronio, ideológicamente más desarrollados que los otros personajes con los que convive, están a punto de ver nacer un discurso interno propio para acabar con las palabras que amenazan su propia conciencia.Para rastrear estas fuentes de rebeldía interna en Pármeno y Sempronio hay que decir que en La Celestina algunos personajes parecen más interesados en el be- neficio económico que en cualquier otro motivo. En este caso, los criados esperan recibir un beneficio económico de Celestina, la cual ve sus relaciones con los de- más en términos monetarios, lo que la lleva a su trágico final. El dinero en aquella sociedad formaba parte ya de todo un imaginario mental. Dice Maravall (1986):Lo otro es notar con qué frecuencia se puede decir que en las obras literarias (por ejemplo, La Celestina, La Lozana Andaluza, El Quijote, Guzmán de Alfarache, Pícara Justina, etc.) la evaluación de los bienes […](una cadena, un vestido, una joya, una casa, etc.) se realiza de manera inmediata y habitual en términos de dinero, prueba de que su uso como instrumento de intercambio ha entrado en el tejido mental (p. 12).Con este contexto histórico en mente es posible decir que el discurso autoritativo de Celestina no pesa sobre Pármeno y Sempronio, cuya “conciencia ideológica” (Bakhtin, 2008: 342) se encuentra plenamente desarrollada respecto a Celestina, es decir, ellos empiezan a “estilizar el discurso” (Bakhtin, 2008: 347) de la alca- hueta y con esto le quitan su aura sagrada, su imagen de “tabú” (Bakhtin, 2008) al discurso autoritativo, comenzando a madurar internamente, maduración que lamentablemente para ellos termina en su muerte. Pármeno y Sempronio adoptan el discurso de Celestina, pero lo reconfiguran para contárselo a ellos mismos “a través de sus propias palabras” (Bakhtin, 2008: 345), ya que “nuestro desarrollo ideológico es simplemente una intensa batalla dentro de nosotros por la hege- monía entre varios puntos de vista verbales e ideológicos” (Bakhtin, 2008: 346). Un discurso autoritativo se acepta o se rechaza totalmente, no hay medias tintas, y los criados desacralizan la autoridad de Celestina por medio de su propio de- sarrollo ideológico. Este proceso no es gratuito ni aparece de la nada. El caso de Pármeno es especialmente elocuente porque su identidad y su desarrollo a lo largo de la obra es bastante complejo.La postura de Pármeno como un hombre que tiene sus emociones bajo control, se ve gravemente comprometida cuando Celestina le convence para que muestre su vulnerabilidad, su pasión, y sus sentimientos. Básicamente, al sustituir lo in- corpóreo (lo espiritual/filosófico) por lo corpóreo (lo físico/material), Pármeno se convierte en un siervo inútil (Tozer, 2003: 153).Importar_Imgen5265c64616Vemos en la obra la relación tirante entre Pármeno y Celestina, ya que aquel cuando era niño le sirvió a la vieja, pero ahora de adulto parece traumatizado por esas experiencias (Tozer, 2003: 154). Sempronio, por un lado, es el que desde el principio le propone a Celestina el negocio para sacarle dinero a nuestro héroe enamorado (“Calisto arde en amores de Melibea. De ti y de mí tiene necesidad. Pues juntos nos ha menester, juntos nos aprovechemos…”) (De Rojas, 2015: Auto I, Escena VII). Pármeno, por otro lado, llama a Celestina “puta vieja al- coholada” (De Rojas, 2015: Auto 1 Escena 8) y le previene a su amo de entrar en tratos con ella. Como ya lo vimos, estas advertencias caen en oídos sordos. El proceso de cambio en Pármeno comienza y acaba en Celestina, ya que esta confía, encaramada en su habilidad retórica y su discurso autoritativo, en poder cambiar la opinión que Pármeno tiene de ella y de Sempronio. Como ha demos- trado Albert Lloret (2007), este proceso de metamorfosis en Pármeno requiere de un hábil despliegue retórico por parte de Celestina, en donde esta “juega la carta de la autoridad y del saber que otorga la experiencia, opuesta a la juventud del criado” (p.124). Las tácticas retóricas de la anciana que Lloret (2007) identifica son múltiples y variadas: “la figura de la doble jerarquía, el topos de precedencia […], las figuras de autoridad y, finalmente, dos argumentos performativos, dos promesas” (p. 125). Así pues, el proceso de convencimiento de Pármeno por par- te de Celestina activa el discurso persuasivo interno del criado, es decir, ocurre un distanciamiento ideológico con Celestina porque el criado, “adopta el discur- so de Celestina” (Lloret, 2007: 128), o en términos de Bakhtin (2008), la actitud de Pármeno respecto al discurso celestinesco pasa de la simpatía a la hostilidad, pues al adoptar la cosmovisión simbólica de Celestina, Pármeno “no sólo (sic) ha traicionado a Calisto, sino también a sí mismo” (Bernaschina, 2010: 23). Al acogerla ideología de la vieja, Pármeno reconfigura las palabras de Celestina. De esta forma:[…] al experimentar con el discurso de otro, nosotros intentamos adivinar, ima- ginar, cómo es que una persona con autoridad se comportaría en determinadas circunstancias, la luz que se echarían a ellos mismos con su discurso. En el caso de este trabajo experimental, la imagen de la persona que habla y su discurso se transforma en el objeto de la imaginación creativa y artística (Bakhtin, 2008: 347-348).El discurso autoritativo de Celestina cae, para Pármeno,cuando se vuelve contra Calisto y le dice a Celestina que “aunque hoy veías que aquello decía, no era por- que me pareciese mal lo que tú hacías, pero porque veía que le aconsejaba yo lo cierto y me daba malas gracias” (De Rojas, 2015: Auto VII, Escena I). Aquí suce- de el quiebre del criado ya que “Pármeno está aceptando la autoridad más que la familiaridad de Celestina, a cambio de la promesa de Areúsa” (Lloret, 2007:127). En pocas palabras, Pármeno “adopta el discurso de Celestina, se amolda a él, a sus argumentos” (Lloret, 2007: 128).El criado ha comenzado a “objetivar experi- mentalmente el discurso del otro[a jugar con él, a] sentir sus fronteras” (Bakhtin,Importar_Imgen5265c646162008: 348). Es en este momento cuando Pármeno, al hacer suyo el discurso de la vieja, entiende también sus postulados y se familiariza con él, es decir, el discur- so de Celestina ha dejado de pertenecer a esa zona sagrada.Si el discurso persuasivo interno se encuentra íntimamente relacionado con “las palabras de uno mismo” (Bakhtin, 2008: 345), entonces Pármeno ha co- menzado a generar “palabras independientes” (Bakhtin, 2008: 345), a despertar su propia conciencia. De esta forma, Celestina no se da cuenta de que Pármeno ya no acepta su discurso autoritativo y que Sempronio nunca lo ha aceptado, pues este desde el primer momento se acerca a ella para que los dos se beneficien. Sempronio lleva en sí el germen de su rebeldía, aplazada únicamente por las po- sibilidades económicas que el negocio con Celestina promete.Además, recuerde el lector que es la propia Celestina la quedeseaque los dos criados sean “hermanos en todo” (De Rojas, 2015: Auto VII, Escena I). Al final, sus deseos se ven cumplidos: los dos criados quieren su recompensa y van a pedirla, ya que han expulsado de su psique el discurso autoritativo de Celestina, la cual con su muerte derrumba también su autoridad. La medianera no percibe que su propia avaricia contagia a Sempronio (“Y como aquellos dañan en los principios las llagas y encarecen el prometimiento de la salud, así entiendo yo hacer a Calisto”) (De Rojas, 2015: Auto I, Escena VIII) y que su propio tabú es fracturado por ella misma al derrumbar la identidad de Pármeno, perdida entre la lealtad a Calisto y sus propios intereses. No solo eso: el derrumbe del discurso autoritativo de Celestina ocurre también debido a que ella le ha enseñado a Pár- meno a desconfiar de las palabras: “deja los vanos prometimientos de los señores, los cuales desechan la sustancia de los sirvientes con huecos y vanos prometi- mientos” (De Rojas, 2015: Auto I, Escena XI).Podría pasar inadvertido que Celestina es advertida por el propio Sempro- nio para acometer el negocio, del que le dice respecto a Melibea: “Madre, mira bien lo que haces, porque cuando el principio se yerra, no puede seguirse buen fin. Piensa en su padre, que es noble y esforzado; su madre, celosa y brava, tú la misma sospecha” (De Rojas, 2015: Auto III, Escena I). La alcahueta no parece darse cuenta del posible peligro que existe en su actuar, confía demasiado en la promesa de su propia autoridad y astucia. Su discurso autoritativo peligra en esta instancia no tanto por los criados, sino porque va directo a enfrentarse al mundo de Pleberio y sus “valores completamente diferentes” (Snow, 1990: 388).Volvamos a nuestro cauce. Cuando Celestina le revela a Pármeno y Sem- pronio su intención de no compartir con ellos ninguna de las ganancias que ha obtenido (De Rojas, 2015, Auto XII, Escena IX) viene el quiebre anunciado y los peligros de la conciencia salen con toda su fuerza, traspasan el contenido semán- tico de la autoridad y desplazan el altar de Celestina hacia la muerte.

Conclusión: la palabra derrotada

El fascinante mundo que se nos presenta en La Celestina obliga al lector a ver un universo en fragmentación, en donde los medios de control y de chantaje so- lamente apuran esa solución trágica y decadente de los personajes. Al final, son los padres de Melibea, estandartes de la tradición, los únicos herederos de este microcosmos destruido. Aunque esto no es ningún consuelo porque han perdido a Melibea y “faltándoles ella, fáltales todo el bien” (De Rojas, 2015: Auto III, Escena I). Además, en este mundo “no hay ganadores” (Snow, 1990: 391).La pérdida de autoridad de Celestina se da porque le permite a Pármeno y Sempronio objetivar su discurso y porque no mantiene su distancia respecto a su propia autoridad, es decir, su palabra es profanada. El discurso de Celestina pier- de trascendencia, no es ya un ritual que se apareja con su prestigio sino con aquel de Pármeno y Sempronio que, al revelar su intencionalidad, también borronean su autoridad. ¿Cómo puede ser esto? El discurso autoritativo es distancia, mito, y origen. Se encuentra en una zona administrada por el misterio. Pármeno y Sem- pronio, a lo largo de la obra, se familiarizan con el lenguaje y el discurso de Ce- lestina, lo sienten cerca de ellos y, por lo tanto, logran asimilar sus postulados, ya no conectados con el poder de la alcahueta sino con el de las relaciones sociales cotidianas de ese cosmos mundano. El discurso de Celestina, antes “calcificado” (Bakhtin, 2008: 323), ahora es maleable y familiar: ha dejado de aparecer como relato primigenio y ahora se presenta en forma de diálogo, es posible cuestionar- lo, abaratarlo, y poner sobre él un límite.La individualidad, ingenio, liquidez, absorbencia y transversalidad de Ce- lestina topan con el muro de Pármeno y Sempronio, pues la alcahueta, a pesar de su experiencia, parece no darse cuenta de que su discurso autoritativo, en pleno derrumbe, apura su propia destrucción. Su muerte viene por y a partir de una nueva retórica que no maneja: el despertar de la conciencia de Pármeno y Sem- pronio. Su poder y autoridad vino de su lengua y por su lengua tiene que morir. La Celestina, “conciencia supervisora de toda la obra” (González, 2000: 72), centro semántico y articulador de una multiplicidad de relaciones, es derrotada por su propia cosmovisión, la ambición y el chantaje que terminan por diluir su autoridad.Incapaz de articular un idioma diferente, Celestina se convierte en vícti- ma de un léxico que invade su mundo bajo la máscara de una nueva normativi- dad. Desarticulada, muere porque su interacción ya no es posible y su autoridad, clausurada para siempre, desplaza su cosmos, sus posibilidades de redención y la proa de sus deseos, el viento a favor, convertido en terrible tormenta. ֍

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