Articles
Entre surcos de piña: resistiendo el tiempo esclavo en el monocultivo
Between rows of pineapple: long resisting the slave monoculture
Entre surcos de piña: resistiendo el tiempo esclavo en el monocultivo
Reflexiones, vol. 94, núm. 2, pp. 11-23, 2015
Universidad de Costa Rica
Recepción: 23 Agosto 2014
Aprobación: 07 Octubre 2015
Resumen: Algunas personas se enorgullecen de que lleve sello costarricense, pero ¿qué se esconde detrás de la dulce piña que se come en Estados Unidos y otros países del mundo? Como parte del trabajo realizado con la colaboración del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, en el presente artículo se sistematizan los principales hallazgos de la investigación titulada "Más allá del trabajo asalariado: Implicaciones sociales en el uso del tiempo no remunerado de trabajadoras y trabajadores vinculados al monocultivo de piña en la comunidad de Pital de San Carlos, realizada en los años 20122013". Con lo cual, se pretende mostrar algunas repercusiones que impactan a los peones agrícolas de la agroindustria piñera, ya que las condiciones laborales en las que se insertan se caracterizan por ser sumamente hostiles; debido, entre otros aspectos, a las extensas jornadas laborales a las que se supeditan y que les recorta el tiempo destinado a participar en espacios de interacción social como la familia o la comunidad; siendo una realidad, que se les condicione la satisfacción de sus necesidades subjetivas. Por tanto, en el artículo se reúnen los testimonios de cinco hombres y cinco mujeres, así como de sus familias, quienes por medio de entrevistas a profundidad dieron a conocer las limitaciones a las que se enfrentan día a día, producto del trabajo en las empresas piñeras.
Palabras clave: monocultivo de piña, tiempo no remunerado, tiempo libre, familia, comunidad.
Abstract: Some people praise and pride themselves on carrying Costa Rican stamp, but what hides behind the sweet pineapple eaten in the U.S. and other countries? As part of the work done in collaboration with the Institute of Social Research of the University of Costa Rica in this article are systematized the main findings of the research entitled "Beyond the wage labor: Social implications in the use of the workers unpaid time linked to the pineapple monoculture at the community of Pital, San Carlos, held in the years 2012-2013". With this, we aim to demonstrate some of the repercussions that impact agricultural laborers and the pineapple agribusiness, given that the working conditions in which they are inserted are characterized by being extremely hostile; as, among other things, the long working hours to which they are subordinated and that subsequently cut their time spent participating in social interaction spaces as their families or communities; being a reality, that they condition the satisfaction of their subjective needs. For that reason, in this article we gathered the testimony of five men and five women, as well as their families, who through depth interviews disclosed the constraints they face every day, product of their work in the pineapple business.
Key words: monoculture of pineapple, time not paid, free time, families, community.
Introducción
A partir de los años cincuenta con la industrialización de la producción agrícola que se origina bajo la consigna de la Revolución Verde, se cambió la forma de hacer agricultura y se expandieron de manera acelerada los monocultivos alrededor del mundo. Tanto así, que del total de hectáreas agrícolas sembradas a nivel mundial, cerca del 91 % se dedica a monocultivos (Altieri, 2009).
Esta práctica va más allá de sembrar un único tipo de planta o cultivo en un área determinada; para Emmanuelli, Monsalve y Jonsén (2009), se asnes tales como el clima tropical que posee el país, las características de sus terrenos y la fuerza de trabajo disponible, convirtiéndose así, en una actividad fuertemente atractiva para el sector empresarial y/o transnacional; el cual, a la luz del fenómeno de la globalización, se aventura en la búsqueda de territorios potenciales para la explotación de recursos naturales. Sin embargo, esa forma "revolucionaria" de producir se intensificó a partir de los años ochenta cuando el contexto nacional es reestructurado y se liberaliza, cambiando el modelo económico basado en la sustitución de importaciones, a uno que pregona la promoción de exportaciones de bienes no tradicionales como la piña, fruta que sobresale dentro de la gama deemeja a la construcción de un megaproyecto cuya consigna es "beneficiar" la economía regional, con tal de obtener apoyo del gobierno y que sean facilitadas las condiciones para su desarrollo. Bajo tal premisa y con la desregulación estatal de su lado, los monocultivos encontraron las puertas abiertas para una expansión descontrolada; así como también fue primordial un uso intensivo de agroquímicos que permitieran cumplir el objetivo de producir a gran escala y satisfacer, principalmente, la demanda del mercado externo.
En Costa Rica, a lo anterior, se sumaron otras condicio productos que se impulsaron en el proceso de reconversión productiva (Granados, Brenes y Cubero, 2005).
Aunado a eso, un aspecto importante de resaltar es el papel que tuvo la transnacional Pinneaple Development Corporation (Pindeco), subsidiaria de la empresa norteamericana Del Monte, que expande el monocultivo a finales de los años setentas como parte del proceso de diversificación productiva, desarrollándolo industrialmente y cuyo accionar en el país contribuyó a que este se convirtiera en "el primer exportador mundial de piña fresca tipo Golden" (Acosta, 2008, vii).
Dato que años más tarde sigue reflejado a nivel nacional, ya que para el 2012 la piña encabezó por primera vez la lista de productos agrícolas de exportación, desplazando al banano, que por mucho tiempo estuvo en los primeros puestos (Granados, 2012). Asimismo, la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep, 2013) estimó que para el 2013, la producción de piña en Costa Rica alcanzó alrededor de las 42 000 hectáreas, aun cuando fuentes extraoficiales lo desmienten y arguyen que incluso podría sobrepasar las 60 000 hectáreas cultivadas (Rojas, 2009).
La comunidad de Pital de San Carlos es el distrito con la mayor área de siembra de la Región Huetar Norte; no obstante, su Índice de Desarrollo Social no coincide con tal boom productivo y más bien entró de decadencia; esto, ya que en 1999 su índice era de 53,8 (el segundo mejor de los distritos de San Carlos), pero para el 2007, cuando se creía que el desarrollo se conquistaría con la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC), alcanzó tan solo un 41,1, convirtiéndose en uno de los distritos más bajos del cantón (Bonilla y Víquez, 2001). Entonces, pese a la movilización económica que conllevó la expansión de este cultivo, la población trabajadora está sumida en condiciones de pobreza y vulnerabilidad.
Al respecto se afirma que,
Las consecuencias sociales que producen las grandes plantaciones y sobre todo los monocultivos, son siempre altos y severos. A pesar de que el discurso de la actividad agroexportadora es la generación de empleos (...) los perjudicados son los mismos trabajadores y trabajadoras de las empresas, los vecinos directos y comunidades cercanas a las zonas sembradas (Aravena, 2005, 2).
De manera que el argumento de creación de empleos se vuelve una falacia, no solo por los problemas ambientales o de salud que ocasiona el monocultivo, sino también por las precarias condiciones de trabajo en las que se insertan los obreros agrícolas, para quienes la sobreexplotación, la inestabilidad y la ausencia de garantías son parte de su diario vivir.
Por lo tanto, el objetivo de este artículo es dar a conocer el impacto social que el trabajo asalariado asociado al monocultivo de piña tiene en el uso del tiempo no remunerado de trabajadoras y trabajadores de la agroindustria piñera en la comunidad de Pital de San Carlos, durante el periodo 20122013. De ahí que, el tiempo no remunerado fuera considerado como aquel tiempo dedicado al trabajo doméstico, cuidado de la familia, actividades en la comunidad, entre otras (Carbajal, 2011), pero que se ve altamente condicionado por la lógica capitalista de producción.
Es decir, se pretende evidenciar cómo el tiempo "libre" de las personas se ve influenciado por las extenuantes rutinas, afectando su participación en diversos espacios de interacción social más allá de la esfera asalariada. Esto, ya que se identificó que no solo se presentan las repercusiones ambientales y laborales que han sido constatadas en diversos estudios, sino que las consecuencias del monocultivo trascienden dichas esferas e impactan la organización de los hogares; marcando la vida cotidiana de las personas y comprometiendo la satisfacción de sus necesidades sociales.
Para llevar a cabo la investigación, se partió de una estrategia metodológica basada en el enfoque cualitativo y la realización de 10 entrevistas a profundidad a personas trabajadoras (5 hombres y 5 mujeres), con edades entre los 30 y 48 años, quienes para efectos de confidencialidad serán mencionados con seudónimos. Asimismo, se entrevistó a familiares con el fin de comprender cómo se ha visto influenciada la dinámica en los hogares por las condiciones laborales dentro de las piñeras, a los cuales también se les respetará su privacidad y serán llamados con otros nombres.
Además, es importante destacar que la población participante de la investigación se encontraba laborando en empresas tanto extranjeras como nacionales, las cuales fueron elegidas intencionalmente para conocer las condiciones laborales que se presentan bajo ambos tipos de capital. Dentro de dichas piñeras, la producción se encuentra dividida en dos áreas: campo y planta; en la primera, las principales labores son la siembra, deshierba y cosecha de la fruta; mientras que en la segunda, se realiza la selección y empaque de la piña para ser comercializada; por lo que las personas entrevistadas desempeñaban labores en ambas fases, ubicándose mayormente las mujeres en planta y los hombres en el campo, lo que pone en evidencia una división productiva y sexual de las tareas en las empresas.
Lo mencionado, enmarcado y analizado en la teoría decolonial tiene como horizonte vislumbrar las nuevas formas de colonialidad, esclavitud e imperialismo que existen en la actualidad y que pretenden perpetuar el modo de producción capitalista por medio de la explotación de la fuerza de trabajo (Quijano, 2000). Así como en el materialismo histórico, que permite comprender la desigualdad social producto de una sociedad organizada en dos clases: la burguesía que controla los medios de producción y el proletariado que le vende su fuerza de trabajo y produce la riqueza que es apropiada por el capitalista (Marx, 1867); siendo una realidad que ambos fenómenos se presentan hasta el punto de colonizar la vida cotidiana, tanto dentro como fuera de las empresas productoras y/o empacadoras de piña.
Finalmente, cabe resaltar la forma en que se encuentran organizados los hallazgos más importantes de la investigación en la cual se basa el artículo; en primer lugar, se detallan algunas de las condiciones laborales que más impactan la vida cotidiana de los peones agrícolas de las piñeras, así como la percepción que tiene tanto la población trabajadora como familiares acerca del trabajo asalariado en la agroindustria. Luego, a partir del análisis de las condiciones, se aborda la influencia del trabajo asalariado en espacios de interacción social como el familiar y comunal; y, por último, se presentan las respectivas conclusiones de la temática.
Condiciones de trabajo en la agroindustria piñera
Jornadas laborales en las piñeras: una forma de trabajo esclavo
Una de las condiciones que impacta mayormente a los trabajadores y las trabajadoras agrícolas de las piñeras son las largas jornadas a las que deben someterse; pues la mayor parte del año se extienden más allá de lo permitido en la legislación nacional.
Las jornadas dependen de la fase de producción del cultivo; por un lado, está la temporada baja que establece rutinas de seis días semanales, cuando la mayoría de las personas laboran entre 10 y 16 horas diarias, pero hay casos que sobrepasan esa cantidad e incluso llegan a laborar 19 horas, como lo afirmó una de las entrevistadas: "Entro 6 a. m., salgo 1 a. m. si hay mucha piña. Lo más tarde que he llegado a la casa es a las 2 de la madrugada entrando a las 6 a. m." (Rojas, María, comunicación personal, 31 de julio de 2013). Situación que puede convertirse en una característica constante de su día a día, tomando en cuenta que la temporada baja abarca 9 meses del año. Por su parte, la temporada alta comprende mayo, junio y julio, cuando las jornadas abarcan los 7 días de la semana y se trabaja desde 11 hasta 21 horas continuas, lo que implica que las personas pasen casi un día completo dentro de las empresas sin derecho a descanso alguno. En muchos casos, cuentan con alrededor de dos o tres horas en sus hogares antes de iniciar una nueva jornada de trabajo.
Sin embargo, existen características comunes en ambas temporadas, ya que independientemente de la época del monocultivo se incumple lo estipulado en el Código de Trabajo, pues solo 4 de las personas entrevistadas indicaron laborar las 8 horas establecidas por ley; además, los dos períodos presentan una inestabilidad en los horarios, al no contemplar la hora de entrada ni de salida. Lo cual, según el relato de las personas entrevistadas, limita el desempeño y realización de otras tareas, dado que el tiempo disponible es reducido.
Lo anterior es evidenciado en el siguiente hallazgo "Queda poco tiempo, llega uno tarde aquí, en veces a las 3 a. m. y me levanto a las 5 a. m. para volverme a ir, duermo 2 horas, los domingos solo quiero dormir" (Pérez, Cristina, comunicación personal, 1 de agosto de 2013). Lo descrito refleja que las personas luego del trabajo asalariado tienen pocas oportunidades para realizar una acción vital como lo es dormir.
En la misma línea, otra de las informantes agregó que "eso casi nunca se hace [dormir], por lo menos cuando está trabajando uno camina como dormido y despierto creo yo, hay tiempos que uno se siente así como que si uno no está en el cuerpo de uno, no sé si usted ha llegado a ese extremo de cansancio" (Reyes, Isabel, comunicación personal, 30 de julio de 2013). Dicho panorama se vuelve aún más hostil si se toma en cuenta que, según la opinión de una de las entrevistadas, es un hecho que algunas personas optan por el consumo de fármacos para lograr soportar las rutinas.
Entonces cabe preguntarse ¿Qué ocurre con el tiempo de descanso?; es decir, con el tiempo que precede a la jornada de trabajo asalariada y que "(...) puede ser un tiempo exclusivo para la reproducción de la fuerza de trabajo, dependiendo de las características del trabajo" (Valerdi, 2005, 9).
De modo que partiendo de la experiencia de las obreras y los obreros agrícolas de las piñeras, es un hecho que las largas y extenuantes jornadas laborales han reducido drásticamente el tiempo de descanso, y en muchos casos, ni siquiera se puede considerar como el suficiente para reponer las energías invertidas en las relaciones sociales de producción, debido a que al capital lo único que interesa es explotar a la población trabajadora y extraer de esta, la mayor cantidad de plusvalía posible (Molyneux, 1994); produciendo, por lo tanto, un desmejoramiento en la calidad de vida.
Personas de hierro: una máquina más para el agro-negocio
A las extensas jornadas laborales debe sumarse la gran productividad que las empresas demandan sea cumplida por las trabajadoras y los trabajadores, quienes deben ejecutar sus actividades bajo mucha presión por cumplir con la producción del día; y en caso de ausentarse y no aceptar laborar la cantidad de horas que la empresa exija (incluso luego de cumplido el horario), se ven en riesgo de ser despedidos debido a las amenazas, que se vuelven un fenómeno cada vez más constante. Así lo comentó una de las entrevistadas:
Sí, lo exigen a uno a quedarse ahí, aunque el cuerpo ya no aguante, hay personas que, al menos a mí cuando ya eran la 1 o 2 de la madrugada, yo ya no quería estar de pie, pero igual tenía que quedarme hasta que se acabara el empaque (...) entonces lo que le dicen a uno es, bueno si se va, váyase de una vez y no vuelva (Fonseca, Rosa, comunicación personal, 3 de agosto de 2013).
Testimonio que refleja, por una parte, que a la población trabajadora la tratan como máquinas que deben laborar sin parar, con el fin de maximizar los niveles de producción y, por lo tanto, las ganancias del empleador; y, por el otro, la situación de dependencia que crea la actividad piñera, pues al monopolizar las fuentes de trabajo locales, ocasiona que las personas no tengan más opciones de empleo y terminen aceptando las pésimas condiciones en que laboran. En fin, la demanda de alta productividad genera en las trabajadoras y los trabajadores, una sobreexplotación de su fuerza, la cual les exige producir grandes cantidades de mercancías en tiempos cada vez menores, donde la frase "el tiempo es oro" permite comprender la relación entre el tiempo y la plusvalía.
Otra forma de irrespeto a las garantías laborales: bajos salarios
Esta es otra de las condiciones que impacta a los peones agrícolas de las empresas piñeras. Pese a que en Costa Rica existe por ley un mínimo salarial para la fuerza laboral del sector agrícola, el cual, según el diario oficial la Gaceta (2012), es de ¢100 000 colones quincenales; sin embargo, Leitón (2008) expresa que los patronos no siempre cumplen con ese monto, lo que ocasiona que las remuneraciones sean bajas e insuficientes para cubrir las necesidades básicas.
El 40 % de las personas entrevistadas no reciben el salario que por ley le corresponde a una trabajadora o un trabajador agrícola (las remuneraciones oscilaban entre los ¢60 mil y ¢95 mil colones por quincena) y quienes llegan a alcanzarlo es porque "se reconoce los salarios mínimos de ley (...) pero no se ajusta a las jornadas que casi siempre son más amplias que las legalmente permitidas" (Acuña, 2004, 31).
Cabe resaltar que el monto salarial puede variar según la temporada en que se encuentre la fruta; dado que al llegar la época de mayor productividad, las trabajadoras y los trabajadores laboran jornadas de hasta 21 horas diarias con el fin de incrementar los escasos ingresos que reciben durante la mayor parte del año. Empero, se debe tener en cuenta que un mayor pago implica un recrudecimiento de las condiciones laborales, con efectos claros sobre su salud.
En síntesis, los bajos salarios son otra de las situaciones de sobreexplotación que enfrentan las y los peones agrícolas; pues las empresas piñeras continúan violentando las remuneraciones que merecen. Esto, ya que además de no ajustarse a las largas jornadas, no retribuyen las pesadas labores ni las condiciones en las que son ejecutadas. De manera que los salarios, cumplan o no con la legislación, siguen siendo escasos para enfrentar el alto costo de la vida y comprometen directamente el bienestar del grupo laboral.
Afectaciones del monocultivo en la salud
La salud de las trabajadoras y los trabajadores agrícolas se ve seriamente comprometida por la gran demanda física exigida en las labores y las difíciles condiciones en las que son ejecutadas diariamente. Por ejemplo, quienes se emplean en el campo están directamente expuestos a los cambios bruscos de temperatura y a los agroquímicos que producen diversos malestares físicos.
Esto fue destacado por uno de los entrevistados quien explicó que, "(...) uno se siente que anda maltratadón porque (...) si llueve tiene que mojarse y si hay sol tiene que asolearse" (Quirós, Antonio, comunicación personal, 4 de agosto de 2013). En esa línea, un dato brindado por una activista local es que las tormentas a las cuales se expone la población incluso han causado la muerte de trabajadores (se desconoce la cantidad), pues estos, al intentar cubrirse de la lluvia, se colocan bajo los brazos metálicos de la maquinaria y son impactados por los rayos (Méndez, Lilliana, comunicación personal, 5 de agosto de 2013).
En relación con los agroquímicos, uno de los trabajadores destacó "(...) la piña siempre va a base de químico, se produce a base de químico y ese polvo [de la hoja de la piña] va cargado de químico, entonces hay que protegerse de ese polvo por las enfermedades" (Quirós, Antonio, comunicación personal, 11 de agosto de 2013). Demostrando que la constante exposición a sustancias químicas produce un efecto negativo en la salud.
Asimismo, algunos trabajadores señalan haber tenido síntomas y problemas de cansancio, insolación, fiebre, desmayos, vómitos, dolores de espalda y cabeza, producto, tanto de la utilización de agroquímicos en las tareas desempeñadas en el campo, como de los cambios bruscos de temperatura. De ahí que Aravena (2005) considere la siembra, deshierba y recolección como las labores más perjudiciales y agotadoras de todo el proceso de producción de piña.
Sin embargo, el área de planta no escapa a esa realidad y las personas entrevistadas relatan que sufren inflamación en las manos, dolor en los pies y cansancio excesivo, a raíz del trabajo manual y repetitivo. De igual manera, en ambas áreas productivas no existe el equipo necesario para almacenar y conservar los alimentos ante el elevado calor, por lo que, en muchos casos, deben consumirlos con cierto grado de descomposición, exponiéndose al riesgo de sufrir enfermedades.
Las condiciones de extrema explotación evidenciadas son las que permiten que los monocultivos, con su lógica latifundista de producir, sean una de las actividades más rentables actualmente en el país, producto de los objetivos capitalistas de hacer uso de esas "personas económicas", aun cuando estas estén sobrepasando los límites de su bienestar físico, material, social y emocional.
Aspectos que no se tornan de interés para un régimen económico cuyo fin último es producir ganancias materiales y no generar condiciones laborales aptas para la población, que tiene en sus manos realizar el trabajo esclavo que permite la expansión del monocultivo. De ahí que, pese a sus muchas consecuencias, la actividad piñera cuente con la desregulación, el poco monitoreo y un permiso exclusivo como los aliados de las cúpulas empresariales que la manejan.
Percepción acerca del trabajo en las piñeras
Una primer idea externada por las personas remite a pensar en el excesivo cansancio físico padecido por las trabajadoras y los trabajadores producto de las labores en las plantaciones de piña; donde se destacó que,
Sí, es un trabajo agotador máxime cuando el clima está bastante pesado (...) normalmente los muchachos sufren de síntomas de deshidratación por el sol y entonces les preparo sueros [por ser encargado de cuadrilla] para que se hidraten (...) (Morales, Norman, comunicación personal, 6 de agosto de 2013).
La afirmación refleja que las tareas en la agroindustria implican un esfuerzo tal que les provoca descompensación de sus funciones vitales, comprometiendo su vida. Esas deplorables condiciones también fueron manifestadas por las familias, donde uno de los entrevistados caracteriza el trabajo en las piñeras como "esclavizado" (Rodríguez, Oscar, comunicación personal, 8 de agosto de 2013).
Otra condición de explotación en la que coinciden tanto las personas trabajadoras como sus familiares es que al no tener más opciones de trabajo, deben lidiar con las difíciles condiciones ofrecidas por las empresas. Lo descrito, pues el mercado laboral de la comunidad de Pital está acaparado por el monocultivo de piña, de manera que sus dueños se aprovechan para ofrecer salarios paupérrimos y contratar a las personas bajo condiciones de trabajo inestables e inseguras.
Impacto de las jornadas laborales en los espacios de interacción social
La dinámica que se crea en los distintos espacios de interacción social y en las relaciones que se establecen define en gran medida la forma en que las personas se consolidan como sujetos sociales, ya que se fortalecen los lazos hacia su familia, grupo de pares y la comunidad donde habitan. Es por eso que autores como Aravena (2005) y Figueroa (2006) visualizan las consecuencias de la escasa o nula interacción entre los miembros del conjunto familiar y/o comunitario, lo que ocasiona un desgarro del tejido social y compromete la salud mental de la población.
Sin embargo, la lógica capitalista que rige el accionar de las agroindustrias piñeras influye en el tiempo que las trabajadoras y los trabajadores agrícolas dedican a esos espacios; esto dado que las extensas jornadas establecen graves obstáculos para una convivencia que posibilite un desarrollo personal y social. Así lo manifestó una de las personas entrevistadas, al preguntarle si las diversas actividades que realiza en la vida cotidiana se ven afectadas por las rutinas de trabajo, "Sí, porque digamos que el horario así lo exige, entonces llegar más tarde a la casa, hay menos tiempo para compartir con la esposa y los hijos, hay menos tiempo para salir a actividades comunales" (Flores, Mario, comunicación personal, 8 de agosto de 2013).
Tal expresión engloba aquellos espacios en los que las personas normalmente podrían interactuar, pero cuyo acceso se torna limitado, pues lo único que interesa en la producción de piña es explotar al máximo el factor humano; sin importar que la participación de las personas en otras esferas se convierta en una necesidad social insatisfecha, debido a la drástica reducción del tiempo no remunerado.
Con el fin de comprender mejor las implicaciones que tiene ese recorte del tiempo no remunerado, se expondrán algunas de las situaciones externadas por las entrevistadas y los entrevistados en relación con varios espacios de interacción social, iniciando con el tiempo destinado a actividades personales que son fundamentales para el bienestar individual.
¿Tiempo? Solo para trabajar...
Los obreros agrícolas que laboran en las empresas piñeras no tienen libre elección con respecto a qué hacer con su tiempo una vez terminada la jornada en la esfera remunerada; de ahí que sentarse a ver televisión, emprender algún pasatiempo o compartir con amigas y amigos pueden constituirse en actividades con grandes limitaciones para ser realizadas por la escasez de tiempo.
Ante eso, una de las informantes expresó el motivo que le impide dedicar tiempo a esas acciones: "nada de eso, diay no tengo así como muchas ganas de estar haciendo eso por el tiempo que solo trabajando, solo cansada vivo yo" (Álvarez, Dinia, comunicación personal, 10 de agosto de 2013).
La opinión anterior refleja que algunas personas visualizan el desgaste físico y emocional como algo que se presenta constantemente en su vida cotidiana producto de las extenuantes labores. Situación que pone en evidencia la pauperización originada en las relaciones sociales de producción en las piñeras, donde las personas viven la mayor parte de sus días dentro de las inmensas plantaciones de piña sometiéndose a condiciones de trabajo infrahumanas, y lo interiorizan hasta un punto tal en el que se conciben teniendo tiempo solo para vender su fuerza de trabajo a las empresas.
Ahora bien, de las pocas actividades que la población entrevistada afirmó efectuar, se encontraban las que tenían la facilidad de ser desempeñadas dentro del hogar y solo en pocas ocasiones algunas como bailar o dar un paseo. Esto debido a que las personas optan por aquellos pasatiempos que no consuman un tiempo mayor y que les permita quedarse en casa a descansar lo más que se pueda.
Influencia del trabajo asalariado en las actividades familiares
Primero, es importante destacar que la institución familiar se ve influida por el contexto en el que está inserta; es decir, que los cambios económicos, sociales, políticos, culturales, entre otros, impactan la estructura y organización del conjunto familiar. Es por eso que el sistema de producción capitalista va a permear la dinámica de la familia, con el objetivo de que este grupo social posibilite la formación de potenciales vendedoras y vendedores de fuerza de trabajo, que hacen posible la reproducción del capital.
Sin embargo, la familia como grupo primario tiene gran influencia en las diversas etapas de la vida del ser humano ya que "(...) plantea espacios y posibilidades favorables y/o desfavorables muy diferentes, en cada uno de los grupos, para el cumplimiento de su labor socializadora" (Durán, Díaz y Valdez 2001, 10). Es decir, dependiendo de las características de la familia, esta puede colaborar o no con el crecimiento personal y social de sus miembros.
Por lo tanto, en el presente artículo interesa dar a conocer la influencia del contexto sobre la organización y dinámica familiar, partiendo de las condiciones laborales en la agroindustria piñera. Lo mencionado dado que se afirma que "(...) la vida familiar termina adaptándose a la jornada del trabajo remunerado. En general, toda la vida personal y social queda sometida a los tiempos industriales" (Carrasco, 2005, 52). Lo que remite al estrecho nexo que hay entre la esfera asalariada y el tipo de vínculos que se crean en los grupos familiares. Esto es ejemplificado en el siguiente comentario de la esposa de uno de los trabajadores: "Yo digo que ese trabajo es para una persona soltera, sin familia y sin hijos, porque no les queda tiempo para nada. (...) por eso a veces yo me obstino de eso (...) yo siempre peleaba y le decía busque otro trabajo" (Canales, Roxana, comunicación personal, 10 de agosto de 2013). El relato anterior permite analizar que, producto de la gran cantidad de horas que las personas pasan en las empresas, puede darse una fragmentación de las relaciones entre los miembros de la familia ocasionando, en muchas ocasiones, conflictos.
Tal separación familiar se ve reflejada en la relación que las personas trabajadoras establecen con sus hijas e hijos, o nietas y nietos, en la cual para jugar y/o cuidarlos se enfrentan a serias dificultades. Las entrevistadas y los entrevistados coincidieron en que casi siempre encontraban a sus hijas e hijos durmiendo, porque salen a trabajar de madrugada y regresan a altas horas de la noche.
Algunas expresiones que ejemplifican lo anterior son: "Hay semanas que él [refiriéndose a su hijo] no me mira a mí en todo el día, ni un día me mira a mí, hasta el domingo (...)" (Álvarez, Dinia, comunicación personal, 10 de agosto de 2013) o "A mí me pasaba a veces un mes que no veía a los hijos" (Rosales, Francisco, comunicación personal, 9 de agosto de 2013).
Lo descrito revela el distanciamiento físico y emocional en el que se ve inmersa la población entrevistada, ya que la familia, a pesar de jugar un papel importante en la crianza de los hijos, se ve marcada por la ausencia de uno o ambos progenitores. Lo cual impacta los procesos de socialización y establece nuevas normas de convivencia dentro del hogar, dado que en la mayoría de casos quienes asumen el cuido de los hijos son personas conocidas o algún familiar cercano.
La relación conyugal o de pareja también experimenta un resquebrajamiento, ante lo cual una de las informantes refiriéndose a su compañero sentimental comentó, "Entonces estuvo una temporada así de prácticamente un año que nunca coincidíamos, nos mirábamos así de pasada en la calle, 'hola' y 'adiós'" (Fonseca, Rosa, entrevista personal, 3 de agosto de 2013). Dichas barreras se dan debido a que el único contacto permitido por las empresas piñeras es aquel realizado con los factores de producción, sean máquinas, herramientas o los inmensos terrenos cultivados de piña.
De igual forma, las personas participantes del estudio expresaron que la comunicación en el hogar muestra cambios importantes, dado que no tienen oportunidades para relacionarse y conversar de manera frecuente, según esto, una de las entrevistadas manifestó "(...) casi no la miramos a ella [refiriéndose a su madre], casi no platicamos, casi no pasa aquí por el mismo trabajo" (Romero, Lorena, comunicación personal, 11 de agosto de 2013).
Esas barreras en la comunicación privan a las integrantes y los integrantes de la familia de compartir sus ideas, pensamientos, sentimientos, entre otros, lo cual genera en muchas ocasiones que no se sientan parte del grupo o que las problemáticas que surjan a lo interno no se resuelvan de la mejor manera. Asimismo, esa situación es parte del adormecimiento que le es funcional al sistema económico vigente, ya que mientras menos compartan las personas, habrá menos espacios para cuestionar las condiciones de explotación, y a su vez seguirá existiendo un potencial ejército de reserva en los hogares, que espera incorporarse a las filas de mano de obra barata que la agroindustria necesita captar.
De igual modo, es relevante hacer alusión a que las familias no solo se ven privadas de compartir en sus hogares, sino fuera de estos; de forma que cuando se les preguntó sobre la realización de actividades como visitas a parientes, salidas en el mismo barrio, entre otras, la esposa de uno de los trabajadores comentó "Cuando estaban más pequeños todos íbamos juntos al río, por el trabajo y todo ya no podemos salir juntos" (Canales, Roxana, entrevista personal, 10 de agosto de 2013).
Por consiguiente, el factor que finalmente determina el tiempo y las acciones que las personas pueden realizar es la producción de piña, pues ha reducido e incluso anulado aquellas actividades que las familias acostumbraban realizar; tanto así que, al preguntarles a las personas sobre los momentos que son aprovechados para compartir como grupo, la nieta de una entrevistada agregó "(...) yo a veces la sobo porque viene cansada" (Marín, Sofía, comunicación personal, 13 de agosto de 2013). Lo cual demuestra que algunas de las acciones que desarrollan en conjunto siguen estando vinculadas al trabajo asalariado, pues la ejecución de un masaje está orientada a contrarrestar el agotamiento físico experimentado por la trabajadora.
Como quedó demostrado mediante los comentarios de las personas trabajadoras y sus familias, la estructura familiar se ha visto influenciada por el contexto laboral en el que se insertan. De ahí que, según Acuña (2004), se están generando experiencias familiares con ausencia del componente humano, producto de las condiciones laborales en las piñeras; que llevan a que las posibilidades de fortalecer las relaciones familiares y potenciar ese espacio como un ámbito de desarrollo se tornen limitadas.
En consecuencia, independientemente de la temporada en que se encuentre la producción de piña, la realidad de la comunidad de Pital de San Carlos es que se está enfrentando a una nueva manifestación de la pobreza, que se aleja de aquella visión ligada solo a la materialidad, y que se relaciona con lo que Damián (2005) denomina la pobreza de tiempo, la cual obstaculiza la satisfacción de la necesidad socioafectiva, elemental para el bienestar emocional de las personas.
Agroindustria de piña versus acción comunal
Las comunidades se han visto seriamente afectadas por los procesos de industrialización de la agricultura de muchas maneras, una de ellas, según Acuña (2004), es que se origina cierta inanición en los espacios locales, debido a que las personas sacrifican la acción comunal y cada vez es más común la poca cohesión de los habitantes, la pérdida de identidad comunitaria y el deterioro de los lazos de las personas hacia su contexto inmediato, atentando contra un verdadero desarrollo de los pueblos.
En la comunidad de Pital, se lograron identificar algunas organizaciones tales como: La Asociación de Acueductos y Alcantarillados, juntas administrativas de escuela y colegio, la asociación de desarrollo, junta de salud de la clínica, la Asociación Pitaleña del Adulto Mayor (Apiam), la Junta Directiva de la Asociación Nacional Radiofónica de Pital, Junta Directiva del Hogar para el Alcohólico y otras Adicciones, entre otras. Sin embargo, la realidad de las trabajadoras y los trabajadores de las piñeras que fueron parte de la investigación se caracteriza por las escasas posibilidades de integrarse activamente a alguna de estas organizaciones comunales.
Las barreras para la participación comunitaria se deben fundamentalmente al factor tiempo, que es acaparado por las empresas piñeras, y no a la falta de interés en las personas, ya que se obtuvieron opiniones como: "En esas no estoy metido, me gustaría sí pero no tengo tiempo, le cuesta demasiado a uno ir" (Campos, Gerardo, comunicación personal, 4 de agosto de 2013) o "No, bueno en primer lugar casi no me queda tiempo para andar en muchas reuniones y principalmente por ese motivo" (Pérez, Cristina, comunicación personal, 1 de agosto de 2013).
Entonces, pilares fundamentales como el trabajo en conjunto, articulación de la sociedad civil, intermediación local, resolución de conflictos y la toma de decisiones para la atención de necesidades primarias, a pesar de su trascendencia, no son procesos que la mayoría de los obreros agrícolas entrevistados tengan la oportunidad de experimentar.
Contrario a eso, se encontró que solo dos personas trabajadoras afirmaron estar involucrados en organizaciones comunales (Asada y Consejo Económico de la Iglesia), debido a que ocupaban puestos de supervisión en las empresas; lo que les deja relativamente más tiempo disponible con respecto a la población encargada de labores como siembra, cosecha, empaque, entre otras.
Asimismo, otras actividades que se ven limitadas para la población son la asistencia a cursos o capacitaciones de interés, la realización de labores de voluntariado o la participación en asuntos culturales; ante lo cual, las personas entrevistadas reiteraron la escasez de tiempo como principal motivo para no participar en dichos espacios, "No tiene uno el tiempo para ir a ayudar" (Campos, Gerardo, comunicación personal, 4 de agosto de 2013).
Pero, ¿qué se esconde detrás de la desarticulación comunal en la localidad de Pital de San Carlos? La realidad evidenciada puede obedecer a los intereses del sector empresarial que controla la agroindustria piñera, el cual necesita que se cierren las posibilidades de que colectivamente se decida enfrentar tanto a las empresas como al permisivo Estado, para el que, dicho sea de paso, todas las afectaciones que el monocultivo genera aparecen invisibilizadas.
Desmovilización que salta a la vista en noticias nacionales donde solamente se habla de oposición al accionar de las piñeras en comunidades del Caribe como Pococí, Guácimo, entre otras, que incluso han establecido moratorias a la siembra de piña (Núñez, 2011). Pero al intentar trasladar ese panorama a la zona de Pital, lo único que sobresale es la cámara de piñeros, que exalta las exportaciones locales de la fruta y el "progreso" que esto genera para el país y nunca manifestaciones en contra del monocultivo.
De forma que, referirse a Pital de San Carlos, obliga a hablar de una comunidad desarticulada, un pueblo donde la falta de organización y la individualidad cada vez mayor son otros de los claros propósitos que las empresas piñeras visualizan en sus trabajadoras y trabajadores agrícolas, por el peligro que un despertar colectivo pueda representar.
Lo cual demuestra una exclusión forzada de la población, que se abstiene de involucrarse en procesos comunitarios, no siempre por intereses propios, sino por los ambiciosos planes de quienes controlan la dinámica productiva y, a su vez, deciden lo que las personas pueden o no hacer con su tiempo, para maximizar las ganancias. Y en general, se puede aseverar que más allá de los grupos familiares, el trabajo asalariado de las piñeras frena en gran medida el desarrollo de comunidades enteras, llevándolas a un estado de adormecimiento y conformismo, que a la larga tiene un costo social difícil de revertir y solo se traduce en mayores libertades para que el agro-negocio continúe agudizando las precarias condiciones de trabajo y de vida de sus pobladores.
Conclusiones
Gracias a la investigación, se logró conocer una realidad poco explorada de una región de Costa Rica, que pese a su importancia en la economía nacional y en materia de exportaciones agrícolas a países del primer mundo, hoy avanza cada vez más hacia un estado de total vulnerabilidad en todos los ámbitos de la vida comunitaria, llámese ambiental, social, cultural, laboral y económico.
Eso fue posible evidenciarlo en Pital de San Carlos, donde, si bien es cierto, se analizaron las repercusiones sociales del trabajo asalariado en las piñeras en la vida cotidiana de la población trabajadora; se pudo constatar como los monocultivos arrasan con vastas regiones de territorio, y no solo acaparando inmensas hectáreas cultivables, sino perjudicando consigo la cultura local, la organización comunal, las relaciones familiares, la salud, la vegetación, entre muchos otros aspectos.
Con el auge de la producción piñera, es un hecho que el tejido social experimentó una fragmentación de gran peso, aquello que unía a las personas dejó de ser una identidad comunitaria y pasó a ser una actividad económica predominante; dando a las piñeras el poder de monopolizar el mercado de trabajo local y absorber a la población hasta un punto de alterar su vida cotidiana. Un diario vivir donde la constante es la violación de sus derechos laborales y la disponibilidad de tiempo únicamente para vender su fuerza de trabajo a las grandes empresas nacionales y transnacionales encargadas de producir y/o comercializar la fruta dorada.
Profundizar en la vida de las personas entrevistadas, tanto de quienes laboran en el área de campo como de planta de las empresas, permitió identificar rasgos de esclavitud en la lógica de producción, ya que las personas deben enfrentarse a condiciones de trabajo hostiles incluso los 7 días de la semana y en jornadas que van desde 16 horas diarias en temporada baja hasta 21 horas en los meses de mayor demanda de la fruta. Aunado a ello, es una realidad los diversos problemas en la salud a los que se ve expuesta la población, tales como intoxicaciones por agroquímicos, fuertes dolores en espalda y manos, insolación, deshidratación y enfrentar hasta la muerte misma cuando las condiciones climáticas se tornan más adversas.
Esas difíciles tareas y repercusiones físicas tampoco se ven compensadas con una plena garantía de los derechos laborales; por el contrario, aspectos como el salario se constituye en otro elemento en el que el irrespeto a la ley es una de sus características, ya que no siempre se cumple con el mínimo establecido ni permite a las personas enfrentar el alto costo de la vida.
No obstante, pese a que las condiciones de trabajo que ofrecen las empresas piñeras dan cuenta de la explotación laboral, las personas no tienen otra opción más que soportar las difíciles circunstancias, pues el mercado laboral de la comunidad ha sido acaparado por el monocultivo de piña y la organización sindical para defender sus derechos es altamente reprendida por los dueños del agro-negocio.
Además, fue posible concluir que el tiempo libre es una noción que muchas veces no es concebida por los peones agrícolas que laboran en las piñeras, ya que luego de las extenuantes jornadas, las personas no tienen tiempo siquiera para reponer las energías invertidas en las plantaciones; comprometiendo con ello las relaciones familiares, la acción comunal, los espacios de interacción, recreación, entre otros. Lo anterior, puesto que el único interés de las empresas piñeras es que la población trabajadora tenga una vida entregada por completo a la producción de piña y estén disponibles para explotarles al máximo su fuerza de trabajo; la cual al ser considerada como parte de su propiedad y de sus medios de producción, deja de lado todas aquellas actividades que no generen plusvalía.
En Pital de San Carlos, las personas al estar cada vez más aisladas se mantienen al margen de lo que acontece en sus comunidades, dado que se les recortan las posibilidades de participar activamente en organizaciones o en procesos de toma de decisiones primordiales para el progreso de la zona; lo cual dificulta la construcción de una sólida base social que reúna los intereses y la identidad de una mayoría de población. Comunidad donde la dinámica relacional de la población trabajadora está expuesta a una constante fragmentación, dado que la cohesión ciudadana solo se permite si le es funcional a los tiempos industriales y a los propósitos de acumulación del capital que mueven los procesos productivos; en los cuales se esconde una ambición por controlar el tiempo de las personas a un punto en el que no solo contribuyan con la extracción de riqueza dentro de las piñeras, sino también fuera de las plantaciones.
Referencias
Acosta, Esteban. (2008). La Producción Piñera en Costa Rica: Un Análisis Integral de sus Implicaciones en el Cantón de Guácimo, Limón (Tesis de licenciatura, Universidad EARTH) . Recuperada de http://usi.earth.ac.cr/glas/sp/ColeccionVirtual/pdf/PG67-2008_acostaE%5B1%5D.pdf
Acuña, Guillermo. (2004). Los casos de la producción piñera en las regiones Atlántica y Pacífico Sur: Características, organización y condiciones laborales. Asociación Servicios de Promoción Laboral. Recuperado de http://www.laborrights.org/sites/default/files/publications-and-resources/ CR%20Pineapple%20Spanish.pdf
Altieri, Miguel. (2009). Desiertos verdes: monocultivos y sus impactos en la biodiversidad. En Emmanuelli, María Silvia; Monsalve, Sofía & Jonsén, Jennie (Ed.), Azúcar Roja Desiertos verdes. Recuperado de http://coecoceiba.org/wp-content/subidas/2011/05/Azucar-roja-desiertosverdes.pdf
Aravena, Javiera. (2005). La expansión piñera en Costa Rica la realidad de los perdedores de la agroindustria exportadora de la piña. Comunidad Ecologistas La Ceiba: Amigos de la Tierra. Recuperado de http://coecoceiba.org/wp-content/subidas/2010/03/pub11.pdf
Bonilla, Cristina & Víquez, Sara. (2001). Índice de Desarrollo Social. Costa Rica: Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica.
Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña. Piña de Costa Rica, 2013. Consultado el 6/6/2013 en http://www.canapep.com/canapep/estadisticas
Carbajal, Fedora. (2011). La Consideración del Uso de Tiempo en el Análisis de Pobreza Multidimensional. (Tesis de Maestría, Universidad Nacional de La Plata). Recuperado de http://sedici.unlp. edu.ar/bitstream/handle/10915/3459/Documento_completo.pdf?sequence=1
Carrasco, Cristina. (2005). Tiempo de trabajo, tiempo de vida. Las desigualdades de género en el uso del tiempo. En Aguirre, Rosario; García, Cristina. & Carrasco, Cristina (Ed.), El Tiempo, los tiempos, una vara de desigualdad. Chile: CEPAL. Recuperado de http://www.eclac.cl/publicaciones/ xml/7/22367/lcl2324e.pdf
Consejo Nacional de Salarios fija salarios mínimos del sector privado (22 de noviembre de 2012). Diario Oficial La Gaceta. Consultado el 19/4/2013. Recuperado de www.gaceta.go.cr/pub/2012/11/22/ COMP_22_11_2012.pdf
Damián, Araceli. (2005). La pobreza de tiempo. El caso de México. Estudios Sociológicos, vol. XXIII (núm. 3), 807-843. Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/598/59806904.pdf
Durán, Alberta; Díaz, Mareelén. & Valdez, Yohanka. (2001). Religiosidad y socialización en la familia. Boletín Electrónico BEHIQUE N°2. Recuperado de http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/cuba/ cips/caudales05/Caudales/ARTICULOS/ArticulosPDF/101518DDV025.pdf
Emanuelli, María Silvia; Monsalve, Sofía & Jonsén, Jennie. (2009). Azúcar Roja, Desiertos verdes. Recuperado de http://coecoceiba.org/wp-content/subidas/2011/05/Azucar-roja-desiertosverdes.pdf
Figueroa, Patricia & Bifani, Richard. (2006). Género, el modelo neoliberal y las heridas a la cotidianidad. Revista de Estudios de Género, (N° 24 57-117). Recuperado de http://www.redalyc.org/ pdf/884/88402404.pdf
Granados, Carlos; Brenes, Alonso & Cubero, Luis Pablo. (2005) Los riesgos de la reconversión productiva en las fronteras centroamericanas: el caso de la zona norte de Costa Rica. Anuario de Estudios Centroamericanos, de la Universidad de Costa Rica. Recuperado de http://www.anuario. ucr.ac.cr/volumen%2031/textos/anca003-03.PDF
Granados, Evelyn (20 de julio de 2012). Piña se cuela en primer lugar de exportaciones agrícolas. Periódico La Nación.com. Consultado el 23/6/2013. Recuperado de http://www.nacion.com/economia/ Pina-cuela-primer-exportaciones-agricolas_0_1281872035.html
Leitón, Didier. (2008). Inclemente trabajo en las piñeras. Revista Ambientico, Universidad Nacional, (N° 177). Recuperado de http://www.ambientico.una.ac.cr/pdfs/ambientico/177.pdf
Marx, Karl. (1867). El Capital Tomo I: El Proceso de Acumulación Capitalista. Archivo Chile. Recuperado de http://www.archivochile.com/Marxismo/Marx%20y%20Engels/kmarx0010.pdf
Molyneux, Maxine. (1994). Más allá del debate sobre el trabajo doméstico. En Borderías, Cristina; Carrasco, Cristina & Alemany, Carme. (Ed.), Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Barcelona: ICARIA.
Nuñez, María José (19 de enero de 2011). Comunidades buscan moratoria a siembra de piña. Semanario Universidad. Consultado el 23/8/2014. Recuperado de http://semanariouniversidad.ucr.cr/pais/ comunidades-buscan-moratoria-a-siembra-de-pia/
Quijano, Aníbal. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En Lander, Edgardo. (Ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Recuperado de http:// bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lander/quijano.rtf
Rojas, Isaac. (2009). Los desastres de la piña en Costa Rica. Comunidades Ecologistas de La Ceiba: Amigos de la Tierra Costa Rica. Recuperado de http://www.grain.org/article/ entries/1249-los-desastres-de-la-pina-en-costa-ricaf
Valerdi, María Áurea. (2005). El tiempo libre en condiciones de flexibilidad del trabajo: Caso Tetla, Tlaxcala. (Tesis de doctorado, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) Recuperado de http://www.eumed.net/tesis-doctorales/2009/mavg/index.htm