Artículos de investigación
Rasgos de masculinidad en hombres bogotanos sin empleo*
Traits of masculinity in Bogota men without employment
Rasgos de masculinidad en hombres bogotanos sin empleo*
Equidad y Desarrollo, núm. 40, e1406, 2022
Universidad de La Salle
Recepción: 07 Enero 2022
Preprint: 12 Diciembre 2022
Aprobación: 19 Mayo 2022
Financiamiento
Fuente: Universidad Militar Nueva Granada
Descripción del financiamiento: IMP-HUM-2654, financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad Militar Nueva Granada, vigencia 2018-2019
Resumen:
Este trabajo explora los rasgos de la masculinidad de hombres bogotanos heterosexuales sin empleo con familia. De acuerdo con un paradigma interpretativo con enfoque cualitativo, se diseñó un estudio de caso múltiple-exploratorio con siete varones heterosexuales de Bogotá, Colombia, ubicados a través de un muestreo bola de nieve, propositivo y a conveniencia; previo consentimiento informado, se realizaron siete entrevistas a profundidad, haciendo uso del análisis narrativo textual y contextual. Se reconocieron algunos rasgos de masculinidad, a saber: agresividad, comprendida como la autorización social para molestarse o incomodarse; dominio y control de las dinámicas domésticas y sobre sus emociones; reconocimiento social de sus comportamientos por otros; y espacios de sociabilidad, reflejada en la necesidad de espacios de homosocialización. Tales rasgos de masculinidad están reconfigurados por la masculinidad hegemónica. Además, se resalta la carencia de espacios de sociabilidad en los que puedan hablar de sus emociones de manera libre, alejados de los prejuicios de género y de estereotipos de masculinidad.
Clasificación JEL: J16, I14, I30, J19, J79
Palabras claves: Masculinidad, género, desempleo, hombres.
Abstract: This communication aims to: explore the masculinity traits of heterosexual Bogota men without employment with family. Study from an interpretative paradigm with a qualitative approach, design of multiple and exploratory case studies with seven heterosexual men of medium and low socioeconomic status from five locations in Bogotá, Colombia, located through sampling by consecutive phases: snowball, purposeful At convenience, with prior informed consent, seven in-depth interviews were conducted using textual and contextual narrative analysis. Some masculinity traits were explored, such as: a) aggressiveness, understood as the social authorization to bother or get annoyed. b) Mastery and control of domestic dynamics and their emotions. c) Social recognition of their behaviors by others and d) spaces of sociability, reflected in the need for homosocialization spaces. Masculinity traits in heterosexual Bogota men without employment with family are permeated and reconfigured by what has been defined as hegemonic masculinity. On them the recurring expression of men stands out, around the lack of spaces of sociability where they can talk about their emotions freely and spontaneously, away from gender prejudices and masculinity stereotypes.
Keywords: Masculinity, gender, unemployment, men.
Introducción
El trabajo es un aspecto constitutivo de la identidad masculina (Olavarría et al., 1998; O’Donnell y Sharpe, 2000; Gutmann, 2000; Fuller, 2002; Jiménez Guzmán y Tena Guerrero, 2007; López Gallegos, 2008; Ramírez-Rodríguez, 2006; Salguero Velásquez, 2007). Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), a julio de 2022, la tasa de desempleo en Colombia fue de 11 %, para el mismo mes del 2021 fue de 13,1 %. En 2019, en 13 ciudades y áreas metropolitanas de Colombia, fue del 10,4 %, para este mismo año, respecto a las mujeres, se registró el 12,6 % y para los hombres el 7,6 %; en tanto que el porcentaje de hombres jóvenes desocupados entre los 14 y los 28 años correspondió al 47,8 %. En Bogotá, la tasa de desempleo en el primer trimestre de 2022 fue de 14,6 %, y de 19,9 % en el mismo periodo en el 2021; en 2019 fue del 13% (DANE, 2022). Estas cifras invitan a conocer la voz de los hombres cuando se encuentran en condición de desempleo. Además, es pertinente contemplar estos datos en el contexto de la pandemia por covid-19, situación que incrementó la tasa de desempleo a nivel mundial.
En situación de desempleo y subempleo se ha documentado que la configuración de la masculinidad se ve afectada de manera sensible (Mendieta-Izquierdo y Cuevas-Silva, 2022). Dicha realidad se ha reportado en variados espacios sociales (Kaztman, 1991; Morgan, 1992; Narayan, 2000; Collinson y Hearn, 2005; Jiménez Guzmán y Boso, 2012; Jiménez Guzmán y Tena Guerrero, 2007; Rodríguez del Pino y Marín Traura, 2011). Además, en esta condición se impactan los mandatos de la masculinidad hegemónica (Connell y Messerschmidt, 2005; Connell, 2015), reconocida en las imágenes de proveedores, protectores, con autoridad y como guías de familia, preceptos propios del aporte económico que se deriva del salario producto del trabajo. Los hombres sin empleo sufren por no cumplir con su papel básico de proveedor económico, presentan acciones de ocultamiento social con sus pares y familia, viven incompletos, pueden cursar dificultades emocionales por la autorecriminación y sensación de fracaso por no lograr los estándares de género (Ramírez-Rodríguez, 2016; Mendieta-Izquierdo y Cuevas-Silva, 2022). Sin embargo, también se reconoce a un grupo de hombres que en situación de desempleo aprovechan para estrechar los vínculos emocionales y la convivencia con sus hijos (Burín, 2012; Narayan, 2000). En este trabajo se propone explorar los rasgos de la masculinidad de hombres bogotanos heterosexuales sin empleo con familia.
Metodología
Este estudio se ubica en un paradigma interpretativo con enfoque cualitativo, según un diseño de estudio de caso múltiple y exploratorio desde la perspectiva de Robert Yin (1994), que consiste en: identificar el caso, ubicar los participantes, consolidar el caso y analizar los datos. De esta manera, se exploraron los rasgos de la masculinidad en varones desempleados con familia en su contexto real; siendo este un fenómeno de gran interés contemporáneo. El estudio incluyó siete varones heterosexuales de nivel socioeconómico medio y bajo de cinco localidades de Bogotá, Colombia, en un rango de edades entre los 34 y 48 años, con un tiempo de desempleo de 1 a 4 años, formación escolar media-alta y relaciones de pareja formales establecidas con uno o dos hijos (tabla 1). De acuerdo con Yin (1994), los aspectos contextuales que se tuvieron en cuenta para constituir fueron: características comunes y definición de ubicación geográfica. El trabajo de campo fue realizado entre febrero y diciembre de 2018, antes de los impactos generados por la pandemia de la covid-19.

Muestreo
Se agotó el muestreo por fases consecutivas así: propositivo y a conveniencia (Bernard, 2006; Morse, 1991; Taylor y Bogdan, 1996), previo consentimiento informado. Se realizaron siete entrevistas a profundidad (Bernard, 1998) a partir de una guía temática, con un promedio de duración de 2 horas 30 minutos, según el objetivo planteado, cuyos ejes temáticos fueron: a) genealogía, b) relación con la familia de origen, c) escolaridad, d) historia laboral, e) significados, logros alcanzados, apoyos y limitaciones en el transcurso del trabajo, f) relaciones con otros hombres y mujeres, g) responsabilidades y derechos, h) contribución y distribución del ingreso en el hogar, i) gobierno de la familia, j) Cuidado y crianza de los hijos, k) actividades domésticas. Las entrevistas fueron transcritas con total fidelidad del audio.
Análisis
A través del análisis narrativo textual y contextual de las entrevistas se trazó una argumentación que relaciona los planteamientos teóricos sobre las masculinidades, siguiendo la propuesta de Mishler (2009), que consiste en fusionar el contenido y la forma de la narrativa a través del proceso de transcripción sistemática, lo que permitió representar las características del discurso de los participantes mediante un análisis gramatical de la historia en estrofas, y, de manera subsecuente, en las unidades que lo conforman mediante el software Atlas ti versión 7. De esta manera, se identificaron las características del discurso de los participantes, previa codificación abierta, determinando el nivel textual y agrupando los conceptos en segmentos libres en los que emergieron códigos que se agruparon en familias y redes, recombinando la evidencia encontrada (Yin, 1994) e identificando así cuatro categorías emergentes (Gibbs, 2007; Richards, 2009).
Consideraciones éticas
El estudio fue sometido y aprobado por el Comité de Ética de la Universidad Militar Nueva Granada, como se registra en el numeral 15 del acta de inicio del proyecto INV- IMP-HUM-2654. Este trabajo se enmarca en la normatividad nacional colombiana para proyectos de investigación, según la Resolución 008430 (1993), así como la protección de datos (Ley 1581 de 2012; Decreto 1377 de 2013). Se contemplaron los lineamientos internacionales vigentes para estudios con seres humanos, además de considerarla como una investigación sin riesgo, respetando los principios éticos universales establecidos en la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos humanos de la Unesco (2005). La entrevista no vulneró la intimidad de los participantes ni generó cambios comportamentales.
Resultados
Se exploraron los rasgos de la masculinidad en hombres bogotanos heterosexuales sin empleo desde el relato/experiencia de los participantes que se autodefinen y construyen como hombres, a través de una entrevista para tener una información libre. En este estudio presentamos una aproximación de lo que este grupo de varones ha construido como su masculinidad, aspectos que se presentan a continuación.
Agresividad
Hace referencia a la autorización social para molestarse o incomodarse; además, está asociada con la capacidad misma de ejercer autocontrol sobre sí mismo, sobre su propia agresividad. De igual forma, alude a los pares la mayor parte del tiempo, lo que permite su validación como hombres, y, en menor medida, con sus parejas. Se comprende como un comportamiento propio, que, si bien se considera que no es parte de sus cotidianidades, es considerado de uso legítimo en determinadas situaciones, particularmente en espacios de socialización masculina. También, se constituye como una medida masculina correctiva de uso permitido, se despliega como símbolo de autoridad y lo correcto frente a otros no solo sobre quien se ejerce, sino sobre quien observa.
En el siguiente fragmento un hombre describe su agresividad, y a su vez estima cuál es la percepción que los otros tienen de él. Es evidente que se autopercibe y cree que lo perciben como “una persona tranquila, pero de cuidado” cuando manifiesta su agresividad:
Me genera unas cosas que, si yo veo al tipo haciéndolo, yo no sé mi reacción, mis amigos me conocen que yo tuve una cantidad de…bueno, casualmente la vez pasada me hicieron hablar en el grupo y lo sabía, se me salta muy fácil el mal genio. Quisiera tener calma, pero no puedo, tanto así que en el fútbol traté de ser un poquito, soy hincha nada más, no fanático ni eso, y quizá por eso tuve una cantidad de problemas ahí en el barrio, por el fútbol. Con la gente me entrompaba, y una consigna era que “entre más grande era, más lindo verlos caer”, me quedé con esa verraca cosa…no me ha ido muy bien con eso, lo controlo ahora, pero en el pasado tuve mis problemas de comisaría y eso. Ellos conocen al tipo que se puso a molestar, y él pensó que era mentira lo que hablaba…el tipo era alto y no sé, se me fue la mano y tocó a comisaría a conciliar la vaina porque…no es cuestión que pensara, pero no imaginé que en el momento tuviera esa reacción y mucho menos con un tipo así. Me dejé llevar y no estaba tomado, era ira, una cuestión que yo digo que cómo llegué a eso, y el tipo es a molestar, y eso que él fue uno de los primeros conocidos y amistades del barrio, asombroso anduve como dos, tres años con él…pero se volvió un cerdo y dije yo no voy con eso. (Camilo)
En este estudio encontramos que estos hombres expresan una necesidad de mostrar su agresividad como un recurso eficiente para enfrentar algunas situaciones de sus cotidianidades; se estima que son situaciones “que los llevan” a responder de esta manera, en particular con sus pares. Sin embargo, son hombres que de manera cotidiana son calmados y con capacidad de controlar sus emociones; no obstante, de ser requerido para el restablecimiento del orden, están en toda la capacidad y derecho de manifestar su lado agresivo. En el relato siguiente, un hombre llama al orden a su hijastro, justifica su acción en la necesidad de corregir un comportamiento:
¿Y cómo lo reprendió? Le pegué con la mano, ella ese día, entonces, dijo “¡Ay cómo le va a pegar al niño!” Pero entonces ¿Qué quiere que haga? Él está haciendo eso porque ustedes le están enseñando. Ah, entonces, “¿qué está tratando de decir?, ¿qué su hija y yo le estamos enseñando?, ¿usted le está enseñando más porque se roba el café de donde trabaja?” “¡Ay, yo le estoy robando a alguien que tiene!” “¡No importa, sea un indigente o un podrido en plata, si usted le quita algo es robar, así de sencillo!” Claro es que yo le hablé duro, le dije “¡Más ladrona usted!” (Antonio)
Dominio y control
Se encontró que todas aquellas prácticas de control que se estima hacen parte del ejercicio de su masculinidad se representan en diferentes esferas, dentro de las que se rescatan: el dominio en las dinámicas domésticas, “es el hombre de la casa quien determina lo que está bien para el orden y funcionamiento familiar”, esto incluye el control sobre las finanzas familiares, los modos de educar a los hijos y los valores que deben orientar la moral de la familia; y la caracterización del ejercicio de la masculinidad, comprendida como la capacidad de ejercer dominio sobre sus propias emociones. Estos dos aspectos son constitutivos del dominio y control. También, se encontró que parte de su identidad masculina está dada en la medida en que son capaces de controlar sus emociones. Ellos creen que verse afectados por las diferentes situaciones vividas es parte de ser hombre; asimismo, poder dominar las emociones y las sensaciones, así como controlar la agresividad para ejecutarla en momentos legítimos es parte del dominio y control de sí mismos. De igual manera, respecto a las actividades de cuidado, el dominio de las actividades domésticas gira en torno en la manera adecuada de mantener su casa, así como de enseñar esto a sus hijos, lo que es asumido como una responsabilidad como hombre desempleado: brindar y mantener un espacio agradable y limpio.
- ¿Entonces, usted se considera que no tiene algo que lo agobie por la situación, que lo ofenda o le genere conflicto, tensión? - ¿Es decir, mi situación actualmente? -Sí, que la falta de trabajo le genere tensión, de pronto, preocupación. -Sí, sí, lo que le digo, genera una serie de cosas que pareciera…Es un conflicto económico que, porque no tenemos o porque no hay veces, para tan…Una de las cosas que me he concentrado en la cuestión de la comida, yo le digo que saca con la gente si no hace, hay gente que usted le mira la nevera y vive atiborrada, pero les da pereza hacer y botan la comida. No…si yo estoy en la casa hago, ¡es más, me puse una meta! Es lo que tengo que hacer, si yo quiero exigir que esta mesa esté limpia… Pero, si yo voy a exigir y no colaboro y no hago nada pues… ¡Viejo, la va a ver sucia! Es simplemente un ejemplo, que así se hace con todo. Si yo quiero que mi casa siempre permanezca lúcida a toda hora, ¿pues qué hago? Haciéndolo e induciendo también a mi hija ¡Mami cuando tú llegues con tus compañeros a la casa, que chévere que vean la casa así! De lo poco que uno viva, lo que mamá decía en una oportunidad, si es pequeño, pero desde que esté limpio, la pobreza no tiene nada que ver con la suciedad, que están cerca es porque uno quiere, pero que una cosa con la otra…nada que ver, y es cierto, eso es rápido y elemental. (Camilo)
Aquí se reconoció la capacidad que tienen los hombres para sobreponerse a las condiciones adversas y dominar una situación que podría desestabilizarlos de manera temporal o permanente, en tanto es un constituyente de su ser. Las actividades de cuidado son una forma de manifestar el dominio y control en su entorno.
¿De toda esa conversación, qué le deja esto? -¿Qué me deja? Como enseñanzas, haber recordado muchas cosas, cuando vivía en el centro, como le dije antes, yo no soy un santo, ni soy el más honesto de los seres humanos, pero de que haya vivido donde viví, que fue en las ollas más grandes de aquí en Bogotá, y no haberme vuelto una porquería, yo trataba con lo peor que podía haber… -¿Y eso qué sentimientos le genera? -Satisfacción, porque no me dejé ganar, o sea, cuando yo vivía allá conocía al Comanche. El Comanche era el ser humano más poderoso del centro de Bogotá en esa época, porque yo supe, él decidía quien vivía y moría en la calle del Cartucho, quién entra y quién no, quién sale y quién no, y yo me sentaba, como decir en este momento los dos hablando, hablar con él y tomar tinto, y no haberme dejado influenciar por ese ambiente.
Reconocimiento social: mostrarse
Encontramos que este aspecto parte de la noción de masculinidad, y corresponde a la necesidad de que sus comportamientos sean visibles y tengan el reconocimiento de otros, es decir, las prácticas de masculinidad son un ejercicio comunicacional que se valida con sus pares; en consecuencia, es una práctica que demanda un colectivo que otorgue un lugar al individuo. Las tensiones que genera el desempleo están ligadas a que esa capacidad y necesidad que tienen los hombres de hacer parte de algo, que en el caso de estudio se ve limitada, reducida o anulada. Son hombres que manifiestan que parte de su identidad viene dada por el hecho de mostrarse ante otros, cuestión que, parcialmente, está ligada al poder adquisitivo que se demuestre. En consecuencia, para estos hombres trabajadores la carencia de trabajo significa la incapacidad de mostrarse y, con ello, la falta de aprobación de terceros sobre sus cotidianidades. Este aspecto se reconoce en la cotidianidad de Miguel, de 41 años, con dos años de desempleo antes de que se disminuyera su capacidad corporal, en tanto laboral, quien establece que parte de su accionar está destinado a mostrarse con otros:
Bueno, pues yo nunca pensé hacer todo lo que he hecho, nunca… porque la vida como dice la canción “es un ratico” … Sí, y digamos, cuando usted está bien y de repente está mal, así, físicamente, digamos una persona que está bien físicamente, tiene su salud y todo y de un momento a otro ¡pum! Así como me pasó a mí, que en mi juventud perdí mi salud y es algo duro, que cuando era joven yo decía “no, soy el chacho, tengo las nenas que quiero, voy para donde quiero y hago lo que quiero”, pero después de que pasa esto ya la vida como que coge otro rumbo, es otro peso, y uno dice “¿y ahora?”
En consecuencia, en este grupo de hombres encontramos que la capacidad para el trabajo permite la posibilidad de adquirir reconocimiento en su grupo social, por lo que parte de su capacidad de liderazgo y reconocimiento se ve afectado en la medida que su poder adquisitivo se deteriora o es precario por la situación de desempleo, lo que pone en tensión la autosuficiencia económica.
-Entiendo, ¿es ahí en ese proceso de trabajo o estudio donde encuentra dificultades para hacer ambas cosas? -Sí, mi mamá me dijo “¡O usted estudia, o usted trabaja!” Pues lo que le digo, era un pelado con plata en el bolsillo, pues no mucha plata, pero lo suficiente para invitar a mis amigos o novia, algo que no podía hacer como estudiante. Muy raras veces les decía a mis hermanos que necesitaba para un lápiz o algo así, entonces me gustó más la plata, para serle más sincero.
Espacio de sociabilidad
Encontramos que este aspecto está definido por la carencia. Contrario a los tres factores mencionados, este surge de lo que expresaron como “lo que se tiene o debe tener para ser hombre”, es decir, de lo que se “carece”, de lo que falta en la construcción cotidiana de la masculinidad. En este sentido, se develó un total agrado con la entrevista, reconociéndola como un espacio para expresar libremente lo que sienten. Se estima que, a pesar de todas las dinámicas en las que socializan, estos hombres no cuentan con un espacio de expresión libre y espontánea de sus emociones y sentimientos.
-De esta conversación ¿cuáles cree usted que son los puntos que se destacaron más? -Por un lado, el desahogo, las preguntas que se han hecho no me las hace un amigo compartiéndole yo el tema, desglosando todo eso que trae a colación un problema tal como el desempleo, y más cuando una persona profesional o ya con una edad mediana, como los 38 o ya mayor. Bueno viejo, no me siento, pero es algo que no puedo manifestar a un muchacho con el que salgo a jugar o con un cliente que visito o alguien a quien le esté vendiendo un servicio, entonces, pues de alguna manera es de desahogo, y pues al desahogarse uno de alguna manera se libera y puede tener una percepción diferente de las cosas. Porque, sinceramente, todos estos problemas no se le manifiestan ni siquiera a la señora. Ella no me va a preguntar “venga, a dónde fue que de pronto estuvo”, de pronto en la educación inicial, si las bases fueron sólidas, son preguntas que también vienen a la mente y digo “pero ¿dónde me equivoqué?, ¿será que se equivocaron mis papás?, ¿será que si hubiera estudiado en este colegio? Yo no preste servicio militar, ¿será que, si hubiera estudiado o prestado el servicio militar, hubiera seguido una carrera universitaria, ahora estuviera mucho mejor?”, y no solo eso, el pensamiento de bueno y ahora qué pongo a estudiar a los niños, yo veo que esto de la ingeniería no va para ningún lado. Todo ese tipo de preguntas que cuando estoy en casa abordan mi mente sin que se vengan a mí sino “ahora ¿qué voy a hacer? El Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito del carro se venció, se venció la tecno-mecánica, no tengo para el parqueadero, Dios mío, ¿cómo hago?” (José)
También, se muestra que la falta de oportunidad para expresarse libremente, así como el autodefinirse como “capaces de dominar sus emociones y sus hogares”, de no tener un lugar donde dejar fluir sus emociones develan aspectos propios de la autonomía y proveeduría, elementos constitutivos de su masculinidad.
-¿Usted siente que ha habido presión? -Sí, claro ¿Por parte de quién, de ella, la misma familia? La misma situación…es que no solamente que ella haga, sino que uno siente, porque es que a usted ya no le entre plata, usted ya juepucha…hasta con los mismos amigos, el día que nos reunimos, va a ser para un mes largo y me da como vaina. -¿Por qué? -Porque el aporte económico para un grupo, un club, como ahora le llaman, requiere billete…Entonces me da vaina, y pues me toca apartarme un poquito, y es la misma situación, la misma sociedad que lo conduce a uno a eso. Entonces, usted mira, le toca dejar cositas, y usted ya dice juepucha…entonces me toca mirar por otros lados, si aquí se me cierra, tengo que estar algo… Pues yo no puedo creer que por el simple hecho que se me cerraron estos campos de acción, entonces me voy a echar a las petacas…no. Entonces, lo hago más bien por este lado, y abro el espacio y más bien sí veo que mi hija necesita muchas cosas, pues procuro solventarle lo máximo que pueda. (Antonio)
Discusión
Lo que hemos descrito aquí como agresividad se ha conceptualizado en torno a la masculinidad hegemónica, como un rasgo distintivo de esta; además, se presenta como una autorización social para molestarse y expresar ira (Walton et al., 2004; Wilkins, 2012; Lively, 2008). Asimismo, lo anterior se enmarca en el modelo de la masculinidad hegemónica (Connell, 2005; Connell y Messerschmidt, 2005), y se valida una licencia para expresarla. Encontramos que se puede revelar verbalmente, hasta en ocasiones en las que no se presenta “provocación” (Bettencourt y Miller, 1996).
La ira también se puede reprimir y controlar (Brown, 2009). Socialmente, es una expresión emocional permitida en los hombres (Walton et al., 2004; Wilkins, 2012; Lively, 2008); es así como encontramos una relación directa entre la masculinidad y la agresividad. Teóricamente, la masculinidad, a partir de su vocación de potencia y protección (Gilmore, 1994), se ha mantenido unida a las prácticas de la agresividad; en consecuencia, se mantiene y reproduce la imagen del hombre/guerrero/agresivo como un patrón de masculinidad compartido, aspecto también encontrado en este estudio. De esta manera, socialmente se asocia a la masculinidad al ejercicio de la violencia o la agresividad. Como estima Gowaty (2003), esta asociación obedece a patrones culturales que no tiene que ver con esencialismos biológicos, sino a procesos históricos.
Los hallazgos aquí descritos reiteran una vez más como la violencia proclama y restaura la masculinidad (Kimmel, 2000) como recurso masculino para restaurar su hombría, pese a que estas prácticas también los violente a sí mismos (Segal, 2008). Culturalmente, se asocia la masculinidad con comportamientos o patrones de agresividad, relación que obedece a procesos histórico-culturales; de igual manera, encontramos vínculos de estas prácticas con episodios de violencia en los hombres desempleados que no pueden mostrarse como proveedores (Segal, 2008); es así como la provisión se presenta como una exigencia, una demostración social constante, rígida, que requiere de una exposición permanente.
Acá encontramos que la agresividad permite validar el dominio y control de sí y de su entorno familiar, es decir, permite la gobernanza de su familia. El dominio se puede controlar para evitar ser intransigente. Desde esta perspectiva hegemónica, se ha evidenciado que la agresividad se reconoce como un derecho para expresar la ira o enojo (Alarcón-Delgado, 2018). El dominio y control también se demuestra con sus cuerpos, que se esperan que sean sólidos, preparados para la defensa, que demuestren seguridad ante los demás, dominio y control del espacio -en este caso doméstico y de cuidado-; es decir, el domino es parte integral de la puesta en escena de lo masculino, así como también de la corporalidad masculina, elemento evidenciado por Artaza-Varela (2018). Sin embargo, en situación de desempleo encontramos que se presentan cuestionamientos en relación con el control, el poder y el dominio de la familia y sobre quienes los rodean por carecer de poder adquisitivo para proveer dinero y sostener la familia; es así como en ocasiones se replantea y libera el poder, control y domino a la pareja (Salguero-Velázquez, 2018).
Respecto al reconocimiento social encontramos que la masculinidad gira en torno a la tensión que se genera con el comportamiento, que debe ser visible para así tener afirmación y validación de otros; es decir, no es desde la negación de y de los otros. Una vez más se valida que es desde el reconocimiento que se construye y se valida la masculinidad (Ospina Botero, 2007; Mendieta et al., 2022). Además, hallamos que el reconocimiento se da con los miembros de su familia, así como con el ejercicio comunicacional que les genera un espacio que permita una declaración consciente y reflexiva que cumpla y supla las expectativas socioculturales, en particular de provisión y orientación de familia (Hochschild, 2007). También, encontramos que en situación de desempleo los hombres desencadenan limitaciones para desarrollar el reconocimiento social, ya que se ven restringidos y hasta anulados ante sus pares por no cumplir con los mandatos sociales y culturales de la masculinidad; así como por no contar con poder adquisitivo que les permita mostrarse frente a los otros.
En consecuencia, la privación de trabajo significa la incapacidad de manifestarse en ciertos contextos sociales, con familia y amigos, por temor a la carencia de aprobación de terceros sobre sus cotidianidades, así como en la relación de pareja: si ambos trabajan no se relacionarán las diferencias que generan reconocimiento social, bien sea por ingresos económicos o quehacer laboral (Alarcón-Delgado, 2018). Aquí se pone en evidencia una vez más que la exigencia de una demostración social es constante, la performatividad de la masculinidad es exigente, se requiere una exposición permanente, continua y cotidiana de esta a riesgo de ser puesta en duda. De allí, se puede determinar que un hombre tiene que hacerse en cada instante de su existencia, en tanto está obligado socialmente a mostrar su masculinidad, a exhibirla; cuando no hay empleo, este aspecto genera tensión.
Sin embargo, la manera en que se valora la existencia positiva de la masculinidad en cada individuo varía de acuerdo con los elementos expuestos, por lo que no es posible determinar que existan unos comportamientos estáticos ligados a la masculinidad. En este ejercicio constante de demostración, encontramos que un hombre tiene que hacer “lo que tiene que hacer”; luego, la legitimación social está dada por la acción misma y no por su contenido. En tal sentido, es fundamental reconocer la necesidad que tiene la práctica de la masculinidad de reconocimiento social, por ello, en los casos de ausencia de poder económico y adquisitivo (por falta de empleo para proveer a la familia), la demostración de la masculinidad se ve afectada; al respecto, se ha descrito que un aspecto que permite reclamarla y hasta restaurarla es la violencia (Kimmel, 1997; Segal, 2008).
En cuanto a los espacios de socialización, se encontró que estos hombres desempleados valoran la existencia de la masculinidad de manera particular, y que varía de acuerdo con los contextos: puede ser vista como positiva, en momentos negativa o hasta feminizada por las funciones de cuidado de la familia que pueden llegar a desarrollar. De esta manera, podemos estimar -como se ha descrito en la teoría- que el ejercicio o demostración de la masculinidad está necesariamente permeada por la legitimación social (Gilmore, 1994). En situación de desempleo, la sociabilidad se ve tensionada, refiere un hermetismo, autocensura, y, eventualmente, se podría considerar como soledad (Kaufman, 1994), aunque en otros contextos diferentes a la situación de desempleo. Es así como encontramos que en el desempleo la masculinidad se valida con la familia cercana (mujer, compañera, esposa e hijos) y se les restringe de las dinámicas descritas por Kimmel (1997); en otras palabras, estos hombres limitan sus espacios de socialización masculina, prefieren evitarlos. Desde estos postulados teóricos, este estudio corrobora una vez más que las prácticas sociales, a pesar de que se ejecuten constreñidas y sujetas al propio proceso que las produce y reproduce, permiten la transformación, así se revelan con importancia los espacios de socialización, al definirla desde la carencia, y sobre la información contenida en ella misma. También, se puede considerar que existe una demanda, una necesidad manifiesta de facilitar espacios en los que los hombres expresen sus emociones.
Se destaca como fortaleza de este estudio la especificidad de la población, la cual permitió explorar los rasgos únicos de la masculinidad en hombres en situación de desempleo a partir de la investigación empírica, sobre el sustento de los datos recabados que permitieron develar aspectos cotidianos a partir del ejercicio de la masculinidad. Los hallazgos que aquí se encontraron fortalecen los trabajos de configuración de masculinidad, es decir, se suman como sustento empírico a las reflexiones y construcciones argumentativas que se han elaborado en torno al “deber ser” del hombre. Bien se han interpretado estos patrones como construcciones sociales que se constituyen y mantienen en el devenir de los procesos históricos.
De igual forma, todos los sujetos expresaron un alivio, un agradecimiento con la entrevista, calificándola como un momento en que pudieron hablar libremente, situación con la que se sintieron “aliviados” (Mendieta-Izquierdo et al., 2022). En tal sentido, cabe preguntar si en estos momentos en que la coyuntura política y moral de la sociedad exige cambios en las maneras de ejercer la masculinidad se podrán generar espacios de sociabilidad de lo masculino, como un elemento práctico que sume a las necesidades de cambio actuales; prácticas que desde lo cotidiano permitan a los varones expresar sus emociones; que, para este caso, les permita hablar de la angustia que genera el desempleo en la propia proyección de su masculinidad, y con ello hacerlos conocedores de sus emociones y suavizar las tensiones propias del ejercicio de su masculinidad a partir de la no provisión y alejados de los prejuicios de género. Es importante considerar algunos elementos para la interpretación de los datos obtenidos, tales como: la variabilidad inherente al contexto social, cultural y características de la población estudiada o la misma condición de desempleo, aspecto de interés para formular estrategias de salud pública con enfoque de género para esta población en particular.
Consideraciones finales
Los aspectos aquí encontrados permiten abrir futuras discusiones y acciones en torno a la trasformación de la masculinidad. La investigación presentada nos lleva a dos líneas de interpretación y proposición, por supuesto, complementarias. Por un lado, reforzamos planteamientos teóricos e investigativos que llevan a pensar que los rasgos de la masculinidad de los hombres bogotanos heterosexuales sin empleo con familia están permeados y reconfigurados por los preceptos de la masculinidad hegemónica, aspecto que orienta las dinámicas y relaciones intrafamiliares, en tanto son factores constituyentes de sus cotidianidades masculinas. Por otra parte, a partir de la categoría emergente de la carencia de espacios de expresión libre y espontánea de las emociones, nos permite proyectar espacios de transformación y demanda de las masculinidades contemporáneas, alejados de los prejuicios de género y de estereotipos en torno a la masculinidad. En tal sentido, no se considera una expresión menor la demanda que hacen los hombres de este estudio por espacios de expresión y “apertura” emocional para con sus cotidianidades.
Referencias
Alarcón-Delgado, I. L. (2018). Emociones en juego en las relaciones de parejas heterosexuales con pretensiones de equidad. En R. Enríquez-Rosas, O. López Sánchez (Eds.), Masculinidades, familias y comunidades afectivas (pp. 121-142). Iteso UNAM.
Artaza-Varela, C. (2018). Las emociones masculinas como territorios en disputa. En R. Enríquez-Rosas y O. López-Sánchez (Eds.), Masculinidades, familias y comunidades afectivas (pp. 19-40). Iteso UNAM.
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Notas