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José Manuel Palma García
José Manuel Palma García
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Avances en Investigación Agropecuaria, vol. 23, núm. 3, pp. 5-6, 2019
Universidad de Colima
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Editorial

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José Manuel Palma García
Universidad de Colima, México
Avances en Investigación Agropecuaria, vol. 23, núm. 3, pp. 5-6, 2019
Universidad de Colima
Editorial

Un aspecto que desde hace tiempo ronda en el ámbito de la edición de revistas científicas es el concepto de profesionalización, los comentarios de colegas tanto de LATINDEX (quienes ayudan en la edición científica a través de talleres, charlas y orientaciones desinteresadas permiten promover la calidad de las revistas en Iberoamérica y el Caribe), así como la propuesta de REDALyC y el trabajo desarrollado por SCIELO, quienes abordan la visibilidad de las revistas en la región.

En ese sentido, quiero abordar el tema de profesionalización de la edición de revistas científicas, a través de una parte de la entrevista realizada a Ana María Cetto sobre el tema (Santillán, J., 2013. Profesionalización de la labor editorial de las revistas científicas en América Latina. Biblos, 50; 52-57) y que dice: “Una de las debilidades del mundo de la edición de revistas en nuestros países ha sido la falta de profesionalización. Normalmente los editores de las revistas académicas son personas que de buena voluntad acceden a encargarse de la dirección o de la edición de una revista, sin tener realmente lo antecedentes para ello ni la preparación adecuada, ni tampoco los recursos adecuados. Entonces, normalmente es un trabajo mal remunerado o no remunerado del todo, muy poco reconocido y no profesionalizado. Esto redunda naturalmente en la calidad, la baja calidad del producto, a pesar que hay un esfuerzo personal muy importante”.

Indudablemente refleja una realidad de nuestro contexto, que lo analizaré desde las revistas científicas universitarias, opinión que a siete años de haberse externado sigue vigente, veamos.

En muchas ocasiones, los editores de las revistas científicas universitarias tenemos formación científica y, en muchos casos, estamos en activo, efectivamente no fuimos formados con el enfoque editorial del cual nos apoyamos en buena medida con el departamento editorial de la universidad correspondiente; sin embargo, ese expertis académico permite valorar mejor el proceso y viabilizar el trabajo editorial.

La buena voluntad existe, pues de no ser así, serían proyectos dejados en el panteón de los recuerdos, dado que son horas extras dedicadas a una labor que, en nuestro caso, no es remunerada, categoría que faltó señalar en la entrevista; es decir, tenemos que cumplir con nuestra carga académica de docencia e investigación, pues en México existe en las universidades públicas —ligadas con la Secretaría de Educación Pública— la categoría de profesor-investigador, y que se traduce en realizar una tarea relevante adicional de envergadura, sin pago, pero además con pobre reconocimiento, muchas veces sin nombramiento. Recuerdo la pregunta de un colega en el XII Encuentro de Editores de Revistas Científicas y Divulgativas en Cuba, que cuestionaba cuántos teníamos nombramientos como editores, la sorpresa fue que pocos lo teníamos, por lo tanto, no sólo es capacitarse para llegar a la profesionalización, sino también que las instituciones reconozcan esta labor

Por ello, encabezar este tipo de proyectos, es decir ser la parte central de la edición de la revista, recae en quién la dirige, y tiene que generar la comunicación con los autores, con el consejo y con el comité editorial; gestionar los recursos para la reserva de propiedad intelectual; gestionar y obtener recursos para la publicación en la parte impresa o cubrir aquellos elementos digitales que lo requieran; resolver la distribución impresa, además del apoyo editorial de la misma que, aunque se cuente con el apoyo editorial de su Universidad, son aspectos que tradicionalmente deben realizarse.

Tendríamos que agregar, con relación a la facilidad de comunicación en el medio digital, que actualmente determina nuevos paradigmas y tareas por resolver con estos nuevos enfoques. Entonces, se suma a ellos la obtención del ISSN digital, la gestión del Digital Object Identifier (DOI), el Open Researcher and Contributor (ORCID) —este último debería ser una tarea del investigador y nos hemos encontrado casos en donde las revistas lo realizan—, la gestión para aparecer en bases de datos, el desarrollo de estadísticas y por supuesto la utilización de metadatos, como en el caso de MARCALyC, que implica el marcaje de los artículos para incrementar la visibilidad de la publicación en diversos soportes de lectura, entre ellos un visor inteligente, un visor móvil de artículos, formatos en ePub, HTML y PDF.

Es necesario señalar que la calidad debe ser valorada en sus aspectos de fondo y forma; por tanto, en el aspecto de fondo, la calidad de los artículos está determinada por las contribuciones de los autores, la revisión de los árbitros así como del grupo científico editorial y del director de la revista. La cuestión del proceso editorial es un aspecto de forma que puede aprenderse para facilitar el proceso. La suma mejora la calidad de la revista, pero la forma no cumple con el objetivo científico.

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