MEMORIES
Memorias del 3er encuentro de psicoanálisis y sociedad: Recordar, repetir, reelaborar las memorias del conflicto*
Organizadores:
Corporación universitaria Minuto de Dios
Universidad Cooperativa de Colombia
Universidad Antonio Nariño
Fundación Universitaria Los Libertadores
Evento avalado por:
Ascofapsi
Habíamos pensado en un evento que nos permitiera decir lo que estaba pasando en más de 50 años de conflicto armado en Colombia. Por esa época ya se había anunciado que el Centro de Memoria Histórica tendría un nuevo director, y con mi compañera Katherine Villa pensábamos en las recientes referencias que se han hecho sobre la no existencia de un conflicto armado, así como las constantes disputas que en el ámbito político colombiano se han generado en torno a la verdadera y oficial versión de la memoria histórica
Ante las diversas aristas propias del conflicto armado colombiano, veíamos que los espacios académicos eran para nosotros una posibilidad de interrogar sobre este tema, así, nos preguntábamos por las implicaciones de la construcción de una memoria univoca proveniente de un solo sector, o de uno de los actores del conflicto armado, en tal sentido, surgieron interrogante como ¿Por qué se repite? ¿Qué se recuerda y que se ha reelaborado de un conflicto de más 50 años? ¿Cómo aporta el psicoanálisis a la comprensión del olvido, lo reprimido y la memoria en términos de lo singular y del lazo social? ¿Cuál es el lugar de quienes han transitado por el conflicto?
Faltando casi tres meses para la ejecución del evento, desanimadas por los tropiezos que habíamos encontrado, pensábamos en no realizar la jornada, pero los amigos y los lazos construidos con otros, nos alentaron a seguir: Mario Elkin Ramírez de la Universidad de Antioquia, Gonzalo Sánchez exdirector del Centro de Memoria Histórica, Edgar Barrero, Miguel Gutiérrez de la Universidad del Rosario, Gloria Gómez de la Universidad Nacional de Colombia, los miembros de La Tulpa antimilitarista, algunas de las personas que trabajan en la obra Victus, Ferley, Alejandra y Raúl. Los docentes Ángela María López, y Cesar Augusto Mayorga Mendieta del colegio Nelson Mandela; así como los docentes y estudiantes de los semilleros de psicoanálisis de la Universidad Antonio Nariño, Fundación Universitaria Los Libertadores, Universidad Cooperativa de Colombia y el semillero de social comunitaria de UNIMINUTO Tejiendo Saberes. Todos ellos, no nos dejaron retroceder en el deseo de realizar este evento. Gracias a todos y todas por el compromiso, la constancia, sus escritos, sus posturas y la manera como hicieron posible este encuentro una vez más.
A continuación, encontrarán la ponencia de Mario Elkin Ramírez recogiendo uno de los espacios de encuentro y los resúmenes de algunos de las ponencias que hicieron parte de esta jornada y que, gracias a la Revista Tesis Psicológica, fue posible reconstruir y dar a conocer.
Mario Elkin Ramírez*
Es un placer y un honor estar hoy en su compañía, tantos jóvenes y tan ávidos de saber me imponen el esforzarme en transmitir, lo más simple que me sea posible, lo que vengo a pensar con ustedes.
Le pregunté soto voce a Claudia Patricia Cardozo, si el título de este evento tenía algo que ver con el último capítulo de mi libro: Conflicto armado y subjetividad (2017), que justamente se llama: “Recordar, repetir y elaborar en el conflicto armado”. Me dice: “No, pero no hay coincidencias”.
Sí es un eco, lo que tendría en principio para decir sobre el problema, ya está planteado en ese capítulo, donde tomo testimonios de madres que perdieron hijos en el conflicto armado colombiano, su recuerdo, su memoria y los reflexiono a partir del texto de Freud: Recordar, repetir y reelaborar (1914), intento delimitar lo qué es del orden del recuerdo, lo qué es posible olvidar, y lo qué no es posible olvidar en esos testimonios, además de cuál sería la perspectiva para elaborar, para hacer ese trabajo de duelo, no solamente por nuestros muertos, sino también por la pérdida en general que uno puede tener en este contexto de conflicto armado, donde nos tocó vivir por más de cincuenta años a la mayoría de nosotros.
¿Qué decir de nuevo al respecto? Encuentro una entrada que me brinda Gloria Gómez en su intervención: ¿Cómo investigar con el psicoanálisis lo social hoy? En un texto anterior, que se llama: El psicoanálisis y la investigación en la universidad (2012), me formulaba hace unos años esta misma pregunta: ¿Cómo investigar lo social con el psicoanálisis? Y he ahí que Freud mismo, en la vía de los textos llamados sociales, pero también en textos muy clínicos, nos da indicaciones precisas del psicoanálisis como método de investigación.
Freud escucha en tanto analista al hombre de las ratas, y luego como investigador, toma las notas, reconstruye las sesiones escribiendo casi de manera literal lo que este sujeto le había dicho. Y en una reescritura de estas notas, podía señalar las emergencias que ese discurso le suscitaba para organizarlo a nivel conceptual. Si uno compara ese manuscrito de las notas del hombre de las ratas (Freud, 1907) con el texto ya publicado (Freud, 1909), puede de manera retroactiva pensar el proceso cognocitivo de Freud, cómo pensaba Freud un caso y cómo podía construir un historial en el que incluía sus reflexiones teóricas e infería los mecanismos del psiquismo en general, y todo ello a partir de una metodología muy precisa: Es el psicoanálisis como método de investigación en acto, y no solamente el psicoanálisis como una terapéutica; sino relacionado con el psicoanálisis como conjunto de conceptos para dar cuenta de una construcción del psiquismo.
En esa indicación ya hay una vía metodológica para pensar también lo social, en ello no partimos generalmente del sujeto de la enunciación, que es ese que encontramos en el consultorio, sino del sujeto del enunciado, de los dichos que recogemos en los distintos textos, en los distintos testimonios, en las distintas entrevistas de investigación, en las narrativas; pero se le puede aplicar rigurosamente el mismo método y encontrar, también allí: la pulsión, el inconsciente y otra serie de cosas que emergen y no nos esperábamos cuando iniciamos la investigación.
He ahí un horizonte de cómo Freud investigaba también en lo social, pero no solamente para hacer construcciones teóricas, que es un lamentable destino muchas veces de la investigación universitaria, los anaqueles de las bibliotecas; sino para hacer intervención en las comunidades investigadas.
Un ejemplo de ello es el siguiente: durante la Primera Guerra Mundial, los primeros psicoanalistas que Freud había formado, fueron reclutados y llevados al frente de batalla como médicos de guerra: Sandor Ferenczi, Ernest Jones, Karl Abraham, Victor Tausk, entre muchos otros. Y Freud los instaba a resisitir sus propias dificultades subjetivas y a servir también a la causa psicoanalítica, como una manera de enfrentar esa realidad tan tremenda que es la guerra.
Freud hacía circular sus propios trabajos entre ellos y los manuscritos que también ellos producían; seguía sosteniendo desde la retaguardia a esos psicoanalistas, quienes se encontraron con un fenómeno psíquico nuevo: las, por primera vez reconocidas, como neurosis de guerra.
Hice una investigación al respecto: Psicoanalístas en el frente de batalla (2007), donde recogí los artículos escritos por ellos y leídos en el Congreso de Budapest en 1918 y publicados en 1919, los encontré en una pesquiza muy ardua, algunos los hice traducir del Inglés, otros los traduje del Francés, otros estaban en castellano y se verificar que no era simplemente una elucubración teórica, sino una acción sobre el terreno de cómo con el psicoanálisis pensar precisamente a estos sujetos que sufrían histerias de conversión, histerias de angustia, psicosis desencadenadas en los eventos de convivencia militar y una serie de sintomatologías que les impedía combatir; soldados que regresaron mudos de la guerra, habiendo vivido una experiencia inefable, no disponible para ser traducida en palabras o en imágenes. Como recordaba en su intervención Miguel Gutierrez esa referencia a Walter Benjamin.
Allí se trataba de una clínica de la urgencia subjetiva, porque las neurosis de guerra en la retaguardia cobraban tantas víctimas como en las trincheras, las balas de los enemigos en el frente de batalla, y allí estaban los psicoanalistas para pensar el asunto, sin estándares pero aplicando en su inter-vención los principios del psicoanálisis. Es así que en 1918 en el Quinto Congreso de psicoanálisis, el primero en posguerra, hicieron un encuentro para pensar las neurosis de guerra como un problema psicoanalítico. Freud era el único que acudió vestido de civil; los otros todavía llevaban el uniforme. Es un contexto para decir que el psicoanálisis estaba implicado en el pensamiento de un conflicto armado, desde esos tiempos.
En esa primera posguerra, August Aichhorn, un pedagógo muy exitoso, fue encargado por la Alcaldía de Viena de ocuparse de mil jóvenes que habían salido de la guerra huérfanos y que estaban dedicados a la pequeña delincuencia o a un vagabundéo peligroso por la ciudad. La alcaldía le entregó un antiguo campo de refugiados para trabajar con ellos y un pequeño equipo y Aichhorn realizó allí una experiencia pedagógica inspirada por el psicoanálisis; porque había ensayado otras psicologías que no lo dejaron satisfecho. En cambio, encontró en el psicoanálisis la teoría psicologica consistente que podía ayudarlo a rehabilitar a dichos adolescentes. De la mano de Ana Freud que también se ocupaba de la pedagogía, encontró el psicoanálisis y pudo hacer un trabajo de investigación social inspirado en el psicoanálisis y que después publicó como libro que hoy sigue teniendo mucha vigenca. Se llama Juventud Juventud desamparada, (1951) o descarriada; porque el término en alemán tiene las dos significaciones, Verwahrloste Jugend, reeditado con el Prefacio de Freud y con el prólogo de Hebe Tizio, una cole-ga catalana psicoanalista que ha trabajado desde hace muchísimos años con los pedagógos desde el psicoanálisis. Juventud desamparada, no es una elucubración intelectual, sino una investigaciónacción de cómo trabajar con adolescentes descarriados/desamparados en una experiencia pionera del psicoanálisis en este campo social.
En el prólogo Freud dice, que hay tres profesiones imposibles: Educar, Gobernar y Psicoanalizar. ¿Qué quiere decir imposible? que si desde el ideal uno plantea gobernarlo todo, educarlo todo, psicoanalizarlo todo, se encontrará con el imposible. Pero que cuando se reconocen los imposibles se recupera la potencia para poderse ocupar de hacer el no todo que si es posible.
Es posible gobernar no todo, educar no todo, analizar no todo. Contar con que no es el ideal el que nos conduce sino una posibilidad pequeña, frágil, fugaz, pero donde tenemos una oportunidad de acción; en esa perspectiva, eso es una orientación hacia la investigación psicoanalítica de fenómenos sociales.
No vamos a cambiar las condiciones del conflicto armado colombiano en dirección a un ideal. Por ejemplo, una paz perpetua es imposible, pero cuando reconocemos que es imposible, recobramos la potencia de construir lo que que es posible, una paz temporal, perecedera, transitoria. Y eso mediante acciones como por ejemplo: estar reunidos hoy acá, hablando de éstos asuntos.
De esas pequeñas balizas del psicoanálisis aplicado a lo social, desde Freud y sus discípulos, pasemos a pensar ¿cómo investigar con el psicoanálisis lo social hoy, aquí y ahora? No solamente en el contexto del discurso capitalista que nos habita y que habitamos, sino también en Colombia.
Frente a esto ¿Qué me orienta? Dos consignas de Lacan: La primera es que dice: “Que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (1966), refiriéndose explícitamente a los psicoanalistas. Lacan pide a los psicoanalistas no encerrados en la torre de cristal del consultorio privado, sino el de unir la práctica al horizonte de nuestra época, es por ejemplo ocuparnos del prolema que nos convoca hoy.
La segunda es una afirmación, que hay que explicar, cuando Lacan dice que: “El inconsciente es el discurso del Otro”; en cual escribe con mayúscula. Esto es que si bien, el inconsciente freudiano es atemporal, el Otro es histórico, y si el inconsciente es el discurso del Otro, esto quiere decir que estructuramos nuestro inconsciente con base en la palabra de los padres, el de los educadores, de lo social, de la cultura misma, que son las formas históricas de presentarse el Otro. A partir por ejemplo, de refranes de la madre, en un análisis alguien puede descubrir que hizo de tal o cual refrán un destino para su vida. Eso es lo que quiere decir que el inconsciente es el discurso del Otro. Nuestro Otro está plagado de años de una guerra civil de baja y mediana intensidad. Luego entonces los psicoanalistas estamos avocados a ocuparnos de ese Otro.
En consecuencia, nos planteamos la trilogía freudiana: Recordar, repetir y elaborar. Recordar es hacer un esfuerzo de memoria, es oponernos al olvido, a aquello que nos hace olvidar, a la represión, pero no únicamente. Me parece una exquisita ilustración de Miguel Gutierrez al traer la película aludida, porque que sea en dibujos animados, que sea una historia infantil y que todo eso sea una forma de recordar, es algo que se podría tomar como un recuerdo encubridor. Nos dice Freud que todo recuerdo es encubridor. No se recuerda de manera auténtica lo vivido, es distinto lo vivido de lo recordado. Ya ahí hay una pequeña transformación que hace la censura, que hace el trabajo del recuerdo de la misma manera que lo hace el trabajo del sueño, donde habrán desplazamientos, condensaciones, representatividades; es decir, todo un trabajo psíquico de deformación de lo vivido al ser recordado. Elaborar es trabajar y hay un trabajo del inconsciente, también el trabajo del duelo, que es la perspectiva de la elaboración con lo que quiero concluir.
No es solamente una memoria opuesta al olvido en el sentido de la represión, también hay un olvido en un sentido más radical que se ha traducido con el término de forclusión, en castellano diríamos preclusión, con ello se quiere señalar son mecanismos más radicales que la represión para hacer frente al trauma.
Y, ¿qué es el trauma? No es el evento en tanto tal para todos igual; “El bombardeo”, por ejemplo, “las luces de bengala”, “la masacre”, eso no es lo traumático. Ese es el evento que llamamos masacre, es el evento que llamamos explosión, es el evento que podemos historizar.
¿Cómo eso se inscribe en cada uno? ¿Cómo desde lo singular, cada uno responde a eso traumático? En evento no es para todos de manera igual. Entre los neuróticos de guerra que vieron los alumnos de Freud se verificaba con extrañeza que tres personas que pertenecían al mismo comando, que sufrieron el mismo ataque, el uno salió traumatizado y los otros no. En cambio, otro de los que no sufrió un trauma en ese evento mayor, por un evento banal como caerse de una escalera, estuvo sumido en una patología similar al prime-ro, sabiendo que había resistido a lo mayor, no resistió a lo menor. Eso es un interrogante clínico.
¿Qué quiere decir esto? que recordar el pasado no es historizarlo . Recordar es quedarse en el tiempo pasado, si es un recordar repetido es que no se ha elaborado; historizar, en cambio, es elaborar ese pasado. Es encontrar una arquitectura para ese pasado, darle un sentido, una sucesión lógica que pueda explicar la causalidad de las reacciones a los eventos, ese es el trabajo de la elaboración. Quedarse en el recordar puede ser quedarse en la queja, en la victimización, víctima de otro y sin responsabilizarse de su condición actual.
El que alguien se quede en la queja se instaura en una dimensión de la repetición de un solo evento, post traumático que le haya parecido al sujeto, mientras que una hostilización permite hacer el trabajo del duelo, el trabajo por la pérdida sufrida, darse cuenta de que tiene que enfrentar el mundo con esa división para siempre, impuesta por el hecho de la pérdida; llamamos a esta situación vivir con la castración. La perspectiva es seguir habitando el mundo con el agujero que deja lo perdido y ocuparse de nuevo del aquí y el ahora.
Habría mucho más que decir sobre Recordar, pero me urge en el tiempo por lo que paso a pensar la repetición. A partir de ese evento de la Primera Guerra Mundial, lo primero que hace Freud es escribir de manera urgente su Más allá del principio del placer.
Se pueden leer en los primeros capítulos qué lo lleva a escribir el texto: la repetición en el juego del infante, pero también la repetición de los sueños traumáticos de guerra de los soldados traumatizados de guerra, que vienen del frente. También una repetición dada por una psicopatología de la vida cotidiana donde él ve cómo aquello que no pasa por las palabras, pasa por ejemplo por actos en la transferencia.
Estamos hablando de una cosa eminentemente clínica pero ligado a lo social; por ejemplo las pesadillas de los traumatizados que le cuestionan su teoría del sueño, porque si él pensaba que el sueño era la realización disfrazada de deseos reprimidos, ¿Qué pasa entonces con estas pesadillas? ¿Qué pasa con con este silencio que retorna en el sueño?
Son esos sueños con el que aparecen, que son elaboraciones imaginarias y simbólicas, desplazadas, condensadas. aún eso es un velo contra lo insoportable. Si es el sueño el garante del dormir, si es la realización de un deseo inconsciente, ¿qué deseo se satisface en las pesadillas? que más bien despiertan al sujeto en lugar de permitirle seguir durmiendo. Freud dice que lo que pasa, es que aquello que puede ser satisfacción para una instancia psíquica, puede ser insatisfacción para otra, entonces no son no son sueños bajo el dominio de placer del yo; hay unas misteriosas tendencias masoquistas en el yo. Y en este momento ya dice el superyó, que se satisface en ese sueño más allá del principio del placer, y que hacen sufrir hasta hacer despertar al durmiente.
Lacan nos aporta un elemento fundamental, la angustia, que es la que hay que elaborar, anudar significantes, imágenes que la traten. La angustia que nos deja este conflicto en todas las vivencias de haber perdido parientes, sea como combatientes o sea como víctimas.
En una última investigación que participé en un grupo interdisciplinario sobre conflictos y violencias, verificabamos que en los últimos años en Colombia, una de las razones por la cual se sentaron a negociar la paz fue que: de cada 10 muertos en el conflicto armado 8 eran civiles. Sólo dos eran combatientes de un frente o del otro. ¿Eso qué quiere decir?, que es cierto que durante todos estos años el ejército no pudo derrotar a las guerrillas, pero tampoco las guerrillas, durante 50 años, pudieron tomarse el poder. La única alternativa que quedaba era ésta, en la que es tan difícil transformar a los enemigos absolutos o necesarios, en adversarios políticos a enfrentar desde la argumentación y no con las armas. Podernos encontrar en otro escenario, que también es la guerra, pero en un sentido político, para debatir con ellos ideas contrarias, para tratar de llegar a un consenso sin tener que matarnos.
Parece un plan simple, pero todo lo que hay detrás es complejo; la falta de elaboración de todo aquello que nos quedó como angustia y frente a la cual nos hemos defendido, con las fantasías de cada uno, con las inhibiciones, con los síntomas, con los impedimentos, con las emociones, pero también con el pasaje al acto y el acting out, que son términos potentes elaborados por Lacan y eminentemente psicoanalíticos, desprendidos ya de la psiquiatría para nosotros; se trata para nosotros de pensar con esos conceptos clínicos, lo social en el uno por uno, en cómo un sujeto se fue a la guerra bajo la forma de un acting out, como una respuesta a la angustia, por ejemplo buscando venganza o heroísmo, o en el fondo, buscando su propio martirio o sacrificio.
De qué manera, para otro fue un pasaje al acto, una respuesta desesperada, porque ya no habían recursos ni imaginarios ni simbólicos, es decir, palabras para elaborar esa angustia ante la guerra. Para algunos enrolarse en los grupos armados era una travesía salvaje de su fantasma. Es una manera de pensar psicoanalítica el enrolamiento de adolescentes en los grupos armados, por razones subjetivas, sin desconocer las razones económicas, políticas, sociales, culturales, históricas, esclarecidas por otras disciplinas.
Finalmente, con ese panorama es con el que nos enfrentamos al desesperanzador tercer término: Elaborar. Es más difícil hacer la paz que hacer la guerra, porque para la guerra contamos con una importante constitución pulsional agresiva y basta simplemente ir a satisfacer dicas pulsiones. Es lo que le esclarece Freud a Einstein en la carta de ¿ Por qué la guerra?. Lo difícil es poder hacer el movimiento contrario, construir paz sin que sea un delirio, como se le ocurrió al presidente Wilson para forzar el tratado de Versalles y del cual Freud tiene un texto poco conocido (1990), donde muestra el delirio de la paz.
Freud siempre sostuvo que es una ilusión la paz perpetua, y no pensaba que la humanidad hubiera caído bajo sino que nunca había estado alto, y lo verificaba cuando veía que la ciencia se ponía al servicio de la guerra; declarando que los judíos, los gitanos, los enfermos mentales, los homosexuales y los comunistas eran una raza inferior y con ello objetos desechables. Uno de los líderes del nazismo decía: “Lo que estamos haciendo es biología aplicada”.
Nosotros lo que estamos haciendo es un “psicoanálisis aplicado a lo social” y en ello estamos en la tarea contraria: reintroducir el sujeto del inconsciente, de la política, en nuestra reflexión; introducir también nuestras herramientas terapéuticas para tratar de contribuir a una rectificación subjetiva. Para tratar de contribuir en el diálogo de saberes con nuestros conceptos para poder pensar la posibilidad de la elaboración del duelo que nos deja la guerra y poder construir una fragil paz. Preferimos una paz imperfecta a una guerra perfecta.
Miguel Gutiérrez Peláez**
El trabajo presentado profundiza en la relación entre trauma y recuerdo, soportado en la película Vals con Bashir de Ari Folman (2008) y el poema “Tell them (they have names)” del senegalés J.J. Bola (2015, citado por Morgan, 2017). La película nos presenta el recorrido personal del director desde el olvido hasta el encuentro con el recuerdo traumático que es la raíz de ese olvido. Él está interesado en saber qué pasó durante la guerra, pero, sobre todo, por saber por qué él no recuerda. Se detiene en un recuerdo encubridor en una playa. Las bengalas en el cielo, que aparecían inicialmente como un elemento accesorio, son lo que ilumina la dimensión traumática del recuerdo. Él y otros soldados se encargaron de lanzar bengalas sobre el campo de refugiados de Sabra y Shatila. Se enfrenta al horror de pensar si su acción permitió que los falangistas cristianos efecturan la masacre. La historia de esta masacre la liga con una masacre anterior: sus padres fueron sobrevivientes de Auschwitz.
Bola, por su parte, insiste que el muerto no es nunca una cifra, sino la historia del cuerpo muerto y la historia del efecto de ese cuerpo en las vidas de los otros. La cifra desconoce el universo anónimo que esa muerte conmueve, siendo cada muerto un sujeto que transforma de modo singular a todo otro con el que está enlazada su existencia.
Se concluye afirmando que para hacer memoria se requiere de la existencia de unas condiciones mínimas, siendo una de ellas que el Otro (Estado, a las instituciones, a la sociedad civil, a las universidades, entre otros) pueda reconocerlas como reales. Esto permite que la historia no se diluya en la cifra o el silencio y brinda una superficie sobre la cual operar el esfuerzo de memoria.
Gloria Gómez Botero***
Dos ideas concernientes al aporte del psicoanálisis acerca de lo social:
En este orden de ideas, ¿qué interesa a Freud del amplio campo de lo social?: “… sólo un escaso número de cuestiones que la misma [la cultura] entraña interesan especialmente a la investigación psicoanalítica” dice en Psicología de las masas (1921). Le interesa, se deduce de su obra, rastrear las pulsiones, las disposiciones, los móviles y las intenciones del sujeto incluso sus actos y relaciones con sus semejantes. 2. El esclarecimiento arrojado por Freud y Lacan sobre la singularidad en juego en eso que resulta traumático para cada sujeto, dice que no existen traumas estándares que valgan para todos. ¿De qué depende entonces la singularidad del trauma? ¿Qué enseña el psicoanálisis sobre la memoria?
La memoria como olvido imposible es de naturaleza real, traumática. Está hecha con “algo” que no se inscribirse en la cadena significante; memoria traumática siempre presente vía la repetición.
La práctica analítica enseña que existe una singularidad de lo traumático para cada sujeto, que puede ser pensado considerando estos tres aspectos: Las formas que toma el Otro para cada sujeto. Las contingencias de la vida. La insondable decisión del ser.
Rosendo Rodríguez Fernández*
“El deber de un ciudadano
es mantener la boca abierta”
Fuente: Günter Grass.
Unas palabras sobre el conflicto armado en el territorio...
En un escenario particular, un delito común, de hurto. El robo se ha tomado las calles, los parques, los centros comerciales, los medios de transporte, la intimidad de los hogares, las palabras escritas con derechos de autor, las instituciones públicas y privadas, y en general, los medios de comunicación. Se roba por internet, se roba utilizando la ley, se roba a mano armada. Sin exageraciones, pues mucha es la gente correcta en los diversos contextos sociales, la apropiación de bienes a través de la astucia o la violencia, ha sido propia de este territorio a lo largo de sus cinco siglos de historia.
El nacimiento de las instituciones públicas, desde los tiempos del Imperio Español, estuvo ligado a la depredación, con cédula real y cédula papal. Instituciones que nacen a sangre y fuego, sobre prohibiciones en cuanto a la lengua, sostenidas en el volumen del grito más que por la articulación del argumento. La organización de lo público pasó por diferentes momentos, todos sostenidos en la guerra a muerte, aludiendo no solamente a Bolívar y su bandera, o a Morillo y su determinación.
La educación tuvo dos vertientes, ligadas al conflicto entre los seguidores de uno u otro caudillo, al momento de la declaración del territorio como República. Sigue siendo uno de los motivos de la solución violenta, el ser de distinto partido. El propio Bolívar quiso creer que su muerte podría acabar con la división sociopolítica, pero si su descenso a la tumba fue tranquilo, no lo es el ulterior desarrollo de la institucionalidad en la región.
La violencia del nacimiento y la muerte ha ocurrido con el advenimiento de otro nombre. Ya lo hemos recordado antes: Las Provincias Unidas de la Nueva Granada, con su gobierno federal y su guerra civil a bordo, dio paso al gobierno militar de Sámano, y la fuerte bota militar de Morillo. Este a su vez, sucumbió ante el embate bolivariano, dando lugar a escasos 12 años de fallidos intentos de sostener la Gran Colombia.
La Nueva Granada alcanzó solamente 29 años de vida, ensangrentado su territorio por la guerra civil. Solamente 2 años, si es que se puede considerar un organismo estatal ese acto fallido, duró la Confederación Granadina. 23 años alcanzaron los Estados Unidos de Colombia, antes de dar lugar al experimento de Núñez, que básicamente dura hasta hoy.
132 años de guerra, interrumpidos por breves periodos de paz. Hay tratados recientes, implementados por los últimos gobiernos. En uno, la desmovilización de grupos de autodefensa; en otros, de grupos guerrilleros. Apúntese que la guerra de guerrillas se inauguró a partir de 1903. La última guerra con estatuto de tal, fueron los famosos mil días, en la que otro territorio se separó de la República de Colombia.
Efectivamente, la guerra es territorial. El conflicto armado sectoriza el territorio, le confiere una organización centrada en el dominio por las armas, por la ley de guerra. Los fenómenos sociales alrededor del mismo son de gran complejidad. Las guerrillas y los grupos armados practican la guerra moderna, de movimientos y golpes rápidos. El uso de las armas del vencido, contra los oponentes. Maximización del rendimiento, con escasos recursos. Reclutamiento forzado, y masacre como parte de la estrategia, que deteriora la subjetividad y al otro, reduciéndolo a partes de cuerpo o a cuerpo sin todas sus partes. Se esgrime el heroísmo desde las corporaciones públicas y privadas, como dudosa justificación del sacrificio de la juventud, merecedora de un mejor destino.
Los ideales se esgrimen como soporte. Las armas se alcanzaron a silenciar brevemente, pero las voces de la guerra se hicieron oír en ese silencio, y lo que se alcanzó a llamar posconflicto (de manera ilusoria, pero innegablemente muy importante), ha ido cayendo en un nuevo teatro de la guerra. En este marco históricosocio-cultural, el sujeto hoy trata de llevar una vida civil. Alrededor se extienden las formas de pobreza y delincuencia, al lado de las islas de prosperidad y bienestar. Esta situación llena de matices se asocia a las notables distancias en la visión de los sujetos con respecto a los problemas sociopolíticos. El caldo de cultivo del oportunismo y de ese acto fallido por el cual habría que seguir apostando: la vida civil, en el marco de la convivencia, o en otro término, la paz.
A este respecto, queda fácil llegar al lugar común que se adjudicó Kant en el marco de su publicación de 1795, la cual, según las tradiciones que llegan hasta nosotros, se inspiró no solamente en la obra de Castel de Saint Pierre, y en su propia lectura de Juan Jacobo Rousseau, sino en la imagen contemplada en una taberna bautizada como “La Paz Perpetua”, constituyendo el fondo el icono del cementerio. Obsesivo, el sujeto difícilmente convive con el otro, salvo que sea una mera sumatoria de su propio goce, valiéndose de ritual para conjurar el resto, el deseo. Una república bajo el sino de Maquiavelo, el teórico de las prácticas de los condotieros al servicio de los Médicis.
Para finalizar, el escritor Ricardo Silva Romero, recomienda, en entrevista con BBC Mundo (Agosto 31, 2016), los siguientes textos para comprender el problema de la guerra en Colombia: Entre la legitimidad y la violencia. Colombia 1875-1994 (Marco Palacios, 1995); La Siempreviva (Miguel Torres, 1995), narra la toma del palacio de justicia; Los Ejércitos (Evelio Rosero, 2007), plantea la violencia de los ejércitos sobre la gente en Colombia); Armas y urnas: la historia de un genocidio político (2008, Steven Dudley), historia del partido Unión Patriótica); No hay silencio que no termine (Ingrid Betancourt, 2010) la violencia padecida durante el secuestro); Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013) abre la discusión sobre las miserias y banalidades del conflicto armado colombiano); A lomo de mula (Alfredo Molano, 2016) la vida de las FARC, que a su paso creaban otras repúblicas). Los títulos sugieren la necesidad de leerlos para familiarizarnos con lo que no nos deja ver nuestra vida cotidiana, que, sin embargo, está cerca del conflicto. Hoy los noticieros siguen, como ayer, haciendo primar la importancia del fútbol y otros deportes, publicando en la sección amarilla noticias sangrientas. De la publicidad se sirven los poderosos, para convencer que se camina en un estado de derecho en pleno.
Nicolás Rodríguez****
David Andrés Moreno Cuervo
Cristian Camilo Peñuela Gallo
La Colectiva la Tulpa trabaja desde el 2011 en la desmilitarización de la vida, los cuerpos y lo territorios. Para esta ocasión presentarán el libro: trayectorias del antimilitarismo en Colombia: historia, reflexiones y política desde la no violencia.
El militarismo como ideología determina la existencia e interacción de diversos grupos identitarios desde la jerarquización de la existencia social, al tiempo que se entreteje con las relaciones de poder existentes en la lógica de la violencia y la dominación. Es por ello que se relaciona estrecha e indivisiblemente con el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, en tanto estos criminalizan y bloquean la protesta social para proteger el extractivismo y otras formas de explotación de materias primas usando el servicio militar obligatorio como mecanismo de dominación que opera en los sectores y comunidades históricamente excluidos, sobre los cuales se despliega la miseria del proceso de acumulación y despojo, lo que conlleva la creación de serios Problemas de hipermasculinización en tanto se fortalece la reproducción hegemónica del Sistema heteronormativo binario del género, en donde existe un lugar específico para hombres y mujeres, basado en la imposición y la violencia.
Este libro es el resultado del esfuerzo investigativo de los integrantes de la colectiva de investigación LA TULPA, organización anti-militarista, antifascista y anti patriarcal que desde el activismo y la academia busca aportar a la desmilitarización de la vida, los cuerpos y los territorios, entendiendo la no violencia como estrategia de acción directa en la búsqueda de horizontes de sentido más justos y solidarios, buscando reunir las inquietudes teóricas con la contrastación empírica de la realidad de experiencias antimilitaristas como una herramienta válida en la transformación de las dinámicas de violencia que se desprenden del militarismo en Colombia.
Grupo de estudiantes Semillero de psicoanálisis Sinthom
El semillero de psicoanálisis Sinthome: sujeto y lazo social es un espacio de estudiantes y docentes de la Corporación Universitaria Minuto de Dios- sede principal que inició labores en el 2017. Como semillero cuenta con un espacio de investigación y de producción de textos alrededor de los aportes del psicoanálisis en la comprensión de la subjetividad y su relación con los lazos sociales y las vicisitudes y fenómenos que en ellos se presentan.
Ahora soy tus ojos, tus palabras, tus memorias...
en ti queda el recuerdo de lo vivido.
La reminiscencia del pasado es la base para la construcción de la memoria colectiva en un país que ha vivido más de 50 años los vestigios de la guerra. Al ser nombrada y evocada, reaparecen imágenes, recuerdos y sentimientos que dan cuenta de la experiencia que atraviesa el discurso del conflicto armado. En el que si no se es consciente de la historia se tiende a repetir, como lo señala Freud en su texto recordar, repetir y reelaborar (1914) “el olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de las veces a un bloqueo de ellas” (p. 150). 1
Es por esto que dentro del Semillero Sinthome: sujeto y lazo social, se suscitan preguntas alrededor del conflicto armado en Colombia, entre estas la siguiente: ¿Qué ocurre con la memoria dentro y fuera del conflicto armado? Para dar respuesta a ello, se nos presenta el texto de Gonzalo (2008) “Tiempos de memoria, tiempos de víctimas”. El autor enfatiza en la experiencia de tres sobrevivientes al holocausto Nazi en los campos de concentración: Primo Levi, Jean Améry y Jorge Semprún. Estos relatos, dan cuenta de la subjetividad encadenada a la memoria en la que cada sujeto desde los sucesos traumáticos con sus diferentes formas de reelaboración hace frente al horror de la guerra; es allí donde reaparece la pulsión de muerte como protagonista por un lado biológico y por otro lado surge como una personificación de lo psíquico, de eso tensional que suele convertirse en sintomático y si se reprime coacciona.
Tánatos recorre los recovecos de mi tierra, sus heridas lloran sangre por tanta perdida. La muerte es la bandera que iza mi patria; la repetición se ha encadenado a la guerra. 2