Servicios
Servicios
Buscar
Idiomas
P. Completa
Contradicción y crisis en el capitalismo cognitivo
Francisco Javier MORENO GÁLVEZ
Francisco Javier MORENO GÁLVEZ
Contradicción y crisis en el capitalismo cognitivo
Contradiction and crisis in cognitive capitalism
Contradição e crise no capitalismo cognitivo
Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, núm. 133, pp. 101-111, 2016
Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina
resúmenes
secciones
referencias
imágenes

Resumen: En la reestructuración del capitalismo que se produjo en los años 70, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación tuvieron un papel fundamental permitiendo una utilización intensiva del conocimiento, papel que podemos rastrear en su continuidad hasta el día de hoy. En las últimas décadas asistimos al desarrollo de una tensión contradictoria entre la tendencia a la privatización propia del capitalismo cognitivo y la tendencia democratizadora de la economía social del conocimiento. El presente artículo trata de analizar dicha tensión apuntando a las consecuencias para los modelos de desarrollo que entran en disputa en el actual contexto global.

Palabras clave:Economía social del conocimientoEconomía social del conocimiento,trabajo inmaterialtrabajo inmaterial,sociedad de la informaciónsociedad de la información,nuevas tecnologíasnuevas tecnologías.

Abstract: In the reorganization of capitalism that took place in the 1970s, new information and communication technologies played a fundamental role, allowing an intensive use of knowledge, a role that we can trace in its continuity to this day. In the last decades we witness the development of a contradictory tension between the tendency towards privatization, characteristic of cognitive capitalism, and the democratizing tendency of the social economy of knowledge. This article attempts to analyze this tension pointing to the consequences for development models that come into dispute in the current global context.

Keywords: Social economy of knowledge, Intangible work, society of Information, new technologies.

Resumo: Na reestruturação do capitalismo que foi produzido nos anos 1970, as novas tecnologias da informação e comunicação tiveram um papel fundamental ao permitir uma utilização intensiva do conhecimento, um papel que podemos rastrear em suas continuidades até os dias atuais. Nas últimas décadas assistimos ao desenvolvimento de uma tensão entre a tendência à privatização, própria do capitalismo cognitivo, e a tendência democratizadora da economia social do conhecimento. O presente artigo trata de analisar tal tensão apontando suas consequências para os modelos de desenvolvimento que entram em disputa no atual contexto global.

Palavras-chave: Economia social do conhecimento, trabalho imaterial, sociedade da informação, novas tecnologias.

Carátula del artículo

Monográfico

Contradicción y crisis en el capitalismo cognitivo

Contradiction and crisis in cognitive capitalism

Contradição e crise no capitalismo cognitivo

Francisco Javier MORENO GÁLVEZ
Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, Ecuador
Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, núm. 133, pp. 101-111, 2016
Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina

Recepción: 30 Agosto 2016

Aprobación: 08 Diciembre 2016

1. Introducción1

Son pocos los autores que divergen ante la idea de encontrarnos ante un modelo de desarrollo mediado por las variables inmateriales de información y, la más abarcadora, de conocimiento2. Tanto es así que la propia Unesco reconoce que “estamos en una era en la que para existir, sobrevivir y no quedar al margen, es necesario comunicar cada vez más, y sobre todo cada vez más deprisa” (2005, p. 49). Este panorama, producto en buena medida de la revolución tecnológica informacional, ha sido testigo de una rápida evolución en virtud de la convergencia entre informática, microelectrónica y telecomunicaciones que ha ensalzado a la información como materia prima y también como eje dinamizador del propio proceso productivo, marcando el surgimiento de un nuevo modo de desarrollo caracterizado por tres factores: la información se convierte en insumo y en factor cardinal en la reestructuración de los procesos productivos; el costo de la producción y procesamiento infocomunicacional es menor; se incrementa exponencialmente la capacidad de producir, procesar, almacenar y enviar volúmenes cada vez mayores de información (Becerra, 2003, p. 19-21). De esta forma, la convergencia no solo se produce entre los sectores citados, sino también entre sistemas tecnológicos, procesos industriales y realidad cultural, transformando radicalmente las relaciones que hasta entonces se habían desarrollado entre economía y cultura y dando paso a un sistema en el que

[...] los procesos económicos y simbólicos se entrelazan y se articulan entre sí como nunca sucedió antes; es decir: la economía recibe cada vez más una inflexión cultural, y la cultura presenta cada vez más una inflexión económica. Así, las fronteras entre una y otra se difuminan, y la economía y la cultura ya no hacen las veces, la una para la otra, de sistema y ambiente (Lash & Urry, 1998, p. 96)

Se constituye de esta forma un tipo de capitalismo específico al que denominamos cognitivo por el papel central que lo inmaterial cumple en su seno. Si bien este capitalismo cognitivo responde en buena medida a una recomposición productiva en la que continúan las dinámicas de explotación de la fuerza de trabajo, la propiedad privada de los medios de producción y la lógica del máximo beneficio al menor coste, podríamos hablar de un cambio cualitativo e incluso de una ruptura como posibilidad abierta por el propio desarrollo de las fuerzas productivas en el marco del cambio tecnológico. Esta es la contradicción y la ruptura que atraviesa al capitalismo cognitivo, que queda definido por su crisis potencial. La ambigüedad e indefinición que gran parte de las corrientes teóricas expresan cuando abordan la nueva configuración capitalista y sus elementos de cambio derivan de una carencia en los instrumentos y herramientas de análisis que son utilizados para acercarse a este capitalismo tardío. La Economía Política clásica es incapaz de atender a las transformaciones que se operan en el paradigma económico (valorización del capital, nueva división del trabajo, rendimientos decrecientes vs. rendimientos crecientes, coste de reproducción, escasez de recursos, etc.) y no desarrolla una teoría del sujeto creador y de la herramienta de producción que supone su cerebro (Moulier-Boutang, 2003, p. 50; Cocco, Silva & Galvão, 2003, p. 13-14). Es por ello que, frente a la importancia creciente del conocimiento en el modo de desarrollo y las consecuencias derivadas de ello, nuestra apuesta es por enriquecer la Economía Política del Conocimiento con las aportaciones de las teorías sobre el capitalismo cognitivo, ampliando su objeto de estudio hacia “la producción industrial de las mentes y los cuerpos en el trabajo humano […] y el problema estratégico del conocimiento en la valorización y reproducción de la vida social y humana y los sistemas de reproducción sociocultural” (Bolaño, Mastrini & Sierra, 2005, p. 28).

2. Un nuevo paradigma: información, control y valor

Pensar el capitalismo cognitivo supone remitirnos a un complejo escenario de metamorfosis y recomposición en las funciones de elementos que hasta ahora habían marcado el papel del conocimiento en las sociedades industriales. Todo lo que la economía había excluido de su campo de investigación (cultura, comunicación, producción lingüística, producción social del saber) surge, gracias a la revolución tecnológica, como medios de producción y como productos (Corsani, 2004, p. 91), estableciendo una nueva base de valor que se extiende no solo a los sectores ligados directamente a la innovación tecnológica sino también a aquellos sectores tradicionales que ven cómo sus rutinas y sus métodos de trabajo se ven profundamente modificados frente al avance de las tecnologías infocomunicacionales y de los nuevos principios de información, creatividad, comunicación y cooperación dominantes en las formas de trabajo inmaterial. De esta forma, en el escenario contemporáneo, el trabajo inmaterial, es decir, aquel que produce bienes intangibles tales como información, conocimiento, ideas, imágenes, relaciones y afectos, se convierte en hegemónico, marcando un cambio en el modo capitalista de producción definido por la pérdida de importancia del trabajo industrial que se desplaza hacia las periferias, lo que no significa que desparezca (no hay que olvidar que el trabajo sigue siendo material en la medida que involucra nuestras mentes y nuestros cuerpos, lo inmaterial es el producto de ese trabajo), sino que las características de la producción inmaterial tiende a modificar las demás esferas productivas y, por extensión, a la sociedad en su conjunto, pues hablamos de un modo de producción que es biopolítico, que atañe a todas las facetas de la vida social, económica, cultural y política y al mismo tiempo las produce (Hardt & Negri, 2004, p. 17-18, 92-93)3. En definitiva, la producción de lo común, expresada en actividades que implican la utilización del conocimiento y la información, se convierte en un factor fundamental para los niveles de productividad del capitalismo, en otras palabras “no hay comunicación que no esté sostenida por una conexión común y puesta en práctica a través de ella. No hay producción que no sea cooperación fundada en la comunalidad” (Hardt & Negri, 2004, p. 396).

Es precisamente de este carácter comunitario e inmaterial de la producción donde surge la contradicción que atraviesa al capitalismo cognitivo. En el seno de este sistema, el conjunto de conocimiento, relaciones y formas de comunicación social derivadas de la producción inmaterial son aprovechadas por el capital, que no paga por estas fuentes externas de riqueza que son patrimonio colectivo de una comunidad determinada, sin embargo, tampoco puede someterlas por completo pues no se agota en su uso, es decir, no está fundado en el paradigma de la economía de la escasez ni sobre el principio de la destrucción del producto por su consumo, al contrario, la comunicación en el marco del capitalismo cognitivo se definiría como un “eje neurálgico de la producción de nueva autonomía” (Sierra & Gravante, 2012, p. 134). Aquí está la originalidad del capitalismo cognitivo con respecto al industrial; es decir, en la propia evolución de la relación entre conocimiento y capital, encontrando este cada vez más dificultades en reducir de manera simple a aquel para subsumirlo y transformarlo en valor, así

[...] el proceso de transformación del conocimiento en valor no es, de esta suerte, lineal y estable en el tiempo. Al contrario, implica inestabilidad, puntos de discontinuidad, catástrofes, una multiplicidad de caminos posibles (…) los obstáculos reencontrados por la valorización del conocimiento ponen al descubierto espacios de “crisis”. Entretanto, en estos espacios, que son también espacios de libertad, pueden insertarse soluciones nuevas y transformaciones institucionales originales. De ahí que, con toda razón, se hable tanto de capitalismo cognitivo (Rullani, 2004, p. 101)

No obstante, constatar esta realidad no significa que a partir de la progresiva centralidad de lo común en la producción inmaterial se haya construido una sociedad más libre y democrática ni que el capital no se apropie y saque provecho de aquel, por el contrario, hoy la explotación capitalista tiende a actuar directamente sobre nosotros mediante el control de lo común a través de restricciones legislativas y de la represión. Vemos entonces cómo se configuran dos tendencias antagónicas que marcan el desarrollo del capitalismo cognitivo, es un cruce de caminos que se relaciona con aquel que ya apuntamos más arriba cuando reconocimos las posibilidades de las tecnologías de la información y los límites impuestos por el propio capitalismo. Así, podemos encontrar que el capitalismo cognitivo se define como sociedad de control y de dominación disciplinaria y a la vez se aprovecha de las dinámicas de desarrollo de formas de organización social cooperativas y de producción de lo común que prefiguraría la crisis del capitalismo en lo que podríamos llamar una economía social del conocimiento. A fin de cuentas, se trata de preguntarnos por el papel del poder, el control y el beneficio a la hora de analizar los cambios sociales que acompañan al desarrollo de las nuevas tecnologías.

En el capitalismo cognitivo, expresado como sociedad de control, observamos cómo se desarrollan los intentos de someter las potencialidades de la revolución tecnológica informacional a las necesidades de una expansión capitalista fundamentada en los principios de desregulación, liberalización y privatización y enmarcada en una estrategia de dominio y control de la esfera de la producción y la reproducción social. En esta regulación del conjunto de la vida social la información resulta un componente clave que, a pesar de no ser novedoso (ya Marx apuntaba a que la apropiación de la información y del conocimiento por parte del capital hundía sus raíces en su tendencia a monopolizar la vertiente intelectual del proceso de trabajo para incrementar así la productividad y asegurarse el control), gracias a las nuevas tecnologías resulta en una sofisticación de las formas de organización, vigilancia y control, reestructurando y reorganizando las relaciones de poder, que han encontrado una nueva forma de articularse y expresarse (Robins & Webster, 1999, p. 124-125). Se configura así una sociedad donde el conocimiento, que ya nadie cae en la simulación de señalar como neutral, se pone al servicio del poder dándole nombre al modelo social que ha contribuido a crear y donde las nuevas tecnologías van a ayudar a extender por todos los poros de la sociedad una nueva lógica disciplinaria flexible, abierta, cualitativa, afectiva y en forma de flujos que toma el nombre de sociedad de control, donde el poder se estructura en torno a máquinas que organizan directamente los cerebros (en los sistemas de comunicación, las redes de información, etc.) y los cuerpos (sistemas de asistencia social, actividades controladas, etc.) (Hardt & Negri, 2002, p. 38). Este sistema se correspondería con la extensión del principio C4ISR −“Command, Control, Communications, Computation, Intelligence, Surveillance, Recognition”− (Mattelart, 2002) y que, especialmente tras el 11–S, va a revolucionar las tradicionales relaciones militares, diplomáticas, administrativas o de vigilancia gracias en buena medida a la innovación tecnológica y a la arquitectura de redes. Vemos entonces cómo la comunicación se constituye como un espacio privilegiado de la producción biopolítica del orden que “no solo expresa sino que también organiza el movimiento de la globalización” (Hardt & Negri, 2002, p. 46), un espacio en el cual las industrias de la comunicación funcionan como la red que sostiene el propio sistema de dominación a la vez que se integran en su mismo funcionamiento en lo que se ha venido a denominar la Global Information Society que, como hemos venido defendiendo, determina los discursos y actuaciones políticas hegemónicas, públicas y privadas, cuyos efectos se dejan entrever en la extensión de la exclusión y la desigualdad.

Aparecen nuevamente en este contexto las propuestas dicotómicas entre tecnófilos y tecnófobos, ante las cuales se hace necesario superar la mirada tecnológica reduccionista que comparten y apostar por una visión dialéctica y procesal sobre la dinámica del desarrollo del capitalismo cognitivo, preguntándonos cuáles son sus vectores fuerza y cuál es la lógica que gobierna el cambio tecnológico (Sierra, 1999, p. 8). Para ello, es necesario comprender, en la línea de la contradicción que apuntábamos anteriormente, la relación que se establece entre las estrategias puestas en funcionamiento por el capital para obtener beneficio del conocimiento y el propio desarrollo de este en la sociedad, que tiende a desbordar los límites artificiales que le son impuestos. El problema principal se encuentra en la valorización del conocimiento en el capitalismo cognitivo y radica en la necesaria revisión de una teoría, la del valor, que no puede medir en unidades fijas de tiempo de trabajo abstracto el tipo de producción que nos ocupa, el conocimiento, que si bien tiene valor de uso, no tiene un valor de coste de referencia que pueda ser empleado para determinar el valor de cambio4. Ello es así porque la lógica de la escasez, que domina la producción material, no funciona con la producción inmaterial, que se multiplica con su uso y cuya reproducibilidad, multiplicada por los adelantos tecnológicos, es casi infinita y tiende a tener un coste cero (Rullani, 2004, p. 101-102). Situándonos dentro de la lógica capitalista de la expropiación del plusvalor de todo proceso productivo, la única forma de obtener valor de cambio del conocimiento es limitando su difusión libre, privatizando el acceso, en un intento de someter algo ligado a la abundancia al citado esquema de la escasez. Para tal fin, se van a poner en juego toda una serie de estrategias de privatización del conocimiento, de las relaciones afectivas, de los recursos naturales, de los códigos genéticos, etc. por medios jurídicos −patentes, licencias, derechos de autor, canon, etc.− o monopolistas.

Sin embargo, la actuación capitalista, aparte de resultar hipócrita por privatizar algo que proviene del acervo común de la sociedad, cae en el sinsentido de limitar el acceso libre a la información y al conocimiento lo que termina entorpeciendo el propio desarrollo del proceso de innovación en lo que Blondeau (2004), partiendo del método marxista, declara como la reedición del conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes, convirtiéndose estas en un obstáculo para el pleno progreso de aquellas, anunciando así la crisis del capitalismo cognitivo, pues

[...] en la economía de lo inmaterial, las estrechas lógicas financieras en las que se inscriben los fenómenos de concentración monopolista de la información, constituyen trabas, no solo al progreso tecnológico, cultural y social, sino también a la propia eficacia económica5 (Blondeau, 2004, p. 40)

La segunda tendencia es precisamente la que supone un peligro para el dominio empresarial de las esferas de la vida: el modelo de sociedad de cooperación y producción de lo común basado en una economía social del conocimiento. Un modelo donde lo inmaterial, el conocimiento y los bienes culturales ocupan el centro de las estrategias de desarrollo y desbordan el sistema a partir de sus dinámicas de cooperación, comunicación y afecto. Un modelo donde la circulación de este tipo de bienes proporciona un valor añadido que deriva de las posibles espirales de creaciones colectivas derivadas, entendidas estas “no como la expresión más depurada de rendir beneficios al Capital, sino la manifestación de la resistencia más básica a él” (Cañada & Orihuela, 2005, p. 141). Desde esta perspectiva, las nuevas tecnologías no suponen ya un peligro asociado a la sociedad de control, que criminaliza las posibilidades de reproducibilidad de lo inmaterial clasificándolas como una amenaza para la creación colectiva o para los propios creadores, por el contrario, suponen la puerta hacia el libre acceso al carácter comunitario y cooperativo del conocimiento acumulado por la sociedad, que se realiza necesariamente en común. Sería más acertado señalar que estas posibilidades tecnológicas sí que suponen un peligro para todos aquellos “intermediaros que habían hecho negocio a partir de la distribución de esta cultura materializada en soportes físicos y a aquellos encargados de gestionar los derechos de autores en relación a estos” (Villar, 2005, p. 149).

Afirmar que lo inmaterial ocupa el centro de las estrategias de desarrollo y crecimiento económicos significa trabajar con una visión ampliada de cultura que, junto a los valores atribuibles a la cultura en sí y al lado económico de la cultura, comprende también el hecho de que la capacidad de procesar símbolos se haya convertido en un elemento directo de la estructura gracias al status del conocimiento como una de las materias primas más valiosas para la esfera de la producción y de la reproducción social. Si bien es cierto que en el surgimiento de la sociedad industrial también asistimos a una importante ligazón entre cultura y producción, lo novedoso en la actualidad vendría definido por el avance del conocimiento frente al factor trabajo que, apoyado por el desarrollo científico– tecnológico, transformaría los procesos de producción, circulación y consumo. Ejemplo de ello es el aumento de las inversiones en los países centrales del capitalismo para la implantación de infraestructuras avanzadas de información y comunicación, o la importancia adquirida por las políticas dirigidas a evitar la fuga de cerebros, tan problemática como la propia fuga de capitales. Pero no hay que reducir el papel de la cultura en el desarrollo a la variable económica, también desempeña un rol específico en la conformación de las sociedades a través de su papel político y de la expansión de las identidades (Garretón, 2003, p. 21-23). En realidad, las líneas anteriores nos remiten al clásico debate sobre las relaciones entre estructura y superestructura, que se vería profundamente alterado en el nuevo modelo de mediación tras la constatación de que cada vez se hace más difícil establecer una distinción entre los fenómenos económicos y los culturales en un modo de producción que destaca por ser marcadamente comunicativo y relacional.

3. Por una alternativa de desarrollo

A partir de estos postulados, de la contradicción señalada entre el desarrollo del capitalismo cognitivo y la tendencia configurar progresivamente una economía social del conocimiento, de lo que se trata es de trabajar en torno a un concepto de desarrollo alternativo al impregnado de neodifusionismo, un concepto alternativo que se construya desde cada realidad de manera endógena y autónoma, a fin de constituir un proceso integral, multidimensional y dialéctico que puede diferir de una sociedad a otra; un nuevo enfoque de desarrollo que contenga los criterios de autoconfiabilidad (que cada sociedad confíe básicamente en sus propias fortalezas y recursos, en términos de las capacidades de sus miembros y de su ambiente natural y cultural) y ecología (Servaes, 2000); un nuevo enfoque donde el conocimiento ocupe un lugar privilegiado en la construcción de una sociedad de la democracia y de la cooperación de los saberes (Vercellone, 2004, p. 72); un nuevo enfoque, en definitiva, que vire desde una perspectiva etnocéntrica hacia otra contextual y policéntrica, desde un interés económico a un interés más universal e interdisciplinario y desde una perspectiva de desarrollo administrado tecnocráticamente hacia formas participativas en la resolución de problemas. La superación de definiciones caducas, entendiendo el desarrollo como un proceso y resultado intangible y no como simples avances materiales, nos lleva a reubicar el concepto de desarrollo

[...] en un marco constructivista, subjetivo e intersubjetivo, valorativo y axiológico, y, por cierto, endógeno, o sea, directamente dependiente de la autoconfianza colectiva en la capacidad para inventar recursos, movilizar los ya existentes y actuar en forma cooperativa y solidaria, desde el propio territorio, generando, obsérvese, una proalimentación en compensación (Boisier, 2002, p. 30)6

Esta concepción del desarrollo endógeno fundamentado en una economía social del conocimiento resulta incompatible con el capitalismo cognitivo como marco rector del proceso de acumulación privativa del conocimiento. Podemos concluir, en definitiva, que los dos caminos que se abren para el desarrollo esconden en realidad dos discursos en torno a la tecnología. Por un lado, nos encontramos con enfoques que ensalzan el carácter positivo de las nuevas tecnologías en lo que de ruptura tienen con los problemas de producción y reproducción asociados al capitalismo industrial pero que a la vez promueven un marco de privatización y cercamiento del conocimiento para precisamente favorecer dinámicas de valorización y control del conocimiento dentro de una lógica de acumulación capitalista tradicional. Por otro lado, encontramos aquellas posturas que defienden el potencial tecnológico cuando está al servicio de la lógica democratizadora del conocimiento, en el que el trabajo cognitivo no encuentra restricciones a su difusión y reproducción según principios de colaboración, horizontalidad y libre circulación en pro de lo común. Sin duda un escenario en disputa donde serán las luchas sociales y el fortalecimiento de la autonomía del trabajo vivo los que determinen la consolidación del capitalismo cognitivo o su crisis por la irrupción de un modo de desarrollo basado en la economía social del conocimiento.

Material suplementario
Referencias
Becerra, M. (2003). Sociedad de la información: proyecto, convergencia y divergencia. Buenos Aires: Norma.
Blondeau, O. (2004). Génesis y subversión del capitalismo informacional. En VV.AA. Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva, Madrid: Traficantes de Sueños.
Boisier, S. (2002). Sociedad del conocimiento, conocimiento social y gestión territorial. Documento de Trabajo 5, Sevilla: Instituto de Desarrollo Regional (Fundación Universitaria).
Bolaño, C.; Mastrini, G. & Sierra, F. (2005). Economía Política, Comunicación y Conocimiento. Una perspectiva crítica latinoamericana Buenos Aires: La Crujía.
Cañada, M. & Orihuela, A. (2005). Conocimiento colectivo, memoria de lo común. En VV.AA. Creación e inteligencia colectiva. Sevilla: Zemos98_7.
Cocco, G.; Silva, G. & Galvão, A. (org.) (2003). Capitalismo Cognitivo: trabalho, redes e inovação. Rio de Janeiro: DPA Editora.
Corsani, A. (2004). Hacia una renovación de la economía política. Antiguas categorías e innovación tecnológica. En VV.AA.: Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Madrid: Traficantes de Sueños.
Crovi, D. (2004). Sociedad de la información y el conocimiento. Algunos deslindes imprescindibles. En Crovi, D. (coord.) Sociedad de la información y el conocimiento: entre lo falaz y lo posible. Buenos Aires: La Crujía.
Garretón, M. (Coord.) (2003). El espacio cultural latinoamericano. Bases para una política cultural de integración. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica.
Hardt, M. & Negri, T. (2002). Imperio. Barcelona: Paidós.
Hardt, M. & Negri, T. (2004). Multitud. Barcelona: Random House Mondadori.
Lash, S. & Urry, J. (1998). Economía de signos y espacio: sobre el capitalismo de la posorganización. Buenos Aires: Amorrortu.
Marx, K. (1982). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política: (Borrador) 1857 – 1858. México: Siglo XXI.
Mattelart, A. (2002). História da Sociedade da Informação. São Paulo: Loyola.
Moulier-Boutang, Y. (2003). O territorio e as políticas de contrôle do trabalho no capitalismo cognitivo. En Cocco, G.; Galvão, A.P. & Silva, G. Capitalismo cognitivo: trabalho, redes e inovação. Rio de Janeiro: DPA Editora.
Robins, K. & Webster, F. (1999). Times of the Technoculture. From the information society to the virtual life. London: Routledge.
Román, C. (2001). Aprendiendo a innovar: el caso de Andalucía. En: Aprendiendo a innovar: regiones del conocimiento, Sevilla, OCDE, IDR.
Rullani, E. (2004). El capitalismo cognitivo: ¿un déjà-vu?. En VV. AA. (2004). Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Traficantes de Sueños: Madrid.
Servaes, J. (2000). Comunicación para el desarrollo: tres paradigmas, dos modelos. Temas y Problemas de Comunicación. nº 10, Año 8, UNRC.
Sierra, F. & Gravante, T. (2012). Apropiación tecnológica y mediación. Líneas y fracturas para pensar otra comunicación posible. En Encina, J. & Ávila, M.A. Autogestión. Sevilla: UNILCO-Espacio Nómada.
Unesco (2005). Hacia las sociedades del conocimiento. París: Unesco.
Vercellone, C. (2004). Las políticas de desarrollo en tiempos de capitalismo cognitivo. En VV.AA. Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Madrid: Traficantes de Sueños.
Villar, D. (2005). Comerciar con ideas. Algunas notas sobre la privatización de la inteligencia colectiva. En VV.AA. Creación e inteligencia colectiva. Sevilla: Zemos98_7.
Notas
Notas
1. Este texto es resultado del trabajo realizado para el Proyecto de Excelencia “Nuevas tecnologías de la información y participación ciudadana. Formas de mediación local y desarrollo comunitario de la ciudadanía digital” (P08-SE-03680). Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía.
2. Román distingue entre información y conocimiento atendiendo a varios niveles y al papel que cada uno de ellos cumple en los procesos de constitución del capital social, que quedaría definido como la capacidad que tiene un grupo social determinado para adquirir información, transformarla en conocimiento y el conocimiento en acción. Para una distinción más detallada véase Román (2001, p. 38). Crovi (2004, p. 48) también diferencia entre información y conocimiento: “mientras la información es el núcleo duro, el dato o suceso que puede ser transmitido en mensajes de formas diversas, el conocimiento implica un proceso mucho más complejo en el cual se percibe, recuerda, aprende, imagina, razona, discurre, especula, reorganiza”.
3. Hardt y Negri son herederos en esta postura de los planteamientos sobre la producción social y la dimensión productiva del biopoder que desarrollaron y completaron autores como Foucault, Deleuze, Guattari o la escuela obrerista italiana. Sin embargo, señalan las carencias de los distintos análisis anteriores (2002, p. 41-43) para concluir que los análisis más sólidos que se han hecho sobre la producción biopolítica provienen de las teorías feministas marxista y socialista (2002, p. 385-386).
4. De nuevo, la revisión de la teoría del valor viene justificada por la lectura de los Grundrisse de Marx y el planteamiento de que “el capital mismo es la contradicción en proceso, que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de riqueza” pues “tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio del valor de uso. […] Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio” (Marx, 1982, p. 228-229).
5. Experiencias como Linux o el Software libre demuestran, en la práctica “que las lógicas propias del modo de producción del capitalismo informacional son profundamente ineficaces y por lo tanto improductivas” (Blondeau, 2004, p. 48).
6. La evolución de los principios rectores de las políticas regionales en las últimas décadas nos sirve como muestra de cómo han ido modificándose las variables del desarrollo. En Boisier (2002, p. 19), encontramos un cuadro que resume esta evolución: “1950/1960: infraestructura como condición del crecimiento económico regional; 1960/70: atracción de actividades externas, polos de desarrollo, base exportadora; 1970/80: desarrollo endógeno, PYMES, competencias (habilidades y atribuciones) locales; 1980/90: innovación, difusión de tecnología, medios innovadores; 1990/00: conocimiento, factores intangibles, aprendizaje colectivo; 2000/10:capital relacional, interconexión, cultural local, e-trabajo.”
Buscar:
Contexto
Descargar
Todas
Imágenes
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por Redalyc