Resumen: Dada la interrelación comercial y tecnológica que existe entre las industrias de la carne de bovino de México y Estados Unidos, se dibujaron escenarios futuros para 2050 de la ganadería de EE. UU., desde una perspectiva académica local (mexicana), relacionando su influencia sobre la industria de la carne de bovino mexicana. Un análisis retrospectivo de las causas que dieron lugar en el pasado al desarrollo de sistemas intensivos de finalización de bovinos, indica no sólo su extemporaneidad, sino incluso, su efecto contraproducente actual, como es el caso de la utilización de granos en la alimentación de bovinos y su uso alterno como fuente de energía, la tendencia a la baja en el consumo per cápita y la persistente recesión económica de ambos países.
Palabras clave:Carne de bovinoCarne de bovino,MéxicoMéxico,EE. UU.EE. UU.,interrelacióninterrelación,finalización intensivafinalización intensiva,extemporaneidadextemporaneidad.
Abstract: Due to the extensive commercial interrelationship between Mexico and USA beef industry, several future scenarios for the year 2050 were considered for the USA sector from an academic perspective and its influence on the Mexican sector. A retrospective analysis of those factors which were determinant on the development of an intensive feedlot sector are just not present today, some of them act as a negative elements. Such is the case for the alternative use of grain for fuel, the decline in the per capita consumption of beef and the economic recession persistent among both countries.
Keywords: Beef, Mexico, USA, relationship, intensive finishing, timing.
Artículo
Escenario para Estados Unidos visto desde el sur del río Bravo.
Antecedentes y escenario para Estados Unidos, generados a partir de información disponible y bajo un enfoque académico externo

En virtud de la interrelación comercial y tecnológica que existe entre las industrias de la carne de bovino de México y Estados Unidos, se considera pertinente elaborar un escenario futuro de la ganadería de EE. UU., desde una perspectiva académica local (mexicana) y tomar en consideración su posible evolución para el 2050; y, con ello, relacionar su influencia sobre la industria de la carne de bovino mexicana.
Con los datos históricos de 1960 a 2010, proyecciones al año 2050 nos sugieren las siguientes tendencias (CAST, 2012): la mejora en la eficiencia productiva de carne de bovino, ya sea expresada como el rendimiento de carne de bovino por hectárea destinada a este propósito o la superficie de terreno necesaria para la producción de una tonelada de carne de bovino, indica que seguirá una respuesta de retornos mínimos con el tiempo y que podría encontrarse en su nivel tope para el año 2050 (figura 1).
En otras palabras, que la tasa de mejora en la eficiencia productiva alcanzada a la fecha por la adopción de tecnología muestra una tendencia a obtener incrementos mínimos en el tiempo.

Paralelo a esta respuesta, aparentemente decreciente en la mejora en la eficiencia productiva con la adopción de tecnología, la demanda en la producción de carne de bovino manifiesta varios posibles escenarios.
La tendencia en la producción de carne de bovino en EE. UU., de 1960 a 2010, muestra una respuesta de retornos mínimos, manteniendo un ritmo a la alza aun para 2050 (ver figura 2).

Esta tendencia al alza en la producción responde parcialmente a un incremento en la población (ver figura 3).

Con relación a la tendencia en la demanda, y con ello su producción, ésta se dibuja bajo dos perspectivas:
1. De mantenerse el nivel de consumo sostenido per cápita de 38.80 kg observado en 2010 hasta 2050, la demanda-producción de carne de bovino en EE. UU. se presenta en la figura 4.

2. En caso de continuarse hasta 2050, la misma tendencia a la baja en el consumo de carne de bovino per cápita observada entre 1960 y 2010, para el 2050 se proyectaría un consumo de 15.90 kg (ver figura 5).

Y, consecuentemente, con esta tendencia a la baja, la proyección de demanda-producción para el año 2050 sería la mostrada en la figura 6.

Al asumir que los otros factores que intervienen en la demanda-producción permanezcan estables, se especula que si la demanda-producción para el año 2050 se considera a partir de una extrapolación de la tendencia histórica de un consumo per cápita a la baja y se compara ésta con la producción resultante de la proyección histórica de la producción registrada hasta el 2010 (12.40 millones de toneladas al 2050, gráfica 2), se observa una estimación elevada en el segundo caso. Esto sugiere que, de darse el escenario de menor demanda en el consumo, la producción proyectada por extrapolación se verá ajustada a la baja en aproximadamente cuatro millones de toneladas anualmente (8.60 vs. 12.40 millones de t).
Si la demanda-producción para el año 2050 de 15.36 millones de toneladas considerada a partir de una extrapolación con base en un consumo sostenido de 38.80 kg /per cápita registrado en el 2010, se compara con la proyección al 2050 de 12.40 millones de toneladas, basada en la proyección de la producción histórica registrada hasta el 2010, se observa una sub-estimación en la producción (en el segundo caso) de, aproximadamente, tres millones de toneladas anualmente (ver cuadro 1).

Las implicaciones que estos dos escenarios de demanda-producción tendrían sobre la presión en los insumos naturales tierra, agua, aire, biomasa, energía y su impacto en el ambiente, serían de diferente magnitud; y, con ello, las posibilidades más o menos factibles de mantener una actividad sustentable en términos ambientales, bajo los criterios y prioridades propias de EE. UU.
En cuanto a su posible influencia en el intercambio comercial con México, una disminución en el consumo interno de EE. UU. de carne de bovino, aunado a una producción excedentaria con base en becerros propios, podría convertirse en una disminución en la demanda de becerros en pie de origen mexicano y en un detonador para promover la exportación de carne al mercado mexicano, entre otros, acentuando las condiciones prevalecientes actualmente de competencia desigual con los productores nacionales para atender los nichos de mercado demandantes localmente.
La producción intensiva de carne de bovino a base de granos en una etapa de finalización en corral es considerada una opción insostenible ambientalmente (PCIFAP, 2008):
The present system of producing food animals in the United States is not sustainable and presents an unacceptable level of risk to public health and damage to the environment, as well as unnecessary harm to the animals we raise for food.
Traducción libre:
El sistema actual de producción de alimentos de origen animal de EE. UU. no es sostenible al representar un alto nivel de riesgo a la salud pública e impacto ambiental indeseable, así como un trato inhumano innecesario a los animales destinados a la producción de alimentos.
De cumplirse la predicción en el crecimiento de la población señalada para el 2050, junto con una adecuada capacidad de compra por parte de ésta, la FAO (2006) especula la necesidad de duplicar la producción de carne de bovino, con su implicación en el aumento de insumos, granos, pastas, otros, y su repercusión en los recursos naturales requeridos para ello. Un ejemplo puntual, en este sentido, se puede citar que, en el caso de EE. UU., en el rubro de producción de maíz para grano, se estima una demanda adicional de 2.70 veces al área de tierra dedicada actualmente (CAST, 2012). Existen elementos referenciados en la literatura que cuestionan la posibilidad de que esto se cumpla; y, con ello, un aporte de carne de bovino al nivel del indicado por la FAO (2006), sin deterioro del ambiente.
• Historia de la finalización intensiva de ganado bovino en corral en EE. UU.
La enorme disponibilidad de maíz tanto en grano como ensilaje, consecuencia del desarrollo a gran escala de sistemas de irrigación, ocasionó una oferta elevada y económica de este insumo alimenticio (Corah, 2008; Hubbs, 2010).
La concentración de la actividad en lo general y del eslabón procesador ha sido otro factor que caracteriza el comportamiento de este sector. Hoy en día el 85 % del ganado finalizado en corral que se oferta en EE. UU., está en manos de cinco corporaciones ubicadas en los estados de Texas, Oklahoma, Kansas, Colorado y Nebraska (Corah, 2008). Esta tendencia se observa en todos los eslabones de la cadena: en el sector primario, el de procesamiento y transformación y la distribución y comercialización a través de tiendas de autoservicio. Se estima que esta tendencia de consolidación siga su mismo curso en el futuro inmediato y visto como algo conveniente e irreversible para las condiciones de EE. UU.
El cuestionamiento del efecto negativo que este tipo de consolidaciones en todos los eslabones tiene sobre los pequeños productores aun en la sociedad y economía de EE. UU. ha sido señalada (PCIFAP, 2008). Este cuestionamiento cobra mayor relevancia cuando se analiza la situación de México por la predominancia de pequeños integrantes en todos los eslabones de la cadena.
• Un enfoque a futuro de la actividad de producción de carne de bovino en EE. UU., bajo la visión estadounidense.
Los retos de la agricultura, en general, para el siglo XXI han sido enmarcados en cinco temas (Corah, 2008):
Una disminución estimada hasta de un 50 % en el consumo de carne de bovino en EE. UU. durante los últimos 20 años (Pereira, 2009) (ver figura 7):


Lo que se ha relacionada con:
Salud, el tema de colesterol
Falta de consistencia
Alternativas atractivas tanto nutricionalmente como de accesibilidad
Es precisamente en las sociedades de mayores ingresos donde la recomendación clínica a un menor consumo de carne es más frecuente e intensa.
La alternativa comercial del maíz para la elaboración de etanol ha representado un factor en la cotización del grano al alza, así como del valor catastral de la tierra requerida para su producción. Un encarecimiento en el principal insumo alimenticio se reflejaría en el precio de la carne y, con ello, se incorpora un elemento más en la baja en su consumo (Westcott, 2007).
En el tema del precio al alza del maíz, se esperaría un interés mayor por parte de los finalizadores, de incorporar procesos de industrialización del grano que elevaran su eficiencia alimenticia, como una acción encaminada a disminuir el impacto que el costo del grano tiene en el costo total de producción de un kilogramo de peso en los animales en confinamiento (Galyean, 2010).
Conforme la expansión en el cultivo de granos y, en particular de maíz, se extiende a regiones semiáridas tradicionalmente pastizales, su disponibilidad para el sector vacacría disminuye. Esta condición, aunada a un menor consumo de carne de bovino, podría sumarse para favorecer un hato de bovinos carne nacional de menor tamaño.
Dentro de este escenario de menor consumo, se vislumbra una ventana de oportunidad para la oferta de carne con alto valor agregado, tanto por el criterio de calidad como de presentación, mercado que seguirá demandando carne con estos atributos. Bajo este enfoque, la producción de carne de bovino en EE. UU. se ve más persistente en el sistema intensivo en corral a partir del uso de grano (maíz) en su elaboración, en preferencia a una producción a base de forraje-pastoreo. Galyean (2010) reconoce que la producción de carne orgánica mantendrá una tendencia moderada al alza, limitada a un sector de altos ingresos, por su alto costo de producción y las condiciones económicas adversas que experimenta un amplio sector de la población.
El avance en eficiencia productiva muestra estar ya en una condición de retornos mínimos, asociado a un deterioro en la calidad de la carne con la adopción de promotores del crecimiento a base de hormonas o beta análogos. Avances genéticos en la identificación de animales superiores y su posible manipulación cromosómica, son áreas que podrían tener una influencia positiva en esta productividad, de adoptarse por el sector primario.
Si bien hay ventajas de economía de escala en la concentración de operaciones en cada segmento en comparación con múltiples pequeños participantes (Galyean, 2010), el enfoque social que ello representa debe ser tomado en cuenta por parte de los responsables del diseño e implementación de las políticas públicas en un país.
Para los corrales de finalización con miles de cabezas de capacidad, el manejo de forraje es un problema por su manejo per se, como por la inconsistencia en su composición y el reflejo de ello en el desempeño animal y producto final. La abundante disponibilidad de granos como alternativa, sumado a la ausencia de las limitantes señaladas para el forraje, son factores que contribuyeron en el período de los años 50’s a los 90’s a la popularidad de los corrales de finalización intensiva de bovinos de carne (Galyean, 2010). Sin embargo, varias de esas condiciones económicas favorables en ese período no son vigentes en la actualidad ni se vislumbra vuelvan a ser favorables en la misma medida en el futuro.
Además, la identificación del impacto ambiental negativo ocasionado con el destino de las excretas generadas bajo estas condiciones, han puesto en cuestionamiento su sustentabilidad.
Un aumento en la consolidación del sector de corrales de finalización intensiva es lo más probable. Es posible que las operaciones de pequeña escala del Medio Oeste se mantengan a través del acceso a co-productos de la industria del etanol; esto, mientras las mega-operaciones no acaparen estos co-productos poniendo a los pequeños productores en desventaja una vez más.
Por razones de índole financiera, entre otras, tenga lugar una mayor integración entre los eslabones de corrales, el desarrollador y el criador comercial, al no serles atractivo a los dueños de los corrales el invertir capital en tierra, animales e infraestructura para la producción primaria. Además, la eventual implementación del proceso de rastreabilidad a todo lo largo de la cadena alimentaria propiciará-obligará a una mayor integración entre los eslabones.
En el tema ambiental, el factor de disponibilidad limitada de agua será un elemento de gran relevancia para ciertas regiones de EE. UU. (por ejemplo, Great Plains), así como en lo general, la contribución de los rumiantes en la generación de gases con impacto en la temperatura del planeta.
El bienestar animal es un tema que ocupa mayor atención conforme trascurre el tiempo del cual los eslabones primarios y de transformación que constituyen la producción de carne de bovino no puede ignorar y deberán responderle a la sociedad en forma oportuna y pertinente, revirtiendo la percepción por parte de ella de que la industria pecuaria da prioridad al aspecto económico dominado por la idea de “granjas-fábrica” por encima de un trato humanitario de los animales en ellas explotados.
Lo poco económicamente atractivo que resulta la finalización de ganado bovino y el alto riesgo financiero que ello representa da pie a su gradual desplazamiento por grandes empresas las que están en mejores condiciones de afrontar el riesgo.
El incremento en regulación ambiental y la limitada disponibilidad de fuerza laboral se identifican, entre otros, como factores que impulsarán el establecimiento de alianzas con empresas fuera de EE. UU., como Brasil y Argentina.
Un enfoque de mercado globalizado podría compensar con un decremento en el consumo interno; por lo que se deberá implementar una estrategia agresiva de participación en el mercado internacional, con el apoyo del gobierno de EE. UU.
El posicionamiento de la carne de bovino en la mesa del consumidor a nivel global dependerá, en gran medida, a que sea identificado como un alimento sano y sustentable al mismo tiempo que contrarreste los factores negativos que gravitan a su alrededor, tales como deforestación, gases que contribuyen al calentamiento global y el manejo inapropiado de los efluentes que origina.
La industria lechera ha generado información que indica una reducción del 37 % en su “huella de carbono” entre 1944 y 2007. La industria de la carne de bovino no ha generado este tipo de información cuantificada, aun cuando se presenta como una de las actividades pecuarias más eficientes jamás desarrolladas.
Ante esta visión aprobatoria de un futuro positivo, caracterizado por una actividad con mayor consolidación de un reducido número de actores y la mayor integración entre los eslabones por razones financieras y de rastreabilidad; con limitaciones ambientales de disponibilidad de agua relevantes en forma regional, llegando inclusive a considerar la opción de inversiones en el extranjero con menores regulaciones ambientales; una presión social contra un trato deshumanizado hacia los animales al convertir las explotaciones rurales en “granjas-fábricas”; una compensación a un posible decremento en el consumo interno con una mayor presencia en los mercados globalizados y una campaña de mercadotecnia para posicionarla ante los ojos del consumidor americano, sobresale la ausencia de una consideración formal de un deterioro en la economía del país, traducida en una menor capacidad de compra de la clase media.
En este sentido, es pertinente señalar una nota periodística de Balderas (2013) sobre un documental basado en las experiencias y observaciones sobre el comportamiento de la economía en EE. UU. del que fuera Secretario del Trabajo, cuando fuera presidente Bill Clinton; Robert Reich señala:
La clase media, que fuera el motor de la economía estadounidense, cada vez está más empobrecida. El resultado es que la Unión Americana es el país con mayor desigualdad en el mundo desarrollado. Entre los ejemplos más dramáticos está la diferencia de ingresos: en 1970 el salario anual de un trabajador en la industria era de $40 mil dólares, y en el año 2010 ese promedio bajó a $24 mil dólares. En el periodo que va de la recuperación de la crisis que explotó en 2008, la acumulación ha sido brutal; uno por ciento de la población ha recibido 95 % de las ganancias económicas del país en su conjunto.
“No veo —concluye Reich— cómo la mayoría de la población va a poder consumir lo necesario para que el país se siga desarrollando, porque está probado que el sector de más altos ingresos consume solamente una parte mínima de lo que el país produce y no es capaz de inyectar a la economía el dinamismo que requiere para crecer.”
Es este último comentario de índole económico el que podríamos señalar como un argumento más para sustentar una posible disminución en el consumo de carne de bovino en EU para los próximos 20-30 años y, consecuentemente, un posible escenario de menor producción, procesamiento, comercialización de su industria; es decir, un redimensionamiento a la baja de este sector primario y la cadena alimentaria de carne de bovino en su conjunto.








