Dosier Del treno al epitafio: el lamento funeral en la antigua Grecia y sus inflexiones
Introducción. Del treno al epitafio: el lamento funeral en la antigua Grecia y sus inflexiones
Introducción. Del treno al epitafio: el lamento funeral en la antigua Grecia y sus inflexiones
Synthesis, vol. 32, núm. 2, e162, 2025
Universidad Nacional de La Plata

Publicación: 01 Agosto 2025
El presente dosier ofrece una selección de investigaciones producidas en el marco del Proyecto Del Treno al Epitafio: Subjetividad, convención social y cruces “genéricos” en las formas poéticas del lamento en la Grecia Antigua. Inflexiones financiado por la ANPCYT (PICT 2020 Serie A 02425). Como validación renovada de los objetivos originales de la Revista Synthesis, el dosier continúa la tradición de estudios que se fundan en el análisis filológico de los textos e incorporan tendencias recientes en la crítica literaria. Honrando la premisa contenida en la denominación de la revista, en este número se proponen artículos “con posición”, a la vez resultantes de la “composición” de un equipo de trabajo. El proyecto de investigación colectivo procuró incrementar el conocimiento existente sobre las formas discursivas del lamento funeral en la Grecia antigua, sus inflexiones en autores específicos del período helenístico y tardo-antiguo, incorporando incluso su recepción en autores inéditos contemporáneos de nuestra literatura nacional. Se abordó el lamento como vehículo de expresión de experiencias íntimas del/ de los dolientes tanto como de convenciones y leyes sociales asociadas a la ocasión particular de la muerte o la pérdida, considerando diacrónicamente las continuidades y mutaciones entre diversas manifestaciones poéticas.
La noción, formulación y relación del lamento, por un lado, con la experiencia universal humana del dolor y, por el otro, con una “poética comunitaria”, intrínsecamente atravesada por la ritualidad en la Grecia Antigua, permite descubrir significados a partir del gesto y del evento. En este proceso de indagación y rastreo, la aproximación a las formas del lamento desde una perspectiva amplia, de diálogo interdisciplinario, se propone como un desafío constante que impulsa a reaccionar con prudencia frente a la “ilusión” de la fijación textual, en los términos expresados por el Grupe de Récherche Ethnopoétique (Calame, C. et al., 2010), dado que la diversificación de formas del lamento funeral a lo largo de la antigüedad griega constituye un testimonio de la “poesía en uso social”.
La cultura griega antigua arcaica y clásica se define como una “cultura de la canción” (song-culture), de modo que la ritualidad y la coralidad, que permearon la vida ordinaria, amalgamaron a los miembros de la comunidad. Para los clasicistas, esto significa trabajar con palabras escritas transmitidas en nombre del canon que no pueden solo ser abordadas como textos autónomos, ya que cobran nuevos sentidos si son vistas como huellas de eventos singulares que reclaman ser recreados en su complejidad. Por lo tanto, el ambicioso proceso de reconstrucción de un evento cantado, como las múltiples formas que adopta el lamento, constituye un proyecto historicista que requiere de un doble encuadre, en el contexto político-social y en la puesta en ejecución de cada acontecimiento irrepetible. En esta difícil relación entre experiencia subjetiva, convención social, contexto histórico y creación poética intervienen los enfoques socio-filológicos (Martin, 2008) y etno-poéticos (Calame, 2010), donde el perfil del filólogo resulta fundamental, pero ciertamente no suficiente, por lo que debe nutrirse de los aportes de otras disciplinas como la antropología, la sociología y la sociolingüística.
Según lo expuesto, las diversas configuraciones que el lamento funeral recoge en los textos canónicos de la Grecia clásica y arcaica demandan ser comprendidas como manifestación de la dimensión polifónica de productos escritos de las tradiciones orales, como son los géneros épico, lírico y dramático. Más tarde, en el marco de un desarrollo diacrónico, esas múltiples configuraciones del lamento derivan, en un proceso de fosilización literaria, en las formas del epigrama y también de la prosa, al incorporarse a los discursos filosófico e histórico y, como modo peculiar de representación de crisis, conformando incluso el epitafio cívico. Finalmente, su recuperación –ya como tradición literaria– en autores del período helenístico y tardo-antiguo expresa nítidamente su relevancia.
La rebelión crítica contra el patrón evolutivo aristotélico, con su intención de explicar la tragedia como una morosa desaparición de patrones corales, ha instalado en el centro de las investigaciones recientes el problema de la coralidad y, en consecuencia, la función e interpretación del lamento en sus múltiples formas de expresión. Asimismo, este giro en la crítica contemporánea que comenzó a juzgar el drama griego clásico como un género coral ha otorgado a las odas dramáticas un valor “ocasional” –propuesto hace no menos de cuatro décadas por Calame (1977) –, estudiado entre otros por David (2006), retomado por Swift (2010) y, en nuestro país, por Torres (2017) respecto del campo más amplio de la himnodia. La noción de ocasión resulta hoy manifiestamente clave en las investigaciones en torno a los diversos modos que adopta el lamento.
La tendencia hacia la coralidad y la poesía de ocasión que caracterizó al giro performativo y marcó un antes y un después en los estudios clásicos tuvo otras implicancias en relación con las aproximaciones a las formas de lamento, ya que estimuló el interés por investigar su expresión musical y su formulación, ya como el lugar de la voz íntima femenina, ya como el de la convención social masculina –ambos de indubitable matriz homérica–, que promovieron numerosos estudios hacia finales del siglo XX y comienzos del siglo actual.
Entre los múltiples estudios que tuvieron lugar, el aporte de Alexiou (1974, 2002) constituye un hito insoslayable, dado que su clasificación de las formas antiguas y modernas de los cantos de lamento y de los cantos funerales nos ha proporcionado los nombres técnicos de las versátiles tipologías atestiguadas. Su apreciación crítica sobre el lamento ciudadano y la catástrofe presente o pasada instaló la indagación de lo coral como colectivo emocional en el drama griego clásico. De igual modo, Rodríguez Adrados (1972, 1976) puso particular atención sobre las formas “trenéticas” estilizadas en sus versiones literarias, épicas o trágicas, a las que consideró fundadas en el ritual funeral.
La taxonomía más nítida entre lamentos ejecutados por hombres o mujeres –thrênos o góos– expuso un problema hermenéutico en la carencia de distinción en lengua española entre las nociones de “género” literario o discursivo y “género” como categoría de los estudios culturales (genre y gender, respectivamente en lengua inglesa). Precisamente, los cruces genéricos que se postulan como eje crítico en este dosier obedecen a ambos órdenes. Esta aproximación, ya formulada por Murnaghan (1999), concibe el lamento como continuidad de la ideología heroica masculina pero también como ruptura que subvierte, desde la visión femenina, los estándares sociales convencionales y obliga a una redefinición de los géneros literarios antiguos. Esto se debe a que la premisa de la universalidad transhistórica de las manifestaciones humanas en torno a la muerte supone la continuidad de ciertos elementos constantes, pero también la transformación –o, incluso, perversión– de otros, perceptible a través de sus expresiones poéticas consideradas diacrónicamente.
De lo anterior se desprende entonces que la poesía griega en general y las formas poéticas del lamento funeral en particular constituyen no solo manifestaciones de la subjetividad (en este caso, del doliente que sufre la pérdida), sino también del respeto o el quiebre de las convenciones sociales históricamente vigentes que, efectivamente, vehiculizan relaciones de poder, tanto en función del género cultural (gender) que lo ejecuta y consume, como del género discursivo (genre) que le otorga morfología a la voz vulnerable. En función de lo expuesto, Holst-Warhaft (1992), enmarcada en el llamado “giro afectivo”, destacó los lamentos femeninos como discursos potencialmente peligrosos. Según ha establecido la autora, el lamento de las mujeres, con componentes agonales y con la confusión de los límites entre el dolor privado y la celebración pública, por estar basado en la pérdida y en la pena, habría constituido un riesgo desestabilizador, esto es, un desafío a la política de la ciudad, tradicionalmente sustentada en la alabanza de quienes morían en batalla.
La problemática de la coralidad femenina y los efectos genéricos sobre las formas estéticas del lamento ya había sido notada por Shapiro (1991) en relación con la iconografía, también por Loraux ([1981] 2002) y fue retomada luego por Dué (2006). Todos estos enfoques siguen vigentes y promueven nuevos análisis en la investigación filológica clásica. La dinámica emocional de la tragedia como constituyente de su objetivo ideológico ya estaba presente en el influyente estudio de Zeitlin y Winkler (1990), que tiene continuidad en estudios recientes en el país, como Buis, Rodríguez Cidre & Atienza (2013).
La aplicación de modelos evolutivos o contrastivos ha sido proficua para esclarecer algunos aspectos del tipo de coralidad colectiva que muchos de los lamentos épicos o trágicos evidencian. Es el caso de los estudios de Bertolín Cebrián (2006) y Nagy (1996, 2003) que, sin embargo, encorsetan la correcta percepción diacrónica de las formas literarias y lingüísticas que los componen. En relación con este tipo de abordaje, un punto estratégico en el presente dosier consiste en analizar los lamentos corales como expresiones de lo marginal en la inflexión histórico-cultural que cada corpus textual propone. A pesar de que Suter (2008) ha incorporado el estudio de textos sumerios e hititas y de parodias de lamento en la comedia aristófánica y Athanassaki & Bowie (2011) han abordado la coralidad y los lamentos de la obra de Píndaro, el estudio del tránsito que conduce desde una forma lírica en verso adjudicada a mujeres hasta la forma masculina de la prosa institucionalizada del epitáphios lógos amerita nuevas reflexiones. Así, el vínculo entre el contexto de producción y de representación de los lamentos trágicos demuestra que las odas de matriz trenética tanto en obras de Esquilo como en las de Eurípides constituyen instancias de cambio fundamentales en el desarrollo de los dramas que integran. Asimismo, a partir de la oralidad inicial del texto homérico, los discursos funerales subsiguientes, ya en prosa, exponen un contexto enunciativo que brinda claras marcas de oralidad a la prosa que los compone y suponen un auditorio, una función social del discurso pronunciado, un contexto histórico-político y una perspectiva filosófica. De este modo, cada texto seleccionado para este dosier colabora con la composición del panorama del pasaje de un rito de comunicación a la expresión de una historia cívica colectiva, así como de las diversas instancias de ruptura crítica, que tanto Tucídides como Platón ejecutaron en su apropiación de Homero.
Como ejemplo cabe hacer una breve mención del diálogo Menéxeno de Platón, producido aparentemente tras la paz de Antálcidas en 387 a. C.. El texto, como tantos otros que fueron parte del corpus del proyecto de investigación colectivo, no integra la selección para este dosier. Sin embargo, resulta paradigmático porque ofrece un discurso funeral convencional que parodia el célebre discurso del libro II de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides atribuido a Pericles ca. el 431 a.C. (2.35-46). Se destaca por su originalidad, ya que se produce en el contexto de una institucionalidad masculina, pero concediéndole una voz y focalización femenina que recuperan la antigua raíz del lamento. El interés platónico en proponer una crítica competitiva a la tradición desnuda la idealización tucidídea de Pericles, como sostiene Rusten (2009), compatible con la idealización de los héroes muertos. La expansión paródica que Platón concreta en Menéxeno ofrece una revolución superadora y aplica sobre el mismo líder la acusación de demagogia, que volvía inciertos los elogios de su discurso funeral. No solo porque Sócrates sea presentado como el orador masculino de un discurso originalmente femenino, atribuido a la propia Aspasia, mujer de Pericles; sino también porque de ese modo la referencia oral recrea los componentes iniciales trenéticos con la institucionalidad masculina de una emocionalidad femenina y agrega un tercer grado de oralidad al mismo discurso.
En el trayecto de desarrollo de las diversas formas de lamento, el paso de la oralidad al texto escrito ha dejado su impronta en cada autor y en cada obra con un evidente grado oral de la escritura que reedita las condiciones de recepción y difusión del texto homérico, origen de la tipología discursiva y comunicativa, tal como ha sido demostrado por la señera publicación de Alexiou.
Los artículos del presente volumen toman en cuenta tanto el carácter conmemorativo del lamento como su carácter ficcional al proponer que una palabra final reemplaza la memoria física del sujeto que muere, como forma de recolección (Martin, 2009), ofreciendo una especulación del futuro tanto como una memoria del pasado. Como afirmamos, no se ha pretendido agotar un corpus de textos funerales, sino, a partir de una muestra de textos seleccionados, atender a las circunstancias de ejecución, producción o ficcionalización, en razón de su referencia a la ocasión y a géneros más o menos convencionales asociados al lamento como expresión inherente de la condición humana. Esto es, en definitiva, considerarlos no solo literariamente, sino también como huella de la comunidad contemporánea que los aloja tanto como de la tradición que recuperan.
Dos artículos se concentran en la dramaturgia esquilea, especialmente en Persas y Siete Contra Tebas. El artículo de Nelson de Aguiar Menezes Neto aborda el valor mimético de las interjecciones en una obra considerada un extenso lamento, como lo es Persas, con la convicción de que este tipo de enunciación resulta una sofisticada forma de expresión de sentimientos y no un cúmulo de sonidos carente de sentido, sino un elemento que colabora con la ejecución sonora de la tragedia. Aunque desde otra línea teórica, la propuesta de Pilar Fernández Deagustini sobre Siete contra Tebas también se concentra en recuperar la fuerza material de la voz, procurando compensar la tendencia logocéntrica que privilegia el contenido sobre la expresión sonora. En este sentido, recogiendo los aportes de Adriana Cavarero (2005) en torno a la política de la voz y articulándolos con los de la etnopoética (especialmente Calame, 2010 y 2024), sostiene que, en el diseño de las secuencias musicales que integran Siete contra Tebas, la primera y última odas de las jóvenes tebanas pueden ser interpretadas como un par combinado y equilibrado de canciones que el dramaturgo compone como muestra de un proceso de adecuación normativa del lamento. A partir de esta secuencia musical, es posible advertir cómo el coro, en tanto pieza dramática fundamental, requiere que la audiencia participe de la renegociación acerca de cuál es la voz con autoridad, ya que sus intervenciones musicales albergan las diferentes tensiones y reveses que estructuran la trama.
El “trayecto” del lamento desde las formas poéticas femeninas en que lo colectivo coral, lo público y lo privado se intersectan, hasta la prosa regulada de lo funeral cívico y masculino, permite abordar la relación con la “representatividad” que esos lamentos pudieran expresar respecto de cada género implicado –tanto en su sentido de género discursivo como de género masculino o femenino. En tal sentido, la confrontación, comparación y diálogo crítico, entre el epitafio de la historiografía, el juego literario que ofrece el epitafio de Gorgias y el epitafio de los argivos en Suplicantes de Eurípides testimonia un cruce genérico abordado en el artículo de Graciela Zecchin, que propone subsanar una carencia señalada por Pritchard (2024) respecto de los estudios de Loraux (1981, 2002).
Posthoméricas, que constituye el objeto de estudio del artículo de Sofía Zamperetti Martín, en cambio, refiere una deixis directa a su antepasado poético, pero quebranta con el prefijo ‘post’ su inserción en la tradición con la percepción de una derivación temporal estrictamente real, ya que el poema atestigua un lamento fúnebre inusual dedicado a una figura femenina como lo es el lamento de una madre por su hija, de Hécuba por Polixena (XIV 289-301).
La publicación también propone un espacio para la reflexión que los epigramas de período helenístico aportan respecto de las variaciones en la tradición del epitafio. No solo porque suele existir un vínculo entre la iconografía contenida en la cerámica y los textos, sino también entre los objetos representados y el lamento evocado. El artículo de Joseph Day realiza un aporte novedoso a este respecto al estudiar los tres epigramas más extensos producidos en la necrópolis de Itanos en Creta.
Finalmente, el artículo a cargo de María Silvina Delbueno ofrece un análisis de la recepción del mito de Medea que se funda en las lamentaciones del personaje en dos obras inéditas argentinas de autores que han cobrado en tiempos recientes una importante difusión de sus creaciones. Las obras El escorpión blanco de Fermani y La Alimaña de Suárez son analizadas como modelo del manejo de la temporalidad en la expresión de las penas tanto como recuperación de las formas poéticas femeninas del lamento.
Anhelamos que los artículos presentados sobre el desarrollo formal y pragmático del lamento en general y del fúnebre en particular, de una versificación ritual a una prosa político-institucional, desde la voz femenina hacia su oclusión en una concreción masculina, aporten a los estudiosos de la especialidad y a quienes se interesen por la literatura griega clásica y su recepción, miradas renovadas que consoliden su intelección como expresión estética colectiva de crisis humanas y cívicas, tanto en la antigua Grecia como en la actualidad.
Referencias bibliográficas
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