Resumen: El propósito del estudio es analizar la relevancia de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama como iniciativa empresarial pionera en la explotación minera en el desierto de Atacama, impulsada por empresarios y capitales chilenos invertidos en territorio boliviano previo a la Guerra del Pacífico. Mediante un análisis documental cualitativo se exponen datos sobre el empresario chileno José Santos Ossa Vega y su actividad empresarial en el desierto de Atacama a partir de las concesiones mineras otorgadas por el gobierno boliviano durante la segunda mitad del siglo XIX, para la explotación salitrera en el sector del salar del Carmen lo que propiciará la fundación del puerto y la ciudad de Antofagasta, resultado directo de la creciente actividad empresarial a partir del descubrimiento de yacimientos salitrales y argentíferos. Se concluye que la historia empresarial permite identificar antecedentes relevantes para el caso de la ciudad de Antofagasta, ligada a la industria minera.
Palabras clave: Antofagasta, desierto de Atacama, historia empresarial, industria salitrera, minería.
Abstract: The purpose of the study is to analyze the relevance of the Atacama Desert Exploration Society as a pioneering business initiative in mining exploitation in the Atacama desert, promoted by chilean businessmen and capital invested in bolivian territory prior to the Pacific War. Through a qualitative documentary analysis, data is presented about the chilean businessman José Santos Ossa Vega and his business activity in the Atacama desert based on the mining concessions granted by the Bolivian government during the second half of the 19th century, for saltpeter exploitation in the sector of the salar del Carmen which will lead to the founding of the port and the city of Antofagasta, a direct result of the growing business activity from the discovery of salt and silver deposits. It is concluded that business history allows us to identify relevant antecedents for the case of the city of Antofagasta, linked to the mining industry.
Key words: Antofagasta, Atacama desert, business history, saltpeter industry, mining.
Dosier
Historia empresarial de la zona costera del desierto de Atacama. La sociedad exploradora de José Santos Ossa Vega
Business history of the coastal area of the Atacama desert. The exploring society of José Santos Ossa Vega
Recepción: 21 Marzo 2024
Aprobación: 31 Mayo 2024
La literatura relacionada con la historia empresarial señala que «[…] los historiadores empresariales estudian la evolución histórica de los sistemas empresariales, los empresarios y las empresas, así como su interacción con sus contextos políticos, económicos y ambiente social» (Jones y Zeitlin, 2007:1). Este primer antecedente sobre la historia empresarial permite destacar que su objeto de estudio no debe concentrarse únicamente en las actividades económicas de las empresas y sus dueños, sino que también debe abarcar las consecuencias positivas y negativas que dicho funcionamiento tiene para la sociedad y los territorios en donde operan las organizaciones empresariales, tanto aquellas de carácter estatal como muy especialmente las empresas privadas.
Según Austin et. al. (2017: 538), la historia empresarial se desarrolla en aquellos países que lograron consolidar un tejido empresarial exitoso, situación que expone una tendencia para la agenda de investigación en dicho campo historiográfico. Un hito importante son los aportes de Harvard Business School en 1928 para la formación de los gerentes de las principales corporaciones norteamericanas (Austin et al., 2017:538). Posteriormente, dicho antecedente permitirá implementar el modelo de Escuelas de Negocios en diferentes países de América Latina (Amdam y Dávila, 2023:95).
A nivel latinoamericano, Lluch et. al. reflexionan sobre el por qué y el para qué de la historia empresarial en América Latina, señalando algunas de sus principales categorías que analizan el impacto de las empresas en la sociedad:
«El aprendizaje sobre la trayectoria histórica del empresariado latinoamericano (empresas, empresarios, familias empresarias, gerentes asalariados, asociaciones de empresarios, grupos económicos) permite el estudio de la acción empresarial dentro de las cambiantes estructuras sociales, políticas y económicas, así como el impacto de la innovación y la tecnología» (Lluch et. al., (2022: 12).
Además, los historiadores empresariales latinoamericanos comienzan a desarrollar contribuciones importantes a dicho campo desde la década de 1970 hasta la actualidad. Una de sus características es la fuerte influencia de las investigaciones anglosajonas, analizando entre otros aspectos los rasgos y la actividad económica del empresariado latinoamericano, el comportamiento de los capitales extranjeros, la relación de las empresas con los Estados, las empresas familiares, entre otras líneas de investigación destacadas (Lluch y Barbero, 2015:33). Recientemente, la historia empresarial latinoamericana ha evolucionado hacia un contexto interdisciplinario que va más allá de la historia económica como disciplina predominante (Dávila, 2013: 111).
En el contexto descrito, la literatura sobre la historia empresarial de Chile es un campo relativamente nuevo que ha debido enfrentar algunas condicionantes concretas que son propias de nuestro país, que han afectado la percepción social sobre el rol e impacto de las empresas como objeto de estudio, destacando entre otras particularidades: el rol empresario desarrollado por el Estado chileno entre los años 1927 a 1970, la dictadura militar entre los años 1973 y 1990, o la falta de cultura empresarial en la adecuada preservación de sus archivos históricos (Llorca-Jaña y Barría-Traverso, 2017: 13-14).
Según Nazer, en su estudio sobre las élites empresariales chilenas de la minería y mercantil entre 1850 y 1880, una característica predominante y distintiva en dicha época era la inexistente separación entre propiedad y administración de la empresa:
«Su estilo de gestión empresarial estuvo marcado por la administración directa del propietario apoyada por su grupo familiar, la familia empresaria. Las estructuras propietarias en la mayor parte de sus inversiones son a título personal del empresario, asimismo, usa la sociedad colectiva para la gestión de los negocios, involucrando como socios a hermanos, hijos y otros familiares, predominando la empresa familiar, es decir, una gestión empresarial centralizada en torno al gran empresario y su familia, dejando poco espacio para inversiones bajo la figura de sociedades anónimas» (Nazer, 2021: 643).
A modo de ejemplo de otra categoría de análisis importante para el campo de la historia empresarial en Chile, la literatura destaca como pioneros en el sector de la minería chilena a empresarios tales como José Tomás Urmeneta, Matías Cousiño o José Santos Ossa (Salazar y Pinto, 2002: 71). En una línea similar, Vicuña Mackenna (1882: 302) destacaba como los primeros exploradores del desierto de Atacama con propósitos empresariales en el rubro de la minería a personajes tales como: Diego de Almeida, José Antonio Moreno y al ya mencionado José Santos Ossa.
Asimismo, desde una perspectiva histórica, la importancia económica del desierto de Atacama como territorio minero sudamericano se debería entre otras razones a la existencia de «depósitos naturales de salitre que se encontraron fundamentalmente en el Desierto de Atacama, en la costa del Pacífico de América del Sur. A mediados del siglo XIX tres países, Perú, Chile y Bolivia, reclamaron derechos sobre este recurso» (Greenhill, 2017:260). Lo anterior, se transformará en un aspecto trascendental que dará origen a la Guerra del Pacífico entre las tres naciones antes mencionadas.
Sin embargo, las características geográficas del desierto de Atacama condicionarán de manera importante el desarrollo de la industria salitrera y la minería en general en dicho territorio, «situado aproximadamente entre los 22° y 26° de latitud sur, entre el río Loa y Taltal, resulta poco propicia al asentamiento de base agrícola, en términos de escasez de recursos hídricos, calidad del suelo inerte y condiciones climáticas extremas» (Garcés-Feliú, 1988: 23). Dichas condiciones territoriales adquieren gran relevancia para determinar el tipo de actividad económica que era posible desarrollar durante el siglo XIX y las condiciones que deberán enfrentarse para el poblamiento de aquella zona desértica en dicha época.
Sin embargo, Bolivia se había transformado en un país con gran interés económico para los empresarios capitalistas chilenos a mediados del siglo XIX, entre los que se destaca a Agustín Edwards y su familia: «ellos fueron los principales promotores del Banco Nacional de Bolivia, que tenía doble domicilio legal: Valparaíso y La Paz» (Ramírez-Necochea, 1986: 39).
De esta manera, el inicio de la industria salitrera boliviana en el desierto de Atacama es posterior a la existente en la región peruana de Tarapacá y se desarrolla «en 1860, fueron empresarios chilenos los que comenzaron a explotar los yacimientos de nitrato en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, que por entonces pertenecían a Perú y Bolivia» (Martínez-Echezárraga, 2015: 412). En dicho contexto, la figura del empresario minero José Santos Ossa Vega adquiere una especial relevancia para ciudades tales como Cobija, Mejillones o Antofagasta, en las que desarrollará importantes iniciativas empresariales, siendo de especial interés para el presente estudio la relacionada con la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama creada el año 1866.
Así, la historia empresarial en el desierto de Atacama derivará años más tarde en un importante conflicto político entre los gobiernos de Bolivia y Chile, que posteriormente dará origen a la Guerra del Pacífico como resultado de la violación del Tratado de 1874 por parte del gobierno boliviano de Hilarión Daza, acuerdo internacional bilateral que establecía una exención tributaria a las importaciones de las compañías chilenas operando en Bolivia en el desierto de Atacama (Sater, 2014: 83).
El impacto de los proyectos empresariales mineros en el Desierto de Atacama repercutirá sustancialmente en el desarrollo territorial de la zona costera de dicho territorio, la que hasta finales del año 1826 contaba casi únicamente con el puerto boliviano de Cobija o Lamar, en virtud de la política gubernamental boliviana (Panadés-Vargas et al., 1995: 1), cuya consolidación y apogeo inicial se concentra entre los años 1827 a 1835 (Galaz-Mandakovic, 2022: 44). No obstante, dicha situación se modificará drásticamente en las siguientes décadas:
«Es por todos conocido que el Desierto de Atacama no despertó mayor interés hasta que se descubrieron sus primeras riquezas. Entonces muchos hombres, de todas partes del territorio nacional, llegaron a sus soledades para desentrañar su suelo levantando improvisados campamentos en las faldas de los cerros o en las profundidades de las quebradas. Muchos de esos campamentos, dieron lugar a un asentamiento minero que evolucionó después en pueblo, como tantos otros, situación que se repitió en toda la región» (Panadés-Vargas et al., 1995: 1).
Sin embargo, es importante señalar como otro hito relacionado con la relevancia de la iniciativa empresarial en el poblamiento de la ciudad de Antofagasta al descubrimiento del mineral argentífero de Caracoles el año 1870, por parte del chileno José Díaz Gana y el francés Enrique Arnoux de Riviére (Bravo-Quezada, 2000: 39-40), proceso histórico que no será analizado en el presente estudio pero que también posee una relevancia fundamental desde la perspectiva de la historia empresarial del desierto de Atacama, especialmente en la aceleración de la actividad minera y portuaria en Antofagasta (Barros, 2015: 484).
De esta manera, a partir de lo señalado anteriormente es posible plantear como una hipótesis que sea indagada desde el campo de la historia empresarial a la relación e influencia que los exploradores pioneros y las principales iniciativas empresariales de la minería del desierto de Atacama tuvieron en el poblamiento y fundación de las ciudades portuarias instaladas en la zona costera de dicho territorio durante el siglo XIX.
En el contexto planteado, el presente estudio intenta responder a las siguientes interrogantes desde la perspectiva del conocimiento aportado por la historia empresarial: ¿Cuáles fueron las principales habilidades empresariales de José Santos Ossa Vega como empresario minero pionero en el desierto de Atacama en la segunda mitad del siglo XIX?, ¿cuáles fueron las circunstancias históricas que permitieron a José Santos Ossa Vega fundar la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama en dicha época?, ¿qué importancia tuvo la actividad empresarial minera desarrollada por Ossa Vega en la zona costera del desierto de Atacama durante el siglo XIX respecto de la fundación del puerto y la ciudad de Antofagasta?
Así, el objetivo principal del artículo es analizar la relevancia historiográfica de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama como iniciativa empresarial pionera en la explotación minera de la zona costera del desierto de Atacama, que permitirá desde el año 1866 iniciar la instalación del campamento minero alrededor del cual posteriormente se irá configurando la fundación de la ciudad portuaria de Antofagasta. Para alcanzar el objetivo de investigación propuesto, el presente estudio desarrolla un análisis documental cualitativo de la bibliografía especializada en la historia de Antofagasta y la industria salitrera, para lo cual se utiliza la perspectiva aportada por algunas categorías de análisis propuestas por el campo de la historia empresarial, especialmente el rol y características del empresariado o el estudio del impacto de la actividad empresarial en el desarrollo socioeconómico de los territorios, entre otras.
Según los antecedentes disponibles, el empresario chileno José Santos Ossa Vega nació en la ciudad de Huasco el 1° de noviembre de 1827 (Iglesias, 1945: 30; Ossa-Borne, 1930: 44), siendo denominado como «el vencedor del desierto» (Instituto de Estudios Generales, 1974: 39). Miembro de la familia Ossa, dedicada a las labores extractivas mineras en la ciudad de Copiapó en Chile desde el siglo XVIII (Sayago, 1973: 451), fue hijo de Nicolás Ossa y Antonia Vega. En el año 1843, con apenas 16 años, comenzará su trayectoria empresarial en el rubro de la minería en el norte de Chile, realizando sus primeras expediciones como cateador en localidades tales como Chañarcillo o Domeyko para descubrir nuevos yacimientos, actividad que le permitió consolidarse rápidamente como empresario minero:
«Ossa afianza su posición de cateador, con los descubrimientos de las minas ‘El Morado’, ‘El Moradito’, ‘La Descubridora’ y ‘La Cortada’, las que trabaja con los Walker y otros socios, y en donde obtiene su primera fortuna. Sólo la mina ‘Descubridora’ rindió algo más de 108 millones de pesos de 48 peniques» (Ahumada-Manchot, 1997: 34).
Según describe Benjamín Vicuña Mackenna, «don José Santos Ossa, abandonó el techo paterno en busca de aventuras, como Almeida i como Moreno, cuando tenía sólo 18 años, i estableciéndose por su cuenta en los asientos mineros del litoral boliviano» (1882: 320), denotando tempranamente su gran interés por los negocios mineros.
Pero, sin lugar a dudas, el desierto de Atacama se transformará en el principal territorio que vería desarrollar con mayor esplendor el espíritu emprendedor de Ossa Vega, quien tendría durante el año 1845 sus primeros contactos con Agustín Edwards Ossandón, el que ya en dicha época poseía reputación en las ciudades chilenas de Huasco y Copiapó como empresario en la compra de minerales y habilitación de empresas extractivas: «fue la providencia de los mineros de su época: les suministraba recursos para que trabajasen, compraba sus productos o se encargaba de colocarlos en las condiciones más favorables» (Ossa-Borne, 1930: 53-54). No obstante, otras perspectivas más críticas respecto del papel de «habilitador» desempeñado por Edwards Ossandón y otros empresarios mineros, señalan que dicho rol consistía en «habilitar a los pequeños mineros concediéndoles crédito -parte en dinero y parte en productos- […] realizaban una doble ganancia: cobraban un subido interés por el crédito concedido y cobraban altos precios por los productos que otorgaban en crédito» (Ramírez-Necochea, 1986: 34).
La relación entre Edwards Ossandón y Ossa Vega se transformará en un factor clave para impulsar las actividades empresariales del segundo, especialmente para conseguir acceso a capital que financie sus negocios en el desierto de Atacama; comprar minerales, llevar mulas, forrajes y frutas secas desde Huasco hasta Cobija hacia finales de 1845 (Panadés-Vargas y González-Pizarro, 1998: 58), transformando a dicha ciudad portuaria boliviana en su principal centro de operaciones empresariales desde la que emprendió diversas expediciones costeras y desérticas, fundando en aquella época la empresa «José Santos Ossa y Cía.» en dicha localidad portuaria boliviana (Instituto de Estudios Generales, 1974: 41).
Lo anterior fue amparado en la decisión de las autoridades bolivianas de impulsar a Cobija o Puerto Lamar como la principal alternativa portuaria para el país altiplánico, mediante el otorgamiento de una serie de garantías y concesiones para aquellos empresarios y comerciantes interesados en invertir en dicho territorio boliviano, con el propósito de suplir las principales debilidades o desventajas de dicha localidad, relativas, entre otros aspectos, a la falta de agua o los problemas de conectividad con el interior del país (Letelier y Castro, 2019: 158).
Así, una de las estrategias empresariales utilizadas por José Santos Ossa Vega para desarrollar sus negocios en la zona costera del desierto de Atacama se relacionaba con la obtención de concesiones gubernamentales bolivianas para desarrollar diferentes emprendimientos mineros; «a partir de ese año, 1849, viaja a Sucre en repetidas ocasiones para tratar directamente con los ministros, secretarios, e incluso con los propios jefes de Estado sus asuntos en el litoral» (Ahumada Blanchot, 1997: 40).
Una reflexión importante respecto de lo anterior se relaciona con el hecho de que Ossa Vega tenía solamente 22 años cuando comienza a relacionarse con las autoridades bolivianas de la época, con el propósito de solicitar diferentes concesiones de exploración y explotación minera, destacándose que en aquel período los gobiernos bolivianos se caracterizaron por la gran inestabilidad política que imperaba en el país altiplánico, sumado al hecho de poseer la nacionalidad chilena, lo exponían a la hostilidad política que podía emanar como resultado de los continuos cambios de gobierno en Bolivia, pese a lo cual Ossa Vega logra obtener diversas concesiones mineras.
Un ejemplo de lo anterior es la explotación de guano en Mejillones desarrollada en 1850, para lo cual obtiene una concesión gubernamental especial, la que demuestra sus habilidades negociadoras y su influencia política con el gobierno de Bolivia: «[…] se asocia con los señores Macrefeart y Guyer, consigue un trato especial que les autoriza a embarcar directamente el guano por Mejillones, cuando todo embarque debía tramitarse en Cobija, pues allí estaba la oficina de la Aduana» (Ahumada Blanchot, 1997: 40). No obstante, el infortunio afectaría a dicha empresa con el hundimiento de las naves y la pérdida de la carga del guano embarcado en Mejillones, poniendo en peligro su vida y dejándolo casi en la ruina económica.
Otra de las concesiones gubernamentales otorgadas a Santos Ossa se gestiona en el año 1854, en conjunto con el comerciante español José María Artola, «[…] para instalar en Cobija una máquina resacadora de agua» (Instituto de Estudios Generales, 1974: 42). Dicho emprendimiento comenzaría a funcionar hacia finales de 1857, transformando a Ossa Vega en proveedor de agua potable del puerto de Cobija en Bolivia, iniciativa empresarial que más adelante aportaría una importante experiencia empresarial utilizada en otros emprendimientos mineros desarrollados en la zona costera del desierto de Atacama.
Pero, además, es importante destacar que la influencia de José Santos Ossa Vega en Cobija no se limitaría al ámbito empresarial, incursionando en el ámbito político debido a que fue designado como cónsul honorario de Chile en dicho puerto boliviano (Arce, 1997: 23). Lo anterior es concordante con lo señalado en cuanto a la habilidad de Santos Ossa para obtener concesiones mineras por parte de los gobiernos bolivianos de la época.
Asimismo, otra de las características empresariales de Ossa Vega fue su gran capacidad de asociarse con otros empresarios para desarrollar negocios conjuntos, entre otras razones para obtener el capital económico suficiente para iniciar los procesos productivos. Por ejemplo, en abril de 1859 se crea la Sociedad Muirhead, Ossa y Cía. para explotar las guaneras de Paquica, gracias a la concesión otorgada por el presidente Linares en Bolivia para explotar más de 30.000 toneladas, sociedad empresarial que estuvo integrada por el escocés Alejandro Muirhead, Pedro Bergemann y el propio Ossa Vega (Ossa Borne, 1930:71).
Sin embargo, la inestabilidad política boliviana obligó a Ossa Vega a retornar provisionalmente a Chile para evitar consecuencias negativas a nivel personal, familiar y empresarial: «[…] era claro que el Gobierno boliviano había querido cancelar el contrato de guanos que tenía don José Santos Ossa, ciudadano chileno, a causa de las miras de la administración boliviana, que podían conducir a un conflicto con Chile» (Ossa Borne, 1931: 112).
En síntesis, las habilidades empresariales de Ossa Vega para lograr la credibilidad necesaria para obtener el financiamiento provisto por diferentes socios inversionistas le permitieron desarrollar diversas empresas, especialmente en el rubro de la minería, lo que sumado a su notable capacidad para relacionarse con el gobierno boliviano en los períodos de mayor instabilidad política con el propósito de obtener diversas concesiones, se transforman en características distintivas de este empresario chileno pionero en la historia empresarial en el desierto de Atacama: «[…] también hubo otros empresarios, que si bien no destacaron por su fortuna, lo hicieron por su capacidad emprendedora y creativa, como es el caso de José Santos Ossa, explorador del norte y descubridor del salitre en Antofagasta» (Martínez Echezárraga, 2015:417).
En complemento de lo anterior, el historiador Issac Arce también destaca algunas habilidades empresariales de Ossa Vega, tales como: «industrial inteligente, tesonero y de grandes iniciativas […] con la clarividencia propia de los hombres de su temple» (Arce, 1997: 62), cuyo perfil empresarial permitió entre los años 1866 y 1879 establecer los orígenes de la industria salitrera en Bolivia en la zona costera del desierto de Atacama.
Debido a la inestabilidad política del gobierno boliviano a mediados del siglo XIX, Ossa Vega decide retornar a Chile iniciando negocios en el ámbito bancario y agropecuario, pero siempre esperando la oportunidad de regresar a Cobija para continuar con sus proyectos mineros, entre los cuales se encuentran la formación de una Sociedad con su amigo Francisco Puelma Castillo, contando con la asesoría de Agustín Edwards Ossandón.
De esta forma, Ossa Vega iniciará sus actividades de cateo y exploración en la zona costera del desierto de Atacama, expedición que finalmente lo llevará a la conquista del desierto guiado por el indio Hermenegildo Coca (Iglesias, 1945: 106), el mismo que había guiado años antes a los hermanos Latrille, logrando llegar hasta los yacimientos de salitre existentes en la zona del salar del Carmen.
Sin embargo, Issac Arce Ramírez (1997: 58) afirma que no fue Ossa Vega quien encuentra originalmente el salitre en el sector de salar del Carmen, sino que fueron los exploradores y hermanos franceses Domingo y Máximo Latrille los primeros descubridores de dicho yacimiento en el año 1857, versión que también es confirmada por historiadores bolivianos (Querejazu Calvo, 1992: 103) que reconocen a la falta de permisos de las autoridades bolivianas como la principal causa del desistimiento en la explotación del descubrimiento por parte de los hermanos Latrille.
Pero sería el empresario chileno Ossa Vega quien, en virtud de sus habilidades empresariales descritas en la primera parte, lograría de parte del gobierno boliviano una concesión minera con mejores condiciones para iniciar la exploración y explotación el año 1866, es decir, casi una década después que los hermanos Latrille, quienes finalmente no prosperan empresarialmente en su hallazgo por lo poco favorable de la concesión minera ofrecida por las autoridades bolivianas.
Es importante destacar que lo anterior estuvo precedido por la firma del Tratado de Límites entre Bolivia y Chile el 10 de agosto de 1866, lo que ofrecerá un escenario internacional mucho más favorable para que los empresarios chilenos Ossa Vega y Puelma Castillo decidieran retomar el contacto con las autoridades gubernamentales bolivianas para presentar su solicitud de concesión minera.
Así, el 18 de septiembre de 1866, el gobierno boliviano otorgó una primera concesión minera a don José Santos Ossa Vega y a don Francisco Puelma Castillo por cinco leguas cuadradas continuas en el salar del Carmen, con el propósito de explorar y explotar los yacimientos de salitre y bórax (Mayo, 1979: 74). Simultáneamente, los empresarios chilenos solicitaron al ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de Bolivia en Chile, Sr. Mariano Donato Muñoz, que además otorgará la concesión de cuatro leguas cuadradas en la quebrada de San Mateo, para destinarlos a trabajo agrícola, obtención de agua y campamento minero (Arce, 1997: 60). La concesión complementaria relacionada con la actual quebrada de Carrizo se transformará en el lugar desde donde se comenzará a proyectar lo que en pocos años más adelante será la ciudad de Antofagasta.
Respecto de lo anterior, según lo que señala Bermúdez Miral (1966: 55-56); «el pedimento se hizo a nombre de la SOCIEDAD EXPLORADORA DEL DESIERTO DE ATACAMA, formada por los chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma Castillo, Manuel Antonio de Lama que era peruano, y algunas personas de Santiago», lo que fija el inicio de dicha empresa y el desafío de implementar el funcionamiento de las operaciones mineras en la zona.
Sin embargo, la situación financiera de José Santos Ossa Vega había sufrido un deterioro importante hacia el año 1867, limitando de manera importante la disponibilidad de recursos económicos para materializar las inversiones necesarias estipuladas en la concesión del gobierno boliviano, lo que tensionó la relación comercial que hasta entonces mantenía con Agustín Edwards e incluso con el propio presidente Melgarejo (Ossa Borne, 1932:177-178).
Así, la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama solicita posteriormente, en julio de 1868, una nueva concesión minera al gobierno boliviano, para tener el privilegio exclusivo para explotar el salitre descubierto en el salar del Carmen, perteneciente al distrito litoral en el Departamento de Cobija, Bolivia (Mayo, 1979: 74), con el propósito de aumentar el potencial comercial de dicho emprendimiento, lo que permitirá atraer nuevos inversionistas que facilitarán los recursos económicos necesarios para dar inicio a la explotación de los recursos salitreros descubiertos. Uno de esos atractivos sería el «[…] privilegio exclusivo y preferencia para construir un ferrocarril, a sangre o a vapor, uniendo el Litoral con San Pedro de Atacama, concesión que adquirió extraordinaria importancia con el descubrimiento de Caracoles» (Ravest Mora, 1983: 135), mineral de plata descubierto en Bolivia en marzo de 1870, y que acelerará de manera importante el poblamiento de Antofagasta.
De este modo, la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama se convierte en la primera empresa minera en Antofagasta cuyo «objetivo central fue el de explotar las calicheras del Salar del Carmen, lo que iba a implicar muy fuertes inversiones cercanas al millón de dólares, para la construcción de edificaciones, además de la compra e instalación de las maquinarias» (Panadés Vargas y González Pizarro, 1998: 57). Sin embargo, a inicios del año 1869, debido a la apremiante situación financiera en la que se encontraba la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama como consecuencia de las importantes fluctuaciones en los precios internacionales del salitre, así como por algunas desafortunadas pérdidas de maquinarias, obligó a la búsqueda de inversionistas extranjeros.
La búsqueda del capital necesario para explotar los yacimientos salitreros decantará posteriormente gracias la intermediación financiera de Agustín Edwards, en el establecimiento de una nueva sociedad empresarial que contó con la participación de Gibbs y Cía. (Nazer, 2023: 152), quienes se transformarán en dueños de la mitad de las concesiones bolivianas otorgadas a Ossa Vega y Puelma (Iglesias, 1945: 125), constituyéndose así una nueva sociedad empresarial denominada Melbourne Clark y Cía., constituida el 10 de marzo de 1869 en la ciudad de Valparaíso, con la participación de los siguientes accionistas: Agustín Edwards Ossandón, Francisco Puelma, José Santos Ossa, Melbourne Clark, George Smith y Guillermo Gibbs y Cía. (Ravest Mora, 1983: 136). Además, Panadés Vargas y González Pizarro señalan que esta nueva sociedad empresarial fue constituida:
«En base a los aportes de los socios accionistas y de las dos concesiones que tenía Ossa: la del 18 de septiembre de 1866 y la del 5 de septiembre de 1868; además del privilegio para construir un camino y una extensión de terreno junto al mar de 1.000 mts. de largo por 300 mts. de ancho que había sido comprado en remate público por Manuel Antonio de Lama y transferida a Ossa» (1998: 60).
Lo expuesto anteriormente resulta importante complementarlo con lo que expone Ossa Borne en cuanto al extracto de la resolución del gobierno boliviano entregada el 5 de septiembre de 1868, respecto de la petición de la segunda concesión tramitada por la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama:
«Se concede a la Sociedad exploradora del desierto de Atacama el privilegio exclusivo de quince años para la explotación, elaboración y libre exportación del salitre en el desierto de Atacama en conformidad a los términos y bases de su propuesta, debiendo el ocurrente poner en el día a disposición del Director de la caja Central el valor de diez mil pesos en dos letras de cambio, la primera de tres mil pesos girada a sesenta días vista y la segunda de siete mil pesos a 90 días vista ambas pagaderas en Cobija, advirtiéndose que la falta de aceptación y consiguiente pago de aquellas dejará nula y sin efecto la concesión del privilegio» (1932: 201-202) .
De esta manera, se confirma lo que plantean Panadés Vargas y Obilinovic Arrate (1989:6) sobre la trascendencia de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, formada originalmente por los chilenos Ossa Vega y Puelma Castillo, así como el peruano de Lama, refrendada en ambos decretos de concesión, tanto de 1866 como del año 1868, transformándose en un primer hito de importancia para la historia empresarial relacionada con la instalación de la industria salitrera en Antofagasta. Así, las gestiones empresariales realizadas tienen resultados positivos a partir de la participación del británico Anthony Gibbs: «[…] la explotación del salitre en Antofagasta se inicia en el Salar del Carmen en 1869 con la primera oficina salitrera administrada por la Melbourne Clark y Cía.» (Vilches et. al., 2008: 21).
Posteriormente, el 9 de octubre de 1872, Melbourne Clark y Cía. se transformaría en la sociedad anónima denominada Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (Corporación Pro Antofagasta, 1995: 122), la que hasta el año 1879 permitió mantener en funcionamiento en territorio boliviano a la única inversión extranjera chilena que operaba en Bolivia, administrada por Gibbs debido a su experiencia en la industria salitrera de Tarapacá (Llorca-Jaña y Miller, 2021: 81), transformando a dicha empresa chilena en protagonista fundamental del inicio de la Guerra del Pacífico (Salazar, 2011: 682), conflicto bélico que estuvo relacionado con el reclamo de la compañía ante las autoridades bolivianas:
«Agustín Edwards y Francisco Puelma realizaron gestiones ante el gobierno para que se respetara a la Compañía el trato que tenían anterior a la guerra, liberada de nuevos impuestos por veinticinco años, o se le entregara una indemnización a la Compañía por los perjuicios que significaba tal medida, pero fracasaron en su intento continuando por años con demandas ante los tribunales sin resultados satisfactorios» (Nazer, 2023: 153).
Respecto a lo anterior es importante destacar que, según los antecedentes disponibles en la literatura, la familia Edwards era la principal accionista de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta con el 42,5%, el 20% correspondía a Gibbs y Cía. y el 8,7% a Francisco Puelma (Nazer, 2023: 152).
Así, como describe Ravest Mora (1983: 117) en su investigación, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta y su inminente remate por parte de las autoridades bolivianas se transformará en uno de los focos de tensión más importantes que darán inicio posteriormente a la guerra del Pacífico, mediante la ocupación de la ciudad de Antofagasta por parte del ejército chileno.
En síntesis, la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama fundada por Ossa Vega y Puelma Castillo en 1866 permitió el funcionamiento de una de las primeras empresas mineras que operaron en la zona costera en el sector de Bahía Blanca o La Chimba en el desierto de Atacama, dando posteriormente origen a la ciudad portuaria de Antofagasta a partir de sus operaciones en el salar del Carmen, pero también como resultado de la instalación del campamento en la zona de la quebrada de San Mateo, lo que irá generando en el corto y mediano plazo la implementación de la caleta y posteriormente el puerto en dicho territorio. Así, como destaca la Corporación Pro-Antofagasta respecto de las contribuciones de Ossa Vega a la ciudad de Antofagasta, «su aporte más significativo para el desarrollo de Antofagasta fue el lograr que las naves de la Pacific Steam Navegation Company consideraran a este puerto entre sus escalas” (1995: 122).
Según las investigaciones disponibles, el primer habitante de la zona costera en donde se asentará posteriormente la ciudad portuaria de Antofagasta fue el chileno Juan López (Arce, 1997: 44; Bermúdez Miral, 1966: 25; Cruz Larenas, 1966: 74), quien se dedica a explorar el litoral boliviano en el desierto de Atacama durante la segunda mitad del siglo XIX. En dicho contexto histórico, Juan López interactúa inicialmente con José Santos Ossa Vega cuando este último llega a la zona para instalar a la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama en los terrenos concesionados oficialmente por el gobierno boliviano el año 1866. Al comienzo, el chango López le provee agua para las expediciones que darán lugar al descubrimiento de los yacimientos en el salar del Carmen, pero posteriormente entrará en conflicto con Ossa Vega por la ocupación del terreno y los metales minerales que Juan López tenía acumulados en dicho lugar, sin recibir ningún tipo de indemnización (Arce, 1997: 53). Lamentablemente, el anterior no sería el único conflicto empresarial atribuido a la figura de Santos Ossa, lo que se suma a lo descrito por Ardiles: «el 07 de enero de 1869, debido a que un grupo de trabajadores chilenos denuncia a José Santos Ossa por maltrato y descuido flagrante, al transportarlos en la barca Ecuador desde Arica hasta la Chimba» (2023: 47).
Más allá de las polémicas, según lo planteado por los historiadores Panadés Vargas y González Pizarro (1998: 52), tanto López como Santos Ossa como personajes históricos identificados anteriormente simbolizan importantes trayectorias vitales a partir de las cuales se sustentará posteriormente la fundación de la ciudad de Antofagasta: «Juan López, como el primer hombre que habitó estas tierras y José Santos Ossa, que otorgó las condiciones económicas para el establecimiento de un campamento que se desarrollará y transformará en ciudad”, confirmando la hipótesis planteada en el presente estudio en cuanto a la relevancia de la historia empresarial en la fundación de la ciudad portuaria de Antofagasta.
En complemento de lo anterior, Vicuña Mackenna reafirma la importancia de Santos Ossa en la condición portuaria que desarrollará la ciudad de Antofagasta:
«Don Santos Ossa fue el primer descubridor de Antofagasta, solitaria y fragosa caleta denominada entonces la Chimba, i el ancla colosal que él hizo pintar en sus ásperas laderas, derramando varias fanegas de cal humedecida, es todavía el lejano guía del navegante y el minero» (1882: 321).
Por otra parte, Recabarren señala que el caso de Antofagasta está relacionado con la perseverancia del espíritu humano para emprender nuevos desafíos económicos, como una razón importante vinculada con el nacimiento de la ciudad: «es el caso típico de un poblamiento espontáneo. En el desierto es difícil fundar pueblos; son las personas las que, atraídas por circunstancias especiales, se agrupan en determinados territorios, la fundación es posterior» (2002: 27). Así, la hipótesis planteada por Recabarren respecto de la espontaneidad del poblamiento de Antofagasta, se relaciona más bien con el funcionamiento de algunas empresas mineras en dicho territorio hacia finales del siglo XIX, que provocaron una importante migración laboral hacia la zona que además de registrar el funcionamiento del emprendimiento desarrollado por Ossa Vega en el salar del Carmen desde la concesión del año 1866, debe agregarse el gran impacto socioeconómico del mineral de plata de Caracoles a partir del año 1870, lo que trajo consigo un importante aumento de la población y la actividad comercial en la ciudad de Antofagasta (Bravo Quezada, 2000: 53).
A partir de los antecedentes expuestos anteriormente relacionados con la historia empresarial involucrada en el poblamiento de la zona costera del desierto de Atacama en el siglo XIX es posible observar que la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama y las empresas desarrolladas posteriormente, no solo generaron un impacto económico en la zona sino que además implicaron un cambio social trascendental en el desarrollo histórico del territorio desértico costero boliviano en la segunda mitad del siglo XIX:
«El hallazgo de salitre en el Salar del Carmen realizado por Ossa en 1866, provocó un importante movimiento migratorio hacia la zona. Aquí llegaron aventureros, trabajadores, inversionistas, especuladores, comerciantes, profesionales, en fin, hombres y mujeres que buscaban una oportunidad para mejorar su condición. Esto fue determinante en la configuración de la ciudad de Antofagasta, la que emerge como el puerto que pone en contacto la riqueza minera de la zona y los mercados nacionales y extranjeros. La ciudad se equipa y ordena para atender y servir a las demandas del quehacer minero, primero el salitre, luego la plata de Caracoles y más tarde el cobre» (Ahumada Blanchot, 1997: 44).
Lo anterior se sustenta en el hecho de que la primera concesión otorgada a José Santos Ossa Vega el 18 de septiembre de 1866, específicamente respecto de las cuatro leguas cuadradas de terreno en la Quebrada San Mateo, establecía explícitamente «la precisa condición de habilitar dicha caleta […] construyendo para ello un muelle» (Panadés Vargas y González Pizarro, 1998:51), estipulación que dejará bajo responsabilidad de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama el desarrollo de las obras necesarias para dar cumplimiento a dicha condición estipulada en la concesión del gobierno boliviano otorgada a los chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma. Además, Bermúdez señala que después de transcurridos dos años desde el otorgamiento de la primera concesión por parte del gobierno boliviano, la «Sociedad Exploradora de Ossa, Puelma y Lama, instaló una pulpería y viviendas improvisadas para trabajadores en 1868, habiendo ya construido un pequeño muelle» (1963: 206), como evidencias concretas respecto de los avances en el poblamiento de la ciudad de Antofagasta.
Los antecedentes expuestos anteriormente permiten observar parte del cumplimiento de las obligaciones estipuladas por el gobierno Boliviano hacia la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama como concesionarios. Según González Pizarro (2008: 40), la ciudad de Antofagasta rápidamente se transforma en el «principal puerto del Desierto de Atacama», superando de esta manera el desarrollo portuario alcanzado por Cobija en aquella época, ciudad que inicialmente fuera elegida por el gobierno boliviano como su principal acceso portuario (Galaz-Mandakovic, 2022: 44), para competir con el puerto peruano de Iquique y el puerto chileno de Valparaíso.
Recientemente, Ardiles analiza la gestación de la caleta La Chimba en el contexto del poblamiento inicial de la ciudad de Antofagasta y afirma que «el espacio que hoy ocupa la ciudad de Antofagasta por casi 300 años aparentemente será un lugar sin interés para las motivaciones contemporáneas» (2023: 44). Así, cabe preguntarse: ¿Qué fue lo que cambió para que surgiera el interés por ocupar el territorio comprendido entre la península de Mejillones y el paralelo 24 (Paposo)? El propio Ardiles reconoce en la figura de José Santos Ossa Vega a uno de los responsables de dicho cambio fundamental en el interés por la bahía La Chimba en la zona costera del desierto de Atacama: «Ossa, tras la concesión salitrera del 18 de septiembre de 1866, se apresura a echar andar la explotación del caliche» (2023: 46). Lo anterior, requerirá de instalaciones portuarias que permitan el arribo de embarcaciones que traigan las provisiones y equipamiento necesarios para el funcionamiento de la faena minera, así como también para proporcionar el transporte marítimo requerido para exportar la producción minera de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama.
De esta manera, el aumento de la migración laboral hacia el desierto de Atacama desde el año 1866 y consolidada durante la década de 1870 estaba compuesta fundamentalmente por ciudadanos chilenos (Pinto, 1993: 428), era generada fundamentalmente por la creciente actividad minera en la zona costera donde se ubicará finalmente la ciudad de Antofagasta (González Pizarro, 2023: 2), lo que trajo consigo el desarrollo de una cronología de hechos relevantes desencadenados a partir de la instalación de la Sociedad Exploradora fundada por Ossa y Puelma, entre los que destacan:
El presente estudio expone algunas evidencias que confirman la relevancia del campo de la historia empresarial para analizar y comprender el proceso de poblamiento y consolidación de la minería de la zona costera del desierto de Atacama, relacionados específicamente con la instalación de la industria salitrera en el territorio costero boliviano en aquella época, antecedentes que además darán lugar posteriormente a la fundación de la ciudad y el puerto de Antofagasta.
También, a partir de los antecedentes expuestos previamente, uno de los ámbitos estudiados en el campo de la historia empresarial se relaciona con la importancia del rol de los empresarios en el desarrollo de la sociedad, por lo que en el presente estudio se destacan las principales habilidades empresariales de José Santos Ossa Vega como empresario minero pionero en el desierto de Atacama, especialmente lo relativo a su importante capacidad para interactuar con las autoridades del gobierno boliviano durante la segunda mitad del siglo XIX, a pesar de la gran inestabilidad política existente en Bolivia durante el período analizado, logrando obtener diferentes concesiones mineras en Cobija, Mejillones y Antofagasta, las que le permitieron desarrollar importantes proyectos empresariales en dicha época contribuyendo abiertamente con la litoralización de las sociedades del Pacífico Sur, durante la segunda mitad del siglo XIX.
Además, las gestiones diplomáticas permitieron posteriormente a Ossa Vega establecer diversas sociedades industriales con los empresarios mineros chilenos y europeos relacionados con la exploración y explotación del guano y el salitre en territorio boliviano, así como en el ámbito de los servicios a la minería, como por ejemplo, la desalación de agua. Un ejemplo concreto de dicho impacto empresarial se observa en la creación de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, heredera de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama.
Sin embargo, las habilidades empresariales de José Santos Ossa también le permitieron destacarse en el campo de la diplomacia en su rol de cónsul honorario de Chile en Cobija, papel que fue especialmente relevante a partir del aumento de la migración laboral de ciudadanos chilenos hacia Bolivia para buscar nuevas oportunidades laborales en la naciente industria salitrera boliviana.
Asimismo, en el estudio también se identifican algunas de las principales circunstancias que permitieron a José Santos Ossa Vega fundar la primera empresa minera en Antofagasta, mediante la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama a mediados de la década de 1860, relacionadas fundamentalmente con el descubrimiento de yacimientos salitrales en el sector de salar del Carmen, lo que impulsó a dicho empresario chileno a elevar la solicitud y posterior obtención de las concesiones mineras, hecho que además se enmarca en el contexto político de la firma del Tratado Limítrofe entre Bolivia y Chile del año 1866.
Así, la primera concesión minera otorgada por el gobierno boliviano a los empresarios chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma el año 1866, se transforma en el primer hito de la historia empresarial del desierto de Atacama, que dará origen a la Sociedad Exploradora fundada para la explotación del yacimiento de salitre en el salar del Carmen, lo que ulteriormente permitirá la fundación de la ciudad de Antofagasta como resultado de la creciente actividad minera materializada en la zona. Además, dicha Sociedad empresarial derivará en la posterior creación de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta que jugará un rol clave en el desencadenamiento de la guerra del Pacífico desde el año 1879.
Finalmente, el presente estudio permite destacar la enorme relevancia que adquiere la historia de la actividad empresarial minera desarrollada en la zona costera del desierto de Atacama durante la segunda mitad del siglo XIX, situación que en primer término impulsará la creación del campamento minero asociado con la labor de la Sociedad Exploradora creada por Santos Ossa y asociados, instalaciones que posteriormente albergarán a una importantísima migración laboral hacia el desierto de Atacama, especialmente de ciudadanos chilenos, quienes se dirigieron hasta los nuevos yacimientos salitrales descubiertos en el salar del Carmen, condicionantes que a su vez servirán de base para la posterior fundación de la ciudad de Antofagasta y el establecimiento del puerto, respectivamente.
En cuanto a las proyecciones del estudio sobre la historia empresarial de Antofagasta, es posible mencionar el análisis de los diferentes emprendimientos locales que se comienzan a desarrollar en la ciudad de Antofagasta, a partir de los servicios requeridos tanto por el funcionamiento de la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, como por ejemplo, los servicios de carretas o las desaladoras de agua, así como para satisfacer los requerimientos de la creciente población que se instala inicialmente en el campamento y luego en la propia ciudad de Antofagasta, considerando como fuente de información a las actas de los archivos municipales registrados desde la creación de la Municipalidad de Antofagasta.