Dosier Del treno al epitafio: el lamento funeral en la antigua Grecia y sus inflexiones
El lamento inusual por la pérdida de la hija: Hécuba en Posthomérica XIV
The unusual lament for the loss of the daughter: Hecuba in Posthomerica XIV
El lamento inusual por la pérdida de la hija: Hécuba en Posthomérica XIV
Synthesis, vol. 32, núm. 2, e166, 2025
Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 21 Febrero 2025
Aprobación: 25 Abril 2025
Publicación: 01 Agosto 2025
Resumen: El lamento de Hécuba en el libro XIV (vv. 289-301) ofrece una conclusión profundamente emotiva y significativa a Posthomérica. En este γόος, Quinto de Esmirna condensa temas clave de la épica griega: el dolor, la pérdida y la ruptura del orden humano frente a la violencia de la guerra. A través del uso de símiles, referencias míticas y una estructura retóricamente elaborada, el poeta no solo da voz al sufrimiento femenino, históricamente marginado en el discurso heroico, sino que también resignifica el cierre de la epopeya. La muerte de Polixena, única hija que recibe un lamento ritual en un poema saturado de muertes masculinas, se convierte en símbolo del sacrificio inútil, de la violencia ritualizada y del final irreversible de la ciudad de Troya. La figura de Hécuba, cuya metamorfosis sella su destino, concentra el duelo, la impotencia y la transformación final de lo humano en otra cosa: una memoria petrificada que sobrevive a la caída de la civilización que la engendró.
Palabras clave: Posthomérica, Quinto de Esmirna, Lamento funeral, Hécuba.
Abstract: Hecuba's lament in Book XIV (vv. 289-301) offers a deeply moving and meaningful conclusion to Posthomerica. In this γόος, Quintus of Smyrna condenses key themes of Greek epic: grief, loss, and the breakdown of human order in the face of the violence of war. Through the use of similes, mythical references and a rhetorically elaborate structure, the poet not only gives voice to female suffering, historically marginalized in the heroic discourse, but also resignifies the epic's closure. The death of Polyxena, the only daughter who receives a ritual lament in a poem saturated with male deaths, becomes a symbol of useless sacrifice, ritualized violence and the irreversible end of the city of Troy. The figure of Hecuba, whose metamorphosis seals her fate, concentrates mourning, impotence and the final transformation of the human into something else: a petrified memory that survives the fall of the civilization that engendered her.
Keywords: Posthomerica, Quintus of Smyrna, Funeral Lament, Hecuba.
Introducción
Los poemas épicos se encuentran atravesados por la muerte, el lamento y el duelo. Posthomérica de Quinto de Esmirna no es la excepción, pues en cada libro de esta epopeya se relata la muerte de diversas figuras heroicas, en consonancia con el género literario en el que la obra se inscribe. Tanto en Quinto como en otros autores de la segunda sofística, el lamento funeral resulta un tema significativo no solo por su valor literario, sino también porque exhibe el modo en que los griegos procesaban y manifestaban el dolor a causa de la pérdida de los seres queridos.1
En relación con los poemas homéricos y al uso arcaico de los términos θρῆνος y γόος, Alexiou (2002, p.103) distingue dos formas de lamento funeral según el modo ritual de su ejecución: el θρῆνος, compuesto e interpretado por cantores profesionales, de tono moderado, acompañado por un instrumento musical; y el γόος, lamento individual, ejecutado por parientes que expresan sentimientos personales acerca de la pérdida, hablado en vez de cantado, con tendencia al desarrollo de una narrativa.2
Los poemas épicos suelen estar colmados de lamentos de padres y madres por hijos caídos en el campo de batalla. En ese contexto bélico, resultan inusuales los lamentos dirigidos a hijas, por lo que el discurso de lamentación de Hécuba por Polixena adquiere un carácter excepcional (XIV, vv. 289-301).
Análisis relativamente recientes sobre el lamento, llevados a cabo por clasicistas y antropólogos, exponen que, ya sea en la épica homérica o en rituales funerarios que en la actualidad se realizan en algunas zonas remotas de Grecia, el lamento femenino tiene el potencial de subvertir el sistema de valores dominante (en efecto, masculino) (Fernández Deagustini, 2020, p. 53). Esta observación tiene un interés particular y provocativo para los lectores de la épica homérica y heroica posterior, ya que los lamentos femeninos claman por la muerte de los héroes en lugar de, en cierto sentido, celebrarla; como por ejemplo en el final de Ilíada, en que la esposa, la madre y la cuñada de Héctor se compadecen por su muerte.3 Según Perkell, en este sentido y en el marco del código ético heroico, los lamentos en la épica pueden parecer incoherentes o incluso disruptivos respecto del propósito definitorio del género de conmemorar las hazañas heroicas (2008, p. 93).
Estudios como los de Foley (1993), Holst-Warhaft (1992) y Seremetakis (1991)4 observaron esta oposición recurrente entre los lamentos de las mujeres por los muertos y la ideología política o militar de la clase (masculina) gobernante. En el mismo sentido, la legislación de Solón para restringir los lamentos de las mujeres y los rituales de la muerte confirma la percepción del poder perturbador del lamento en la Antigüedad (Calero Secall, 2012).
Redfield sostiene que, en el rito funeral, la comunidad actúa en su propio nombre para reafirmar su continuidad a pesar de las fuerzas desordenadas que la asaltan; y mediante el tratamiento del cuerpo, se promulga la determinación de que, incluso como organismo, el hombre pertenece al orden de la cultura y no al reino de la naturaleza (1975, p. 185). En este sentido, el lamento de Hécuba por la muerte de Polixena evoca la identidad troyana -en un contexto donde la ciudad ya ha sido tomada y saqueada- como una forma de reafirmarse a sí misma y a su hija como hitos troyanos. La pérdida de condición humana de Hécuba -que se convierte en una estatua de piedra con forma de perra, objeto de doble naturaleza mineral y animal- y el hecho de que Polixena carezca de ritos fúnebres dan cuenta de un trastocamiento por el incumplimiento de normas consuetudinarias.
En este artículo, analizaremos el γόος de Hécuba en el libro XIV de Posthomérica en tanto expresión del dolor materno a causa de la inminente muerte de Polixena,5 teniendo en consideración los símiles que lo enmarcan. El siguiente cuadro señala puntos importantes de la organización narrativa que resultan significativos para nuestro estudio:

El lamento de Hécuba sobresale por su ubicación en la estructura general de la obra, en tanto constituye la última escena funeraria del poema. Es pertinente subrayar que, siguiendo el uso típicamente homérico de la composición anular, Posthomérica no solo finaliza con la narración de la muerte de una mujer, sino que también en el inicio de la obra acontece otra muerte femenina.
En el libro I, Pentesilea llega a Ilión en calidad de aliada de los troyanos y es recibida como una salvación que deviene fallida, ya que la guerrera amazona es asesinada por Aquiles. Resulta extraño que Pentesilea, en su carácter de heroína, no sea honrada con γόος ni θρῆνος, aunque sí hay referencias específicas al sufrimiento de los troyanos, a la pena que exhibe Aquiles y a las honras fúnebres que Príamo y su pueblo le rinden a la amazona.6
Como personajes femeninos, Polixena y Pentesilea difieren entre sí ya que, por una parte, Pentesilea sobresale en cuanto a su condición de heroína, está situada en un nivel semejante al de los guerreros tanto troyanos como aqueos y combate para obtener la gloria inmortal (I, vv. 138-395); mientras que Polixena representa la inocencia, predomina su carácter virginal y se encuentra excluida del campo de batalla. Sin embargo, tanto una como la otra resultan un beneficio para la comunidad: Polixena para los troyanos porque se entrega como sacrificio, pero también para los aqueos que pueden cumplir el pedido de Aquiles de honrarlo y emprender un regreso satisfactorio; y Pentesilea, por su parte, porque ofrece (inútilmente) su vida en el combate cuerpo a cuerpo en el intento de salvar la ciudad de Troya (I, vv. 494-653).
El lamento personal de Hécuba en el libro XIV presenta una doble articulación: por un lado, se relaciona compositivamente con el inicio del poema; por otro, establece un vínculo estrecho con el final de Ilíada, modelo poético al que Posthomérica aspira dar continuidad, remitiendo al lamento triádico que las mujeres troyanas -Andrómaca, Hécuba y Helena- ejecutan por la muerte de Héctor en los cantos XXII y XXIV.
Como sostiene Roberts (1993), una ceremonia fúnebre da un cierre contundente no solo a las vidas individuales a través de los rituales, sino también a los textos literarios. De alguna manera, se puede considerar que el duelo compartido, tanto en la vida como en los textos literarios, finaliza y afirma el valor del individuo y de la comunidad frente a la muerte (Perkell, 2008, p. 97). Este es el caso del lamento de Hécuba al final de Posthomérica, episodio que se transforma en un triple duelo ya que aporta un cierre no solo a la existencia de Polixena, sino también al esplendor de la ciudad de Troya y al poema mismo.
Los símiles de Polixena como marco del lamento de Hécuba
El libro XIV contiene un total de once símiles,7 de los cuales los últimos cuatro se desarrollan alrededor del discurso de Hécuba y en vinculación con el episodio de la muerte de Polixena.
Tres de ellos se refieren directamente al personaje de Polixena y serán abordados en este apartado; mientras que el restante (que establece una comparación entre Hécuba y una perra) se analizará en el siguiente. Las imágenes plasmadas en estos símiles tienen en común el hecho de reforzar la descripción del proceso sacrificial y evidencian un claro énfasis en el patetismo y dolor del pasaje.
En primer lugar, entre los versos 258 y 262, Polixena es comparada con una ternera que gime y que es arrastrada lejos de su madre para el sacrificio en honor de una divinidad:8
τὴν δ᾽ ἄγον, ἠῢτε πόρτιν ἐς ἀθανάτοιο θυηλὰς
μητρὸς ἀπειρύσσαντες ἐνὶ ξυλόχοισι βοτῆρες,
ἡ δ᾽ ἄρα μακρ βοῶσα κινύρεται ἀχνυμένη κῆρ·
ὣς τῆμος Πριάμοιο πάϊς περικωκύεσκε
δυσμενέων ἐν χερσίν· ἄδην δέ οἱ ἔκχυτο δάκρυ·9 (Q. S., XIV, 258-262).
La llevaban como los pastores a una ternera en los bosques luego de arrancarla de su madre para el sacrificio de un inmortal, ella en efecto se lamenta afligida en su corazón, mugiendo mucho. Así entonces, la hija de Príamo se lamentaba en manos de sus enemigos. Las lágrimasse le derramaron hasta hartarse.10
La incorporación de esta imagen bovina señala una coyuntura dramática en la situación de personajes indefensos como mujeres y niños, quienes suelen experimentar la guerra desde una posición marginal y resultan directamente afectados por la confusión del saqueo (Carvounis, 2005, p. 240). En el libro XIV, este símil refuerza esa línea interpretativa al representar a la doncella/ternera en el instante previo a su asesinato.
Inmediatamente a continuación, se inserta una segunda imagen que describe las lágrimas de Polixena como gotas de aceite de oliva:
ὡς δ᾽ ὁπότε βριαρῷ ὑπὸ χέρματι καρπὸς λαίης
οὔπω χειμερίῃσι μελαινόμενος ψεκάδεσσι
χεύῃ πολλὸν ἄλειφα, περιτρίζωσι δ μακρὰ
ἄρμεν᾽ ὑπὸ σπάρτοισι βιαζομένων αἰζηῶν·
ὣς ἄρα κα Πριάμοιο πολυτλήτοιο θυγατρὸς
ἑλκομένης ποτ τύμβον ἀμειλίκτου Ἀχιλῆος
αἰνὸν ὁμῶς στοναχῇσι κατὰ βλεφάρων ῥέε δάκρυ·
καί οἱ κόλπος ἔνερθεν ἐπλήθετο· δεύετο δὲ χρὼς
ἀτρεκέως ἀτάλαντος ϋκτεάνῳ ἐλέφαντι. (Q. S., XIV, 263-271)
Como cuando el fruto del olivo todavía no ennegrecido por las gotas de lluvia invernales deja fluir mucho aceite debajo de la fuerte piedra y las poleas crujen largamente debajo de las sogas que los jóvenes tiran con fuerza; así también, en efecto, cuando la hija del muy sufrido Príamo era arrastrada hacia la tumba del cruel Aquiles y, con gemidos, terribles lágrimas corrían por sus párpados; debajo se le llenaba de lágrimas su regazo: se empapaba su piel, exactamente igual al tan preciado marfil.
El inminente asesinato de una víctima indefensa se ilustra con un símil que tiene sus raíces en imágenes de muertes masivas de guerreros en el campo de batalla.11 En este caso se trata de un nuevo tipo de víctima debido a que Polixena será sacrificada por creencias heroicas en busca de consolidar la deificación de Aquiles. La ternera que se lamenta afligida en su corazón, mugiendo mucho (ἡ δ᾽ ἄρα μακρὰ βοῶσα κινύρεται ἀχνυμένη κῆρ, v. 260) se transforma en fruto de olivo que rezuma aceite en la prensa chirriante cuando se le aplica presión. El ruido de la fricción de la piedra de moler se condice con los verbos que expresan lamentos sonoros como βοάω (v. 260), περικωκύω (v. 261), περτρίζω (v. 265) y el sustantivo στοναχή (v. 269). [i] La comparación con las aceitunas también se registra en uno de los símiles de batalla de Neoptólemo, en el que una rica cosecha de aceitunas representa el número de guerreros que ya había matado (IX, 198-202). Por otra parte, la muerte de Príamo a manos de Neoptólemo se ilustra con un símil de cosecha derivado de un contexto guerrero (XIII, 242-245).
Por otra parte, se establece un juego simbólico en torno a la coloración del fruto del olivo todavía no ennegrecido por las gotas de lluvia invernales (οὔπω χειμερίῃσι μελαινόμενος ψεκάδεσσι, v. 264) y la piel exactamente igual al tan preciado marfil (χρὼς / ἀτρεκέως ἀτάλαντος ἐϋκτεάνῳ ἐλέφαντι, vv. 270-271). El paso del tiempo oscurece, como la aceituna que aún no madura del todo. De modo similar, Polixena se encuentra en la edad justa de contraer matrimonio, en el umbral de la madurez. En efecto, el verso que clausura la comparación funciona como refuerzo de la imagen al vincular la piel de Polixena con el marfil, símbolo que remite por su blancura a la pureza de su juventud virginal.
Los colores evocados revisten importancia ya que el tercer símil referido a Polixena compara la sangre que fluye de su cuello con la de una jabalí o una osa que, producto de una herida, gotean manchando la nieve:
καί ῥ᾽ ἡ μὲν πρηνὴς χαμάδις πέσε· τῆς δ᾽ ὑπὸ δειρῇ
φοινίχθη περ πάντα, χιὼν ὥς, ἥ τ᾽ ἐν ὄρεσσιν
ἢ συὸς ἢ ἄρκτοιο κατουταμένης ὑπ᾽ ἄκοντι
αἵματι πορφυρόεντι θοῶς ἐρυθαίνεθ᾽ ὕπερθεν. (Q. S., XIV, 316-319)
Y entonces ella cayó al suelo con la cara hacia abajo, y se enrojeció todo alrededor, debajo de su cuello; como la nieve que en las montañas se tiñe de rojo por la sangre que rápidamente brota ya sea de una jabalí o una osa herida por un dardo.
En efecto, luego de realizado el sacrificio, a través del elemento de la nieve se retoma el color blanco de la piel/marfil del símil anterior y se incorpora el rojo de la sangre vertida por el corte de la espada de Neoptólemo (vv. 313-315). Mediante la figura virginal e inocente de Polixena se establece un vínculo entre el ritual fallido de celebración de una boda y el rito sacrificial expresamente cumplido. La novia se convierte en ofrenda, Aquiles sustituye al esposo y la figura de Himeneo es reemplazada por la muerte.12 La sangre derramada ya no es la de la noche de bodas, sino la de la víctima sacrificada.
La representación de una joven indefensa que se asemeja a un animal salvaje herido subraya el patetismo de la escena narrada.13 Los símiles referidos a Polixena, más allá de enfatizar su vulnerabilidad e inocencia y establecer conexiones con elementos de la naturaleza y la vida rural, funcionan como encuadre del lamento de Hécuba y aportan una descripción de la joven omitida en el discurso de su madre.
El lamento de Hécuba
El lamento de Hécuba se encuentra relacionado con el episodio inmediatamente anterior, el del sueño de Neoptólemo donde el fantasma de Aquiles le pide a su hijo que sacrifique a Polixena. En términos narrativos, queda en evidencia la relación de “causa-efecto” entre ambas escenas ya que el pedido de sacrificio por parte de Aquiles (XIV, 209-222) desencadena el lamento anticipado de Hécuba14 y la muerte de Polixena.
Por otra parte, estos episodios exponen el dolor por la pérdida de un ser querido y lo equiparan encarnado en personajes de ambos bandos: el dolor de Neoptólemo por la muerte de Aquiles (que se inicia en el libro III, continúa en el libro VII -con su llegada a Troya- y se reactiva en el libro XIV -por la aparición de Aquiles-) y el dolor de Hécuba por el sacrificio de Polixena (concentrado en el libro XIV).
Ambos pasajes comparten el hecho de incluir elementos de carácter sobrenatural. Por un lado, la aparición fantasmagórica del fallecido Aquiles (similar a la aparición de Patroclo ante Aquiles exigiendo sepultura inmediata en Ilíada XXIII, 62-101) y, por otro lado, la metamorfosis de Hécuba convertida en una estatua con forma de perra (semejante al mito de Níobe transformada en una piedra que llora, Ilíada XXIV, 602-617). Justamente, el discurso de Hécuba se encuentra introducido por un símil que la compara con una perra que recientemente ha tenido cría:
εὖτε κύων προπάροιθε κινυρομένη μεγάροιο
μακρὸν ὑλαγμὸν ἵησι, νέον σπαραγεῦσα γάλακτι,
τῆς ἄπο νήπια τέκνα πάρος φάος εἰσοράασθαι
νόσφι βάλωσιν ἄνακτες ἕλωρ ἔμεν οἰωνοῖσιν,
ἡ δ᾽ ὁτὲ μέν θ᾽ ὑλακῇσι κινύρεται, ἄλλοτε δ᾽ αὖτε
ὠρυθμῷ, στυγερὴ δὲ δι᾽ ἠέρος ἔσσυτ᾽ ἀϋτή·
ὡς Ἑκάβη γοόωσα μέγ᾽ ἴαχεν ἀμφὶ θυγατρί· (Q. S., XIV, 282-288)
Como una perra que se lamenta delante de una casa, lanza un fuerte ladrido, recién hinchada por la leche; y los amos arrojaran lejos de ella a los jóvenes cachorros antes de que puedan ver la luz del sol para que sean alimento de las aves de rapiña; ella unas veces se lamenta con ladridos y otras veces de nuevo con aullidos; y el odioso grito se esparce a través del aire. Así Hécuba lloraba, gritando a grandes voces, cerca de su hija.
Los elementos sonoros aparecen de manera contundente a través de la perra que se lamenta (κινυρομένη, v. 282), que lanza un fuerte ladrido (μακρὸν ὑλαγμὸν, v. 283), que se lamenta con ladridos (ὑλακῇσι κινύρεται, v. 286) y de nuevo con aullidos (αὖτε / ὠρυθμῷ, vv. 286-287), pero especialmente a través del odioso grito (que) se esparce a través del aire (στυγερὴ δ δι᾽ ἠέρος ἔσσυτ᾽ ἀϋτή·, v. 287). Este resonante símil retoma la descripción del llanto de Hécuba en el verso 281, quien profería lastimeros gemidos y, entre llantos, gritaba con fuerza (οἰκτρὸν ἀνοιμώζεσκε, γόῳ δ' ἐπὶ μακρὸν ἀύτει).
Las madres en duelo comúnmente se aquejan por los sufrimientos que podrían haberse evitado, como los dolores del parto, las molestias en los pechos a causa de la lactancia y las innumerables noches sin dormir, padecimientos que resultan inútiles porque sus hijos finalmente mueren. Por esta cuestión, el símil evoca la imagen de una perra con las mamas hinchadas. Sin embargo, se pone en escena un factor externo que da fin a la existencia de los cachorros, se trata de los dueños de casa que han decidido sacrificarlos, dejando a la perra con vanos dolores. En consecuencia, este símil contribuye a la creación de una atmósfera emotiva y patética que resalta el dolor maternal de Hécuba y, al mismo tiempo, resuelve el enlace narrativo con el subsiguiente discurso directo de lamento y preanuncia el extraordinario episodio de su metamorfosis.15
El verso 288, último del símil e inmediatamente anterior al discurso de Hécuba funciona como nexo, pero también sintetiza el contenido del lamento: ὡς Ἑκάβη γοόωσα μέγ᾽ ἴαχεν μφὶ θυγατρί (Así Hécuba lloraba, gritando a grandes voces, cerca de su hija). Se concentra la información acerca de quién es la persona que lamenta (Ἑκάβη), de qué tipo de ejecución de dolor se trata (un γόος aludido a través del participio γοόωσα)16 y retrata una escena de llanto abundante (μέγ᾽ ἴαχεν) alrededor de Polixena (ἀμφ θυγατρί), quien todavía se encuentra con vida pero próxima a ser asesinada por Neoptólemo. [i] El rastreo realizado del término γόος y derivados en el libro 14 de Posthomérica nos presenta cinco apariciones: γοόωσαν (v. 29), γοόωσαι (v. 31), γόος (v. 39) y γοόωσα (vv. 277 y 288).
Aunque breve (constituido por solo trece versos), el discurso de Hécuba reúne una gran variedad de elementos tradicionales del lamento griego (Alexiou, 2002, pp. 161-184).
‘ὤ μοι ἐγώ, τί νυ πρῶτα, τί δ᾽ ὕστατον ἀχνυμένη κῆρ
κωκύσω πολέεσσι περιπλήθουσα κακοῖσιν,
υἱέας ἢ πόσιν αἰνὰ καὶ οὐκ ἐπίελπτα παθόντας,
ἢ πόλιν ἠὲ θύγατρας ἀεικέας, ἢ ἐμὸν αὐτῆς
ἦμαρ ἀναγκαῖον καὶ δούλιον; οὕνεκα Κῆρες
σμερδαλέαι πολέεσσί μ᾽ ἐνειλήσαντο κακοῖσι.
τέκνον ἐμόν, σοὶ δ᾽ αἰνὰ καὶ οὐκ ἐπίελπτα καὶ αὐτῇ
ἄλγε’ ἐπεκλώσαντο· γάμου δ᾽ ἄπο νόσφι βάλοντο
ἐγγὺς ἐόνθ᾽ Ὑμεναῖον, ἐπεκρήναντο δ᾽ ὄλεθρον
ἄσχετον ἀργαλέον τε καὶ οὐ φατόν· ἦ γὰρ Ἀχιλλεὺς
καὶ νέκυς ἡμετέρῳ ἔτ᾽ ἰαίνεται αἵματι θυμόν·
ὥς μ᾽ ὄφελον μετὰ σεῖο, φίλον τέκος, ἤματι τῷδε
γαῖα χανοῦσα κάλυψε, πάρος σέο πότμον ἰδέσθαι.’ (Q. S., XIV, 289-301)
¡Ay de mí! entonces ¿qué lamentaré primero y qué en último lugar, afligida en mi corazón, repleta de numerosos males, a mis hijos o a mi esposo que padecieron sucesos horribles e inesperados, o a mi ciudad o a mis desdichadas hijas, o a mi propio día de fatalidad y de esclavitud? Porque las espantosas Keres me envolvieron en numerosos males.
Hija mía, también para ti tejieron horribles e inesperados dolores: apartaron lejos de tu boda a Himeneo, aunque se encontraba cerca, y concretaron una muerte incontenible, dolorosa y también inefable. Pues en efecto Aquiles, incluso cadáver, aún regocija su ánimo con nuestra sangre. ¡Querida hija, ojalá que la tierra me cubriera en este día, tragándome junto a ti, antes que ver tu destino!
La magnitud del vínculo entre doliente y fallecido se advierte no solo a través del contenido general del pasaje, sino en particular por la presencia de los pronombres personales de primera y segunda persona del singular. Esto ocurre especialmente con la fórmula e interjección de dolor que funciona como apertura de la lamentación y enfatiza el dolor de la madre (ὤ μοι ἐγώ, v. 289),17 pero también en el deseo irrealizable final que clausura el discurso de Hécuba (ὥς μ᾽ ὄφελον μετὰ σεῖο, v. 300).
Por un lado, la configuración compositiva del lamento se erige en un balance entre dos núcleos, uno deliberativo y otro de apóstrofe a Polixena, ambos de similar extensión y con estructura anular, no solo interna, sino también en conexión uno con el otro. Por otro lado, la progresión temática ocurre mediante la combinación y la repetición de algunos términos específicos.
El primer núcleo del lamento, de carácter deliberativo, se organiza entre los versos 289 y 294 con la duplicación de κακοῖσιν (v. 290) y κακοῖσι (v. 294); mientras que el segundo núcleo, de apóstrofe a Polixena, se desarrolla entre los versos 295 y 301 con la reiteración de τέκνον ἐμόν (v. 295) y φίλον τέκος (v. 300). Por otra parte, la insistencia en la frase αἰνὰ καὶ οὐκ ἐπίελπτα, repetida en los versos 291 y 295, enlaza ambos núcleos puesto que los padecimientos horriblese inesperados -ya sean generales y posibles, o precisos y actuales- son los que vertebran el discurso de Hécuba.
El núcleo deliberativo se inicia con una mención acerca de los numerosos males que afectan a Hécuba (πολέεσσι περιπλήθουσα κακοῖσιν, v. 290) y, de una manera general, abstracta y casi introductoria, la reina se refiere a los posibles lamentos que podría ejecutar: por otros seres queridos, por su ciudad o por sí misma. El efecto expresivo de la repetición de πολέεσσί κακοῖσι (v. 294) permite redireccionar la atención hacia un único mal específico: la muerte violenta de Polixena, producto y responsabilidad de la intervención de las espantosas Keres (Κῆρες σμερδαλέαι, vv. 293-294).
Resulta relevante que Hécuba proyecta -a través de τί νυ πρῶτα, τί δ᾽ ὕστατον (v. 289)-18 una posible organización de su discurso respecto del contenido temático y delibera -mediante una interrogación directa- sobre la disposición de las ideas, a modo de una incipiente reflexión metadiscursiva. Según Alexiou (2002, p. 161) era usual que el hablante comenzara su lamentación expresando ansiedad por el temor de no encontrar las palabras adecuadas para la ocasión. En el lamento de Hécuba esta vacilación inicial se encuentra expresada con la interrogación (vv. 289-293) acompañada del catálogo de posibles ‘objetos’ de lamento: hijos (υἱέας, v. 291), esposo (πόσιν, v. 291), ciudad (πόλιν, v. 292), hijas (θύγατρας, v. 292) y ella misma (ἐμὸν αὐτῆς ἦμαρ ἀναγκαῖον19 καὶ δούλιον, vv. 292-293), generando un énfasis en su difícil y particular situación. [i] Nótese la semejanza con Odisea 9, v. 14 (τί πρῶτόν τοι ἔπειτα, τί δ' ὑστάτιον καταλέξω;) en que Odiseo se pregunta cómo organizar el relato de sus aventuras en la corte de Alcinoo. Cfr. Fernández Deagustini (2010, pp. 67-68). [ii] Para las diversas acepciones del término ἀναγκαῖον, ver Chantraine (1999, p. 82-83). Para el uso específicamente homérico de ἦμαρ ἀναγκαῖον, cfr. Autenrieth (1991, p. 32).
Es interesante señalar que, en el verso 292, Hécuba utiliza el adjetivo ἀεικέας para referirse a las desdichadas hijas; mientras que no se aplican calificativos ni a los hijos, ni al esposo, ni a la ciudad, quienes también han sido mencionados. Esto pone en el centro de la escena a las hijas en general, destacándolas respecto del resto y permitiendo dirigir la atención especialmente a una de ellas.
En el segundo núcleo, Hécuba da paso al lamento específico por Polixena, referida a través de la invocación τέκνον ἐμόν (v. 295). La dirección del lamento toma una forma poderosa por medio del apóstrofe, ya que Hécuba se dirige directamente a Polixena, presente ante ella y aún viva, en una segunda persona del singular mediante los pronombres σοὶ (v. 295), σεῖο (v. 300) y σέο (v. 301), mientras que este pronombre no aparece en el primer núcleo discursivo.
El campo semántico que sostiene el discurso de lamentación pivota entre términos como ἀχνυμένη (v. 289, de ἀχεύω, afligirse), κωκύσω (v. 290, de κωκύω, lamentar), παθόντας (v. 291, de πάσχω, padecer), ἄλγε’ (v. 296, de ἄλγος, dolor) y ὄλεθρον (v. 297, de ὄλεθρος, muerte).20 Estos dos últimos términos -ἄλγε’ y ὄλεθρον- son calificados con dos y tres adjetivos, respectivamente; Hécuba primero califica los dolores (ἄλγε’, v. 296) con dos adjetivos: horribles e inesperados (αἰνὰ καὶ οὐκ ἐπίελπτα, v. 295)21 y luego incrementa a tres adjetivos: incontenible, dolorosa y también inefable (ἄσχετον ἀργαλέον τε καὶ οὐ φατόν, v. 298) para referirse a la muerte (ὄλεθρον, v. 297). La sumatoria de adjetivos genera un clímax de efecto patético que profundiza la descripción del dolor y la muerte en general, pero también intensifica la representación de Hécuba como madre desdichada.
Es notable que Hécuba no pronuncie el nombre propio de Polixena, provocando un borramiento de su identidad. Este movimiento de despersonalización permite que el personaje adopte cualquier otra identidad, universaliza el dolor de una madre convirtiéndolo en el dolor de todas las madres y lo magnifica. Hécuba alude a Polixena resaltando el vínculo filial (τέκνον ἐμόν, v. 295; y φίλον τέκος, v. 300) y su carácter virginal por el hecho de no haber contraído matrimonio (γάμου δ᾽ ἄπο νόσφι βάλοντο ἐγγὺς ἐόνθ᾽ Ὑμεναῖον, vv. 296-297).22 Generalmente, cuando las mujeres lamentan la muerte de sus hijas, ellas se refieren a cuestiones relativas a la belleza, a la juventud o las bodas que no podrán ser celebradas.
Como contracara de la omisión del nombre propio de Polixena, resultan particularmente significativas la personificación de Himeneo (Ὑμεναῖον, v. 297) y la mención destacada de Aquiles (Ἀχιλλεὺς, v. 298). La imagen de la madre en duelo que nombra al asesino de su hijo o hija y se refiere a las experiencias truncadas por la muerte genera gran impacto. El poeta retoma la tradición de Ilíada (XXIV, vv. 748-759) con Hécuba exponiendo qué acciones ejecutó Aquiles como enemigo de la familia de los priámidas contra sus otros hijos y, en particular, contra Héctor, mientras lamenta su muerte. Por otra parte, como Polixena estaba prometida en matrimonio a Eurímaco, hijo de Antenor (XIV, vv. 320-323), se evoca aquí la figura del dios protector de las ceremonias nupciales, Himeneo. Asimismo, la presencia de Himeneo se relaciona con la muerte a través del derramamiento de sangre que hemos mencionado anteriormente en el análisis del símil de la jabalí y la osa.
El discurso de Hécuba finaliza con una típica frase formular al estilo homérico introducida con ὥς μ᾽ ὄφελον, mediante la cual se transmite un deseo irrealizable: ὥς μ᾽ ὄφελον μετὰ σεῖο, φίλον τέκος, ἤματι τῷδε / γαῖα χανοῦσα κάλυψε, πάρος σέο πότμον ἰδέσθαι (vv. 300-301).23 Según Alexiou, la expresión de un deseo incumplido como elemento tradicional del lamento antiguo puede tomar diversas formas, en este caso consiste específicamente en el anhelo del doliente de morir antes que contemplar el padecimiento de su ser querido (2002, p. 178). Este “deseo de muerte”, como lo denomina Tsagalis, se trata de un rasgo típico de los lamentos personales ya en Ilíada, que puede originarse en una expresión de culpa -adquiriendo un tono autorreferencial-, pero también puede resultar un grito desesperado del individuo que no logra considerar que merezca la pena vivir sin la presencia de su ser querido (2004, pp. 42-44),
La escena de muerte de Polixena y lamento de Hécuba se da por concluida en cuanto la doncella es asesinada, como describe el impactante símil de los versos 316-319, y es entregada a Antenor. Hecho esto, la tormenta se calma inmediatamente y los aqueos obtienen el efecto deseado: pueden irse a casa o, al menos, eso creen (Scheijnen, 2018, p. 342).
Conclusión
El lamento de Hécuba, con su disposición discursiva tan encorsetada -compuesto por un núcleo deliberativo y otro de apóstrofe a Polixena, enmarcado por símiles que colaboran en la construcción de la emocionalidad de la escena- instaura un vaivén entre la incertidumbre y el dolor. A través de este discurso, la madre sopesa los acontecimientos presentes y antepone el acto de lamentar a su hija como prioridad.
Resulta especialmente significativo que el discurso de Hécuba tome como objeto de dolor a una mujer en un contexto épico. En este sentido, sus palabras no solo ofrecen una respuesta conmovedora ante la inminente muerte de Polixena, sino que condensan y amplifican la tensión emocional que atraviesa a todo el pueblo troyano, convirtiéndose en expresión colectiva del sufrimiento.
Cuando el dolor encuentra su expresión a través de la palabra, se alivia y aligera; ese es el motivo del lamento, tan necesario para el doliente como para los muertos (Alexiou, 2002, p. 125). El breve canto funeral de Hécuba ocupa un lugar fundamental en el poema, porque al mismo tiempo que honra la muerte de su hija, corona la caída de la ciudad de Troya y aporta un cierre a la epopeya.
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Notas
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