Reseña

Los motivos del hombre-lobo para leer literatura

Agustín Abreu Cornelio
Centro Internacional de Posgrado A. C., México

Los motivos del hombre-lobo para leer literatura

Emerging Trends in Education, vol. 6, núm. 11, pp. 93-95, 2023

Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Dirección de Investigación y Posgrado

Castillo Baeza J. El secreto del hombre-lobo: Antología de textos sobre lectura, literatura y educación. 2021. Ediciones Cátedra Pedagógica

Resumen: El secreto del hombre-lobo aborda el escaso tratamiento de la enseñanza de la literatura pese a la continua y ampliamente discutida importancia del mejoramiento de la comprensión lectora. No se trata de un texto producto de una minuciosa investigación académica fundamentada en metodologías cuantitativas o cualitativas. Es una obra que surge en el vértice de las preocupaciones de padres de familia, profesores de literatura, lectores asiduos y escritores, puesto que José Castillo Baeza es todo ello. Luego de publicar las novelas Hojas recicladas (2005) y Garabato (2014), y el libro de cuentos A la espera (2008), Castillo Baeza reúne aquí veinticuatro ensayos previamente publicados en diarios y revistas. El primero de los tres capítulos se enfoca en la relación entre la literatura y la educación; el segundo, incluye ensayos interpretativos de libros y películas; mientras que, en el último, se analiza la realidad con herramientas adquiridas mediante la literatura.


Evaluación del documento que se reseña

Si bien la lectura y la escritura son dos de los temas más socorridos en los escritos sobre educación, donde se erigen como basamento del proceso de aprendizaje, la enseñanza de literatura no recibe la misma atención. El libro El secreto del hombre-lobo, de José Castillo Baeza, es un señalamiento de dicha falencia en los estudios del campo. Escrito de manera testimonial y ensayística, los textos parten de la experiencia del autor, una experiencia atravesada por el pensamiento crítico y por la palabra literaria. Aunque el libro denuncia malos hábitos y traspiés de profesores y padres de familia que terminan por mutilar la imaginación infantil y entorpecer el goce literario, Castillo apunta principalmente al condicionamiento institucional al que son sujetos los profesores mediante exhaustivos programas de estudio, directrices burocratizantes y capacitaciones cuya obligatoriedad inhibe el acercamiento creativo y el enriquecimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje.

En el primer apartado del libro, “Literatura y educación”, apreciamos un discurso de resistencia ante los embates institucionales que, durante la primera década de este siglo, pretendían imponer el modelo por competencias como marco hegemónico de la educación en México. En específico, el autor hace mención al empeño de la Universidad Autónoma de Yucatán en el nivel medio superior, cuyo discurso -repetido por directivos, supervisores y capacitadores hasta hacerlo una “jerga pedagógica”- aspiraba a encontrar una “utilidad” en la literatura y en las artes, reduciendo así los conceptos del constructivismo. De este modo, los “aprendizajes significativos” de Ausubel se volvieron “aprendizajes inofensivos”, pues en opinión de Castillo ya no cuestionaban las construcciones ideologizadas de la realidad, no mostraban que “es necesario dialogar con lo diferente” (Castillo Baeza, 2021, p. 19). El título del último texto del apartado, “Una educación que niega la noche”, es una metáfora que sintetiza las preocupaciones de los siete textos: la instrumentalización de la literatura por la educación actual -reducida a testimonio de una época o a herramienta para el mejoramiento de las capacidades verbales- niega el valor epistémico que por sí misma tiene.

La lectura del primer apartado demuestra que el rechazo al lenguaje literario es consecuencia de un largo proceso disciplinador actitudinal y epistémico. Es decir, paradójicamente, la escuela que tiene entre sus metas explícitas formar lectores, termina por negarles el disfrute de la literatura. De manera recíproca, el estudiantado impedido por establecer dicho vínculo con la expresión que se vale por sí misma -aquella sin una “utilidad” evidente en términos del capitalismo moderno-queda deshumanizado, listo para insertarse en la maquinaria productiva.

La crisis actual de la educación le permite al autor trazar un paralelismo con Francesco Petrarca y los humanistas del quattrocento, un parangón que merecería mayor reflexión considerando dicho periodo histórico como pre- ludio de la modernidad occidental.

El segundo apartado, “Lecturas”, interpreta obras trascendentales de la literatura occidental, como Don Quijote de la Mancha o los cuentos de E. T. A. Hoffman, desde la perspectiva de un ciudadano del siglo XXI. Además, coloca dichas interpretaciones a la par de las concernientes a películas contemporáneas -Birdman, de Alejandro González Iñárritu, e Interstellar, de Christopher Nolan-. El capítulo se completa con textos sobre obras de escritores que acrecientan la literatura mexicana actual: Luigi Amara, Karla Marrufo, Manuel Tejada Loría y Nadia Escalante.

Bajo el título “Desaprender” se agrupan los últimos nueve textos del libro que nos demuestran cómo la capacidad lectora, la plenamente desarrollada mediante el goce literario, permite a un individuo afrontar dificultades como la muerte de profesores y amigos, las crisis de la adolescencia y de la senectud, la acción empresarial que degrada el ecosistema, entre otros. El libro propone recuperar los espacios de la noche, las sensaciones ante el aullido y la relación con lo indecible. Afirma que nuestra manera de educar se ha desentendido de las ficciones que nutren nuestra vida a través del mito y que una revaloración del papel de la literatura permitiría enmendar el camino. Recuperando la dimensión estética de la literatura podríamos dar pie a una educación de la subjetividad -fundada en el asombro, la emotividad, la imaginación- y, así, formar individuos que aprecien la vida en comunidad y el respeto por la alteridad.

Podría decirse que la ausencia de ciertas definiciones entorpece la lectura y, por momentos, compromete la argumentación. Por ejemplo, se dice que el verdadero valor de las obras literarias y artísticas no cabe en las categorías “declarativo”, “procedimental” ni “actitudinal” (p.18), pero al no delimitar de origen esas categorías, no queda claro si el autor argumenta contra el constructivismo, contra algún autor específico o contra las capacitaciones docentes donde se mecanizan procesos intelectivos para ofrecerlos como recetas a los profesores. Se adivina también que el énfasis en el disfrute o goce literario podría tener un vínculo con Roland Barthes, pero no se consideran las críticas que contra ese y otros posmodernismos esgrimieron Fredric Jameson o Slavoj Zi-zek. No obstante, considerando que El secreto del hombre-lobo es una aproximación ensayística, y no un libro con la voluntad del tratado académico, el hecho de que haga aquí dichos señalamientos apunta otra valiosa aportación para la investigación del fenómeno: abrirnos al diálogo y la reflexión.

Referencias

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