Artículos

Aproximaciones para el diálogo entre Historia y Ambiente en la historiografía Argentina

Approaches for the dialogue between History and Environment in Argentine’s historiography

Carolina A. Piazzi
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Universidad Nacional de Rosario, Argentina

Aproximaciones para el diálogo entre Historia y Ambiente en la historiografía Argentina

Autoctonía (Santiago), vol. 8, núm. 2, pp. 1030-1056, 2024

Universidad Bernardo O'Higgins, Centro de Estudios Históricos

Recepción: 10 Octubre 2023

Aprobación: 24 Abril 2024

Resumen: El artículo reflexiona respecto a ciertos núcleos historiográficos que convergen en lo que, hoy en día, se define como problemáticas socioambientales. A partir de una breve reseña de la Historia Ambiental como campo historiográfico, se recuperan estudios provenientes de diversas tradiciones historiográficas que convergen en problemáticas socioambientales bajo la hipótesis de que algunas contribuciones, aun sin tenerlo como objetivo, ofrecen interpretaciones sobre la relación histórica entre seres vivientes y el medio. En este punto, se ensaya un balance historiográfico a partir de las Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia como laboratorio de análisis. El trabajo sugiere cierto retraso de la Historia, respecto a otras disciplinas, en tanto clave interpretativa para abordar las problemáticas socioambientales, y la posibilidad de elaborar preguntas que resitúen a la disciplina para dialogar sobre el tema en el campo académico y social.

Palabras clave: Historia ambiental, historiografía, naturaleza, ambiente..

Abstract: The article reflects on certain historiographical nuclei that converge into what is nowadays defined as socio-environmental issues. Beginning with a brief overview of Environmental History as a historiographical field, it retrieves studies from various historiographical traditions that converge on socio-environmental issues under the hypothesis that some contributions, even without intending to, offer interpretations on the historical relationship between living beings and the environment. At this point, a historiographical balance is attempted based on the Inter-school/Department History Conferences as an analysis laboratory. The work suggests a certain delay of History, with respect to other disciplines, as an interpretive key to address socio-environmental issues, and the possibility of formulating questions that reposition the discipline to engage in dialogue on the subject within the academic and social fields.

Keywords: Environmental history, historiography, nature, environment.

1. Introducción

El diálogo entre Historia y Ambiente tiene su evidente ámbito de desarrollo en la Historia Ambiental. Mientras que esta área historiográfica aún se encuentra en los márgenes del campo, este diálogo se abre camino en otras intersecciones temáticas que proponen nuevas agendas de investigación. Este trabajo se interroga por la relación entre historiadores y el «ambiente» como objeto de estudio, partiendo por algunas aclaraciones semánticas respecto a las comillas que acompañan a la palabra ambiente, para examinar contribuciones teóricas sobre los acercamientos y distancias entre ambiente y naturaleza. Aunque ambos términos comparten campo semántico, y tanto las disciplinas sociales como humanas los utilizan al describir problemáticas que afectan nuestro ser y estar en el mundo,1 el adjetivo con el que acompañan este tipo de abordajes es, en general, el «ambiental» (Derecho Ambiental, Sociología Ambiental, Historia Ambiental, etc.)

En una perspectiva amplia, el «ambiente» es entendido como la interacción entre factores o elementos físicos, biológicos y socioculturales que integran el entorno donde se desarrolla la vida del ser humano y la sociedad. Enrique Leff nos explica que, si bien el término proviene de las ciencias naturales, se construyó como concepto y objeto de estudio para otros campos de conocimiento a partir de los movimientos sociales y de investigaciones que, desde los años 1950/1960, advertían sobre las graves consecuencias que el accionar humano estaba teniendo sobre la tierra. Para los 1970, aquellas advertencias se convirtieron en «problema de estado» y se instalaron en la agenda pública internacional. Si seguimos esta línea, la historia del concepto ambiente no es la de naturaleza ni la de ecología; y comenzó a forjarse con los movimientos ambientales latinoamericanos desde los 1970. Fue la construcción del concepto, forjado en la convergencia de la resignificación del «ambiente» producto de una ruptura epistemológica, lo que posibilitó una historia con este nombre (Leff, 2004: 140-143). Tengamos en cuenta que a raíz de aquellos acontecimientos, ministerios y/o secretarías adoptaron en sus designaciones este término: Ministerio de Ambiente/Secretaría de Ambiente.2 Con anterioridad, los ámbitos administrativos encargados de estas áreas eran referidos como «Recursos Naturales». Esta transformación terminológica se observa, con claridad, en el ámbito del Derecho y la renovación que ha realizado desde el orden jurídico de los Recursos Naturales, pasando por el Derecho Ambiental, hasta incorporar en los últimos años referencias a los Derechos de la Naturaleza.

Respecto a la «naturaleza», las reflexiones de Bruno Latour sobre la dicotomía «naturaleza-cultura» (desde Nunca hemos sido modernos, 1991), aportan profundidad. En una de sus recientes publicaciones señala que el «ambiente» solía designar al entorno y:

«Los humanos eran los personajes centrales, pero solo modificaban al margen el escenario de sus dramas. Hoy, el escenario, los bastidores, el proscenio, el edificio entero se ha subido a las tablas y les disputa a los actores el papel principal. Esto cambia todos los libretos y sugiere nuevos desenlaces. Los humanos ya no son los únicos actores, aunque comprueban que se les confía un papel demasiado importante para ellos» (Latour, 2019: s/d).

La participación de otros actores en las exploraciones sobre la naturaleza ha implicado la inclusión de agencias no humanas en la historia del mundo (animales, bosques, bacterias, hongos), hecho que se hace cada vez más evidente desde disciplinas como la Biología (Stefano Mancuso), Animal Studies (Vinciane Despret), Antropología de la Naturaleza (Philippe Descola, Eduardo Viveiros de Castro), trayendo reflexiones que nos corren de una mirada antropocéntrica hacia una ecobiocéntrica. Este corrimiento interpretativo, en un nivel epistemológico/cosmológico/ontológico, conduce a recuperar la noción de naturaleza, como un término que permite integrar la participación de esas otras agencias no humanas.

Nuevamente, Latour nos hace reflexionar:

«la expresión ‘relación con el mundo’, supone dos clases de dominios, el de naturaleza y el de la cultura, dominios a la vez distintos e imposibles de separar completamente. No intenten definir solo la naturaleza, pues tendrán que definir también el término ‘cultura’ […]; no intenten definir tan solo ‘cultura’, pues de inmediato necesitarán definir también el término ‘naturaleza’ […]. Lo que significa que no nos hallamos ante dominios, sino ante un solo y mismo concepto dividido en dos partes que se encuentran ligadas, si puede decirse así, por un fuerte elástico» (Latour, 2017: 29).

La expresión «pertenecer a la naturaleza» carece de sentido para Latour, ya que la naturaleza no existe sino como la mitad del par «Naturaleza/Cultura» que él mismo propone (2017: 33). Esta imposibilidad de separar ambos términos, está presente también en los análisis de Philippe Descola, quien ha definido las posthumanidades como el proyecto de repoblar a las ciencias sociales con seres no humanos, atendiendo a las relaciones con animales, plantas, procesos físicos, artefactos, imágenes y otros seres.3

El interés del campo historiográfico hacia la «naturaleza» como objeto de análisis es un tema que excede las preocupaciones de trabajo. El ejemplo más clásico, quizá sea la Historia Natural: aquellos estudios en torno a la naturaleza y lo vivo, que englobaban saberes como zoología, botánica, mineralogía, geología, que luego se convertirían en disciplinas científicas a partir del siglo XVIII.4

David Arnold se ha interrogado acerca de si la naturaleza es un problema histórico: ¿Es solo un escenario o medio? ¿Es producto de una idea cultural? En su análisis, si bien Arnold toma como punto de partida la «naturaleza», termina equiparándola al «ambiente». En términos generales, distingue tres vertientes sobre su estudio: una biologicista, representada por Crosby y el «imperialismo ecológico» que examina cómo el movimiento de humanos, animales y plantas impacta a escala global (Big History) en la configuración ambiental; una económica centrada en el proceso de industrialización y desarrollo capitalista; la búsqueda de tierras y mercados, y el desarrollo científico que acompaña este proceso, lo que ha impactado en el cambio ambiental; y una tercera cultural enfocada en las historia de las ideas sobre la naturaleza, valores, mundos mentales en torno a ella (Arnold, 2000).5

A partir de estos interrogantes, estas páginas revisan cierta información a partir de tres apartados. En el primero, se presenta un muy breve repaso sobre algunos derroteros de la disciplina en torno a la Historia Ambiental. En el segundo, se examinan ciertos abordajes de la historiografía argentina que toman, directa o indirectamente al ambiente como objeto de estudio, revisando especialmente lo que sucede con las Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia como ámbito representativo. En el tercer apartado, se recuperan otras posibles convergencias a partir de producciones nacionales que son excelentes guías para profundizar en ciertos interrogantes o temáticas poco transitadas. Finalmente, se realiza un balance provisorio a partir de lo examinado a lo largo del artículo, articulando con lo que sucede en los espacios de formación superior en torno a los contenidos ambientales.

2. Breve reseña del ambiente como objeto de estudio de la Historia

Los historiadores han abordado la naturaleza o el ambiente en tanto objeto de estudio desde antes del surgimiento de la Historia Ambiental como campo historiográfico, inspirados principalmente por geógrafos. La escuela francesa de geografía humana, de la mano de Vidal de la Blache, puede considerarse un antecedente en la materia. Sin duda, la producción de Annales, en sus distintas generaciones, también contribuyó a partir de sus trabajos sobre historia agraria, aun cuando no fueron planteados en términos de una «historia ambiental».6 ¿Cómo encuadrar a esas tradiciones, previas a la Historia Ambiental o enmarcadas en otros registros historiográficos? Hacia los años 1990, existió cierta tendencia a hablar de «ecohistoria»: Peter Burke en Formas de hacer historia (1993) auguraba una expansión de la «historia ambiental» o «ecohistoria»:

«Hoy en día, la identidad misma de la historia de la economía se ve amenazada por los envites lanzados por un empeño joven pero ambicioso, la historia del medio ambiente, conocida a veces con el nombre de ecohistoria». «La descolonización y el feminismo, por ejemplo, son dos procesos que han tenido, como es obvio, una gran repercusión en la historiografía reciente […] En el futuro, el movimiento ecologista tendrá, probablemente, una influencia creciente en la manera de escribir la historia» (1993: 12).

En 1992, también Josef Fontana advertía sobre las pretensiones de originalidad que intentaba mostrar una incipiente Environmental History, frente a tradiciones historiográficas de larga data como la francesa, inglesa y norteamericana, que se habían ocupado de la relación entre el medio natural y el ser humano (1992: 67-71).

La construcción de la Historia Ambiental como un campo historiográfico surge a partir del reconocimiento a nivel mundial de la crisis ambiental en la década de 1970 (Estocolmo y encuentros sucesivos). En Estados Unidos y Europa, la «historia ambiental» surgió de la mano de geógrafos, sociólogos, ecólogos, agrónomos, pero no de historiadores. La primera sociedad de historiadores del medio ambiente se fundó en 1977 en Estados Unidos «American Society for Environmental History» (ASEH);7 su homóloga europea -«European Society for Environmental History»- (ESEH) se creó en 1987, reformulándose hacia 1999.8 En América Latina, la «Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental» (SOLCHA)9 se constituyó oficialmente en 2006, y estas tres asociaciones, las más importantes a nivel internacional, son miembros del International Consortium of Environmental History (ICEHO), conformado en Copenhague en 2009, en el Primer Congreso Mundial de Historia Ambiental (llevan realizados 3 congresos mundiales).

El alcance internacional de este campo se ha traducido en historiografías nacionales con improntas propias.10 Por caso, en Portugal existe la Red Portuguesa de Historia Ambiental,11 mientras que en España se creó la Red Universitaria Española de Historia Ambiental (RUEDHA), con sede en Granada y bajo la coordinación de Antonio Ortega Santos.12

La historiografía antiguo regimental ha realizado un interesante aporte en las últimas «Jornadas Internacionales de Historia de las Monarquías Ibéricas», llevadas adelante el pasado año en México, que prometen la publicación de un libro en 2023 con los resultados del encuentro. En su presentación y planteamiento, el comité organizador señala:

«Existe una importante tradición historiográfica -previa al surgimiento de la historia ambiental como perspectiva de interpretación histórica- que ha realizado aportes fundamentales para avanzar en el entendimiento de las relaciones hombre-naturaleza, las cuales fueron reconfiguradas en magnitudes diferenciadas a partir de la Edad Moderna mediante la migración circular de patógenos y biota portátil, así como por la instauración de nuevos modelos socioecológicos derivados de las formas de expansión y dominación (violenta o negociada) ejercidas por los poderes europeos, lo que implicó procesos extractivos de materias primas, de transformación protoindustrial, de transferencias y adaptaciones de vegetales y animales, de implantación de nuevos modelos urbanos, del dominio sobre reservas hídricas, del uso de ciertos tipos de energía, del surgimiento de nuevos hábitos alimenticios, etcétera» (AAV, 2022).

En el marco de la historiografía latinoamericana, la Historia Ambiental encuentra uno de sus primeros pasos en 1980, con la publicación de Nicolo Giglo y Jorge Morello, Notas para una historia ecológica de América Latina, bajo el impulso de la CEPAL para difundir materiales sobre «desarrollo equilibrado». La historia ambiental de América Latina ha sido así pensada, en tanto objeto de estudio, pero también en clave de Historia ambiental latinoamericana, es decir, aportando una perspectiva latinoamericana a este campo de estudio (Leal, Soluri y Padúa, 2019). Para Stefanía Gallini, es posible distinguir al menos tres corrientes dentro de los estudios latinoamericanos de historia ambiental: la interrogación teórica y metodológica sobre el propio campo de estudio; cómo la cultura y el ambiente están interrelacionados y se transforman recíprocamente, y cómo los ecosistemas latinoamericanos han sido transformados por las fuerzas de la economía mundial durante los siglos XIX y XX (Gallini, 2009).

Como ya señalamos, en 2006 se fundó SOLCHA (Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental), paso importante en la institucionalización de este campo historiográfico en la región. Desde 2010, esta asociación edita Historia Ambiental Latinoamericana y Caribeña (HALAC), en la que participan no solo historiadores, también geógrafos, cientistas políticos, antropólogos.

Particularmente, en Argentina, la Historia Ambiental local encuentra entre sus referentes a miembros del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCu); la Universidad Nacional de Quilmes viene desarrollando tareas sobre el tema, de la mano de Guido Galafassi y la Revista Theomai; y los trabajos de Gustavo Zarrilli como representante local de SOLCHA.13

Quienes se encuadran dentro de la Historia Ambiental realizaron varios balances sobre su quehacer dentro de la historiografía en estos 20 años de existencia. Pese a la instalación del tema y la aparición de espacios específicos de diálogo historiográfico, reconocen cierta marginalidad que el tema aún tiene dentro de la disciplina histórica:

«Los autores concluyen que la marginalidad de la historiografía ambiental europea y también norteamericana en la historiografía general se debe en buena medida a la falta de un conjunto claro de problemas comunes al campo, percibido como fragmentado y reconocible más por su significación política que por su substancia académica» (Gallini, 2020: 185, nota 10).

Lo que observan algunos historiadores ambientales como Gallini, es que la Historia Ambiental está alejada de la historiografía general, y a pesar que algunos historiadores se acercan desde sus propios campos, esta distancia se mantiene (Gallini, 2023).

La incorporación de la «naturaleza», determinó que el «ambiente» sea una dimensión más en el estudio de la historia (como las ideas, la política, la economía, etc.). Por otro lado, la Historia Ambiental sigue poniendo el énfasis en la actividad económica, y aunque la naturaleza ha dejado de ser el simple escenario donde transcurren los hechos, no deja de pensarse en tanto recurso natural, resultando aun esquiva a perspectivas más eco/biocéntricas.

Así, a pesar de la existencia de un campo historiográfico denominado Historia Ambiental, la Historia continúa en deuda con sus aportes en el tema. En principio, porque este campo, como veremos, no ha alcanzado una extensión acorde a la dimensión que la cuestión ambiental tiene a nivel mundial. Y luego, porque considero que el abordaje propuesto por la Historia Ambiental continúa con cierta mirada antropocéntrica y no se ha hecho eco de las renovaciones que el paradigma biocéntrico/ecocéntrico ha tenido en otras disciplinas (Piazzi, 2019).

3. El «ambiente» en la historiografía argentina

Los historiadores ambientales no poseen la exclusividad sobre el «ambiente» como objeto de estudio. Este apartado pretende recuperar trabajos provenientes de diversas líneas historiográficas, dentro del campo argentino, que resultan contribuciones sugestivas para pensar sobre cuestiones ambientales, aun cuando no están dentro de las preocupaciones principales de sus autores. Un caso para iniciar esta revisión es la figura de Juan Carlos Garavaglia, quien tempranamente (1989, 1992, 1995), aunque sin especializarse en el tema, realizó un relevamiento sobre la bibliografía referida a la relación histórica entre seres vivientes y el medio, y se ocupó en algunos trabajos de esta relación.14 Más cerca en el tiempo, Garavaglia fue el encargado de escribir el capítulo sobre «La pampa como ecosistema, siglos XVI-XIX», dentro de la sección de Historia Ambiental, en la Historia de la provincia de Buenos Aires (2012: Tomo 1). En esta sección, Garavaglia es el único historiador que intervino, describiendo el medio abiótico y biótico de la región pampeana. Un capítulo previo al suyo fue encargado a los geólogos Cristian Favier Dubois y Marcelo Zárate para dar cuenta de una «Breve historia geológica y climática». El último capítulo de dicha sección fue escrito por el geógrafo Carlos Reboratti titulado «La dinámica ambiental desde fines del siglo XIX», organizado en función de cruzar ciclos climáticos, agrícolas y ganaderos para observar transformaciones ambientales en la zona pampeana, el Delta, la costa Atlántica, la Pampa patagónica; además de incluir problemas ambientales urbanos. Ya de por sí resulta novedoso que una historia provincial incluya capítulos dedicados a la cuestión ambiental, en este caso lo hace atendiendo a escalas temporales diversas -desde millones de años hasta procesos de décadas- y desde registros paleontológicos hasta documentos escritos o cartografía y fotografías actuales. El enfoque «ambiental» se sustenta tanto en aspectos físicos -geológicos y en los bienes naturales, tanto nativos como exóticos- como en las transformaciones operadas por procesos productivos derivados de la ganadería, la agricultura y la urbanización.

Las Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia se realizan en Argentina cada dos años, desde 1987, y constituyen un interesante laboratorio para revisar de qué modo se han explorado núcleos temáticos referidos a la temática ambiental en la historiografía argentina.15 Dichas Jornadas, el mayor ámbito de reunión de historiadores del país, reúnen a departamentos y escuelas de Historias de universidades públicas, integrando la participación de estudiantes, docentes, graduados e investigadores en el debate historiográfico, a lo que han sumado participantes extranjeros.16 Entonces, es un buen laboratorio porque debido a la ingente participación de historiadores y la amplitud temática que presenta, ofrece representatividad acerca de las problemáticas y formas de trabajo (metodología) que están pensando los historiadores. ¿Qué nivel de presencia ha tenido la Historia Ambiental en estas Jornadas?

A lo largo de sus ediciones, son muy pocas las referencias que encontramos en las mesas temáticas y simposios presentados en torno a lo ambiental. Solo en cuatro ocasiones se registraron mesas vinculadas directamente al tema: En 1999, en las VII Interescuelas realizadas en Neuquén encontramos el primer simposio dedicado al tema: «Historia, Sociedad y Naturaleza. El espacio latinoamericano en los siglos XIX y XX», coordinado por Adrián Zarrilli y Guido Galafassi. La mesa «Historia ambiental: sociedad y naturaleza en perspectiva histórica», se presentó, con nombres similares, en tres ocasiones: XII Jornadas (Bariloche, 2009), XIII Jornadas (Catamarca, 2011) bajo la coordinación de Claudia Gotta)17 y en la XIV edición (Mendoza, 2013) coordinada por Claudia Gotta, Facundo Martín, Facundo Rojas y José María Mendes.

Esta irregular presencia puede contrarrestarse con otras mesas cuyos contenidos y preocupaciones resultan afines a temas ambientales. Este repaso no implica que quienes participaron de las mesas identifiquen sus trabajos con una línea «ambiental», sino que pretende mostrar la variedad de aristas de tratamiento del tema y de qué manera existen variados «nichos» que pueden aportar a una historia ambiental aun sin proponérselo explícita o voluntariamente.

En las I Jornadas de 1987, se desarrolló la mesa «Los orígenes y el desarrollo de ‘La Forestal’», coordinada por René Marconi y Luis César Bou. No hemos podido acceder al listado de ponencias y expositores, pero si consideramos que la experiencia de La Forestal es un claro ejemplo de economía extractiva que produjo efectos negativos tanto para las poblaciones como para el ambiente, claramente podría considerarse en un listado de temas ambientales a tratar, aunque su indagación se ha enfocado más en sus aspectos sociales y económicos.18

Otros dos ejes asociados a lo ambiental fueron, por un lado, aquellas mesas que abordaron conflictos y ciclos de protestas agrarias;19 y, por otro lado, las mesas que trataron temas como el fenómeno de la sojización y los cambios en la estructura social agropecuaria a partir del boom sojero. En este caso puntual, los expositores no eran historiadores sino docentes de las Facultades de Ciencias Agrarias o miembros del INTA.20 Este núcleo temático se enlaza con la Historia de la ciencia y la tecnología que examina, por ejemplo, los avances en la tecnología agraria.21

En los últimos años, el tema ambiental ha aparecido puntualmente en algunas ponencias. En la edición número XV, realizada en 2015 en Comodoro Rivadavia, si bien no hubo mesas temáticas relativas al ambiente, se presentaron trabajos que abordaban el tema desde diversos ángulos y en recortes temporales muy distintos: «La crisis ambiental de la modernidad: el descubrimiento anarquista del arrabal»;22 «Saberes de estado y cuestión ambiental en Comodoro Rivadavia (Chubut). Planteos de una década 2003-2014. Apuntes para su investigación» (María Ayroldi Chenot y Susana Vidoz). Por otra parte, en la última edición realizada en Santiago del Estero (2022), se presentaron dos mesas en torno a la Historia agraria y de los movimientos sociales que incluyeron explícitamente dentro de sus fundamentos, la relación entre «procesos productivos y medio ambiente» e involucrando la dimensión ambiental en problemáticas socioterritoriales rurales.23

Párrafo aparte merece la Historia indígena, por la potencial transversalidad que ofrece en torno a lo ambiental, si pensamos, por ejemplo, en las luchas y movimientos de estos pueblos en pos del Buen Vivir y los Derechos de la Naturaleza. De la misma manera, la Historia Urbana podría indagar de qué manera los procesos de avance urbanizadores impactan en el ambiente, siendo que la urbanización es uno de los eventos señalados como generadores de serios problemas ambientales.

Una última referencia promisoria es el estudio de la «ambientalización» de las burocracias estatales. Cientistas políticos e investigadores provenientes de la administración pública han realizado cuantiosos aportes en la reconstrucción de políticas públicas con fines ambientalistas en una línea denominada ambientalismo estatal (Gutiérrez e Isuani, 2014). A grandes rasgos, estudian la creación de instituciones públicas encargadas en administrar los asuntos ambientales a nivel nacional, dando cuenta del proceso de «ambientalización» de las burocracias estatales. La cronología del «ambientalismo argentino» se inicia, como es de esperar, en los años 1970, siguiendo el clima internacional de aquellos tiempos, coincidiendo con el tercer gobierno peronista en nuestro país. Así, el ambientalismo estatal casi no ha indagado sobre las lógicas de las políticas públicas previas a esas décadas. ¿Acaso no existieron o sobre qué registros podemos recuperar algunas decisiones gubernamentales que incluyeron una veta «ambiental» en la historia argentina? La convergencia aquí puede venir de la mano de los estudios sobre burocracias y estado.24

Este repaso por las mesas temáticas presentadas en las diferentes ediciones de las Jornadas Interescuelas/Departamentos muestra que la cuestión ambiental forma parte de las preocupaciones de los historiadores pero aun de manera subordinada a otras problemáticas centrales. Uno de los caminos posibles para profundizar en el tema puede ser:

«…re-trazar nuestros recorridos documentales para ir a la búsqueda de los nudos conceptuales que nos interesan, y que están más directamente vinculados a las transformaciones ambientales producidas (canalizaciones, puentes, drenajes, etc.), a la forma en que las formaciones sociales fueron amoldándose a los espacios (molinos, ganadería, régimen de lluvias) y a los fracasos generados por las imposibilidades tecnológicas que no lograron convertir esos espacios en territorios habitables o gobernables (inundaciones)» (Suárez, Piazzi y Valenzuela, 2021).

Esta presencia, casi subterránea, revela una serie de líneas de investigación que confluyen en la cuestión ambiental y ecológica: Historia rural y agraria, Historia Urbana, Historia del mundo indígena, Historia de la salud y la enfermedad, Historia de la ciencia y la tecnología. Esto ya lo ha señalado Stefania Gallini:

«Dependiendo del país, trabajos de historia ambiental se encontrarán esparcidos en secciones de historia de la ciencia y de la tecnología, historia económica, ecología y medio ambiente, historia natural, estudios culturales, geografía, política ambiental, a veces (eco)feminismo, pero nunca bajo una única definición de ‘historia ambiental’» (Gallini, 2002).

La pregunta que queda rondando es cómo redireccionar estas contribuciones dispersas hacia un diálogo historiográfico que permita construir una guía de preguntas en torno a lo ambiental, que sea también metodológica. Esas intersecciones contribuirían a dejar atrás la idea de que ocuparse de lo ambiental es hacerlo solo desde la transformación que el ser humano ejerce sobre lo natural, para inscribir con más fuerza la idea de que lo ambiental es también una cuestión social y política.

4. Otros diálogos posibles

Para continuar ilustrando de qué manera se realizan aportes sobre el ambiente desde distintas líneas historiográficas, tomaré tres ejemplos cuyos planteos no están enmarcados exclusivamente en una «historia ambiental», sino que dentro de sus objetos de estudio contribuyen, tangencial o directamente, a la temática ambiental desde ángulos promisorios y necesarios. Esta selección incluye abordajes sobre regiones fronterizas, menos transitadas historiográficamente, y en torno a temas específicos escasamente sondeados.

El primer caso a examinar es el libro que Sergio Robles publicó en 2020: El delta del Paraná. Territorio, población, producción, prácticas sociales y gobierno en una región de frontera (1750-1870). Esta producción presenta varias aristas para pensar desde lo ambiental, ya que a partir de la Historia Regional el autor ofrece una presentación general del Delta del Paraná, desde sus aspectos geoambientales hasta el estudio de la ocupación y propiedad de la tierra, sus pobladores y la explotación de los recursos (animales, maderas, frutales) allí existentes, recurriendo a variados recursos documentales: literarios, cartográficos y oficiales (Cabildo, padrones y censos, Registros Oficiales, catastro, etc.).

¿Qué temas anuda este libro y cómo se relacionan con el ambiente? En principio, el recorte espacial que examina -las islas del Delta del Paraná- es un objeto de urgentes reflexiones contemporáneas producto de la quema de pastizales que viene sufriendo en los últimos años. Es centro de uno de los conflictos socioambientales más «productivos» en términos de Merlinsky (2020), y una de sus resoluciones, la sanción de la Ley de Humedales, aún espera resolución positiva por parte de nuestros legisladores. En este contexto, este libro traza hilos históricos sobre cómo se construyó la zona del Delta (comprendida bajo la jurisdicción de la provincia de Buenos Aires) indagando en aspectos tales como: desde cuándo se identificaron, territorial y simbólicamente las islas como «Delta del Paraná»; quiénes la poblaron y cómo se reconfiguró esa población a lo largo de los años con la aparición de categorías poblacionales específicas como «montaraz» o «islero»; qué actividades económicas vinculadas a la explotación de los recursos naturales la fueron convirtiendo en un área cada vez más preciada dentro de las economías locales ribereñas; qué autoridades se encargaban de su gobierno y administración. Todo ronda en torno a la pregunta: ¿de quiénes eran las islas y sus recursos? ¿Quiénes tuvieron derechos para usufructuarlos? Cuestión que resulta por demás interesante y disparadora hacia otros interrogantes sobre la convivencia entre antiguos y nuevos derechos en un periodo atravesado por las ideas revolucionarias.

Algunos de los temas interesantes de la Historia Ambiental que abre Robles se vincula con los «usos comunales» de los recursos naturales,25 prácticas sociales establecidas por los pobladores para organizar el acceso a dichos recursos y el proceso de privatización de estas tierras con la conseguida mercantilización de sus bienes naturales.

El segundo caso seleccionado refiere a una línea de estudios que combina el análisis de la explotación de recursos naturales como fauna marina (caza de focas, lobos, ballenas) con los vínculos entre dicha explotación, la actividad comercial que generaba y el conocimiento científico asociado (historia natural, descubrimientos geográficos, colecciones de museos), a partir de la intersección de la historia marítima, historia de la ciencia, historia del bien común e historia ambiental. Un claro ejemplo de esta línea es el libro editado por Susana García, En el mar austral. La historia natural y la explotación de la fauna marina en el Atlántico Sur (2021), que reúne trabajos de quienes son referentes de estas intersecciones. Sin duda que el tema de la explotación de ballenas y otros animales marítimos para usos comerciales tiene componentes éticos actuales que no pueden soslayarse. El aporte que una investigación histórica realiza al tema surge de rastrear las raíces de estos intereses de explotación a partir de interrogantes como: ¿Cómo se percibía la fauna marina entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XX: de quién era propiedad, qué normas reglamentaban su caza y comercio; qué negocios se montaron en torno a algunas especies como ballenas? Ese comercio, que hoy en día puede tildarse de «extractivista», anudaba a capitanes, pescadores, pilotos, generando ocupaciones territoriales y rutas de navegación, al tiempo que provocaba la extinción de especies como el zorro de Malvinas. Por otro lado, el tema invita a mirar la historia rioplatense desde el mar, un perfil poco ejercitado, y desde un circuito comercial interoceánico en el cual las islas Malvinas era punto de recalada, aprovisionamiento y estudio de especies. Las expediciones no eran solo comerciales, sino que científicos y estudiosos se aprovisionaban de material para sus clasificaciones zoológicas y botánicas que serían parte de colecciones de museos.26 Siguiendo estos registros faunísticos, las delimitaciones políticas se esfuman y sus movilidades acompañan, tanto a quienes se interesaban económicamente por ellos como a quienes hoy en día se abocan a su estudio.

En tercer lugar, el contenido que se reseña a continuación sigue vinculado al Litoral, enfocado en el marco santafesino, de la mano del historiador Pablo Suárez que impulsa desde hace años por construir una historia del agua.27Suárez ha señalado:

«Cuando se piensa el ‘problema del agua’ en una mirada de largo plazo, se piensa siempre en una perspectiva hacia adelante ¿qué pasará con el agua en el siglo XXI o XXII? ¿habrá suficiente para todos? ¿es un derecho? Hoy proponemos una mirada a largo plazo [...] pero que sea esta vez, en forma retrospectiva, es decir hacia atrás, hacia nuestro pasado y los orígenes de nuestra relación con el agua» (2007). «Creo que historiar esta relación y dialogar sobre ello, puede ser un paso importante en la creación de una conciencia ambiental, que piense a los hombres y mujeres, inclusive a los de las ciudades!, como integrantes de un entorno natural con el que interactuamos desde hace siglos» (2007).

El planteo de Suárez resulta interesante, desde una mirada ambientalista, por los enlaces que establece en términos políticos y sociales entre la historia y el agua. En su libro Documentos para la historia del agua en Santa Fe, recopila fuentes en un recorte de largo plazo, entre el siglo XVI y fines del siglo XX, a partir de las cuales pueden responderse interrogantes como: de qué manera se gestionó el uso del agua en Rosario en materia de obras públicas; pero además, incorporando una dimensión social con materiales para trabajar las sucesivas inundaciones que sufrió la ciudad y para pensar en su construcción como derecho.

Así como existen campos específicos de estudio de la fauna y flora en términos históricos, Suárez pone a disposición preguntas y documentación para pensar el agua como objeto de estudio específico, y otorgando un lugar central a sus aspectos políticos, económicos y sociales (2016).

Esta producción historiográfica que se ha recuperado incorpora una mirada ambiental que invita a atender a duraciones más largas que los recortes habituales situados en coyunturas más cortas. Por otra parte, inducen a observar espacios (ecosistemas) más «marginales» dentro de la historiografía. Finalmente, comparten un punto de reflexión en torno a los debates sobre los bienes comunes: ¿a quién pertenecen las islas, las ballenas, el agua? ¿Qué procesos transformaron estos bienes en capital, es decir, en recursos mercantilizables?28

5. Balances provisorios

El principal interés de este trabajo se enfocó en realizar una invitación al diálogo entre historia y ambiente. Dentro del campo historiográfico argentino, la Historia Ambiental no ha alcanzado los avances que ha logrado en otras escalas nacionales, y esto queda claramente reflejado en su ruidosa ausencia en las Jornadas Interescuelas/Departamentos, salvo las escasas excepciones que se han mencionado.

Uno de los sentidos de ocuparse de temas ambientales es proponer intersecciones disciplinares, pero en el caso de la Historia quizá sea necesario primero abrir espacios de diálogos internos para constituir ciertos consensos a partir de los cuales dialogar con otros registros disciplinares. Y sobre esto, uno de los aportes que esperamos brindar es poner de relieve lo que efectivamente se produce, tal vez de manera dispersa y atravesado por otras preguntas históricas, sobre temas ambientales: para esto, se referenciaron tres ejemplos que contribuyen a una Historia Ambiental en nuestro país.

Quizá podamos encontrar algunas respuestas de este escaso interés historiográfico en lo que sucede con la incorporación de contenidos ambientales en espacios de educación superior.

«La problemática ambiental aparece como una crítica de una racionalidad económica prevaleciente y a estilos de desarrollo dominantes; de esta forma implica el cuestionamiento del conocimiento que se ha venido produciendo y legitimando en ese proceso histórico. […] Estos cambios epistémicos habrán de reorientar las prácticas de investigación y de formación profesional, induciendo cambios institucionales y estimulando nuevos programas de formación e investigación de carácter interdisciplinario en las universidades y en las instituciones educativas» (Leff, 1994: 14).

Lo anterior es un diagnóstico realizado por Leff en 1994, en cuya compilación se incluyeron análisis de lo que ocurría en Antropología, Derecho, Sociología, Economía. El propósito del proyecto interdisciplinar de aquel momento era poner de relieve la necesidad de «pasar de la conciencia social sobre los problemas ambientales a la producción de nuevos conocimientos, nuevas técnicas y nuevas orientaciones en la formación profesional…», bajo la consigna de que no resulta suficiente con la inclusión de materias de ecologías en los contenidos curriculares, sino de «generar un saber emergente (más que una dimensión), que atraviesa y problematiza a los paradigmas actuales del conocimiento y la estructura académica del sistema educativo» (Leff, 1994: 71).

Si bien han pasado casi 30 años de aquella publicación, podemos señalar que en el caso de la Historia, resultaría de interés examinar qué nivel de inserción han tenido las temáticas ambientales en los programas de estudio de universidades, un panorama de primera mano, y a riesgo de ser sometido a debate, indicaría una ausencia notable de cátedras dedicadas no solo a la Historia Ambiental específicamente, sino que incluyan perspectivas de análisis que atiendan a la dimensión ambiental o que tomen a la naturaleza como objeto de estudio.29

Por último, qué sucede con el movimiento ambientalista: ¿Existe una demanda de parte hacia la Historia como disciplina? Qué aportes podríamos realizar los historiadores a sus luchas sociales?30 Tal vez, sea tiempo de que nos acerquemos, como colectivo de historiadores, a estas demandas en pos de transferir nuestras investigaciones a ese campo de lucha social.

Este trabajo ha enfatizado en convergencias y conexiones posibles, como un intento de desactivar las desconexiones que la disciplina histórica aun presenta.

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Notas

1 La «ecología» también comparte, indudablemente, el campo semántico, pero este trabajo no la abordará específicamente.
2 En nuestro país, esto ocurrió por primera vez en 1973, con el regreso de Juan D. Perón a la presidencia, al crearse la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, dependiente del Ministerio de Economía de la Nación. Quien estuvo a cargo de dicha secretaría fue Yolanda Ortiz.
3 «…the project of repopulating the social sciences with nonhuman beings, and thus of shifting the focus away from the internal analysis of social conventions and institutions and toward the interactions of humans with (and between) animals, plants, physical processes, artifacts, images, and other forms of beings…» (Descola, 2014: 268).
4 Un trabajo interesante viene realizando un grupo de trabajo de la Universidad de Chile, coordinado por María José Ortúzar Escudero, a través del Taller «La naturaleza en la Edad Media».
5 Dentro de este tercer enfoque, un camino interesante resultan las reflexiones que Raymond Williams dedicó en torno a las concepciones de «naturaleza» a lo largo de la historia cultural europea, en parte, por ser precursor de la preocupación ambiental. En su libro Palabras claves (2003), si bien no incluyó la noción de «ambiente», trazó acepciones de dos términos que comparten campo semántico como «ecología« y «naturaleza». Pueden verse también «Ideas of Nature» (1980) y en el Del campo a la ciudad (2001), especialmente «El lenguaje verde».
6 La obra de Marc Bloch vinculada a la historia rural (Historia rural francesa, 1931); Lucien Febvre con su libro La tierra y la evolución humana (1922); Fernand Braudel y su perspectiva de larga duración; Emmanuel Le Roy Ladurie ha llegado a plantear la idea de una «historia sin hombres» en su Historia humana y comparada del clima (1959/2004).
7 Su publicación es la Environmental Review desde 1976; Environmental History Review in 1990, y comoEnvironmental History(with the Forest History Society) in 1996. https://aseh.net/about-aseh/history-of-aseh
8 Entre 1987 y 1995 existió bajo el nombre de European Association for Environmental History (EAEH). La EAEH no desapareció sino que conservó una rama en Gran Bretaña llamada European Association for Environmental History- UK Branch, que continúa sus reuniones anuales hasta la actualidad. En 1999 fue fundada la ESEH (Cariño y Castro, 2011-2012). Con la ASEH coordinanH-Environmen, publicación digital. http://eseh.org/about-eseh/mission/
9 La idea de su creación surgió en 2003 en el Simposio de Historia Ambiental Americana realizado en Santiago de Chile. Publica desde 2011 la revista Historia Ambiental Latinoamericana y Caribeña (HALAC). https://solcha.org
10 Algunos balances sobre la historiografía ambiental nacional de Gran Bretaña, Italia y Portugal pueden consultarse en el dosier que publicó Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales en 2016 (N° 35). Otros dosier temáticos sobre historia ambiental: Ayer («Historia y Ecología», coordinado por Manuel González de Molina y Juan Martínez Alier), N°3, 1993; Diálogos, 2003-2004: Nº 2 (Costa Rica); Signos Históricos, 2006, Nº 16 (México); Historia Agraria, 2012, Nº 56 (España).
11 https://www.reportha.org/en/.
12 Manuel González de Molina ha apelado por la necesidad de un «giro ambiental», en la historiografía en general, y en la española en particular (2000, 2022).
13 Otros balances pueden encontrarse en Dichdji (2016) y Miraglia (2017).
14 El interés de Garavaglia estaba puesto en una historia social de los ecosistemas, en la cual para mostrar las transformaciones en el paisaje cruzaba información sobre ecosistemas (tipos de plantas, sistema de lluvias), con modalidades de siembras, división de la tierra y formas de trabajo. Josef Fontana lo señaló, junto a J. Martínez Alier, entre aquellos que comenzaban a adaptar las temáticas tradicionales en función de la preocupación creciente por los recursos naturales adoptando una perspectiva social del problema (Fontana, 1992: 65). En esos años, se hablaba tanto de «historia ambiental» como de «ecohistoria». Agradezco a Elisa Caselli el haberme facilitado material de su archivo personal.
15 La cronología de fechas y universidades sede es la siguiente: Buenos Aires (1987); Rosario (1989), Buenos Aires (1991); Mar del Plata (1993); Montevideo (1995); Santa Rosa, La Pampa (1997); Neuquén (1999); Salta (2001); Córdoba (2003); Rosario (2005); Tucumán (2007); Bariloche (2009); Catamarca (2011); Mendoza (2013); Comodoro Rivadavia (2015); Mar del Plata (2017); Catamarca (2019); Santiago del Estero (2022). En 2024 se desarrollarán en Rosario, y dentro del listado de mesas ninguna incluye la Historia Ambiental o referencias directas al tema.
16 Pueden encontrarse referencias de distintos historiadores sobre la trascendencia de este ámbito de encuentro en https://historiapolitica.com/dossiers/interescuelas/
17 Para ejemplificar, algunas de las ponencias presentadas por historiadores fueron las de Carlos Birocco «Aguas negras en la Bahía de Ensenada. El Estado provincial y los saladeristas frente a las condiciones higiénicas y el impacto ambiental de la industria del tasajo»; Gallotti, Diego y Onna, Alberto F. «Naturalistas rioplatenses del siglo XIX. Precursores locales de la ecología, el ecologismo y las ciencias ambientales modernas».
18 La actividad de la industria forestal específicamente en el norte de la provincia (departamentos Vera y General Obligado) estuvo asociada a la Compañía La Forestal Argentina S.A. de Tierras, Maderas y Explotaciones Comerciales e Industriales, instalada en la zona a principios del siglo XX. Su principal objetivo era explotar los bosques de quebracho colorado de la cuña boscosa santafesina y producir tanino para los mercados internacionales. En términos generales, la destrucción ecológica, la sobreexplotación de los recursos naturales y la degradación ambiental han caracterizado los procesos de ocupación de las tierras boscosas a la economía capitalista. Los patrones productivos fueron orientados a maximizar las ganancias de corto plazo, sin considerar las condiciones de conservación y regeneración de los recursos renovables, induciendo procesos que han degradado la calidad ambiental y los niveles de vida (Suárez, Piazzi y Valenzuela, 2021).
19 Córdoba 2003. Mesa 35: «Conflictos, luchas y protestas agrarias en la Argentina (siglo XX)», bajo la coordinación de Eduardo Azcuy Ameghino y Carlos Carballo González. Rosario, 2005: Mesa 85 «Políticas agrarias, evolución socioeconómica y problemas del agro pampeano en la segunda mitad del siglo XX», coordinada por Silvia Cloquell y Eduardo Azcuy Ameghino. Tucumán, 2007: Mesa 113 «Conflictos, organizaciones y movimientos sociales en la historia agraria argentina y latinoamericana desde comienzos del siglo XX a la actualidad”, coordinada por Waldo Ansaldi y Gabriela Gresores
20 Mendoza, 2013: «El agro argentino en el siglo XX: desarrollo, conflictos y extranjerización», coordinada por Pablo Volkind Pablo y Fernando Gabriel Romero Wimer; «Transformaciones agrarias en perspectiva regional. Tierra, productores, Estado y mercado. Argentina, siglos XX y XXI», coordinada por Lázzaro Silvia B., Mónica Blanco y Graciela Blanco.
21 Bariloche, 2009: Mesa 5.5. Historia de la tecnología: procesos de innovación y cambio tecnológico en Argentina y América Latina, siglos XVIII-XXI; Mesa 5.8. Tecnología agraria: aproximaciones teóricas metodológicas e historiográficas (1850-2008).
22 Fernando Delgado: Publicado como artículo en 2021: https://revistatekopora.cure.edu.uy/index.php/reet/article/view/117/74
23 Santiago del Estero, 2022: MESA 67. El Agro Argentino entre los Siglos XX y XXI. Abordajes regionales y estudios rurales en «un campo» dinámico. Federico Martocci, Lisandro Rodríguez y Adrián Alejandro Almirón. Mesa 96: Hábitat y prácticas socio-territoriales rurales: historia, resistencias e intervenciones contemporáneas en el sur global. Magalí Luciana Paz, María Inés Sesma y Cecilia Mercedes Quevedo.
24 Retomando las referencias a las Jornadas Interescuelas, en la última edición (Santiago del Estero, 2022) se presentó la Mesa 31: Planificaciones y escalas (naciones, regiones y Latinoamérica): asistencias, casos, imaginarios, modelos e impacto, s. XX-XXI (coordinada por Aníbal Jáuregui y Hernán González Bollo), que incluía dentro de sus temáticas: «Resultan de interés recuperar archivos y fuentes escritas e iconográficas sobre programas y políticas ambientales, de infraestructura, nuevas tecnologías, rurales, sanitarias, socio-productivas y urbanas…».
25 Para ampliar reflexiones sobre «usos comunales» puede verse Casagrande, 2014.
26 Algunas referencias de trabajos que se plantean con propósitos de Historia Ambiental son los de Haller y Vezub (2022).
27 Creó el blog «Historia del agua en Argentina»: https://ahguarosario.wordpress.com/author/ahguarosario/page/6/
28 Para reflexionar en los términos sociojurídicos de estos procesos recomiendo el trabajo de Franco (2016).
29 Algunas reflexiones respecto de la presencia de la Historia Ambiental en carreras universitarias han esbozado Rojas y Gallardo (2017, 25), señalando este inicio en 2014.
30 Un buen ejemplo de qué tipo de análisis se pueden realizar desde la Historia en torno a las luchas del movimiento ambientalista es el trabajo que realizaron Blanco y Mendes (2006) sobre la construcción del ambientalismo en la Patagonia entre 1980 y 2005.
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