Resumen: La violencia en la pareja constituye un problema social de gran relevancia por su elevada prevalencia y por las consecuencias para sus víctimas. En los últimos años, las tecnologías de la información y de la comunicación, como Internet y los Smartphones, se han convertido en herramientas frecuentes para ejercer comportamientos de control y agresiones en las parejas jóvenes. En esta línea, la finalidad del presente trabajo es la de realizar una revisión actualizada sobre el abuso online en parejas jóvenes. Para ello, en primer lugar, se analiza en qué consiste este fenómeno y las principales manifestaciones del abuso online en la pareja a través de Internet y los Smartphones. A continuación, se lleva a cabo una revisión de los instrumentos desarrollados para su evaluación y sus propiedades psicométricas. Finalmente, se incluyen varias recomendaciones para el desarrollo de estrategias de prevención derivadas de la evidencia empírica disponible.
Palabras clave:Abuso onlineAbuso online,Relaciones de parejaRelaciones de pareja,Violencia en el noviazgoViolencia en el noviazgo,ControlControl,CyberbullyingCyberbullying.
Abstract: Partner abuse is an important social problem due to its high prevalence and the consequences it entails for the victims. In recent years, information and communication technologies, such as the Internet and Smartphones, have become frequent tools for exercising controlling behavior and aggression in young couples. The purpose of this paper is to conduct a review of the research on online abuse in young couples. To this end, firstly, we analyze what this phenomenon consists of and the main manifestations of online abuse in the couple through the Internet and Smartphones. Then, a review is carried out of the instruments developed for the assessment of online abuse and their psychometric properties. Finally, several recommendations are outlined for the development of prevention strategies derived from the available empirical evidence.
Keywords: Online abuse, Partner violence, Dating violence, Control, Cyberbullying.
Artículos
ABUSO, CONTROL Y VIOLENCIA EN LA PAREJA A TRAVÉS DE INTERNET Y LOS SMARTPHONES: CARACTERÍSTICAS, EVALUACIÓN Y PREVENCIÓN
Partner abuse, control and violence through Internet and Smartphones: Characteristics, evaluation and prevention
Recepción: 15 Julio 2016
Aprobación: 05 Julio 2018
La violencia en la pareja constituye un problema social de primer orden por su elevada prevalencia (Vagi, Olsen, Basile y Vivolo-Kantor, 2015; Wincentak, Connolly y Card, 2017) y por las consecuencias para sus víctimas (Izaguirre y Calvete, 2015; Vu, Jouriles, McDonald y Rosenfield, 2016). Estas agresiones tienden a comenzar a edades tempranas durante las primeras relaciones de noviazgo (Bowen et al., 2014) y pueden constituir el precursor de conductas de abuso en etapas posteriores de la relación (Almendros, Gámez-Guadix, Carrobles, Rodriguez-Carballeira y Porrua, 2009). Los principales tipos de agresiones incluyen las físicas, las psicológicas y las sexuales (Almendros et al., 2009). Aunque tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de la violencia en la pareja, las mujeres son las que sufren las consecuencias más graves de estas agresiones (Archer, 2000).
En las últimas décadas, las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), como Internet y los Smartphones, se han convertido en instrumentos habitualmente implicados en el desarrollo, mantenimiento y disolución de relaciones de pareja (Fox, Osborn y Warber, 2014). Además, las TICs son con frecuencia empleadas como medios para llevar a cabo comportamientos abusivos hacia la pareja, principalmente en forma de control psicológico y agresiones psicológicas y verbales (Borrajo, Gámez-Guadix y Calvete, 2015a; Zweig, Dank, Yahner y Lachman, 2013).
En este sentido, el abuso online en la pareja se ha definido como un conjunto de comportamientos repetidos que tienen como objetivo controlar, menoscabar o causar un daño al otro miembro de la pareja (Borrajo, Gámez-Guadix, Pereda y Calvete, 2015c; Reed, Tolman y Ward, 2017). Las conductas de abuso online a la pareja incluyen el control a través de las redes sociales, el robo o el uso indebido de contraseñas, la difusión de secretos o informaciones comprometidas, las amenazas y los insultos públicos o privados a través de las TICs. Estas conductas aparecen frecuentemente asociadas a comportamientos de agresiones psicológicas y físicas cara a cara, y podrían constituir un precursor de las mismas (Borrajo et al., 2015c). Además, según los estudios, el abuso online es habitual en las parejas. Los datos de prevalencia oscilan entre un 7% y un 80% (Hinduja y Patchin, 2011), dependiendo del tipo de abuso considerado.
La investigación ha mostrado que el abuso online en la pareja está asociado con una mayor depresión y ansiedad para las víctimas, mayor incertidumbre respecto a la relación, estilos de apego inseguro y ambivalente, comportamientos antisociales y mayores niveles de hostilidad, así como niveles de estrés percibido incluso mayores a los provocados por las agresiones tradicionales (p.ej., Hinduja y Patchin, 2011).
Por todo ello, se hace necesario avanzar en el conocimiento y prevención de este tipo de abuso en la pareja. En esta línea, el presente trabajo tiene los siguientes objetivos. En primer lugar, se analizan los aspectos relativos a las tipologías y la evaluación del abuso online en la pareja. Para ello, se describen las principales categorías de abuso online y, de manera relacionada, los instrumentos elaborados para evaluarlas. En segundo lugar, se revisan los aspectos referidos a la prevención del abuso online en las relaciones de pareja, incluyendo la necesidad de desarrollar enfoques holísticos y de trabajar sobre las actitudes que justifican la violencia. Finalmente, terminamos con una serie de recomendaciones y futuras líneas de investigación.
Si bien el estudio del abuso online en la pareja ha comenzado a generar mayor interés en los últimos años, aún son relativamente pocas las investigaciones realizadas sobre esta problemática (Brown y Hegarty, 2018; Hinduja y Patchin, 2011). Esta escasez de atención empírica ha derivado en la ausencia de una definición consensuada para delimitar el fenómeno, lo que ha generado una amplia variedad terminológica en lo referente a su conceptualización. En la Tabla 1 se incluyen las diferentes denominaciones propuestas por diversos autores, así como las definiciones o, en su caso, las conductas específicas que permiten caracterizar el fenómeno. Como puede observarse, algunos de los términos para referirse a este problema incluyen “abuso cibernético” en la pareja, “ciber agresiones”, “violencia digital” en el noviazgo, “ciberacoso” en pareja, “agresiones electrónicas” o “victimización electrónica”, entre otros. A nuestro modo de ver, los términos abuso online en la pareja son los más inclusivos al dar cabida a un amplio rango de conductas, como el control psicológico (p.ej., dónde está la pareja en todo momento y con quién), el acoso (p.ej., llamadas repetidas e insidiosas) y las agresiones psicológicas y verbales, tales como insultos, amenazas y humillaciones (Borrajo y Gámez-Guadix, 2016; Zweig, Lachman, Yahner y Dank, 2014).
Las conductas de control o vigilancia a la pareja o expareja a través de medios electrónicos han sido los comportamientos que mayor interés han generado (Brown y Hegarty, 2018; Leisring y Giumetti, 2014). Zweig et al. (2013) encontraron que herramientas como el email, los teléfonos móviles, e incluso equipos como los GPS o las webcams, eran utilizados para llevar a cabo conductas de control en la pareja (p.ej., envío excesivo de e-mails, comprobación de llamadas y/o cuentas de correo electrónico o utilización de GPS, spyware, webcams y/o contraseñas personales para controlar a la pareja). Borrajo et al. (2015c), por su parte, examinaron las diversas formas de control y vigilancia a la pareja a través de redes sociales, como visitar frecuentemente el perfil de la pareja, leer los comentarios de sus amigos, revisar las fotos, las actualizaciones de estado y/o sus relaciones, o tratar de controlar al otro a través de su perfil en una red social. La prevalencia de estos comportamientos entre adultos jóvenes españoles fue del 75% para la perpetración y del 82% para la victimización.
Darvell, Walsh y White (2011) distinguieron los siguientes tipos de abuso: 1) Hostilidad electrónica, que incluye la publicación o envío de mensajes amenazantes, insultantes o dañinos a través de redes sociales, mensajes de texto o mail; 2) Intrusividad, referida al control de correo electrónico y redes sociales, cambio de contraseñas y creación de un perfil falso; 3) Humillaciones electrónicas, referidas principalmente a la publicación de fotos o información en redes sociales o webs para humillar o avergonzar a la víctima; y 4) Exclusión electrónica, referida a la eliminación, exclusión o bloqueo en redes sociales o listas de amigos.
Por su parte, Burke, Wallen, Vail-Smith y Knox (2011) pusieron el énfasis en el carácter sexual de las conductas de abuso online. Estos autores proponen una clasificación que distingue entre comportamientos de carácter sexual (p.ej., el envío de fotos íntimas y/o sexuales de la pareja sin permiso) y aquellos que no tienen ese carácter (p.ej., insultos, amenazas) a través de diferentes herramientas electrónicas.
La investigación sobre los instrumentos para evaluar el abuso online en la pareja ha avanzado considerablemente. El listado de los instrumentos elaborados para este fin hasta la fecha se presenta en la Tabla 2. Se han agrupado en función de si evalúan victimización (Bennett et al., 2011), perpetración (Lyndon, Bonds-Raacke y Cratty, 2011), o ambos (Borrajo, et al., 2015c). Como puede observarse, la mayoría de las escalas se centran en tipos específicos del abuso online en relaciones de noviazgo, como, por ejemplo, las conductas de control excesivo a través de Facebook (Tokunaga, 2011). Es importante señalar que algunos estudios no proporcionan evidencias sobre la validez de las escalas, o la evidencia sobre su validez es limitada. La mayoría de ellos sí informan sobre una adecuada fiabilidad, principalmente sobre la consistencia interna de las escalas.
Aunque es necesario avanzar en la evaluación del abuso online en la pareja, como puede observarse en la Tabla 2, contamos con una diversidad de instrumentos con adecuadas garantías de fiabilidad y validez.
La evidencia empírica acumulada hasta el momento ha indicado las potenciales consecuencias que ser víctima del abuso online podría provocar (Brown y Hegarty, 2018). Es por ello que urge desarrollar e implementar programas de prevención entre adolescentes y jóvenes adultos. Teniendo en cuenta los datos empíricos con los que contamos hasta este momento, cabe señalar tres recomendaciones fundamentales para el diseño de estrategias de prevención: 1) integrar la prevención de los dos tipos de violencia en la pareja, online y offline; 2) trabajar el papel de las actitudes que justifican la violencia; y 3) considerar la perpetración y la victimización como fenómenos relacionados.
Estudios realizados entre adolescentes han encontrado que el abuso online en la pareja tiende a ocurrir junto con la violencia psicológica y física offline. Hinduja y Patchin (2011) encontraron que aquellos que se habían involucrado en formas de violencia tradicional admitían haberlo hecho también en sus formas electrónicas. Estos autores indicaron, además, que cabe identificar algunas conductas de riesgo que podrían derivar en la victimización, como compartir las contraseñas personales con la pareja.
Los resultados informados por Zweig et al. (2013) también siguen esta línea, indicando que la violencia online se relaciona con las diferentes formas de violencia tradicional (física, psicológica y sexual), tanto en cuanto a victimización como a perpetración. Así, la victimización de la violencia online se asoció con la victimización de las formas de violencia y abuso tradicionales, y la perpetración, por su parte, con la perpetración de las formas de violencia tradicional.
Respecto a estudios realizados con muestras de jóvenes universitarios, Melander (2010a) encontró que la perpetración del abuso online en el noviazgo se asocia significativamente con una mayor perpetración de formas de violencia tradicional (física, psicológica y sexual). Igualmente, la victimización de las agresiones electrónicas también mostró relación positiva con la violencia tradicional.
En resumen, los resultados de las diversas investigaciones muestran que ambos tipos de agresiones (online y offline) tienden a relacionarse y a compartir factores de riesgo comunes. En base a la evidencia empírica señalada, la prevención e intervención en uno y otro tipo de abuso debe integrarse de una manera holística.
El papel de las creencias que justifican la violencia como factor de riesgo ha sido ampliamente evaluado tanto en la violencia general (Hinduja y Patchin, 2011; Zweig et al., 2013) como en la violencia en parejas (Calvete, 2008; Fernández-González, Calvete y Orue, 2017b; Huesmann y Guerra, 1997). Además, los programas desarrollados para prevenir e intervenir sobre la violencia offline en la pareja han hecho especial énfasis sobre las creencias como posible factor de riesgo en la aparición de estas conductas (Muñoz-Rivas, Gámez-Guadix, Fernández-González y González-Lozano, 2011).
Las creencias justificadoras de la violencia hacia la pareja están muy extendidas entre los jóvenes. Por ejemplo, Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary, y González (2007) hallaron, en una muestra de jóvenes entre 16 y 20 años, que aproximadamente el 13% los hombres justificaban las agresiones cuando eran realizadas en defensa propia, mientras que el 22% de las mujeres en momentos emocionales de una intensa furia o enfado. Respecto al abuso online en el noviazgo, Borrajo, Gámez-Guadix y Calvete (2015b) encontraron que las actitudes que justifican las agresiones incrementaron la probabilidad de agresión directa a través de las TICs (p.ej., amenazar o insultar a la pareja).
Por otro lado, son diversos los autores que han señalado las creencias distorsionadas sobre el amor como un factor de riesgo para la aparición de la violencia en relaciones de noviazgo y las han incorporado en los esfuerzos para prevenir este problema (Garrido Genovés y Tello, 2009). Algunos autores han indicado que los jóvenes podrían ser especialmente vulnerables a una mala interpretación de la violencia en la pareja debido a la visión irreal y distorsionada que tienen del amor (Sharpe y Taylor, 1999). Se ha sugerido incluso que la idea de que “el amor todo lo puede” podría provocar la disminución de disonancia cognitiva y crear la esperanza de que las agresiones desaparecerán (González-Ortega, Echeburúa y Corral, 2008). Estas ideas irracionales o mitos incluyen la creencia sobre la existencia de una persona perfecta para cada uno, la creencia de que los celos son una muestra de amor o la creencia en que querer a alguien da derecho a abusar de esa persona (p.ej., controlando todo lo que hace) (Ferrer Pérez y Bosch Fiol, 2013).
En España, son diversos los estudios que han hallado la amplia aceptación que estas creencias sobre el amor tienen entre los jóvenes. Por ejemplo, Marroquí y Cervera (2014) encontraron que alrededor del 30% de una muestra de jóvenes estaban de acuerdo o totalmente de acuerdo con el mito de la media naranja (existe una pareja perfecta para cada uno). Asimismo, más del 70% indicó estar de acuerdo con la creencia de que el amor lo puede todo. Ferrer, Bosch, y Navarro (2010) encontraron también una alta prevalencia de aceptación de los mitos sobre el amor en una muestra de rango de edad más amplio (18-93 años). En el rango referido a jóvenes de entre 18 y 34 años, hallaron que alrededor del 80% se mostraba de acuerdo con alguna creencia distorsionada sobre el amor (p.ej., los celos son una muestra de amor). Los resultados mostraron, además, que eran las mujeres quienes presentaban mayores prevalencias en relación a los mitos sobre el poder del amor (p.ej., el amor debe poderlo todo). Sin embargo, los hombres mostraron mayor acuerdo con los mitos sobre la importancia de la pareja y estar emparejado (p.ej., “la separación de la pareja es un fracaso”).
Por tanto, en base a esta evidencia empírica y a la considerable extensión de las actitudes que justifican las agresiones en relaciones de pareja, este debe ser un punto central de los programas de prevención.
La investigación sobre violencia offline física y psicológica en relaciones de adolescentes y jóvenes ha encontrado sistemáticamente que la perpetración y la victimización tienden a aparecer relacionadas (p.ej., Fernández-González, Calvete y Orue, 2017a). En otras palabras, la víctima suele ser también agresor, y el agresor tiende a convertirse en víctima. Estos resultados han sido también informados para el abuso online (Leisring y Giumetti, 2014; Reed et al., 2017).
Estos hallazgos conllevan una serie de implicaciones para la prevención. En primer lugar, la prevención debería ir enfocada a intervenir en los factores que favorecen la reciprocidad entre perpetración y victimización. En este sentido, es necesario que los programas preventivos proporcionen estrategias para aprender a manejar situaciones específicas que podrían facilitar la aparición de estos comportamientos. Los celos o el enfado parecen presentarse como importantes precursores en la aparición del abuso online, por lo que es importante detectar estas situaciones y favorecer estrategias para interpretarlas y gestionarlas de manera adecuada sin recurrir a comportamientos agresivos (Borrajo et al., 2015a).
En segundo lugar, se debe evitar el etiquetaje de los adolescentes que participan en los programas de prevención (p.ej., “el maltratador”). Los datos sobre la prevalencia de conductas como el control, las amenazas y/o las humillaciones a través de herramientas electrónicas parecen mostrar que estas conductas forman parte de la comunicación habitual de las parejas jóvenes (Kellerman, Margolin, Borofsky, Baucom y Iturralde, 2013), alcanzado tasas del 80%. Por tanto, el empleo de términos estigmatizantes podría resultar contraproducente. Más bien, desde una perspectiva educativa, recomendamos identificar conductas inadecuadas que deben ser corregidas.
Finalmente, es necesario fomentar los factores protectores que incluyen la autoestima, la empatía, la asertividad y las estrategias de resolución de conflictos adecuadas, que redundarán, a su vez, en la prevención de la perpetración y la victimización.
El abuso online en la pareja ha comenzado recientemente a recibir atención como una forma diferenciada de violencia en la pareja. Se trata de una forma relativamente reciente de agresión y victimización, que requiere más investigación y esfuerzos adicionales para su prevención.
Los resultados sobre la prevalencia hallados en los estudios realizados muestran la alta incidencia que las agresiones online tienen en las relaciones de pareja, tanto en estudios nacionales (Borrajo, et al., 2015c) como internacionales (Lyndon et al., 2011). Esto nos urge a desarrollar estudios que nos permitan profundizar en las características y correlatos que se relacionan con este fenómeno, con el objetivo de adquirir un mayor conocimiento sobre el mismo y poder diseñar estrategias de prevención adecuadas. Sin embargo, aunque la atención sobre el abuso online en la pareja está aumentando de manera exponencial, las diferentes denominaciones propuestas para conceptualizar el fenómeno y la diversidad de instrumentos desarrollados para medirlo (Brown y Hegarty, 2018), ponen de manifiesto la necesidad de seguir avanzando en este campo.
Además, es escaso el conocimiento que tenemos sobre los factores de riesgo que propician su aparición, así como de las consecuencias de ser víctima. Por otro lado, de cara a obtener una perspectiva más amplia del fenómeno, es fundamental hacer hincapié en factores familiares (p.ej., experiencias de maltrato en la familia o exposición a la violencia en el hogar) y personales (baja autoestima, impulsividad, etc.) que pueden estar relacionados con la aparición de estas conductas. Esto permitirá conocer si los factores de riesgo asociados a la victimización y la perpetración del abuso online en parejas son similares a los hallados en la aparición de la violencia en parejas offline y los aparecidos en otras formas de acoso a través de las nuevas tecnologías, como el cyberbullying (Gámez-Guadix y Gini, 2016).
Una limitación importante a este respecto es que las investigaciones disponibles hasta el momento son de naturaleza transversal. Futuros estudios longitudinales deben examinar la relación temporal entre factores de riesgo, perpetración y victimización en el abuso online y consecuencias para el ajuste psicosocial.
Finalmente, es importante fomentar, desde el contexto educativo, familiar y social, la promoción del uso responsable de las TICs como herramientas que favorecen el desarrollo personal y la comunicación con otras personas, y la implementación sistemática de programas de prevención de la violencia en el contexto de la pareja, incluido el abuso que se produce a través de Internet y los Smartphones.
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