Tema abierto

Prensa y movimiento social: los casos de Presencia Negra y Mundo Afro en la emergencia de los movimientos afrolatinoamericanos contemporáneos*

Press and social movement: the cases of Presencia Negra and Mundo Afro in the emergence of contemporary Afro-Latin American movements

Imprensa e movimento social: os casos de Presencia Negra e Mundo Afro no surgimento dos movimentos afro-latino-americanos contemporâneos

María Elena Oliva
Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Chile

Prensa y movimiento social: los casos de Presencia Negra y Mundo Afro en la emergencia de los movimientos afrolatinoamericanos contemporáneos*

Historia Crítica, núm. 96, pp. 69-93, 2025

Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes

Recepção: 15 Agosto 2024

Aprovação: 07 Janeiro 2025

Resumen

Objetivo/contexto: Este artículo explora la relación entre la prensa negra/afro tardía y el proceso organizativo de los movimientos afrolatinoamericanos contemporáneos. Se pregunta por los posibles vínculos entre ambos, en un período que va desde los años setenta a los años noventa del siglo xx. En este espacio temporal, por un lado, vemos que se desarrollan los últimos proyectos editoriales impresos, impulsados por colectivos que asumen una identidad negra/afrodescendiente y se dirigen a un público lector que también se reconoce como tal, en un momento de cambios, como el paso de las publicaciones impresas a las digitales; por otro lado, los movimientos afrolatinoamericanos crecen y se consolidan, adquiriendo relevancia y visibilidad a nivel internacional.

Metodología: Con el fin de explorar este cruce, se seleccionaron el periódico Presencia Negra (Bogotá, 1979-1998) de Colombia y la revista Mundo Afro (Montevideo, 1988-1993/1997-1998) de Uruguay para analizar desde una perspectiva comparada sus líneas editoriales considerando la relación texto-contexto en cada caso.

Originalidad: Se espera contribuir tanto al campo de estudios afrolatinaomericanos como al de estudios de publicaciones periódicas latinoamericanas, en la visibilización de periódicos y revistas negras/afro como formas colectivas de producción de pensamiento, a partir de casos recientes, surgidos a fines del siglo xx.

Conclusiones: Si bien la prensa negra/afro no tuvo un rol protagónico en el proceso organizativo de fines del siglo xx, esta sí fue parte de su entramado y facilitó en algunos casos, como los revisados, la difusión y discusión de sus propósitos y demandas.

Palabras clave: Afrodescendientes+ movimiento afrolatinoamericano+ periódicos+ revistas.

Abstract

Objective /context: This article explores the relationship between the late black/Afro press and the organizing process of contemporary Afro-Latin American movements. It interrogates the possible links between the two, in a period ranging from the 1970s to the 1990s. In this temporal space, on the one hand, we see the development of the last printed publishing projects, driven by collectives that assume a black/Afro-descendant identity and address a reading public that also recognizes itself as such, at a time of changes, such as the shift from printed to digital publications; on the other hand, the Afro-Latin American movements grew and consolidated, acquiring relevance and visibility at the international level.

Methodology: The newspaper Presencia Negra (Bogota, 1979-1998) from Colombia and the magazine Mundo Afro (Montevideo, 1988-1993/1997-1998) from Uruguay were selected to explore such a crossing. Their editorial lines were analyzed from a comparative perspective, considering the text-context relationship in each case.

Originality: It is expected to contribute both to the field of Afro-Latin American studies and to that of Latin American periodicals in the visualization of black/Afro newspapers and magazines as collective forms of thought production, starting from recent cases that emerged at the end of the 20th century.

Conclusions: Although the black/afro press did not play a leading role in the organizational process at the end of the 20th century, it was part of its framework and facilitated in some cases, such as those reviewed, the dissemination and discussion of its purposes and demands.

Keywords: Afro-descendants, Afro-Latin American movements, magazines, newspapers.

Resumo

Objetivo/contexto: Este artigo explora a relação entre a imprensa negra/afro tardia e o processo de organização dos movimentos afro-latino-americanos contemporâneos. Indaga-se sobre os possíveis vínculos entre os dois, em um período que vai da década de 1970 até a década de 1990. Nesse período, por um lado, vemos o desenvolvimento dos mais recentes projetos editoriais impressos, conduzidos por coletivos que assumem uma identidade negra/afrodescendente e se dirigem a um público leitor que também se reconhece como tal, em um momento de mudança, como a passagem das publicações impressas para as digitais; por outro, os movimentos afro-latino-americanos crescem e se consolidam, adquirindo relevância e visibilidade em nível internacional.

Metodologia: Para explorar esse cruzamento, foram selecionados o jornal Presencia Negra (Bogotá, 1979-1998), da Colômbia, e a revista Mundo Afro (Montevidéu, 1988-1993; 1997-1998), do Uruguai, para analisar suas linhas editoriais em uma perspectiva comparativa, considerando a relação texto-contexto em cada caso.

Originalidade: Espera-se contribuir tanto para o campo de estudos afro-latino-americanos quanto para o de estudos de periódicos latino-americanos, na visibilização de jornais e revistas negros/afro como formas coletivas de produção de pensamento, com base em casos recentes, que surgiram no final do século 20.

Conclusões: Embora a imprensa negra/afro não tenha desempenhado um papel de liderança no processo de organização no final do século 20, ela fez parte de sua estrutura e facilitou, em alguns casos, como os analisados, a divulgação e a discussão de seus objetivos e demandas.

Palavras-chave: Afrodescendentes, jornais, movimento afro-latino-americano, revistas.

Introducción

El vínculo entre la prensa y los movimientos sociales es una relación histórica que podemos observar en diversos casos y épocas. En este trabajo interesa explorar esa relación en la historia afrolatinoamericana de fines del siglo xx, cuando la prensa negra/afrodescendiente comienza a decaer y los movimientos afrolatinoamericanos contemporáneos, a despuntar. Por un lado, durante los años noventa del siglo xx latinoamericano surgen los registros más tardíos, hasta ahora conocidos, de publicaciones periódicas de los afrodescendientes, en un momento de cambios significativos para la cultura impresa en general. El paso a un formato digital implicó no solo transformaciones en la materialidad y formas de circulación, sino un giro mucho más profundo en el campo cultural de la región, que ha hecho de los periódicos y revistas impresos un artefacto cultural diferente al que surgió desde entonces1. En efecto, la prensa negra/afro que aquí se trabaja corresponde a ese tipo de proyectos editoriales fundados por hombres y mujeres que se reconocen como negros/afrodescendientes2 y que, a partir de ese lugar de enunciación, generan contenidos principalmente dirigidos a un público lector que también se identifica como tal. Estos impresos se encuentran desde mediados del siglo xix y hasta fines del xx en Argentina, Brasil, Cuba, Colombia, Costa Rica, Panamá, Puerto Rico y Uruguay.

Por otro lado, en la década de 1990 los movimientos afrolatinoamericanos consolidan un trabajo organizativo que puede reconocerse entre dos hitos regionales: los Congresos de la Cultura Negra de las Américas3 y las conferencias de Santiago-Durban4, que los visibilizan a fines del siglo xx como un movimiento social articulado5. Desde entonces hasta la actualidad, el movimiento afrolatinoamericano contemporáneo, heterogéneo en sí mismo, ha logrado instalar en la discusión pública las demandas de los pueblos afrodescendientes en la región, consolidando un campo político afrodescendiente6.

La confluencia temporal de ambas dinámicas permite preguntarnos si en los periódicos y revistas negras/afro que circularon entre los años setenta y noventa, hay vínculos con los movimientos afrolatinoamericanos, y de ser así explorar cómo se manifiestan y cuáles podrían ser sus implicancias. De este modo, al ser las publicaciones periódicas el principal corpus de análisis, el énfasis está puesto en el proceso de la prensa negra/afro más que en los movimientos sociales. No obstante, para comprender esta intersección hay que considerar las trayectorias en cada caso, pues si al movimiento social lo precede un proceso organizativo -diverso en escala y alcance según cada país-, a la prensa negra/afro de los años noventa la anteceden proyectos editoriales que, ya en la segunda mitad del siglo xx, tienen un giro en sus dinámicas e intereses. En este cruce de tiempos históricos se analizan dos publicaciones: el periódico Presencia Negra, publicado en Bogotá entre 1979 y 1998; y la revista Mundo Afro, publicada en Montevideo entre 1988 y 1993, y después brevemente entre 1997 y1998, considerando sus contextos singulares, sus principales núcleos discursivos y figuras gravitantes.

La prensa negra/afrodescendiente en América Latina

La prensa negra/afro tiene una trayectoria distinguible en el campo cultural latinoamericano, tal como lo muestran diversas investigaciones en la región7. Si bien se registran estas publicaciones impresas desde mediados del siglo xix hasta fines del siglo xx, lo cierto es que la mayoría de ellas se concentra entre 1870 y 19508. Este conjunto de revistas y periódicos conforma un corpus de análisis disperso por la región, pero que tiene varios aspectos comunes. En primer lugar, lo previamente mencionado: se trata de proyectos editoriales fundados por hombres y mujeres que se reconocen como negros/afrodescendientes, y que están dirigidos a un público lector negro/afrodescendiente que se identifica con ese colectivo. Aunque muchas de estas publicaciones tuvieron una circulación restringida -principalmente a las capitales y, en algunos casos, a nivel nacional- y fueron de corta duración, dadas sus limitaciones presupuestarias -pues dependían de los avisos comerciales y las suscripciones-, vistas en conjunto dan cuenta de un tipo de prensa específica, precisamente por ese lugar de enunciación que asumen como proyecto editorial. La prensa negra/afro buscó legitimar la voz de sus colectivos en la opinión pública de sus respectivos países, y visibilizar las problemáticas que los afectaban, intereses reflejados en sus secciones, en los contenidos difundidos y en los discursos que atraviesan esta prensa.

Justamente, un segundo aspecto en común es un conjunto de discursos sobre temas transversales y recurrentes. La discriminación racial es sin duda uno de los más importantes en esta prensa, común a todos los países y épocas casi por un siglo y medio. Los debates, opiniones y argumentos sobre la experiencia compartida del racismo se expresan en diversas reflexiones sobre la discriminación en el ámbito laboral, en la ausencia de derechos políticos, en las desigualdades en el acceso a salud, educación y vivienda, en el trato cotidiano, en su invisibilidad en las historias nacionales o en el menosprecio a sus prácticas culturales. En general, esta prensa se transformó en una plataforma que albergó la discusión racial en distintos momentos de la historia latinoamericana.

Otro núcleo de discursos relevantes gira en torno a los cruces entre raza, clase, género y nación que aparecen en las reflexiones publicadas en periódicos y revistas. La discriminación racial de la que son objeto, muchas veces se ve agravada por otros aspectos, como pertenecer a clases sociales populares y empobrecidas, ser mujer y tener una ciudadanía de segunda clase, que expresan la difícil integración a las comunidades nacionales de las que son parte. La relación raza-clase es una de las que más se encuentra en esta prensa, pero las relaciones raza-género y raza-género-clase son también muy tempranas (como en la revista Minerva de Cuba)9 y se problematizan en casi todos los espacios en los que escriben las mujeres. Las reflexiones que articulan raza-nación se expresan en editoriales, columnas de opinión, correspondencias y reportajes en los que se reflexiona sobre la invisibilidad de este colectivo en el imaginario nacional, que a veces toma forma de negación, silencio o irrelevancia. Es posible observarlo en discusiones dedicadas a figuras históricas relevantes para los colectivos negros/afro10 o a fechas conmemorativas, como la de la abolición11, que buscan ser no solo reconocidas por la colectividad, sino oficialmente por el país (en la revista Nuestra Raza -Montevideo, 1933-1948- se puede seguir por varios números esta discusión). Vistos en conjunto, estos discursos son un ejemplo de lo que propone el actual enfoque de la interseccionalidad; sin intenciones de analizar acá dicha categoría, lo cierto es que, como señaló Viveros, vino a ponerle nombre a una forma de pensamiento que entre la intelectualidad negra/afro se cultiva desde hace mucho tiempo, incluso en las zonas de habla hispana12. De hecho, el intelectual negro cubano Gustavo Urrutia ya a comienzos de los años treinta y a través de la prensa (en “Ideales de una raza” primero y en la revista Adelante después), propuso la categoría del “Plus Dolor” para dar cuenta de las múltiples y diversas vulneraciones que afectan la experiencia vital de la población negra13.

África aparece como otro importante núcleo discursivo que, a lo largo del tiempo, fue tomando distinto protagonismo en la prensa negra/afro. Si no son muchas las referencias a África en los registros de esta prensa en el siglo xix, ello cambia durante la primera mitad del siglo xx y África comienza a aparecer como el lugar de los ancestros, como un continente con el que hay un vínculo histórico y una memoria que, aunque fragmentados, se logran distinguir. Ese vínculo toma distintas formas y diversas intensidades. Por un lado, en esta prensa es posible encontrar notas, columnas de opinión, noticias y editoriales sobre diversos sucesos, generalmente relacionados al racismo, que afectan a las poblaciones negras/afro en Estados Unidos, América Latina y el Caribe. Este énfasis no se trata de un simple cosmopolitismo -propio de la gran prensa de la época, por ejemplo, en su sección de internacionales-, sino de un interés que evidencia el reconocimiento de ser parte de un proceso migratorio histórico, forzado y compartido con las demás poblaciones negras, producto de la esclavitud y el colonialismo, y que tiene su punto de origen en África. Por otro lado, en la primera mitad del siglo xx hay un hito que muestra un alto interés en el continente africano. Se trata de la invasión de la Italia fascista de Mussolini a la Etiopía de Haile Selassie en 1935, que no solo fue ampliamente seguida por la prensa negra/afro en América Latina y el Caribe, sino que además desarrolló una reflexión común respecto de la pérdida del último bastión africano libre del imperialismo europeo, lo que llama la atención pues no necesariamente la prensa negra/afro estaba conectada entre sí, no había una red de intercambios entre estas publicaciones o no siempre fluían de manera constante. El periódico costarricense The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946) o las revistas Adelante (La Habana, 1935-1939) de Cuba y Nuestra Raza (Montevideo, 1933-1948) de Uruguay, son un buen ejemplo de esta recepción, y existe un antecedente muy interesante en el periódico O Menelik (Sao Paulo, 1915-1916), cuyo nombre alude al primer intento de invasión italiano entre 1895 y 1896, en el que ganaron los abisinios con Menelik II al frente. Esta sintonía en la forma de interpretar la invasión no solo muestra una preocupación por el avance del fascismo, sino además por la situación de opresión colonial en la que quedaba el continente de sus ancestros, enfatizando una dimensión afrodiaspórica que no aparece en el tratamiento de este conflicto bélico en el resto de la prensa latinoamericana14.

Un tercer aspecto en común es el vínculo estrecho entre la prensa y las organizaciones sociales, culturales e incluso políticas, de los afrodescendientes. La articulación colectiva de las y los africanos y afrodescendientes en la región tiene una larga data que se remonta a tiempos coloniales. En la era republicana, y en la medida que las leyes de asociación lo permitieron, las comunidades negras generaron formas de organización civil a través de diversas sociedades negras o de color, que buscaban articularse en torno a ciertos ideales compartidos, como la igualdad, la justicia o la integración social, y a su vez demostrar el progreso de sus colectividades. Así a las reuniones sociales, bailes, funciones de teatro o música, actividades solidarias nacionales e internacionales características de estas organizaciones, se les unieron equipos editoriales de periódicos y revistas que difundían sus actividades y a su vez fomentaban prácticas modernizantes, desde la lectura, la escritura y la instrucción, hasta la participación política a través del voto, pasando por la moral y las buenas costumbres, con columnas que incitaban al buen comportamiento de la juventud, discutían el rol de las madres o la función de la familia. En Argentina hubo una articulación estrecha entre la prensa de los afroporteños y sus diversas organizaciones a fines del siglo xix, y aunque no todas las primeras fueron proyectos de las segundas, la prensa negra abrió sus espacios para las actividades de sociedades mutualistas, agrupaciones carnavalescas y estrictamente raciales15. En Cuba, en tanto, existen numerosos ejemplos del vínculo entre diversas sociedades de color y la prensa negra, por ejemplo, Atenas: Revista mensual ilustrada de afirmación cubana (La Habana, 1920-1921), órgano oficial del Club Atenas, prestigiosa asociación de la élite negra de entonces, o la revista Adelante (La Habana, 1935-1939), órgano de difusión de la Asociación Adelante, fundada por un grupo de jóvenes, profesionales, obreros, estudiantes, empleados, cuyo lema era “cultura y justicia social, igualdad y confraternidad”16.

Las organizaciones de carácter político, es decir, de partidos negros, también tuvieron sus órganos de difusión. En América Latina y el Caribe, encontramos tres de los cuatro casos conocidos en el continente: el primero es Previsión, periódico político independiente de la Agrupación de los Independientes de Color, diario y partido fundados ambos en La Habana en 1908 y cuyas publicaciones se extendieron hasta 1910, dos años antes de la masacre de 1912 que puso fin al partido; el segundo es A Voz da Raça. Orgam Oficial da “Frente Negra Brasileira”. Semanario Independente, publicado en Sao Paulo entre 1933 y 1937, como el periódico oficial del Frente Negra Brasilera, partido fundado en 1931 y disuelto en 1938; y el tercero es P.A.N., órgano del Partido Autóctono Negro publicado en Montevideo, Uruguay, entre abril y noviembre de 1937, abarcando tan solo un breve periodo de la vida del partido, que se extendió entre 1936 y 1944. Cabe mencionar que el partido tuvo también en la revista Nuestra Raza (Montevideo, 1933-1948) un espacio de difusión de sus propuestas políticas17.

El vínculo entre las organizaciones y la prensa fue estrecho a fines del xix y durante toda la primera mitad del xx, al punto que muchos proyectos editoriales emergieron al alero de estas organizaciones. Aunque este lazo no se pierde, sí cambia en la medida que las organizaciones negras comienzan un proceso de articulación cada vez de mayor alcance y la prensa negra/afro empieza a menguar su frecuencia, con cada vez menos proyectos editoriales que se puedan encontrar.

La prensa negra en la segunda mitad del siglo xx y los movimientos afrolatinoamericanos

Durante la segunda mitad del siglo xx, en la prensa negra/afro se evidencian cambios importantes. Si a nivel general la frecuencia de estos proyectos editoriales decayó notoriamente, a nivel nacional tuvieron diversas trayectorias. Por un lado, están los que se interrumpen, y así como con la llegada del siglo xx la prensa afroporteña en Buenos Aires disminuyó su producción considerablemente18, en los años cincuenta se extinguió la prensa afroantillana en Costa Rica19, al igual que la prensa negra en Cuba hacia los años sesenta20, al menos hasta lo que hoy se conoce. Por otro lado, y guardando las proporciones, en Brasil y Uruguay se observa continuidad, siendo mucho más numerosas las publicaciones en el primer país. Finalmente, aparecen otros casos, como Colombia y Venezuela que, hasta donde se ha podido revisar, no tienen registros de una prensa negra/afro previa, al menos tal y como aquí se ha definido. Algunos ejemplos de los periódicos y revistas de esta época son la revista Bahía Hulan Jack (Montevideo, 1958- 1996), la revista Negritud (Bogotá, 1977), la revista Ticao (Porto Alegre, 1978-1979), el periódico Presencia Negra (Bogotá, 1979-1998), la revista Mundo Afro (Montevideo, 1988-1993/1997-1998), la revista Palenques (Medellín, 1988-1991), la revista Africamérica (Caracas, 1993-2002)21, o el Jornal Irohin (Brasilia, 1996-2006 período impreso).

Más allá de algunos casos previos, los años setenta parecen marcar un nuevo momento para la prensa negra/afro en la región, surgiendo desde entonces hasta los años noventa nuevos proyectos. Si algo caracteriza a la prensa negra/afro de esta época es la importancia que toma el África contemporánea en sus contenidos y líneas editoriales. Aunque el continente de sus ancestros fue siempre un tema de interés, entre 1970 y 1990 esta prensa explicitó la disposición por entablar un vínculo directo y actual con él; bien desde una dimensión cultural y simbólica, o bien desde una política, ambas expresas en discursos que enfatizaban el proceso emancipatorio a partir del quiebre colonial que atravesó África a mediados del siglo xx. En ese sentido se evidencia el propósito de informar sobre los acontecimientos en África, pero nuevamente se observa una toma de posición frente a ellos, que es de apoyo y reconocimiento. A hitos como el apartheid de Sudáfrica y a la lucha por la liberación de Mandela se les dedican muchas páginas, y África aparece en esta prensa desde su heterogeneidad, no como un todo homogéneo, ni cultural, geográfico, político y económico. El vínculo se hace desde su actualidad: interesa su porvenir y el proceso de construcción nacional por el que atraviesan los distintos países del continente.

Aunque varios de estos periódicos y revistas estuvieron más tiempo en circulación y alcanzaron radios de distribución más amplios, incluso internacionales, en comparación a la prensa negra/afro precedente, lo cierto es que tienden a desaparecer en la vuelta del siglo xx al xxi. Como se mencionó antes, desde la década de los noventa se produjo un cambio importante en el paso de un mundo impreso a un mundo digital, lo que se explica por la confluencia de diversos procesos, como la aceleración de la globalización económica, los cambios en la industria de las telecomunicaciones, la masificación del acceso a internet, y el surgimiento de un mundo virtual que ha impactado de múltiples formas en la producción y uso de las publicaciones impresas. En su estudio sobre las revistas culturales latinoamericanas, Tarcus considera estas últimas en un marco temporal que parte desde el siglo xix y culmina en los inicios del xxi, justamente por dichas transformaciones. El cierre de las grandes revistas culturales y el surgimiento de revistas en línea parece no ser un cruce casual y, aunque esta nueva etapa digital presenta beneficios, como “la reducción de los costos de edición y difusión, la potencial accesibilidad a escala planetaria y los recursos que ofrece la comunicación interactiva”, lo cierto es que desdibujó el perfil de las publicaciones periódicas impresas:

Al asimilar las revistas a la estructura del blog, los nuevos formatos han perdido la característica sintaxis visual de las revistas, su secuencialidad, su puesta en página y a menudo incluso su índice. Procesos concomitantes como el declive de los intelectuales en la escena pública y la academización de los saberes parecen decirnos que, más allá de algunos casos exitosos de resistencia cultural, las revistas digitales del siglo xxi son artefactos muy distintos de los que estudiamos aquí22.

El declive de la prensa negra/afro coincide con los procesos generales que señala Tarcus, lo que explicaría en parte el cese de estos proyectos editoriales. Lo singular en este caso es que ocurre en un momento crucial del proceso organizativo del movimiento afrolatinoamericano.

En la última década del siglo xx, según Laó-Montes, se consolida en América Latina un campo político afrodescendiente23; se hace visible un conjunto de actores sociales que se identifican como afrodescendientes, quienes intervienen como tales en el espacio público y político, levantando demandas locales y nacionales dirigidas a los Estados, pero también generales, al articular su accionar en redes regionales e internacionales. Un hito relevante en este campo político fueron dos instancias vinculadas que permitieron el trabajo colectivo de la población afrolatinoamericana organizada; se trata de la Conferencia Regional Preparatoria para las Américas, realizada en Santiago de Chile el año 2000, y la iii Conferencia Internacional sobre el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada en Durban, Sudáfrica, el 2001. En ambas reuniones convocadas por la onu, los afrolatinoamericanos no sólo participaron activamente sino que también visibilizaron el movimiento regional -y, así, la existencia de diversas organizaciones de las comunidades negras/afrodescendientes de toda la América Latina y el Caribe con un itinerario de demandas complejo y trayectorias asociativas de larga data24-, logrando de esa manera el reconocimiento de la esclavitud como delito de lesa humanidad y del colonialismo como la base histórica del racismo y sus formas conexas de discriminación contemporánea25. Desde entonces, el movimiento afrolatinoamericano ha tenido un desarrollo importante, al punto de consolidar en el siglo xxi a los afrodescendientes como un actor social relevante de nuestras sociedades.

Pero para llegar a ese hito, hubo un proceso organizativo previo. Como antes se mencionó, la asociatividad de las comunidades negras en la región tiene una larga data que se remonta al período colonial y desde entonces ha girado en torno a intereses religiosos, sociales, culturales, y políticos en la época republicana, asumiendo diversas estructuras, como cofradías, comunidades cimarronas, sociedades de color, partidos políticos, proyectos editoriales, entre otros que, si algo tuvieron en común, fue un espacio de acción acotado; fueron organizaciones de carácter local y, solo algunas, de alcance nacional. En la segunda mitad del siglo xx, y en un contexto de cambios emancipatorios en África y para la población negra en Estados Unidos, la articulación colectiva comenzó a pensarse de otros modos, más allá de las fronteras nacionales. A nivel latinoamericano un hito en este sentido fue la realización de los Congresos de la Cultura Negra -el primero en 1977 en Colombia; el segundo en 1980 en Panamá; y el tercero en 1982 en Brasil-, instancias que le dieron un nuevo impulso a la asociatividad. Los Congresos fueron convocados y organizados por intelectuales y activistas negros que tuvieron como propósito generar un espacio de encuentro entre los distintos grupos negros en América, elaborar diagnósticos conjuntos de su situación social en el continente y generar propuestas de reconocimiento amplio. Aunque las demandas se dirigían a los respectivos Estados nacionales, hubo una pretensión de actuar de manera colectiva y articulada a nivel internacional, de modo que dichos eventos se pueden entender como un punto de inflexión para el movimiento afrodescendiente contemporáneo26. El contexto de los años ochenta en la región, de signo autoritario en lo político y con una profunda crisis económica -la crisis de la deuda externa- no fue favorable para levantar demandas específicas de un sector de la población. Aun así, emergieron organizaciones que buscaban intervenir en sus respectivas sociedades a favor de intereses propios, sin mediaciones, asumiendo los afrodescendientes la vocería y liderazgo. La mayoría de ellas se articuló desde el espacio urbano, y en algunos casos, como en Colombia, Ecuador y Uruguay, con un fuerte apoyo de la iglesia católica. Además, a la par de estas organizaciones surgieron centros investigativos y académicos que contribuyeron a ampliar el conocimiento sobre los afrodescendientes, y que, en muchos casos, trabajaron articuladamente27.

La llegada de los años noventa trajo consigo las conmemoraciones de los 500 años del arribo de los europeos a América, en un contexto de retornos a la democracia, acompañado de la instalación del neoliberalismo en la región. En este ambiente tenso y crítico, a la vez que altamente reflexivo y exigente en cuanto a su participación, las organizaciones existentes se fortalecieron, pero además surgieron muchas otras, pues hubo una articulación a nivel regional y continental, y una participación mayor y más visible de las mujeres. Como señala Cassiani fue el momento de las redes, que demostraron una alta capacidad de autoconvocatoria y trabajo conjunto28. Ejemplo de ello son la Red de Mujeres Afrocaribeñas, Afrolatinoamericanas y de la Diáspora (1992); la Red Continental de Organizaciones Afro (1994), la Red de Organizaciones Negras Centroamericanas (1995), Afroamérica xxi (1996), Alianza Global Latinocaribeña (1999), y la Alianza Estratégica de Afrodescendientes de América Latina y el Caribe (2000). Este proceso organizativo da cuenta de una heterogeneidad importante en las organizaciones afro, no solo en términos de sus estructuras y radios de alcance, sino también en sus alineamientos políticos y en las formas de financiamiento que asumieron, según sus vínculos con diferentes organismos internacionales. Pero a su vez, también permite observar convergencias en las demandas, que consideraban su reconocimiento constitucional en tanto pueblos, derechos territoriales y humanos, visibilidad estadística, modificaciones en el sistema educativo y laboral, entre otras; y también concordancia en los discursos que se articulaban en torno a la identidad y la memoria, atravesados por perspectivas afrocéntricas, pues, de hecho, aparece en este período la categoría de afrodescendiente como identidad política29.

Un factor clave en el desarrollo tanto de los movimientos afrolatinoamericanos, así como de la prensa negra/afro, han sido los y las intelectuales. La trayectoria propia que tiene esta figura desde la segunda mitad del siglo xix en adelante permite identificar cómo su perfil también sufre transformaciones y se diversifica: a escritores e intelectuales no profesionales30 su suman aquellos que provienen de espacios académicos; desde las organizaciones se suman activistas sociales y políticos, que a su vez también transitan por el mundo universitario; y aumenta visiblemente la participación de las mujeres en la actividad intelectual, tanto en el mundo literario, académico y organizacional desde movimientos afrolatinoamericanos como feministas. Esta diversificación va de la mano de un crecimiento de la participación de la población afrodescendiente en la educación superior, producto de la ampliación de políticas de integración durante el siglo xx31. Sin embargo, sigue siendo un grupo pequeño que distribuye sus tiempos y energías en distintos ámbitos, y que alcanza esta mayor complejización en un contexto en el que las figuras letradas, la expresión escrita de sus reflexiones y sus medios de difusión, como las publicaciones periódicas impresas, comienzan a perder relevancia -aunque sin desaparecer del todo- ante la necesidad de otras estrategias de articulación colectiva y difusión, mediadas por la digitalización y la virtualidad de sus intercambios32.

De este modo, entre los años setenta y noventa del siglo xx, mientras el movimiento afrolatinoamericano tiene un proceso de desarrollo que explica su consolidación, la prensa negra/afro impresa enfrenta un proceso de declive, a pesar de surgir nuevos proyectos editoriales. En este cruce de caminos, los casos de Colombia y Uruguay resultan interesantes de explorar porque sus organizaciones negras/afro tienen un rol importante en el movimiento regional y, sobre todo, porque tienen una prensa representativa de las transformaciones de la época.

El periódico Presencia Negra y la revista Negritud: los casos colombianos de publicaciones periódicas negras

En el caso de Colombia, la revista Negritud (1977-1978)33 y el periódico Presencia Negra (1979-1998) marcan un hito respecto de este tipo de proyectos editoriales en el país, ya que hasta donde se tiene conocimiento una prensa negra/afro tal como aquí se ha definido no parece surgir antes de la segunda mitad del siglo xx34. La revista Negritud nació en Bogotá con un tiraje trimestral y tuvo solo tres números en circulación entre 1977 y 1978. Se planteó como un espacio al servicio de personas y entidades que estuvieran en la búsqueda reivindicativa de la identidad negra, y concentró su contenido en temas de interés nacional, aunque también aparecen en sus números temáticas relativas a las comunidades negras en Estados Unidos, América Latina, el Caribe y África. Esta publicación surgió por iniciativa del Movimiento de la Cultura Negra y bajo la dirección general de Amir Smith Córdoba.

El Movimiento de la Cultura Negra puede comprenderse como la articulación de expresiones culturales, literarias y periodísticas que buscaron poner en valor y difundir la cultura negra en Colombia, para lo cual crearon “lo que podría ser una prensa de la negritud (o Black press) dedicada a la difusión y circulación de las problemáticas relacionadas con la discriminación racial, la cultura e identidad negra, la clase y el colonialismo”35. A Amir Smith Córdoba, sociólogo oriundo del Chocó, se le atribuye el liderazgo de este movimiento36. Su nombre se vincula no solo a la organización de actividades, como la realización de “cinco seminarios sobre Formación y Capacitación de Personal Docente en Cultura Negra entre 1978 y 1983”37, sino también a todas las publicaciones que produjo el Movimiento en general. Estas incluyen, además de la revista Negritud, tres libros de ensayos e investigaciones científicas38 y el periódico Presencia Negra. Todas estas iniciativas encontraron un espacio formalizado en el Centro para la Investigación de la Cultura Negra (Cidcun), fundado por Smith Córdoba en 1975 en Bogotá39. Se trató de una organización de carácter nacional clave en la lucha contra la discriminación racial y central en la articulación del movimiento negro que, desde los años cuarenta comenzó su proceso organizativo desde la capital del país40.

El periódico Presencia Negra surgió un par de años después de Negritud, y bien podría entenderse como una publicación que desde otro formato buscó dar continuidad al proyecto de la revista. Concebido como una publicación nacional al servicio de las comunidades negras, tuvo como redactor a Smith Córdoba, y contó con un amplio equipo, que incluyó a colaboradores especiales como Manuel Zapata Olivella y Miguel A. Caicedo, o a Nina S. de Friedemann, quien, desde los estudios antropológicos y sin ser parte de la comunidad negra/afrocolombiana, prestó su apoyo a este y otros espacios. Este periódico fue el órgano oficial del Cidcun por alrededor de veinte años, publicándose desde 1979 hasta 1998 (año de la última edición conocida), con cerca de setenta números de frecuencia variable. Aunque el periódico recibió apoyo de la Unesco41 y desde el punto de vista económico resultó ser más sostenible en el tiempo que la revista42, este no estuvo exento de dificultades, como las de distribución, pues los vendedores no siempre querían asociarse con una publicación negra/afro43.

El título de este periódico, así como el de la revista, son indicativos tanto del discurso que promueve el Cidcun como del contexto en el que surgen: mientras la revista Negritud se tituló como el movimiento poético, literario y político del mundo francófono colonial de fines de los años treinta; el título del periódico hace referencia a la revista (1947) y luego editorial (1949) senegalesa, Présence Africaine, iniciativa editorial que derivó del impacto del movimiento de la Négritude. En América Latina el movimiento de la Négritude tuvo un impacto tardío, y recién entre los años setenta y ochenta se puede observar una mayor y más amplia recepción, principalmente en Colombia, y mediante la influencia del senegalés Léopold Sédar Senghor, más que del martiniqueño Aimé Césaire44. Es importante considerar que la descolonización de África y el camino hacia la construcción republicana de sus países posibilitó vínculos políticos, económicos y culturales. Así lo fue, por ejemplo, el congreso Négritude y América Latina, al que, entre otros, asistió Manuel Zapata Olivella. Organizado por Senghor en 1974, el evento se sostuvo en un Senegal independiente, donde este último además oficiaba por primera vez en la presidencia de la nación. La Négritude había promovido un discurso de reivindicación identitaria que comprendía al negro como un sujeto con historia, portador de cultura y cuyo origen estaba en África, primera fuente de toda civilización. El orgullo de ser negro fue una idea que caló hondo en la población negra de Colombia, que, paulatina pero sostenidamente, desde los años cuarenta venía reivindicando su identidad desde el folclore, las artes y la intelectualidad. Para Valderrama, es posible observar la influencia de la Négritude en tres espacios:

el proyecto de la “negritud mestiza”, liderado por los hermanos Juan, Delia y Manuel Zapata Olivella en Bogotá y el Caribe, el cual reclamó la mezcla racial y cultural entre afrocolombianos, indígenas y blancos para posicionar la identidad negra y sus aportes a la nación; el proyecto de “la negritud liberal”, liderado por el chocoano Valentín Moreno en Cali, el cual entendía que el problema del racismo se resolvería ocupando puestos públicos para viabilizar y movilizar las agendas y necesidades afrocolombianas; y el proyecto que se llamó “desavasallamiento cultural”, liderado por el chocoano Amir Smith Córdoba en Bogotá, y el cual buscó la descolonización mental de las personas negras45.

Esta influencia atraviesa todo el proyecto de Smith Córdoba, y se hace evidente en la línea editorial que asume el periódico Presencia Negra. Aunque se siguen con interés acontecimientos de otras comunidades negras de América y de los procesos políticos y culturales africanos, el periódico tiene su foco en el territorio nacional, espacio en el que se busca desarrollar un programa de valoración de la cultura y el sujeto negro, a través de la educación y de la concientización social. La sección “Aprender a ser negro”, que aparece desde el primer número hasta los años ochenta46 en la primera página del periódico, ejemplifica este propósito. Siempre acompañada de imágenes de personalidades importantes de la comunidad negra en Colombia, esta columna de Smith Córdoba tenía como objetivo ser un aporte en el camino de la desalienación mental, considerando las diversas dimensiones que conforman la identidad negra. De este modo, la sección no solo alienta el orgullo de ser negro en un sentido afirmativo, sino que discute las causas históricas del racismo y su articulación con otras variables y, sobre todo, reflexiona sobre la alienación, las conductas y formas de pensar “blanqueadas”. Así parte su columna: “Aprender a ser negro en un medio en el que se le ha enseñado al hombre y especialmente al negro, en un proceso descomunal de despersonificación, a que quiera ser blanco o a identificarse con los patrones blancos, no es fácil”47; luego, en la segunda entrega, continúa:

La huida de nosotros mismos es lo que teje todos los días nuestra peor amenaza, es lo que apunta paulatinamente a nuestra despersonificación […] Por eso cuando muchos negros en América y en la región del Caribe, empiezan a buscar y a encontrar en África la razón de ser de su pasado histórico, no vacilan en asumir una actitud reivindicadora48.

La reivindicación racial que se promueve en el periódico también enfatiza las precarias condiciones materiales de existencia que tienen las distintas comunidades negras en el país, y en ese sentido la lucha que alienta busca también cambios en la estructura de clase. Como señalan Valero y Delgado:

“Aprender a ser Negro” actuaba como una apelación directa a los ciudadanos negros colombianos, al tiempo que establecía con claridad el lineamiento ideológico de la publicación en su totalidad, que no se apartaba de lo discutido en general en la época con respecto a la situación de la gente negra: la transversalización clase-raza49.

Desde este particular lugar enunciativo el periódico atravesó momentos importantes en la historia de los negros/afrocolombianos, como el desarrollo sostenido del movimiento social desde los setenta50 en adelante, el proceso constitucional de 1991 en el que Colombia se identifica como una nación multicultural y multiétnica, y la Ley 70 o Ley de las Comunidades Negras de 1993 que reconoce la propiedad colectiva de las tierras, el derecho a la etnoeducación y a la organización de las comunidades afro. Aunque no fue posible acceder a los números que cubren el paso de los años ochenta a los noventa51, en un ejemplar de 1997 se descubre la mirada crítica de Smith Córdoba al proceso de reconocimiento, y a propósito de la Ley 70, señala: “nuestro pueblo es cada vez más consciente de su búsqueda, y en ese trasegar sabrá distinguir entre los oportunistas y los que siempre han estado comprometidos con la conciencia e identidad en este difícil camino hacia la libertad”52. A lo anterior, se suma una defensa del periódico como medio independiente y la labor que se ha hecho desde él:

Soy muy consciente de lo que defiendo, en consecuencia, no estaré nunca dispuesto a condicionar o subordinar mis ideas. Sencillamente, escribo con la libertad que me proporciona un medio que tengo el honor de dirigir, en el que hemos guardado siempre una línea que, como perfil ha caracterizado nuestra publicación53.

Más allá del arco temporal que cruza el periódico, este forma parte del movimiento negro en Colombia porque surge de la necesidad de difundir una propuesta letrada en ese proceso organizativo. A fines de los setenta el movimiento negro que venía gestándose se complejiza con diversas líneas discursivas y programas de acción, dentro de las cuales Smith Córdoba buscó potenciar las intelectuales y académicas desde una perspectiva negrocéntrica, que es explícita en la línea editorial del periódico. Aunque no fue la voz oficial de todos los enfoques en boga en ese período, no deja de ser interesante, por ejemplo, que Manuel Zapata Olivella, quien representaba una línea de pensamiento distinta, enfocada en el mestizaje y el rol de la afrodescendencia en él, participara por años -al menos hasta la década de los ochenta-como colaborador especial y después participando en el consejo editorial, lo que muestra a Presencia Negra como un espacio abierto a los debates que acompañaron el proceso organizativo. De hecho, según Munar:

Si bien mecanismos como la revista Negritud y el periódico Presencia Negra sobresalieron como los órganos difusores de este centro, siendo este último el único medio de comunicación constante (1979-1984 y 1988) creado por estos actores, una característica central es que también fungieron como espacios de convergencia y visibilización de aportes periodísticos, literarios, investigativos, entre otros, que se adherían al proyecto en común de visibilizar a la población y sus luchas a escala regional, nacional y global.54

Pese a esta apertura a diferentes puntos de vista, desde los años noventa y tal como lo señala Valderrama, la ideología cimarrona, la identidad étnica afrocolombiana, el feminismo negro y las identidades sexuales diversas55 salieron al paso como discursos portadores de otras maneras de entender las identidades negras/afro en el país, por lo que esta línea discursiva y editorial centrada en la cultura y la educación fue perdiendo importancia social, lo que en parte puede explicar su cese. Si bien no puede considerarse a Presencia Negra como el periódico oficial del movimiento negro en su país, su importancia radica en haber logrado instalarse por muchos años como una tribuna propia para visibilizar en la prensa las ideas, reflexiones y demandas de un sector de la población colombiana no siempre representado en el espacio público letrado.

Revista Mundo Afro: del impreso a la organización social en Uruguay

En el caso de la prensa negra/afro uruguaya, y como se señaló previamente, esta cruza todo el siglo xx con proyectos editoriales sucesivos. Sin embargo, tiene un punto de quiebre a fines de los años cuarenta, cuando se extingue buena parte de las revistas y periódicos, casi a la par del fin del movimiento negro de ese período56, y ya en la segunda mitad del siglo solo dos proyectos editoriales retoman esa trayectoria de publicaciones periódicas impresas. El primero de ellos es la revista Bahía Hulan Jack, que se imprimió entre 1958 y los años noventa, alcanzando alrededor de cuarenta números, hasta donde se conoce, con una periodicidad muy variable, a veces con varios meses de diferencia entre números consecutivos. Se trató, ciertamente, de una revista muy atenta y preocupada de las necesidades del colectivo negro uruguayo, al punto de transformase en muchas ocasiones -y durante toda la dictadura uruguaya (1973-1985)- en el único espacio para denunciar la discriminación racial en el país, con especial énfasis en lo laboral y educacional. No obstante esta característica, la revista tuvo asimismo una impronta internacionalista, siempre circunscrita a las poblaciones afrodescendientes. De este modo, lo que ocurre en Estados Unidos, América Latina y África ocupa un lugar destacado. De hecho, su nombre tiene relación, por un lado, con San Salvador de Bahía en Brasil -ciudad relevante en la historia afro de la región- y, por otro, con Hulan Jack, quien en 1954 había sido elegido viceprefecto de la ciudad de Nueva York, figurando como una personalidad destacada.

Muchos años más tarde, y ya en otro contexto, se le une Mundo Afro57, una revista que se comenzó a publicar en 1988 como un esfuerzo periodístico y cultural dirigido a la sociedad uruguaya, pero especialmente a la comunidad de origen africano en el país. Tuvo una primera época hasta 1993, y luego retoma en 1997, como un suplemento mensual que se distribuyó gratis con el diario La República hasta 1998. Su primer director, Romero Jorge Rodríguez, y una de sus columnistas, Beatriz Ramírez, son reconocidos como sus principales gestores58. Ambos formaban parte de la Asociación Cultural y Social Uruguay Negro (acsun), que remonta sus orígenes a 1941, cuando nació como el Centro Recreativo Uruguay de la mano de Ignacio Suarez Peña, para transformarse en la Asociación Cultural y Social Uruguay en 1946. Como tal, tuvo su órgano periodístico en la Revista Uruguay (Montevideo, 1945-1949), a cargo de Suárez Peña primero y de Mario Leguizamón después. En los años noventa pasó a tener el nombre actual (Asociación Cultural y Social Uruguay Negro), convirtiéndose en una de las organizaciones afrouruguayas más longevas.

De esta experiencia organizativa se desligaron sus jóvenes gestores y, con apoyo financiero proveniente de religiosos Franciscanos59, fundaron Mundo Afro, en cuyo equipo editorial original también participaron Tomás Olivera Chirimini -destacado investigador afrouruguayo-, Manuel Villa -sociólogo de origen caboverdiano y director de Bahía Hulan Jack-, e Ildefonso Pereda Valdés y Alberto Britos -investigadores de la cultura e historia afrouruguaya-, quienes colaboraron sin ser parte de la comunidad negra/afro. Pese a contar con esta trayectoria, la creación misma de la revista marcó un punto de quiebre con las publicaciones y organizaciones vinculantes precedentes. Desde su título, Mundo Afro tiene un interés declarado de poner en contacto a las comunidades afro del país con las del resto del mundo, sin dejar nunca de estar atenta a las discusiones y actividades sobre el lugar de los negros/afro en la nación uruguaya, que por entonces se recomponía con el regreso a la democracia60. Esto queda explícitamente declarado en el primer editorial:

Queremos ser una voz afro-uruguaya, que analice y comunique el pensamiento y el sentir de un componente esencial de nuestra formación nacional. Una voz que expresa los anhelos de la comunidad negra del Uruguay, nuestras vivencias, su particular entonación en el enfoque de la realidad nacional. Como afro-uruguayos nos anima el propósito de estrechar vínculos con África, nuestro continente madre que gracias a los mitos y prejuicios de todo tipo han deformado la visión de su historia. Difundir el verdadero rostro de África, dando a conocer en una perspectiva justa, la contribución de África al progreso de la humanidad61.

Los números de esta primera época muestran esta doble pretensión en sus contenidos. Por un lado, la revista abrió espacio para difundir temáticas nacionales, como el toque de tambores o las “llamadas”62 -se encuentran columnas en todos los números, particularmente en el número especial de 1989 enteramente dedicado a ello-; la situación de la población afro en el interior del país63; o la vida en los barrios de afrodescendientes64. El énfasis en lo nacional se mueve entre denunciar la invisibilización de su presencia, y mostrar la existencia de una cultura afrouruguaya. Por otro lado, difundió noticias, columnas de opinión, análisis literarios, históricos y sobre política contemporánea de diversos lugares de África, destacando personajes como Nelson Mandela o Wole Soyinka, así como sobre otras comunidades afro en América, como las de Haití o Brasil. La importancia que asume África en sus contenidos expresa una solidaridad con muchas de sus causas, pero también un compromiso político, de observancia del proceso descolonizador y de construcción nacional aún en curso.

En 1989, y al revés de sus antecesoras, Mundo Afro fue la revista que dio paso a una nueva asociación: Organizaciones Mundo Afro (oma). Desde su fundación, esta instancia se organizó como “una red de cobertura y contención para distintos grupos con misiones e intereses más específicos”65. Así, el racismo, la juventud, la familia, la educación, las mujeres, el desarrollo, el arte y la cultura se convirtieron en los ejes que le fueron dando forma y contenido a esta organización, que en 1993 se articuló como una federación con presencia en toda la nación. Para Andrews, oma tuvo tres frentes importantes de lucha a nivel nacional: “la pobreza, la ‘invisibilidad’ de los negros en la sociedad uruguaya (que muchas veces se traducía como la negación a reconocer su aporte a la historia y cultura del país) y el racismo y la discriminación”66. En los años noventa esta organización tomó un lugar relevante en la búsqueda de reconocimiento de la comunidad afrouruguaya, a partir de diversas intervenciones en espacios públicos, y de sus denuncias de racismo en medios internacionales y nacionales.

A su vez, y fiel a su doble propósito, oma comenzó a articularse internacionalmente. En 1990 organizó el Primer Encuentro de Entidades Negras del Cono Sur, actividad en la que solo se reunieron 25 organizaciones de Brasil, Argentina y Uruguay, pero que marcó una hoja de ruta de la acción colectiva regional. De esa experiencia quedó registro en el n.º 3 de la revista Mundo Afro, publicada en junio de 1990. En la columna “Cono Sur, la alternativa es marchar juntos” se señalan los motivos y preparativos del encuentro:

se debió recorrer un largo y accidentado camino no sólo en lo que se refiere al nucleamiento de la colectividad en torno a la importancia del tema, sino [...] como forma de proyectarnos y vincularnos con la diáspora, ampliando así nuestros horizontes para la discusión y divulgación del tema negro67.

En el mismo número, en la columna “Histórico primer encuentro de entidades negras del Cono Sur”, dedicada a la actividad en sí, se señala:

El propósito de esta convocatoria fue verificar la situación de la comunidad negra en los tres países, analizarla en profundidad y trazar líneas de alternativas para un trabajo conjunto en esta parte de continente americano. Buscamos entre todos crear los mecanismos que eliminen las barreras impuestas por siglos de colonización68.

De ahí en adelante, los miembros de oma siguieron fortaleciendo estos propósitos: en 1992 organizaron la marcha ¨500 años. AHORA BASTA!!¨, sumándose a los contrafestejos que se realizaron en diversas partes de América Latina; en 1993 y 1994 realizaron campañas de solidaridad con Somalia y Ruanda; en 1994 acogieron el seminario Racismo, Xenofobia y Discriminación. Este último fue un programa para los afroamericanos, que dio paso a la Red de Organizaciones Afroamericanas, la que integraron desde 1995, alcanzando con ello un carácter continental. Estas, entre otras acciones, la posicionaron en un lugar gravitante del movimiento afrolatinoamericano, que por entonces se robustecía.

En medio de este transitar de la organización la revista dejó de publicarse en 1993, retomando su impresión en julio de 1997 como parte del programa de desarrollo de la organización. Con un tiraje mensual y gratuito, se publicó en un periódico de la gran prensa, La República, buscando con ello alcanzar una distribución nacional, pues, según Ferreira, sus editores reconocieron entonces que el primer intento había sido un fracaso69. En esta segunda época, la revista no varió su proyecto: el equipo editorial cambió muy poco: Romero Jorge Rodríguez sigue como director responsable, y su contenido reafirma el interés nacional y africano. La línea editorial puso especial atención a las diversas formas del racismo, exponiendo reflexiones historiográficas, experiencias cotidianas y análisis de investigación70; hasta su entronque con políticas públicas, que se evidencia en el seguimiento que se hace a la recuperación del Palacio Viana en Barrio Sur -sector que históricamente fue habitado por comunidades afro, las que durante la dictadura fueron expulsadas a sectores periféricos de la capital- para la construcción de viviendas destinadas a mujeres jefas de familia71. Respecto de las noticias internacionales, África tiene centralidad con notas y reportajes sobre los procesos político-sociales contemporáneos de los diversos países, como el fin de la era de Sese Seko Mobutu en Zaire, el quiebre de procesos de paz en Sierra Leona, o la conmemoración del Día de la Mujer en Sudáfrica72. Pese a los esfuerzos para sostener el proyecto editorial, la segunda época de la revista duró mucho menos que la primera y llegó a su fin en 1998.

Posterior a 1998 se imprimieron algunos números que se presentaron como órgano oficial de oma, ya sin la colaboración del diario La República y siempre con la participación de Romero Jorge Rodríguez y Beatriz Ramírez73. Sin embargo, no tuvieron continuidad en el tiempo, y pese a la importancia que oma le dio a su publicación, lo cierto es que la revista Mundo Afro como tal se transformó en la última expresión de la prensa impresa negra/afro en Uruguay, cerrando con ella una larga trayectoria de publicaciones impulsadas por la comunidad negra/afrouruguaya.

Conclusiones

En este artículo se buscó explorar la relación entre la prensa negra/afro de América Latina y el movimiento afrolatinoamericano contemporáneo, a partir de la revisión de periódicos y revistas que circularon entre las décadas de 1970 y 1990, período en el que se cruzan las trayectorias de ambos procesos. El énfasis ha estado en el análisis de la prensa, considerando los casos de Presencia Negra y Mundo Afro, que no solo son fieles exponentes de las características de estas publicaciones en la segunda mitad del siglo xx, sino que también forman parte del entramado mayor y más complejo que ayudó a articular los movimientos afrolatinoamericanos.

A partir del material revisado a nivel regional, es posible afirmar que ninguna revista o periódico pareció asumir como órgano oficial del movimiento afrolatinoamericano, ni en sus contenidos, ni en su distribución; es decir, no hubo un periódico o revista que como proyecto editorial difundiera los propósitos y demandas del movimiento, y que tuviera una distribución latinoamericana de sus impresos. Más bien, lo que se observa es que algunos de los proyectos editoriales de este período acompañaron el proceso organizativo, integrando contenidos de la articulación colectiva en la región, pero manteniendo una circulación a nivel nacional. Como pudo verse previamente, Presencia Negra no se publica desde el inicio del movimiento negro en Colombia, pero sí surge en un momento crucial de complejización y ampliación de este último en los años setenta, formando parte de la discusión de ese proceso por varios años. Mundo Afro, en tanto, fue el órgano oficial de una organización de carácter nacional que aunó el movimiento afrouruguayo justo en el momento de paso hacia la internacionalización del proceso organizativo en su país, siendo representativa de esos cambios.

En esta intersección, fue clave el papel de los y las intelectuales/activistas, actuando como bisagras entre ambos procesos. El papel que jugaron personas como Amir Smith Córdoba, Beatriz Ramírez o Romero Jorge Rodríguez fue fundamental en el esfuerzo por mantener estos periódicos y revistas en circulación, comprometidos con el trabajo divulgativo de las organizaciones, ya fuera para mantenerlas en el tiempo, como en el caso de Presencia Negra, o retomarlos en más de un intento, como en el caso de Mundo Afro. Es gracias a ese ímpetu que hoy se pueden tener registros de parte de los propósitos y avances de los movimientos, así como de las discusiones sobre sus dificultades. En este sentido, su papel fue relevante también en los contenidos de esta prensa, que buscaron generar conciencia de la discriminación racial histórica de sus pueblos, de la condición compartida de esta marginalización a nivel regional, y de la importancia de conocer su propia historia y sentir orgullo de ella, tal como se observa en los editoriales de los casos revisados.

De este modo, es importante enfatizar en estas conclusiones que las publicaciones periódicas impresas no fueron ajenas al desarrollo de los movimientos afrolatinoamericanos, aunque no tuvieron un rol protagónico en su articulación, como sí ocurrió en la primera mitad del siglo xx a nivel nacional en algunos países. En este sentido cabe preguntarse qué otras formas de difusión de sus ideas asumieron los movimientos afrodescendientes en el siglo xxi.

Ahora bien, más allá del vínculo que se ha buscado explorar aquí, lo que se observa es que las revistas y periódicos que se publican en el periodo revisado no prosperan en el tiempo y tampoco surgen nuevas propuestas impresas. Resulta difícil determinar una sola causa explicativa de este declive, porque las circunstancias nacionales tienen un peso determinante para cada publicación. Además, tampoco ha quedado suficiente registro en las publicaciones mismas de los motivos de sus cierres, que muchas veces fueron abruptos. No obstante, a lo largo del tiempo los procesos internos de desgaste y falta de presupuesto de los equipos editoriales han sido la principal razón de su cierre, lo que no parece haber sido una excepción en este contexto. Los cambios hacia plataformas digitales de difusión de contenidos, no sólo modificaron los públicos lectores posibles, sino los formatos de las publicaciones periódicas, con un menor costo de implementación y mantención, y una mayor circulación. Esto impuso transformaciones en las estrategias de intervención en el espacio público, no solo para el caso afrodescendiente, sino para la prensa latinoamericana en general.

Es así como Presencia Negra, Mundo Afro y otros periódicos y revistas aparecen como representativas del fin de un ciclo histórico relacionado a las publicaciones impresas de las comunidades negras/afrodescendientes en la región, y en esa misma medida son ejemplos ineludibles para la reconstrucción de una genealogía impresa afrolatinoamericana, y para una mejor la evaluación del lugar de la prensa negra/afro en la historia intelectual latinoamericana.

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Notas

* Este artículo expone resultados parciales del proyecto de investigación anid Fondecyt de Iniciación n.º 11220150, “La prensa negra/afro en América Latina durante el siglo xx: dimensiones raciales, diaspóricas y políticas de las publicaciones en periódicos y revistas de la intelectualidad afrodescendiente” (2022-2025), el que lo ha financiado y del cual soy la investigadora responsable.
1 Horacio Tarcus, Las revistas culturales latinoamericanas. Giro material, tramas intelectuales y redes revisteriles (Temperley: Tren en Movimiento, 2020).
2 Utilizo aquí las clasificaciones negro y afrodescendiente como categorías de autodescripción de autorías e intelectualidades que se reconocen como tal en sus publicaciones escritas. No se trata de sinónimos, pues no aluden a un mismo sentido identitario y se movilizan en diferentes períodos de tiempo. Al no ser intercambiables se respetan y mantienen ambas.
3 Claudia Zapata Silva y Elena Oliva, “La Segunda Reunión de Barbados y el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas: horizontes compartidos entre indígenas y afrodescendientes en América Latina”, Revista de Humanidades n.º39 (2019).
4 Fundación Ideas. “Declaración de la iii Conferencia Mundial contra el Racismo, la discriminación racial, la Xenofobia y formas conexas de intolerancia”. En De Santiago a Durban. Conferencias internacionales contra el racismo, la xenofobia, la intolerancia y la discriminación, 2000-2002 (Santiago de Chile: LOM, 2002).
5 Carlos Agudelo, “Las encrucijadas del reconocimiento multicultural: los afrodescendientes en América Latina y el Caribe”; y Alfonso Cassiani, “La diáspora africana y afrodescendiente en Latinoamérica: las redes de organizaciones como puntos de encuentro”, en Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: autoidentificación, ancestralidad, visibilidad y derechos, editado por Silvia Valero y Alejandro Campos García (Buenos Aires: Corregidor, 2015).
6 Agustín Laó-Montes, “Hacia una cartografía del campo político afrodescendiente en las Américas”, Revista Casa de las Américas, n.º 264 (2011).
7 Anacristina Rossi, “El Caribe perdido: literatura y exclusión en Costa Rica”, en Literaturas centroamericanas hoy. Desde la dolorosa cintura de América, editado por Werner Mackenbach y Karl Kohut (Madrid/ Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 2005); Lea Geler, Andares negros, caminos blancos: afroporteños, Estado y Nación. Argentina a fines del siglo xix (Rosario: Prohistoria Ediciones/TEIAA, 2010); Paulina Alberto, Black Intellectual in Twentieth-Century Brazil (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2011); Valeria Grinberg Pla, “Una mirada a las letras en los periódicos afroantillanos de Limón”, en Puerto Limón (Costa Rica): Formas y prácticas de auto/representación: Apuestas imaginarias y políticas, editado por Quince Duncan Moodie y Lavou Zoungbo, V. (Perpignan: Presses universitaires de Perpignan, 2012); Isabel Clavelin da Rosa, “Imprensa Negra: descobertas para o Jornalismo brasileiro”, Estudos em Jornalismo e Mídia, n.º 1 (2014); Alejandro Fernández, Páginas en conflicto: debate racial en la prensa cubana (1912-1930) (La Habana: Editorial UH, 2014); Silvia Valero y Erick Ramos, “Amir Smith Córdoba y la revista Negritud (1976). Contrapuntos por el lugar del negro en la historia”, Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe colombiano, n.º 42 (2020); Norberto Cirio, “Indización de los periódicos afroporteños (1858 a principios del siglo xx)”, Revista Electrónica de Fuentes y Archivos n.º12 (2021); Silvia Valero y Richard Delgado, “La contribución de Amir Smith Córdoba a la infraestructura intelectual negra colombiana en los años setenta: aprender a ser negro con el periódico Presencia Negra (1979)”, Meridional. Revista Chilena De Estudios Latinoamericanos, n.º 16 (2021).
8 Ejemplos de estas son los periódicos La Raza Africana (Buenos Aires, 1858) o La Igualdad (Buenos Aires, 1873-1874) en Argentina; los periódicos La Conservación (Montevideo, 1872) y La Propaganda (Montevideo, 1893), y revistas como Nuestra Raza (Montevideo, 1933-1948) y Revista Uruguay (Montevideo, 1945-1949) en Uruguay; en Cuba, la revista Minerva (La Habana, 1888-1889), la página dominical “Ideales de una raza” (1928-1931) del Diario de la Marina en La Habana y la revista Adelante (La Habana, 1935-1939); o la prensa negra en Brasil, desde O Homem de Cor en Río de Janeiro (1833), pasando por la prensa negra paulista como O Menelik (1915) y O Clarim da Alvorada (1924), hasta el periódico Quilombo (Río de Janeiro,1948-1950); además de periódicos como El Combate (Caguas, 1925-1967) en Puerto Rico, The Panama Tribune (Ciudad de Panamá, 1928-1973) en Panamá, o The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946) en Costa Rica.
9 María Elena Oliva, “‘Queremos nuestra emancipación y la conseguiremos’: mujeres en la prensa negra/afro de Cuba y Uruguay durante la primera mitad del siglo xx”. PerspectivasAfro 1, n.º 1 (2021).
10 Como Ansina en Uruguay y la familia Maceo en Cuba. En el primer caso se trata de Joaquín Lenzina, colaborador de Artigas en las guerras de la independencia de Uruguay, quien fue reivindicado por la población negra uruguaya como un héroe nacional. En el caso cubano, la referencia alude a Antonio Maceo y su familia, quienes colaboraron en las guerras de independencia de la isla.
11 María Elena Oliva, “Libertad, igualdad e integración. La abolición de la esclavitud en la prensa negra/afro de Argentina, Cuba y Uruguay”. En Ensayos sobre la Libertad. A 200 años de la Abolición de la Esclavitud afrodescendiente en Chile, editado por Proyecto Afro-Coquimbo: La historia después del olvido. Santiago de Chile: Editorial UAH.
12 Mara Viveros, “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación”. Debate Feminista, n.º 52 (2016).
13 María Elena Oliva, “El Plus Dolor y el Nuevo Negro: Gustavo Urrutia y su trabajo en la prensa negra/afro en Cuba”. Anclajes xxix, n.º 1 (2025).
14 María Elena Oliva, “Fragmentos de una conciencia afrodiaspórica en los periódicos O Menelik (Sao Paulo, 1915-1916) y The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946)”. Revista de la Academia, n.º 34 (2022).
15 Geler, Andares negros.
16 Fernández, Páginas en conflicto.
17 El último caso conocido, en orden temporal, pero que escapa al marco latinoamericano, es el periódico del partido político de las Panteras Negras, The Black Panther publicado entre 1967 y 1980 en Oakland, California, Estados Unidos.
18 Norberto Pablo Cirio en su trabajo en prensa “Indización de las revistas, boletines, cuadernillos y fanzines afroargentinos (1884-2009)”, Revista Iberoamericana Pragensia (2025), señala que la prensa afroporteña no se extingue, pero sí disminuyen sus publicaciones y hay un giro hacia las revistas y otros formatos.
19 Anacristina Rossi, “El Caribe perdido: literatura y exclusión en Costa Rica”.
20 Alejandro de la Fuente, Una nación para todos. Raza, desigualdad y política en Cuba: 1900-2000 (Madrid: Colibrí, 2001); María Pumier, “Introducción”, en La cuestión tabú. El pensamiento negro cubano de 1840 a 1959 (Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2007). Aunque estos textos no trabajan la prensa negra cubana en particular, sí muestran cómo luego de la Revolución de 1959 cambiaron las formas organizativas de la sociedad e intelectualidad afrocubanas, afectando la producción de este tipo de prensa.
21 Tanto en la revista Palenques como en la revista Africamérica las fechas señaladas son de los ejemplares a los que se ha tenido acceso. Dada esa limitación, no fueron parte del corpus de análisis de este trabajo, aun cuando el Movimiento Cimarrón —a cargo de la primera publicación— y José “Chucho” García —editor de la segunda— son actores clave del movimiento afrolatinoamericano contemporáneo.
22 Tarcus, Las revistas culturales, 11.
23 Laó-Montes, “Hacia una cartografía”.
24 María José Bolaña, Movimientos afrolatinoamericanos en el camino a Durban (1999-2001) (Montevideo: MIDES, 2020).
25 Fundación Ideas, “Declaración de la iii Conferencia Mundial contra el Racismo”, 105.
26 Zapata y Oliva, “La Segunda Reunión de Barbados y el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas”.
27 María Elena Oliva, Escrituras de la afrodescendencia. Debates y trayectorias de la intelectualidad negra/afrodescendiente en el siglo xx latinoamericano (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2024).
28 Cassiani, “La diáspora africana y afrodescendiente en Latinoamérica”.
29 Esta discusión de larga data y con diferentes aristas es explorada en el libro editado por Silvia Valero y Alejandro Campos García, Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: autoidentificación, ancestralidad, visibilidad y derechos (Buenos Aires: Corregidor, 2015).
30 Durante buena parte del siglo, los intelectuales negros fueron “principalmente por hombres de clase media que se dedican a la actividad escritural de manera secundaria a sus oficios (periodismo, magisterio, obrero gráfico, contaduría, funcionario público, abogacía), y que estuvieron muy influenciados por tendencias ideológico-partidistas o por instancias como los sindicatos”. María Elena Oliva, “Intelectuales afrodescendientes: apuntes para una genealogía en América Latina”. Tabula Rasa, n.º 27 (2017): 60.
31 Oliva, Escrituras de la afrodescendencia.
32 Sobre los cambios en torno a la figura de los intelectuales a nivel global ver Edward Said, Representaciones del intelectual (Madrid: Random House Mondadori, 2007). A nivel latinoamericano véase el trabajo de Mirta Varela, “Intelectuales y medios de comunicación”, en Historia de los intelectuales en América Latina, editado por Carlos Altamirano. Vol. ii (Buenos Aires: Katz Editores, 2013); y para el caso afrolatinoamericano el de Oliva, Escrituras de la afrodescendencia.
33 De esta revista se conocen sólo tres ejemplares publicados entre 1977 y 1978, numerados consecutivamente. Según lo investigado, la revista no tuvo más números.
34 Francisco Flórez-Bolívar identifica una amplia circulación de periódicos editados por negros/afrodescendientes durante las primeras décadas del siglo xx en Cartagena de Indias, Colombia, entre los que destaca El Mosquito (1910), La Verdad (1912) y El Grito de la Democracia (1912). Sin embargo, estos proyectos editoriales no expresaban necesariamente los intereses de la colectividad negra/afrodescendiente de la ciudad o el país, ni estaban dirigidos a ella. Francisco Flórez-Bolívar, “En sus propios términos: negros y mulatos y sus luchas por la igualdad en Colombia, 1885-1947” (Tesis doctoral, Universidad de Pittsburg, 2016), 94.
35 Carlos Valderrama, “La diferancia cultural negra en Colombia. Contrapúblicos Afrocolombianos”. Revista CS, n.º 29 (2019): 232.
36 Silvia Valero y Erick Ramos, “Amir Smith Córdoba y la revista Negritud (1976)... ”.
37 Valderrama, “La diferancia cultural negra en Colombia”, 234.
38 En “La diferancia cultural negra en Colombia”, 233, Valderrama menciona tres libros: Cultura Negra y Avasallamiento cultural (1980), Vida y obra de Candelario Obeso (1984) y Visión socio-cultural del negro en Colombia (1986).
39 Pietro Pisano, “Movilidad social e identidad ‘negra’ en la segunda mitad del siglo xx”. achsc 41, n.º1 (2014).
40 Lery Munar, “Reivindicación de la ‘cultura negra’ y la denuncia de discriminación racial en la experiencia del Centro de Estudios Afrocolombianos y el (Cidcun)”, Visitas al patio 14, n.º 1 (2020).
41 Peter Wade, “The Cultural Politics of Blackness in Colombia”, American Ethnologist 22, nº 2 (1995): 342.
42 Silvia Valero y Richard Delgado, “La contribución de Amir Smith Córdoba a la infraestructura intelectual negra colombiana en los años setenta: aprender a ser negro con el periódico Presencia Negra (1979)”, 269.
43 Julio Arévalo, “Amir Smith Córdoba. Del blanqueamiento a la negritud” (Tesis de Magíster, Pontificia Universidad Javeriana, 2015), 90.
44 María Elena Oliva, “Más acá de la negritud: negrismo y negredumbre como categorías de reconocimiento en la primera mitad del siglo xx latinoamericano”, Revista CS, n.º 30 (2020): 47-72.
45 Valderrama, “La diferancia cultural negra en Colombia”, 225.
46 Según los registros a los que se accedió, los números son prácticamente continuados hasta fines de 1984; luego de esa fecha se cuenta con el n.º 56 de 1986, el n.º 67 de 1997 y el n.º 69 de 1997-1998.
47 Amir Smith Córdoba, “Aprender a ser negro”, Presencia Negra, enero/febrero 1979, 1.
48 Smith Córdoba, “Aprender a ser negro”, Presencia Negra, abril 1979, 6.
49 Valero y Delgado, “La contribución de Amir Smith Córdoba”, 273.
50 Wade, “The Cultural Politics of Blackness in Colombia”.
51 Se ha trabajado con ejemplares reunidos en la Biblioteca Nacional de Colombia, la Biblioteca Luis Ángel Arango y la biblioteca de la Universidad Tecnológica del Chocó. Agradezco a la historiadora Dina Camacho por su ayuda para conseguir algunos de estos ejemplares.
52 Smith Córdoba, “Hablar de la Ley 70”, Presencia Negra, agosto/septiembre de 1997, 7.
53 Smith Córdoba, “Mi independencia”, Presencia Negra, agosto/septiembre de 1997, 7.
54 Munar, “Reivindicación de la ‘cultura negra’”, 100.
55 Valderrama, “La diferancia cultural negra en Colombia”, 236.
56 Explora con mucho detalle este proceso el texto de Romero Jorge Rodríguez, Mbundo. Historia del Movimiento Afrouruguayo y sus alternativas al desarrollo (Montevideo: Rosebud Ediciones, 2006), 73-156.
57 Los ejemplares de esta revista fueron consultados en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Uruguay.
58 Luis Ferreira, El movimiento negro en Uruguay (1988-1998). Una versión posible (Montevideo: Ediciones Étnicas - Mundo Afro, 2003); George Reid Andrews, Negros en la nación blanca: historia de los afro-uruguayos, 1830-2010 (Montevideo: Linardi y Risso, 2011); María José Bolaña, “De Mundo Afro a la Conferencia Mundial contra el Racismo (1988-2001): identidad y movilización política en la lucha contra el racismo y sus consecuencias en América Latina”, Revista Encuentros Uruguayos, n.º1 (2021).
59 Ver Bolaña, “De Mundo Afro a la Conferencia Mundial” y Ferreira, “El movimiento negro en Uruguay”.
60 Analiza detenidamente la relación entre las organizaciones afro y este momento de la nación uruguaya Mónica Olaza, “Afrodescendencia y restauración democrática en Uruguay ¿Una nueva visión de ciudadanía?”, Revista de Ciencias Sociales 30, n.º 40 (2017).
61 Rodríguez, “Carta al director”, Mundo Afro, agosto 1988, 3.
62 Las llamadas o toque de tambores hace referencia al Desfile de Llamadas, una fiesta popular de candombe en la que destaca el uso de tambores. Se realiza en el marco de los carnavales durante el mes de febrero en Uruguay.
63 Por ejemplo, el artículo de Darío Rodríguez titulado “Pueblo muerto”, Mundo Afro, agosto 1988, 24-26.
64 El texto de Olivera Chirimini es ejemplar en ese sentido: “Semblanza de Barrio Reus al Sur”, Mundo Afro, noviembre 1988, 38.
65 Andrews, Negros en la nación blanca, 200.
66 Andrews, Negros en la nación blanca, 202.
67 “Cono Sur, la alternativa es marchar juntos”, Mundo Afro, junio,1990, 2.
68 “Histórico primer encuentro de entidades negras del Cono Sur”, Mundo Afro, junio 1990, 3.
69 Ferreira, “El movimiento negro en Uruguay”, 7.
70 Ver: Alberto Britos, “No hay resignación ni conformismos”, Mundo Afro, 27 septiembre 1998, 5; Ricardo Arbiza, “Para ser blanca llegué a bañarme con jabón en polvo” entrevista a Sonia, doméstica en Fray Bentos, Mundo Afro, 18 mayo 1997, 3; Víctor Abelando, “‘La muralla invisible’. Discriminación en Uruguay”, Mundo Afro, 24 agosto 1997, 3.
71 Revista Mundo Afro, números del 31 de mayo y del 2 de agosto de 1998.
72 Ver: Jean Bosco Kayiranga, “Zaire: el fin del régimen de Mobutu”, Mundo Afro, 18 mayo 1997, 6; Lansana Fofana, “Otra vez golpe: peligra el proceso de paz en Sierra Leona”, Mundo Afro, 15 junio 1997, 7; Ana Agostino, “Black and White by Night”, Mundo Afro, 30 agosto 1998, 8.
73 He encontrado solo un registro, correspondiente al n.º00 de agosto de 2001.
Cómo citar: Oliva, María Elena. “Prensa y movimiento social: los casos de Presencia Negra y Mundo Afro en la emergencia de los movimientos afrolatinoamericanos contemporáneos”. Historia Crítica n.° 96 (2025): 69-93. https://doi.org/10.7440/histcrit96.2025.04
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