El arte del rebozo. Un patrimonio cultural desconocido

The art of the rebozo. An unknown cultural heritage

The art of the rebozo. An unknown cultural heritage

Claudia Sánchez Montiel
Universidad de Guanajuato, México

El arte del rebozo. Un patrimonio cultural desconocido

El Artista, núm. 20, 2023

Universidad de Guanajuato

Recepción: 04 Enero 2023

Aprobación: 30 Marzo 2023

Resumen: Este artículo tiene la finalidad de mostrar al rebozo desde múltiples perspectivas; como arte mexicano, como prenda de vestir, como artesanía textil, como arte popular, como símbolo nacionalista, etc. El contenido de este texto no sólo se interesa por explicar su origen, sino por entender la evolución de esta prenda, en el uso que le han dado las mujeres mexicanas a lo largo de cuatro siglos, y reflexionar sobre el olvido al que ha sido condenado desde mediados del siglo pasado hasta el presente. Es importante advertir que no existe “el rebozo mexicano” sino, que este término abarca a una gran diversidad, por ejemplo: los rebozos de Santa María, los de Moroleón, los de Tenancingo, los de Chiapas, etc. Todos, con características estéticas e identitarias propias de la región donde son elaborados. El arte de la elaboración del rebozo debe valorarse como una tradición que está viva, esperando ser “re”descubierta por un nuevo público (principalmente en el medio urbano), y deberán trabajarse una serie de acciones con fines de su revaloración, por ejemplo en su difusión, ya que no es posible apreciar aquello que no se conoce.

Abstract: This article has the purpose of showing the rebozo, from multiple perspectives, as Mexican art, as a garment, as a textile craft, as popular art, as a nationalist symbol, etc. The content of this text is not only interested in explaining its origin, but also in understanding the evolution of this garment, in the use that mexican women have given it over four centuries, and reflecting on the oblivion to which it has been condemned. from the middle of the last century to date. It is important to note that the mexican rebozo does not exist, but rather, that this term covers a great diversity, for example: the rebozos of Santa María, those of Moroleón, those of Tenancingo, etc. All, with aesthetic and identity characteristics typical of the region where they are made. Therefore, the art of elaboration of the rebozo must be valued as a tradition that is alive, waiting to be "rediscovered by a new public (mainly in the urban environment), and a series of actions should be worked with fines for its revaluation, for example in its diffusion, since it is not possible to appreciate what is not known.

EPÍGRAFE

La riqueza cultural de México es expresada a través de la existencia de: “más de 2000 lenguas, la identificación y utilización de plantas medicinales y comestibles, para la construcción y ornato; la clasificación y aprovechamiento de animales e insectos, la observación de los fenómenos astrológicos, y el conocimiento de las estaciones y ciclos agrícolas, así como la formulación de unidades de medida para cuantificar, la fabricación de utensilios, e instrumentos para aumentar la productividad y fuerza humana, y el conjunto de tecnologías y ciencias, cuyo desarrollo corre paralelo a la evolución del conocimiento que el ser humano va adquiriendo sobre la naturaleza de la que forma parte” (Turok, 1988 :16). El rebozo, en el contexto de esta privilegiada y basta herencia cultural, destaca como una fina pieza artesanal, una joya textil, que nace del arte del tejido en telar, sin embargo, el desconocimiento de este tipo de arte popular para las nuevas generaciones lo está relegando al olvido. El rebozo representa solamente un ejemplo del patrimonio cultural inmaterial que no ha sido debidamente reconocido, por lo que deben de realizarse las acciones necesarias para su protección, principalmente por medio de estrategias que contribuyan a su difusión.

EL REBOZO: EL PATRIMONIO CULTURAL DESCONOCIDO

Al comenzar abordarse el tema del patrimonio cultural mexicano, deberá primeramente considerarse como tal, a una gran variedad de expresiones artísticas y culturales, que pueden ser materiales, o inmateriales, y entre todas éstas se destaca el arte textil.

Debido a la gran diversidad de recursos naturales que México posee, la producción textil siempre ha sido favorecida, pues desde la época prehispánica ya se fabricaban en el territorio nacional una gran variedad de productos. Por lo que la materia prima que se ocupa para producir estas piezas se ha dado en México en una gran variedad y abundancia.

El rebozo tradicional mexicano (nuestro objeto de estudio), se encuentra en la categoría de: arte popular textil, principalmente por sus raíces nativas, y también es entendido como un tipo de artesanía, por lo que para ser políticamente correcto adquiere el término de arte popular.

Este término, “arte popular” no es del todo claro, pero puede comprenderse como una denominación del arte, que representa “el arte del pueblo”, y es expresado por medio de la creación artística y colectiva de bellos objetos, que además resultan ser de tipo identitario con respecto al grupo o comunidad que los elabora, pues en ellos se comparte una misma cosmovisión, que es congruente a sus propios valores.

Debido a la importancia de enmarcar al arte popular y las artesanías, ha sido que la UNESCO lo ha definido como: “el conjunto de obras realizadas por individuos, fuertemente arraigadas en la tradición estética de la comunidad ; obras en las que casi siempre se une una finalidad estética”[1].

El rebozo, debido a esta apreciación estética forma parte de esta categoría, pero también lo es, por sus raíces indígenas y su complejo proceso de manufactura, además de su tradición como prenda típica de la mujer mexicana. Por lo que notaremos que el término de arte popular es la categoría correcta para referirse a las artesanías, sin embargo “el rebozo no es una artesanía, es un arte, que es tratado como artesanía”[2].

Un rebozo jaspeado, una figura tallada en hueso, o una cajita de madera taraceada son artesanías, sin embargo con fines acordes a una política pública por parte del Estado, éstas deben ser catalogadas como: Arte Popular Mexicano.

Pero lo fascinante de este patrimono, el rebozo; es que es un arte por su proceso de elaboración (el tejido mismo del lienzo), y por su uso como prenda de vestir es también una artesanía.

Es por esto que al rebozo no se le puede clasificar como una artesanía más, sino, que es un arte mexicano sumamente complejo, es un tipo de patrimonio que es material e inmaterial a la vez. Por lo que en su estudio deberá de percatarse, que el rebozo tiene varias dimensiones, y la que más merece ser reconocida es que se trata de un objeto que es arte y artesanía a la vez.

El problema para que el rebozo pueda ser reconocido como patrimonio tiene que ver con sus orígenes, debido a que un rebozo se trata de una creación de origen mestizo, no es fácilmente reconocido por los institutos oficiales e indigenistas, en otras palabras, no posee un pasado prehispánico, y eso ha complicado su reconocimiento y protección como patrimonio cultural intangible. Sin embargo, desde el terreno del patrimonio inmaterial, en donde se agrupan diversas expresiones tales como lo son: el lenguaje, las tradiciones, las expresiones orales, los rituales y prácticas sociales, las festividades, los conocimientos, y usos relacionados con el universo y la naturaleza y la transmisión de las artes y de los oficios tradicionales, el rebozo mestizo viene a situarse en este tipo de manifestaciones intangibles, por lo tanto, debería de ser reconocido como patrimonio cultural, esto debido a sus procesos de transmisión y significación, además de su gran relevancia en términos de la identidad[3].

Pero la reflexión recae en la recomendación final de Turok, quien hace notar que además de tener este honor, en términos prácticos no resultaría sustancialmente beneficioso para los productores de rebozos que éste fuera patrimonializado, pero lo que sí resultaría beneficioso es el apoyo a este arte mexicano por medio de la divulgación, por medio de exposiciones, libros, videos, etc., que sensibilicen al público, y le enseñen a apreciarlo y valorarlo.

DESCIFRANDO EL ORÍGEN DEL REBOZO

El origen del rebozo, es otra de las dimensiones en el estudio de este arte, pues los datos precisos acerca de su origen siguen siendo un misterio.

Entre los muchos y destacados investigadores que lo han estudiado, al parecer no habían logrado ponerse de acuerdo en lo que respecta a los datos certeros sobre su origen. Si bien no existen documentos que lo precisen, el misterio de su aparición ha quedado resuelto en los trabajos de investigación de dos autoras que explican, no sólo su invención , sino cómo éste ha ido evolucionando al paso de más de cuatrocientos años, específicamente en lo que respecta al uso que hacen las mujeres de éste, y la importante relación de esta prenda con la identidad.

Lo primero que hay que saber del rebozo, es que su nombre está relacionado con su función, y los estudios que se han realizado acerca de la indumentaria prehispánica no han arrojado datos de ninguna otra prenda que puede relacionársele. De acuerdo a la definición en el diccionario de la palabra rebozo, éste refiere a una prenda de uso femenino que sirve para cubrir la parte superior del cuerpo, hombros, cabeza y parte de la cara, tal como se usa en el presente[4].

Los primeros textos especializados en su estudio, según Núñez y Domínguez, de los que se tiene conocimiento son: “el primero es, un artículo de Domingo de Revilla publicado en el tomo III del Boletín del Museo Nacional en 1844, y el segundo aparece en la ciudad de Guadalajara en 1851, con el título: Del Origen, Uso y Belleza del Traje propio de las mejicanas. Conocido bajo el nombre de Rebozo; y del grado de perfección que recibió en Zamora, por obra D. Vicente Munguía”[5].

Por lo que desde hace tiempo, ha existido una extensa discusión para esclarecer la posibilidad de que éste haya tenido sus orígenes en Mesoamérica. Esto, debido a que existe un tipo de evidencia gráfica, en los distintos códices, acerca del uso que se le daba una prenda similar, y que al parecer cumplía la misma función, es decir, cargar y transportar objetos.

Como bien lo refiere la bibliografía de Sayer:

En varios documentos del siglo XVI se haya constancia de la existencia de lienzos utilizados para transportar toda clase de objetos. En los Códices Vaticano-Ríos, y Telleriano-Remensis se aprecian indígenas saliendo de las legendarias cuevas de Chicomostoc, cargando en la espalda bultos envueltos en lienzos de tela. También menciona al Códice Boturini, ahí se representa a tres sacerdotes y una mujer, todos cargando por la espalda fardos envueltos en lienzos; la carga del primer sacerdote es Huitzilopochtli, dios de la guerra, quien es llevado de la misma manera en que hoy día las mujeres cargan a sus hijos con el rebozo [6].

Por lo que según algunos autores, lo anterior puede ser tomado como una prueba de los orígenes prehispánicos del rebozo, es decir en sus inicios, antes de que su uso fuera extendido por las mujeres de la Nueva España. Por otra parte en la bibliografía de Ramírez, también se se analiza este origen; el texto señala acerca de los estudios llevados a cabo por Teresa Castelló en 1971, y que refieren acerca de un comerciante inglés llamado Henry Hawks, en el año de 1572, quien relata la existencia de un paño que las mujeres indígenas utilizaban para cubrirse el cuerpo, desde la cabeza a media pierna. Por lo que es posible que esto sea una referencia al rebozo. De acuerdo con los estudios de Ramírez, el origen del rebozo es posible atribuírselo a la creatividad de las mujeres mestizas de la Nueva España, pues auque este tipo de paño ya había sido utilizado anteriormente para cargar y transportar, su invención se debió a la necesidad de poder llevar a cabo los rituales religiosos propios de dicho periodo histórico, pues hay que recordar que las mujeres indígenas y mestizas, carecían de los recursos para adquirir las costosas mantillas como las usadas por las españolas para ir a la iglesia, “y así pues aprovechando la anchura del telar prehispánico manejado por ellas, e inspirado en las tocas indígenas, nació el rebozo”[7].

La utilización del recién nacido rebozo fue extendida por todas las mujeres pertenecientes a todas las castas y clases sociales de la Nueva España, “y se popularizó posteriormente en las costumbres, en el arte y la literatura nacional en los siglos posteriores, conservando su presencia hasta nuestra época”[8].

La coincidencia de las investigaciones de Amalia Ramírez, con las de Ana Paulina Gámez debe señalarse, pues ambas investigadoras están de acuerdo con la idea de que el rebozo apareció a finales del siglo XVI como una prenda de recato. “Cuyo origen está vinculado con la tradición cristina de sumisión femenina, por la necesidad de cubrir la cabeza de las mujeres para salir de sus casas, y, sobre todo, para ir al templo”[9].

Por lo que el origen del rebozo ha sido aclarado, ahora se sabe que este paño, que ciertamente fue influenciado por distintas culturas, como la morisca, por ejemplo, fue en realidad producto del ingenio de las mujeres mestizas, cuyo uso en sus inicios era el de una prenda de recato, y que sirvió también, como un objeto de distintivo social entre la población femenina de la Nueva España, y del México del siglo XIX.

El uso del rebozo se extendió entre todas las mujeres de todas las clases sociales, en todo el territorio novohispano, desde Nuevo México hasta Guatemala. Pero, “fue a partir de la Revolución Mexicana que el rebozo se convirtió en un emblema nacional, dejando atrás su uso tradicional como prenda de recato”[10].

Así se deduce que, el origen del rebozo tuvo sus antecedentes en Mesoamérica cumpliendo la función de un paño para cargar, y transportar objetos y personas, y que después, en la Nueva España, la mujer mestiza lo reinventa, dando creación a una nueva prenda que incorpora a su vestimenta como parte de su ajuar de recato. Así nació el rebozo.

EL REBOZO, UNA PRENDA CLÁSICA

Existen varios mitos sobre el uso de esta prenda, pero la confusión y el desconocimiento acerca de su versatilidad ha conducido al desuso del rebozo en el medio urbano.

Algunas dudas pueden ser: ¿aún se usa?, ¿cómo se usa?, ¿cuándo se usa, y en dónde?, ¿cuáles son todos sus usos? Y, ¿qué lo hace especial?

Con respecto a todos estos cuestionamientos, lo que se sabe, es que a lo largo de periodo colonial el rebozo fue una prenda muy popular entre las mujeres de México, “a esta prenda se le consideró un elemento característico de la indumentaria femenina y un símbolo nacional, sin embargo, al igual que con los objetos cotidianos, de tanto verlos se dan por sentados y se olvida su razón de existir, como le sucedió al rebozo. La prenda perdió su significado religioso como prenda de recato, indispensable para las mujeres católicas, pero se mantuvo su presencia hasta mediados del siglo XX, convirtiéndose en un signo de lo mexicano”. Pues en el periodo posrevolucionaro, cuando el país necesitaba una nueva identidad, esta prenda ya estaba presente en el imaginario popular, por lo que su esencia se convirtió en un emblema patrio, “y muchos eruditos de las artes populares como Gerardo Murillo, también conocido como Dr. Atl, lo consideraron la prenda femenina mexicana por excelencia”[11].

Para empezar hablar acerca de sus usos, hay que saber primeramente que el nombre de esta prenda está relacionado precisamente con su función. Como lo refiere Gómez de Silva:

Rebozo (Del español rebozo “modo de llevar la capa con ella se cubre casi todo el rostro”, de rebozar “cubrir casi todo el rostro con la capa”, de bozo “parte exterior de la boca. PRONUNC. Rebozo se pronuncia /reboso/, por último, del latín bucca, mejilla, boca”). Especie de chal o mantilla o capa que usan las mujeres para cubrirse la cabeza, el cuello y los hombros, y para envolver en él a un niño (y así cargarlo). Es complemento indispensable del traje de china poblana. // rebozo de bolita (se hace a mano, de hilo que antiguamente se expendía en bolitas) m. Variedad muy fina de rebozo, que se fabrica en Santa María (de Santa María del Río), municipio del estado de San Luís Potosí) m. Variedad afamada de rebozo. // jala más un rebozo que un caballo brioso. Ref. Las mujeres ejercen gran atracción [12].

La función principal del rebozo ha sido la de cubrir el cuerpo femenino, en la parte superior, lo que cumplía también con la tradición de cubrir la cabeza, lo cual era requisito para asistir a la iglesia de acuerdo a las ordenanzas de la época, después de que esta costumbre de sumisión femenina cayera en el desuso, la mujer mexicana lo sigue utilizando por costumbre, es decir, como una prenda clásica del ajuar femenino y que cumplía con múltiples funciones.

Su popular uso por las mujeres mexicanas a lo largo de más de cuatro siglos avala su gran utilidad y calidad textil, sin embargo, ante fenómenos actuales como la globalización, la cultura de masas y los cambios en la tecnología y la moda, el uso de esta prenda entre la población urbana ha disminuido considerablemente, es decir ha pasado de moda, manteniéndose su presencia sólo entre algunas poblaciones en el medio rural.

Para referir sobre sus múltiples usos, Ramírez añade: “Cualquiera que sea el origen del rebozo, su uso entre las mujeres indígenas, a partir de que empieza a aparecer referido en documentos coloniales, fue no sólo para cumplir la función de cubrir el cuerpo, sino también de cargar objetos y niños”[13].

Es posible darse cuenta que una de las características principales de esta prenda, es la versatilidad de su uso, cumpliendo la necesidad femenina de llevar siempre consigo una prenda súmante útil, y que al paso del tiempo ha mostrado tener un gran potencial de reinvención.

Por si esto no fuera suficiente para explicar su gran funcionalidad como prenda textil, Ramírez también refiere con respecto a su uso que: “con el paso del tiempo se hace viejo, pero no pierde practicidad, puede vérsele como cortina de la letrina o como armario impedir que caiga polvo sobre la ropa que se acomoda colgada de un lazo en alguna habitación. Es decir que casi hasta que se deshace de viejo y usado tendrá una utilidad, cumplirá alguna función, aunque al final de su tiempo ya no esté ligado solamente a lo femenino”[14].

El rebozo además de sus características estéticas, es una prenda versátil que tiene usos tan variados como los de cualquier paño, puede ser desde abrigo, paraguas, mantel, morral, cuna, y hasta mortaja.

Además de su relevancia para el tema de la identidad, el rebozo cumple otras funciones no tan conocidas, propias de una prenda práctica y versátil[15].Una prueba de esto, es el uso del rebozo en la muerte.

En esta forma de uso, es el “rebozo de aroma” ideado como mortaja, pues amortajar al difunto todavía sigue siendo una tradición en México[16]. De la misma bibliografía de Yánez, que describe el uso del rebozo de aroma, se desprende lo siguiente:

“Se cree que el rebozo de aroma proviene de Tenancingo en el Estado de México, aunque también hay constancia de su uso en Santa María del Río, San Luís Potosí. El rebozo de aroma, se elabora con la finalidad de ser usado como ultimo vestuario. Todavía tradición en algunas mujeres de Tenancingo reservar su rebozo de aroma para el día de su muerte. El rebozo de aroma es producido como tradición casi exclusiva de Tenancingo. Para su elaboración las madejas de hilos se tiñen de negro y se sumergen en una infusión que las impregna con un perfume imperecedero, cuya receta original fue heredada de sus antepasados, pasando de generación en generación la receta botánica mexicana de plantas aromáticas que le impregnan su esencia aromática y sagrada; el romero, el pericón, el huizache, la lavanda, la salvia, el mastranzo, el clavo y las hojas de anís estrella, por mencionar algunas”[17].

Así, en la época actual, el rebozo sigue siendo parte de la indumentaria de muchas mujeres indígenas, sigue utilizándose como herramienta en la crianza de un bebé, y por su belleza y tradición es digno de ser llevado tanto a un evento de gala, como de mortaja (ver figura 1 y 2).

Un rebozo siempre será una prenda clásica y sumamente útil, por desgracia su antigua popularidad ha venido en detrimento debido a la falta de exposición del rebozo a la población más joven, pero su gran utilidad en más de cuatro siglos ha sido comprobada, a más recientes fechas y buscando acercar esta pieza de arte textil a nuevos públicos, también se confeccionan otros artículos que lo hacen más incluyente, como, bufanda para los hombres, cubrebocas, caminos de mesa, aretes, y hasta esferas navideñas hechas de paño de rebozo

GEOGRAFÍA DE LA PRODUCCIÓN REBOCERA

No es posible mostrar completamente al rebozo si no se traza un mapa de los lugares en donde se produce, y es que, en la diversidad de la geografía de México, existen diferentes grupos étnicos que se dedican (o se dedicaron) a la elaboración de rebozos, en el caso de los centros reboceros la situación resulta desigual, pues hay algunos que aún se conservan, otros de gran auge, y otros que han desaparecido, o están en vías de hacerlo.

Para poder exponer el tema de la geografía del rebozo, en el número 90 de la revista Artes de México, titulado: El rebozo del año 2008. La autora, Teresa Castello Yturbide (una estudiosa del rebozo) propone una cartografía de esta prenda, que trazó en 1989, acerca de los grupos indígenas que tejen rebozos y de los centros reboceros más importantes de México, misma que reproduzco a continuación[18].

El grupo de los otomí-pame, es uno de los principales grupos étnicos que elaboran rebozos, estos se encontraban distribuidos en el altiplano central, en la época prehispánica, de donde se fueron trasladando hacia otros lugares, llevando consigo sus magnifica producción de textiles.

“Tejían el algodón y el ixtle con una delicadeza sorprendente por lo que pudieron adaptarse fácilmente a las fibras europeas como la lana y la seda. En el museo mexicano de 1844, se mencionan los tejidos de Sultepec y Temascaltepec, que exceden a todos los demás en el tejido de paños de rebozo finos de seda y algodón, también tejían los otomíes de San Bartolo Xilotepec, Tejupilco, San Juan Tuxtepec y Calimaya, que se distinguieron por la finura de sus empuntados, en este grupo la tradición del rebozo ha sobrevivido al paso del tiempo”[19].

En el pueblo de Chapa de Mota se tejen rebozos de lana teñida, con añil y la trama de algodón blanco, también en Acaxochitlan, Hidalgo, las mujeres otomíes emplean la lana natural en color café, para hacer dibujos de estrellas en los rapacejos, que terminaban con puntas largas.

Los otomíes de Ixmiquilpan, Hidalgo, también tejen rebozos de lana de un solo color, o con dibujos grandes en tonos contrastados, y en Zimapán, Hidalgo, se tejen rebozos con la técnica del ikat.

En Santiago de Jalpan, en las misiones franciscanas de la Sierra Gorda queretana, los misioneros introdujeron la cría del gusano de seda, con cuya fibra los otomíes tejían el quechquémetl, ceñidores y otras prendas con la utilización de la técnica del ikat (jaspeado), y aunque no se tiene certeza de que aquí se hayan tejido rebozos, algunas evidencias fotográficas indican que así fue, y que ahí se tejían rebozos de seda, para el uso de las mujeres, o por encargo, para llevarlos a vender a San Luis Potosí. “Rebozos de seda gruesos, cuyos cortos rapacejos terminados en motitas esponjadas daban la impresión de manojitos suaves de plumas, deben haberse tejido cuando hubo un auge en la manufactura de rebozos a finales del siglo XVIII con seda producida en Querétaro”. Manuel Romero de Terrenos, conocido investigador de la época virreinal, contaba que se tejían rebozos de seda en Querétaro, hipótesis que fue corroborada en el censo de 1791, entre los trabajadores de la industria textil[20].

Los otomíes de Amealco y Cadereyta también tejían en telar de cintura, y los pames de Tilaco en la sierra gorda, bien pudieron haberlo tejido en épocas anteriores, pues en San Juan del Río eran famosas las empuntadoras.

El grupo de Los Nahuas. Este grupo étnico se encuentra disperso por diferentes regiones: “en Puebla, tejían rebozos blancos de algodón, terminados en finísimos rapacejos con dibujos de estrellas. En Altepexi los hombres tejen en telar de pedales, rebozos delgados de algodón blanco a los que llaman paños de sol”, y las mujeres los empuntan con motas pequeñas del mismo algodón, en otros poblados se tejen de lana de un solo color, con dibujos, o con rayas estrechitas en azul marino, blanco y color crema[21].

“Los nahuas de Hueyepan, Morelos se distinguen por la sobriedad en el colorido de sus rebozos a los que llaman cenzotl, los tejen de lana azul obscuro y café, dos lienzos unidos entre sí terminados en flecos”, también cardan su propia lana, y tejen en telar de cintura. Las mujeres nahuas de Hueyapan, en la sierra de Puebla, tejen rebozos de lana blanca o negra que cubren con bordados al punto de cruz, con lana teñida de brillantes colores utilizando tintes naturales y dibujos tradicionales. “En Hidalgo, en el pueblo de La Mesa, las indígenas nahuas tejen rebozos de lana, de rayas anchas azules y blancas, también los tejen en Santa Anita Zacuala”, y los nahuas de Acatlán en Guerrero, los tejen de algodón, y en Zapotitlan Tablas (en el mismo estado) los tejen de lana, al igual que en Atlahuilco, Veracruz”[22].

Los mixtecas y zapotecas de Oaxaca: en la sierra zapoteca se crían gusanos de seda, y se tejen rebozos y ceñidores de color natural o teñidos con anilina -colorante que sustituyó a la cochinilla-, se tejen en los pueblos de Los Cajonos y Yaganiza, donde también se elaboran rebozos gruesos de algodón blanco, que llevan elaborados rapacejos de macrame estilo morisco. “En Yalalag los hacen semejantes pero más ligeros, terminados con empuntados que llaman costillas de pescado”, en Mitla tejen rebozos con lana hilada a mano, que empuntan “con anudados delicados terminados en motitas”, en la Mixteca Alta son tejidos de lana blanca, conocidos como “lanillas” y las mujeres mixes de Tamazulapan los tejen blancos con finas rayitas de colores[23].

Los purépechas. Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán dictaba en sus ordenanazas, que las niñas debían aprender el oficio de los telares, en obras de lana, seda, lino y algodón. Estas ordenanzas preservaron la habilidad manual de las mujeres purépechas para el tejido, Se tiene información del uso de “paños de rebozar de lana o algodón” en las regiones de Paruándiro y Apatzingán. En Aranza se tejen rebozos de algodón que parecen de encaje, elaborados en telares nombrados arumo. En Angahuan se tejen de lana. En Pichátaro y Uricho se tejieron por encargo, rebozos de algodón grueso con los rapacejos entorchados de chaquiras. En Tangacícuaro se tejen rebozos de algodón muy finos, que son elaborados con la técnica del ikat, “los planchan tableados y con las puntas tiesas de tanto almidón”, son tejidos en telar “de patacua” al igual que este tipo de telar es utilizado en Angangueo, La Barca y La Haucana, región donde también se cultiva el añil para rebocería. “En Paracho y Ahuirán se tejen rebozos llamados de listón”, de rayitas azules oscuro con azul claro, y el rapacejo se cubre de seda floja: que dejan suelta formando cenefas de colores contrastantes [24].

En este mismo texto, la autora Teresa Castelló también hace un recuento de los centros reboceros más importantes en México, y se detalla a continuación.

Centros reboceros

Santa María del Río, en San Luís Potosí fue fundado en 1592 con ochenta familias otomíes, chichimecas y guachiles, siendo seguramente los otomíes -por ser hábiles tejedores- los que se dedicaron a tejer rebozos “con la técnica del ikat, y ametalados”. Esta artesanía subsiste hasta nuestros días con la misma calidad, y “como complemento los ebanistas de este lugar hacen cajitas de madera taraceda, especiales para guardar los rebozos. El rebozo potosino se teje tanto en seda, como en algodón, y cuyos dibujos tienen nombres muy originales como: bombilla, brinco, lluvia, garrapata, entre otros”[25].

“Tenancingo, en el Estado de México es otro centro rebocero de gran importancia, tanto por su calidad, como por la variedad de telares que emplean”; para los rebozos más finos usan el telar de cintura, al que llaman “telar de aliño, y al de pedales le llaman “de labor”, el telar mecánico también es utilizado para los de artisela. Se tejen de un solo color, o listados, y también con la técnica del ikat, los nombres que utilizan para llamar a los rebozos son: de bolita, de media bolita, faro de grega, entre otros. “El empuntado es finísimo y muy variado, y esta hecho a partir de nudos que forman diferentes figuras como arcos, estrellas y cocoles, también letras”. Este trabajo del empuntado lo realizan mujeres a las que se les conoce como empuntadoras[26].

“Tulancingo, en Hidalgo es otro importante centro rebocero, pues allí se tejen los rebozos negriazules que son muy buscados por las mujeres de campo. En Saltillo, Coahuila los rebozos de seda los tejían las mujeres, en paralelo a los zarapes de lana que tejían los hombres”. En Michoacán el centro rebocero de mayor importancia era el de Zamora, en donde ocurrió que un famoso tejedor de rebozos llamado Vicente Munguía, inventó “un sistema nuevo para tejer rebozos de seda”, y abrió una tienda en Guadalajara llamada “Fabrica de rebozos zamoranos, donde vendía sus mejores rebozos”. En Guanajuato había muchos centros reboceros que también han ido desapareciendo, “los tejedores de Yuriria se trasladaron a Moroleón”: también se tejía en San Luís de la Paz, Irapuato, Salamanca y León, y muy famosos fueron los que se tejían en Valle de Santiago, por la firmeza de su colorido que se atribuía al agua de manantial de “La Merced”, que utilizaban para su teñido. Los rebozos llamados Chilapeños se tejían en Chilapa, Guerrero y también en Tixtla. “En el estado de Oaxaca tenían sus propias ordenanzas para los tejedores de algodón”, en Puebla, las ordenanzas del arte mayor de la seda, eran las mismas que para la Ciudad de México, ya que se producía seda en Atlixco y en Tepeji, hacia 1789 “existían en Puebla doscientos telares de rebozo, entre los que destacaban los dorados y de tafetán, en cambio en Xicotepec de Juárez se tejían rebozos listados de algodón” [27].

Es importante tomar a consideración que desde el año de 1989, cuando Teresa Castelló trazó esta Geografía del Rebozo han pasado más de treinta años, por lo que algunos lugares referidos pudieran quizás no existir de la misma manera, o bien, en las mismas condiciones que en aquella época, en este caso específico está Moroleón, que fue un centro rebocero de gran auge en el siglo pasado y que ha ido a la baja, es un buen ejemplo de esta problemática que debe considerarse, pues pudiera representar, quizás, alguna modificación en esta cartografía del rebozo.

EL ARTE DEL JASPE

El rebozo jaspeado se teje de algodón, seda o artícela, y su dibujo “jaspeado” se logra por medio de una antigua técnica que emplea una tinción de reserva conocido como ikat.

Hasta la fecha no se han encontrado telas prehispánicas teñidas con la técnica del ikat, sin embargo, Imrgard Weitlaner Johanson, ha señalado que en el códice mendocino se representan unas mantas ofrecidas como tributo y éstas parecen estar hechas con esta variedad de tinte de reserva. El texto alude a “400 cargas de mantillas de henequén, labradas y vetadas de colorado, blanco y negro” y hace referencia a los territorios otomíes, matlazincas y oculticos, en las zonas de Toluca y Malinalco. Se sabe que las otomíes eran especialmente diestras en todo tipo de tejidos, de hecho, hasta mediados de este siglo las otomíes del mezquital de Hidalgo y de la zona de Tolimán en Querétaro, tejían fajas y quechquémetls, con la técnica del ikat, además de hilar y tejer ixtle para hacer ayates [28].

Lechuga refiere esto de manera por demás ilustrativa:

Actualmente los rebozos se confeccionan en centros especializados como Tenancingo, Estado de México, Santa María del Río en San Luís Potosí, y otros lugares como Tejupilco, Estado de México, Zamora y Tangancícuaro, en Michoacán, Chilapa en Guerrero, y Moroleón, Guanajuato, y se venden en todos los tianguis de México, principalmente los indígenas. Es de notarse que casi todos los lugares mencionados se localizan en áreas indígenas: Tenancingo y Tejupilco fueron matlatzincas, Santa María otomí, Chilapa está rodeado de pueblos nahuas y Tangancícuaro es purépecha. Hasta mediados del siglo XX se hacían también rebozos en la ciudad de Oaxaca, situada en medio de poblaciones zapotecas [29].

Debe tomarse en cuenta que, algunos de los centros productores referidos en el párrafo anterior ya no existen, como el de Chilapa, en Guerrero.

La técnica del jaspeado, en realidad proviene de una técnica de tinción de reserva, que resulta muy compleja, lo que da como resultado una pieza textil decorada de manera muy hermosa, una joya textil.

Los rebozos jaspeados o teñidos con la técnica de reserva, o ikat, resultan ser muy valorados por la complejidad de su técnica y por resultar piezas únicas, de una gran apreciación estética (ver figuras 3 y 4).

La técnica del ikat, efectivamente genera un efecto decorativo cuya principal característica es la irregularidad de los límites entre el color y lo no teñido, un efecto borroso, pues el hilo que luego será tejido primero se somete a un amarrado selectivo que cubre o bloquea tramos del hilo durante la inmersión en el tinte. Hay pocos lugares en el mundo en los que estos hilos así teñidos son usados tanto en la urdimbre como en la trama, lo que convierte el textil resultante en un prodigio de técnica no sólo de tinción sino de tejido, para mantener el patrón decorativo [30].

Para lograr este efecto decorativo en los lienzos que se van a tejer, y se pueda obtener este patrón decorativo, “se requiere agrupar los hilos que ya han sido urdidos, a su vez, otros hilos de la urdimbre no tendrán este proceso, sino que su color será uniforme, lo que permite que destaque mejor la técnica del jaspe en la prenda”. Ambos grupos de hilos (los teñidos con reserva y los de color firme) se integrarán al telar posteriormente en una cuenta muy específica para mantener la simetría del diseño y también la forma del rebozo[31].

Esta técnica de tinción de reserva es un proceso para el teñido parcial del hilo de urdimbre, decorado antes de que se ajuste sobre el telar para ser convertido en tela.

Sobre la etimología del término ikat “mengikat” es que esta palabra es de origen malayo, y significa “atar, amarrar, anudar o enrollar”. En México y en Guatemala este método se conoce como hilo de jaspe o “jaspeado”. Este proceso, en el que aquellas partes del hilo utilizadas para el tejido serán “reservadas” (para conservar el color natural del hilo), se realiza amarrando o atando apretadamente un juego de urdimbres previamente determinado con cordón (de ixtle o algodón), con lo que se protegen de la penetración del tinte. “Los textiles decorados de acuerdo con el método ikat, pueden reconocerse por el hecho de que los colores penetran uno en el otro. Esta apariencia típica del tejido ikat, se debe a que el tinte colorea ligeramente los bordes de las áreas reservadas y produce así los característicos perfiles borrosos”[32].

Por lo general, el diseño de listas de ikat se alterna, con listas de urdimbre de colores lisos y el diseño se ejecuta casi siempre de memoria. “Primero se protegen aquellas partes que han de conservar el color natural de la fibra, y a continuación, las partes de la urdimbre que han de ser teñidas con otros colores. Cada amarre se realiza con pedazos cortos de ixtle o hilo de algodón, enrollado alrededor de los hilos de la urdimbre, y anudados para resistir el baño de tintura. Después de terminar el proceso de teñido, los juegos de urdimbre se retiran del baño y se dejan secar. A continuación, se retiran los amarres, dejando las áreas reservadas del color de los hilos originales y las áreas no protegidas en el color planeado”[33].

Esta sofisticada técnica de tinción tampoco muestra precisión sobre su origen, como lo refiere nuevamente Irmgard Weitlaner, “no existen pruebas de la existencia de esta técnica de teñido de reserva en el periodo prehispánico en Mesoamérica, sin embargo, sí la hay de la presencia del método batik o reserva de cera procedente de la cueva de Chitipic que se encuentra en la zona maya. Más aún dos ejemplares antiguos de la técnica de plangi(tela de teñido de reserva) fueron hallados en una cueva en la región de Tehuacán, Puebla. Por lo tanto, no resulta improbable que el método de ikat de decoración en reserva fuera conocido en Mesoamérica”[34].

El rebozo jaspeado o el rebozo tradicional, es un arte poco divulgado y quedan pocos centros productores guardianes de este patrimonio. Por lo que debería trabajarse en acciones de protección, pues de acuerdo a la recomendación de Turok, es una gran necesidad proteger este arte, ante el peligro de desaparecer, pues no quedan actualmente muchas personas, sobre todo jóvenes que estén interesadas en aprender, ni trabajar en la elaboración de rebozos[35].

LOS HORIZONTES DEL REBOZO

Este artículo debe concluirse señalando como el principal reto, lograr acercar esta pieza de arte textil a nuevos públicos, difundirlo y posicionarlo en nuevos mercados.

Ante esta necesidad de reinvención algunos artesanos reboceros han comenzado a idear otros objetos que son elaborados de paño de rebozo, como: cubrebocas, mantelitos, accesorios del hogar, cojines, adornos navideños, muñequitos de trapo, capas, por mencionar varios ejemplos; y acotar que en el presente también algunos hombres gustan de llevarlo puesto, como complemento de su vestimenta (ver figuras 5 y 6).

Esto, nos refiere a un contexto muy positivo, donde evidentemente se está llevando a cabo -nuevamente- una evolución del uso del rebozo, pues éste sigue reinventándose en su producción, y en su uso, y los artesanos del presente han tenido que mostrar su lado más innovador para reinventarlo constantemente, y lograr competir contra miles de productos de manufactura en serie, que son importados a México desde todas partes del mundo, logrando mantener viva la tradición de su elaboración.

Como México es un país pluricultural y diverso, la elaboración del rebozo ha evolucionado y repuntado en el presente de manera desigual, pues algunos centros reboceros como Santa María del Río y Tenancingo son sinónimo de éxito, pero otros más han decaído, siendo el caso del rebozo tradicional que se produce en Guanajuato.

El desarrollo de la investigación con respecto a la problemática en la producción regional en Guanajuato resulta pertinente y necesaria para poder llevar a cabo un diagnóstico acerca de su panorama. Sin embargo, el futuro del rebozo resulta esperanzador, pues la necesidad de hacer perdurar lo tradicional, lo que se siente como propio, empieza a convertirse en un tema de interés para más personas cada vez, por lo que se percibe una clara tendencia a la revalorización y reinvención del patrimonio común, por medio de la reutilización de las antiguas técnicas, y de la divulgación de los valores nacionales y artesanales, en forma de productos “clásicos” como lo hicieron con otros bienes de identidad mexicana, como el mezcal y el pulque, por ejemplo.

Apéndice


Figura 1: el rebozo como accesorio de gala
Fotografía de Óscar Ascencio Covarrubias. Archivo Instituto cultural de León


Figura 2: el rebozo como herramienta de crianza
Fotografía: imágenes de Google


Figura 3: detalle del jaspeado
Fotografía de Claudia Sánchez Montiel, rebozo de la colección Robert Everts del Museo Franz Mayer, 2022.


Figura 4: jaspeado: técnica de tinción de reserva, conocida como ikat que crea perfiles borrosos en la tela.
Fotografía de Claudia Sánchez Montiel, rebozo de la colección Robert Everts del Museo Franz Mayer, 2022.


Figura 5: esferas navideñas hechas de paño de rebozo
Imagen de: Instagram La rebocería, diciembre del 2022


Figura 6: otros accesorios como monederos y aretes hechos de paño de rebozo.
Imagen de: Instagram La rebocería, diciembre del 2022

Referencias

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Yanez, E., (2008). Aroma de luto. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.

Notas

[1] Flores, L. y Medina L. (2015). El fenómeno artesanal: un patrimonio cultural vivo, (p.115) ., La Cultura del patrimonio., (coordinador) Alejandro Mercado. Universidad de Guanajuato, México. 1ª edición, 2015.
[2] Turok, M., (2022). Entrevistada por Claudia Sánchez Montiel, el 18 de octubre del 2022 en la Ciudad de México.
[3] Turok, M., (2022). Entrevistada por Claudia Sánchez Montiel, el 18 de octubre del 2022 en la Ciudad de México.
[4] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán.
[5] Gámez, A. (2009). El rebozo estudio historiográfico: origen y uso. Tesis de maestría en Historia del arte, Universidad Nacional Autónoma de México. México (p.26).
[6] Sayer., C., (1994). Colores y Formas del Rebozo (p.41)., Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1, Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994.
[7] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán.
[8] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (p. 135) (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán.
[9] Gámez, A. (2009). El rebozo estudio historiográfico: origen y uso. Tesis de maestría en Historia del arte, Universidad Nacional Autónoma de México. México.
[10] Gámez, A. (2009). El rebozo estudio historiográfico: origen y uso. Tesis de maestría en Historia del arte, Universidad Nacional Autónoma de México. México.
[11] Gámez, A. (2009). El rebozo estudio historiográfico: origen y uso. Tesis de maestría en Historia del arte, Universidad Nacional Autónoma de México. México. P-18
[12] Gómez de Silva (2001). Diccionario Breve de Mexicanismos.
[13] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán. P-136.
[14] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán. P-148.
[15] Ramírez, A., (2006) Tejiendo la identidad. El rebozo entre las mujeres purépechas de Michoacán. (Tesis de Maestría) Centro de Estudios de las Tradiciones El colegio de Michoacán. Zamora, Michoacán.
[16] Yánez, E., (2008). Aroma de luto. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[17] Yánez, E., (2008). Aroma de luto. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[18] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[19] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[20] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[21] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[22] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[23] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[24] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[25] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[26] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[27] Castelló, T., (2008). Una geografía del rebozo. Revista Artes de México Núm. 90, agosto 2008. México.
[28] Weitlaner, I., (1994). Amarres, texturas y flecos: técnicas del rebozo. Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1, Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994.
[29] Lechuga, R., (1994). Antecedentes indígenas del rebozo. Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1. Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994. P-14.
[30] Ramírez, A., (2013). El rebozo como elemento cardinal de la indumentaria mexicana. Historia de su producción, uso y circulación. (Tesis Doctoral) Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán. P-142.
[31] Ramírez, A., (2013). El rebozo como elemento cardinal de la indumentaria mexicana. Historia de su producción, uso y circulación. (Tesis Doctoral) Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán. P-142.
[32] Weitlaner, I., (1994). Amarres, texturas y flecos: técnicas del rebozo. Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1, Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994. P-29.
[33] Weitlaner, I., (1994). Amarres, texturas y flecos: técnicas del rebozo. Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1, Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994. P-29.
[34] Weitlaner, I., (1994). Amarres, texturas y flecos: técnicas del rebozo. Rebozos de la Colección Robert Everts, Colección Uso y Estilo No. 1, Museo Franz Mayer, Artes de México. 1ª edición, 1994. P-34.
[35] Turok, M., (2022). Entrevistada por Claudia Sánchez Montiel, el 18 de octubre del 2022 en la Ciudad de México.
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