CUESTIONES DE GRAMÁTICA PARA ESPECIALISTAS NO NATIVOS DE ESPAÑOL
Prólogo
Prólogo
marcoELE. Revista de Didáctica Español Lengua Extranjera, vol. 1, núm. Esp.22, pp. 7-11, 2016
MarcoELE

Cuando consultamos los diccionarios o los manuales de gramática para aclarar alguna duda vivimos a menudo la frustrante sensación de no encontrar respuestas. Esto sucede, por ejemplo, si queremos descubrir las diferencias que existen entre dos palabras como querer y desear, o cuando queremos entender qué preposición es más adecuada en un determinado contexto. Y podríamos citar numerosísimos ejemplos de problemas sobre los que los manuales y estudios de gramática y los diccionarios no pueden ayudarnos. En algunos casos, las respuestas existen, pero están presentadas de maneras confusas o difíciles de recordar. En otros, las explicaciones que se nos proponen parecen alejadas del funcionamiento real de la lengua analizada en contextos naturales.
Estas dificultades se observan aun en obras de diferentes autores, muy meritorias por diferentes razones, así como en trabajos monumentales, dignos de toda nuestra admiración, que han sido coordinados por grandes especialistas y han contado con la aportación y el esfuerzo de un alto número de personas, como la Gramática descriptiva de la lengua española dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte (1999), o como la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2009). En estas últimas dos obras, muy diferentes por el tipo de planteamiento, por los objetivos que persiguen y por el destinatario al que se dirige cada una de ellas, el lector se encuentra con una descripción minuciosa de la lengua española, que presenta una riquísima variedad de observaciones surgidas de una amplia gama de investigaciones llevadas a cabo a lo largo de la historia, y especialmente en las últimas décadas, pero en numerosas ocasiones el lector que quiera entender el funcionamiento de tal o cual fenómeno no consigue quedarse con una idea clara, agobiado por el número excesivo de detalles de todo tipo. Estas obras pueden servir para tener una visión amplia y muy rica de la investigación que se ha llevado a cabo en numerosos ámbitos, y pueden ser muy útiles cuando se trata de consultar fenómenos o usos específicos, cada una desde su perspectiva y sus características específicas: la primera de ellas es más explicativa en sus descripciones y se dirige a un público más especializado, pero el objetivo de ofrecer una interpretación abarcadora que permita entender el funcionamiento de los diferentes fenómenos se consigue de manera desigual entre los diferentes capítulos. La segunda se limita más a una descripción muy minuciosa de las diferentes manifestaciones de cada fenómeno, si bien con frecuentes alusiones a los distintos enfoques que se le han dado en la investigación.
Es probable que muchos de estos límites, de estas y de muchas otras obras valiosísimas de nuestra tradición de estudios gramaticales, se deban al hecho de que parecen estar pensadas para un público que ya conoce la lengua española, de la que se ocupan. El hablante nativo o que tenga ya un buen dominio de la lengua sabe usarla de manera natural, sin necesidad de encontrar explicaciones. Y cuando se encuentra con una lista de ejemplos o de observaciones sobre usos específicos, reconoce esos usos y se identifica con ellos y, en mayor o menor medida, con las observaciones que a ellos se refieren y con las etiquetas utilizadas para clasificarlos. El hecho de que esa lista de datos sea más o menos coherente, o que esté o no esté presentada con una clave de lectura, un hilo conductor que permita interiorizar el mecanismo estudiado y explicar todos sus usos, no representa para el hablante que ya tiene un buen dominio de la lengua dificultad alguna. Como tampoco lo es el que los diferentes ejemplos y las diferentes observaciones propuestas puedan contradecirse unos con otros: para quien ya conoce la lengua y reconoce los usos no representa nada extraño el que se hable de un futuro de mandato (no matarás), de un futuro de compromiso (lo haré, no te preocupes), de un futuro apodíctico, de un futuro de probabilidad (a esta hora, ya estará en casa), o que se diga que el imperfecto de indicativo presenta el contenido expresado por el verbo como imperfectivo, esto es, sin hacer hincapié en sus límites inicial y final, y que poco después se explique que en algunos casos esto no es así. Tampoco le parece raro que se diga que el subjuntivo presenta el contenido verbal como irreal o dudoso y que poco antes en la misma descripción del funcionamiento aparezcan ejemplos como Estoy contento de que hayas llegado, que contradicen, a todas luces, esa explicación. El hablante que ya tiene un buen dominio de la lengua no se preocupa por entender qué es lo que distingue a las expresiones usadas para expresar la causa ya que y puesto que, y menos aún se interroga sobre las analogías y las diferencias que existen entre pues y total. Para él se trata de cuestiones que no tienen nada que ver la una con la otra. El hablante nativo no se da cuenta de que existen dos maneras de pronunciar total, una con tono ascendente y una con tono descendente en la segunda sílaba (Llévatelo, total no lo necesito / Total (= moraleja de la historia) decidí no ir). No se da cuenta y no le preocupa el que en los libros de gramática y en los diccionarios no suela decirse nada a este respecto, porque para él esas diferencias funcionan de manera natural, porque las tiene perfectamente interiorizadas.
Algo distinta es la actitud del estudioso que se acerca a los fenómenos. Él sí se preocupa por entender y dar cuenta de su funcionamiento, pero cuando no encuentra explicaciones mejores, se queda con las contradicciones y las incongruencias que, de todas formas, le parecen naturales. Por otra parte, por más que se interrogue, en muchas ocasiones simplemente no se le ocurre interrogarse sobre las relaciones que existen entre elementos de la lengua que le parecen alejados, como pues y total. El estudioso, muchas veces, ante sus dudas, se preocupa más por clasificar y nombrar las manifestaciones de los fenómenos estudiados que por lograr dar explicaciones coherentes.
Estas actitudes cambian radicalmente cuando de lo que se trata es de aprender a usar de manera adecuada en los diferentes contextos un elemento o un mecanismo de una lengua extranjera que no dominamos. Cuando se miran las cosas desde esta otra perspectiva, es más fácil que notemos las contradicciones y los usos en los que las explicaciones no funcionan. Sin embargo, en este caso también podemos quedarnos con nuestras dudas, que, sin embargo, no dejan de ser mayores, minimizando las dificultades para irnos construyendo un sistema que no permite entender cómo funciona realmente la lengua. Si nuestra actitud es esta, es probable que en numerosos casos nos corrijan cuando usamos la lengua extranjera, o que nos encontremos con usos que no encajan con el sistema que hemos aprendido. Para consolarnos, decimos que se trata de usos idiomáticos. Y esto hace crecer entre la gente la sensación de que la gramática es arbitraria y que cada "regla" tiene un número mayor o menor, inevitable, de excepciones. Así, por ejemplo, si queremos aprender ruso, nos encontraremos con presentaciones del sistema verbal en las que se nos da una idea de la oposición aspectual, rasgo fundamental de esta lengua. Haremos ejercicios, y creeremos que se trata de una oposición algo abstracta pero muy bien definida. Sin embargo, a medida que nuestra competencia vaya creciendo, empezaremos a notar casos en los que las cosas parecen funcionar de otra manera. Algunos no se percatarán de esas "extrañezas" y seguirán aferrándose a lo aprendido, lo que les llevará a desarrollar una percepción limitada de la lengua. Otros intentarán encontrar explicaciones, consultando a profesores o manuales de niveles avanzados. Y es probable que observen numerosas contradicciones, porque la versión simplificada que se suele dar de este fenómeno del ruso, a la que muchos autores de estudios sobre el aspecto en otras lenguas como el español parecen referirse cuando intentan aplicar esta dicotomía, es una descripción que no permite entender el funcionamiento real de la lengua rusa.
Los profesores que trabajan con un público extranjero se enfrentan, cada día, con estas dificultades y necesitan buscar explicaciones que den mejor cuenta de la lengua que enseñan, o analizar dicotomías insospechadas. La perspectiva del extranjero que necesita aprender una lengua desconocida o enseñar una lengua a un público que no la domina es, por todo ello, una perspectiva privilegiada para descubrir cómo funciona un idioma.
Desde el punto de vista de la enseñanza de una lengua extranjera se imponen algunas reglas fundamentales:
- Las descripciones tienen que ser generales y abarcadoras, no pueden limitarse a presentar observaciones de todo tipo de manera desordenada.
- Conviene evitar la concepción de la gramática en términos de listas que hay que aprender. Las listas, como decía el gran lingüista francés Henri Adamczewski, "entail an unbearable memory load for the student" (representan una carga insoportable para la memoria), y son difíciles de aprender. Solo se convierten en hábitos con una infinita práctica repetitiva que no ayuda a poner en marcha un verdadero proceso de adquisición.
- Las descripciones tienen que ser explicativas, proporcionando herramientas que permitan entender los fenómenos, porque se asimila mucho mejor lo que se entiende.
- Los análisis deben contrastar diferentes elementos aparentemente próximos, aclarar matices y lo que implica el uso de un elemento u otro en contextos en los que podrían aparecer varios de ellos.
- Es conveniente que en el análisis se tengan en cuenta los parecidos y diferencias con otras lenguas. En muchas gramáticas se hace referencia a otras lenguas, pero no se deslindan de manera adecuada los parecidos y las diferencias.
Todo lo dicho hasta aquí no debe llevarnos a pensar que las gramáticas que se presentan como pensadas para un público extranjero resuelvan todos los problemas y sean perfectas. En muchos casos, se cometen muchos de los errores señalados: listas contradictorias, falta de observación de matices, explicaciones que no dan cuenta de los fenómenos, etc. Esto se debe, con frecuencia, a la voluntad de escribir obras aparentemente (pero solo aparentemente) más sencillas.
A menudo, por ejemplo, se analizan los fenómenos de una lengua como si se tratara de otra: decir, por ejemplo, que en español el artículo tiene función de demostrativo porque en español, en algunos casos, se usa un artículo en contextos en los que en otras lenguas como el francés o el italiano se usa un demostrativo (mi coche es verde, el de mi hermano es rojo / ma voiture est verte, celle de mon frère est rouge / la mia macchina è verde, quella di mio fratello è rossa) equivale a confundir las lenguas, y no nos permite entender las diferencias que existen en español entre el uso de un artículo o de un demostrativo en estos contextos:
- Mira, ese es Pablo.
- ¿El de la chaqueta roja?
- No, aquel de la derecha.
Para evitar incurrir en estos fallos, el gramático que mire la lengua desde la perspectiva de su enseñanza a un público extranjero debe interrogarse en todo momento sobre los fenómenos, observando con suma atención los errores de los alumnos, fuente inacabable de información para el investigador, algo que algunos de los autores de los trabajos recogidos en esta obra hacen de manera sistemática. Pero además es fundamental reflexionar sobre los criterios y las categorías utilizadas en el análisis, así como sobre el papel que desempeña nuestra labor en el marco más amplio de la enseñanza de lenguas extranjeras. Solo así pueden evitarse las generalizaciones excesivas o la búsqueda de soluciones rápidas que en lugar de ayudar pueden confundir a los alumnos. Además, es esencial no perder nunca de vista que las lenguas funcionan en contextos específicos, y no dejar de analizar cada fenómeno desde esta perspectiva: en contextos reales, amplios, observando atentamente todos los elementos que en ellos aparecen.
La obra que el lector tiene entre sus manos es el fruto del trabajo de personas comprometidas con la enseñanza del español como lengua extranjera, que investigan con el intento de resolver las cuestiones planteadas arriba, encontrar soluciones mejores para problemas hasta ahora mal abordados o descritos de maneras insuficientes o para explicar oposiciones qua hasta ahora no han sido estudiadas o lo han sido muy poco. En todos los artículos los autores tratan problemas concretos surgidos en el desarrollo de su trabajo como profesores y como investigadores. Se trata de una obra muy rica por la variedad de los temas tratados (un rápido vistazo al índice lo demuestra de manera muy clara), por el incesante esfuerzo por describir y dar cuenta de matices que existen cada vez que disponemos de más de una manera de codificar algo en una lengua. La variedad de los enfoques adoptados por los diferentes autores representará un reto para los lectores menos familiarizados con distintas teorías o corrientes y le permitirán descubrir nuevas perspectivas de análisis. Se pueden tener preferencias por un enfoque o por otro, se pueden no compartir las conclusiones a las que llega un autor. Sin embargo, se trata de una obra con contribuciones originales, que representará, sin duda alguna, una base excelente para la reflexión sobre las implicaciones metodológicas de nuestra manera de hacer gramática. Desde este punto de vista, personalmente de la lectura de estas páginas he sacado una gran cantidad de estímulos para seguir ahondando en estos problemas, además de las numerosas y originales propuestas puntuales relacionadas con los diferentes temas tratados.