Presentación
En esta ocasión la presentación estará centrada en el tema de la democracia (electoral) y el desarrollo (la pobreza y la desigualdad en el crecimiento económico). Para ello partimos del argumento de que la democracia y el desarrollo son complementarios y se refuerzan mutuamente. El vínculo entre ambos es tanto más fuerte cuanto que emana de las aspiraciones de las personas y los pueblos, y de los derechos que se les reconocen.1 Rolando Cordera sostiene que entre la democracia y el desarrollo hay una relación positiva.2 Sin embargo, se debe tener presente que las relaciones entre la democracia y el desarrollo económico no hay lugar para explicaciones monocausales ni unidireccionales.3
La reciente elección presidencial en México se dio en el contexto en el que 7 de cada 10 mexicanos estaban descontentos con la situación política del país y privilegiaban la importancia del desarrollo económico interno. Ello estimuló a los mexicanos a una mayor participación para emitir el sufragio con un fuerte mensaje: privilegiar el desarrollo y la democracia. En ese sentido los resultados electorales publicados por el Instituto Nacional Electoral (INE), en México, sostienen que López Obrador ganó con 30 millones de votos emitidos por los mexicanos y mexicanas, y representó 53.17 por ciento del total de los votos emitidos el 1º de julio de 2018, un porcentaje que ni en los cuestionados comicios de 1988 obtuvo Carlos Salinas de Gortari (50.36 por ciento), y muy por encima de 38.2 por ciento que apuntaron las cifras oficiales para Enrique Peña Nieto en el año 2012. Demográficamente significa que obtuvó 33.6 por ciento de la población registrada en la lista nominal de electores. Pero lo destacable es la importante participación de la población de más de 60 por ciento de la lista nominal en todas las entidades federativas, siendo la más alta en Yucatán con 75 por ciento, seguido por Tabasco con 71 por ciento y la Ciudad de México con 70 por ciento, lo cual refleja el interés de la población en el proceso electoral. 4
El resultado de la elección, según analistas, se debió al hartazgo social de la sociedad mexicana que se vio reflejada en las urnas el día 1º de julio de este año. El candidato de Morena, López Obrador, supo interpretar y aprovechar el malestar de la sociedad mexicana, lo que lo llevó a adoptar y hacer popular la consigna de “La mafia en el poder”, en donde ubica a todo aquel actor, partido, grupo empresarial, etc. que es corrupta (que por cierto el PRI, recientemente ha reconocido que perdieron por la corrupción y los malos resultados).5 También en el discurso posterior a la votación posicionó el argumento “vamos a construir una verdadera democracia” y llamó a la reconciliación, pero sin dejar de argumentar la lucha contra los privilegios (empezando por las pensiones de los expresidentes y compactar la burocracia), a la vez que destinará su esfuerzo a impulsar el desarrollo del país porque la patria es primero.6
Todo esto pareciera que vamos bien, pero la democracia y el desarrollo están en crisis, esto es debido a que el Estado mexicano dejó de funcionar a partir de que los partidos dejaron de gobernar para el bien común, y se apegaron a malas decisiones fiscales para preservarse en el poder, que han hundido al país (México) más en su crisis económica.7 Además, la crisis de la democracia y el desarrollo se expresa en el desgaste por descredito de partidos políticos y los gobiernos dada su incapacidad de hacer frente a reclamos sociales, como la pobreza,8 la desigualdad, la marginación social y económica, la exclusión social, la inseguridad, las desigualdades indígenas, las migraciones masivas, los desplazamientos forzados, etcétera. En México hay una brecha entre partidos y el electorado similar a varios países del mundo y América Latina. En el contexto volátil de la globalización han proliferado las opciones populistas de izquierda y corrientes reaccionarias de derecha como alternativas ante el desgaste de los partidos políticos centristas tanto en México como en América Latina. También hay avances de la derecha en Europa y en Estados Unidos. Porque existen entornos sociales y económicos favorecidos por la globalización en los que la democracia consolidada ha ofrecido a sectores sociales que perciben amenazas en términos del empleo, la pobreza, de la cancelación de opciones de bienestar familia, o tal como lo dijera recientemente González Casanova, “la 'muerte' de miles de expulsados del sistema capitalista es peor que el exterminio Nazi”, etc.
En este tenor, investigadores sociales sostienen que hoy, ya no hay explotados ni excluidos. Ahora hay expulsados. Esto es con el propósito de mantener los niveles de acumulación de riqueza, por lo que tienen que expulsar cada vez a más gente, y dejarla fuera del sistema económico porque simplemente sobra.9 En este tenor, Saskia Sassen, en su texto “Expulsiones. Brutalidad y Complejidad en la Economía Global”,10 sostiene que lo que se ha hecho es redefinir el concepto de economía de manera que se invisibiliza a los expulsados de la misma. Esta idea es apoyada por los argumentos de Boaventura De Sousa Santos el cual sostiene que el capitalismo extractivista obtiene mejores condiciones de rentabilidad en sistemas políticos dictatoriales o democracia de bajísima intensidad: sistema de partido único, donde es fácil corromper a las élites a través de su involucramiento en la privatización de concesiones y las rentas (los ejemplos en nuestro país abundan).11
Estos y otros elementos no citados confluyeron en el hartazgo social y definieron la elección reciente. Los partidos políticos deben de tomar en cuenta lo anterior, porque tan sólo 20 por ciento de las personas están satisfechas con la democracia en América Latina y en México es menor a este porcentaje, 18 por ciento (hasta antes de la elección) y esto marca el declive de la confianza en las instituciones políticas ante la ausencia de alternativas a la problemática de las desigualdades económica y social. Por ello, la gente busca opciones (de derecha o de izquierda), como las del Brexit (que marca el surgimiento de argumentos nuevos como el de la desglobalización), el cual viene a fortalecer la percepción de la democracia británica, la elección de Donald Trump en Estados Unidos (calificado como gobierno nacionalista y proteccionista), y el vuelco hacia la derecha que ha tomado recientemente Brasil y otros países de Sudamérica. Hasta hace poco, en esta región se vivía un proceso de expansión y universalización de derechos ciudadanos, que comenzaba a conquistar algunas de las aspiraciones de justicia social y de igualdad consagradas en una innovadora y ambiciosa Constitución Nacional brasileña que acaba de cumplir 30 años, y hoy se argumenta que con Bolsonaro se institucionaliza una corriente contraria, que amenaza con liquidar las conquistas democráticas y sociales del periodo político anterior.12
Ante este contexto de la crisis estatal, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador tiene el gran reto y desafío de hacer tangible los resultados de la democracia electoral plasmada en el bienestar de la población mexicana. Es decir, el reto más grande consiste en incluir a los expulsados del modelo económico neoliberal y rapaz de nuestro país. En términos simples, hacer que el desarrollo y la democracia guarden su justo equilibrio reflejados en el bienestar de la población de manera sostenible y participativa. Porque la democracia y desarrollo hoy con la globalización (que incluye agresión y sometimiento imperial) que nadie puede disciplinar ni frenar, apuesta a un desarrollo a toda costa. Es decir, que el dinero corrompe y compra (el ejemplo del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México). Entonces cómo hacer tangible el bienestar y la democracia en un país muy poblado con un crecimiento económico limitado que ha entrado a un espiral de no desarrollo sostenible.13 Un modelo de desarrollo vigente que desplaza a millones de personas y un capitalismo (como el de Estados Unidos) el cual es el responsable de la miseria, la desigualdad, la polarización, la segmentación y los horrores que obligan a huir como el caso de centroamericanos que, según Chomsky, Estados Unidos es el responsable. Esperamos que haya respuesta inmediata como el de “La Caravana de migrantes: AMLO anuncia un inédito programa de visas de trabajo en México para tratar de contener la migración centroamericana a Estados Unidos”. Que sea para bien de la democracia participativa que sin duda redundará en el desarrollo de México, a la vez den orientación a los nuevos análisis de la población de nuestro país, América Latina y el mundo en torno a los desafíos del conservadurismo y el progresismo.
Notas