Dossier

Presentación Dossier: “Custodias de la Salud. Historia de las Juntas de Sanidad en la salud pública y el control de epidemias”

Custodians of Health. History of the Boards of Health in public health and epidemic control

Paola Peniche Moreno
CIESAS, México

Presentación Dossier: “Custodias de la Salud. Historia de las Juntas de Sanidad en la salud pública y el control de epidemias”

Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 10, núm. 19, pp. 201-221, 2024

Universidad Autónoma de Yucatán

Recepción: 28 Septiembre 2023

Aprobación: 26 Diciembre 2023

Custodias de la Salud. Historia de las Juntas de Sanidad en la salud pública y el control de epidemias

Las Juntas de Sanidad emergieron como entidades políticas establecidas por los Estados Nacionales con el propósito de gestionar, organizar y tomar medidas en relación a los intereses colectivos en el ámbito de la salud. Su relevancia se forjó a partir del reconocimiento político y económico de la importancia del bienes- tar y la vida de la población, conceptos que adquirieron prominencia durante la Ilustración. Este es el tema central que vincula a los artículos presentados en este dossier. A lo largo de cuatro trabajos basados en fuentes originales, exploramos la intrincada relación histórica entre política y salud en los siglos XIX y XX.

Explorar el cruce entre política y salud pública a través del análisis de las Juntas de Sanidad es pertinente, en la medida en que contribuye a la com- prensión del establecimiento de la estructura institucional de la salud pública, y su vinculación con el proyecto político liberal que se expandió por Occidente en el siglo XIX. Al estudiar el desarrollo histórico de las Juntas de Sanidad en diversos contextos, se descubre cómo el higienismo fue promovido mediante mecanismos institucionales y en qué forma se adaptó a las distintas realidades latinoamericanas.

Además, este enfoque nos proporciona una visión más profunda del papel desempeñado por la salud pública en la configuración de los estados nacionales y en el fortalecimiento de la economía capitalista. Esto incluye explorar las cone- xiones de dependencia y subordinación con las potencias hegemónicas en el con- texto del imperialismo europeo y norteamericano. En última instancia, investigar el desarrollo histórico de las Juntas de Sanidad nos permite conocer el impacto de estas instituciones en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la respuesta ante brotes epidémicos.

Antecedentes

El resultado de este dossier es el fruto de un esfuerzo colaborativo llevado a cabo por los autores, a lo largo de casi una década, en el campo de la investigación histórica y antropológica relacionada con los procesos de salud, enfermedad, atención y prevención. Durante estos poco más de diez años, hemos participado en diferentes espacios de discusión académica que, particularmente en el último quinquenio, nos han brindado la oportunidad de intercambiar y debatir lecturas teóricas, metodológicas e historiográficas en relación con procesos que han des- pertado nuestro interés.

Uno de esos espacios es el curso “Historia de la Salud Pública”, diseñado y coordinado por Paola Peniche e Inés Cortés desde el CIESAS. Este curso ha tenido dos ediciones, en 2021 y 2022, reuniendo a colegas de diversas nacionali- dades e instituciones de América Latina. Su objetivo fue examinar el surgimiento y desarrollo de la salud pública occidental moderna, que se originó en Europa du- rante la Ilustración y se propagó a lo largo de los siglos XIX y XX, extendiéndose a las colonias europeas en todo el mundo. Este modelo contribuyó a perfilar el en- foque de salud pública que encontramos en nuestras sociedades contemporáneas. A lo largo de 14 sesiones divididas en cuatro unidades, el curso se enfocó en el estudio de los procesos históricos que llevaron al surgimiento de la salud pública como una práctica colectiva centrada en una noción específica de enfermedad: la biomédica. Para lograrlo, se abordó la historicidad de los fenómenos de salud y enfermedad a nivel colectivo, se analizaron los orígenes y las características de los paradigmas más influyentes en el campo de la salud pública y se reflexionó sobre el papel desempeñado por los procesos de hegemonía, dominación y poder en la construcción histórica de la salud pública.

Otro antecedente académico de este dossier es el seminario titulado “Me- dicalización: Procesos Socio-Históricos y Culturales,” que actualmente está en curso (septiembre de 2023) y es coordinado por Inés Cortés y Evelia Magaña. Este seminario está vinculado a la Subdirección de Docencia del CIESAS, e in- tegra a profesores y alumnos de diferentes posgrados de la institución, como el doctorado en antropología de la Unidad Sureste (Chiapas), y la maestría y el doc- torado en Historia de la Unidad Peninsular (Yucatán). A lo largo de ocho sesio- nes, de un total de quince, hemos focalizado el papel de la hegemonía y el poder, hemos debatido el concepto de medicalización para la realidad latinoamericana; también hemos estudiado el surgimiento de las especialidades médicas como for- mas específicas de control biomédico sobre grupos sociales particulares; hemos analizado las formas diversas de legitimación de la biomedicina; y hemos iden- tificado las configuraciones sociales que han posibilitado la hegemonía del saber biomédico y su expansión como forma dominante de comprender los procesos de salud/enfermedad/atención/prevención.

El tercer ámbito que consideramos relevante mencionar es el de la inves- tigación colectiva. Desde que comenzamos a colaborar, junto con investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán y –recientemente- con colegas de Cen- troGeo, hemos formalizado dos proyectos de Ciencia de Frontera CONAHCyT, centrados en analizar aspectos sociohistóricos y contemporáneos relacionados con los procesos de salud, enfermedad y atención. El primer proyecto inició en 2015 y tuvo como objetivo examinar la construcción y el desarrollo de los sis- temas de salud en el área maya de Yucatán, así como identificar las variables sociales e históricas que intervinieron en ese proceso a partir del siglo XIX. Entre sus resultados, pudimos dimensionar a largo plazo el papel central en la región de las enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti (fiebre amari- lla, dengue, chikungunya y zika), considerándolas como parte de un continuum histórico, a pesar de que, históricamente, la salud pública las haya abordado de manera fragmentada.

El segundo proyecto comenzó en el año 2023 y tiene como objetivo in- vestigar los fundamentos sociales e históricos de la medicalización en contextos de vulnerabilidad socioeconómica en el sureste mexicano. Partimos de la parado- ja resultante del hecho histórico de que la atención biomédica reporta beneficios tanto individuales como colectivos para la salud. Sin embargo, cuando interac- túa con diversas formas de vulnerabilidad social, que determinan su aplicación parcial o fragmentada, estos beneficios se diluyen, exponiendo a la población a mayores riesgos.

La institución que nos ha brindado cobijo para llevar a cabo este traba- jo colaborativo es la Unidad Peninsular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), ubicada en Yucatán, México. Esta adscripción institucional ha tenido un impacto significativo en nuestro trabajo de diversas formas, y parte de esta influencia se refleja en este dossier, aunque no se manifieste de manera explícita en los artículos. Nos referimos a la influencia teórica de la antropología en general, y de la antropología médica en particular, en la ma- nera en que abordamos los procesos sociohistóricos relacionados con la salud y la enfermedad. Esto, sin renunciar a la rigurosidad y la perspectiva crítica que hemos aplicado utilizando las herramientas proporcionadas por la disciplina histórica.

Durante varias décadas, el CIESAS ha destacado como un centro de refe- rencia en el desarrollo de la etnohistoria en México y América Latina. Investiga- dores destacados de esta institución, como Jan De Vos (2002, 2004), Juan Manuel Pérez Zevallos (2001) y Teresa Rojas Rabiela (1981, 1994), entre muchos otros, han contribuido con investigaciones y enfoques metodológicos originales que exploran la intersección entre la historia y la antropología. Así, se ha consolidado una línea de investigación que recurre a la antropología y la historia para conocer la cultura y las relaciones sociales de los grupos indígenas de México. Gracias a que el CIESAS ha constituido un espacio académico abierto y receptivo, se

han formado generaciones de historiadores con una perspectiva antropológica, y generaciones de antropólogos que acuden a los archivos para abordar cuestio- nes históricas. Los autores de este dossier compartimos esta herencia, aunque dirigimos nuestro interés hacia el ámbito de la salud. También nos ha influido la contribución del CIESAS en el desarrollo de la antropología médica, forjando desde la década de 1980 una aproximación multidisciplinaria y crítica a la com- prensión de las complejas dinámicas de la atención, la producción, reproducción y percepción de la enfermedad, y la promoción de la salud en contextos diversos.

Partiendo de estos dos referentes, es decir, la etnohistoria (¿o en este caso deberíamos decir antropología histórica?) y la antropología médica, nuestro in- terés se ha centrado en abordar los procesos históricos relacionados con la salud y la enfermedad, así como en analizar el fenómeno histórico de la expansión hegemónica de la biomedicina. En otras palabras, nuestro enfoque común es el abordaje antropológico de problemas históricos. Esto significa que interrogamos antropológicamente al pasado, pero lo documentamos históricamente.

Documentar históricamente el pasado implica que la crítica de fuentes juega un papel de suma importancia, si no central, en nuestros procesos de análi- sis. En los textos escritos por historiadores, es común hallar numerosas citas a pie de página, donde, además de las referencias de archivo y bibliografía requeridas, construimos explicaciones adicionales que, como metatexto, nos ayudan a pon- derar los testimonios. Sin embargo, al enfrentarnos al desafío de publicar en una revista digital y multidisciplinaria, como Antrópica, nos vimos ante la necesidad de suprimir las notas a pie para transformarlas en citas en formato APA. Sin em- bargo, algunos de nuestros artículos en su versión inicial, típicos de historiadores, llegaban a tener más de 60 notas a pie de página.

Buscamos adaptarlas al formato solicitado, pero debido a nuestra necesi- dad de proporcionar información detallada al citar documentos de archivo, nota- mos que su inclusión entre paréntesis en el texto interrumpía la fluidez de la lectu- ra. Luego de debatirlo con la Redacción de la revista, nos otorgaron la libertad de idear una estrategia que nos permitiera mantener las condiciones metodológicas de nuestros trabajos y, al mismo tiempo, cumplir con los requisitos editoriales de la revista. Optamos por presentar un listado de todos los documentos utilizados en un apartado independiente titulado “fuentes primarias”. Estas fuentes se ordena- ron alfabéticamente y se numeraron correlativamente. En el texto, empleamos es- tos números como citas entre paréntesis. Esta estrategia no solo agilizó la lectura, sino que también nos permitió incluir la variedad y diversidad de documentación utilizada, referenciándola adecuadamente en todos los casos, sin omitir ningún dato que consideramos fundamental para documentar el pasado.

Ahora bien, para interrogar antropológicamente al pasado reconocemos la influencia de la teoría antropológica en nuestros procesos cognitivos y analí-

ticos. Esta se resume en tres perspectivas que, a manera de premisa, atraviesan nuestro trabajo individual y colectivo: el enfoque relacional y configuracional de Norbert Elias (1996), las interconexiones globales propuestas por Erick Wolf (1987) y la historicidad del proceso de salud, enfermedad y atención desarrollada por Eduardo Menéndez (1981, 2009).

El enfoque configuracional de Norbert Elias (1996) sugiere que debemos analizar las sociedades como configuraciones complejas y dinámicas en lugar de elementos aislados, y su enfoque relacional enfatiza que las relaciones sociales son fundamentales para comprender el funcionamiento de las sociedades y sus dinámicas de poder. Elias ve la formación del Estado como un proceso gradual de centralización del poder; y el poder como un concepto relacional, donde la auto- ridad se establece a través de interacciones sociales. Estas ideas nos han llevado a explorar las conexiones entre el desarrollo de la salud pública y la formación del Estado, ambos procesos caracterizados por una gradual centralización del poder y el control de la población a través de la atención médica y la salud de la población.

En ese mismo sentido, hemos reflexionado sobre los procesos epidémi- cos y su relación con las configuraciones sociales en las que se originan. Nos ha interesado comprender, por ejemplo, cómo la peste se vincula con la transición entre la Baja Edad Media y el surgimiento del mercantilismo (Porter, 2005; Bour- delais, 2006; Rosen, 2015), de qué manera la expansión europea devastó a las so- ciedades nativas de América mediante la viruela y el sarampión (Cook y Lovell, 2000; Livi Bacci, 2006; Malvido, 2008), y cómo la fiebre amarilla en los siglos XIX y XX se relaciona con la proliferación de puertos, la urbanización, las mi- graciones y las guerras (Curtin, 1998; Espinosa, 2006; Gaitors, 2018), así como el cólera con la expansión del liberalismo político y económico de Occidente hacia el mundo (Bourdelais, 2006; Peniche, 2016). Además, consideramos que la perspectiva de Elías nos ofrece una lente para examinar los mecanismos de cen- tralización del poder en la gestión de la salud pública mediante la implementa- ción de normativas, regulaciones y sistemas de atención. De manera similar, nos ayuda a analizar cómo esta centralización ha transformado las relaciones sociales y de poder en el ámbito de la salud y la enfermedad.

Otro enfoque que ha sido orientador para nosotros es el propuesto por el antropólogo Eric Wolf en su libro “Europa y la gente sin Historia” (1987). Wolf sostiene que la historia de las sociedades no occidentales no debe ser analizada de forma aislada, sino en relación con el contexto global y las interconexiones que se tejieron desde el siglo XVI a partir de la expansión del capitalismo arcaico. Para comprender plenamente la historia de las sociedades no occidentales, Wolf plantea examinar las interconexiones globales, las redes comerciales, las relacio- nes de poder y las influencias culturales que han dado forma a su desarrollo a lo largo del tiempo.

Al retomar el enfoque de Wolf, podemos comprender, por ejemplo, cómo las prácticas biomédicas y la salud pública en América Latina y el Caribe se han visto influenciadas por las conexiones globales tejidas tanto a nivel político como económico. Esto abarca el impacto de la colonización, la trata de seres humanos, el comercio internacional y la difusión de conocimientos médicos a través de redes globales.

Hemos debatido la importancia de explorar cómo las relaciones históricas de poder entre países occidentales y América Latina y el Caribe han influido en la adopción de enfoques biomédicos, políticas de salud pública y la interacción con otros saberes médicos (Bashford, 2004; Sutter, 2007; Murgía et.al, 2016; Cueto, 1995, 2013; Hogarth, 2017). Sin embargo, al pensar desde paises históricamente subordinados (como México), creemos que también es importante investigar las transacciones entre saberes, prácticas y formas de organización que existían antes de la expansión de la medicina científica, para conocer procesos más complejos de resistencia, adaptación, integración y subordinación. Es decir, la propuesta de Wolf nos hace pensar en cómo los modelos médicos de los “pueblos sin historia”, lejos de ser estáticos o primitivos, desde el siglo XVIII se han desarrollado en interacción con la medicina científica, y en el marco de relaciones sociales, eco- nómicas y políticas del contexto global marcado por la expansión del capitalismo industrial.

El tercer enfoque antropológico al que hemos hecho referencia proviene de la antropología médica, específicamente del trabajo de Eduardo Menéndez (1981, 1992, 2009). Dos conceptos fundamentales de su obra han sido de gran relevancia para nosotros. En primer lugar, su conceptualización del “Modelo Mé- dico Hegemónico,” que se refiere a un “conjunto de prácticas, conocimientos y teorías desarrollados por la medicina científica desde finales del siglo XVIII. Este modelo ha logrado subordinar y desplazar las prácticas, conocimientos e ideo- logías previamente dominantes en las sociedades, legitimándose como la única forma de abordar la enfermedad, respaldada tanto por criterios científicos como por el Estado” (Menéndez, 1992, p. 108). Esta definición sugiere muchas pregun- tas que consideramos pertinentes en el campo de la historiografía:

En primer lugar, el momento en el que emergió esta forma de entender y atender la salud y la enfermedad, es decir, a finales del siglo XVIII, plantea la necesidad de comprender de manera integral este fenómeno como parte del com- plejo entramado de relaciones que experimentaban profundos procesos de trans- formación en esa época, principalmente de índole política y económica, pero también cultural y científica. También, nos invita a reflexionar en torno a los pro- cesos y mecanismos de subordinación de las prácticas y conocimientos distintos a los de la medicina científica. La obra de Menéndez ha revelado que la relación entre hegemonía y subalternidad implica la existencia de relaciones de poder que operan de manera estructural en las sociedades; por lo tanto, explorar estos

mecanismos significa analizar el poder desde una perspectiva histórica. Siguien- do esta línea de pensamiento, también nos incita a considerar los mecanismos de legitimación y los procesos de apropiación por parte de los actores sociales.

En segundo lugar, Menéndez define la salud pública como un “sector po- lítico-técnico del Estado” que emplea conocimientos científicos y técnicos se- gún sus capacidades y las condiciones económico-políticas vigentes (Menéndez, 1992, p. 105). Esa definición tiene intrínseca una profundidad histórica, dado que las condiciones económicas y políticas son dinámicas y se encuentran en constante evolución. Así, a los investigadores dedicados a la historia de la salud pública, se nos plantea la tarea de investigar y documentar las formas en que opera ese sector político-técnico en correlación con la evolución del estado, de los mercados y de la geopolítica internacional.

Individualmente, cada uno de los autores que contribuimos en este dos- sier tenemos investigaciones más extensas de las cuales se derivan los trabajos que ahora nos unen. Quien esto escribe (Paola Peniche) investiga la relación entre salud pública y biomedicina a partir de los modelos de control y vigilancia epidemiológica contra la fiebre amarilla en México entre 1840 y 1960. Evelia Magaña cuenta con una investigación en curso sobre la construcción en torno a lo femenino desde la perspectiva médica en Yucatán entre 1891 y 1926. Daniel Méndez, por su parte, trabaja en el estudio del comercio del opio en Honduras Británica entre 1882 y 1936. Inés Cortés investiga las políticas de salud dirigidas a la atención de pueblos indígenas, centrándose en el caso de las auxiliares de salud en el medio rural en Yucatán, con un trabajo en curso sobre farmacopea y medicalización también entre población maya.

Tendencias actuales en el estudio histórico de las Juntas de Sanidad

En la década de 1950, George Rosen propuso una reevaluación de la historia de la salud pública con el propósito de captar cómo esta reflejaba su contexto social e histórico. En su intento de elucidar la diferencia entre la salud pública y la policía médica, Rosen postuló una relación intrínseca entre la policía médica y el came- ralismo y mercantilismo, en particular en la Alemania de los siglos XVII y XVIII. Al considerar al cameralismo y a la policía médica como manifestaciones subor- dinadas a las dinámicas políticas y económicas de antiguo régimen, concluyó que la policía médica encarnaba una forma de gobierno centralizada y despótica, en contraposición con las formas de democracia liberal relacionadas con el desarrollo del capitalismo industrial, especialmente en Inglaterra (Rosen, 1953, 1957, 1974).

Tras la perspectiva de Rosen, el desarrollo de la historia de la medicina y la salud pública ha demostrado que este contraste entre la policía médica, ligada a un sistema despótico, y la salud pública, vinculada con el liberalismo político

y económico, no fue así de rígido como suena; en realidad, se trataba de diná- micas flexibles que se adaptaron a diferentes contextos, coexistiendo en muchas ocasiones. No obstante, el trabajo de Rosen tuvo una influencia sustancial en la historiografía al plantear una conexión inherente entre la política, la economía y la salud pública (Caroll, 2002).

En la década de 1970 Michell Foucault puso de nuevo sobre relieve la vinculación entre política, economía y salud pública. En su obra, plantea que la relación entre el Estado y la salud pública ha experimentado una evolución a lo largo de la historia, en respuesta a los cambios en las dinámicas de poder y las formas de gobierno. En tiempos premodernos, por ejemplo, la inquietud por la salud pública estaba estrechamente ligada a la soberanía del monarca y al control poblacional. Sin embargo, con la llegada de la modernidad, se produjo un giro en la perspectiva de la salud pública. Foucault señala que en el siglo XIX el Estado comenzó a ejercer una intervención más directa en la vida de los ciudadanos, y adoptó la responsabilidad de regular la salud de manera sistemática. Esta transi- ción marcó el inicio de lo que conocemos como Salud Pública moderna, donde la salud se percibió como un asunto colectivo inseparable del rol del Estado (Fou- cault, 1996, 2007, 2012).

Dicho cambio fue patente en naciones inmersas en profundas transforma- ciones políticas, como Francia, España o Inglaterra. En esos lugares, comenzó a surgir la idea de que las cuestiones de salud tenían un componente tanto político como económico, y, por lo tanto, necesitaban ser gestionadas por el ámbito pú- blico. Como resultado, la salud y las enfermedades dejaron de ser consideradas únicamente como problemas individuales para ser abordadas como asuntos que impactaban en la riqueza y el poder de una nación (Blasco, 1991; Jori, 2013).

La relación entre salud pública y política se ha manifestado en momentos de profundos cambios históricos, como ocurrió en las Cortes de Cádiz. En este contexto, la salud y el bienestar de la población se convirtieron en temas centra- les durante los debates sobre la configuración del Estado desde una perspectiva institucional y legal (Hernández, 2015). Un ejemplo más de esta interacción se encuentra en la historia de México, durante el gobierno de Porfirio Díaz. En este período, se observa una conexión entre el creciente control estatal sobre cues- tiones de salud y su utilización con fines políticos para ejercer un mayor control sobre la población (Carrillo, 2002). También es un caso ilustrativo el de Quebec, donde se puede apreciar cómo el Estado fortaleció y amplió su autoridad en ma- teria de salud en respuesta a oleadas migratorias ocurridas en la segunda mitad del siglo XIX. Este fenómeno coincidió con la industrialización de la ciudad y la transición de la vida rural a un estilo de vida urbano. Como resultado, el Estado asumió la responsabilidad de proporcionar atención médica tanto a inmigrantes como a ciudadanos locales frente a las graves epidemias que surgieron en ese contexto (Desrosiers, 1984).

Otra tendencia en los estudios históricos sobre la salud pública ha sido el análisis de la estructuración del poder y la asignación de responsabilidades sanitarias en el proceso de formación de los estados nacionales en el siglo XIX. Durante los primeros cincuenta años de ese siglo, esta estructuración siguió dos direcciones diferentes. Una de ellas, promovida por la Revolución Francesa y las Cortes de Cádiz, y posteriormente adoptada por países que habían sido co- lonizados por España y Francia, descentralizó las reformas sanitarias al otorgar un papel destacado a las municipalidades, mientras centralizaba la atención a emergencias a través de las Juntas Generales de Sanidad, siguiendo un modelo similar al que se había practicado en la monarquía absolutista de los Borbones en el siglo XVIII (Blasco, 1991; Murard et Zylberman, 1986, 1993; Varela, 1998; Bourdelais, 2007; Jori, 2013; Hernández, 2015). Este enfoque se aplicó en lu- gares como Cuba, México, Quebec y algunas áreas del Caribe francés, como Martinica o Guadalupe (Desrosiers, 1984; Rodriguez, 2001; Fierros, 2014; Leti, 2019; Lafleur, 2020).

La otra dirección fue favorecida por Inglaterra, que, antes de las refor- mas impulsadas por Chadwick en la década de 1840, carecía de una autoridad centralizada. En su lugar, en algunos sitios existían instancias locales encargadas de supervisar y gestionar asuntos relacionados con la salud pública en sus res- pectivas jurisdicciones. Estas juntas a menudo se establecían en ciudades o áreas estratégicas como puertos, y tenían cierta autonomía para tomar medidas relacio- nadas con la salud y la higiene. Este enfoque se implementó en lugares como los Estados Unidos, Montreal, Jamaica y otros lugares del Caribe británico (Kramer, 1950; Warner, 1984; Gorsky, 2007; Osborne, 2008; Pemberton, 2012).

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, con el movimiento sanitarista británico como punto de inflexión, se observó una creciente tendencia hacia la centralización en varios países. Este cambio coincidió con una serie de fenóme- nos, como el auge del higienismo, la industrialización, la migración y la expan- sión de los mercados. Además, es fundamental tener en cuenta que las pandemias de cólera en la primera mitad del siglo XIX habían evidenciado las limitaciones de las autoridades locales para gestionar las crisis sanitarias. En Europa, la cen- tralización política y administrativa de la salud pública buscaba mitigar los im- pactos negativos de la industrialización, la urbanización y el empobrecimiento de la clase obrera, así como también prevenir los devastadores efectos de las epi- demias (Murard et Zylberman, 1986; Baldwin, 1999; Porter, 2005; Bourdelais, 2006, 2007).

Sin embargo, el motor de la centralización de la salud púbica en los países sujetos a procesos de colonización o dominación política y económica, fue otro. Se buscaba favorecer los intereses comerciales y geopolíticos de las potencias imperialistas, al igual que a las élites locales que buscaban legitimación y reco- nocimiento político (Carrillo, 2002; Agostoni, 2003; Hochman, 2016; Cassells,

2022). Por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos de América del Norte, se ha estudiado la creación de la Junta Nacional de Salud como respuesta a las epi- demias recurrentes y devastadoras de fiebre amarilla que azotaron el sur del país en la década de 1870. El punto de partida de esta iniciativa era preservar tanto la salud de la población como la integridad de los puertos estratégicos del Atlán- tico, como Nueva Orleans y Nueva York. Sin embargo, en un lapso muy breve, la Junta Nacional de Salud amplió su alcance más allá de los puertos, dado que el país experimentó una rápida transformación: pasó de ser una nación agraria con comunidades rurales aisladas a convertirse en una potencia industrial con grandes metrópolis y una extensa red ferroviaria (Warner, 1984; Jerrold, 2011).

Mientras la Junta Nacional de Sanidad de los Estados Unidos se esforzaba por supervisar los puertos con el fin de prevenir nuevos brotes de fiebre amari- lla, Cuba continuaba siendo un territorio endémico de esta enfermedad, lo que representaba un riesgo constante. Según Espinosa (2006), el interés de Estados Unidos de proteger sus intereses comerciales fue uno de los principales moto- res de su intervención en Cuba. Esto se debía a que los casos de fiebre amarilla que desencadenaban devastadoras epidemias siempre provenían del puerto de La Habana. Por lo tanto, la salud pública se militarizó rápidamente y desempeñó un papel central en las actividades de ocupación estadounidense en Cuba. Esta militarización de la salud pública en la isla contó con la colaboración de la élite local. Después de la independencia de España, esta élite orientó la exportación de sus productos agrícolas hacia los mercados dominados por Estados Unidos. Además, la salud pública se convirtió en uno de los requisitos impuestos por el dominio imperialista para reconocer la independencia de la isla.

Otro eje que ha seguido la investigación sobre política y salud pública se centra en los procesos de urbanización y gestión local. La historiografía ha de- mostrado que a partir del siglo XVIII, los ayuntamientos y cabildos de las ciuda- des aplicaron localmente los principios del higienismo, convirtiendo los espacios urbanos en objetos de medicalización (Foucault, 1996). Esto fue a través de las figuras de las Juntas de Sanidad y las Comisiones de Policía. De esta manera, la administración política transformó de manera radical los espacios públicos y la forma en que se habitaban. Las ciudades, junto con los puertos, fueron los prime- ros espacios comunes en los que intervino la salud pública.

Para prevenir enfermedades, las autoridades sanitarias en las ciudades se enfocaron en controlar la acumulación y descomposición de desechos orgánicos, como la basura y los cadáveres. Esto llevó al traslado de los cementerios hacia la periferia de las ciudades y al control de la circulación y la calidad del agua y el aire. Se implementaron diversas medidas, como la apertura de amplias avenidas en el espacio urbano, la construcción de puentes y, en regiones tropicales como Yucatán, la desecación de pantanos. Además, se reorganizaron fuentes de agua, sistemas de desagüe y áreas de lavado con el objetivo de preservar la salud de la

población. También se llevaron a cabo cambios en la organización y control de espacios comunes, como calles, osarios y mataderos. Estas intervenciones de las autoridades locales en los entornos urbanos tuvieron un profundo impacto en la evolución de las ciudades, mejoraron la calidad de vida de sus habitantes y con- tribuyeron a la reducción de la mortalidad en los entornos urbanos de Europa y América (Woods, 1989; Murard et Zylberman, 1993; Fraile, 1998; Bravo, 2001;

Oliver, 2003; Kingman, 2006; Jori, 2012, 2013).

El caso de la península de Yucatán ha recibido una atención limitada en la investigación, con excepción de tres textos que exploran la evolución de la estructura política de la salud pública en la región a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En primer lugar, aunque el libro “Poder, estratificación y salud: Análisis de las condiciones sociales y económicas de la enfermedad en Yucatán” de Eduardo Menéndez (1981) se considera un clásico en el campo de la antropo- logía médica, también representa una valiosa contribución al estudio histórico de la salud pública en el estado, ya que analiza los procesos interrelacionados de es- tructuración socioeconómica, enfermedad y servicios de salud entre 1850 y 1980.

Por otro lado, el libro de Heather McCreea (2010) denominado “Dissea- sed Relations: Epidemics, Public Health and State Building in Yucatán 1847- 1924” examina la política de salud pública en Yucatán desde el estallido de la Guerra de Castas hasta el final del período socialista en Yucatán. La autora sitúa al estado como un punto clave en la fuerza laboral internacional y la economía global debido al auge del henequén. En esta línea, aborda la salud pública como una arena política donde se desplegó una compleja correlación de fuerzas entre los diferentes sectores de la sociedad de la época.

Finalmente, el texto “Medicine on the Periphery: Public Health in Yu- catán, 1870-1960” de David Sowell (2015) parte del supuesto de que el estado representó una periferia en lo que respecta a la estructuración política de la salud pública. Para respaldar esta hipótesis, documenta las tensiones entre las autorida- des locales y federales a lo largo de este proceso histórico. Es importante destacar que estos planteamientos no necesariamente se contraponen, sino que correspon- den a diferentes momentos temporales. McCrea (2010) sugiere que la centralidad de Yucatán se debió a su papel como proveedor de materia prima durante el auge del henequén entre 1870 y 1914, mientras que Sowell (2015) argumenta que el carácter periférico de Yucatán se reforzó después de la crisis henequenera, espe- cialmente durante las políticas nacionalistas del cardenismo.

La historiografía sobre la salud pública en Honduras Británica es aún más limitada que la existente sobre Yucatán. Se encuentran escasos trabajos, como el de Hermann (1980), que documenta los primeros esfuerzos en la prestación de servicios de salud y las influencias en la evolución de la atención médica durante el siglo XIX, o los de Macpherson (2003, 2009), que se centran en la configura-

ción de las mujeres negras como nuevos sujetos políticos a través de su participa- ción como enfermeras en la Cruz Negra. Sin embargo, es importante señalar que ninguno de estos trabajos profundiza en el proceso de formación de la esfera de la salud pública colonial.

En resumen, las tendencias en la investigación histórica sobre las Juntas de Sanidad se basan en el reconocimiento de una correlación entre las estructuras políticas, las estructuras económicas y la salud pública. Como fenómeno históri- co, la salud pública se considera un subproducto de la formación de los estados nacionales, estrechamente relacionada con la industrialización, la urbanización y la apertura de los mercados. Por lo tanto, podemos identificar tres líneas principa- les en esta investigación. La primera establece una conexión entre las estructuras políticas y los sistemas de salud. La segunda línea se enfoca en la distribución del poder y la asignación de responsabilidades en el ámbito de la salud pública. En este contexto, destacan dos aspectos: los procesos de municipalización y el desarrollo del constitucionalismo liberal en el siglo XIX. La tercera línea de in- vestigación se concentra en el proceso de urbanización y la gestión local de la salud pública.

Dentro de este desarrollo historiográfico, encontramos cuestiones clave que aún no han sido completamente exploradas, pero consideramos que poseen un gran potencial para explicar el desarrollo de la salud pública como un fenóme- no político relacionado con procesos desencadenados en el siglo XIX, pero que todavía pueden considerarse como aspectos en evolución. Las cuestiones clave a las que nos referimos incluyen, por ejemplo, las interconexiones globales, los procesos de federalización de las políticas y estructuras sanitarias, así como la fiscalización y los recursos públicos destinados al funcionamiento de la sanidad. Los artículos incluidos en este volumen contribuyen en estos sentidos, revelando algunas de las relaciones históricas que se tejieron entre las políticas coloniales, la economía y la administración de la salud pública a través de las Juntas de Sa- nidad y la burocracia sanitaria.

Al comenzar a investigar estas cuestiones, observamos que las potencias hegemónicas ejercieron una influencia dominante en la creación y organización de las Juntas de Sanidad en las regiones colonizadas. ¿Fueron estas juntas esta- blecidas con el propósito de salvaguardar la salud de las poblaciones locales o, más bien, para asegurar la salud de los colonizadores y la continuidad de la ex- plotación económica? La historia de la salud pública colonial ha planteado esta interrogante, pero ha prestado poca atención a cómo las juntas de sanidad podrían haberse estructurado, considerando esta contradicción entre intereses locales y extalocales (Larry, 1999; Peard, 1999; Hochman y Armus, 2004; Barros et.al, 2009; Espinosa, 2009; Chakrabarti, 2014; Amador, 2015; Downs, 2021).

Otro aspecto relevante para la investigación histórica es la transferencia de conocimientos médicos y técnicas sanitarias desde las metrópolis a las colo- nias a través de la burocracia sanitaria. En último término, consideramos que en los países subordinados o dependientes, como continuó siendo México después de la independencia de España, resulta fundamental incorporar las variables de la diversidad étnica y cultural en la ecuación para el estudio de la historia de la salud pública. Esto se debe a que proporciona una perspectiva más completa de cómo las interconexiones políticas y económicas influyeron en la estructuración de los sistemas sanitarios y cómo estas políticas impactaron de manera diferencial en las poblaciones locales con diversas identidades étnicas y culturales.

Para concluir, la organización de los artículos en este dossier sigue una secuencia temporal que nos permite observar la evolución de los procesos políti- cos y económicos relacionados con la salud pública en contextos con diferentes niveles de dependencia tecnológica, económica y política, pero con estructuras sociales, culturas y geografías propias.

Los contextos abordados se sitúan en la península de Yucatán, desde lo que ahora es el estado de Campeche (parte de Yucatán hasta 1863), hasta llegar a la Honduras Británica, que hoy en día es Belice. Estos contextos abarcan diver- sos períodos, lo que nos permite obtener una perspectiva de largo plazo:

El primero se extiende a lo largo del siglo XIX, comenzando en 1812 con las Constituciones de Cádiz, hasta 1877, cuando Porfirio Díaz asumió la presiden- cia de México. El artículo de Paola Peniche titulado “Génesis del proyecto sanita- rio liberal en Yucatán: Juntas de Sanidad y Comisiones de Policía Sanitaria en el si- glo XIX” aborda esta etapa, durante la cual Yucatán experimentó una inestabilidad política debido a las luchas entre facciones federalistas y centralistas, así como a la Guerra de Castas. No obstante estos conflictos, durante estos años se publicaron va- rios textos constitucionales que delinearon el papel del estado en la Salud Pública.

El segundo período comprende finales del siglo XIX y principios del XX. Durante esta fase histórica, presenciamos el surgimiento de los Estados Unidos de Norteamérica como una potencia imperialista que compitió con Europa por la hegemonía militar, económica y política (en ese orden), en regiones como África, Asia, Latinoamérica y el Caribe. Este periodo también fue testigo de avances tec- nológicos significativos que tuvieron un impacto profundo en las interconexiones globales y las dinámicas políticas y comerciales. Estos avances incluyeron la electrificación, la extensión de las redes telegráficas, el progreso de los ferroca- rriles y el mejoramiento del transporte marítimo.

En el ámbito de la ciencia y la medicina, se produjeron avances sustanti- vos que contribuyeron al desarrollo de la práctica médica y a una comprensión más profunda de la salud y la enfermedad. Entre estos logros se incluye el desa-

rrollo de la teoría germinal de las enfermedades y la identificación de microor- ganismos específicos como causantes de enfermedades infecciosas, tales como Bacillus anthracis (1876), Vibrio cholerae (1883), Clostridium tetani (1884) y Yersinia pestis (1894).

Además, se demostró que existían otras formas de transmisión de enfer- medades infecto-contagiosas, además del contacto directo. Por ejemplo, se com- probó que los mosquitos eran vectores responsables de propagar la fiebre ama- rilla (1900). También se identificó a las pulgas como transmisoras de la bacteria causante de la peste (1884) y a las garrapatas como portadoras de la Rickettsia (1908). Los triatominos y las chinches se reconocieron como vectores del Trypa- nosoma cruzi, el agente causante de la enfermedad de Chagas.

Asimismo, se realizaron importantes inventos y logros tecnológicos. Se destacan la invención de los rayos X, avances en las técnicas de asepsia y antisep- sia, y la introducción de la anestesia general en cirugías. Además, se establecie- ron escuelas de medicina con programas de estudio más rigurosos y se fomentó la educación médica centrada en la ciencia y la investigación. Estos hitos contri- buyeron al progreso de la medicina y la atención médica en ese período.

Es en este momento en el que se centra el artículo de Daniel Méndez en este dossier, titulado “Epidemias y medicalización en una sociedad colonial: Las Juntas de Sanidad en la Honduras Británica, 1882-1920”. En él, se presenta un análisis histórico de la formación de las Juntas de Sanidad desde la perspectiva de la relación imperial-colonial, así como las acciones que estos organismos to- maron frente a las enfermedades tropicales.

En México, esta etapa corresponde al Porfiriato, dividido en dos fases bien definidas. La primera abarca desde 1877 hasta 1896 y se caracteriza por la expansión y la reforma del Estado. La segunda termina con el estallido de la Revolución mexicana y se centra en la modernización e internacionalización de la economía. En Yucatán, esta época se caracteriza por un crecimiento económi- co impulsado por la industria henequenera y una estrecha relación económica y política con Estados Unidos. El artículo de Evelia Magaña, titulado “Vigilar y controlar. Las recaudaciones de la Junta Superior de Sanidad sobre las prosti- tutas de Yucatán, 1891-1915”, se desarrolla en esta etapa de la historia nacional y regional. Analiza el papel que desempeñó el control de la prostitución en las finanzas de las Juntas de Sanidad del estado de Yucatán.

El tercer período abordado en los artículos de este dossier es el de la pos- revolución en Yucatán, que coincide con el mandato de Lázaro Cárdenas como presidente a nivel federal. Durante este período, se llevaron a cabo numerosas re- formas del Estado. Inés Cortés, en su artículo “Las Juntas Auxiliares de Sanidad y la salud pública en el Yucatán rural de la posrevolución”, aborda el papel de las

Juntas de Sanidad y las Delegaciones Sanitarias en la lucha contra las enfermeda- des epidémicas en los principales centros de desarrollo económico.

Cuando tuvimos el primer borrador de los artículos, pudimos leerlos y discutirlos. A partir de nuestra reflexión interna, llegamos a una primera valo- ración sobre la contribución individual de los trabajos que forman parte de este dossier. En lo que respecta a esta introducción, coincidimos en que ha sido muy útil para nosotros detenernos y pensar sobre los ejes que fundamentan nuestras reflexiones y sobre aquello que nos convoca y compartimos. También conside- ramos que el balance historiográfico presentado contribuye al estado de la cues- tión, lo cual podrá ser de utilidad para estudiantes de posgrado interesados en la historia de la salud pública. Nos dedicamos a revisar bibliografía en diferentes idiomas, incluyendo inglés y francés, además de nuestro idioma nativo, el espa- ñol. Esto nos hizo comprender que, al limitarnos a la bibliografía en español o a una combinación de español e inglés, estábamos pasando por alto la complejidad del proceso desde una perspectiva global, especialmente dado que, como hemos mencionado, las interconexiones son de fundamental importancia para nosotros. En este punto es importante apuntar que existe mucha bibliografía sobre el tema en alemán, pero ninguno de nosotros cuenta las habilidades necesarias para leer estos textos. Reconocemos que esa es una carencia en nuestra agenda de inves- tigación.

Coincidimos en que el primer artículo sobre la génesis del proyecto liberal logra descomponer las partes del proyecto sanitario para comprender su compo- sición. En la historiografía, a menudo se da por sentado el proyecto sanitario sin adentrarse en sus dimensiones ideológicas y políticas. Este artículo resulta escla- recedor en un proceso regional poco estudiado y sirve como base para un estudio comparativo del desarrollo de la salud pública desde esa época hasta la actualidad.

El segundo artículo sobre Honduras Británica es valioso por varias razo- nes. En primer lugar, aborda un área que ha recibido escasa atención en cuanto a la historia de la salud pública. Además, consideramos que su contribución es ori- ginal y sumamente interesante en el contexto del campo de la Salud Pública colo- nial, ya que documenta el surgimiento de una burocracia médica y la aparición de los médicos como actores políticos, enmarcados en una red de interdependencias políticas y económicas de naturaleza colonial.

El tercer artículo sobre el control fiscal de las prostitutas en Yucatán abor- da de manera excepcional un aspecto del proceso de medicalización de la salud pública: cómo se financió y de dónde obtuvo sus recursos. Magaña descubre y demuestra que los impuestos y las multas a las trabajadoras sexuales representa- ron una fuente significativa de ingresos para esta entidad en sus primeras etapas como institución permanente. Esto sugiere que, a largo plazo, la prostitución podría haber contribuido a la consolidación de la salud pública a nivel regional.

Para concluir, el tercer artículo sobre las juntas de sanidad en la posrevolu- ción documenta y analiza con gran precisión un tema que rara vez se ha abordado en la historia: cómo la salud pública y la biomedicina llegaron a las zonas rurales. Mientras que la antropología médica ha experimentado un desarrollo importante en la comprensión de cómo la biomedicina ha penetrado en las áreas rurales y ha interactuado con los modelos médicos tradicionales, generando transacciones y cambios significativos, la historia ha prestado relativamente poca atención a la inclusión de las zonas rurales y los grupos indígenas como sujetos históricos en ese proceso de expansión biomédica. Esta falta de atención histórica a menudo ha dejado un vacío en nuestra comprensión de cómo se ha desarrollado la salud pública y de qué manera ha afectado a las comunidades rurales, lo que hace que el análisis históricamente documentado que presenta este artículo sea particular- mente valioso para llenar esa brecha.

Esa es nuestra valoración inicial respecto a nuestros propios trabajos. Co- rresponde a los lectores estimar su contribución y utilizarlos como base para plantear nuevas preguntas que permitan profundizar en la historia de la salud pública. Estos estudios adicionales podrían abordar regiones o países específicos, contribuyendo al entendimiento global de la salud como un asunto que nos con- cierne a todos y en el cual estamos interconectados. ֍

Peniche Moreno

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