Artículos
La pedagógica de la liberación como praxis educativa en Enrique Dussel
The pedagogy of liberation as educational praxis in Enrique Dussel
La pedagógica de la liberación como praxis educativa en Enrique Dussel
Revista RedCA, vol. 7, núm. 21, pp. 139-157, 2025
Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 19 Diciembre 2024
Aprobación: 20 Enero 2025
Publicación: 01 Febrero 2025
Resumen: En este trabajo se analiza el planteamiento de Enrique Dussel desde su filosofía de la liberación, en el que se repiensa como ética la pedagógica de la liberación y con ello la praxis educativa. La contribución que hizo Dussel es una posibilidad de ver una transformación en la educación como la relación del otro/a en el cara a cara, y donde se visibiliza las relaciones de dominio y opresión, así como su método analéctico para la liberación que posibilita abrirse al otro/a y su sentir. La pedagógica a diferencia de la pedagogía es un pensar crítico que permite las relaciones entre sujetos libres y va más allá de la pedagogía porque ésta solo se limita a los centros escolares.
Palabras clave: Pedagógica, Analéctica, liberación, educación.
Abstract: This paper analyses Enrique Dussel's approach from his philosophy of liberation, in which the pedagogy of liberation is rethought as an ethic and with it the educational praxis. Dussel's contribution is a possibility of seeing a transformation in education as the relationship of the other in the face to face, and where the relations of domination and oppression are made visible, as well as his analectic method for liberation that makes it possible to open up to the other and his feelings. Pedagogical, unlike pedagogy, is a critical thinking that allows relationships between free subjects and goes beyond pedagogy because the latter is only limited to schools.
Keywords: Pedagogical, Analectic, liberation, education..
Introducción
Hoy en día la educación está pasando por una coyuntura que vislumbra nuevas formas de educar, donde en las instituciones educativas tienen posibilidades de una educación crítica, comunitaria y por ende liberadora. Es momento de replantear las relaciones humanas desde un ejercicio pedagógico. Este ejercicio nos llevaría por caminos de la pedagógica de la liberación como praxis educativa, que se enmarca en la filosofía de la liberación de Enrique Dussel, quien se ha propuesto a partir de los años 60 una reflexión filosófica que comienza en el mundo europeo, pero que va hacer pensada desde América Latina. A partir de la Teoría de la Dependencia es que él se inspira y comienza a pensar que la dependencia no solo es económica, sino que es cultural y de pensamiento. Por eso es que a partir del pensamiento latinoamericano es que Dussel, recoge de las expresiones periféricas del pensamiento oprimido, un pensamiento de la filosofía de la liberación.
El objetivo de este artículo es argumentar la importancia que tiene la pedagógica de la liberación en la praxis educativa, que no va a corresponder a lo mismo de la pedagogía tradicional, sino que va a ir más allá de los contextos formales de enseñanza. La pedagógica de Dussel constituye la relación del cara a cara, una dimensión educativa que tendrá forma de cualquier servicio que se otorgue al Otro/a. Esta ética de la liberación tiene muchos retos que superar, ya que su pensar es totalmente diferente al contexto moderno latino, por ello, se pregunta ¿Cómo la pedagógica de la liberación podrá apoyar en la praxis educativa para la transformación y formación crítica y reflexiva de las personas? Por otra parte, se expondrá los argumentos de la pedagógica de la liberación en América Latina, así como el método analéctico que propone Dussel para la reflexión y para su instauración en la vida de las personas, la educación y los servicios que esta realice.
Relevancia
Se trata de un pensador contemporáneo latinoamericano, que podría ser imprescindible de estudiar por sus aportes para la transformación de la educación, la ética y la liberación. Su vigencia y pertinencia en este nuevo siglo es por demás necesario, así como su crítica al sistema que ha producido desigualdades. Su labor como filósofo ha sido posicionarse desde la pobreza del continente americano y con ello darle voz a los que ha silenciado el sistema hegemónico.
Métodología de la pedagógica de la liberación
La obra de Enrique Dussel desde su filosofía de la liberación nos permite el análisis de la ética como pedagógica de la liberación así como su método analéctico en el que parte del otro/a para la liberación. Primeramente, la obra de Enrique Dussel se enmarca en el pensamiento de liberación surgida en América Latina. Fue a finales de la década de los 60 y con ayuda de la teoría de la dependencia cuando Enrique Dussel y otros compañeros sociólogos, filósofos y economistas comenzaron a trabajar primero para independizar la filosofía que venía de Europa y ubicarse en Latinoamérica, en Argentina y posteriormente en otros países de la periferia y centro. La filosofía de la liberación se encuentra vinculada a la liberación de la praxis de los oprimidos, ya que busca una nueva forma de pensar la filosofía con nuevas categorías de pensar la realidad latinoamericana, es decir, desde los otros que se encuentran excluidos. Asimismo, la ética como pedagógica que piensa la relación entre sujetos se inserta como proyecto educativo de liberación y a su vez crítico, porque posibilitaría a reflexionar la educación. La pedagógica busca escuchar a todos los sujetos en todas las áreas de su vida, porque es en ese escucha donde se podría conocer el mundo del otro/a y así en el tiempo del diálogo llegar a acuerdos. Como segundo momento, hablar del método analéctico es colocarnos desde América latina, por lo que es una crítica al método dialéctico de Hegel y la ontología moderna de la Identidad o de la Totalidad europea. Este momento analéctico va vinculado con la pedagógica porque trata de escuchar al otro/a para tratar de comprender lo que dice su mundo y redescubrir la parte sensible del ser humano, no ya desde el pensar moderno del absoluto, sino desde el pensar de los pobres y excluidos para acercarse a un pensar más humano. En el método analéctico va hacer importante el diálogo entre humanos, entre un Yo y un Tú sensible aceptando su exterioridad, y no lo que en un momento de la dialéctica fue el diálogo solipsista, un monologo interno en el que solo existe uno mismo, sin considerar a los otros y otras con posibilidades y potencialidades.
1. La pedagógica de la liberación en América Latina
Hablar de la pedagógica[1] de la liberación, es pensar en una nueva forma de hacer de un acto educativo una transformación en cada espacio de la sociedad. Los nuevos formatos que la vida nos ha proporcionado con tiempos de crisis nos da la oportunidad de ejercer nuevas formas de relacionarnos. La pedagógica de la liberación surge como ética de la filosofia que piensa al Otro, en el cara-a- cara, que se manifiesta en la particularidad de pensar la realidad que se vive, su manera de ser, de actuar. La historia que se encuentra en cada uno de nosotros, de los proyectos personales y comunitarios. El espacio donde cada quien nace, se reproduce, en su contexto social y cultural, son determinantes para la filosofia de la liberación.
La filosofía de la liberación de América Latina, nace de una realidad de pobreza, ya que los primeros pensadores latinoamericanos se preocuparon por las cuestiones políticas y las exigencias históricos-sociales que les tocó vivir. Fue a finales de los años 60, cuando con Enrique Dussel y un grupo de sociólogos de la liberación, economistas, filósofos y con ayuda de la Teoría de la Dependencia comenzaron a pensar una filosofía para América Latina.
Ésta nacería de la crítica que se le hace al mundo Moderno[2], que ha denunciado su influencia y su descontextualización, y que es pertinente una reflexión desde el marco de la realidad latina, pero no solo buscar las causas de la dominación, sino que a través de la praxis educativa les permita reflexionar y superar la dominación y la desigualdad social para que se lleven a cabo nuevos modelos educativos que generen el ejercicio de prácticas más justas para los que han sufrido la exclusión.
Es por ello que la pedagógica contribuye al pensamiento ético, a la conciencia crítica individual y comunitaria, que de acuerdo a Dussel es la “segunda ética” es la ética que piensa el “cara a cara” la que se da entre entre el padre y el hijo, el maestro y el discípulo, el médico y el enfermo, el filósofo con el no filósofo, el político con el ciudadano, o el que se desarrolla un servicio a Otro (Dussel, 1980). Dussel va a decir que la pedagógia es siempre “lo que se recibe de otro” (Dussel, 1980, p. 11) lo que se encuentra al cuidado del otro.
La pedagógica parte de la eticidad que se va a desarrollar desde la Totalidad y la Alteridad. La Totalidad porque es una categoría que viene de la tradición occidental y que se trata de superarla. Y la Alteridad, a petición de E. Levinas[3], porque va más allá de la totalidad del ser, de la otra cara que es el No ser, con respecto al pensamiento moderno. Ese pensamiento que excluye al Otro/a. Para Dussel[4] es importante ir más allá y superar la totalidad ontológica, que convierte al Otro en lo Mismo, y de lo que se pretende es de darle voz a los sin voz, a la barbarie que es la negación, la alteridad del otro/a.
Esta pedagógica es un pensar crítico, no como en la pedagogía que se da en la relación que tiene el alumno con el maestro, en los centros escolares, sino que va más allá de los procesos de enseñanza-aprendizaje. La pedagógica a barca además otros aspectos de la vida en donde el ser humano se desarrolla, donde se aprende hacer cosas, como comer, amar, luchar, etc., donde se aprende a ser jefe o súbdito, donde se aprende a ser digno o ladrón. Son prácticas que se hacen en cualquier espacio y contexto, y ese es el caso de la pedagógica, que es donde se puede hacer servicio al otro.
La pedagogía no trata estas cuestiones, sino que reproduce lo que la educación moderna nos ha mandatado a lo largo de los años lo que es bueno y racional desde su punto de vista. Para aprender a ser modernos, egoistas e individualistas. Preocuparnos solo por el desarrollo y el progreso individual. La pedagogía moderna, solo nos ha enseñado ha tener una educación individualista, que no se preocupa por la comunidad, por los otros/as, que deja de lado lo que verdaderamente somos, para lo cual, necesitamos una educación que sea más abierta, una educación liberadora, de servicio al otro/a, que se abra a otras relaciones, como los familiares, los políticos, los comunitarios, donde se den estas relaciones de enseñanza y aprendizaje más profundas.
En este contexto se puede apreciar que la pedagógica de la liberación piensa en todas esas relaciones educativas, esas relaciones de enseñanza y aprendizaje que se vinculen con la política, con la economía, con la historia, incluso con la cultura, ya que todas ellas se van a relacionar con una nueva perspectiva educativa en un sentido de liberación. La pedagógica va a cuestionar a la educación moderna y esos proyectos curriculares impuestos desde fuera de las realidades latinoamericanas en las última décadas y lo que va a proponer es una educación descolonizadora.
2. El método analéctico como método pedagógico de la liberación
Hablar de el método analéctico va a partir del Otro/a como ser libre, para “servirle” al Otro/a (Dussel, 1973) , va más allá del sistema de la Totalidad, y se va a convertir en la filosofía de la alteridad, porque va afirmarla. Esa alteridad va a revelar al Otro/a que demanda mi respuesta, y esa respuesta va hacer que se acepte al Otro como otro desde el compromiso moral, afirmarse como finito y negarse como totalidad.
Es imperativo situarse en el cara a cara, persona a persona que vendría siendo el ethos de la liberación. Esa liberación que deja ser al Otro/a como otro/a. Esto es lo que sostiene Dussel cuando afirma que “el ser mismo es analógico” (León, 2011) lo que significa que los seres humanos que tienen semejanzas comunes en la proximidad o el encuentro con el otro, no serán seres idénticos, sino que serán distintos.
El método analéctico desde la ética de Dussel, se hace desde un momento de la dialéctica, donde la apertura de la totalidad ontológica se abre hacia el Otro, por medio de la analéctica es que la totalidad cerrada se puede abrir y puede ver al Otro que no es visto, ser revelado. Este método analéctico es para Dussel un instrumento que permite hacer un diagnóstico de la opresión y dominación que puede llevar a la liberación del pueblo latinoamericano y del mundo (León, 2011), y que va hacer universal.
La analéctica va a partir del Otro/a antopológico/a, es decir, que va a partir de la revelación del Otro/a, y esto sería la filosofía latinoamericana, la que va más allá del sentido posmoderno, europeísta, esto, por la Totalidad del sistema que es dominante y lo que se quiere es que esa dominación hoy por hoy reconozca la existencia de los otros/as distintos/as.
El ethos del método analéctico busca en la liberación situarse en el cara a cara, ya que el estar atento al Otro es ya una opción ética. Es ese pensar que se encuentra en la historia, en ese proceso de liberación que viene desde la voz de la exterioridad de la dominación. Por ello y a partir de la educación, podría llevarse a cabo esta opción ética de la pedagógica, a través del método analéctico, que busca que se rescate nuestra realidad nacional, y nuestros valores culturales. Ésta solo se puede dar a petición de Dussel, en el encuentro pedagógico desde la familia, de la crianza en el hogar, de la comunidad. Por ello es tarea de los padres ayudar a los hijos y desde la ética ser consciente de la situación en la que se encuentre, reconocerse como seres distintos, pero pensando en el Otro que es distinto, y nunca idéntico.
Así el ethos de la liberación pedagógica puede afirmar la alteridad de los pueblos latinoamericanos y los que se encuentren en momentos de exclusión, para que puedan hacer de su práctica una relación en donde se pueda manifestar su cultura, sus modos de vida, sus manifestaciones culturales, sus costumbres, sus saberes. Escuchar para crear desde la alteridad nuestras propias estructuras, tanto políticas, económicas como educativas.
La liberación busca en el Otro: pobre, excluido, víctima, su condición desde la exterioridad, para que su voz sea escuchada. Esa voz del hijo que se encuentra abandonado por su madre amerindia dominada. Por el hijo, el Otro oprimido por la pedagogía dominadora de la totalidad. El hijo huérfano del Emilio de Rousseau, que nos propuso su cultura burguesa, para lo cual nos dio su contrato pedagógico, donde el discípulo se tendría que comportar como huérfano, sin madre, es decir sin cultura y que obedeciera a todo. De ahí surge toda una represión, que va hacer doble, primero porque va a disfrazar a la burguesía de naturaleza, y segundo, porque acepta ingenuamente el proyecto sin conciencia (Dussel, 1996).
3. Paradigma semita en E. Dussel
Hablar de liberación en este sentido es referirse a un marco teórico de contenido semita, que es el salir o salida enunciada en el Éxodo, la salida de los hebreos esclavos en manos de los egipcios como dominadores para llevarlos a la tierra prometida. Egipto se vuelve la metáfora de la totalidad del sistema que oprime y la salida de esa totalidad es ir más allá que sería la liberación. Como escribe Dussel cuando cita a Michel Walzer en “Exodus and Revolution”
Primero, donde quiera que vivas es probablemente Egipto; segundo, que siempre hay un lugar mejor, un mundo más atractivo, una tierra prometida; y tercero, que el camino a esa tierra es a través del desierto. No hay forma de llegar excepto uniéndose y caminando. (Dussel, 2011, p. 538)
Esta idea nos permite ver más allá de la totalidad opresora, para ir a esa tierra prometida, la liberación. El símbolo que indica que la esclavitud es la negación del ser humano en esa totalidad moral que justifica lo malo que hay en la humanidad y el pago de rescatar o liberar a los esclavos para que estos alcancen su libertad. La palabra de rescatar se puede explicar con la palabra redimir o exonerar; que viene siendo que el esclavo alcance su libertad porque alguien lo rescata o paga por él.
Esta idea de liberación nunca fue pensada por los griegos, los romanos y mucho menos por la filosofía moderna hegemónica (Dussel, 2016) porque se encontraban ensimismados en su propia idea. La idea de liberación versus la de emancipación, y es que la primera declara que el esclavo como se encontraba bajo el estatus de esclavo y ahora pasa a otro estatus el de ser libre, que nunca el proyecto vigente de la totalidad lo hubiera visto, era imposible. Y la emancipación que es una categoría muy usada en la hegemonía dominante como diría
Antonio Negri citado en Dussel donde expresa “que el sujeto del derecho puede llegar a ejercerlo como lo que ya estaba en potencia” (Dussel, 2016, p. 199) es decir, que la emancipación solo se trata de autonomía, de ser lo que ya se era dentro del proyecto ontológico, que el hijo a los 18 años de edad pueda obtener su documento que le pueda acceder al voto o a otros procesos administrativos, ya se tenía el estatutos solo le faltaba la edad. Por otro lado, la liberación se da cuando el humano cambia de estatus, es un concepto transontológico, que va más allá del estatus y que pasa a otro momento, el de la liberación.
La teoría de la liberación es tan antigua como el ser humano y es universal porque le pertenece a él mismo en sus acciones, asimismo, es éticamente finito y por tanto es imperfecto, ya que en la praxis puede tener faltas y va a requerir a través del tiempo constante la crítica. Así esta filosofía encarnada en la liberación desde la trascendentalidad es racionalmente tratada a partir del Otro, de la Alteridad, que va más allá de la totalidad o del ser en el mundo, ontología de M. Heidegger (Dussel, 2016). En la lógica de la liberación inicia como la interpelación del oprimido hacia el opresor “Deja salir a mi pueblo” (Dussel, 2016, p. 142). y por eso hicieron más fuertes los castigos hacia el oprimido, sin embargo, ante las negativas y según el mito del Éxodo vinieron las “plagas” que eran indicación de muerte en todo Egipto (Dussel, 2016). Por esto Dussel hace hincapié en la lucha defensiva. Será necesario defenderse de los ataques del opresor ese sería el comienzo de la praxis liberadora del oprimido y por ende como violencia desde la perspectiva del opresor.
La praxis de liberación busca cuestionar al sistema moral vigente, deconstruirlo o destruirlo, para después construir otro nuevo. Es una apuesta de cómo desde el sistema de víctimas busca desde la negatividad su instauración hacia la positividad que afirma analécticamente la negación de la negación. Así la legitimidad del consenso del pueblo es el que le dará fuerza al nuevo sistema, pero al no contar con ese consenso que le daría validez al sistema se volvería un sistema opresor. Por tanto, la filosofía de la liberación es la que va a cuestionar a la modernidad como creadora de injusticias en el nuevo mundo. Por ello el paradigma de la liberación es la crítica desde la filosofía de la liberación y propone reflexionar a partir de diferentes contextos, como América Latina, África, India y otros tantos donde se mantiene el sistema de dominación y que buscan su liberación.
4. Praxis de liberación: la pedagógica como deconstrucción del sistema social
La praxis de liberación busca deconstruir o destruir el sistema de dominación y la moral de sus instituciones que aún siguen en el presente y siguen generando víctimas. Por ello la praxis de liberación busca ir más allá de ese fundamento, levantándose frente a la ley que es injusta y que excluye a millones de personas, y lo hace desde la exterioridad del mundo y la moral de ese sistema. En este sentido, busca liberar a la víctima, al excluido del sistema para que este sea libre, Dussel lo va a llamar “que llegue a ser lo que no era” (Dussel, 2016, p. 141), es decir, que es crear un nuevo sistema.
Se ha dicho que la filosofía busca pensar la realidad y ya es necesario pensarla, criticarla, imaginarla, para transformarla. La lucha del nuevo sistema creador, crítico, el de las víctimas que cuestionan al sistema y que interpelan al dominador. Esta lucha es la dominación de las instituciones del sistema vigente con el sistema de víctimas, en el que nadie se podía revelar contra el sistema hegemónico y que parecía como natural que esas instituciones de forma legítima fueran las dominadoras del sistema vigente. Solo cuando las víctimas reclamaban sus derechos los llamaban violencia, no es más que una lucha por defender sus nuevos derechos lo que les ha otorgado la historia. Lo que el sistema llama violencia no es más que el reclamo de los derechos de las víctimas y que es legítima. En este momento Dussel diría
“Hay también que perder el miedo a la inmoralidad de la moral vigente” (Dussel, 2016, p. 144), él llama a que hay que luchar contra el sistema imperante que ha ocasionado el sistema de víctimas y que es necesario mirar hacia los Otros/as, los que sufren para que estos tengan un mejor futuro.
Se necesita una ética que permita liberarse de esa moral, de esos valores que dominan a los Otros/as, esa ley que los tiene subyugados y que a través de la praxis de liberación puedan quedar libres. En este sentido pretender algún acto desde la moral vigente puede que tenga bondad desde el sentido legal y, sin embargo, podría ser injusto, por ejemplo, el pago del salario mínimo en México que no le alcanza a las familias para que tengan una vida digna. Es de esta magnitud el problema de ser legal desde el sistema vigente y ser ilegal cuando reclamas por tener una vida digna.
Ser crítico en estos tiempos es ser ilegal, porque se rechazan todas las irregularidades que genera el sistema moral, en cambio, afirmar la moralidad del sistema es ser bueno y justo dentro del sistema normativo vigente. Pero la criticidad nos lleva a pensar que dentro de esa moral y normatividad vigente que aparenta ser buena porque es legal se esconde el esclavo de ese sistema, porque simula una ley que en el fondo es dominación. Un recuento de ese juicio se encuentra en el sistema esclavista de los griegos, cuando decían que era justo y correcto tener esclavos y Aristóteles justificó ese sistema. Lo mismo pasa ahora con el capitalismo, pensar que la competencia es buena, que el consumismo es normal, es una ilusión del sistema vigente.
Pero cuando el crítico pone en cuestión al sistema, es un momento que le antecede a la praxis de liberación, aunque este coexiste en el tiempo, pero el crítico es libre ante el sistema y puede crear algo nuevo porque se encuentra liberado del sistema opresor, él va hacia adelante y puede construir un nuevo sistema, porque el sistema vigente del dominador se ha quedado limitado e incapacitado para crear uno nuevo.
Este nuevo sistema pretendido, es el momento de la creación del nuevo orden de la voluntad que nace desde la exterioridad, de la alteridad, es decir, desde el Otro/a hacia el futuro, es precisamente desde el excluido, del pobre, del explotado, que rompe con el sistema moral vigente y lo subsume dentro del nuevo proyecto. Pero para que ese proyecto liberador pueda caminar va a necesitar de la crítica constante, ya que la praxis de liberación concretamente deberá ser criticada, porque ese proyecto es de las personas y ellas son finitas y limitadas, por tanto, la praxis de liberación es imperfecta, debido a su ambigüedad o alguna falla ética, por ello, siempre va a requerir de la crítica constante y corregir lo que está mal o que pueda provocar una vez más víctimas en el nuevo sistema.
5. La pedagógica como alternativa educativa
Mirar el mundo de manera empírica con los modos de un sistema que poco a poco ha ido destruyendo la vida en la Tierra, desde su insostenibilidad, nos hace pensar el por qué se encuentra al borde del precipicio, entonces se echa un vistazo hacia el pasado y se observa como el sistema-mundo moderno con su idea de dominar la naturaleza ha ido aniquilando las posibilidades de la vida en la Tierra.
Por ello es necesario una transformación de los modos de vivir en ella, tomando conciencia de la situación real que se está viviendo y transitar a otras formas de vivir. Desde esta perspectiva, es que la descolonización toma sentido, porque se trata de desmontar la idea de que la colonización de los pueblos periféricos fue un descubrimiento. Fue más bien una dominación de personas y ahora mismo siguen vigentes, pero con otras formas más sofisticadas.
Por todo ello y con razones que asumía Dussel es tiempo de hablar de ¿Qué es la descolonización? para después ligarlo a la educación. La descolonización nos remite a la colonización. En donde existe un mundo moderno; un centro y una periferia, en el que el centro dispone de la periferia y éste le transfiere recursos lo que la convierte en ser siempre dependiente y, por tanto, condenarlas a un mundo injusto, deshumanizante y desigual.
Bajo esta lógica, el centro es superior, porque el hombre que habita en ese mundo es un hombre “civilizado” y, por otro lado, la periferia, que es inferior porque ahí habitan seres irracionales, atrasados y subdesarrollados. Pero esa categorización se la da el mundo moderno, el momento fundacional de la modernidad, mediante la cual se justificaría la dominación del centro sobre la periferia, considerando la dominación como descubrimiento o la colonización del mundo moderno fundado sobre el hecho histórico de la conquista. El concepto de la conquista como lo ha visto el mundo moderno es el proyecto que ha hecho del mundo periférico su forma de dominación, que ha permitido la deshumanización de las víctimas. Dominación del mundo moderno por todo lo que tenían los pueblos periféricos y en el que solo a ellos benefició (Dussel, 1994).
La colonización vació a los pueblos originarios de todo lo que ellos poseían: de sus recursos naturales, de sus costumbres, de sus creencias, de sus saberes, de todo lo que ellos eran, y que poco a poco fueron llenando de lo que es el dominador. En este sentido la colonización vino acompañada del racismo, lo dijo F. Fanon “Asistimos a la destrucción de los valores culturales, de las modalidades de existencia. La lengua, el vestido, las técnicas son desvalorizadas” (1965, p. 40). Por ello la forma de apoderarse de los sujetos dominados es afirmando su superioridad y negando su subjetividad “quebrantando en lo más íntimo de su sustancia” (Fanon, 1965, p. 42).
Después de tantos siglos de dominación, se ha encarnado en cada una de las subjetividades del pueblo un dominador y en el que las víctimas que son los dominados para que siguieran con ese proyecto civilizador les fueron quitando esa parte de humanidad, y llenando de ese ego dominador. Aquí vale decir lo que dijo Marx acerca de la dominación, en cuanto al trabajo vivo por el capital, en el que no solo se extrae de las victimas sus voluntades, sino su vida, como el vampiro que chupa la sangre (en su metáfora) chupa el trabajo vivo (Dussel, 1993). Por eso Marx es tan vigente en estos tiempos, porque nos explica la forma de proceder del capital.
No obstante, estamos a tiempo de descolonizarnos de esa mentalidad dominadora para repensar en nuestras realidades, en nuestros contextos, recuperar esa conciencia y autoconciencia que nos obliga a reflexionar en qué estamos haciendo, en nuestras historias, cómo ha venido cambiando la humanidad y cómo hay que enfrentar sus contradicciones, esto desde un pensamiento actual y crítico, que, nos pueda posibilitar a mejores situaciones para todos, ver que en los contextos actuales hay crisis y que es menester propiciar cambios del modo de hacer las cosas y en las formas como nos relacionamos. Por eso es necesario descolonizarnos de esa mentalidad que ya no es posible seguir, la que antepone la ganancia frente a la vida.
Es tiempo de desligarse, de distanciarse de esa tradición moderna, es tiempo de descolonizarnos, pensar críticamente las relaciones de poder y de dominación que nos ha dejado la invasión y la conquista del mundo moderno. Desmontar las creencias que implican ver al humano como objeto, y darle un rostro humano, con un nuevo sentido y con nuevas perspectivas. De eso se trata descolonizar la educación, cuestionar lo que hacemos y por qué lo hacemos, tanto familias, como docentes, estudiantes y administrativos, reflexionar nuestra practica educativa y con base en esas reflexiones actuar en coherencia.
Descolonizar la educación es buscar otras metodologías, es decir, otras formas de caminar que puedan transformar nuestros entornos con un sentido histórico, humano y crítico, no separar lo que pasa en la escuela con lo que pasa en la familia, en la comunidad o en el planeta. Es cuestionar el pensamiento hegemónico que pretende ver a la comunidad estudiantil como entes homogéneos, ocultando que cada sujeto en proceso de formación es distinto, que trae sus propios conflictos e intereses.
La educación en un sentido liberador y transformador tiene su base en el Otro/a distinto/a como lo ha repetido Dussel en sus escritos, ve a los estudiantes que no son iguales, si no distintos. Bajo este marco, todos los estudiantes en su distinción y bajo el diálogo directo y crítico tienen posibilidades de aportar elementos a la discusión para que construyan proyectos comunes desde condiciones simétricas, para resolver problemas semejantes o que les afecte a los del grupo de discusión.
En este proceso de descolonizar la educación será necesario: cuestionar y despojar la narrativa colonial que impera en la educación formal, en las escuelas y universidades, tratando de ir cambiando ese discurso que solo ha encubierto la verdad para ir problematizando las propias realidades que toca vivir, para que a partir de ahí se construyan horizontes que posibiliten un mejor presente para un mejor mañana. En este sentido es necesario resaltar esa conciencia histórica, como:
Un saber de las condiciones en que se asumen la decisión individual, el carácter de ésta y sus consecuencias en los otros, lo que pone en juego la afectividad y el ejercicio intelectual, y se traduce en un situarse en la época y autoimplicarse en la promoción de cambios y nuevos sentidos a la vida personal y social (Reynoso, 2022, p. 109-110).
Que en nuestro tiempo es un ir y venir histórico, que hemos cambiado, la comunidad ha cambiado, la sociedad ha cambiado y lo seguirá haciendo. Comprendiendo que somos otra sociedad, con sus contradicciones y vaivenes.
Otra forma que posibilitaría descolonizar la educación es visibilizar las formas de relación que existe entre el profesor y el alumno, entre el profesor con otro profesor y de alumnos con otros alumnos, para comprender cuál es el nivel en el se encuentran con respecto a cuestiones fundamentales como al racismo y clasismo que podrían esconderse en las escuelas y universidades, para poder caminar hacia nuevas formas de relaciones con perspectiva ética y crítica, asimismo como la toma de conciencia.
Esas relaciones que se dan dentro de una institución escolar son el resultado de siglos de reproducción de dominación de las subjetividades de las personas y que por herencia fueron reproduciendo el proceso de la colonización, tanto el colonizador como el colonizado. Esas relaciones que en su mayoría son de poder, esto implicarían buscar una reflexión profunda acerca de esas relaciones para escuchar al Otro/a y su interpelación, que permita cambiar, para ser más abiertos y más tolerantes.
Bajo esta óptica es pertinente lo que dijo E. Dussel (1994)., acerca del diálogo, en el que la afirmación se encuentra en el “oprimido” el “Otro” (p. 9) que ha sido excluido y que se encuentra en la exterioridad, en la periferia, lo que supone una nueva forma de hacer relaciones, no ya desde discursos oficialistas, sino, escuchando a los Otros/as y considerar sus propuestas y/o argumentaciones para una nueva forma de relaciones.
Asimismo, P. Freire nos dice que el “oprimido” no solo es aquel que vive la dominación, sino la relación dialéctica del opresor y oprimido, que para liberarse de esa opresión hay que liberar a ambos sujetos, en sus subjetividades, pero eso solo puede venir del oprimido, de su toma de conciencia (2005), por eso las relaciones educativas y académicas deberían de buscar humanizar esas relaciones, no separarse de ellas, al haber opresor y oprimido, de lo que se trata es de hacer de esas relaciones una praxis liberadora, que construyan diálogos desde la reflexión crítica y llevarlos a la práctica.
Por eso se insiste en la descolonización educativa, en la que los procesos formales de escolarización pudieran entender porque la razón colonialista se imprimió en esas relaciones de violencia, para después buscar otras relaciones más humanas, en las que se reconozcan a los Otros/as como personas, con principios éticos, que tienen derechos por su dignidad. Ubicarnos en el tiempo en el que vivimos, localizarnos en esos lugares donde enunciamos algo para pensar lo que se está haciendo para poder cambiarlo si es que se va afectando la vida de las personas, siempre pensando en la ética como lo que promueve la vida (Dussel, 1998).
Después, romper y/o cuestionar con actitud crítica lo que fue y lo que es la colonización y las relaciones que devienen de ella, descolonizar la educación es poner en cuestión las imposiciones que vienen del exterior, y en ese sentido poner énfasis en la sospecha sobre conceptos y realidades que han sido impuestas desde el exterior. Lo dijo P. Freire (2005), que nada es casualidad, sino producto del accionar de los hombres, lo que indica que las realidades impuestas son funcionalmente domesticadoras, por lo que a través de la conciencia crítica de lo que se impone solo se puede revertir desde la praxis liberadora, es decir, de la acción y reflexión, lo que posibilita ir hacia una transformación de la realidad y sus contextos. Creer y crear que puede haber otras formas de educar que permitan a la educación liberarse de esas imposiciones.
Y eso solo puede venir de la descolonización de la educación, en la que se implique la descolonización de la pedagogía, relaciones de la pedagógica, el currículo, el conocimiento, las mentes. Porque solo a través de ella presupone la politización de los sujetos, tanto estudiantes como profesores con una nueva forma de educar, con diálogo crítico, aceptando otros conocimientos y saberes y no solo un pensamiento único. La educación para la liberación es dar cabida a Otros pensamientos, a la pluriversidad (Dussel, 2020), se tiene que liberar el pensamiento, el conocimiento, la política, la economía, la salud, y todas las dimensiones humanas, pero en este caso es la educación, por ser parte esencial del humano y de la sociedad.
Una educación para la liberación tiene muchas posibilidades de ser y hacer en las instituciones educativas. Por eso la praxis educativa es que sea liberadora, concientizadora, descolonizadora, en el acto educativo y de todas las formas colonialistas que se encuentra subjetivadas en los humanos y en las sociedades. No obstante, es difícil y complejo, pero la esperanza de poder cambiarlas se encuentra en los humanos pensantes y críticos, y que éstas podrían encontrarse en la educación descolonizadora y por ende liberadora.
No obstante, la educación por ahora se encuentra atrapada bajo las lógicas del pensamiento neoliberal, globalizado y capitalista (Jarquín, 2022) . Con la narrativa de que solo se puede tener éxito pensando solo en uno mismo, es decir, en una educación individualizada y egoísta, donde los principios educativos son mercantilistas con orientaciones neoliberales e intenciones privatizadoras, con pruebas estandarizadas basadas en la competencia, con la fórmula fundamentada en la “calidad educativa”, narrativa que se impuso en las últimas décadas.
Este término viene del ámbito empresarial donde calidad se utilizaba en los productos, materiales y que los atributos de ésta se le atribuyó a la educación, la cual habría que ofrecer mercancía de calidad. La calidad se encuentra relacionada con el rendimiento académico, que si el cliente se encuentra satisfecho la escuela es de calidad, de lo contrario no es de calidad (Vega, 2014) sin embargo, también se escuchan voces de los que quieren cambios en la educación y con ello que los estudiantes tengan derechos a una educación gratuita, con profesores que creen que todavía hay posibilidades de transformar las realidades y por ende las sociedades, capaces de comprometerse con la vida y con lo humano.
Algunas orientaciones básicas para la pedagógica educativa
La pedagógica de la liberación va a surgir de la filosofía que piensa al Otro/a, en el cara a cara, en la búsqueda de los aspectos que incluyen la vida de las personas. En la posibilidad de hondar en la vida misma, en esa pobreza que tanto nos ha caracterizado en América Latina. La filosofía de la liberación nace precisamente de los pobres, excluidos, de los indígenas que han sido ultrajados por siglos, de la clase trabajadora por el capitalismo, de las mujeres por el machismo, por esa modernidad que se nos ha impuesto. Esa crítica que se hace al mundo moderno que ha influido y que ha descontextualizado la realidad latina. Por ello, la pedagógica de la liberación como praxis educativa, busca reflexionar el momento de dominación, conocer sus causas, para después superarlas, y poder contribuir a la aspirada igualdad social. Desde la pedagógica se busca contribuir al pensamiento ético, a esas nuevas relaciones que se dan entre personas, todas esas relaciones que se dan como servicio al Otro/a, en el cuidado al Otro/a. Pero esto solo se va a desarrollar desde la alteridad, es decir, el “otro/a” considerando que este Otro/a va tener sus propios intereses, sus propias aspiraciones y lo importante de esto es acercarse al lugar del otro/a y pensar desde ahí. Este pensar crítico va más allá de la relación educativa que se da en las escuelas, sino que se va a dar en las relaciones de servicio en los diferentes aspectos de la vida, en esas relaciones educativas que se vincule a la política, a la economía, a la cultura y a la historia. Por ello es necesario llevar a cabo el método analéctico, que desde la filosofía de la liberación va a partir del Otro/a como humano libre. En el que va a reafirmar la alteridad del otro/a finito. Esa voz que había sido callada y que ahora es momento de ser escuchada y de ser aceptada desde un compromiso ético y moral. Es una nueva forma de ver al Otro/a como algo distinto, no iguales en la proximidad en el encuentro con el otro. Una situación ética en este método analéctico es estar atentos al Otro/a, buscar las relaciones históricas que podrían rescatar nuestra realidad nacional, nuestros valores culturales, en donde se puedan respetar esas manifestaciones de modos de vida. La liberación, busca en el Otro/a su condición desde la exterioridad más allá de la totalidad moderna, para ser una cultura más justa y más humana.
Referencias
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Dussel, E. (1993). Las metáforas teológicas de Marx. España: Verbo Divino.
Dussel, E. (1994). 1492 El encubrimiento del Otro, Hacia el origen del “mito de la Modernidad. Bolivia: Plural.
Dussel, E. (1996) Filosofía de la liberación. Bogotá: Nueva Alianza.
Dussel, E. (1998) Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión. México: Trotta.
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Dussel, E. (2016). 14 tesis de ética: Hacia la esencia del pensamiento crítico. Madrid: Trotta.
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Jarquín, M. (2022). La pedagogía del capital: Empresario, nueva derecha y reforma educativa en México. México: Akal.
León, F. (2011). La filosofía de la liberación de Dussel y el reconocimiento de América Latina como otro desde la educación. Mañongo, XVIII (35), 259-269.
Reynoso, J. (2022). Conciencia histórica de la autonomía universitaria en México, 1929. En Salvador, J. L. (Coord), Pensar la Universidad: Autonomía, conciencia histórica e incertidumbre actual. (pp. 75- 113) México: Universidad Autónoma del Estado de México.
Vega Cantor, R. (2014). La calidad educativa una noción neoliberal, propia del darwinismo pedagógico. Integra Educativa, VII (2), 113-125.
Notas