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Comunalizar para descolonizar. Comentarios al libro de Jaime Martínez Luna
Alejandra Aquino Moreschi
Alejandra Aquino Moreschi
Comunalizar para descolonizar. Comentarios al libro de Jaime Martínez Luna
Decolonizing through Community-Building.Comments on the Book by Jaime Martínez Luna
Revista pueblos y fronteras digital, vol. 19, e742, 2024
Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur
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Resumen: En esta reseña, más que presentar una síntesis del libro de Jaime Martínez Luna, se busca recuperar algunas «pistas» que el autor nos comparte a lo largo de 18 capítulos para caminar hacia una descolonización política, epistémica y subjetiva. Las reflexiones que ofrece se sustentan tanto en una crítica incisiva a la modernidad occidental, como en una reflexión sobre la comunalidad, entendida como práctica, horizonte y camino para descolonizar nuestra existencia. Desde esta propuesta, la descolonización implica necesariamente la comunalización de la vida, además de pensarnos y comportarnos como seres comunales que se reconocen como parte del mundo y no como su centro.

Palabras clave: Ecomunalidad, descolonización epistémica, pueblos indígenas.

Abstract: Rather than presenting a synthesis of Jaime Martínez Luna’s book, this review seeks to retrieve some “clues” shared by the author throughout the eighteen chapters for us to proceed towards a political, epistemic, and subjective decolonization. The reflections Luna offers are based on an incisive critique of Western modernity, as well as on a reflection on communality, understood as a practice, a horizon, and a pathway toward decolonizing our existence. Based on this proposal, decolonization necessarily implies communalizing life, thinking and behaving like communal beings that recognize themselves as part of the world and not its center.

Key words: Communality, epistemic decolonization, indigenous people.

Carátula del artículo

Reseña

Comunalizar para descolonizar. Comentarios al libro de Jaime Martínez Luna

Decolonizing through Community-Building.Comments on the Book by Jaime Martínez Luna

Alejandra Aquino Moreschi
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Mexico
Revista pueblos y fronteras digital, vol. 19, e742, 2024
Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur
Martínez Luna Jaime. Existimos, luego… pensamos. Apuntes desde la comunalidad 2017-2021. 2023. México. Cámara de Diputados, Consejo Editorial, LXV Legislatura. 978-607-8962-02-0

Received: 24 July 2024

Accepted: 17 October 2024

Published: 05 November 2024

Existimos, luego… pensamos. Apuntes desde la comunalidad 2017-2021 reúne 18 ensayos, escritos entre 2017 y 2021, en los que Jaime Martínez

Luna comparte reflexiones muy potentes que contribuyen a los esfuerzos de descolonización epistémica y subjetiva que se desarrollan en diferentes latitudes del planeta. En Oaxaca, estos esfuerzos han sido especialmente fructíferos gracias a la fuerza organizativa de sus pueblos y al hecho de que este estado mexicano ha sido cuna de pensadores y pensadoras que desde hace mucho tiempo reflexionan a partir de las luchas de sus comunidades, con un compromiso y una conexión profunda con ellas.

¿Qué hay de nuevo en este libro? Es la pregunta que muchas personas se harán. A diferencia de lo que Jaime Martínez presenta en su libro anterior, Textos sobre el camino andado (Martínez, 2013), donde también reúne gran parte de su obra, en esta ocasión aparecen de manera más explícita y con mayor contundencia una reflexión y una apuesta por la descolonización política y epistémica. Esta se sostiene en una crítica incisiva a la modernidad occidental y a sus valores, particularmente al individualismo, así como en una reflexión sobre la comunalidad, entendida como práctica, horizonte y camino para descolonizar nuestra existencia.

Lo que hace tan interesante este libro, y en general todo lo que el autor escribe, es su peculiar manera de interrogar la realidad y de desestabilizar las ideas dominantes. Jaime Martínez siempre logra poner el foco sobre aspectos que están presentes, pero que muchas personas no alcanzamos a ver ni a nombrar, ya sea por no contar con los lentes adecuados o porque no existen las palabras para hacerlo. Tal vez también porque estamos muy desconectados de la vida comunitaria y muy cómodos en las certezas aprendidas, en nuestra individualidad y en nuestros privilegios. Este libro es una invitación a cuestionar estas certezas y a replantear nuestros privilegios. Además, nos ofrece herramientas para comenzar a «pensarnos y pararnos como seres comunales», aun desde las ciudades o desde espacios donde esto pareciera improbable.

En esta reseña, más que hacer una síntesis del libro, me interesa recuperar algunas de las pistas que Jaime Martínez comparte sobre la descolonización vista desde la comunalidad. Estas pistas aparecen dispersas en el libro, como chispas de lucidez que invitan a una profunda reflexión.

Una de las tesis centrales del libro se resume cuando Jaime Martínez afirma: «descolonizar es comunalizar la vida» y, para lograrlo, tenemos que empezar a «pensarnos y pararnos como seres comunales». Para el autor, esto significa: «reconocernos dentro del mundo, como parte de este y no como su centro», «substituir el yo por el nosotros» y ver el nosotros «como un resultado comunal».

Esta propuesta puede parecer sencilla, pero es muy difícil de alcanzar porque implica cuestionar uno de los pilares fundamentales del proyecto occidental liberal: el individuo y el individualismo, sustentado en la idea de que el ser humano es el centro del universo, su amo y señor, y que sus derechos como individuo están por encima de los derechos colectivos, comunitarios y de la naturaleza. Jaime Martínez es tajante frente a estas certezas de Occidente y sostiene que «el individuo no existe», porque «nadie existe solito», sino que una persona es y existe con las demás, inmersa en distintos entramados sociales. Así, «comunalizar para descolonizar» exige, según el autor, comenzar a pensarnos como parte del mundo, y no como su centro, su observador externo, o su amo y apropiador.

Pero, ¿qué significa comunalizar? Jaime Martínez Luna ha señalado en múltiples ocasiones que la palabra «comunalidad» no admite una definición estricta ni definitiva, ya que se practica de manera diferente en cada lugar, y, al ser una práctica, no es estática, sino cambiante. Sin embargo, desde sus primeros escritos el autor ha identificado los elementos indispensables que sostienen la comunalidad, aunque en este libro los conceptualiza de forma un poco diferente en comparación con sus escritos anteriores.

El primer elemento es el territorio porque, según el autor, todas las personas habitamos un lugar y pertenecemos a un espacio junto con los demás seres que lo habitan. En sus escritos más recientes pone énfasis en concebir el territorio como un todo indivisible en el que las personas son solo un elemento más, pero no su centro. También subraya la importancia del territorio como fuente epistemológica que moldea nuestra actitud ante la vida.

El segundo elemento, según Jaime, son las personas que habitan ese territorio, no en su dimensión individual, sino en su ser comunal, como la suma de relaciones que se establecen para crear vida en común. En este punto reaparece la asamblea como una entidad privilegiada para la toma de decisiones orientadas al bien común.

El tercer pilar es el trabajo, entendido no desde una perspectiva economicista, sino como el movimiento que se realiza en todo núcleo social para resolver sus necesidades. El trabajo, entonces, se concibe como la organización y el movimiento que permiten la suficiencia, pero no a nivel individual, sino colectivo. Como señala Jaime Martínez, «se trabaja para ser y estar con los demás, y esto nunca ha sido un principio para la economía clásica».

Finalmente, el cuarto pilar es la fiesta o celebración, concebida como un espacio privilegiado para la «compartencia» y el gozo comunal, es decir, para agradecer la vida. Las reflexiones de Jaime Martínez sobre la fiesta como gozo y «compartencia» son particularmente valiosas porque cuestionan la visión «miserabilista» que a menudo predomina en los trabajos antropológicos y en las políticas estatales, donde se perciben las comunidades como espacios de carencia y sufrimiento. El autor combate esta visión al situar en el centro la alegría que surge del compartir y del ser y estar para y con los demás. Porque, según sus palabras, al fin y al cabo: «lo que importa es ser feliz hoy, no mañana. Esto significa que la vida se va y hay que vivirla, no se diseña el futuro, se realiza el presente».

Uno de los aspectos más desarrollados en el libro es el relacionado con la «descolonización epistémica», un tema también muy importante en la agenda de diversas luchas y procesos organizativos, e incluso en un sector de la academia. Existe, en general, un consenso en la necesidad de producir un conocimiento que no dependa de la epistemología de la modernidad occidental, ni de sus problemas y soluciones. Se requiere una epistemología que reconozca sus propias fuentes y que pueda dar respuesta a las necesidades y aspiraciones de sus pueblos.

Estas nuevas epistemologías se están gestando en la vida real, en articulación con diversos procesos políticos. No es casual que Jaime Martínez escriba este libro al calor del surgimiento de las universidades autónomas comunales, espacios que buscan ofrecer una nueva modalidad de enseñanza conectada con la comunidad y que enfrentan el reto de no reproducir las epistemologías ni los vicios de la academia que critican. Quiero resaltar que estas reflexiones sobre la descolonización de las epistemologías, tan presentes en el libro, emergen de una lucha concreta de los pueblos de Oaxaca por lograr otra educación, una lucha en la que Jaime Martínez Luna ha sido un motor indispensable.

En su apuesta por la descolonización de las epistemologías, el autor parte de una certeza: «nuestra manera de razonar es colonial», y nos ofrece una serie de pistas muy interesantes para descolonizar nuestras epistemologías. En primer lugar, sostiene que el conocimiento debe emerger de la acción, de la experiencia y de la vivencia, entendidas como fuentes epistemológicas privilegiadas. Además, señala que el conocimiento se produce «desde la integralidad», no desde la exterioridad. No se trata de «pienso luego existo», sino que es a partir de mi práctica, de mi estar en el mundo, desde donde puedo crear e interpretar la vida. Como indica Jaime Martínez, «primero se existe, luego se piensa el existir». La existencia es experiencia: experiencia situada, que se vive en un lugar y en medio de determinadas relaciones. Es, como han dicho diversas pensadoras feministas, conocimiento situado, desde un cuerpo con una historia, atravesado por un conjunto de intersecciones; sin embargo, en la propuesta de Jaime Martínez este cuerpo no es individual, sino comunal, inserto en un todo.

Para el autor, la descolonización epistémica implica «pararnos como seres comunales», es decir, mirarnos y sentirnos como parte del mundo, y no como observadores externos de la realidad. Como bien señala, el problema con la ciencia ha sido que produce conocimiento «desde el poder y el privilegio», «desde la externalidad», ya que en nombre de la objetividad no se involucra en los procesos concretos que pretende estudiar. Y al considerarse un ser externo al mundo que observa, su objetivo ha sido explicar o fomentar «el dominio del homo sapiens sobre el resto de los seres» humanos y no humanos. Cuando se investiga desde la externalidad, es el investigador quien decide qué y cómo investigar un mundo que, hasta cierto punto, le es ajeno.

Las ideas que desarrolla Jaime Martínez marcan una diferencia epistémica insuperable con la ciencia positivista cartesiana, que considera la razón y nuestra capacidad de razonar como la principal fuente de conocimiento, y que ve la objetividad como una condición indispensable para validar dicho conocimiento.

Pero, concretamente, ¿cómo podemos descolonizar nuestros procesos de investigación? Jaime Martínez propone «ordenar el conocimiento desde el mundo», es decir, «sistematizar el conocimiento desde la experiencia». Para ello, sugiere seguir lo que él llama «los momentos de realización comunal», que describe de la siguiente manera:

  • reconocer el suelo que se pisa, o el universo que lo envuelve, es decir, el dónde,

  • reconocer a los seres que pisan ese suelo o universo, el quién,

  • reconocer lo que hace la gente que pisa ese suelo o universo, el cómo,

  • y, por último, reconocer lo que la gente logra con su hacer, el para qué.

Aunque no me parece que esto sea suficiente para descolonizar las maneras de hacer investigación, en todo caso, es una propuesta valiosa que establece un punto de partida para seguir buscando formas de hacerlo.

Como parte de este proceso de descolonización epistémica, Jaime Martínez también desarrolla una crítica a lo que considera algunos principios impuestos por la invasión europea a nuestro continente, los cuales, desde su punto de vista, constituyen un obstáculo para la descolonización de nuestras epistemologías y subjetividades. Se trata del poder, la propiedad y el mercado, que, según el autor, han determinado nuestra manera de vivir y razonar y se han erigido como horizonte de deseo durante más de cinco siglos. Por ello, para Jaime Martínez, el gran reto para lograr la descolonización epistémica se encuentra en destruir el poder, en lugar de buscarlo sistemáticamente. Además, señala que es el poder lo que subyace al comportamiento individualista, y que solo el colectivo tendrá la capacidad para construir un contrapoder. La propiedad, para el autor, es una forma de demostrar el poder y una manera de apropiarse de la vida. Finalmente, menciona que el mercado es el espacio donde se reproducen el poder y la propiedad, apoderándose de la vida y socavando toda esperanza.

Frente a estos tres principios que han colonizado nuestras prácticas y subjetividades, Jaime Martínez propone y desarrolla una reflexión en torno a tres elementos que facilitan la descolonización, ya que son principios que permiten la comunalidad y que emanan de un razonamiento propio. Estos son: el respeto, el trabajo y la reciprocidad. Estos principios contrahegemónicos, según el autor, existen en todos los contextos, aunque sean excluidos o encubiertos por el pensamiento dominante individualizador.

El primer elemento, el respeto, no debe entenderse como obediencia, sino como una forma de reconocerse en lo otro, «es una interpretación de la vida, una filosofía, una fuente de conocimiento, nuestra epistémia». Además, aclara que el respeto no solo se debe a los otros humanos, sino también a la naturaleza y a todos los seres que la habitan, y que se entiende como un reconocimiento vivencial que permite apreciar el espacio del cual somos solo una parte y el papel que cada parte desempeña en la reproducción de la vida.

El segundo elemento es el trabajo, que también llama labor, faena, tequio y movimiento, y que para él representa la mejor manera de vivir respetando a los otros. El trabajo no se concibe como productor de valor para el consumo individual, sino para la producción de bienes comunes. Finalmente, el tercer elemento es la reciprocidad, entendida como la actitud resultante de todo proceso en el que prevalece el respeto y se trabaja para el bien común. La reciprocidad es, de alguna manera, lo que asegura un buen equilibrio entre el respeto y el trabajo, ya que, para Jaime Martínez, destruye toda forma de poder, pues según ella se considera que no hay nada por encima que mande o que obligue, salvo el acuerdo que se tome en cada comunidad. Es otras palabras, «no hay poder, sino autoridad elegida por todos. No hay pago sino complementación. No hay propiedad sino compartición. Dejamos de hablar de Derechos, hablamos de Obligaciones».

Las ideas contenidas en este libro son muy estimulantes y no tengo dudas de que despertaran gran interés tanto en la academia como en distintos espacios de reflexión no hegemónicos, ya que, hoy por hoy, eso que Jaime Martínez Luna ha llamado «comunalidad» encarna para muchas personas un horizonte político posible, un proyecto de vida, un «principio esperanza» que expresa realidades y expectativas de hombres y mujeres que apuestan por caminar en colectivo como parte de una totalidad compuesta por seres humanos y no humanos. Así que, ¡enhorabuena por este libro tan necesario!

Supplementary material
Bibliografía citada
Martínez Luna, Jaime . (2013). Textos sobre el camino andado. México: Coalición de Maestros y Promotores Indígenas de Oaxaca / Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño/ Coordinación Estatal de Escuelas de Educación Secundaria Comunitaria Indígena / Colegio Superior para la Educación Integral Intercultural de Oaxaca.
Notes
Notes
Cómo citar esta reseña: Aquino Moreschi. Alejandra. (2024). Comunalizar para descolonizar. Comentarios al libro de Jaime Martínez Luna. Revista Pueblos y fronteras digital, 19, pp. 1-7, doi: https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2024.v19.742
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