RESUMEN: Apenas nos quedamos aislados comenzaron a aparecer una serie de ofertas psicológicas de todo tipo, incluso en las redes sociales empezaron a emerger muchos profesionales psi ofreciendo sus servicios para todo aquel que se encontrara en crisis como consecuencia de la pandemia del COVID-19 y el aislamiento preventivo. Las preguntas que surgen en esas ofertas profesionales de escucha más allá de sus buenas intenciones son: ¿están preparados para tal fin?, ¿por qué estaban preparados?, ¿cómo están preparados? Pero estas preguntas no son todos los cuestionamientos que se le puede hacer a estas ofertas de atención psi para las personas en crisis durante el asilamiento preventivo por la pandemia, de ahí que se proponen tres aspectos importantes que dan lugar a mayores debates e inquietudes: el individualismo, lo apolítico y el psicologismo de una prácticas psicológicas imperantes en la actualidad, aspectos analizados por el psicólogo crítico inglés Ian Parker (2010) y también señalados en Latinoamérica por David Pavón-Cuellar (2019)
Palabras clave:psicología críticapsicología crítica,ideologíaideología,atención psicológicaatención psicológica,aislamiento socialaislamiento social,apolíticoapolítico,psicologismopsicologismo,Covid-19Covid-19.
ABSTRACT: As soon as we were set isolated, a series of psychological offers started appearing, even in social networks; many psyche professionals started appearing, offering their services to everyone who was in crisis as a result of the pandemic of COVID-19 and the preventive isolation. The questions that emerge in those professional offers of listening beyond their good intentions are: Are they prepared to do so? Why were they prepared? How were they prepared? But these are not the only questions that can be asked about these psyche-attention offers to people in crisis during the preventive isolation caused by the pandemic. From there, three important aspects are proposed, and they give place to major debates and concerns: individualism, the apolitical, and the psychologism of some psychological practices prevailing nowadays, aspects analyzed by the English critic Ian Parker (2010) and also pointed out in Latin America by David Pavón-Cuellar (2019)
Keywords: Critic psychology, ideology, psychological attention, social isolation, apolitical, psychologism, covid-19.
Reflexiones epistemológicas
Atravesando el psicologismo en la época del coronavirus: hacia una psicología-otra
Traversing psychologism in the age of coronavirus: towards an-other psychology
Recepción: 29 Abril 2020
Recibido del documento revisado: 20 Mayo 2020
Lo pertinente en estos momentos es una práctica psicológica que piense en los sujetos, pero no para intervenirlas desde categorías que se promueven en las distintas ediciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) que presentan a individuos que padecen trastornos por estrés postraumático u otros, sino para acompañar y sostener un espacio donde esos sujetos puedan elaborar, construir y crear herramientas simbólicas para poder hacer algo con esos padecimientos consecuentes de una serie de eventos que van desde catástrofes hasta pandemias, y que se han exacerbado con las políticas económicas del capitalismo neoliberal en los últimos años.
Cuestionar esas prácticas psicológicas que se articulan con las elites, así como el sueño de algunos psicólogos de trabajar en multinacionales como gerentes del talento humano y no en organizaciones sociales y o llamadas del tercer sector, en las que se necesita no tanto la psicología de los procesos organizativos y colectivos, sino lo contrario, la colectivización organizada de la psicología, conduce como plantea Ian Parker “a pensar y actuar en contra de una psicologización de la política proponiendo la politización de la psicología” (2010). Es decir, propender por una práctica de acompañar en los procesos psicológicos “a los de abajo” y no pretender aliarse con “los de arriba” como nos plantea Pavón-Cuellar (2019).
Hay que pensar en una psicología en femenino, en nuestro país esta ha sido pensada en masculino, con sus pretensiones experimentales y “evidentes”, descontextualizadas, bajo la lógica de formatos, guías y protocolos que burocratizan un acto, y más cuando esta burocratización persigue un ideal cientificista apoyado en un positivismo trasnochado y una banalización de la estadística, bajo el supuesto de que se tiene un conocimiento final sobre qué es lo normal y por consiguiente lo que el ser humano debe hacer, de ahí, que todo aquello que no entra en estas lógicas no es serio, ni formal, planteándose incluso que no es psicología. Los saberes y prácticas psicológica que se apartan de estos ideales, podrían plantearse, ¡no son psicología!, es decir no corresponden a la psicología dominante, la que se enseñan en la mayoría de facultades de psicología en Colombia, es una piscología-otra.
Otra psicología en femenino es pensar una psicología en las fronteras, en las periferias, de y para subalternos, usando el termino popularizado por la filósofa india Spivak (2003). Una psicología que no piense en binarios como normal y anormal, en externo o interno, o como enuncia la socióloga boliviana Rivera Cusicanqui (2018) una psicología ch'ixi, propia a la historia de latinoamérica, desde una perspectiva en la que algo es y no es al mismo tiempo; una psicología que no piense lo individual y lo social como dos categorías diferentes, tal y como Freud lo pensaba en su texto de 1921 “Psicología de las masas y análisis del yo” (1992). Es tan arraigada la idea de lo individual interno en la psicología que algunos psicólogos piensan que dentro de cada ser humano debe existir una especie de persona, pues se tiene la noción de un yo interior, de una personalidad interior; claro está, que algunos ubicados en lugar de los científicos hablan de cerebros y genes como si fueran personas (homúnculos). Es así como se plantea que la psicología critica tiene el deber de cuestionar esa neuropsicologización (De Vos, 2019) de todos los procesos psicológicos, que en el mejor de los casos trata de explicar los comportamientos pero no transformarlos, y cuando se intenta hacer una intervención es para adaptar al individuo a eso mismo que lo hace padecer.
Lo que se propone desde la psicología crítica es una politización de las prácticas psi, ya que algunos psicólogos ni siquiera se dan cuenta que son instrumentos al servicio del sistema capitalista y contribuyen así activamente al control y a la opresión, como plantea Parker (2010), por tanto, no pueden entender que sus buenas intenciones no pueden ser tal, ya que en vez de ayudar a los otros se convierten en parte del problema, lo cual se enlaza a la historización de unas prácticas psi.
La psicología y sus prácticas producen subjetividades, lo cual ha sido descrito por Foucault (2007) y los neofoucaultianos como Nikolas Rose (1998), por sociólogas como Illouz (2008); y denunciando por Canguilhem (1989) en su famoso texto ¿Qué es la psicología? en el que no sólo muestra cómo la psicología carece de los fundamentos que se subroga, sino que puede terminar en algunos casos en una labor policial; de ahí la importancia de entender las condiciones históricas de la psicología que se ha constituido. En Colombia la psicología como disciplina nació para evaluar, y así fue desde Mercedes Rodrigo con su laboratorio de fisiología en la Universidad Nacional y hasta la actualidad con los test “confiables” y “validados” desde la neuropsicología, dando lugar a la pregunta ¿válidos y confiables para quién?
Se nos olvida que las ciencias sociales y la psicología como tal deberían no estar al servicio de los mismos profesionales o las elites que en su afán de productividad utilizan la psicología y sus evaluaciones para elegir a los mejores y excluir a los que no lo son en esas mismas evaluaciones, ubicando a estos últimos en un lugar, en el mejor de los casos, de espera por algún tratamiento e intervención desde la misma psicología que los excluye para poder estar a “la altura” de los ideales de éxito, triunfo y productividad del capitalismo neoliberal. La propuesta de una psicología-otra debería estar al servicio de esos excluidos, pero no para adaptarlos a ningún ideal de productividad, sino como lo planteaba Fals Borda (1987) desde una investigación acción participativa, en la que el otro no es el objeto a investigar, ni destinado para diligenciar cuestionarios o escalas Likert que se solventan con un consentimiento informado; la idea es que el otro investiga, y el otro construye conclusiones de esa investigación, y sobre todo y lo más importante, el otro construye sus propios problemas y sus propias respuestas. Ahí está el compromiso político que planteaba la psicología de la liberación de Martín Baró (2006).
La idea es apostar por una psicología de la liberación que como nos decía Martín Baró lo primero que tiene que hacer es liberarse a sí misma, es decir, criticarnos a nosotros mismos en lo que hacemos, y lo primero que hay que cuestionar es no sólo la posición a-política que de entrada es una fantasía. Toda posición es política, el asunto es su falta de reflexión sobre los temas que nos atañen, que nos conciernen como la pobreza, la inequidad, la corrupción, la colonización histórica y actual. De ahí la importancia de plantear una psicología para los trabajadores, no para los empresarios, una psicología para los niños y jóvenes en la educación, no para las instituciones, docentes y gerentes educativos, donde el problema de aprendizaje no sea un problema individual de un niño, sino el síntoma de algo que no funciona en ese mismo sistema.
Hay que leernos, dejar de sólo pensar en los autores y teorías que vienen de Europa, las cuales para algunos, sólo son de España, Francia, Inglaterra, o de Estados Unidos, desconociendo los trabajos de Latinoamérica; sin embargo, no basta con leernos, sino escribir para ser leídos desde nuestras orillas, para nosotros, y que los pocos que se logran leer no caigan en la trampa de la repetición de lo que el Norte plantea, tal y como lo denuncian de Sousa Santos (2014); los teóricos decoloniales desde Césaire (2006), Fanon (2007), Dussel (2015); los zapatistas mexicanos; los psicólogos de la liberación que tanto ha promovido Edgar Barrero (2015) en Colombia; los psicólogos ancestrales como Rosa Suarez Prieto y desde hace un tiempo, Luis Eduardo León (2010), estos últimos pensadores e investigadores colombianos. Esto es, pensar los saberes y prácticas psicológicas desde una psicología-otra, dando cabida a eso femenino que ya se ha planteado la teoría feminista y de género (Butler, 2004; Preciado, 2010; Segato, 2016; Florence Thomas, 1985).
Para terminar por el comienzo, propongo un pensamiento en espiral y no lineal al que la psicología nos ha acostumbrado, esto es, ha pensar al mundo y a los sujetos (en una especie de neodarwinismo contemporáneo), privilegiando cierto pensamiento piagetiano más que uno vigotskiano, una psicología histórica cultural más que evolutiva. En Latinoamérica tuvimos a una gran representante de esa psicología histórica cultura como lo fue el psicólogo cubano González Rey, y en Colombia a uno que ha tratado de seguir su legado que es Álvaro Díaz (2014), quien ha sostenido un espacio como la Red en Psicología Crítica en Colombia. Así que hay que cuestionarnos cuando ofrecemos esos servicios de atención o espacios de escucha en las redes sociales, preguntarnos por qué es lo que ofrecemos, desde qué lugar, como profesionales de una salud que cada vez se ha convertido más en un asunto biomédico, con explicaciones neurobiológicas y estándares de manuales descontextualizados como el DSM, o ayudas new age que sólo brindan frases de cajón inspiradas en el coaching y la autosuperación.
Lo que se propone es una escucha que transforme la subjetividad (Gallo, 2019), una que a su vez pueda transformar una realidad fantasmática e ideológica (Žižek, 2003). El coronavirus nos ha mostrado qué clase de mundo habíamos construido, una realidad inequitativa, excluyente, injusta, violenta. Y lo peor que podemos hacer en esa escucha del otro desde una psicología-otra es tratar que se adapte a esa realidad, la ida precisamente es lo contrario, que transforme esa realidad.