Resumen: El presente trabajo contiene como elemento medular de estructura y análisis epistémico, la propuesta emergente de la investigación que respalda la tesis doctoral “El sentido de pertenencia como resultado de la detección de necesidades y como detonante de motivación para la mejora en el desarrollo individual: Un aporte desde el pensamiento complejo”, defendida en 2019 y que sirve como punto de partida al sugerir un paradigma inicial de investigación, basado en la concepción de marcos epistémicos comunes con respecto a la determinación de la conducta humana. Tal propuesta, denominada La Matriz de Pertenencia y Pertinencia, busca establecer la diferencia transcompleja que existe entre uno de los principios de la Lógica Aristotélica conocida como la ley del tercero excluido, la cual establece que: Ley de la lógica, según la cual de dos enunciados, cuando uno niega lo que se afirma en el otro, uno de ellos es imprescindiblemente verídico. La formuló Aristóteles. Así, de los dos enunciados: “el Sol es astro” (A es B) y “el Sol no es astro” (A no es B), uno es imprescindiblemente verídico. Teniendo en cuenta los enunciados de este género, la lógica formal tradicional a menudo formulaba la ley del tercero excluido del siguiente modo: “A es B, o no es B” (lo tercero no está dado: tertium non datur). Esta ley a menudo se utiliza en el proceso de demostración, en particular, en las demostraciones por reducción al absurdo. Y la iniciativa compleja del pensamiento del sur que establece al tercero incluido como la alternativa capaz de integrar los supuestos de una realidad parcelaria, mediante un diálogo de saberes donde el resultado emerja directamente desde el seno de sus componentes y no como resultado de una disertación lógica, sesgada y determinista.
Palabras clave: Sentido de pertenencia, pertinencia, conducta, tercero incluido, pensamiento complejo.
Abstract: This work contains as a core element of structure and epistemic analysis, the emerging research proposal that supports the doctoral thesis “The sense of belonging as a result of the detection of needs, and as a motivational trigger for improvement in individual development: A contribution from complex thinking,” defended in 2019, which serves as a starting point by suggesting an initial research paradigm, based on the conception of common epistemic frameworks regarding the determination of human behavior. Such a proposal, referred to as The Belonging and Pertinence Matrix, seeks to establish the transcomplex difference existing between one of the principles of Aristotelian Logic known as the law of the excluded middle, which establishes that: Law of logic, according to which, when one statement denies what is affirmed in the other, one of them is necessarily true. It was formulated by Aristotle. Thus, of the two statements: "the Sun is a star" (A is B) and "the Sun is not a star" (A is not B), one is absolutely true. Taking into account statements of this kind, traditional formal logic often formulated the law of the excluded middle as follows: "A is B, or is not B" (no third is given: tertium non datur). This law is often used in the demonstration process, in particular, in proofs by reduction to absurdity. And the complex initiative of southern thought that establishes the included middle as the alternative capable of integrating the assumptions of a parcel reality, through a dialogue of knowledge where the result emerges directly from within its components, and not as the result of a logical, biased, and deterministic dissertation.
Keywords: Sense of belonging, pertinence, behavior, included middle, complex thinking.
Artículos
La Matriz de pertenencia y pertinencia como instrumento transdisciplinar para la detección de necesidades, una perspectiva desde la lógica del tercero incluido
The belonging and pertinence matrix as a Transdisciplinary instrument for the detection of needs, a perspective from the logic of the included third

Recepción: 08 Agosto 2021
Aprobación: 20 Septiembre 2021
Publicación: 05 Octubre 2021
El presente documento destaca los resultados de la investigación realizada durante el periodo comprendido entre el año 2015 y el año 2019 sobre el sentido de pertenencia y la identidad, desde una perspectiva pragmática y utilitarista, la cual parte de la premisa emergente de dicha investigación y que establece que la conducta humana es la manifestación visible de la concepción subjetiva de las necesidades reales del individuo, derivadas del registro emocional al momento en que sucede algún acontecimiento y la traducción personal de la percepción de dicho evento.
En otras palabras, la conducta humana es la manifestación visible de la interpretación emocional que realiza la persona de sus necesidades reales, determinada por la percepción de conveniencia individual pero que regularmente se disfraza con un discurso de bienestar grupal, es decir, que la conducta humana es en todo momento la acción convenenciera y oportunista de un individuo ante cualquier circunstancia, dejando en claro que en su decisión no existe ningún factor externo que sea determinante para su comportamiento, salvo que sufra de algún trastorno mental o alguna discapacidad a nivel cognitivo.
Es importante aclarar que aun padeciendo alguna discapacidad a nivel cognitivo como puede ser el autismo, el síndrome de Down o sufrir algún trastorno mental como el trastorno antisocial de la personalidad, síndrome de Estocolmo, ataques de pánico o el suicidio por mencionar algunos, se tiene la facultad de llevar a cabo procesos cognitivos básicos tales como observar, describir o memorizar, inclusive careciendo de alguno de sus órganos o sentidos primarios y por consecuencia la decisión de actuar de una forma u otra sigue siendo meramente personal.
Dicha percepción surge al realizar una inter-relación compleja y multicausal de su entorno con la relación que él mantiene con sus grupos cercanos y su incursión en las estructuras sociales y económicas, poniendo de manifiesto que el poder determinar oportunamente los motivos que dan como resultado un comportamiento específico, son de vital importancia al momento de que las organizaciones deben tomar decisiones con respecto a la distribución de los recursos de una manera eficiente.
Por tal motivo se considera como problemática principal la determinación de las necesidades reales y la satisfacción de las mismas como causa del comportamiento humano, mismas que a la postre derivarán en la generación, fortalecimiento o en su defecto deterioro del sentido de pertenencia, recayendo en el propio individuo la responsabilidad absoluta de sus actos, dejando en claro que cualquier argumento que trate de eximirle, no es más que un pretexto para trasladar dicha responsabilidad.
Para tal efecto se ha considerado como objeto de investigación a una población escolar sin características exclusivas, es decir, que se toma como muestra a la comunidad escolar de una institución regida por las mismas legislaciones y protocolos de actuación, que establece el sistema educativo nacional, para todas las instituciones educativas del país, pretendiendo con esto dejar en claro que no importando donde esté ubicada la población o la comunidad que se analice, el origen de la conducta se puede establecer de la misma manera ya que se tienen las mismas bases epistemológicas.
El sustento epistemológico de la “Matriz de pertenencia y pertinencia” engloba la visión general del todo, con respecto a la conducta humana es decir, que analiza las necesidades del individuo y la identidad o el sentido de pertenencia, desde los diferentes enfoques y perspectivas paradigmáticas de aproximación a la realidad, partiendo del enfoque positivista cartesiano hasta el argumentar desde la lógica y la fenomenología, obligando a trascender mediante una Espiral Evolutiva del Conocimiento (Huerta, 2017) hacia nuevos paradigmas de interpretación.
El planteamiento anterior establece como punto de partida la conformación de lo que diversas disciplinas interpretan como conducta, entendiendo que cada una de ellas refleja un paradigma específico de aproximación a la realidad, destacando que ya sea desde el punto de vista psicológico, antropológico, sociológico, histórico, pedagógico o económico-administrativo, cada uno trata de imponer sus argumentos pero de forma desarticulada e independiente.
Por tal motivo se habla de la perspectiva hologramática del pensamiento complejo, dado que se rescata lo esencial de cada uno de los paradigmas disciplinares mediante un diálogo interdisciplinar, buscando conformar resultados que integren los enfoques de cada una de ellas pero sin sobreponer a alguna sobre la otra, dándole a cada elemento aportado por estas disciplinas el valor de indicador únicamente, más no de determinador.
Contemplar un esquema multifactorial para poder describir la realidad o interpretar los motivos de una conducta específica, cuestiona la concepción reduccionista y simple que por mucho tiempo se ha manejado como instrumento de control social, aludiendo a la máxima newtoniana donde se establece que: A toda acción corresponde una reacción con la misma intensidad, pero en sentido contrario, misma que puede traducirse como un binomio tan trillado que defiende la premisa de causaefecto, convirtiéndose en frases sin sentido ya que dan por hecho que la realidad es una consecuencia lineal o simplista, dando por hecho que no se considera posible alguna alteración o interacción de otros factores.
Es conveniente analizar si la realidad se puede tasar dentro de estas supuestas máximas universales como si fuera una cuestión automatizada, o como si el ser humano no tuviera la capacidad de poder decidir ante circunstancias dadas, refugiándose en justificaciones absurdas que utiliza el propio individuo para no cambiar el rumbo de sus decisiones ni de sus actitudes debido a que se encuentra prisionero en paradigmas sociales o en pasajes dolorosos que se reprimen o esconden pero que de todos modos, repercuten en su forma de actuar.
Para contextualizar lo anterior, es conveniente ubicarse en un hábitat que proporcione elementos tangibles donde se identifique su funcionamiento como una analogía causal, por tal motivo, la selección del ámbito educativo como punto de comparación, se considera campo fértil para tal efecto dada su extensa variedad de actores interaccionando desde diversos campos de acción y con un número indeterminado de realidades.
Observar a algunos alumnos brincando, otros comiendo, unos más jugando o tal vez solo a la expectativa para poder gritar “ahí viene el profe” y correr de manera intempestiva a ocupar cada quién su lugar dentro del aula, obliga a cualquier observador sin importar su procedencia, a adoptar una postura inquisitiva y fiscalizadora sobre el desempeño docente y los estándares educativos que se manejan dentro de la escuela.
Es importante tomar en cuenta que la perspectiva que pudiera tener cualquier observador, dista mucho de lo que pudiera considerarse como una verdad en torno a lo que acontece en el grupo, dado que dejan fuera del contexto observado lo que cada uno de los alumnos pone al descubierto, en primera instancia las necesidades reales que tiene como persona y en segundo lugar, la interpretación personal del registro emocional resultante de las relaciones que ellos guardan con los múltiples componentes de su entorno.
Cabe destacar que al mencionar el registro emocional, se hace referencia a la traducción personal de las necesidades propias, generando de manera inmediata un registro subjetivo de bueno o malo, mismo que a la postre determinará su comportamiento y que no necesariamente, puede ser la misma interpretación para los demás, ya que cada individuo tiene su propia traducción y concepción de esa realidad, como lo menciona Goleman (2008) en la Inteligencia Emocional, afirmando que no es la simple acción lo que se debe interpretar como conducta, sino se debe descubrir cuál es la interpretación personal de la necesidad en el momento mismo de la acción.
Cuando se analiza la conducta de una persona ante cualquier circunstancia, regularmente se buscan los motivos o las razones del porqué presenta dicho comportamiento y se da por hecho que su proceder es la manifestación visible de lo que a esa persona le interesa o necesita, con lo que se siente identificado o de donde el individuo se percibe como parte integrante, considerando en todo momento que toda conducta es una decisión personal con el pleno convencimiento de lo que se está haciendo.
De esta forma es como puede interpretarse que la identificación y satisfacción de las necesidades reales de cada individuo, es directamente proporcional a la percepción, traducción e interpretación personal de lo que éste identifica como satisfactor. Es importante destacar que si el propio individuo no percibe como atendidas lo que traduce como necesidades, no podrá generar un compromiso intrínseco que determine su identidad con algo o con alguien, es decir, no se genera el sentido de pertenencia.
Para ejemplificar lo anterior, puede tomarse cualquier fragmento de la realidad y descomponerse en sus diferentes elementos, entendiendo que la realidad es compleja, multifactorial y por lo tanto multicausal, donde intervienen diversos elementos disciplinares de análisis para poder tener una o varias aproximaciones de la misma.
El análisis de cada uno de los elementos puede ayudar a comprender los motivos reales que tiene una persona para comportarse de alguna forma determinada, comprendiendo a posteriori que no existen paradigmas irrefutables sino dogmas diversos, que bien podrían establecerse como paradigmas establecidos sobre la conducta humana en un tiempo-espacio, pero que ya han perdido su vigencia, y que en la actualidad sirven como pretextos particulares para justificar la ineptitud o incapacidad del individuo por hacerse responsable de sus acciones.
Si se hablara de una visión transparadigmática, tendría que establecerse desde la concepción de que las necesidades deben entenderse como una cuestión egocéntrica y carente de filantropía, ya que no se necesita ser un erudito en ningún aspecto disciplinar para saber que no se puede dar lo que no se tiene, es decir, si se retoma esa postura empática de la manera romántica y se empecina tratara de entender y querer solucionar los problemas de todo el mundo, jamás se llegará a soluciones concretas, principalmente si las personas no se preocupan por solucionar sus propios problemas sin importar los intereses de los demás difícilmente estarán en condiciones de poder hacer algo por ellos.
El identificar las emociones y sensaciones en uno mismo, es lo que podría llamarse tener consciencia de las cosas y es esta consciencia, la que determina que nadie puede escaparse de la consecuencia de sus actos, entendiendo que toda conducta se realiza de manera consciente y con pleno convencimiento, dejando en claro que lo que no puede dimensionarse son los resultados. Por tal motivo es preferible buscar culpables del actuar personal, escudándose en discursos de manipulación tales como el del “ejemplo” o “la reproducción de patrones de conducta” en lugar de aceptar que la responsabilidad es personal e intransferible.
De acuerdo a lo planteado anteriormente, se puede afirmar que la conducta es el resultado de los procesos cognitivos básicos sometidos por las emociones y la traducción personal de las propias necesidades, entendiéndose entonces que el comportamiento de todo individuo obedece a la interacción de los procesos cognitivos básicos tales como la percepción, la atención, la memoria, el pensamiento, el lenguaje (por mencionar algunos), más las emociones que se desatan en cada individuo al momento de registrar la información en la memoria y la interpretación de las mismas, entendiendo que no todos reaccionan de la misma manera ante los mismos estímulos.
Se destaca entonces que este registro emocional es el que le da sentido y direcciona el enfoque sobre el satisfactor que la atiende, generando de esta forma un compromiso con el proveedor del satisfactor. La afirmación anterior bien puede definirse como el Sentido de Pertenencia, es decir que los Procesos Cognitivos Básicos más el Registro Emocional más la Traducción Personal de la Necesidad, dan como resultado el Sentido de Pertenencia (PCB+E+TPN=SP).
Considerando esta propuesta, se establece que tal interacción compleja es la que al final impulsa al individuo a tomar una decisión o a realizar una acción determinada, haciendo referencia a la analogía popular de que la conducta que manifiesta cualquier persona, es tan solo la punta del iceberg y que el resto del témpano es una cuestión compleja y por tanto, multifactorial.
Al hablar de procesos cognitivos básicos, se alude a que cada individuo es responsable de sus actos auspiciado por la evaluación consciente de los factores y circunstancias que intervienen en un acontecimiento dado, priorizando en cada individuo un razonamiento moral convencional (de conveniencia) y que las decisiones siempre son tomadas con la convicción y aceptación personales, en otras palabras, ningún individuo puede realizar una acción o mostrar una conducta determinada, sin estar convencido de querer hacerlo, a menos de que se encuentre trastornado o discapacitado a nivel cerebral.
En este sentido la propuesta transparadigmática que ofrece La Matriz de Pertenencia y Pertinencia permite identificar las necesidades reales de los individuos en el momento inmediato, con la finalidad de crear las alternativas de interacción entre la organización y sus integrantes al conformar grupos con necesidades homogéneas. Esto permitirá que las organizaciones estén en condiciones de generar los satisfactores directamente de los recursos con los que cuenta; haciendo que el individuo se sienta arropado por ellas es decir, que perciba que la organización a la que pertenece realmente es la proveedora de esos satisfactores y se preocupa por su persona.
La nueva perspectiva que ofrece La Matriz de Pertenencia y Pertinencia en torno al fortalecimiento o generación de la identidad de un individuo hacia las organizaciones, les permite a estas, indistintamente del giro o sector al que pertenezcan, la posibilidad de identificar de manera inmediata a cada uno de sus integrantes a partir de la clasificación de sus necesidades reales, facilitando con esto la obtención de información real y objetiva con respecto a lo que piensan y sienten.
Considerando la perspectiva anteriormente planteada, puede decirse que se está frente a la propuesta de un paradigma transcomplejo, dado que se asumen desde lo ontológico, el abordaje de los distintos niveles de la realidad como espacio de aproximación posible. En este sentido la metodología establecida desde La Espiral Evolutiva del Conocimiento (figura 1), parte de la concepción de una cosmovisión como seres humanos o transujetos en el bioplaneta, hasta entender cuál ha sido el papel en este momento sobre el abordaje de los fenómenos que surgen en los diferentes ecosistemas globales.
El presente esquema emerge del diálogo epistemológico que se da entre las aportaciones sobre la aproximación de la realidad por parte de las diversas disciplinas enfocadas en establecer los esquemas de verdad y de certeza, mediante sus argumentos y procedimientos específicos, y las perspectivas dialógicas del pensamiento complejo que lejos de aportar una respuesta o postura sobre la realidad, ofrece un abanico de posibilidades del porqué esa realidad puede ser o no de una forma determinada.
Debe entenderse que el punto de partida establecido en la Espiral Evolutiva del Conocimiento puede tomarse como: la identificación y establecimiento de los motivos que tiene un individuo que manifiesta determinada conducta, considerando que dicho comportamiento es solamente la toma de una porción de la realidad del sujeto o un evento específico de esa misma realidad y que al someterlo al escrutinio de la Espiral Evolutiva del Conocimiento se pueden obtener diversas aristas de ese evento o una concepción compleja con diversas aproximaciones de la realidad.
En este primer momento se está frente a un acontecimiento que refleja un desorden intrínseco de datos, un sistema abierto donde convergen innumerables inputs o alimentadores que lo caracterizan y conforman, pero que a su vez, lo diferencian de los demás sistemas con los que interactúa, dando por hecho que es conformante de un sistema mayor integrado por diversos subsistemas que interactúan entre sí.
Para efectos de esta investigación, se puso de manifiesto que se analiza la determinación de la conducta desde las aportaciones de cada una de las disciplinas, creando una convergencia epistemológica en la concreción de posturas sobre la interpretación de las necesidades reales de cada individuo, donde el elemento principal del sentido de pertenencia se asume como la conducta misma entendiéndolo también como sinónimo de identidad.
Es de esta forma que se obliga al investigador a refugiarse en puertos seguros y conocidos donde se navegue sobre leyes o verdades absolutas e irrefutables sobre el porqué es que un individuo puede comportarse así, o cuáles son los motivos que dicho individuo tiene para conducirse de la forma en que lo hace, pretendiendo manejar el caos que esto representa mediante metodologías previamente establecidas y certificadas por su supuesta universalidad, encadenando a dicho individuo a una interpretación subjetiva sobre la totalidad de su personalidad, establecida por una sola manifestación conductual.
Cabe destacar la importancia de este primer momento, ya que es mediante estos procesos metodológicos, que se tiene una primera aproximación a la realidad de las cosas y que es aquí, donde se generan las verdades absolutas para cualquier individuo, dado que es por eso que hace algo o se comporta de una forma dada o que lo acepta por encima de cualquier otro argumento sobre el mismo acontecimiento. En realidad, es aquí el primer choque psicológico para el individuo puesto que está frente a la alternativa de permanecer con su verdad absoluta, conocimientos previos o, lo que algunos individuos paradójicamente utilizan como sistema de defensa y que denominan como experiencia, o someterse a una prueba de viabilidad donde se corra el riesgo de demostrarse que lo que se creía como verdad, no lo es más.
Considerando la propuesta anterior, queda claro que se establece un punto de partida para poder analizar la realidad inmediata, ya que tal postura da por sentado que lo que hace un individuo, indistintamente de su origen o procedencia, es el resultado de su interpretación individual generada por alguno de sus esquemas sensoriales, mismos que le crean una idea del cómo debe traducir la realidad que está viviendo.

Para efecto de la presente investigación, se realizó una interpretación sobre la jerarquización de las necesidades que propone A. Maslow (1943), donde establece cinco niveles de necesidades (Básicas o fisiológicas, de seguridad, de aceptación o pertenencia, de autoestima y de autorrealización), considerando la afectación directa en la conducta del individuo, mediante la concepción de las necesidades según D. McClellan (1961 en Perilla, 1968) quien las reduce a tres (necesidad de afiliación, de logro o de poder) y que pueden conciliarse para buscar que el individuo se identifique con el origen del satisfactor para dicha necesidad (figura 2), quedando de la siguiente manera:

El hecho de agrupar a las necesidades básicas y de seguridad en un mismo bloque, obedece a que se refieren a necesidades materiales, es decir, son consideradas como necesidades materiales ya que se requiere de un satisfactor tangible (figura 3), o que en determinado momento, se pueda materializar para que se dé por subsanada dicha necesidad, sin perder de vista la esencia de la teoría inicial de A. Maslow, que hace referencia a que no se puede avanzar en las necesidades superiores si no se han resuelto las anteriores.

En este sentido, se relacionan con las necesidades de logro que maneja D. McClellan dado su efecto psicológico en el individuo, ya que el individuo al percibir como satisfechas sus necesidades básicas (comer, dormir, frio, etc.) y de seguridad (tener un trabajo, contar con un techo, etc.), se puede crear un vínculo afectivo con la fuente del satisfactor, entendiéndose tan solo como uno de los factores que a la postre, pueden considerarse como elementos del sentido de pertenencia (figura 4).

Posteriormente al agrupar las necesidades de aceptación/pertenencia y de autoestima, se hace referencia a necesidades consideradas como psicológicas, pero no porque sean manejadas o determinadas por la psicología como lo manifestado anteriormente, sino porque son generadas o creadas de manera personal, es decir, son inventadas por el propio individuo con base en su percepción de la realidad y que para que se pueda percibir como satisfecha o atendida dicha necesidad, se debe contar con reforzadores externos de evaluación.
Para tal efecto, se relacionan con las necesidades de afiliación que maneja D. McClellan (figura 5), considerando la interacción social del individuo sin que se torne como determinante el aspecto cultural o el entorno en el que se desenvuelve, sino como un indicador más, y que el individuo al percibir como satisfechas sus necesidades de pertenencia y/o aceptación (grupos, amistades, etc.) y de autoestima (aceptarse como se es, tomando como referencia su relación con los demás.

La perspectiva del individuo como ente social que se ubica en un determinado espacio geográfico como resultado de su origen, nos proporciona una perspectiva antropológica vinculando sus dos variantes, por un lado, su asentamiento y evolución biológica y por otro su interacción con los demás miembros de su especie y con las demás especies existentes, a lo largo del tiempo. Tal perspectiva no puede ser personal ya que la información estaría sesgada y no reflejaría la proximidad a la realidad, entendiendo que todos los seres humanos modifican su conducta cuando se saben observados, hacia lo que se espera de ellos.
Finalmente la necesidad de autorrealización, también considerada como una necesidad psicológica, al igual que las de afiliación es inventada por el propio individuo con base en sus aspiraciones sobre la realidad de su entorno y su satisfacción es netamente determinada por la percepción que tenga el individuo de la relación que guarde su filosofía de vida con su desempeño profesional (figura 6), entendiendo el ser profesional no al individuo que cuenta con un titulo o documento que avale ciertos conocimientos, sino a la persona que es capaz de desempeñar su labor, cualquiera que esta sea, siempre de la mejor manera que le es posible.

Esta necesidad, la de autorrealización, se relaciona directamente con la necesidad de poder que maneja D. McClellan en su clasificación, ya que si el individuo logra identificar su camino hacia el poder o logra visualizarlo como posible o alcanzable, podrá percibir que es un ente realizado en todos los aspectos de su vida. Para tal efecto se utiliza como apoyo el TEST de Orientación Vocacional estandarizado, denominado: Inventario Herrera y Montes (1986), retomado del libro: “Eligiendo mi Carrera, Un proyecto de vida” emitido por la Dirección General de Orientación Y Servicios Educativos de la Universidad Nacional Autónoma de México.
De esta manera es como se lleva a cabo el diálogo entre las múltiples disciplinas que, con base en la presente investigación, conforman de manera integral los elementos mínimos sobre la conducta de un individuo desde una perspectiva holística y hologramática considerando las diversas aportaciones de cada disciplina y entendiendo que ninguna tiene un peso superior a otra, sino que son elementos causales en la misma dimensión y que el peso que pueda tener alguno de ellos, va a ser determinado por la percepción individual sobre su necesidad real.
Así pues, el sustento metodológico planteado por la Espiral Evolutiva del Conocimiento, rescata en todo momento la esencia particular de cada disciplina contemplada desde su metodología básica y que determina su aproximación particular sobre la realidad, es decir: la interpretación fenomenológica que se origina al determinar las necesidades de logro, mediante la relación que percibe el individuo en ese preciso momento con respecto a su vida personal (saber si esa percepción lo tiene conforme o inconforme), saber cuál es su percepción inmediata sobre su entorno familiar (si está conforme con la relación que mantiene con cada uno de sus miembros) y la de saber su percepción personal inmediata sobre la influencia económica en su vida y la forma de afrontarla.
También se contempla el análisis lógico al interpretar las necesidades de afiliación derivadas de la percepción externa sobre los estándares de desempeño individual (donde el responsable del grupo de trabajo determina si se cumplen con los estándares establecidos o no), la interacción con sus compañeros de grupo o equipo (utilizando la guía de observación para determinar si es partícipe o no, más no de sus motivos para hacerlo) y de la percepción externa sobre los grupos de convivencia próxima del individuo (identificando las características de sus grupos internos y los elementos de conformación de sus grupos externos).
Y el análisis científico (positivista) para determinar las necesidades de poder, enfocado a la identificación de aptitudes e intereses individuales para la creación de grupos o subgrupos homogéneos de trabajo, pero sin perder de vista la cosmovisión como seres humanos o transujetos en el bioplaneta que se habita, obligando a entender cuál ha sido la concepción global del universo y cuál ha sido el papel individual con respecto a la generación de conciencia, bioética (entendida como el estudio de los aspectos éticos de las ciencias de la vida, medicina y biología principalmente, así como de las relaciones del hombre con los restantes seres vivos) y responsabilidad social.
Al hablar de una perspectiva transcompleja, es necesario considerar que se trata de una condición de fondo más que de forma, desmarcándose del entendimiento de lo que puede ser complicado por no contar con los elementos para poder comprender algo, aclarando de facto que el pensamiento complejo busca establecer una postura en la que se pueda trascender en cualquier ámbito que conforme al individuo, encaminándolo a desarrollar habilidades cognitivas superiores y dejar la puerta abierta a la posibilidad de que lo que se ha creído en el transcurso de la vida posiblemente no existe, comprendiendo que su validez es producto de la subjetividad y por lo tanto carece de universalidad.
Es en este sentido que se debe tener claro que la complejidad no es lo mismo que complicación de las cosas; complejidad hace referencia a la red diversa y entretejida que compone un fenómeno en forma global, no dividiéndolo en todas las disciplinas involucradas para analizarlas por separado (entendiéndose por disciplina a todas y cada una de las actividades y normas encaminadas al esclarecimiento de una temática en particular), sino todo lo contrario, entendiéndolas desde una postura sinérgica tomando en cuenta la interrelación e interpretación de las mismas en cuanto a la percepción y análisis de un evento.
El tener una perspectiva diferente o proponer una aproximación de la realidad distinta a lo que dictan los cánones disciplinares, y que podrían entenderse bajo un paradigma complejo pero para nuestros tiempos caduco, exige obligatoriamente considerar la formulación de un transparadigma necesariamente transcomplejo, dejando fuera perspectivas lineales y deterministas basadas en concepciones tales como que “A+B siempre será C” (figura 7).

Otros ejemplos que dejan en claro la existencia de paradigmas que han perdido su vigencia, es la propuesta de que los individuos no son responsables de sus actos, ya que son el producto de lo que sus padres o círculos cercanos han hecho con ellos, como podrían pregonarlo los psicólogos y los pedagogos; o que la cultura y el hábitat individual es lo que determina el comportamiento según antropólogos, sociólogos e historiadores.
Como puede apreciarse, las perspectivas deterministas pretenden escudarse en la ilusión de certeza que da la lógica aristotélica, al afirmar los axiomas de identidad y de no contradicción (Morin en Bustamante, 2008), desembocan en la propuesta del principio del tercero incluido que afirma:
El principio de no-contradicción no elimina la contradicción, sino que le da un lugar, incluso le da una posibilidad. Adviértase, además, que decir “proposiciones contradictorias” es afirmar que se refieren a la misma porción de realidad y en las mismas condiciones (de tiempo y relación). Pues dos proposiciones contradictorias pueden ser ambas V, si se dicen para momentos distintos o para relaciones distintas (Bustamante, 2008: p. 28)
Entendiéndose que existe la posibilidad de lograr una propuesta cerrada sobre sí misma, lo cual obliga a que el conocimiento evolucione y que pueda existir un resultado diferente al permitir la recursividad de las premisas iniciales. Desde esta perspectiva se puede hablar de una “Incertidumbre cuántica” como propuesta directa donde el individuo es la principal fuente de insumos para crear las alternativas de satisfactores ante su percepción de necesidad, es decir, que la perspectiva transcompleja para la creación de transparadigmas debe partir de lo que el individuo supone que en ese preciso momento puede satisfacer lo que el percibe como necesidad.
Derivado de lo anterior, se concluye que las visiones transparadigmáticas no desaparecen a los paradigmas anteriores, sino que las utilizan como punto de partida para evolucionar dado que ya cumplieron su cometido durante determinado tiempoespacio-entorno, pero que al aplicarse a las sociedades o situaciones actuales, se denota que han perdido su vigencia y operatividad.
Retomando lo ejemplificado a lo largo del actual documento, La Matriz de Pertenencia y Pertinencia parten de una base positivista causa-efecto incorporando las visiones antes manifestadas sobre la conducta humana pero buscando la evolución mediante la lógica del tercero incluido, hacia la incorporación de que las necesidades del individuo se puedan satisfacer materializando las propuestas emergentes de los mismos integrantes, para de esta forma cambiar la perspectiva de imposición por una visión de inclusión de sus percepciones y emociones.
La conducta del ser humano siempre ha sido motivo de desencuentros teóricos a lo largo del tiempo; sometida a escrutinios desde las perspectivas psicológicas que postulan al individuo como un ente sin decisión ni voluntad, victimizado siempre por el entorno y la malicia de los factores externos que determinan sus actos, hasta propuestas económicas que defienden al homo economicus por su instinto materialista y mercantilizado, aparentemente libre de valores comunitarios y que prioriza la individualidad como bandera; pero que obligadamente debe analizarse para poder entender la esencia de un investigador social.
Es importante realizar un viaje etimológico por los diferentes paradigmas del conocimiento que por un lado, permitan vislumbrar de una manera fehaciente las concepciones de la investigación ya sea cualitativa o cuantitativa como único medio universalmente autorizado y certificado para determinar la realidad, y por otro, los componentes y supuestos que dirigen al individuo a aceptar dichas realidades como verdades absolutas.
No se va a debatir en este documento la importancia de la cualitativa sobre la cuantitativa o viceversa, ni a determinar el porqué las ciencias duras mejor conocidas como ciencias exactas, son consideradas de esa forma dado su rigor metodológico y su conclusión en teorías y leyes, relegando a las ciencias blandas o ciencias sociales al limbo de la incertidumbre, dado que es común que se cuestione su validez mediante parámetros de universalidad que difícilmente van a ser cumplidos.
El punto central de estos planteamientos, es entender a la investigación como una característica natural de todos los seres humanos, derivada de la curiosidad innata y de la necesidad intrínseca de entender el mundo que le rodea, es decir, crearse un concepto de la realidad con base en los supuestos derivados de los vínculos formados entre el individuo que interactúa con su hábitat y las ideologías que permean su proximidad cultural, tratando de eliminar en lo posible las conclusiones especulativas.
Es menester colocar a la investigación frente a este panorama, dado que se obliga a evolucionar la ontología de la ciencia de su planteamiento rígido y determinista hasta un pronunciamiento gnoseológico como lo propone Gutiérrez (1984):
La gnoseología es la actitud que asume el ser humano ante el conocimiento de la naturaleza, de la sociedad y de sí mismo, tiene como objeto el estudio del conocimiento en sus aspectos más generales y esenciales. Es el estudio de una relación, puesto que el conocimiento es, en última instancia, una relación; la relación que existe entre el sujeto (individual y colectivo) que conoce y el objeto conocido, es decir, es la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento (p. 19).
De tal forma que podría decirse que para hablar de investigación forzosamente se debe considerar una gnoseología escolástica, que deriva de la raíz latina scholasticus y significa escolar, donde esta postura deja al descubierto la relación entre fe y el conocimiento, la razón y la religión, rescatando las posturas aristotélicas, tomistas o agustinas que establecen que solo se llega al conocimiento a través del alma o el espíritu, entendiéndose que solo así se hace conexión con Dios, dando como resultado la iluminación y el entendimiento de lo que se nos presenta en el mundo sensible, pero solo como una percepción más no como una realidad inobjetable.
Pareciera que al hablar del espíritu se hablara directamente de una cuestión religiosa o que si se dice espiritualidad se evoca automáticamente a la práctica dogmática de alguna doctrina sectaria, pero nada es más lejano que esta interpretación conceptual ya que parafraseando al Dr. Balza (2019), se asume que el espíritu es lo concerniente a la unidad abstracta e inmaterial al cual se le atribuye la capacidad de alentar al cuerpo a pensar y sentir y que humaniza al ser humano, dada su genealogía.
La palabra espíritu y aliento son traducciones de la palabra hebrea neshmah y de la palabra griega pneuma. Estas palabras significan viento fuerte, ráfaga o inspiración. Neshamah es la fuente de vida que humaniza la humanidad (Job 33:4). El espíritu humano es la fuerza intangible e invencible que gobierna la existencia mental y emocional del hombre. El apóstol Pablo dijo: “porque quien de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él. (1 Corintios 2:11). [Documento en línea].
El carácter humanizador que encierra dentro de sí la investigación, es el que le permite al ser humano interactuar no tan solo con los demás seres humanos, sino que es esa parte denominada espiritual la que encausa al individuo a ser capaz de comprender a las demás especies, ya sea animales o vegetales que cohabitan el planeta, entendiendo que el término social en un inicio hacía alusión a los grupos humanos exclusivamente, pero que actualmente hablar del término social contiene matices inclusivos que sobrepasan los límites y estereotipos marcados por paradigmas obsoletos.
En este sentido se retoma la propuesta que maneja Arnal y otros autores (1994), quienes a este respecto mencionan que:
La investigación social tiene como finalidad desnudar las leyes que rigen los hechos y fenómenos socio antrópicos, para poder formular teorías que orienten y direccionen la praxis de los actores sociales. Más que aportar explicaciones de carácter causal, interesa interpretar y comprender la conducta humana desde los significados e intencionalidades de los sujetos que intervienen en los escenarios sociales (p. 64).
Dado lo anterior, se puede entonces desprender que el supuesto axiológico de la investigación social tendría que ser el bienestar común priorizando los valores conjuntos de cohabitación con una perspectiva ecosófica, sin tipificarlos con ideas de bueno o malo, de justo o injusto o con propuestas dicotómicas que polarizan las percepciones sobre las diversas aproximaciones de la realidad, pero si destacando la pertinencia que argumentación que lo respalda.
Entiéndase pues bajo esta perspectiva, que una concepción emergente de comprender a la investigación, es que debe contener a lo largo de su desarrollo principios fundamentales teleológicos, que sin importar la estructura metódica como una receta de cocina, ostente los argumentos necesarios para su desarrollo, estableciendo para tal fin:
Un principio ontológico que delimite claramente el objetivo sustancial del fenómeno a estudiar, contemplando las aristas cambiantes del investigador al ser también objeto de estudio y observador pasivo del mismo fenómeno, integrando las diversas realidades obtenidas para postergar una aproximación integradora de la misma.
Un principio epistemológico que retome los paradigmas establecidos en un tiempo-espacio determinado como punto de partida, y que evolucione las propuestas vertidas sobre el fenómeno incorporando no tan solo las variantes teóricas sino las diversas percepciones y sensaciones en torno al fenómeno a tratar.
Un principio metodológico que vislumbre la ruta a seguir formando un andamiaje teórico-procesal capaz de producir las evidencias necesarias para soportar los embates relativistas que sustenten su confiabilidad y;
Un principio axiológico que denote la madurez y espiritualidad necesaria para divulgar los resultados de la investigación sin estar sujetos a prejuicios subjetivos que lo encasillen como bueno o malo.
Se ha hablado mucho sobre las ahora conocidas sociedades de la información y mucho se ha intentado en tratar de convertirlas en sociedades del conocimiento pero ¿Cómo dar ese salto cuántico entre entender la concepción de la investigación desde la teoría, indistintamente de la metodología o enfoque que utilice hacia el rescate de lo verdaderamente importante de los descubrimientos que esta arroje?
No obstante que se pudiera conseguir tal evolución paradigmática que priorice los resultados científicos por sobre las propuestas cientificistas donde lo que importa es la forma o cumplimiento de la receta de cocina paradigmática, el alcance no sería lo suficientemente óptimo dado que solo se acepta que no basta con creer saber que algo existe, como pudiera afirmarse con los paradigmas positivistas, que en este caso nos representan a las sociedades de la información, ubicándose nada más en el plano epistémico pero sin una utilidad pragmática o utilitarista.
Como eslabón seguido a la evolución planteada, se pensaría en convertir el acervo de las sociedades de la información en praxis permanente para que de esta forma se pueda hablar de la conformación de una sociedad del conocimiento, caracterizada por la constante evolución de sus conceptos derivados directamente de los entornos de aplicación y no tan solo de supuestos escenarios idealizados.
A simple vista pareciera que se cumple a cabalidad con los objetivos teleológicos que pudieran plantearse para cualquier tipo de investigación, pero si se pudiera analizar con una mirada alternativa, tomaría sentido la inmersión de la espiritualidad dentro de la evolución paradigmática y ontológica de la investigación, entendiendo que:
La principal característica que distingue el método científico de acercarse a la realidad es describir un objeto, hablar de éste, rodearlo, captar todo lo que atraiga nuestros sentidos e inteligencia y abstraerlo del objeto mismo y, cuando se haya concluido todo esto, al parecer, sintetizar estas abstracciones analíticamente formuladas y tomar el resultado por el objeto mismo. (Suzuki, 2017:p. 19).
En este primer momento de análisis se entiende que el objeto que se cree haber apresado, no es sino la suma de las abstracciones individuales, más no el objeto mismo. En un segundo momento de iluminación espiritual, tomando como referencia al Budismo Zen y en contra posición a la propuesta positivista de la investigación, Suzuki (2017) describe: “El método Zen consiste en penetrar directamente en el objeto mismo y verlo desde dentro. Conocer la flor es convertirse en la flor, ser la flor, florecer como la flor y gozar de la luz del sol y de la lluvia” (p. 20).
Marcando con esto, una evolución necesaria del como las realidades pueden interpretarse de maneras distintas dependiendo de las subjetividades paradigmáticas, destacando que no es necesario destazar al objeto de estudio para poder determinar su todo puesto que al analizarlo de esta manera se comprueba el operar sinérgico de la evolución, donde al querer armar al todo por sus partes se encuentran con un resultado mucho mayor.
Derivado del planteamiento anterior es obligado repensar el hecho de únicamente evolucionar hacia un plano meramente pragmático y utilitarista, donde se maneje el discurso del bienestar común pero solo por que los resultados se puedan aplicar en determinadas circunstancias. El verdadero salto cuántico tendría que ser en la evolución hacia una nueva cultura transhumanista, que trascienda los niveles de conciencia al incursionar en transparadigmas que resulten de la interacción multidimensional de los seres humanos con el mundo que los rodea (Schavino en Villegas, 2020: p. 39).
Las instrucciones y los componentes, están claros; las interpretaciones y las metodologías, también; entonces ¿Por qué se sigue investigando de la misma manera?, ¿Quién es y qué características debe tener tan osado individuo? A manera de conclusión se puede decir que es el investigador social el obligado a cumplir con dicha empresa, siempre y cuando recorra el sendero develado en las presentes disertaciones filosóficas.
En otras palabras, es un hecho que el investigador social debe ser un individuo irreverente de los paradigmas establecidos, sin miedo a la incertidumbre epistemológica pero que necesariamente establezca las bases para la comprensión integral del ser (Balza, 2019: p. 90), a la comprensión del conocimiento para estar en condiciones de valorar e interpretar hermenéuticamente que definen al ser humano como un ente transcomplejo.
Cabe acarar que al decir irreverente no se hace gala de un anarquismo totalitario o de una desobediencia a las normas o cánones, sino que se enfatiza en la conducta inobediente pero siempre propositiva basada en una conciencia ecosófica fundamentada en una transmetodología plagada de nuevas formas de percibir la realidad, pero que al final, demuestra el porqué se puede llegar a merecer el título nobiliario de: Investigador Social.
A manera de conclusión, se puede argumentar que el investigador social debe ser antes que cualquier clasificación etimológica, disciplinar, nobiliaria o científica: un humano; aparentemente el “ser” humano tendría que estar arraigado en el ADN de todos y cada uno de los individuos por el simple hecho de pertenecer a la especie, caracterizándole de manera intrínseca por sus valores y preceptos mal llamados “superiores”, sin tener que sobajar ni menospreciar las características y capacidades de las demás especies cohabitantes.
Aunado a esto, cabe señalar que no es necesario establecer una división entre las propuestas epistémicas de los paradigmas investigativos existentes para que se pueda hablar de una investigación social, basta con entender que cualquier resultado emanado de la investigación indistintamente de su enfoque, metodología u origen, debe tener un impacto directo y contundente en las formas de vida coexistentes, así como de una evolución permanente en lo que no es exclusivo del ser humano y que actualmente debe entenderse como sociedad.






