RESEÑA DE LIBRO

![]() | Dugarte Jesús. La esperanza del agua y otras reseñas. 2021. Barquisimeto. Venezuela. Fundación Buría. 165 pp.. ISBN: 978-980-7687-15-7 |
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El tema del agua acompaña a la humanidad desde tiempos remotos; los asentamientos humanos en pueblos y ciudades, están estrechamente vinculados a la disposición, almacenamiento y domesticación del agua, es la base de la vida por excelencia. Salud y economía van de la mano con el abastecimiento o mal abastecimiento del agua. Desde la Ilustración se le reconoce como un bien común y desde el siglo XX, es ya un derecho fundamental.
El imperio español, en el proceso de conquista y poblamiento de las antiguas sociedades aborígenes, base de la posterior Hispanoamérica, no descuidó en la fundación de los nuevos pueblos y ciudades la disponibilidad y calidad del agua; el derecho indiano dejó un cuerpo de normas y reglamentos para la utilización y usufructo de este recurso natural tanto en las colonias mineras como las agrícolas. Resulta relevante que muchas de las ciudades surgidas en aquel proceso deban su nombre a un rio o una naciente de agua; Barquisimeto olvida su epónimo de Nueva Segovia para permanecer fiel a su génesis hidropónica, de modo pues que, tanto en la búsqueda como en la disponibilidad, las colonizaciones humanas están inexorablemente ligadas al agua.
Juan Agustín de la Torre, venezolano nacido en Carora, quien fuera rector de la antigua Universidad de Caracas y asesor del Real Consulado, escribió en 1790 un “Discurso Económico” en el que establecía la relación entre las letras, la agricultura y el comercio, especial atención dio a la “ingeniería hidráulica”, el llamado es a aplicar la tecnología para el uso del agua y evitar los estragos tanto en invierno como en sequía, se quejaba del uso irracional de los ríos que se dejaban en manos de ignorantes e interesados sectores, que con “mezquindad” aprovechaban los ríos; los pleitos por las acequias abundaban en los cabildos de la época colonial.
Barquisimeto, en su definitivo establecimiento hispánico hacia 1563, en la actual planicie, logra tal asentamiento precisamente, por la presencia del rio que da su nombre, la disponibilidad de esas aguas permiten la consolidación del poblado urbano. Sin embargo, la incomodidad de traer el agua del rio Turbio, llevó por 1790 a Miguel Canelón a plantear al Gobernador de Caracas que la falta del vital líquido podía resolverse trayéndola desde la Loma de León. Con la formación de la Provincia de Barquisimeto en 1832 y su respectivo poder legislativo, el tema del agua y sus diversos usos adquiere carácter político, dejando con ello un conjunto de resoluciones sobre la protección de las nacientes y bosques que garanticen el curso de los ríos y su debida utilización racional, surgen así los jueces de agua; será entre 1876 y 1890 que las iniciativas locales con sus juntas de fomento, alcancen el primer acueducto por tuberías de hierro para surtir a la población barquisimetana.
En las primeras décadas del siglo XX, Barquisimeto y Quíbor se reencuentran por la ruta del agua, comienza la historia de Yacambú, historia que no se ha detenido hasta hoy. Es la mirada a los valles y sus riquezas agrícolas, pero también la mirada al subsuelo en búsqueda de agua; así, en los años 40 a los 60, la sociedad asume el asunto como cuestión de vida y con sentido de futuro, personalidades como Raúl Azparren, Francisco Tamayo, Casta J Riera y Froilán Álvarez Yépez, asumen el liderazgo para garantizar a la ciudad en pleno crecimiento urbano el agua potable y el desarrollo técnico de la agricultura de riego, siempre con intenciones de proteger bosques y suelos. Ello no quiere decir que el siglo XXI larense sea el logro de aquellas intenciones, que fueron muy nobles; el grito ancestral de Lara, como lo llamara Francisco Tamayo, sigue en nuestros oídos; en plena época de inusitado desarrollo tecnológico aun los larenses piden a gritos, ¡“Agua”!
Ese trabajo no se ha detenido, el libro que ahora presentamos gracias al esfuerzo disciplinado y sostenido del amigo Jesús Dugarte, da cuenta de su visión como técnico sobre los asuntos del agua, el suelo y la agricultura, pero también del investigador con una alta sensibilidad por lo público y por la calidad de vida de los habitantes de la entidad larense. Combina la docencia, sus responsabilidades administrativas en un organismo de Estado con su habilidad de organizador y difusor de sus reflexiones. Ha hecho de los medios impresos su cátedra publica, desde allí expone, motiva y organiza ideas para animar el desarrollo humano en los lugares que le toca trabajar o vivir.
Así lo encontramos en Caracas, Quíbor, Carora, El Tocuyo, Duaca, Cabudare o en Barquisimeto, siempre alentando la organización y conciencia ciudadana sobre agua y suelos, binomio que explica sin duda alguna el sentido de la vida. El Dr. Rafael Rodríguez Rodríguez, experto en cambio climático, lo ha llamado el maestro por excelencia. Ahora lo vemos junto al Dr. Reinaldo Rojas y la Ingeniero Liana Arrieta de Bustillo, ciudadanos estelares, organizando a los larenses para comprender la complejidad del servicio agua, y visualizar desde la ciudadanía soluciones a la crítica carencia de este bien público.
Encontrará en este libro el lector especializado o el ciudadano interesado, materiales de primera mano, son reflexiones de experiencias, pero también de la observación del técnico con pasión social y humana que no descansa en registrar a cuanta fuente o referencia consigue en su camino para ilustrar el sentido de la lucha cívica; lo oímos en sus programas de radio, lo leemos en sus columnas periodísticas, pero también en las redes sociales, y muy a tono con la época crea su canal YouTube para difundir su Perspectiva Agropecuaria, no sólo desde lo técnico, sino desde lo histórico, lo cultural y lo social.
Esperamos que las nuevas generaciones de agrónomos, médicos veterinarios, educadores y economistas, consigan en este libro la esperanza del agua como sentido organizador del futuro. Gracias, amigo Jesús Dugarte por ilustrarnos y darnos herramientas para fortalecer el trabajo ciudadano en un contexto de enormes limitaciones institucionales, la disminución significativa de la política plural y con ello la disminución de la lucha cívica por un país democrático, por un desarrollado humano sostenido y sustentable. Gracias por demostrar que es posible el futuro.
Notas de autor