CUESTIONES DE GRAMÁTICA PARA ESPECIALISTAS NO NATIVOS DE ESPAÑOL
Presentación: una postal desde París (variaciones de un lingüista no nativo)

Gratísimo cometido el de presentar este nutrido monógrafico de marcoELE, de excelente factura y altamente sugestivo para sus numerosos lectores... y sin duda agradecidos usuarios por venir: fruto es del más exitoso encuentro entre el punto de vista supuestamente científico del lingüista y las preocupaciones del docente, maridaje al final mucho menos frecuente (o menos feliz) de lo que con plácida ingenuidad –no exenta de cierta irresponsable cegazón[1]– se suele dar por sentado entre el gremio académico. En este caso, les correspondió a Carmen Ballestero de Celis y Carlota Piedehierro Sáez, jóvenes aunque ya destacadas investigadoras, asumir su no menos profundo y probado compromiso en la enseñanza de la lengua y la gramática españolas ante un muy variopinto público, con el siguiente cuestionamiento reflexivo, a la vez humilde, inquieto y exigente: ¿de verdad nos creemos lo que andamos pregonando y transmitiendo en clase? Tomárselo en serio supuso reunir a una quincena de entusiastas colegas ante el difícil reto de allanar pusilánimes temores y entregarse al necesario debate entre teorías en beneficio de una original reflexión colectiva, pues resolvieron (des)centrarse hacia un objeto contextual pocas veces definido como tal, esto es, en toda su complejidad: el amplio abanico de no nativos, desde neohablantes relativamente avanzados hasta profesores de ELE en ciernes o curtidos profesionales e incluso, en algunos casos, futuros metaespecialistas del tema.
Idealmente se podría reconocer una fluida y autónoma competencia adquirida en ELE (u otra lengua extranjera, aunque siempre mirando hacia el fantasioso horizonte de un "bilingüismo" mal entendido) por la capacidad que tiene el hablante de situarse mediante su misma performance entre norma(s), subnormas y prácticas empíricamente constatables, vale decir en medio de ese irremediable campo de variación que viene a ser una lengua. En el mejor de los casos la contribución del profesor (nativo o no) al desarrollo de semejantes habilidades en un aprendiente no nativo, difícilmente consigue superar la transmisión o construcción, por eficiente que sea, de cierta flexibilidad en el mero reconocimiento pasivo de dicha variación : todos necesitamos –y a gritos pedimos– que nos den normas con suficiente robustez para servirnos como ajuar de a diario, y también como capital y legado. En realidad, al mismo tiempo que indiscutiblemente se construyen y desarrollan competencias, otra notable herencia que se acumula y revierte en clase de ELE de cualquier nivel es un fangoso poso de inseguridad lingüística cada vez más refinada, que, todo bien mirado, no parece tan distinta de la que obra entre nativos. Lo cual no debiera desanimar a nadie, ya que tampoco pudo con la energía de los autores de este novedoso volumen, pues de la siguiente manera entiendo, como lingüista, su densa, admirable y alentadora lección.
Así como toda (buena o mala) traducción de Shakespeare o Petrarca al castellano no sólo puede sino debe considerarse como formando parte plenamente y a todos efectos del corpus de la lengua castellana, los hablantes no nativos de determinada lengua –con mayor motivo si hablamos de los "avanzados"– deben incluirse con entera legitimidad entre la comunidad lingüística, mal que nos pese políticamente y por difícil que resulte sacar todas las consecuencias teóricas y prácticas de semejante hipótesis: en aras a la honradez, de todos los estudios variacionistas de mínima sensibilidad sociológica se desprende que no hay criterio nativista que valga a la hora de garantizar para el hablante una óptima agilidad en el uso pasivo o activo, pragmático o simbólico de la lengua, o sea, en la eficacia comunicativa y la conquista de una provechosa posición en el mercado de la lengua (que al fin y al cabo también de eso se trata). Y ¿hasta qué punto tiene sentido distinguir a un profesor de ELE hungarófono formado en Budapest de una colega suya, supuesta nativa, que en casa habla catalán o jopará? ¿No habrá un lugar de la lengua en el que puedan encontrarse para acordar estrategias comunes de enseñanza?
A la fundamental diversidad de los integrantes (nativos o no) de la comunidad lingüística hispanófona responde puntual la gran variedad de las representaciones epi- o metalingüísticas producidas por los mismos, entre los cuales destacan, por ejemplo y si se quiere, los teóricos y/o profesores (nativos o no) de ELE, hasta el punto de pervivir en algunos ámbitos verdaderas leyendas urbanas culturalmente identificables, como las sempiternas y caricaturescas patrañas sobre la traducción de aunque, la construcción de seudohendidas focalizantes o la concordancia de tiempos en español, típicas de cierto enternecedor oligolecto conocido como "español-de-los-franceses-profesores-de-español", subcomunidad por otra parte sedientamente propensa a castigar con ansiosa severidad todo lo que le pueda sonar a "galicismo". De hecho, para bien o para mal, los mismos pilares mayores de los que disponemos desde hace pocos años (NGLE de la RAE, Gramática descriptiva de Bosque & Demonte, Plan curricular del Instituto Cervantes...) resultan ser auténticos monumentos de polifonía que, más o menos abiertamente, más o menos molestamente, dejan escuchar una música nueva, la de cierta heterogeneidad interna, rayando en ocasiones con la contradicción: de ahí que estas Cuestiones de gramática no cejen en entregarse con debida lealtad al fino análisis y atenta valoración crítica de esa acrobática postura que, desde las más avanzadas ciencias del lenguaje, anhela compaginar la infinita precisión descriptiva de la lengua variable y las condiciones razonables de su transmisible intelección metalógica.
Más allá de la en parte connatural problemática que ha de asociar a nativos y no nativos ‑tanto hablantes como metahablantes–, entre la dudosa sacralización del "sentimiento lingüístico" del hablante nativo[2] y la siempre deseable "inmersión lingüística" para bien del aprendiente heterolingüe, entre la periódica demonización de enseñar "gramática" en clase de lengua extranjera y la irrealista creencia de que todo se soluciona y adquiere a base de correctas explicitaciones metalingüísticas, cabe recordar la especificidad impagable de lo que nos aporta la experiencia no nativa: sabemos, sí, que el necesario distanciamiento del objeto-lengua que conlleva la mera formulación de normas gramaticales puede representar el primer paso hacia una observación crítica de las mismas y, por ende, permite el despertar de la agudeza metalingüística necesaria en todo futuro profesor de lengua; pero el contraste lingüístico vivido por el sujeto no nativo es un instante de asombro, siempre renovado, en el que toma conciencia de la extrañeza de su propia lengua. No puede tratarse de explicarle al profesor no nativo en qué yerra según la conciencia o el saber de los nativos, sino de recordarle que, por definición, en su momento ya fue aprendiente no nativo, lo que en sí constituye un inagotable tesoro de dudas para todos.
En este delicado trasfondo, pues, se inspira el resultado escrito de un esperado y concurrido coloquio internacional (27 y 28 de junio de 2014) durante el cual se leyeron y discutieron comunicaciones de gran rigor intelectual y gran riqueza en la recolección y análisis de datos empíricos. La idea, nacida en el seno del laboratorio CLESTHIA[3] alrededor del GERLHis[4], encontró una respuesta inmediatamente favorable de parte de Juan Manuel Bonet, a la sazón Director del centro parisino del Instituto Cervantes, y contó con la entregada participación organizativa de Diana Krenn, entonces jefe de estudios: todos los participantes (nativos y no nativos) supieron demostrar que no faltan ganas de dedicación, legítimas competencias y pluralidad de enfoques o métodos en sus equipos de España, Francia[5] e Italia.
De tan ejemplar colaboración entre una institución centrada en la difusión e ilustración de las lenguas y culturas españolas y laboratorios europeos de investigación científica dedicados a cuestiones de gramática, posiblemente hayan surgido más problemas nuevos que soluciones. Esto es bueno, y supone que se vengan celebrando más encuentros de esta índole: no por inacabable deja de granjear avances nuestra sagrada y pertinaz tarea de luchar contra la confusión entre normas de uso, fórmulas de aprendizaje y reglas de gramática.