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EVALUACIÓN PSICOLÓGICA POSTCIRUGÍA BARIÁTRICA

Psychological evaluation after bariatric surgery

Jesús Pérez Hornero
Hospital de Conxo. Santiago de Compostela., España
Maria José Gastañaduy Tilve
Hospital de Conxo. Santiago de Compostela., España
Rocío Basanta Matos
Hospital Lucus Augusti. Lugo, España

EVALUACIÓN PSICOLÓGICA POSTCIRUGÍA BARIÁTRICA

Papeles del Psicólogo, vol. 41, núm. 1, pp. 43-53, 2020

Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos

Recepción: 29 Noviembre 2018

Aprobación: 12 Agosto 2019

Resumen: El objetivo de este artículo es realizar una reflexión sobre la evaluación, seguimiento y apoyo psicológico de los pacientes obesos mórbidos que han sido sometidos a cirugía bariátrica. Para ello hemos realizado una revisión bibliográfica de la situación actual del tema, exponemos nuestro modelo de seguimiento, definimos qué aspectos son necesarios evaluar y en qué áreas necesitan apoyo estos pacientes. El número de publicaciones sobre estos aspectos está en aumento y cada vez encontramos mayor evidencia de patología alimentaria que se desarrolla tras la cirugía bariátrica y que compromete la pérdida de peso esperada. Por último tratamos de justificar la necesidad del seguimiento de estos pacientes tras la cirugía más allá de limitarnos a la selección y preparación prequirúrgica, siendo también necesario adaptar los criterios diagnósticos y los instrumentos de evaluación a esta población.

Palabras clave: Evaluación psicológica, Tratamiento psicológico, Postcirugía bariátrica..

Abstract: The aim of this paper is to reflect on the evaluation, follow-up, and psychological support of morbidly obese patients who have undergone bariatric surgery. We have carried out a bibliographic review of the current situation on this subject and we present our monitoring model, defining the variables that it is necessary to evaluate and the areas in which these patients need support. The number of publications on these aspects is increasing, and there is growing evidence of the emergence of an eating pathology after bariatric surgery, which hinders the expected weight loss. Finally, this work attempts to justify the importance of the follow-up of these patients after surgery, beyond limiting ourselves to presurgical selection and preparation, as well as the need to adapt diagnostic criteria and evaluation instruments to this specific population.

Keywords: Psychological evaluation, Psychological treatment, Post bariatric surgery.

La cirugía bariátrica (CB) se ha convertido en el tratamiento de elección de la obesidad mórbida. Las técnicas quirúrgicas que se han utilizado han ido cambiando en los últimos años, básicamente se combinan actualmente técnicas restrictivas y técnicas malabsortivas (Buchwald, y Williams, 2004; Sjöström, 2013). Estas técnicas son muy eficaces para perder peso puesto que consiguen por un lado que los pacientes obesos no tomen tanta cantidad de alimentos y por otro que los alimentos ingeridos no sean bien aprovechados por el organismo. En el año 2005 publicamos en esta misma revista un artículo sobre la valoración psicológica y psiquiátrica de los candidatos a CB en aquel momento pocos artículos habían tratado el tema con detenimiento, afortunadamente, desde entonces ha habido gran cantidad de literatura científica, hasta el punto que se ha acuñado el concepto de “psicólogos bariátricos” para referirse a los profesionales de la psicología que abordamos los problemas del ámbito de la cirugía de la obesidad. Tras ir acumulando mayor experiencia, fuimos constatando la necesidad no sólo de seleccionar, preparar y evaluar a los candidatos para la CB sino que también se hacía necesario el seguimiento posterior de estos pacientes. De hecho los motivos más comunes para un resultado poco satisfactorio tras la CB, excluyendo las causas médicas y técnicas, se relacionan con variables conductuales y psicológicas tales como la incapacidad del paciente para seguir las indicaciones dietéticas o problemas de adaptación a los cambios que tras la intervención se suceden. Esto justifica por sí solo el seguimiento psicológico de los pacientes obesos intervenidos (Mitchell et al., 2016; Montt, 2012; Umaña, Escaffi, Lehmann, Burr y Milo, 2017).

Ríos et al. (2010) en consenso con otras “psicólogas bariátricas” en el Congreso Nacional de Cirugía de la Obesidad y Enfermedades Metabólicas de México, llegaron al acuerdo de definir por etapas la atención postquirúrgica del paciente obeso. Establecen una primera etapa de vinculación con el paciente en su proceso postoperatorio inmediato en el que consideran clave una visita hospitalaria al paciente durante su ingreso. La segunda se corresponde con la etapa emocional inmediata postquirúrgica que duraría de 15 días a un mes en la que se deberían atender a las ansiedades y miedos que aparecen en el paciente. En la tercera etapa destacarían los cambios relacionados con la alimentación (1 a 3 meses) en la que el comer, que antes era un placer o un consuelo, ahora se convierte en molesto. La cuarta etapa la denominan de cambio en la imagen corporal o fase de “luna de miel” que duraría hasta los seis primeros meses donde el peso se pierde rápidamente y la silueta se afila, si bien pronto aparecerán problemas como la flacidez. La quinta etapa que definen es de adquisición de nuevos manejos de sus relaciones de pareja, familia y contexto social en la que se deberán adquirir habilidades sociales al desempeñar el paciente nuevos roles. Terminan señalando que consensuaron un año como tiempo adecuado para el seguimiento postquirúrgico favoreciendo un nuevo manejo de conductas y emociones de manera independiente. Sin embargo, no son infrecuentes los pacientes que requieren un apoyo o acompañamiento psicológico más prolongado para superar conflictos o por la aparición de conductas alimentarias inadecuadas tras muchos meses después de la cirugía. Por lo tanto pensamos que el tiempo debería prolongarse al menos hasta los dos años, teniendo en cuenta además que tras la cirugía de la obesidad llegan las cirugías reparadoras donde los resultados no son siempre los esperados.

En este artículo, exponemos en primer lugar, a modo de propuesta, nuestro modelo de seguimiento postquirúrgico de tres sesiones en el que, sin pretender convertirlo en un protocolo estricto, si tratamos de ajustarnos a las entrevistas que abajo describimos. Esta exposición, dará al lector la oportunidad de tener una visión longitudinal de la presentación de posibles dificultades postquirúrgica a lo largo del tiempo. En segundo lugar, analizamos las variables que no pueden pasar desapercibidas en la valoración postquirúrgica. Finalizaremos con una enumeración las áreas en las que con más frecuencia los pacientes suelen demandar ayuda psicológica y algún apunte sobre su tratamiento.

PROPUESTA DE SEGUIMIENTO POSTQUIRÚRGICO, UN MODELO DE TRES ENTREVISTAS

Primera entrevista postquirúrgica

En nuestro hospital, establecemos una primera entrevista postcirugía normalmente a los 6 meses, aunque en la última entrevista de preparación para la cirugía ya se les invita a acudir antes si lo consideran necesario. Es tiempo suficiente para que la mayorías de las posibles complicaciones inmediatas a la intervención hayan pasado o disminuido significativamente (vómitos, dolores abdominales), se haya producido una pérdida de peso importante, la tolerancia a los alimentos esté mejorando y el incremento en la agilidad se empiece a dejar sentir. La pérdida de peso lleva un ritmo acelerado y los pacientes viven una etapa de “luna de miel” con los resultados de la CB (Crespo Rosales y Ruiz Cala, 2006; kincey, Neve, Soulsby y Tailor, 1996). Al ser la pérdida de peso rápida y conseguida con menos esfuerzo que cuando realizaban la dieta, la valoración general del todo el proceso postquirúrgicos, se suele considerar como muy satisfactoria.

En esta primera entrevista valoramos el cumplimiento de normas de alimentación y ejercicio, la progresiva tolerancia a los alimentos y las dificultades para cumplir las pautas dietéticas. Estaremos atentos a posibles infracciones dietéticas que requieran consejo o ayuda psicológica. Especial importancia tiene valorar la existencia de experiencias de pérdidas de control de la ingesta. En un estudio longitudinal durante 7 años con sujetos norteamericanos que relacionaba la patología alimentaria con variables tales como la pérdida de peso y la mejoría en la calidad de vida postquirúrgica, Devlin et al. (2018) encontraron que las pérdidas de control de la ingesta postquirúrgicas, estaban relacionadas con menor pérdida de peso a largo plazo y mayor reganancia.

Valoramos también si necesitan ayuda psicológica en algún otro aspecto vital no directamente relacionado con la cirugía (duelos, problemas de ansiedad, dificultades de adaptación). Finalizamos la entrevista valorando el nivel de satisfacción con los iniciales resultados de la cirugía. Además pedimos la cumplimentación de los cuestionarios protocolarios que en nuestra unidad que son el Test de Bulimia de Edimburgo BITE (Henderson y Freeman, 1987) y la versión española del SF-36 (Vilagut, et al., 2005) que ya fueron cumplimentados antes de la cirugía con el fin de poder cuantificar los cambios.

Segunda entrevista

De no haber ninguna dificultad que aconseje alguna entrevista más próxima, mantenemos una segunda entrevista al año de la CB. En este momento la mayor parte del peso que el paciente va a conseguir perder ya se ha producido, la reducción promedio tras el primer año es equivalente al 65-75% del exceso peso (García, 2012), la velocidad de pérdida ponderal va disminuyendo y las fantasías de seguir perdiendo kilogramos indefinidamente empiezan a quebrarse y va surgiendo una idea más realista del peso final al que llegarán. Algunos de ellos ya están satisfechos con el resultado pero otros no saben si será suficiente. Por lo general al haber pasado más tiempo con pesos más bajos, ya no valoran tan positivamente los cambios producidos en su agilidad y ligereza que empiezan a ver como lo habitual y la satisfacción con los resultados de la operación ya no es tan elevada.

Además la flacidez y los colgajos ya están presentes y es frecuente que se empiecen a inquietar. Volvemos a informar de lo que nuestro hospital, perteneciente al sistema público de salud, ofrece desde el Servicio de Cirugía Estética y Reparadora y exploramos expectativas con la finalidad de que estas sean realistas y ajustadas.

Tercera entrevista

Pasados dos años desde la CB tenemos una tercera entrevista. En este momento, ya se suele haber perdido todo el peso y la báscula no sigue dando tantas alegrías y si algunos disgustos. En los Estudios de Evaluación Longitudinal de Cirugía Bariátrica (LABS) realizados en Estados Unidos, el peso más bajo alcanzado se producía de media a los 2.1 años (Devlin, 2018). No siendo lo más frecuente, a los dos años de seguimiento, ya hay algunos que han empezado a subir de peso de manera significativa, aproximadamente el 30% de los pacientes recuperan peso entre los 18 meses y 2 años después de la cirugía (Hsu et al., 1998). Quedaban con hambre y ciertas conductas tales como comer cantidades mayores, perder el control sobre la ingesta, picar entre horas, ingerir dulces se han desarrollado en algún paciente. Hay que esforzarse en estos casos por encontrar el sentido de lo sucedido, los precipitantes ambientales o los estresores que generan malestar. Pondremos en marcha herramientas motivacionales (como valorar los cambios conseguidos), conductuales (el control de estímulos), catárquicas (reconocimiento, expresión, gestión de emociones), cognitivas (debate de pensamientos irracionales), farmacológicas o incluso, de nuevo, quirúrgicas (reintervenir) con la finalidad de no recuperar el peso perdido.

Algunos perfiles que hemos identificado (a lo largo de nuestra propia experiencia) que con frecuencia no obtienen los resultados esperados son aquellas personas que por su labor profesional llevan una vida sedentaria y se ven obligadas a comer de restaurante varios días a la semana sin seguir las normas dietéticas ni realizar ejercicio. Otro perfil con mala evolución los constituyen personas comedoras emocionales que tras la cirugía, cuando surgen nuevos problemas en sus vidas, vuelven a recurrir al consumo de alimentos mientras no aprenden otras estrategias de gestionar las emociones. Mención especial merecen los problemas con el consumo de alcohol, cuya absorción es facilitada por el bypass gástrico (King et al., 2012; Olguín, Carvajal, Fuentes, 2015).

También pueden presentarse problemas psicológicos incluso en aquellos que han perdido peso. Tras dos años de haber sido intervenidos empezarán con las cirugías estéticas-reparadoras con sus no infrecuentes complicaciones (dolor, infecciones, problemas en el drenaje), además el resultado de la cirugía “estética” no es en ocasiones el que ellos esperaban o la parte del cuerpo que el cirujano les ofrece operar no es la parte que ellos más deseaban. Tratamos de ayudarles habiendo ya tratado de generar expectativas realistas, tomando conciencia de donde partíamos, valorar las cicatrices como “heridas de guerra”, tratando de valorar todo el proceso en conjunto y no solamente el resultado estético de tal o cual operación, pero siempre hay personas que quedan insatisfechas con el resultado estético. Los problemas de imagen corporal pueden llegar a interferir significativamente en la esfera social, de pareja, sexual y de ocio (Gilmartin, 2013). Vaya desde aquí nuestra defensa de programas de cirugía reparadora más generosos (por supuesto dentro de un límite) pues si bien el resultado no suele ser del todo satisfactorio, la imagen corporal y la afectación psicológica que conlleva mejoran. García-García y cols. (2014) realizaron un estudio sobre complicaciones y satisfacción con dermolipectomías y abdominoplastias realizadas tras la CB, encontrando que los pacientes muy satisfechos o satisfechos alcanzaban el 83% del total.

Afortunadamente la mayorías de los pacientes mejoran en diferentes ámbitos. Tras la operación les es más fácil hacer la dieta, con el tiempo toleran casi todo tipo de alimentos, pueden realizar mejor el ejercicio y han podido experimentar una pérdida importante de peso que muchos dan por satisfactoria. Su salud mejora, ya no necesitan utilizar el mecanismos como la CEPAP para el tratamiento de la apnea del sueño y toman menos medicación para la hipertensión, la dislipemia y la diabetes (Colquitt, Pickett, Loveman, y Frampton, 2014). Además en muchos las mejorías van más allá que la salud física ya que incluyen cambios en el autoconcepto (Brante, Miranda y Pérez-Luco, 2011). Burgmer, Legenbauer, Müller, de Zwaan, Fischer, y Herpertz (2014), realizaron un seguimiento durante 4 años a 148 pacientes después de la cirugía. Encontraron mejoría significativa en diferentes variables psicológicas como la autoestima, síntomas depresivos y calidad de vida, con mejoras máximas al año después de la cirugía, no obstante, estas mejorías psicológicas se redujeron en el seguimiento a cuatro años.

Que hay que evaluar

Pasamos a describir qué vamos a evaluar en el seguimiento postquirúrgico, cuales son aquellos aspectos y variables que no debemos pasar por alto en estos pacientes a lo largo de las diferentes entrevistas tras la CB:

EN QUÉ HAY QUE AYUDARLES

Como ya hemos referido, muchos son los cambios físicos, psicológicos y sociales que se van a producir tras la CB. El paciente ha de seguir unas normas de alimentación, pueden surgir problemas de adaptación a la nueva situación, disconfort con imagen corporal, y reaparición de problemas psicopatológicos previos comprometiendo la pérdida de peso. Conviene por tanto ofrecerles apoyo y ayuda psicológica que facilite la pérdida ponderal y proporcione soporte en las dificultades (Montt, Koppmann y Rodríguez, 2005; Montt, Olguín, Marín y Cortés, 2012). Entendemos con los autores citados que las principales tareas del psicólogo con el paciente postbariátrico serían las siguientes:

Respecto al tratamiento de la problemática postbariátrica, sólo recientemente empieza a haber estudios que propongan tratamientos e investiguen su efectividad. Por este motivo, un grupo de psicólogos bariátricos en el XI Congreso Internacional de Cirugía Bariátrica y Metabólica celebrado en la ciudad de Mendoza en mayo de 2017, elaboró una propuesta que sirviese como guía para el diagnóstico y tratamiento de la reganancia de peso tras la CB (Lasagni y cols., 2018). Revisaron la bibliografía existente y añadieron aportaciones encontradas en su práctica clínica. Señalaron que contribuía a la reganancia: comer impulsivamente, no asistir a los controles periódicos, el malestar psicológico, el número de enfermedades psiquiátricas diagnosticadas después de la cirugía, consumir alimentos y bebidas calóricas, consumir alcohol, realizar picoteos, ingestas emocionales y nocturnas, la ausencia de actividad física, tener dificultades para adaptarse a la nueva imagen corporal y una inadecuada valoración prequirúrgica. Seguidamente recogen las actuaciones que el psicólogo deberá realizar tales como realizar seguimientos, fomentar la adherencia al tratamiento, evaluar complicaciones psicológicas, involucrar a la familia o red de apoyo, hacer uso de nuevas tecnologías para mantener contacto con el paciente, psicoeducación de los factores asociados al mantenimiento del peso, fomentar autorregistros de hábitos saludables, desarrollar una imagen corporal positiva, reforzar la actividad física, trabajar las expectativas del paciente y realizar un plan de prevención de recaídas que incluye identificar y afrontar situaciones de riesgo como vacaciones, comer fuera de casa o ingestas emocionales.

CONCLUSIONES

En sus inicios, la CB generó un entusiasmo sobredimensionado que luego se fue ajustando a realidad clínica. Es frecuente que cuando aparecen nuevos tratamientos se genere una sobreexpectación inicial seguida de una decepción al comprobar que el tratamiento ayuda pero no resuelve el problema al completo Hoy posiblemente nos encontramos en la meseta de efectividad de la CB, dado que a pesar de demostrar ser el tratamiento más efectivo en lograr una baja de peso sustancial , existe una gran variabilidad en la baja de peso y cifras no despreciables de reganancia postcirugía donde las variables psicosociales están interviniendo (Umaña, Escaffi, Lehmann, Burr y Milo, 2017). Esperamos con todo lo dicho en el presente artículo haber sabido justificar la necesidad de realizar un seguimiento psicológico a los pacientes que han sido intervenidos de CB. La creciente literatura científica va aportándonos conocimientos sobre aquellos aspectos en los que debemos tener especial cuidado como son la aparición de descontroles en la alimentación, la presencia de estados de ánimo depresivos, la ideación suicida, o conductas inadecuadas como los picoteos o el consumo de alcohol que complican la evolución de los pacientes. Además, algunos de estas conductas, aparecen tardíamente, a veces años después de la CB, por lo que el seguimiento postbariátrico ha de ser necesariamente largo (King y cols., 2012; Legenbauer, Petrak, de Zwaan y Herpertz, 2011).

Es conveniente también señalar que las patologías alimentarias que se desarrollan tras la CB no son en su presentación sintomatológica iguales a las descritas en los manuales diagnósticos al uso, sino que presentas peculiaridades específicas y es necesario adaptar los criterios diagnósticos a la situación postquirúrgica en trastornos tales como la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracones. Incluso en futuras investigaciones habrá que valorar la existencia de algún TCA específico de la situación postbariátrica. Existe también hándicap de que apenas disponemos de instrumentos adecuados como autoinformes o entrevistas estructuradas validadas que hayan sido adaptados a las personas que han sido sometidas a las cirugías para el tratamiento de la obesidad. Es habitual utilizar instrumentos que se han realizado para evaluar pacientes con TCA cuando sería necesario un instrumento concebido y desarrollado para esta población específica con sus características propias o al menos adaptar los existentes. Esto último fue lo que hicieron de Zwan y cols., 2010 con su entrevista semiestructurada la EDE-BSV, una versión modificada de la EDE (Eating Disorder Examination) de Fairburn y Cooper (1993) adaptada a los pacientes bariátricos añadiendo factores adicionales muy relevantes para esta población tales como el plugging (atragantamientos-taponamientos), dumping, craving, las ingestas nocturnas, los episodios de atracones objetivos (OBE), atracones subjetivos (SBE) o las pérdidas de control de la ingesta (LOC).

Se están empezando a hacer esfuerzos por desarrollar y evaluar programas específicos para mejorar los comportamientos alimentarios disfuncionales, los síntomas afectivos y el peso corporal tras la CB. Gade, Friborg, Rosenvinge, Småstuen y Hjelmesæth, (2015) realizaron un programa de tratamiento cognitivo conductual de 10 semanas para aplicarlo antes de la cirugía y valoraron si había diferencias con respecto a un programa de educación nutricional, los resultados fueron muy heterogéneos según la variable que midiesen. Lo importante es que ya se están realizando esfuerzos (como la mencionada la guía de consenso realizada en México), todavía pioneros, sin duda mejorables, pero que fomentarán el desarrollo de futuras investigaciones. El trabajo de apoyo y asesoramiento psicológico ha de hacerse en estrecha colaboración multidisciplinar con todo el equipo de profesionales implicados en el tratamiento de la obesidad mórbida: endocrinólogos, nutricionistas, dietistas, cirujanos, psiquiatras, etc. Esta labor ejemplifica los nuevos roles profesionales a los que los psicólogos de la salud estamos llamados a desarrollar en diferentes ámbitos y en cooperación con numerosas especialidades médicas, implicando para los psicólogos nuevos retos y oportunidades profesionales.

CONFLICTO DE INTERESES

No existe conflicto de intereses.

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