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Magdalena Dardel Coronado y Diego Arango López, (Eds.). Nuevas miradas al pasado. Aproximaciones metodológicas e interdisciplinarias a la historia, Santiago de Chile, RIL Editores-Universidad de Los Andes, 2021, 133 páginas
Autoctonía (Santiago), vol. 8, Esp., pp. 775-779, 2024
Universidad Bernardo O'Higgins, Centro de Estudios Históricos

Reseñas

Dardel Coronado Magdalena, Arango López Diego. Nuevas miradas al pasado. Aproximaciones metodológicas e interdisciplinarias a la historia. 2021. Santiago de Chile. RIL Editores-Universidad de Los Andes. 133pp.

DOI: https://doi.org/10.23854/autoc.v8i3.491

El libro Nuevas miradas al pasado, editado por Magdalena Dardel y Diego Arango, propone ampliar el rango teórico-metodológico de abordaje de fuentes primarias a través de diversos enfoques y temas. El texto nace a partir de encuentros científicos en que se han relacionado los autores evidenciando una preocupación frente a las metodologías empleadas en la disciplina histórica y su vínculo -integración o interrelación- con métodos de otras disciplinas científicas. De esta manera, se pretendió elaborar una revisión sistemática a las fuentes, enfoques y métodos empleados en la disciplina en función de renovar aspectos metodológicos para el acercamiento y crítica de fuentes primarias. Otro de los elementos movilizadores para los autores fue acercarse más al público en general -a la ciudadanía- al hacer comprensibles los productos investigativos para aquellos grupos no especializados.

La obra se estructura a partir de capítulos de diversos autores que van problematizando según su enfoque de especialidad y sus utilizaciones de las respectivas fuentes primarias. A lo largo de los textos, se expresa una clara influencia del paradigma postmoderno en la forma de plasmar la narrativa e interpretar las respectivas fuentes, más precisamente, se desarrolla un enfoque historiográfico desde la Nueva Historia Cultural (NHC). Las obras aquí compiladas son una buena aproximación a las renovaciones historiográficas de los últimos 30 a 40 años que han posibilitado la apertura interdisciplinar a nivel teórico y metodológico, además de hacer un revisionismo sobre nuestras propias prácticas como historiadores/as en cuanto a la labor investigativa y productora de conocimiento y, de igual forma, acercarnos a una «historia pública».

Son siete los capítulos que componen el texto que bien podrían categorizarse según enfoque, método o temática. No obstante, los editores del libro optaron por dividirlo en dos ejes: a) sobre el uso y análisis de fuentes a partir de una diversidad de enfoques que se desarrollan en los artículos, y b) sobre la problematización de la práctica de historiar en sí misma. Esta forma llamativa de ordenar las investigaciones que componen el libro posibilita la interrelación de las reflexiones según ejes abordados por los autores, dando cuenta de la multiplicidad de técnicas y métodos para el estudio histórico que no solo están presentes en nuestra propia disciplina. Es más, uno de los llamados de atención que hacen los capítulos del libro es decirnos que nos aproximemos a otras disciplinas de las ciencias sociales o, incluso, salir hacia otros tipos de saberes como la arquitectura, artes, literatura, entre otras. De esta manera, las «aproximaciones metodológicas e interdisciplinarias a la historia” nos tensionan a renovar el saber histórico problematizando a través de categorías de análisis, teorías o métodos «prestados» de otras ramas científicas o de saberes.

El primer capítulo, elaborado por Fernando Pérez Godoy, se titula «Desafíos de la historia del Derecho en Chile». Pérez problematiza el estado actual de la historiografía jurídica en Chile y devela la existencia de un «eurocentrismo epistemológico» que se ha plasmado en la narrativa histórica. En ese sentido, toma el caso de las obras de Enrique Gajardo Villaroel -mediante estudio de caso- en función de un revisionismo desde enfoques actuales del estudio histórico del derecho a nivel nacional. De esta forma, Pérez va articulando enfoques y métodos de las disciplinas jurídicas y diplomáticas en función de su problema. Lo anterior, junto con el caso de Gajardo, le evidencia una necesidad de profundizar más allá de las narrativas nacionales -influenciadas por el eurocentrismo decimonónico y tardo-colonial- para focalizarnos en las prácticas jurídicas locales y en contextos históricos donde aún no estaba consolidada la institucionalidad -o bien, expandiéndose en una dimensión geopolítica- jurídica en Chile.

El segundo capítulo, elaborado por Alejandra Palafox Menegazzi, se titula «Los expedientes criminales como fuentes para la historia contemporánea del trabajo de las mujeres. Una reflexión metodológica». La aplicación de la perspectiva de género al estudio le da una renovación a la problematización que formula Palafox, el análisis del trabajo de las sujetas criminales desde sus expedientes son una innovadora y novedosa forma de aproximarnos -indirectamente- a la vida de las marginadas y excluidas, de este modo, se matiza la historiografía del delito a través de la comprensión de la matriz económica de sus actrices sociales. En su estudio, Palafox articula metodologías cuali -interpretación del documento en sí mismo- y cuantitativas -interpretación de datos sistematizados-. A partir de su problema, se evidencian las posibilidades para aproximarnos desde una amplitud teórico-metodológica a las relaciones sociolaborales -estudio cuantitativo para el análisis de la matriz socioeconómica- de las sujetas criminales desde la perspectiva de género -análisis cualitativo para el análisis de la normatividad de género durante el periodo de estudio y cómo influye en el proceso judicial y, además, trasciende a su cotidianeidad-.

El tercer capítulo, elaborado por Diego Arango López, se titula «La microhistoria como método para el estudio de los incendios en Valparaíso. Siglo XIX». Arango cuestiona los planteamientos sobre el riesgo y el desastre a través del acontecimiento del incendio en el caso de Valparaíso. En función de ello articula la microhistoria como herramienta teórica y metodológica para comprender a nivel social y cotidiano las percepciones y efectos de incendios pequeños en la sociedad porteña. La microhistoria, según lo ve Arango, posibilita una apertura a la comprensión de la sociedad a través del ojo microscópico -siempre que se cumpla la condición que las fuentes a utilizar nos brinden la posibilidad de integrar al análisis diversas dimensiones sobre lo social-.

El cuarto capítulo, elaborado por Ana Ledezma, se titula «De la sangre a la tinta. Problematización crítica en torno a las fuentes y sus usos historiográficos». La problematización parte desde las reflexiones en torno a la naturaleza de la epistemología de la historia, pues aborda desde la problemática de fuentes primarias que desconocemos quién(es) las producen. De esta manera, el estudio se sitúa en el estudio de la materialidad de la fuente primaria comprendiéndola como un vestigio en sí mismo, el cual cada aspecto de sí nos habla de su contexto y producción. La autora toma interpretaciones posmodernas sobre la utilización de la imaginación como medio de simulación e interpretación lógica a través de las fuentes para el conocimiento histórico ante la ausencia de una persona -o productor(a)- detrás del documento.

Hasta aquí, las reflexiones de los/as autores/as, nos contribuyen a establecer una posición crítica respecto al uso de fuentes y abrir en un modo panorámico nuestro ojo de investigadores/as con el fin de ampliar la mirada hacia otras ciencias y saberes para la elaboración de un estudio histórico interdisciplinario. Las fuentes son el punto de partida de toda investigación, por ello su tratamiento e interpretación son esenciales para el proceso investigativo. La renovación historiográfica en el siglo XXI debe ir de la mano con el redescubrimiento de fuentes primarias a partir de una hermenéutica que posibilite el diálogo inter y transdisciplinario.

El quinto capítulo, elaborado por Ezequiel Borgognoni, se titula «Género, diplomacia y política internacional en la Europa Moderna: Tendencias actuales de una investigación y suma bibliográfica». Lo realizado por el autor consta de una revisión bibliográfica de proyectos de investigación historiográficos que han sido abordados en perspectiva/enfoque de género respecto a la temática y problema de investigación. Es así como, a través de la revisión, va elaborando hipótesis que tributan a su propio proyecto postdoctoral que le posibilitan ahondar aún más en el comportamiento e influencia de la mujer en la esfera política durante la Edad Moderna en Europa. A partir de ello, se articulan diversas categorías de análisis provenientes de la sociología y ciencias políticas que le contribuyen a problematizar sus planteamientos.

El sexto capítulo, elaborado por Magdalena Dardel, se titula «Los signos como huella ecológica. Consideraciones para una revisión historiográfica de la materialidad en los ejercicios visuales de la Escuela de Valparaíso». Aquí la autora analiza el vínculo entre los signos y el Land Art a partir del caso de la Escuela de Valparaíso. El artículo da cuenta de las constantes reflexiones y apertura interdisciplinar que se es necesario para una comprensión poliédrica de la realidad histórico, así lo da entender en el esbozo de su problemática y en las reflexiones finales.

El séptimo capítulo, elaborado por Gonzalo Maire, se denomina «Acerca de las colecciones asiáticas en los museos nacionales: caracterización de un problema e hipótesis». Maire nos da a conocer cómo articula su problema de investigación y el desarrollo de su hipótesis de postdoctorado, evidenciando los desafíos y complejidades que aparecen al profundizar en temáticas escasamente abordadas a nivel nacional y, a su vez, poco visibilizadas a nivel de ciudadanía. De este modo, articula categorías de análisis a un nivel interdisciplinar sin perder la historicidad de su problema y objeto de estudio, en simultáneo, elabora hipótesis que estructuran un hilo conductor para su investigación.

En general, los últimos tres capítulos del libro permiten reflexionar y demostrar la importancia de la interdisciplinariedad en el quehacer del historiador, además de formular problemas de investigación e hipótesis que posibiliten un desafío intelectual en las aproximaciones metodológicas y teóricas en un nivel interdisciplinario. De igual forma, se subraya la necesidad de un análisis crítico y reflexivo de las prácticas de historiar, esto influenciado por las corrientes postmodernas -podría ser desde Hayden White con el análisis metahistórico de la infraestructura en la obra histórica-.

En conclusión, el libro es una aporte significativo y renovado a las formas y prácticas de investigar la historia, como también la representación del pasado a través de la narrativa. La subdivisión del libro en dos ejes posibilita una lectura amena de las reflexiones de los/las historiadores/as. De esta manera, «Nuevas miradas al pasado» debiese considerarse como un punto de inicio para comenzar a aproximarse desde la práctica investigativa a los nuevos enfoques y métodos que confluyen en la disciplina histórica.



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