RESEÑA DE LIBRO

No hay desarrollo sin libertad.

En la mente de no pocos bulle la idea de un “mundo feliz”, como aquel descrito en la novela de Aldous Huxley. Todos contentos, felices pero sometidos, sin libertades; bien alimentados, sanos, bien vestidos, instruidos, viajes de vacaciones y una cómoda y segura vivienda. La convivencia social asegurada, sin delincuencia. Todos felices y más que nadie los sempiternos gobernantes. Con presidencias vitalicias, las campañas electorales estarán de más.mundo feliz
Pero ¿cómo es posible alcanzar tal grado de bien-vivir sin que haya libertades o que éstas sean muy limitadas o incluso inexistentes como el caso de las libertades políticas?
Desarrollo y Libertad es un texto de obligatoria lectura para todos los que estén interesados en los temas que implican la aspiración universal por construir una sociedad justa y próspera para todos. Su autor, Amartya Sen, es Premio Nobel de Ciencia Económica 1998. Es un trabajo publicado hace muchos años, en 1999, pero de una gran actualidad y urgencia, cuando el mundo atestigua la toma de decisiones concretas y firmes para la sustitución de las bases más fundamentales del funcionamiento de la sociedad, a nivel planetario, en sus aspectos económicos y sociales. El riesgo que existe es que dicha transformación dé paso a un aniquilamiento de las libertades políticas, lo cual sería un nefasto error si se quiere que la economía digitalizada y decarbonada depare a la humanidad un futuro mejor.
Lo que no se ve con claridad –y en verdad no es evidente- es que el grado de desarrollo que la humanidad ha logrado se debe justamente a la existencia de un conjunto de libertades, entre las que se cuentan por su propia índole, las libertades políticas. Las ideas de A. Sen a este respecto son clarificadoras. Una lectura detenida de su trabajo ayuda a entender las relaciones íntimas ente la vigencia y el disfrute efectivo de las libertades y el desarrollo económico. La relevancia de la libertad es tanto constitutiva como operativa, es decir, “la expansión de la libertad es tanto el fin primordial del desarrollo como su medio principal”.
Siendo así la democracia no es un lujo que sólo los países ricos pueden darse, como sostienen algunas posturas políticas típicamente autoritarias. Por ello hay que insistir en la idea de que la libertad no sólo es un fin sino además es el medio principal para alcanzar mayores niveles de bienestar. En su análisis A. Sen señala: “… China tiene verdaderas desventajas en comparación con la India porque carece de libertades democráticas, lo que se deja sentir sobre todo en lo que se refiere a la flexibilidad de la política económica y a la sensibilidad de los poderes públicos a las crisis sociales” Hoy en día la referencia a China es obligada. El modelo chino representa hoy el modelo alternativo más fuerte frente al modelo occidental democrático, en donde las libertades están expresamente pospuestas sine die. Desde 2018 el presidente Xi Jinping ejerce una presidencia vitalicia, que tiene como propósito hacer del país la principal potencia económica y militar del planeta para el año 2049.
Lo esencial del planteamiento de A. Sen es que la sensibilidad de los gobiernos determina en gran medida el cómo se utilicen los frutos del crecimiento de la economía. Esto se puede ver tanto en algunas economías, como Corea del Sur y Taiwan, que han sido capaces de mejorar la esperanza de vida por medio del crecimiento económico, como en países como Costa Rica y Sri Lanka que han reducido de manera drástica sus tasas de mortalidad y han mejorado las condiciones de vida sin registrar mucho crecimiento económico. Es por éstos últimos casos que A. Sen propone completar las visiones basadas en la renta para comprender mejor el proceso de desarrollo, incorporando toda una variedad de oportunidades sociales que son fundamentales, tales como la educación y la asistencia sanitaria básicas. En sus propias palabras: “Es posible aumentar enormemente la calidad de vida, aunque las rentas sean bajas, por medio de un buen programa de servicios sociales”.
Pero todo ello dependerá de la existencia de un contexto democrático efectivo, sólo entonces las decisiones se alinearán con los objetivos del bien común y la sensibilidad de los gobiernos responderán a los valiosos incentivos de la democracia, es decir: en la medida en que actúen en una democracia pluripartidista, con elecciones regulares y libertad de prensa y de asociación, cualquier gobierno tendrá “poderosas razones para evitar los desastres económicos”.
La responsabilidad individual.
Pero la responsabilidad por el desarrollo no es solo del Estado y la Sociedad en su conjunto. Somos los propios individuos los que debemos asumir “la responsabilidad del desarrollo y de la transformación del mundo en que vivimos”. Por importantes y efectivas que sean las instituciones sociales y la acción gubernamental, “no existe nada que sustituya la responsabilidad individual”. Es responsabilidad de la sociedad dirigir la política económica a crear oportunidades generales de emprendimiento, empleo, educación y salud, pero Amartya Sen insiste con acierto que es, en última instancia, responsabilidad del individuo decidir cuáles y cómo va a utilizar, eligiendo entre las distintas opciones.
En un contexto de desarrollo sin libertad para actuar como ciudadanos, los individuos se reducen a ser “vasallos bien alimentados, bien vestidos y bien entretenidos” Tal situación no cabe en el concepto de desarrollo, sino en el concepto autoritario y totalitario de un Mundo Feliz.
Notas de autor