Antecedentes

La Ciudad de Buenos Aires atrajo históricamente, con distintos ritmos y volúmenes, población del resto del país y de otros países por lo cual la migración es un componente importante en el crecimiento y composición de su población.

Entre fines del siglo XIX y principios del siguiente la Ciudad fue una de las principales jurisdicciones, junto a Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, que concentró el mayor porcentaje de la migración neta total de nativos y extranjeros del período. Esta tasa positiva se replicó para el total y sus componentes con valores más bajos hasta mediados del siglo XX con un predominio del crecimiento de extranjeros hasta 1930 y de la migración de nativos entre 1930-45 que va a estar asociado al proceso de industrialización por sustitución de importaciones que incentiva la migración hacia las áreas industriales principalmente el área metropolitana de Buenos Aires. A partir del periodo 1960-1970 la Ciudad presenta una meseta de crecimiento demográfico prácticamente nulo con un componente migratorio total de signo negativo que es resultado de la migración negativa de nativos y positiva de extranjeros. En la última década de los noventa, en un contexto general de tasas migratorias bajas a nivel nacional y provincial, la Ciudad habría registrado una migración positiva de extranjeros que junto a Buenos Aires fueron las más altas (Lattes, 2007).

La inmigración internacional, como es sabido, estuvo compuesta principalmente por los flujos de origen europeo que llegaron desde mediados del siglo XIX, flujos que disminuyen a partir de la crisis de 1930 y después de la última oleada de menor intensidad posterior a la Segunda guerra mundial.

Esta inmigración de ultramar jugó un rol relevante en el crecimiento de la Ciudad de Buenos Aires, mientras que la inmigración de países limítrofes comenzó a tener mayor peso relativo e implicó contribuciones importantes desde finales de los años 40 y en especial desde la década del 70. La presencia de extranjeros limítrofes registrada en los distintos censos fue diferente según el país de origen; así los uruguayos y los chilenos incrementaron su volumen en mayor medida en 1980, en tanto que los bolivianos y paraguayos lo hicieron en 1970 y los brasileros en 1947 (Mazzeo, 1988).

En los noventa se dio un incremento notable de inmigrantes peruanos que llegaron al país los cuales se concentran en el AMBA y en particular en la Ciudad. Este aumento es compartido con bolivianos y paraguayos mientras que se registra una disminución de uruguayos, brasileños y chilenos; por otra parte, presentan características peculiares relacionadas con la alta participación de mujeres y sus elevados niveles educativos (Cerruti, 2005).

Los datos censales de 2010 confirman el mayor dinamismo en las últimas décadas de las corrientes migratorias limítrofes y peruanas entre los migrantes internacionales de la Ciudad, quienes duplican el peso relativo registrado en los noventa y cuyo porcentaje en el total de la población es el doble del de los nativos de otro país (Mazzeo, 2013; Carpinetti y Martínez, 2014).

Junto a los limítrofes y peruanos se dio también la llegada al país de inmigrantes de otros orígenes regionales como colombianos, venezolanos, ecuatorianos y dominicanos a los que se suman en menor escala otros flujos provenientes de Asia y África. La presencia de orígenes sudamericanos no tradicionales parece haberse acentuado en los años posteriores al 2010, en especial colombianos y venezolanos, colectivos que tienden a asentarse preferentemente en la Ciudad de Buenos Aires y en menor medida en el conurbano bonaerense (Cerrutti, 2018).

En un trabajo reciente se constató el aumento de colombianos y venezolanos en la Ciudad posterior a 2010 sobre la base del volumen de población residente estimada por la Encuesta Anual de Hogares (Carpinetti y Martínez, 2019).

El origen de flujos migratorios ha sido asociado a distintas causas y motivaciones relacionadas con situaciones sociales, económicas y políticas en los países de origen así como a características de los mercados laborales en los países de destino y la conformación de nichos productivos caracterizados por relaciones contractuales inestables, flexibilizadas y precarizadas donde se insertan los inmigrantes que crean una demanda continua. Desde una perspectiva internacional, los flujos pueden ser explicados como parte de la constitución del moderno sistema mundial y la penetración de relaciones capitalistas que, en la actualidad, son favorecidas por regímenes neocoloniales y empresas multinacionales, y emanan de las desigualdades estructurales de un orden internacional fuertemente desigual. Por otra parte, se ha enfatizado el rol de las redes en la continuidad de los flujos migratorios, que expresan el entramado de relaciones entre inmigrantes, emigrantes retornados, personas con intención de migrar y familiares y amigos en los países de origen y/o destino que proveen ayuda a los migrante a través de información, ayuda económica o alojamiento (Arango, 2003).

En este nuevo contexto de la migración en CABA, el presente informe tiene como objetivo analizar las características sociodemográficas de los principales orígenes que integran el conjunto de inmigrantes externos y que, como se mencionó, presentan particularidades en su composición y antigüedad de residencia en la Ciudad, considerando asimismo desde una perspectiva comparativa a los residentes nacidos en el país.

Consideraciones metodológicas

Las encuestas a hogares permiten una aproximación al conocimiento de las tendencias migratorias entre los censos y de las características de la población que se asienta en un determinado espacio urbano político administrativo, aun cuando no son la fuente más apropiada para el abordaje de la temática

La información proveniente de encuestas refiere a stocks de sobrevivientes en el momento del relevamiento y posibilita estimaciones de población inmigrante cuando su presencia es importante de modo de lograr la captación de un número representativo de hogares con migrantes que permita su tratamiento estadístico (Calvelo, 2011). En consecuencia, es necesario considerar que dicha fuentes ofrecen estimaciones aproximadas para el análisis de las migraciones.

Para el presente informe se explotaron los datos de la última Encuesta Anual de Hogares disponible correspondiente a 2019 que releva la Dirección General de Estadística y Censos sobre la base de una muestra probabilística de viviendas y hogares residentes en CABA y que contiene preguntas específicas sobre el lugar de nacimiento y el año desde que la persona reside en forma continua, que permiten identificar la antigüedad y cohortes de inmigrantes.

Si bien el tamaño y características de la muestra permiten obtener estimaciones para distintas subpoblaciones y con distinta desagregación territorial (zona, comuna, villa-resto de viviendas), el análisis de poblaciones por origen o país de nacimiento acorde a determinadas características socio-demográficas pueden presentar restricciones muestrales relacionadas con el volumen y captación de los distintos colectivos al no tratarse de una encuesta orientada específicamente a la medición del fenómeno. En ese sentido, a la hora de analizar las características de estos colectivos se seleccionaron los principales orígenes acorde a su volumen, asimismo la descripción de su distribución territorial se presenta a nivel de las zonas (norte, centro y sur) en que se agrupan las comunas –división político administrativa en que se divide la Ciudad– acorde a sus características socioeconómicas

La composición por sexo y edad de distintos orígenes presenta diferencias debido en parte a su mayor o menor tiempo de residencia y a la etapa del ciclo de vida en que se produce, que en general –como es conocido– se da a edades jóvenes. Para el análisis comparativo de características como el nivel educativo y la condición de actividad entre los nativos de distintos países se aplicó el método de estandarización directa considerando como base la composición por edades de la población nacida en el extranjero en su conjunto de modo de controlar el efecto de sus estructuras etarias disímiles.

Composición y distribución de la población residente en la Ciudad según origen

La población que reside en la Ciudad presenta una composición por origen heterogénea, integrada en más de la mitad por nativos pero también por personas nacidas en otra provincia que representan alrededor de dos de cada 10 personas, y por aquellas oriundas de otros países, en mayor proporción limítrofes y peruanos.

La presencia de población no nativa se acentúa en las mujeres que representan casi el 40% mientras que en los varones asciende al 35%, el mayor porcentaje se replica tanto en el caso de los nacidos en el resto del país como en los limítrofes y peruanos, reflejando el predominio femenino característico de la migración interna como de la migración tradicional de países vecinos. En contraste, el peso relativo de las nativas de otro país es similar al de sus congéneres en el total de varones (Cuadro 1).

La estructura etaria de la población inmigrante tanto del resto del país como internacional evidencia su aporte demográfico y al mercado de trabajo de la Ciudad; en su mayoría se trata de personas en edades activas cuyos porcentajes superan el 70%, siendo más alto en los limítrofes y peruanos (83,9%).

La atracción histórica de la Ciudad de volúmenes importantes de migrantes internos y de ultramar entre los externos en décadas anteriores y su menor reemplazo numérico en flujos más recientes explica la presencia relativa más elevada de personas de 65 años y más que se ubica alrededor del 20% en los migrantes del “resto del país” y de “otro país”, por encima del peso de los adultos mayores en los nativos de CABA (15%) y en los limítrofes y peruanos (12,2%).

Un dato a desatacar es la participación de niños y adolescentes en la población oriunda de Otro país (9,4%) cuyo peso prácticamente duplica al resto de las procedencias migratorias (Gráfico 1).

Alrededor de un tercio de los residentes no nativos de la Ciudad arribaron en la última década, mientras que el resto tiene una mayor antigüedad en el territorio: el 21% llegó entre 11 y 20 años antes y el 44% hace más de 20 años.

La distinción por origen muestra la importancia de los inmigrantes oriundos de otro país del último período quienes concentran dos tercios del total de dicho colectivo migratorio, muy superior al peso registrado en los limítrofes y peruanos y en los procedentes del Resto del país, donde representan menos de un tercio (25% y 31% respectivamente) integrados por población que se asentó en la Ciudad en distintas décadas y por ende con una antigüedad en su residencia más heterogénea (Cuadro 2).

El total de varones no nativos de la Ciudad presenta un menor tiempo de residencia en relación con las mujeres, un 39% se asentó en la última década mientras que en el caso de as inmigrantes, las que arribaron en el mismo periodo son cerca del 32%, por el contrario los más antiguos (anteriores a 1980) representan casi el 16% y 21% respectivamente. Las diferencias en la composición por antigüedad de residencia según sexo se replica en todos los orígenes, en especial entre los limítrofes y peruanos donde el porcentaje de mujeres que llegaron antes de 1980 duplica el de los varones asociadas a la feminización de los contingentes de migrantes oriundos de los países vecinos y de Perú y del resto del país a la cual se hizo referencia más arriba, así como a la mayor sobrevida de las mujeres.

La importancia de los inmigrantes de “otro país” que llegaron en el último período se replica para ambos sexos y representa más del 63% con una diferencia de cinco puntos porcentuales a favor de los varones.

La Ciudad presenta distintos niveles de densidad poblacional según sus divisiones político-administrativas asociados a condiciones sociales y económicas desiguales. La localización de los que llegan a la Ciudad muestra particularidades según su origen que demuestran un acceso diferencial a la vivienda y a las condiciones del hábitat.

Los no nativos, como se mencionó, son alrededor del 38% de la población, sin embargo por zona están sobrerepresentados en la Zona Norte con un peso porcentual de 44%, muy por encima del promedio del total de CABA, en tanto en la Zona Centro y Sur representan el 37% y 33% de la población residente respectivamente (Cuadro 3).

Esta mayor presencia relativa en el norte se explica principalmente por la población que llega del resto del país donde constituyen una tercera parte de sus residentes.

Entre los inmigrantes internacionales, los limítrofes y peruanos, como se ha verificado, residen en mayor proporción en las comunas del sur y constituye el 11,6% de la población, muy por encima de su participación en el total de la Ciudad (8,2%).

Por su parte, los nativos de “otro país” se asientan en el Norte y Centro, más que duplicando su peso respecto al que registran en el Sur (7,7% y 6,1% vs. 3%).

La inmigración internacional reciente

En este apartado se focaliza el análisis en la inmigración internacional haciendo énfasis en los que se asentaron en la Ciudad en los últimos cinco años respecto al momento de realizarse la encuesta, lo que puede considerarse la inmigración reciente.

Como se mencionó, desde mediados del siglo pasado la inmigración limítrofe adquirió mayor relevancia por su volumen y peso dentro de los flujos internacionales que arribaron al país y a la Ciudad, a los que se suma décadas más tarde población de origen peruana. En los últimos años se destaca la llegada de otros orígenes que diversifica los colectivos que componen el total de nacidos en el extranjero, así mientras en el total de inmigrantes 4 de cada 10 nacieron en “Otro país” en los inmigrantes recientes dicha relación asciende a 7 de cada 10 (Cuadro 4).

Los oriundos de otro país que llegaron en el último tiempo representan más de la mitad de dicho contingente, con una participación importante de varones donde el peso de los recientes es más elevado respecto de las mujeres (61,6% vs 54,1%).

La composición de los inmigrantes por país de nacimiento muestra la importancia de la inmigración reciente de otros orígenes regionales, como los venezolanos y colombianos, y la disminución de inmigrantes tradicionales de décadas anteriores limítrofes, chilenos y uruguayos y, como es de esperar, de inmigrantes antiguos de ultramar, españoles e italianos (Gráfico 2).

En el total de inmigrantes, los principales países de nacimiento acorde a su volumen son Paraguay, Venezuela, Bolivia cuyos porcentajes oscilan entre 17% y 19% y Perú con una participación cercana al 12%, orígenes que en conjunto representan el 66% de la población nacida en otro país.

La población procedente de Venezuela suma más de la mitad de la población que arribó en los últimos 5 años (57%); seguidos con un peso más bajo de alrededor del 7% por brasileños, colombianos y paraguayos y por peruanos con un 5%.

Las tendencias descriptas en la inmigración hacia la Ciudad de los últimos años tienen lugar en un contexto de política migratoria regional que involucró nuevos tratados como el Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del Mercado Común del Sur MERCOSUR del 2002, en que se incluyen algunos Estados asociados y otros países que han adherido posteriormente (Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Colombia), con el que se busca facilitar la movilidad y la residencia de las personas y los miembros de la familia que no tengan la nacionalidad de alguno de los países parte del Acuerdo y generar igualdad de derechos civiles y libertades sociales, culturales y económicas con los nacionales del país receptor.

Argentina ratificó dicho acuerdo e incluye entre las nacionalidades también a Venezuela aunque dicho país no adhirió, a la par que fue puesta en vigencia la nueva Ley de migraciones 25.871 (sancionada el 17 de diciembre de 2003) que establece, entre otros lineamientos, dar cumplimiento a los compromisos internacionales asumidos por la República Argentina en materia de derechos humanos, movilidad e integración del migrante a la sociedad.

Características sociodemográficas de la población nacida en el extranjero

Para analizar las principales características sociodemográficas y la distribución espacial de los inmigrantes internacionales, se seleccionaron los principales orígenes que residen en la Ciudad que, por su peso numérico, posibilitan la obtención de estimaciones para las distintas variables y sus categorías.

El conocimiento de características como la edad, el nivel educativo y la condición de actividad de la población de inmigrantes da cuenta de la contribución que estos realizan a las sociedades receptoras. En las sociedades contemporáneas, y en el caso específico de CABA, la migración aporta contingentes demográficos en poblaciones envejecidas y con niveles bajos de fecundidad asegurando su reproducción y contribuyendo al rejuvenecimiento poblacional del lugar de arribo de los migrantes. A la vez que aporta población en edades activas en condiciones de insertarse en un mercado laboral polarizado en un contexto donde predomina la inserción laboral endeble y precaria. En muchos casos el tipo de inserción de los migrantes contribuye a la reproducción de sociedades desiguales en tanto se desempeñan en tareas que engloban diversos servicios personales necesarios para la reproducción cotidiana de la población de los estratos medios y altos de la población nativa (servicio doméstico, cuidado de personas, limpieza y mantenimiento, preparación de alimentos) (Canales, 2015).

La descripción de la estructura etaria por medio de una medida resumen como la edad promedio evidencia las disparidades entre los principales orígenes asociadas a los distintos momentos en que arribaron y se asentaron en CABA, así como a la edad en que se produce la migración que, en general, ocurre en edades jóvenes pero que en algunos casos está acompañada por procesos de reunificación familiar que implican la llegada posterior de niños y adolescentes.

Los colectivos de inmigrantes con una presencia reciente, como es el caso de Venezuela y Colombia, son los que presentan una composición etaria más joven con una edad promedio de alrededor de 29 y 32 años, seguidos por brasileños (35 años) flujos que también adquieren un mayor dinamismo en el último periodo (Cuadro 5). Aquellos con mayor antigüedad y que registran continuidad en los flujos recientes como los bolivianos, paraguayos y peruanos tienen una edad promedio que se ubica entre los 39 y 42 años. Por su parte, la población uruguaya con una escasa llegada de inmigrantes en los últimos años presenta una composición más envejecida, cuya edad promedio es la más alta (56 años).

En todos los colectivos las mujeres tienen, en promedio, una edad más elevada respecto de los varones, siendo la brecha de casi 3 puntos porcentuales en el total de extranjeros aunque muestra diferencias entre los distintos orígenes. El caso más llamativo es el de los brasileños donde la brecha es de alrededor de 11 puntos: 40,7 vs 29,6 años.

En relación con la composición por sexo se puede apreciar una participación más equilibrada en los venezolanos y brasileños, como se expresa en los índices de masculinidad cercanos a 100, en contraposición a los colombianos donde la relación es de 127 varones cada 100 mujeres. El resto de los orígenes está integrado en mayor proporción por mujeres, cuyos índices de masculinidad se ubican por debajo de 80, siendo más bajo en los paraguayos que registran 52 varones cada 100 mujeres. El predominio femenino en los limítrofes y peruanos responde en gran medida a los nichos laborales en que se insertan, relacionados con sectores de servicios personales, en particular en servicio doméstico como es el caso de paraguayas y peruanas (Cerrutti, 2018) así como a la mayor sobrevivencia de las mujeres de colectivos que llegaron en décadas anteriores.

El nivel educativo como una dimensión asociada en alguna medida a la inserción en el mercado de trabajo, está condicionado en gran parte por la edad ya que varía entre las distintas generaciones. Para analizar la composición por nivel educativo entre los principales países que integran el colectivo de inmigrantes y que, como se describió, tienen estructuras etarias heterogéneas, se presenta la distribución estandarizada según la composición por edad del conjunto de la población nacida en el extranjero.

El total de extranjeros en promedio presenta un nivel educativo más bajo que los nativos del país, mientras que en los primeros el porcentaje con secundario completo y más es de 66% en los residentes argentinos asciende a 78% (Cuadro 6). A diferencia del resto de los orígenes, los colombianos y venezolanos que llegan a la Ciudad poseen elevados niveles de formación ya que más de la mitad tienen estudios terciarios o universitarios completos y superan asimismo los porcentajes correspondientes a la población nacida en el país. En contraposición, el conjunto de bolivianos, paraguayos y uruguayos registra un mayor peso de población con niveles educativos “hasta secundario incompleto”. Los peruanos se ubican en una situación intermedia donde el nivel “secundario completo y universitario incompleto” concentra el 59% de su población.

En relación con los niveles de participación en el mercado de trabajo, la población extranjera muestra niveles de actividad más elevados que los nativos, en parte relacionado con una composición más joven como se aprecia al comparar con las tasas estandarizadas donde la brecha disminuye de 3,1 a 1,5 puntos porcentuales (Cuadro 7).

Los colombianos y venezolanos tienen una mayor participación laboral en relación con el resto de orígenes, lo que refleja el carácter laboral de la inmigración reciente que llega a la Ciudad. Bolivia, por el contario, evidencia la tasa de actividad más baja incluso menor que la de los nativos.

En contraste con lo que ocurre con las tasas de actividad, los niveles de ocupación resultan inferiores en el total de extranjeros en comparación con la población argentina, situación que se replica para la mayoría de los orígenes con excepción de los uruguayos y colombianos que exhiben los porcentajes más elevados en el caso de la tasa estandarizada (96,6% y 93,6%).

Un indicador de la calidad de la inserción laboral es la percepción de descuentos o aportes jubilatorios realizados por el mismo trabajador sin la contraparte del empleador que le permiten el acceso futuro a una jubilación. La migración en muchos casos está asociada a un alto nivel de informalidad laboral que expresa las condiciones de desventaja que enfrentan estos contingentes en los países de destino.

El caso de la Ciudad de Buenos Aires confirma esta situación de mayor vulnerabilidad de los extranjeros: más de un tercio de los asalariados no tienen descuentos ni aportes jubilatorios siendo dicho porcentaje de alrededor del 14% en el caso de los nativos. La peor situación se evidencia en los bolivianos (55%) y paraguayos (47%), mientras que en los peruanos, colombianos y venezolanos oscila entre el 24% y 30%, siendo menor la situación de informalidad en los uruguayos donde el 83% de los asalariados están registrados en el sistema jubilatorio.

Valga agregar que parte de los que son aportantes por su cuenta, como es el caso de los monotributistas, a diferencia de los trabajadores en relación de dependencia aun cuando se encuentren “en blanco” no acceden a beneficios laborales como el cobro de aguinaldo o vacaciones, días por enfermedad o indemnización en caso de finalización de la relación contractual.

Por último, interesa abordar la distribución espacial de los principales colectivos de inmigrantes indagando en particular en las pautas de localización de los orígenes sudamericanos no tradicionales con menor antigüedad. La zona de residencia muestra disparidades entre los distintos orígenes (Cuadro 8). La presencia de los limítrofes en Zona Sur observada en el cuadro 3 tiene su correlato en los colectivos de bolivianos y paraguayos que muestran mayores porcentajes en dicha zona respecto al resto de orígenes y muy por encima del peso que tiene en promedio el total de la población extranjera (27,8%), siendo más elevado en los primeros dado que en dicha zona residen más de la mitad (58,2% y 39,3%).

Mera, Marcos y Di Virgilio (2015) comprueban la marcada diferenciación entre el comportamiento residencial de los grupos procedentes de Bolivia y Paraguay y, en menor medida, de Perú, y el resto de los nacidos en otros países que da cuenta de dificultades de acceso al suelo y a la vivienda, sobre las cuales se despliegan redes sociales y estrategias habitacionales. La alternativa habitacional para estos colectivos se vincula al tipo de hábitat informal (villas, asentamientos y núcleos habitacionales transitorios) que se localizan mayoritariamente en la zona sur de la Ciudad y que da cuenta de una marcada relación entre inmigración y pobreza. En el caso de los individuos provenientes de Perú se presenta una situación más heterogénea, ya que un cierto porcentaje reside en villas y asenta¬mientos, mientras que la amplia mayoría reside en áreas residenciales de nivel socioeconómico medio.

En relación con la zona de residencia de los peruanos, efectivamente se puede observar que, al igual que los brasileños y uruguayos, se concentran en el Centro de la Ciudad.

Por su parte, los colombianos y venezolanos registran un peso porcentual más alto en el Norte y Centro.

Por su parte, los colombianos y venezolanos registran un peso porcentual más alto en el Norte y Centro.

Conclusiones

En el marco de las nuevas tendencias observadas en los flujos migratorios internacionales que llegan a la Ciudad donde se ha destacado la presencia de migrantes sudamericanos no tradicionales como es el caso de venezolanos y colombianos resultó de interés analizar la situación de los principales orígenes que conforman el colectivo de población extranjera y que permiten el análisis de las similitudes y diferencias entre los que tienen un mayor tiempo de residencia y los que se asentaron en los últimos años.

Entre los migrantes internacionales que se asentaron en CABA en los últimos 5 años los venezolanos constituyen más de la mitad de dicha población, lo que evidencia su importancia numérica que, para 2019, se puede estimar en un total de alrededor de 80.000 residentes.

Un rasgo que sobresale entre los nuevos orígenes es su composición por sexo más equilibrada en los venezolanos y con una participación más alta de varones en los colombianos, que contrasta con el predominio femenino de las corrientes de países limítrofes y peruanos asociadas en parte al tipo de sectores y nichos laborales donde se insertan.

El carácter masivo reciente de estos orígenes no tradicionales se traduce en una composición por edad más joven a diferencia del resto de nacionalidades con un peso mayor de inmigrantes antiguos y que en el caso de los uruguayos se acentúa por la escasa renovación de flujos.

Los colectivos no tradicionales presentan niveles educativos más altos respecto al resto de los principales orígenes como son los bolivianos, paraguayos y uruguayos que muestran los menores niveles educativos y los peruanos con una situación intermedia.

La mayor participación en el mercado de trabajo de los migrantes que, en todos los casos supera las tasas de actividad de la población argentina, con excepción del caso de los bolivianos, resulta superior en estos nuevos contingentes aun cuando se comparan tasas estandarizadas. Los colombianos y venezolanos, asimismo, presentan tasas de ocupación más altas que el resto de las principales nacionalidades, por debajo de los uruguayos que con los colombianos superan a la de los nativos.

Sin embargo, todos los orígenes extranjeros registran niveles de informalidad y precariedad que prácticamente duplican o más a los trabajadores nativos como es el caso delos paraguayos y bolivianos que exhiben la situación más precaria; esto que evidencia que el nuevo contexto normativo regional y nacional que dinamiza los flujos migratorios no asegura su inserción laboral de calidad.

Complementariamente, estos últimos orígenes muestran una localización residencial con una mayor concentración en la zona sur más desventajosa en términos de calidad e infraestructura de servicios y vivienda, con mayor presencia de villas de emergencia, a diferencia del resto de orígenes con más presencia en las otras zonas, como los colombianos y venezolanos que residen en el Centro y Norte de la Ciudad.

Bibliografía

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